viernes, 14 de agosto de 2015

MI VIDA COMO EFÍMERA

Si yo naciera efímera, no habría espacio en mi vida para la reflexión, sólo para la acción. Cuando tu vida se reduce a apenas unas horas, no tienes tiempo para lo superfluo.

Si fuera una efímera, tendría breves recuerdos del agua, donde mi anterior yo habría crecido con paciencia, masticando despacio algas y restos. Tal vez rememoraría, como en un sueño, un breve vuelo buscando donde nacer, y poco más, porque nacer, incluso para una efímera, es lento y difícil

Las efímeras nacemos a la última hora del atardecer, y mientras mis alas se secan y estiran, trabajosamente, mis ojos verán, por primera y última vez, la luz perdiéndose a poniente.

Como efímera nazco cuando el día muere. Y cuando remontó el vuelo por primera vez, dejo muerte tras de mí, aunque nunca sepa quién perteneció la cáscara sin vida que queda a mi espalda. Tampoco es importante, porque nunca me haré preguntas. No hay tiempo para preguntas, dudas, ni esperanzas. Sólo tengo el instante, y debo apurarlo.

Las efímeras no notamos el frío, y la noche, incluso en verano, es fría. Tampoco el hambre, y a medida que pasa mi vida el hambre me devora, literalmente. No hay espacio en mi mente para lo banal, sólo una urgencia, que resuena en mi diminuta cabeza: busca, encuentra, ama.

Ama, ama, ama.

Si no tuve suerte, si nací demasiado lejos, o demasiado pronto, o tarde, mi vuelo será en vano, y mi vida se perderá. Pero si todo es correcto, sentiré un perfume. Primero sutil, apenas un trazo perdido en el viento; luego creciente, un brochazo, un camino, un río de fragancia que me envuelve, me atrae, me arrolla como un torrente, emitido por cien, mil, un millón de efímeras que me aguardan, y me invitan a sumarme a su danza.

Frenesí.

Si soy hembra, danzaré sobre el río, llamando a los machos, para que me sigan sobre las aguas. Si soy macho, la llamada embriagará mis sentidos y volaré hacia la noche, fundiéndome en el enjambre que crece y crece.

Éxtasis. Porque no hay espacio en mi vida para el miedo, la duda o la espera: la noche termina, como mi tiempo.

Si soy hembra, buscaré el agua para dejar mi puesta y, agotada, me dejaré llevar antes de que amanezca. Si soy macho, tal vez tenga fuerzas para revolotear unos minutos más, buscando otro enjambre, otra danza, un último instante de pasión.

Si soy una efímera, la noche muere conmigo, y lo último que verán mis ojos será un resplandor naciente, incendiando la mañana. Nacer con la oscuridad, vivir la pasión, morir en el fuego, tal es mi vida como efímera.

Tal vez os parezca una existencia sin sentido. Triste, incluso. No tendré nada más, no veré siquiera un segundo anochecer. Pero no os dejéis llevar por las apariencias, porque yo no tengo nada que lamentar. Como efímera, viviré exactamente lo mismo que cualquiera de vosotros:

Toda una vida.

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