sábado, 4 de octubre de 2014

MIL Y UN KILÓMETROS


Fue pura casualidad. Al abrir la web del runKeeper vi, en un apartado, la distancia que llevaba recorrida desde que empecé a utilizar esa app. Me dije, seguramente la que usaba antes también llevará el recuento, así que la abrí y, para mi sorpresa, entre ambas cifras sumaban 993 km.

Y me tocaba salir a correr.

Pensé en parar al llegar a 1000, pero me dije, 1001 es una cifra mucho más bonita.

Un año. Doce meses. 1001 km.

De haber corrido en dirección al norte, y virado al oeste al pasar Irún, ahora estaría llegando a la ciudad de Tours. No conozco Tours pero sospecho que, con el otoño, esa región debe estar preciosa.

Doce meses hasta Tours. Y muchas cosas que he descubierto a lo largo del camino.

He descubierto que puedo ser constante, pero también un inconsciente: un exceso de entusiasmo me costó un mes lesionado.

Desde que empecé, pasaron realmente trece meses, así que menos el que estuve con el freno puesto, ya suman los doce.

He descubierto que lo de correr es un muermo, dicho sea de paso. Corro porque es un ejercicio que me sienta bien y es gratuito, pero cada vez que me calzo las zapatillas siento el deseo de descalzarme y ... dejarlo correr.

También he descubierto que la publicidad miente. La gente con la que me cruzo no sonríe, no se ve pletórica de energías ni corre como si no hubiera peso sobre sus pies, en un precioso contraluz. 9 de cada 10 personas van sofocadas, jadeando, empapadas en sudor y moviéndose como si cada zancada les doliera. Ahora que lo pienso, ése y no otro debe ser mi aspecto cuando me ven pasar.

He descubierto que hay pitos reales en Alcobendas, ya me he cruzado con varios ejemplares y siempre es como si, de pronto, el sol se concentrara en una gema y revoloteara ¿cómo puede un pájaro ser tan bonito?

He descubierto, igualmente, que los que diseñan las zapatillas de correr odian profundamente a la humanidad, o son daltónicos, o ambas cosas a la vez ¿Tan difícil sería usar una combinación de colores que no deje ciego al que mira?

Pero correr tiene algo bueno: despejas la cabeza, te dejas llevar y puedes simplemente disfrutar de unos momentos contigo mismo. Supongo que otros ejercicios servirían, pero yo lo he descubierto corriendo

No tenía ningún objetivo en mente cuando, el año pasado, una amiga me animó a intentarlo. Me alegra que fuera así, y me alegra haberla hecho caso. Pero ahora sí tengo un objetivo: la semana que viene Tours quedará atrás y, si todo marcha como hasta ahora, y no me lesiono, llegaré a París en diciembre. Aunque siga en Madrid, mis pies me llevarán por la orilla del Sena.

Y después, ya veremos, tampoco quiero hacer planes a largo plazo.

Dicen que correr es una metáfora. Durante estos 1001 kilómetros he descubierto que puedo ser mejor de lo que creo, y peor. Puedo ser una persona genial o el mayor de los imbéciles. Ambos están en mí, y soy yo quien debe decidir cual de ellos soy, y quiero ser. Igual que antes nunca me vi capaz de correr, y ahora lo hago, quizás también sea capaz de dejar atrás, en el camino, lo que me sobra.

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