El género fantástico se ha convertido en las últimas décadas en un cajón de sastre donde cabe cualquier mierda mal perpetrada, con tal de que cumpla alguno de estos requisitos:
1. Que se pueda incluir la palabra Tolkien en la portada. No es necesario que sea una obra de Tolkien, ni siquiera uno de los engendros de su patético hijo: basta con decir homenaje a..., inspirado por..., la obra más influyente después de... Las posibilidades son infinitas.
2. Que haya elfos, enanos, dragones, orcos... con esos nombres o similares. El mejor ejemplo es el enterminable bodrio de la Dragonlance, o cualquiera de sus múltiples secuelas. Lo que nos lleva directamente al punto tercero.
3. Que sea inacabable. Se empieza por una trilogía, luego se hacen dos más para tener una trilogía de trilogías, luego se hacen precuelas, versiones alternativas, orígenes de personajes, ensayos sobre aspectos poco conocidos... No es preciso esforzarse demasiado, sólo dar vueltas una y otra vez a los mismos tópicos, como descubrió Michael Morcook, que se ha hecho rico escribiendo una y otra vez la misma novela.
4. Que haya vampiros, hombres lobo, zombies... pero con su toque humano, porque los monstruos también tienen su corazoncito. Y su pichita, porque junto a la ñoñería, el porno duro es la gran baza para humanizar a las criaturas de la noche.
5. Que el prota sea un niño/niña* que ignora la verdad sobre sus orígenes pero es sacado de su insulsa vida y llevado a un lugar increíble donde sabios maestros le enseñarán a dominar sus poderes y descubrir las claves de su oscuro pasado.
1. Que se pueda incluir la palabra Tolkien en la portada. No es necesario que sea una obra de Tolkien, ni siquiera uno de los engendros de su patético hijo: basta con decir homenaje a..., inspirado por..., la obra más influyente después de... Las posibilidades son infinitas.
2. Que haya elfos, enanos, dragones, orcos... con esos nombres o similares. El mejor ejemplo es el enterminable bodrio de la Dragonlance, o cualquiera de sus múltiples secuelas. Lo que nos lleva directamente al punto tercero.
3. Que sea inacabable. Se empieza por una trilogía, luego se hacen dos más para tener una trilogía de trilogías, luego se hacen precuelas, versiones alternativas, orígenes de personajes, ensayos sobre aspectos poco conocidos... No es preciso esforzarse demasiado, sólo dar vueltas una y otra vez a los mismos tópicos, como descubrió Michael Morcook, que se ha hecho rico escribiendo una y otra vez la misma novela.
4. Que haya vampiros, hombres lobo, zombies... pero con su toque humano, porque los monstruos también tienen su corazoncito. Y su pichita, porque junto a la ñoñería, el porno duro es la gran baza para humanizar a las criaturas de la noche.
5. Que el prota sea un niño/niña* que ignora la verdad sobre sus orígenes pero es sacado de su insulsa vida y llevado a un lugar increíble donde sabios maestros le enseñarán a dominar sus poderes y descubrir las claves de su oscuro pasado.
6. Que se puedan colocar tetas en la portada. Por cierto ¿Cómo se supone que van a sobrevivir en el campo de batalla unas heroinas cuya armadura apenas les tapa los pezones y la raja del culo? y ya que estamos en eso ¿No rozan demasiado los tangas de acero? Por su bien espero que las compresas no les vengan blindadas y con pinchos.
Tras lo que acabo de decir, alguien podría pensar que aborrezco la fantasía. Nada más lejos de la realidad: es uno de mis géneros favoritos, y me enfurezco cuando lo arrastran por el barro. Algo demasiado habitual en estos tiempos en los que los editores, antes de ojear un manuscrito, preguntan primero ¿Se parece a Harry potter?. En mi biblioteca hay unos 400 títulos etiquetados en esa categoría, y me parece que es un buen momento para reseñar algunos. No están entre los más célebres pero me han dejado buen sabor de boca en cada relectura. Empezando por una historia de conejos...
