domingo, 20 de abril de 2014
TENGO 48 AÑOS...
... y ya hace cuatro que abrí esta bitácora. Esta semana le he echado un ojo a ese tiempo. O, mejor dicho, me he echado un ojo durante ese tiempo. Y voy a echarme flores, que hacerlo una vez al año es un buen promedio.
No soy la misma persona que entonces. Probablemente no sea la misma persona que fui ayer, pero en estos años el simple suma y sigue diario ha experimentado saltos tremendos. Algunos, la mayoría en realidad de esos saltos, se deben a que hace cuatro años me animé a escribir la primera entrada.
Más de uno se preguntará en qué puede cambiar las cosas el ponerte un día ante el teclado y transcribir una paja mental. La cuestión no es lo que escribas, sino el darle forma, verbalizar. Cuando pones en palabras un pensamiento, lo haces concreto, y ese ejercicio intelectual puede resultar muy esclarecedor, hasta el punto de que lo que creías fiable deje de serlo.
Veamos algunos de esos cambios.
Empezó por una escardada radical de mi agenda. Un día pensé en escribir sobre mis amigos y revisé una por una mis relaciones más antiguas. Comprobé, no sin asombro, que, salvo seis nombres, el resto no me decían nada. Lo que nos unía, fuera lo que fuese, se quedó por el camino. Pero, en vez de deprimirme por ello, opté por abrirme a gente nueva:
Cuando sueltas lastre, vuelas más alto.
Una agenda casi en blanco es un terreno propicio para sembrar, y así ha sido: he forjado nuevos lazos, mucho más vigorosos que los borrados. He tenido algunos desengaños pero cada una de esas personas ne ha cambiado, aún sin darse cuenta, porque cada una ha sumado, algunas de la forma más inesperada.
Una persona te roza un día, y tiempo después descubres que tu vida es mejor desde ese día.
Como nada es previsible, he empezado a no analizar tanto. Puede sonar negativo, pero comerme la cabeza, en demasiadas ocasiones, me llevó a empantanarme. Hoy, en vez de romper paredes a cabezazos, trato de no obsesionarme con la pared, y en general encuentro el modo de sortearla. No sé si es lo que llaman pensamiento lateral, pero funciona.
He salido de la caja. No fue tan difícil, realmente: bastó con ser consciente de las paredes.
La lateralidad, a nivel profesional, me ha vuelto más atrevido: no he mejorado técnicamente pero cuando mi primer pensamiento ante una idea gráfica es un no es posible ahora me pregunto ¿seguro que no? y, aunque he tenido algunos baches creativos, en los últimos años he empezado a pensar que, después de todo, sí soy bueno. Y más minimalista, porque mucho de lo que añadía era puro adorno.
Menos es más
Ya no me siento un bicho tan raro. Sí, pienso desde fuera de la caja, eso no ha cambiado. Pero, después de todo, no soy el único. Y esos otros bichos raros no me juzgan ni necesitan que yo les juzgue.
Sigo sintiéndome un marciano, pero Marte es un buen lugar.
Piso el suelo. Las fantasías están muy bien, no hay nada malo en ellas, pero sentir tus pies firmes, con fuerza, mirar a tu alrededor y ver que puedes caminar sin miedo, eso no lo iguala ninguna ensoñación.
Y sólo puedes volar libremente si sabes donde está el suelo.
Incluso físicamente, hay cambios no previstos. Hace unos años decidí que era hora de ponerme las pilas. Sigo siendo mozo de buen comer, pero ya no un zampabollos. Y hasta me he animado a ponerme en forma, ahora que arrastro menos kilos de mí mismo. Hasta yo me asombro, porque estoy en mejor forma que cuando tenía 30. No diré que estoy macizo pero... qué leches, lo diré. Me siento #ñam
Pero sigo sin cogerle el gusto a eso de correr ¿quién se está chutando mis endorfinas? ¡Son mías y las quiero!
En suma, yo pensaba hace años que tenía las cosas claras, y que mi vida era un paisaje más o menos ordenado. Y de pronto un día descubrí que estaba muy equivocado. Que nada es previsible y que tras la fachada, mi paisaje es cambiante y no veo límites.
Y también descubrí que no puedes decir que sabes amar. Si crees eso, has fosilizado tu cariño, lo has envuelto en ámbar y lo observas como algo expuesto en un museo.
Aprendo a amar cada mañana. No más, sino mejor. Y tengo la cálida sensación de que no habrá un amanecer que no me enseñe algo nuevo.
Porque las cuerdas atan, pero los lazos unen.
Tengo 48 años, y los últimos cuatro me han enseñado que no sé nada y me queda mucho por aprender. Algo me dice que no me voy a aburrir durante los próximos 48: hay mucho camino por delante y los mapas no sirven.
Explorar, a veces da miedo, es cierto. Pero es toda una aventura.
La foto de cabecera, dicho sea de paso, es un regalo de uno de esos seis nombres que siguen con mayúsculas en mi agenda. Han pasado más de 30 años desde que nos conocimos, Pedro, y vale la pena.
viernes, 4 de abril de 2014
DIARIO DE LA PATERNIDAD RESPONSABLE (XIX) Ojiplático me hallo
CUADERNO DE BITÁCORA DE LA ALCOBENDAS I. AÑO ESTELAR 2014.
Una de las cosas que deberías saber cuando eres padre es que siempre te van a pillar por sorpresa. Pero nuestra mente tiene la fea costumbre de relajarse y dar por hecho que ya te las sabes todas, que ya eres perro viejo y que ya nada va a descolocarte.
