sábado, 12 de agosto de 2017

TREINTA AÑOS... (I) ¿de buena suerte?


... y sólo iba a ser algo provisional, para sacarme un dinero mientras estudiaba.

Quiero decir, siempre he dibujado. Desde niño me recuerdo con un lápiz en la mano garabateando papel. Pero jamás pensé que trabajaría dibujando.

Ricardo trabajaba en la sección de cultura del MINISDEF. Estaba montando una exposición y necesitaba que le hiciera unos recuadros sencillos. Me dijo que no podía encargarle eso a un profesional porque los Primeros Espadas (cito textualmente) no hacían esas cosas. No me llevó mucho tiempo y me vino muy bien tener algo de dinero. Siguieron otras chapucillas, para su sección y para un tal Javier, que quería unos dibujos sencillos para un libro. 

Poco después, en 1987, abrieron la Revista Española de Defensa y me llamaron para mapas, grafiquillos, chuminadas varias. Yo seguia estudiando, ingeniería agrícola. Pensaba dedicarme a algún trabajo en el campo. Como estos encargos ya superaban un cierto volumen me saqué una licencia como autónomo.

Acabé la carrera en 1990 y no había apenas curro para agrícolas. Para entonces ya estaba ganando entre 70000 y 90000 pelas al mes (400 - 500 euros, para entendernos) así que seguí dibujando. Fue una suerte no encontrar trabajo.

Yo no era bueno. Ni especialmente malo. Cuando me encargaban algo chapuceaba como buenamente podía. No era un Primera Espada, esos hacían cosas chulísimas, en aerógrafo o acuarela: yo hacía la morralla. Pero empezaban a pedirme algunas cosas interesantes ya que cumplía los plazos y no rechazaba encargos porque fueran pequeños. Nunca he entendido eso de que haya trabajos indignos de mi categoría. Si me encargan un catálogo de neveras, lo rechazaré si el precio es abusivo, no porque sean neveras. Y además tuve suerte de nuevo.

Cuando el jefe de arte de RED entró en un proyecto de Z para una revista de temas de salud y moda (Estar Mejor) me llamó. Hasta ahí la suerte: me encargaban cosas nuevas, más interesantes (morralla, pero de más categoría, y cosas que ya no eran morralla) A él le botaron pero quisieron seguir trabajando conmigo, no por suerte, sino porque resolvía.

La suerte no sirve de nada si no estás dispuesto a sudar cuando tienes una oportunidad decente. O si te crees mejor que el resto, como un autor, un ilustrador espectacular, buenísimo, que hacía unas aerografías increíbles, pero no entregaba en plazos porque se iba de vacaciones, o entregaba sin acabar, o entregaba algo muy por encima de lo que le habían encargado y pedía el doble o el triple de lo presupuestado. Otra actitud que nunca he entendido.

Primeras Espadas. No todos eran como ese capullo. Pero estaban entrando los Mac en las redacciones, y la mayoría de ellos no quisieron aprender a usarlos, porque sólo era una moda que pasaría pronto. O los usaban y entregaban una mugre porque en esos dos, tres primeros años, todo valia con tal de que fuera por ordenador.

Tuve suerte, yo estaba fascinado con freehand y Photoshop, y me pasé esos años haciendo mis morralla con ellos, aprendiendo a manejarlos y descubriendo que cubrían muchas de mis carencias. Que eran muchas. Usaba aerógrafo porque nunca aprendí técnicas de pincel* y como aerografista era de baratillo. Mis lapices no daban mucho de sí, no tenía buenas ideas como colorista** y mis tintas, en el mejor de los casos, eran correctas. Era un fraude, o me sentía un fraude, y me he sentido un fraude durante años.

Pero al volver del servicio militar los Primeros Espadas se habían extinguido y empezaron a encargarme cosas chulas. Y poco después Rafa se convirtió en el jefe de arte de RED.

La suerte, en general, me ha venido en forma de personas. Personas estupendas. Rafa y yo tenemos un latiguillo, más que un jefe ¡un amigo! Y fue y es así,  después de tantos años. Rafa tenía un montón de ganas de hacer cosas chulas, así que me las proponía, o me pedía mis propias propuestas, todo en plan ¿y si intentamos...? Lo que traducido al castellano de amigos es ¿hay huevos de...?

Compré mi primer equipo, un Apple centris610, en 1995. Y si sabéis de qué estoy hablando además de viejunos sois unos frikazos porque creo que en España sólo usamos las cajas de pizza una docena o así de personas. Y entonces llegó mi mayor golpe de suerte.

Llevaba un tiempo pensando en acercarme a la revista Geo, del grupo G+J, para enseñar mi trabajo y ver si me salía algún encargo. Y dos semanas antes de la fecha en la que pensaba llamar a la redacción, me llamaron ellos.

Tres años atrás me encargaron en RED una ilustracion realmente compleja. Se trataba de recrear el San Telmo, un buque de línea español que se perdió durante la guerra por la independencia de las Américas y naufragó en la Antártida. La documentación era un plano de arboladura, los cortes de quilla y las plantas de las cubiertas.

No habéis entendido una sola palabra. No os preocupéis, yo tampoco lo entendí. Pero en RED estaba Alfredo, y Alfredo era un enamorado de los buques atiguos. Dedicó un montón de tiempo a enseñarme a interpretar esos planos y, resumiendo mucho, trabajamos codo con codo para hacer la ilustracion que encabeza está entrada. Tras publicarla, le regalé el boceto a lápiz y conservé el arte final en tinta. Es el único de mis dibujos profesionales que tengo colgado en la pared, y el primero que, al acabar, me dije, joder, no parece mío... ES BUENO.

El caso es que en Geo querían publicar un texto sobre el San Telmo, y mi dibujo era (creo que lo sigue siendo) la única recreación decente de ese buque. Y ya que querían pedirme los derechos de reproducción, de paso querían ver más trabajos míos.

De no ser por mi fría racionalidad podría haber pensado que alguien velaba por mi desde algún lugar etéreo. Pero no hubo hados, sino azar y personas. Suerte. Y la aproveché.

* A los seis, siete años mis padres me propusieron ir a una academia de arte. Salía del cole a las seis de la tarde así que habría ido de seis a ocho. Les dije que no y por suerte me hicieron caso y tuve infancia
** Era un desastre, mezclaba colores sin ton ni son.

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