• La Colina de Watership, de Richard Adams, fue uno de los cuatro primeros libros que adquirí con mis escasos recursos de adolescente, y uno de los que más quebraderos de cabeza me dieron. Se lo dejé hace más de dos décadas a C, la amiga de mi chica, y a ella se lo robaron. Recorrió todas las librerías de Madrid buscando otro ejemplar, pero sólo encontró una edición en LibroAmigo que me dio con la cara roja de vergüenza. Me hizo mucha ilusión que se hubiera tomado tantas molestias, lo que mitigó la pérdida de un libro que significaba mucho para mí. Un par de años después, alguien me mangó ese segundo ejemplar (¿Hay alguna sociedad secreta de conejófilos?) y dediqué una década a buscar otro. Había tirado la toalla cuando SeixBarral lo reeditó para la Feria del Libro, lo compré y me aislé esa tarde en casa para volver a disfrutarlo.
El argumento puede parecer infantil, pero el libro no lo es en absoluto. Un conejo llamado Quinto tiene la premonición de que su conejera va a ser destruida. Casi nadie le cree, pero su hermano Avellano y el ousla Pelucón encabezan a un pequeño grupo que decide abandonar el lugar. Viven todo tipo de aventuras y deambulan durante semanas hasta llegar a un lugar donde vivir, la Colina. Allí fundarán su hogar, sólo para enfrentarse a la amenaza de Efrafa, la conejera secreta guiada con mano de hierro por el gigantesco y terrible general Vulneraria. La obra, de por sí fascinante, tiene un añadido impagable: cuando llega la noche y los conejos, cansados y asustados, buscan en la oscuridad cualquier indicio de los Mil (los depredadores), el joven Diente de Leon les conforta relatándoles las hazañas de El-Arairal, el Señor de los conejos. De su boca descubrimos cómo El-Arairal consiguió el trasero de los conejos, cómo burló al Arco Iris para robarle sus zanahorias, y cómo buscó al Conejo Negro para entregar su vida a cambio de la salvación de los suyos.
Conejos, sí, pero pocas veces he leído una obra que me atrapara de esa manera. Sex publicó también una colección de Cuentos de la Colina, del mismo autor, más bien mediocres, así que es prescindible, porque la historia original es irrepetible.
• Jürgen, de James B. Cabell, cayó en mis manos pese a que en su contracubierta afirmaba que la obra anticipa el encanto de la obra de Tolkien. Por suerte lo ojeé antes de devolverlo al estante, porque si alguna vez Tolkien leyó esa novela, debió quemarla en la hoguera y correr a confesarse. Jürgen, hombre afable, le hace un favor a Satán, y éste, agradecido, se lleva a su esposa. Nuestro héroe acaba por echar de menos a su vieja gruñona y emprende un viaje para recuperarla,. Por el camino no duda en recuperar el tiempo perdido y crearse gran fama de guerrero, con su poderosa espada Caliburn, su larga lanza de combate, su rígido bastón de mariscal... y si alguien no acaba de entenderlo, anoto un breve diálogo de Jürgen con la diosa Afrosita, con la que convive durante una temporada. Ella le nota compungido y le pregunta qué le pasa...
– Verás, aunque yo voy razonablemente armado con Caliburn, Príapo lleva una lanza que envidio...
– Desde luego es un arma muy espectacular, pero no resulta útil en un combate real.
– ¡Cariño!...¿Y tú como lo sabes?
–... por intuición...
La novela se lee con verdadero placer. No sólo por sus giros de palabras y dobles sentidos**, sino por la evolución del personaje, que va madurando poco a poco, de hazaña en hazaña, hasta aceptar que quizás lleva demasiado tiempo pasándose de listo. Por desgracia hoy es casi inencontrable, fuera de las librerías de viejo, así que si la veis en algún montón de saldos, criando polvo, no dudéis en comprarla y darle un buen hogar.
