lunes, 14 de agosto de 2017

TREINTA AÑOS (II) ... de personas



Mi primer encargo con Geo fue una infografía explicando la estructura de un huracán. Disfruté mucho haciéndola, no me había dado cuenta de que había encontrado mi vocación: la divulgación.

En Geo tuve muy buena relación con Teo, el jefe de arte, y Pilar, la redactora jefe. En cambio apenas tuve vínculo con la redacción. El contraste fue tremendo cuando empecé a colaborar con Muy, un paso casi natural, ya que ambas redacciones compartían planta. Tras un año de trabajar con ellos me sentía parte del equipo, a todos los niveles. Y un equipo estupendo, ya que todas las personas con las que he trabajado allí me animaron a sacar de mí mucho más de lo que yo creía que podia ofrecer.

Por esas fechas me ofrecieron un contrato laboral en RED, no era mucho dinero (hoy serian unos 800 €) pero eso me dio un punto de seguridad cuando mas lo necesitaba. Mi chica y yo empezamos a convivir, empecé a hacer mis pinitos con aplicaciones 3D, y tuve trabajos muy variados. Colaboré con Emprendedores, de Hachette, y Mi Cartera, una publicación especializada en bolsa, junto a Rafa, que fue quien me propuso unirme al proyecto. Hice programas para el Planetario de Madrid, probablemente el cliente mas pejiguero que he tenido nunca, en colaboracion con Teo, con quien hice mis primeras animaciones digitales. Aprendí un montón, hice cosas muy chulas (y otras muy aburridas), gané bastante dinero... pero a finales de los 90 tenía claro que esos encargos eran secundarios.

Muy Interesante fue el punto de inflexión. Me formé y crecí como ilustrador y divulgador con esa revista y sus cabeceras hermanas. Y si miro hacia atrás ha sido una progresión increíble desde el chapucillas bienintencionado que empezó a colaborar con ellos hace como 20 años.

Como ya dije, allí me he sentido siempre parte de un equipo. Se lo debo primero a José, el director, que confió en mi potencial y me ayudó a confiar en lo mismo. En cuanto a la gente de la redacción,  podria hartarme (y hartaros) de hablar de ellos pero en esos primeros años fueron decisivos Cope, redactor jefe, que enseguida me propuso temas interesantísimos, Coral, documentalista, que me enseñó a sacarle partido a mi memoria visual, Mariajo, maqueta, que me ayudó a depurar mi narrativa (ilustrar implica narrar) y Santiago, jefe de arte, que me subió el listón mes tras mes, y me sacó el conformismo del cuerpo a fuerza de collejas*.


En 2000, al nacer nuestro hijo, dejé RED. Poco después hice un curso de 3D, para aprender a manejar correctamente esa herramienta (en su momento aprendí photoshop, illustrator, freehand, painter... por mi cuenta, pero con algo tan complejo necesitaba profesores, no tutoriales) Como miniproyecto, pensé en hacer un dinosaurio, y me dije, el mundo no necesita otro tiranosaurio, así que hice un pequeño dino conquense, Pelecanimimus. Que se publicó en Muy junto a una pequeña secuencia animada y gustó mucho a Pepelu y Patxi, de la cátedra de paleo de la UAM, empezando así con ellos una colaboración que aún continúa. Y también le gustó a Mauricio, que me propuso hacer juntos un dientes de sable y me enseñó a interpretar la anatomía de un ser vivo, y a moverlo. Así que fue una verdadera suerte que ese día decidiera no hacer un tiranosaurio.

Nuevos retos. Palma se hizo cargo de Muy Historia y contó conmigo desde el comienzo, como Mariajo al poner en marcha Muy Junior. La historia siempre me ha encantado así que no me costó lanzarme, pero era la primera vez que hacía cosas destinadas a un público juvenil (y por primera vez trabajaba con redactoras con edad suficiente como para ser mis hijas). Y por motivos que no vienen al caso dibujé algunas guarreridas españolas (entre otras cosas) para los extras P&R.

Hice trabajos de todo tipo y pelaje, y por en medio de ese maremagnum de encargos empezaba a brotar mi estilo propio. Una combinación de rigor en la información y un punto de humor a la hora de explicar, siempre y cuando sea pertinente, porque no puedes ilustrar con una gracieta un artículo en el que se habla del síndrome alcoholico del feto o los trastornos de autoestima. Pero sí merece la pena buscar una sonrisa cuando alguien tan friki como tú te propone ilustrar productos que aun no existen o la autopsia de un vampiro ¿verdad, Abraham? Y es que cuando hay buena sintonía,  el trabajo fluye y se goza.

Más casualidades. Hice un excelente equipo de trabajo con una nueva redactora, Pampa**, y lo primero que hicimos juntos fue un artículo sobre metamateriales, que me abrió las puertas de Focus Polonia, que a su vez me encargaron de urgencia y sin plazo las ilustraciones de la que sería mi serie más difundida a nivel mundial: los follasaurios.

