sábado, 29 de febrero de 2020

CUIDADOS (II) Concretando los cuidados emocionales

Ya he definido los cuidados y sus circunstancias. Ahora toca revisar los diferentes tipos. Yo los divido en dos grupos: emocionales y logísticos. Podría decir materiales en vez de logísticos pero prefiero ese término, creo que una vez lleguemos a ese punto lo entenderéis.

Los cuidados emocionales nos ayudan a sobrellevar los momentos difíciles. Situaciones que nos ponen al límite de nuestras fuerzas y nos llevan al borde de la desesperación. Y no se trata sólo de acontecimientos extraordinarios, de hecho la mayor parte de nuestro agotamiento y nuestra tensión provienen del día a día, de situaciones que hemos normalizado de puro cotidianas, pero nos desgastan y nos llevan poco a poco hacia abajo.

Voy a desarrollar algunos los cuidados de este tipo que me parecen más importantes.

_ Escucha activa. Parece fácil, pero implica mucho más que oír lo que esa persona necesita decir. Implica atención, empatía y diálogo constructivo. Aunque el tema te parezca trivial, para tu vínculo no lo es, así que no intentes verlo desde tu perspectiva, sino desde la suya. Y, por supuesto, eso significa que debemos centrarnos en lo que necesita compartir, no compararlo con nuestra propia situación ni desviar la conversación ni mucho menos interrumpirle para mirar mensajes. Igual que hay tiempo de calidad, hay escucha de calidad.

_ Atención. Debemos ser capaces de notar cuándo nuestros vínculos se encuentran mal. En demasiadas ocasiones las personas tienden a ocultar sus problemas, porque sienten que deben afrontarlos solos, así que es preciso estar atentos a los síntomas. Y si vemos indicios de que algo va mal, no debemos callar. Creo que en esos casos lo mejor es ser directos, no preguntar ¿Cómo estás? sino decir lo que estamos notando y expresar con claridad nuestra preocupación. Si pese a todo esa persona prefiere sobrellevar la situación a solas debemos respetar su decisión, recordándole que si cambia de idea estaremos ahí.

Acogimiento/abrigo. En ocasiones no necesitamos escucha o consejo, sólo un paréntesis, un espacio seguro para dejar a un lado la carga, vaciar la cabeza y recuperar fuerzas. Puede ser salir, ir de fiesta, pasar unos días juntos aislados de todo, pasear, o tan sólo disfrutar de unas horas calmadas debajo de una batamanta. Se trata de ayudar a construir ese espacio seguro y disfrutarlo, sí, pero sin olvidar que estamos cuidando, que no se trata de nuestra diversión, sino de su reposo. Quiero decir, que si vais a una rave, será porque te ha propuesto explícitamente ir a una rave, no porque a ti te apetezca mucho asistir.

Respetar el espacio. Esto es algo que en demasiadas ocasiones pasamos por alto. A lo mejor lo que necesita nuestro vínculo es su propio tiempo, su propio espacio y su propio aire, y en ese caso tan importante como saber estar es el saber NO estar. Si estoy agotado y tengo por delante unos días libres, a lo mejor lo último que necesito es que aparezcas en mi puerta para animarme. Puede que no necesite animarme, sólo tener ese tiempo para mí, para recoger, limpiar, disfrutar de una lectura, darme un baño relajado, masturbarme, mirar el techo LO QUE SEA. Sarah Anderson lo explica mucho mejor que yo.


Por supuesto, como dije en la primera entrada, ni somos telépatas ni adivinos, pero como medida preventiva nunca deberíamos dar por hecho que hay que rescatar a alguien de su soledad. Y la manera de hacer las cosas es muy simple: preguntar. No es tan difícil, sólo decir ¿te apetece que vaya a verte, o necesitas intimidad?*.

