Este feliz estado de cosas terminó con la llegada de la Reforma. El pánico de la curia se plasmó en el Concilio de Trento, donde los fanáticos pasaron a ser la vanguardia de la Iglesia frente a los protestantes. La corrupción denunciada por Lutero no desapareció, pero se decidió lavarle la cara, y la carnalidad de los clérigos era demasiado visible. Trento prohibió de forma taxativa el concubinato, no por considerarlo pernicioso sino por ser motivo de escándalo.
Para empeorar las cosas, los protestantes autorizaron el matrimonio eclesial y la contrarreforma se movió al otro extremo, demonizando las relaciones entre clérigos y mujeres, castrando el arte con normas y censuras y endureciendo la vigilancia sobre la moral y las costumbres. El nuevo dogma encontró una dura oposición entre el clero bajo, que no entendía qué mal estaba haciendo. El propio Juan Ruiz hizo una encendida defensa del concubinato con palabras dolidas.
En mantener omen huérfana obra es de piedad,
Otrosí a las viudas , esto es cosa con verdat;
Otrosí a las viudas , esto es cosa con verdat;
Porquési el arzobispo tiene, que es cosa que es maldat
¡Dexemos a las buenas, et a las malas vos tornad!
Una queja sentida: si tienen que echar a las buenas mujeres que con ellos viven ¿qué harán, sino comerciar con las malas? Los sacerdotes no se convirtieron en santos, sólo practicaron a escondidas lo que antes hacían sin avergonzarse. La situación se endureció a lo largo del XVII a medida que se extendían las guerras de religión y las persecuciones y las liviandades del clero pasaron a ser estigmatizadas. Por mucho que admiremos la poesía de Santa Teresa, la reforma de las órdenes monacales nos habla de fanatismo extremo y total rechazo por lo sensual.
A finales del XIX la pérdida de influencia de la Iglesia forzó un nuevo golpe de timón en el pontificado del rencoroso y amargado Pio IX, adalid de la moral más reaccionaria. El Concilio Vaticano II mantuvo la norma y así llegamos hasta nuestros días, con el debate en la calle, pero no en la cúpula eclesial.
Tenemos pues que el celibato no responde a la tradición cristiana y su origen no se debe a exigencias de fe sino a una simple cuestión pecuniaria. Entonces ¿porqué sostenerlo contra viento y marea? En estos tiempos en que la vocación escasea su desaparición podría ser un incentivo para aquellos que siendo creyentes y deseando consagrarse no se ven con fuerzas para mantener la castidad durante el resto de sus vidas. Además sería una buena operación de imagen, modernizando el aspecto de la Iglesia y acallando muchas voces críticas así que ¿a qué se debe esa obcecación?
No hay que buscar razones espirituales. Los motivos siguen siendo dinero, dinero, y más dinero. Los sacerdotes son la base laboral de la Iglesia y, hoy por hoy, resultan baratos de mantener, pero si pudieran casarse, los escasos sueldos que reciben no alcanzarían a sostener a sus familias y las casas parroquiales igualmente serían inadecuadas, con el consiguiente gasto adicional en vivienda.
La curia tiene medios sobrados para hacer frente a esos gastos. Si pensamos en España, un país con menos de un 50% de creyentes, aquí recibe exenciones fiscales, ayudas estatales, y donaciones de mepresas y de particulares, amén de importantes bienes inmuebles y fondos de inversión bien diversificados. Pero una buena parte de los recursos se dedica a sostener grupos de presión, emisoras, editoriales, campañas mediáticas… y una cantidad aún mayor a incrementar los fondos financieros de la iglesia (recordemos el caso Gescartera, o los escándalos bancarios italianos). Financiar el abandono del celibato es posible, sí, pero a costa de una importante bajada de los beneficios. No nos engañemos, la Iglesia de los pobres es una gran empresa, la multinacional más extensa y más antigua del mundo, y sus fines no son otros que mantener y mejorar su posición de privilegio. Y como buena empresa uno de sus medios para incrementar sus ganancias es abaratar sus costes laborales.
¿Matrimonio para los sacerdotes? Tal vez a medio plazo, porque la pérdida de vocaciones no va a frenarse. El sacerdocio cada vez es menos atractivo y llegado un momento la Iglesia se enfrentará a una crisis laboral sin precedentes en su historia. En ese momento aplicarán los remedios que ahora consideran de todo punto inaceptables, y lo que hoy es anatema se convertirá en dogma de fe por obra y gracia del Espíritu Santo. Pero hasta entonces no hay motivos para cambiar las cosas, porque la causa última del celibato no es espiritual sino sólida y material, y el problema real de la Iglesia no es, como piensan muchos, la lujuria, sino la simple y llana codicia.
Y de ahí que los curas anden tan mal follados.
ResponderEliminarPor cierto, no sé si malfollado sirve como aportación para otra posible entrega de improperios.
Pues quiero hacer una entrada sobre las genitalidades en el castellano, así que a lo mejor se la puede hacer un hueco. Algo así como…
ResponderEliminarMalfollado: amargado, frustrado, estreñido (sin.: Aznar, Ana Botella, Doña Letizia)
Y para que no me digan que siempre tiro hacia el mismo lado podríamos acompañarlo de…
Cagapoquito: apocado, remilgado, indeciso, sin sustancia (sin.: Zapatero)
Perfecto, has captado la imagen de malfollado estupendamente.
ResponderEliminarSi se me ocurre algún otro improperio, genitalizado o no, te lo haré saber para conocer tu opinión acerca de él. Seguro que sin desperdicio.
Una vez leí un texto bastante extenso sobre el tema que propones en el comentario.
ResponderEliminarAcabo de descubrir tu blog y me ha encantado. Te enlazaré desde el mío. Pienso que tienes una mezcla estupenda de crítica contrastada y humor.
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ResponderEliminarLos jerarcas ponen las reglas, pero los corderos las siguen. Nadie obliga a los curas a ser curas. Hay cierto placer en el sacrificio y la autoflajelación, que puede verse en otras religiones cuyos fanáticos aceptan privarse de placeres naturales, por ejemplo sexo y comida.
ResponderEliminarUnos cumplen bien su papel,saben vivir en su sufrimiento o lo llenan con otras cosas. Otros caen en crisis de conflicto interior, y se enferman.
No tengo idea de por qué ocurre esto, pero es asi.
Saludos