Los ultimos 10 años han sido duros. La crisis ha dejado el mercado de las publicaciones por los suelos. Yo tuve (de nuevo) suerte. Muy es una buena cabecera para que te conozcan, y me han salido encargos muy dispares porque, a la hora de buscar un profesional para ellos, mi nombre saltaba de los primeros. Animaciones estereoscopicas para nintendo, secuencias animadas sobre la guerra de independencia, un CG bastante complejo sobre la historia de Cartagena... Con todo ha habido momentos de mucho agobio, de notar el animo por los suelos, de no ver camino por delante.

De sentirme un fraude. Todavía.

Sé que ha sido una combinación de un exceso de autocrítica, de saber lo buena que es la gente buena de verdad. De agotamiento físico y tensión.  Demasiados años seguidos viendo como despedian a personas estupendas, personal y profesionalmente, de leer malas noticias sin parar. Pero saberlo no lo hace menos duro.


Por suerte,en el ultimo año y medio he logrado dejar atras el agobio. Vuelvo a disfrutar de mi trabajo, estoy haciendo cosas chulísimas en el dia a dia, he ampliado mi cartera de clientes y tengo buenas perspectivas para 2018. Estoy mejorando mis lápices y hasta me he atrevido con las acuarelas

Y, quizás igual de importante, en ese tiempo he empezado a apreciarme como artista. Por primera vez desde que empecé. Hace 30 años.

30 años de buena suerte, porque en esos 30 años me he encontrado con gente estupenda, porque algunas siguen estando ahí***, y porque creo que voy a seguir llevándome sorpresas al respecto.

Y porque sé que aún me queda muchisimo por aprender, así que por ese lado tampoco voy a aburrirme.



* Un buen jefe de arte sabe sacar lo mejor de ti. He tenido la suerte de tener cinco a cual mejor, Teo, Rafa, Mariajo, Oscar y Santi
** Y seguimos trabajando juntos, ahora en la agencia SINC, más casualidades geniales
*** ¿Pensabas que no iba a mencionarte, Vir?

sábado, 12 de agosto de 2017

TREINTA AÑOS... (I) ¿de buena suerte?


... y sólo iba a ser algo provisional, para sacarme un dinero mientras estudiaba.

Quiero decir, siempre he dibujado. Desde niño me recuerdo con un lápiz en la mano garabateando papel. Pero jamás pensé que trabajaría dibujando.

Ricardo trabajaba en la sección de cultura del MINISDEF. Estaba montando una exposición y necesitaba que le hiciera unos recuadros sencillos. Me dijo que no podía encargarle eso a un profesional porque los Primeros Espadas (cito textualmente) no hacían esas cosas. No me llevó mucho tiempo y me vino muy bien tener algo de dinero. Siguieron otras chapucillas, para su sección y para un tal Javier, que quería unos dibujos sencillos para un libro. 

Poco después, en 1987, abrieron la Revista Española de Defensa y me llamaron para mapas, grafiquillos, chuminadas varias. Yo seguia estudiando, ingeniería agrícola. Pensaba dedicarme a algún trabajo en el campo. Como estos encargos ya superaban un cierto volumen me saqué una licencia como autónomo.

Acabé la carrera en 1990 y no había apenas curro para agrícolas. Para entonces ya estaba ganando entre 70000 y 90000 pelas al mes (400 - 500 euros, para entendernos) así que seguí dibujando. Fue una suerte no encontrar trabajo.

Yo no era bueno. Ni especialmente malo. Cuando me encargaban algo chapuceaba como buenamente podía. No era un Primera Espada, esos hacían cosas chulísimas, en aerógrafo o acuarela: yo hacía la morralla. Pero empezaban a pedirme algunas cosas interesantes ya que cumplía los plazos y no rechazaba encargos porque fueran pequeños. Nunca he entendido eso de que haya trabajos indignos de mi categoría. Si me encargan un catálogo de neveras, lo rechazaré si el precio es abusivo, no porque sean neveras. Y además tuve suerte de nuevo.

Cuando el jefe de arte de RED entró en un proyecto de Z para una revista de temas de salud y moda (Estar Mejor) me llamó. Hasta ahí la suerte: me encargaban cosas nuevas, más interesantes (morralla, pero de más categoría, y cosas que ya no eran morralla) A él le botaron pero quisieron seguir trabajando conmigo, no por suerte, sino porque resolvía.

La suerte no sirve de nada si no estás dispuesto a sudar cuando tienes una oportunidad decente. O si te crees mejor que el resto, como un autor, un ilustrador espectacular, buenísimo, que hacía unas aerografías increíbles, pero no entregaba en plazos porque se iba de vacaciones, o entregaba sin acabar, o entregaba algo muy por encima de lo que le habían encargado y pedía el doble o el triple de lo presupuestado. Otra actitud que nunca he entendido.

Primeras Espadas. No todos eran como ese capullo. Pero estaban entrando los Mac en las redacciones, y la mayoría de ellos no quisieron aprender a usarlos, porque sólo era una moda que pasaría pronto. O los usaban y entregaban una mugre porque en esos dos, tres primeros años, todo valia con tal de que fuera por ordenador.