• El Aleph / Ficciones / El libro de Arena. Jorge Luis Borges tocó muchas cuerdas en su vida, y la fantasía fue de las más memorables. Esas tres recopilaciones reunen la mayor parte de sus mejores relatos, incluyendo no sólo sus cuentos más célebres, como el propio Aleph, sino obras tan fascinantes como Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, donde una consulta a la Britannica desvela una conspiración para alterar la realidad de nuestro mundo mediante el añadido de pistas y fragmentos referidos a un universo imaginario, o La Casa de Asterión, donde conocemos la historia del Minotauro por boca de él mismo.
Borges es un maestro del lenguaje, capaz de convencernos de que un francés nacido en el siglo XIX puede llegar a ser tan autor del Quijote como Cervantes, que un troglodita incapaz de articular palabra podría ocultar a Homero, o que la lotería es una buena forma de establecer un sistema social inagotable. No hay grandes hazañas ni héroes todopoderosos, sólo relato sólido y palabras de una fuerza inigualable. Y si su obra fantástica os da alas para leer el resto de sus trabajos, eso que salís ganando. Y todo a un precio razonable, ya que Alianza ha publicado su obra completa en su renovada Libro de Bolsillo, fácil de conseguir y cómoda de guardar.
• El Maestro y Margarita. La literatura rusa suele parecer plomiza y mayestática a ojos del lector medio, pero está cuajada de joyas. Mijail Bulgakov era un gran joyero y un gran bromista, porque si no ¿cómo pudo plantearse una historia en la que Lucifer, decidio a reirse, visita el Moscú estalinista de 1930 para volverlo todo cabeza abajo con humoradas a cual más surrealistas? Y mientras el Maligno apalea con sus humoradas a la burocracia literaria del régimen, la hermosa Margarita, reencarnada en bruja por obra de Lucifer, toma cumplida venganza de los grises funcionarios que han hundido el alma de artista de su amado Maestro, un escritor desencantado con el mundo y ciego al amor, para luego reclamar el derecho de la Mujer a no pagar por los males de los Hombres..
Aún más increíble que esta obra es el hecho de que no acabara sus días en un cenicero, ya que la primera versión, expurgada, fue publicada en los años más duros del régimen, y la primera edición completa vio la luz durante los años plomizos del gobierno de Breznev. Hay otras obras de Bulgakov igualmente hilarantes, como un curioso relato en el que un perro es transformado en hombre y proletario, con insospechados resultados para su hacedor, pero ninguna resulta tan deliciosa como esta novela de caos y amor.
* Harry Potter es un ejemplo muy triste de machismo en literatura. Si la misma saga hubiera sido protagonizada por una niña, ningún editor se hubiera molestado en echarlo un vistazo, porque parten de la idea de que las niñas leen historias protagonizadas por niños, pero los niños no leen historias protagonizadas por niñas. Eso sí, a la hora de sacar clones sí pueden emplearse niñas, para saturar bien el mercado de basura por encargo.
Y encima Harry es un protagonista patético, todo el día lloriqueando porque él es el niño que sobrevivió y hay que hacerle caso. Si no fuera por que Hermione le saca las castañas del fuego, no habría vivido bastante para completar su primer curso, mucho menos para liquidar a Voldemort, caso flagrante de victoria del protagonista por exigencias del guión.
** Como cuando explica a la reina de los Filisteos la importancia de los números, dedicando toda la noche para llegar llegar al 13 (pasando por el 1, el 2, el 3, el 4...). Ella, desde luego, queda muy satisfecha con la explicación, y deseosa de ampliar aún más sus conocimientos.