Craso error.
Uno sabe que un cachorro en crecimiento no es un elemento fijo del paisaje: cambia, a diario. Pero acabas creyendo que se trata de un proceso continuo, lento, predecible, un suma y sigue que, a veces, muchas, se hace desesperantemente lento. Como si tu retoño se hubiera quedado clavado en ese espacio nebuloso entre la niñez y la adolescencia. Que sabes que no es así, pero piensas, esto va a ser como esas cuestas arriba casi imperceptibles pero laaaaargas, que como cojas una con la bici, a la media hora de pedalear te preguntas porqué leches dejaste el sofá, con lo a gustito que estabas bajo la manta.
Y una mañana, los ojos se te quedan O-O. Porque no es una cuestecilla, sino una montaña rusa, y a veces los cambios te pillan totalmente del través.
Repasemos los hechos. Hace un par de meses, tres a lo sumo, tenía en casa un hambriento bigardo de pies como camiones, semicubierto de pelambre, de higiene dudosa y con cierta tendencia a los olores corporales ácidos, desordenado en general, desastrado en el vestir y esquivo para el estudio. Y de pronto...
D no se ha convertido en un adulto cabal de la noche a la mañana. Es un casicatorceañoero, no pidamos peras al olmo. Pero los sintomas son, como mínimo, llamativos.
Recoge. Y hace su cama. De acuerdo que lo de la cama puede tener que ver con que yo le ponga una multa cada vez que se la deja sin hacer, pero aún no le he puesto penalización por no recoger, Y SU CUARTO CASI PARECE ORDENADO. Vale que hay estanterías donde simplemente acumula los libros en estratos de tipo geológico, pero leches, que se ve el suelo ¡había suelo debajo de los trastos!
Se esfuerza. Se está esforzando de verdad, y no sólo en estudiar, sino en mejorar su actitud en clase, su letra, la limpieza de los trabajos... Los resultados tardarán, no se puede levantar un curso en un mes, pero está en el camino correcto.
Ha empezado a dibujar. Perdonad que me emocione pero sé desde hace años que el jodío tiene mano, sólo que no salía de él hacerlo. No espero que viva de eso, pero dibujar es un excelente ejercicio para la mente (eso llevo repitiéndome 30 años, y no voy a cambiar de idea aunque me presentéis pruebas en contra #lalalalalalalalala #noosescucho)
Intenta ser menos gruñón. Lo que en un adolescente es casi un imposible. No lo logra demasiado a menudo, pero a veces ¡conseguimos que nos escuche! ¡INCLUSO HA SIDO CAPAZ DE ACEPTAR QUE SE EQUIVOCA!
Hasta aquí, eventos aislados que implican una notable mejoría en cuanto a la madurez, pero además están los sucesos misteriosos, que podrían implicar la presencia de fuerzas sobreaturales, quizás por influencia extraterrestre.
Se lava. ¡Qué digo se lava! ¡SE SACA BRILLO!. La primera vez que preguntó si podía ducharse antes de cenar estuvimos un rato frotándonos los oídos creyendo que habíamos oído mal. Y menos mal que este invierno ha sido lluvioso porque con el tiempo que se tira bajo la pera el suministro de agua a Madrid para el verano podría verse comprometido.
o_o
Se peina. Se repeina, incluso. Más de media hora de lavabo para salir con algo parecido a una boina empapada sobre la cabeza y preguntar nuestra opinión. A ver, hijo, no te canses poniendo cada pelo en formación, déjalos más sueltos, que se te vea la frente, que tu cabellera pide movimiento... ni caso, vuelta al lavabo y otra media hora de trabajo capilar...
... para concluir que tiene el pelo muy largo y quizás debería cortármelo, no te parece, papi?
O_o
Nos pide ayuda con los granos (luego se arrepiente, es muy quejica).
Me le he encontrado varias veces haciendo poses musculosas ante el espejo. En realidad lo intenta, que el pobre, a estas alturas, tiene poco que marcar, pero le pone mucho empeño.
Se preocupa por su linea. Creo que ve que su madre y yo nos estamos poniendo en forma y ha decidido sumarse. Claro que sus buenas intenciones de comer sano chocan con la realidad de la lechuga, pero está en ello.
Y el síntoma más alarmante de todos
ME HA PEDIDO PERMISO PARA USAR MI COLONIA. SE LA PONE PARA IR AL INSTITUTO. CADA MAÑANA.
O_O
Corregidme si aventuro demasiado pero sólo veo dos explicaciones. O bien mi churumbel ha sido abducido por los arturianos, y han dejado en su lugar a un espía torpe, o bien...
Lo confieso, tengo muy claro que es lo segundo. Hace poco tuvimos una jornada de sólo chicos y algo hablamos del tema. No en plan charla padre-hijo, por suerte. Aunque algo me dice que pronto me tocará responder preguntas delicadas.
Qué carallo, llevamos respondiendo preguntas delicadas desde los 4 años, tampoco me pillará de sorpresa
Lo que sí me pillará por sorpresa será el siguiente salto. Es inútil pensar que ya tienes todo sabido con un adolescente en casa, y bastante me consuela ver que de momento las sorpresas han sido positivas. Quien sabe qué será lo siguiente... sólo espero que no sea un corazón roto, porque por mucho que cambie en otros aspectos, sigue siendo un niño y aún le queda mucho camino por delante.
Y a nosotros con él... ¡ánimo tripulación, seguimos remando!