Tuve suerte, yo estaba fascinado con freehand y Photoshop, y me pasé esos años haciendo mis morralla con ellos, aprendiendo a manejarlos y descubriendo que cubrían muchas de mis carencias. Que eran muchas. Usaba aerógrafo porque nunca aprendí técnicas de pincel* y como aerografista era de baratillo. Mis lapices no daban mucho de sí, no tenía buenas ideas como colorista** y mis tintas, en el mejor de los casos, eran correctas. Era un fraude, o me sentía un fraude, y me he sentido un fraude durante años.

Pero al volver del servicio militar los Primeros Espadas se habían extinguido y empezaron a encargarme cosas chulas. Y poco después Rafa se convirtió en el jefe de arte de RED.

La suerte, en general, me ha venido en forma de personas. Personas estupendas. Rafa y yo tenemos un latiguillo, más que un jefe ¡un amigo! Y fue y es así,  después de tantos años. Rafa tenía un montón de ganas de hacer cosas chulas, así que me las proponía, o me pedía mis propias propuestas, todo en plan ¿y si intentamos...? Lo que traducido al castellano de amigos es ¿hay huevos de...?

Compré mi primer equipo, un Apple centris610, en 1995. Y si sabéis de qué estoy hablando además de viejunos sois unos frikazos porque creo que en España sólo usamos las cajas de pizza una docena o así de personas. Y entonces llegó mi mayor golpe de suerte.

Llevaba un tiempo pensando en acercarme a la revista Geo, del grupo G+J, para enseñar mi trabajo y ver si me salía algún encargo. Y dos semanas antes de la fecha en la que pensaba llamar a la redacción, me llamaron ellos.

Tres años atrás me encargaron en RED una ilustracion realmente compleja. Se trataba de recrear el San Telmo, un buque de línea español que se perdió durante la guerra por la independencia de las Américas y naufragó en la Antártida. La documentación era un plano de arboladura, los cortes de quilla y las plantas de las cubiertas.

No habéis entendido una sola palabra. No os preocupéis, yo tampoco lo entendí. Pero en RED estaba Alfredo, y Alfredo era un enamorado de los buques atiguos. Dedicó un montón de tiempo a enseñarme a interpretar esos planos y, resumiendo mucho, trabajamos codo con codo para hacer la ilustracion que encabeza está entrada. Tras publicarla, le regalé el boceto a lápiz y conservé el arte final en tinta. Es el único de mis dibujos profesionales que tengo colgado en la pared, y el primero que, al acabar, me dije, joder, no parece mío... ES BUENO.

El caso es que en Geo querían publicar un texto sobre el San Telmo, y mi dibujo era (creo que lo sigue siendo) la única recreación decente de ese buque. Y ya que querían pedirme los derechos de reproducción, de paso querían ver más trabajos míos.

De no ser por mi fría racionalidad podría haber pensado que alguien velaba por mi desde algún lugar etéreo. Pero no hubo hados, sino azar y personas. Suerte. Y la aproveché.

* A los seis, siete años mis padres me propusieron ir a una academia de arte. Salía del cole a las seis de la tarde así que habría ido de seis a ocho. Les dije que no y por suerte me hicieron caso y tuve infancia
** Era un desastre, mezclaba colores sin ton ni son.

viernes, 11 de agosto de 2017

CUCHARILLAS DE SANGRE, LA PINÍCULA


A continuación os ofrezco la versión editada de la ida de olla que hemos tenido en tuiter esta mañana Ptraci, Germánico y yo, tras anunciar al mundo mi plan para descubrir porqué desaparecen las cucharillas, consistente en camuflar a uno de los tenedores de postre e infiltrarlo en el cajón de las cucharillas con cámara y micrófono ocultos.

Quizás pensaréis que hemos consumido algún tipo de sustancia poco legal pero os juro que no, que de natural somos así de gilipollers

Sin más preámbulos, apaguen sus móviles y vamos que nos vamos a ver la última de Brus Güilis

*Callejón oscuro. Unas cucharillas de café con ropa sexy entran por la puerta trasera de un local mugriento. Al traspasar el umbral, dos sujetan a una tercera que se debate inútilmente. Le arrancan un micrófono. Fundido a negro

BLOODY TEASPOON

*Letras ensangrentadas. Banda sonora con sirenas de policía*

*Amanece en la Cocina del Infierno, McLein entra en el sórdido local*

_ Qué tenemos aquí, novato?
_ Parece una cucharilla, McLein, pero va a ser difícil identificarla, fíjate, se han ensañado con ella
_ JODER no había visto algo tan chungo desde Saigón ¿qué dice el forense?
_ No dice nada, está en el lavabo, vomitando... espera, fíjate, no es una cucharilla, lleva una careta...
_ MIERDA ¡¡¡ES FORK!!!

...