Dioses... ¡Odio Dragonlance! Vale, no es que las sagas del señor RA Salvatore y sus Reinos Olvidados sean mejor... (su elfo oscuro es igual de llorón que Harry) ¡Pero es que Dragonlance es lo más patético que he leído de la fantasía! Es aburrido, sus personajes son pa matarlos (y su protagonista, el semielfo, es para colgarlo de un pino...) Por no hablar de que tienes toda la razón y lo que más me repatea son los protagonistas que deben ser niños incomprendidos que desconocen sus orígenes y se olvidan de toda su vida anterior porque mola mucho más la nueva. Pero, hay que entender al público al que van dirigidos, no le puedes dar una obra fantástica/trascendental a un niño demasiado joven para entender las metáforas (te lo digo yo, que me leí Drácula con diez años y no me enteré de nada xDDD)
ResponderEliminarEn cuanto a las sagas, ahora me he picado con Canción de Hielo y Fuego (seguro que sabes cual es, el lunes estrenaron en Canal+ el primer capítulo de la serie "Juego de Tronos") Al principio me parecía un bodrio, pero no está tan mal después de todo... Y van por los cinco libros y se supone que son siete (veremos si no sale nada más, como bien apuntas)
En cuanto a Harry Potter, yo personalmente no lo soporto, merecería morir en el primer curso; lo que me gusta de esta saga son todos los demás personajes, son un conjunto muy interesante de magos, hechiceros y brujos que, si lo hubiese escrito yo, los habría exprimido al máximo (siento adoración por el personaje de Severus Snape, desde el primer libro hasta el último, sin duda es el mejor personaje de la saga, deberían escribir un libro solo de él, yo lo compraría xD)
En fin, como recomendación, pues la verdad es que salvo Juego de Tronos, nada más. Me gusta la fantasía, pero solo leo bodrios, hay pocas cosas buenas.
Ah, cuando era más pequeña me leí una trilogía escrita por Catherin Fisher (creo que en inglés era The Snow-Walker Trilogy), que me pareció brutal (de lo mucho que me gustó) Se lee en un plis, porque es cortita, ambientada en la edad media de un país noruego dónde hace un frío del carajo (mitología escandinava a tope) y existe una raza de hechiceros que viven más allá del fin del mundo, que controlan el hielo y son muy malos... Increíble, de verdad te lo digo, y la encontré de casualidad publicada por una pequeña editorial.
Un saludo :3
Joo... me siento niña estafada por Salamandra y Círculo de lectores. asé mi infancia atrapada en la red de Harry Potter, leyendo de un tirón cada entrega con una linterna y cubierta con el edredón hasta la cabeza de madrugada. Yonki total.
ResponderEliminarTambién me pasó antes de HP con Mortadelo y Filemón (hombres), Manolito Gafotas (niño)...
Será verdad que los niños no leen cuentos de niñas, porque en mi caso tampoco los leí.
Es que la cosa tiene coña: si hay protagonista femenina, de pronto todo tiene que ser light, las amenazas, las aventuras... Si Hermione hubiera protagonizado la saga seguro que su mayor problema habría sido conseguir un sujetador con relleno para no sentirse acomplejada, y Voldemora (porque por supuesto si hay heroina, hay malvada) le quitaría el novio a la primera ocasión.
ResponderEliminarLo que no tendría mucho mérito, porque el papel de Ron en la serie es, básicamente, poner cara de tonto y gritar de miedo. LO menos creíble de toda la obra es que Ron y Hermione se líen, porque encima menuda suegra le va a cer de regalo... claro que a lo mejor es que los wesley son famosos por el grosor y longitud de sus varitas, lo que explicaría porqué los Malfloy les odian tanto (Draco y su papi tienen cara de calzar pichalápiz)
Borges ameno, pues qué equivocada estoy sobre él, gracias por la recomendación, es que te haces una idea sobre algo y luego descubres que eres un poco cabezota.
ResponderEliminarAsí así heroína que hace mil cosas y corre mil aventuras, pues todas las recuerdo travestidas, incluso en las pelis Disney (Mulán).
Susana
Estaba Ghita de Alizarr, que no iba travestida. De hecho iba en pelota picada casi todo el tiempo. Pero ya hablaré otro día de tebeos.
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