_ Acompañamiento. Justo lo contrario de lo que acabo de plantear. Hay situaciones en las que es es preciso acompañar físicamente porque afrontarlas en solitario puede ser muy duro. Y debemos estar ahí sí o sí. Por ejemplo, pruebas médicas, intervenciones quirúrgicas, poner una denuncia, hospitalizaciones, exponer un TFC, una charla en público, presentar un libro... algunas de esas situaciones pueden parecernos banales, pero la diferencia entre vivirlas con angustia y pasarlas con calma, puede ser tu presencia y tu apoyo.

Y lo mismo cabe si nuestro vínculo sufre una crisis de ansiedad, un ataque de pánico... si no puedes estar ahí en ese preciso momento, usa el móvil: habla, que escuche tu voz, que te sienta, no intentes solventarlo con un chat.

Cumplidos. Es una palabra que me encanta. Se refiere a decir a esa persona las cosas buenas que pensamos de ella y recordarle todo lo positivo tiene. Sí, suena a obviedad, pero muchas veces se nos olvida lo obvio.

_ Amabilidad. Con este término me refiero a la forma de decir las cosas. Si crees que alguien está actuando equivocadamente no debes mirar para otro lado: debes ser sincero y explícito. Pero también creo que es muy importante ser amable. La sinceridad sin amabilidad puede ser treméndamente cruel. Yo he sido cruel y me he autoengañado diciendo que estaba siendo sincero, que me estaba protegiendo, que no estaba preparado para una situación así... pero son sólo excusas. Fui cruel porque no vi nada malo en serlo, y es un error horrible.

Hay muchas otras formas de cuidar emocionalmente. Algunas, como veis, no son necesariamente presenciales, pero salvo que se trate de relaciones a distancia no es mala idea tener en mente cosas como, en caso de una emergencia ¿cuanto tardaría en llegar hasta ti? Vale, eso suena un poco a paranoia pero quiero decir que es bueno tener un protocolo. Por precaución y por respeto, hacia tu tiempo y hacia el de tus vínculos. Por poner un caso menos exagerado, conviene establecer y respetar una agenda, saber cuando no podemos centrar nuestra atención (por ejemplo por motivos laborales) porque, como hemos visto, estas situaciones requieren ese nivel de atención.

Y aunque no haya ninguna situación mala, tener pequeños espacios dedicados específicamente a nuestro vínculo es algo muy positivo. Reservar, quizás, unas horas al día para simplemente charlar, o mandarnos mensajes moñas, o contarnos chistes bobos... lo que nos apetezca, eso también es cuidar, y cuidarnos. Si no es posible establecer esa, digamos, rutina de afecto (no todos tenemos una vida razonablemente ordenada y previsible, de hecho en nuestro entorno lo imprevisible es más normal) sí reservar parte de nuestro espacio libre, y ofrecérselo cuando surja, nunca como una obligación, sino como una opción. Y si no puede o no desea aprovecharlo, aceptar eso igualmente con una sonrisa, porque tan importante como facilitarle a alguien los momentos duros es facilitarle el poder decir No.

Un último punto antes de terminar: los cuidados no son terapia. Si alguien está mal podemos ayudarle a sobrellevarlo, pero si necesita ayuda más cualificada, salvo que seamos profesionales de la psicología (y tampoco, ya que estaríamos implicados emocionalmente) debemos animarle a buscar esa ayuda.

No esperaba alargarme tanto con el tema de los cuidados emocionales, pero una vez más me ha perdido mi logorrea (¿Hay una palabra equivalente para el concepto "extenderse demasiado al escribir"?) así que dejaremos los cuidados logísticos para otra entrada.

 Y, por favor, si creéis que podéis añadir o corregir algo, no lo dudéis, como dije en la primera entrada esto es sólo mi opinión y mi experiencia, y puedo ser muy ignorante o estar muy equivocado.

* Y, por supuesto, preguntar las cosas de una forma no agresiva , no es lo mismo decir ¿no quieres verme? que ¿necesitas espacio?


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