_ Mira, McLein, lo único que quiero es que aclares esto cuanto antes con Asuntos Internos y le demos carpetazo. Me quedan dos semanas para jubilarme y no vas a joderme ahora
_ ¡Que le den a Asuntos Internos, comisario! ¡Fork confió en mí y alguien le vendió! ¡Deme un minuto con Spoon, sólo eso!
_ Tu placa. Ahora

*McLain arroja la placa sobre la mesa del comisario. Al hacerlo, una vieja foto cae al suelo. Él y Fork. El polvo amarillo de Indochina. Dos cucharillas sonrientes abrazándoles...Una foto que huele a noches de miedo, a viejos cafés, a cigarrillos y recuerdos. Una foto a la que no puedes traicionar*

...

_ La tuya es una bonita historia, Spoon, el chico que logró salir del cajón de las cucharillas, dejó atrás la droga y las bandas y se convirtió en el policía más mimado por la prensa...pero ¿sabes què me pasa con las historias bonitas? que no me las creo
_ ¡Estás loco, McLein! ¡Desátame!

*Patadón en la boca*

_Sí, Spoon, estoy loco. Algo de mí se perdió para siempre aquella noche en el Tet ¿Y sabes quien me sacó de allí? Fork
 _ Fork? Fork no era más que un estafador *escupe sangre* ha estado engañándote toda la vida, usándote a su conveniencia. ¡Eres su maldita marioneta!
_ Fork era un hijo de puta, pero era mi hijo de puta. Cuando has visto escupir las tripas a todo tu pelotón, sabes en quien puedes confiar
_ ¿Qué haces? ¡SUELTA ESO, NO!
_ Me pulí muchos charlies en Nam, Spoon. Al final dejas de contarlos. pero todos tenían caras redondas y metálicas, como tú, manchadas de té, pero muy parecidas. Así que decide, dame un nombre ahora, o reserva tu aliento para los gritos
_...¡TONGS! Joder, Tongs, el clan Yakuza

*deja en la mesa el estropajo nanas oxidado*

_Ahora empezamos a entendernos ¿qué sabes de esos putos palillos orientales?
_ Trabajan para el alcalde Knife *vuelve a escupir sangre y un diente* Él los contrató. Es quien está detrás del tráfico de cucharillas
_ Y tú te sacas un sobresueldo ¿verdad?
_ No es lo que piensas. Tienen a mi hermana, y la matarán si saben que he hablado contigo

* Lo desata*

_ Bueno, Spoon, va siendo hora de que te ganes esa medalla que te regalaron por ser miembro de una minoría
_ ¡QUE TE JODAN!
_ Te regalaron la placa, puta alpaca, al jefe Inox le diste penita con tu uniforme de cadete y quedabas muy bien en las portadas de los diarios. Pero ahora vas a aprender lo que significa ser un poli.

...

*Interior del restaurante de sushi Tongs*

_ Hay que sel muy estupido pala venil aquí solo ¿De veldad cleía que podía ganal, señol McLein? *saca un pelapatatas* Se clee un supelhomble pelo no es más que un boy scout sin pañoleta
_ No me oirás suplicar, puto limón
_ Oh, clalo que suplicalá, y cuando telminemos nos encalgalemos de esa chica a la que lescató, la helmana del agente Spoon. Polque nos dilá todo lo que quelemos sabel

*patadón a la puerta* *Spoon entra disparando enloquecido con una uzi en cada mano*

*caen palillos en todas direcciones, antes de lograr sacar sus armas*

...

*El restaurante Tongs arde por los cuatro costados* *sirenas de bomberos* *McLain sostiene a Spoon en medio de las llamas*

_ AGUANTA, JODER, SPOON, NO ME HAGAS ESTO, SIGUE CONMIGO
_ ... Es que...no sabes pedir ... las cosas ... por favor?

*sonríe, sus ojos quedan inmóviles* *un hilillo de sangre desciende por la comisura de sus labios. McLain presiona las heridas con fuerza y rabia mientras las lágrimas surcan su curtido rostro. Uno más...tantos amigos caídos*

*Movimiento entre las llamas* *El sicario intenta incorporarse y alcanzar su pistola* *McLain pisa su mano* *gritos de dolor*

_ ¡No, pol favol! ¡Le dilé todo lo que quiela!
_ ¿Tú sabes lo que quiero?

*sonríe de forma fría y aterradora* *coge el pelapatatas del suelo* *fundido a negro con gritos inhumanos*

...

_JODER MCLAIN ESTO ES UNA CARNICERÍA, ESTÁS JODIDO PSICOPATA DE MIER

*puñetazo*

_ No puede tapar esto, Comisario. Ya no.

*Flashes de fotos*

*El viejo sargento coge a McLein de la espada en abrazo amigo y se lo lleva a una esquina. Saca una placa de su bolsillo y se la tiende*

_ Estás dentro, McLain. Te apoyaremos, diga lo que diga asuntos internos. Termina el trabajo.

...

_ Sr. alcalde, George Kaufman, del New York Times ¿es cierto que usó su campaña electoral para blanquear el dinero del tráfico de cucharillas? ¿piensa dimitir?
_ Por favor, muchachos ¿Dimitir? ¿Por unos rumores sin fundamento difundidos por un policía fuera de servicio? Mi trayectoria política es intachable y tengo absoluta confianza en que los tribunales desecharán esas absurdas acusac

*coge una llamada al movil* *palidece* *más flashes*

...

*El cementerio. Una docena de policías irlandeses dispara la salva de honor*

*McLein, hecho un ecce homo, entrega una bandera a Sheyla Spoon*

_ Sheyla, yo...
_ ¡Cállate! Mi hermano pagó sus errores y los lavó con sangre, pero tú sigues creyendo que la vida es una peli de vaqueros

*Se abraza a su madre* *la señora spoon mira con dureza a McLein*

*Baja la mirada hasta encontrarse con los ojos llorosos del pequeño Timmy*

_ Tu padre murió como un héroe. No dejes que nadie te diga jamás lo contrario

*Su mirada se endurece* *Camina hacia la salida del cementerio con la luz del atardecer* *comienza a sonar Johnny Cash*

THE END

sábado, 5 de agosto de 2017

ROMA, LA SEPULTURERA


Existe una imagen de Roma bastante extendida entre el público, la de una civilización avanzada, cuya caída frenó el progreso de la humanidad durante siglos hasta que la antorcha de la racionalidad fue retomada por los humanistas del Renacimiento. Después de todo los romanos extendieron la civilización, transmitieron el legado helénico, favorecieron las artes, trajeron el derecho, acabaron con las religiones sangrientas que exigían sacrificios... hablando en plata, en esa imagen los romanos somos nosotros, pero con faldita.

¿Qué hay de cierto en esa idea? Bastante poca cosa. Antes de su expansión, Roma no era a priori muy diferente de cualquier otra ciudad estado del Mediterráneo, salvo por el hecho de que los campesinos participaban activamente de la vida política y constituían la espina dorsal del ejército, al contrario que, por ejemplo, las ciudades griegas, donde los agricultores estaban excluidos de los derechos ciudadanos, o Cartago, que confiaba en tropas mercenarias antes que en levas.

Tampoco la evolución política de Roma difiere gran cosa de su entorno: Atenas, sin llamarse a sí misma república, lo era de facto, como lo fue Roma tras la expulsión de los tarquinos. Cartago, la gran rival, también contaba con estructuras políticas similares al Senado, y en las ciudades itálicas y sicilianas había un amplio abanico de opciones pero muchas, en mayor o menor medida, se basaban en asambleas de familias notables y una cierta participación popular.

Pero, podríamos preguntarnos, si no había, en lo esencial, grandes diferencias ¿qué llevó al ascenso de Roma? Personalmente creo que la respuesta es la obstinación y el temor.

Tradicionalmente establecemos el momento fundacional de Roma entre la mítica constitución de la urbe por Rómulo y Remo hasta la guerra y posterior acuerdo (probablemente también míticos) con los sabinos. Sin embargo, lo que iba a definir el carácter romano no son esos hechos, sino su saqueo a manos de los senones dirigidos por Breno, en el siglo IV. A raíz de ese suceso, en el alma romana quedó grabada a fuego la idea de que el mundo se dividía entre lo que había más allá de las murallas de Roma, y lo que quedaba en su interior, y que la única forma de garantizar la supervivencia de Roma sería mantener lo de fuera cuanto más lejos, mejor, y aplastar a cualquiera que supusiera una amenaza, real o en potencia.

A partir de ese momento Roma se desentenderá totalmente de lo que hay mas allá de sus fronteras, salvo para destruir aquello que la amenace, de forma real, potencial o incluso imaginaria, o para saciar su sed de riquezas, ya sea en forma de tierras cultivables, metales preciosos o esclavos. Puede parecer que esto es exagerado, dado que supuestamente gracias a los romanos sabemos mucho de los pueblos y tierras de su alrededor, pero si miramos con lupa lo que nos dicen sus autores surge un patrón muy característico. Solo por poner un ejemplo, las dos grandes civilizaciones que se opusieron al poder de Roma fueron Etruria, en la primera época republicana, y Cartago, cuando los romanos avanzaron más allá de la Península Itálica. Y ¿qué es lo que sabemos de estos dos pueblos?

Prácticamente nada. Algunos lugares comunes sobre lo decadentes y débiles que eran los etruscos, algunas notas sobre el espíritu traicionero y sanguinario de los púnicos y poco más. Sabemos que Cartago se regía por un sistema que recordaba al romano, pero no como eran su política, su cultura, sus tradiciones (la mayoría de las cuales se deducen por extrapolación de las tirias). No nos queda ni una muestra del idioma etrusco, que los romanos debieron a la fuerza conocer*. Por no tener, de Cartago no tenemos ni siquiera restos reconocibles, hasta tal punto se dedicaron a borrar todo recuerdo de su existencia.

De los pueblos iberos, galos o germanos, tenemos descripciones muy exóticas, pero todas son sospechosamente parecidas. Los bárbaros son valientes, viven de la caza y la ganadería, visten pieles y comen pan hecho de bellotas. Pero no hay tantas bellotas, y ni Galia ni Hispania eran tierras incivilizadas y salvajes, sino el hogar de culturas dinámicas, así que, muy probablemente, autores como Estrabon se limiten a repetir lugares comunes, porque TODO EL MUNDO SABE que los barbaros son seres incivilizados que visten pieles y comen harina de bellotas así que ¿qué necesidad hay de decir nada más?

No hablamos solo de ignorancia respecto a los pueblos vecinos. Roma no se preocupa tampoco por la geografía. Suena extraño en un pueblo que desarrolló una increíble red viaria, pero si bien los romanos gestionaban muy bien las distancias lineales, vitales para la logística y el comercio, carecían del concepto mismo de mapa. Es más, si las observaciones de un viajero, o una expedición, no coincidían con lo que decía la tradición, se consideraban que eran equivocadas. Así, los informes de la expedición naval de Germanico por las costas del mar del norte fueron desechadas ya que la tradición decía que la costa norte de Europa era lineal, sin penínsulas, y de acuerdo a esa misma tradición los romanos consideraban que Inglaterra era una isla achatada en mitad del Cantábrico a igual distancia de Hispania que de la Galia

Otro de los puntos que se suelen mencionar a favor de la modernidad de Roma es el haber alcanzado una religión libre de sacrificios humanos, al contrario que los cartagineses o los galos, pero esa idea no se sostiene: los combates de gladiadores eran sacrificios humanos en honor de un difunto, y no hablamos de unas docenas sino de centenares e incluso miles de muertes anuales. El pueblo romano era una masa ávida de sangre, y sus gobernantes gastaban ingentes sumas para saciar esa sed

La economía romana tampoco se basaba en la racionalidad. La historia de Roma tras la primera guerra púnica es una continua huida hacia adelante para sostener un sistema que se devoraba a sí mismo. La segunda guerra púnica destruyó a la casta de granjeros y pequeños agricultores que constituían la espina dorsal de la sociedad y el ejercito romano, arruinándoles y causando una desigualdad social que ya nunca dejo de crecer. El estado se veía forzado a continuas acuñaciones para mantener suficiente moneda en circulación debido al acaparamiento de la moneda de calidad por las clases adineradas, a la necesidad de pagar al ejército y al costo, siempre en aumento, de las importaciones de alimentos, ya que el propio agro italiano y siciliano fue poco a poco dedicado casi en exclusiva a la ganadería, mucho más rentable económicamente para los latifundistas. Las campañas contra Dacia o Partia eran puras expediciones de saqueo en un intento de volver a llenar los cofres imperiales del oro y la plata que, año tras año, se perdía rumbo a oriente para pagar especias y productos de lujo, dado que la propia Roma era incapaz de producir nada que interesara a China o la India, más allá de sus metales preciosos.

El derecho romano merece un vistazo aparte. Sobre el papel, Roma fue el gobierno de la justicia y la igualdad. La realidad es mucho mas cruda: la maraña legislativa romana era un cumulo de normativas amontonadas unas sobre otras, que de cuando en cuando era expurgada antes de un nuevo amontonamiento, como sucedió en tiempos de Adriano. Pero, además, la ley no era igual para todos porque no había mecanismos que pudieran garantizar su aplicación. Un ciudadano pobre, que se viera avasallado por uno rico, no podría ir a los tribunales para pedir justicia porque no podría pagársela, aunque su poderoso vecino hubiera mandado una turba de matones a apalearle públicamente y despojarle de todos sus bienes. La única forma que tenía el romano de a pie para protegerse era acogerse a la protección de un poderoso, es decir, entrar en su red clientelar, a cambio, por supuesto de su devocion y fidelidad. Al final, los tribunales eran el lugar donde los ricos disputaban, y el derecho, en muchos casos, una distracción, un pasatiempo para los pleiteadores que pasaban su vida demandándose por rencores de causas olvidadas décadas atrás.

La brillantez cultural de Roma es, de nuevo, un espejismo. La cultura Mediterránea, al comienzo de la segunda guerra púnica, estaba en su apogeo, gracias al flujo constante de influencias entre culturas diferentes y vivas, como la del Egipto de los ptolomeos, la seleucida, la grecomacedónica, la cartaginesa, las diversas culturas gálicas o hispánicas... ¿o pensabais que la Dama de Elche la hicieron unos extraterrestres?

Toda esa vida, ese esplendor, quedó aplastado bajo las caligae de las legiones. Roma impuso su cultura como la única válida, con un cierto barniz helénico y detalles orientalizantes a medida que el Principado dio paso al Imperio medio, pero la realidad es que el flujo del arte y las ideas cesó, ahogado por una homogeneidad imitativa que se iría repitiendo a sí misma durante siglos, sin creatividad (los monumentos tardoimperiales se limitaban a expoliar las construcciones republicanas o del principado, recargándolo todo con más decoración)

Pero, me diréis, los romanos nos transmitieron el legado de los griegos. No, los romanos nos transmitieron lo que les gustó del legado griego. El resto lo ignoraron, cuando no lo destruyeron. Hemos necesitado 20 siglos para descubrir que en la época tardohelenista los astrónomos utilizaban calculadoras mecánicas para predecir los movimientos estelares, porque los romanos nunca se interesaron por esas máquinas más allá de verlas como juguetes o curiosidades, y de no ser por el hallazgo de Antikitera seguiríamos ignorándolo todo respecto a una matemática y una manufactura mecánica que no se igualaron hasta el siglo XVIII.

Roma no fue la gran preservadora, sino la gran destructora. Se dice que la Edad Media fue una época de oscuridad cultural, pero en realidad el marasmo llevaba ya tiempo extendiéndose bajo una losa inamovible y asfixiante y, pasados los primeros siglos, la Baja Edad Media fue un período de ebullición cultural que alcanzó su colofón en el Renacimiento

Y os preguntaréis, si tan bestias eran, si tan cerriles, si tan salvajes ¿como prevalecieron? Pues precisamente por eso. Los romanos eran cerriles hasta la extenuación. Daba igual cuanto tardaran, cuantas derrotas cosecharan, cuantas legiones fueran necesarias: si Roma decidía la destrucción de una nación, la conquista de un territorio, tarde o temprano tendría lugar, al precio que fuera. Empecinamiento, como dijimos al principio, ya que incluso tras una derrota los supervivientes se refugiarían en sus campamentos fortificados y, cuando el enemigo victorioso se dispersara, las legiones seguirían ahí, a la espera de volver a luchar. Aunque no hubiera ningún beneficio real en ello, aunque cada conquista supusiera un nuevo frente abierto que nunca se cerraría. El orgullo romano exigía no volver jamas atrás, y sólo conocemos un caso en el que Roma desistiera, estando en la plenitud de sus fuerzas: el de Germania.

Y, pasada la época de las conquistas, destruida Cartago, conquistada Grecia, Siria, Egipto... el Imperio posterior al Principado sobrevivió por inercia, porque ya no quedaba ningún poder rival que aspirara a destruirlo, y sus enemigos**, como los pueblos godos, no aspiraban a arrasar Roma sino a ser parte de ella, hasta que se dieron cuenta de que Roma, en realidad, ya no existía más que de nombre. La pregunta no es porqué cayó el Imperio, sino porqué no cayó mucho antes.

Los romanos sólo sabían hacer dos cosas bien: masacrar pueblos, y construir obras duraderas. Y ellos mismos eran muy conscientes de ello. Nos lo dejó dicho Tácito, en palabras que siguen resonando a través de los siglos

Auferre, trucidare, rapere falsis nominibus imperium, atque ubi solitudinem faciunt, pacem appellant

A la rapiña, el asesinato y el robo, los llaman con falso nombre gobernar. Crean un desierto, y lo llaman Paz

* Los romanos evidentemente tuvieron que ser capaces de leer y escribir la lengua de los etruscos, pero no hay ni un fragmento latino que nos permita entender ni siquiera por encima las inscripciones etruscas. Si alguna vez escribieron gramáticas o diccionarios, acabaron por olvidarlos

** Odonato de Palmira se consideraba a sí mismo protector del Imperio, y su viuda, Zenobia, no aspiraba a destruir Roma, sino a reemplazarla

martes, 1 de agosto de 2017

MIRANDO UN CUADRO (I) Matanza de Mamelucos en la Puerta del Sol


La mejor forma, para mí, de visitar el museo del Prado es paseando, sin prisa, disfrutando no sólo de las pinturas, sino de la historia que narran, la que reflejan y la que llevan detrás de cada pincelada. Hoy quiero hablaros de una de esas historias que suele pasar desapercibida, por lo impresionante de la obra que la contiene. 

Buena parte del público cree, erróneamente, que el cuadro de Goya del 2 de mayo es el de los fusilamientos de la Moncloa. En realidad ese lienzo refleja lo sucedido al día siguiente del alzamiento de Madrid, el 3 de mayo. El 2 de mayo es, como su hermana, una pintura de inmensa carga dramática, pero mucho más caótica, y con un título, cuanto menos, sorprendente: Carga de mamelucos en la puerta del sol. Y digo, sorprendente, porque lo que vemos no es una esplendida carga de caballería, con lanzas y sables refulgentes, sino una carnicería, hasta el punto de que el cuadro, informalmente, es conocido como Matanza de mamelucos.

Evidentemente el título se refiere a los cinco jinetes de aspecto oriental que, junto a un coracero imperial, hacen frente a una muchedumbra armada con palos, piedras y navajas. Pero ¿quienes son esos guerreros ataviados a la turca? Y ¿que están haciendo en Madrid, ese fatídico 2 de mayo de 1808?

El origen de los mamelucos es anterior a la expansión de los turcos por el islam, pero fueron turcos en sus comienzos. Turcos paganos, capturados por las tropas del emirato persa samánida en el suglo VIII, durante los conflictos fronterizos con los pueblos nómadas del asia central. Estos prisioneros eran vendidos como esclavos, de ahí su nombre, mamluk, los que tienen dueño, los poseídos. Islamizados durante su esclavitud, los mamelucos alteraron la sociedad musulmana en dos formas: por una parte, facilitaron la conversión de sus hermanos nómadas, integrándolos así en la esfera del califato abásida. Por el otro, los propios esclavos fueron volviéndose poco a poco una parte importante de la estructura de gobierno del califato y sus emiratos, ocupando puestos de confianza, convirtiéndose en secretarios primero, gobernadores e incluso emires al final, y nutriendo las filas de sus ejércitos, ya que eran jinetes muy apreciados por su valor y eficacia

Con el tiempo los califas confiaron en ellos para nutrir sus tropa de élite y su guardia de corps, y en la práctica acabaron siendo prisioneros de la voluntad de sus poderosos y muy bien armados esclavos. El califato abasí se hizo pedazos en el siglo X y a partir de ese momento los mamelucos se convirtieron en el poder en la sombra de los diversos califatos independientes surgidos de sus ruinas. La tradición de los mamelucos seguía bebiendo de sus orígenes turcos, pero sus filas se nutrían ahora también de niños y jóvenes de los pueblos de las estepas rusas, caucásicos, como los armenios, y también de esclavos sudaneses y etíopes.

Surgieron estados mamelucos, siendo el más importante de todos el de Egipto, cuyos sultanes compraban para engrosar sus tropas esclavos georgianos, circasianos y turcos cumanos, vendidos en el Cairo por mercaderes genoveses, y que al igual que sus predecesores abásidas acabaron siendo meras marionetas en manos de sus oficiales. Los mamelucos egipcios sólo se sometieron bajo la mano de hierro del gran Saladino, y fueron cruciales en las batallas que acabaron con el reino latino de jerusalén, pero en el siglo XIII Egipto era ya, virtualmente, un reino mameluco indendiente, y seguiría así hastaque en 1515 el sultan selim I se adueñó de El Cairo, retornándolo a la esfera del islam, ahora bajo la sombra del poderoso imperio turco.

Los mamelucos conservaron su influencia, actuando como gobernadores, y en los siglos sucesivos fueron recuperando su poder de modo que, a finales del siglo XVIII, Egipto volvía a ser, virtualmente, un reino independiente en sus manos, cuando una flota francesa enviada por el Directorio desembarcó un ejército a las órdenes del ambicioso general Napoleón Bonaparte

El futuro emperador derrotó a los mamelucos en una feroz batalla a los pies de las pirámides. Los jinetes, ataviados de coloridos y fastuosos ropajes, armados con espadas y pistolas bellamente decoradas con todo tipo de filigranas, cargaron una y otra vez contra las tropas francesas, siendo rechazada por la artillería y las andanadas de la infantería. Los supervivientes seguirían combatiendo en docenas de esacaramuzas, pero ese 21 de julio de 1798 el poder de los mamelucos cayó para no volver a levantarse jamás. En 1806, tras asumir el poder, el nuevo bey de Egipto, Mehmet Alí, se deshizo de sus úttimos líderes asesinándolos durante un banquete

Tras la victoria de Guizah Napoleón incorporó a sus fuerzas algunas tropas mamelucas que se habían rendido o habían sido capturados, y tras su regreso a Francia solicitó la formación de un escuadrón egipcio de caballería en Marsella, para emplearlos de forma similar a sus unidades de húsares, en tareas de reconocimiento y persecución. Reducidos inicialmente a solo dos compañías, tras la victoria de Austerlizt ya sumaban un regimiento completo y despertaban la admiración de toda uropa por lo exótico de sus uniformes y el valor que derrochaban en batalla.

Y así llegamos a marzo de 1808, cuando el mariscal Murat entra en Madrid, a la cabeza de un nutrido ejército, convencido de que la corona española, que el estúpido Carlos IV y su estúpido y además miserable hijo Fernando van a poner en manos del Emperador, recaerá sobre su cabeza. Decidido a impresionar a los que cree que un día serán sus súbditos, trae como escolta una compañía de mamelucos. Dos meses después, al saber que los últimos miembros de la familia real están a punto de ser enviados a Francia, estalla la lucha en las calles de la capital, y allá van los jinetes musulmanes, sable en mano, en medio de la muchedumbre

Un escuadrón ha quedado aislado del resto, al fondo vemos las cabezas de sus compañeros, incapaces de auxiliarles. Acostumbrados a combatir en campo abierto, los mamelucos se han visto arrastrados y arrinconados por una multitud furiosa que no retrocede por muchos de los suyos que caigan, presas de esa ira ciega que ya no se detiene. Leemos el pánico en los ojos de los soldados esclavos, que probablemente ni saben ni entienden porqué están ahí, ahogados en un mar de furia imparable y que, quizás por primera vez en sus vidas, tratan desesperadamente de huir, sabiendo que no lo lograrán, y que serán pisoteados y descuartizados vivos por una muchedumbre hastiada, que ha gritado ¡Basta! y se ha alzado contra la tiranía, ignorando que sólo lograrán traer una tiranía aún peor

Y así los plasmó la mirada de Goya: en medio de los relinchos aterrados de sus caballos, los últimos mamelucos, a miles de kilómetros de sus hogares, alzan sus armas intentando resistir un instante más, congelados para siempre ante nuestros ojos, en un escorzo imposible, una agonía que nunca tendrá final.