domingo, 23 de febrero de 2020

LOCURAS CHURCHILLIANAS

Demasiado tiempo sin escribir. Tenía el propósito de publicar más seguido en enero, pero ya sabéis lo que pasa con los planes de los ratones y de los hombres. Pero bueno, aquí estoy de vuelta, así que gracias a quienes sigáis por aquí por vuestra paciencia

Hace poco he acabado el trabajo para un nuevo monográfico de tecnología militar, esta vez centrado en los aparatos que no funcionaron como se esperaba, o que resultaban tan sofisticados que resultaba imposible producirlos e incluso usarlos, y dentro de ese proyecto he incluido una sección que se podría resumir en PERO ¿QUIÉN PENSÓ QUE ESTO ERA UNA BUENA IDEA?

Pues bien, dentro de ese apartado de Cacharros Majaretas, hay uno que no me resisto a comentar por aquí, ya que lo tiene todo: ideas imposibles, fantasía desbordante, esfuerzo tecnológico valdío y un rostro famosísimo detrás. Ni más ni menos que el ínclito, el inimitable, el único....*redoble de tambores*... ¡¡¡¡¡WINSTON CHURCHILL!!!!!, que cuando estaba inspirado era para echarse a temblar

Porque, como la Historia la escriben los vencedores, a veces parece que las ideas ridículas sólo se les ocurrían a los alemanes. Pero los aliados en general, y los ingleses en particular, tienen una buena cantidad de inventos absurdos, y el que voy a presentaros es digno, no sé ¿de Julio Verne?

Pues resulta que una mañana nuestro primer ministro británico favorito Winston se levantó así, como animado, y le comentó a su mayordomo ... porque yo me imagino a Winston con un mayordomo, así, muy serio, con su elegante traje negro y su plastrón, y siempre una bandeja a mano con una botella de brandy para el desayuno del señor... Bueno, pues eso, que Winston, se levanta murmurando, qué magnífico día para matar boches, y luego le dice al mayordomo

James, mi buen amigo, estaba yo pensando anoche antes de dormirme, con eso de que en nada tendremos una nueva guerra de trincheras como en 1914, sería una buena cosa que hubiera un tanque subterráneo. 

- Por supuesto, milord. Permítame decirle que me parece un pensamiento muy inspirado

- Nah, una fantasía imposible, mi buen James. Construir algo así sería complicado, costoso... probablemente no lograríamos llevar un proyecto así a buen puerto, es mejor centrarnos en las cosas prácticas

- Si me permite la osadía, milord, añadiría que para construir algo tan formidable hace falta tener los huevos bien puestos, los ingleses, le ruego me disculpe, ya se sabe...


(James, por si no lo habéis deducido, es un mayordomo escocés, y con su delicioso acento de las Highland diría... There aren't english eggs to build an underground tank, Mylord)

...Y Churchill, tomándose su brandy con colacao, le miraría frunciendo el ceño y diría...

_ That there aren't eggs? WHAT ISNT EGGS? HOLD ME MY BRANDY WITH COLACAO !!!!

Y luego cogería su teléfono y diría, Elizabeth, querida, páseme con la oficina de ideas chorras, digoooo, el Departamento de Vehículos Especiales

Y, dicho y hecho, a finales de 1939 estaba en marcha el desarrollo del primer y único tanque subterráneo del mundo, un proyecto que sería conocido como The White Rabbitt (por el conejo de Alicia), Nellie (apodo cariñoso dado por Churchill) o, en nombre clave, The Cultivator nº6.

Por resumir, os diré que se trataba de un vehículo excavador de 130 toneladas de peso y 24 metros de largo, formado por dos cuerpos articulados, el principal situado detrás, con un sistema de tracción oruga y dos motores, uno para mover todo el artefacto y otro para dar potencia a la parte delantera, una sección frontal con dos palas rotatorias a ras de suelo y presidida por una gigantesca reja de arado de 10 toneladas de peso. Éste aparato, en la mente de Winston, excavaría una zanja de algo más de dos metros de profundidad y otros tantos de anchura, avanzando sigilosamente hacia las líneas alemanas, y abriendo así un paso seguro a las tropas que le seguirían para saltar sobre los desprevenidos alemanes surgiendo de la tierra delante de sus trincheras. Aquí abajo podéis ver mi recreación del invento

La idea era que la reja iría abriendo el terreno para facilitar el trabajo de las palas rotatorias: estas recogerían la tierra y los escombros y los expulsarían por las tolvas laterales que se aprecian en la parte delantera. Todo el conjunto iría dirigido por su comandante, asomado a esa especie de torrecita cuadrada que hay en la parte superior, que sería lo único que sobresaldría del suelo. La máquina, por cierto, avanzaba excavando a razón de un kilómetro por hora.

Por increíble que parezca, Winston logró convencer al gobierno de su majestad y al gobierno francés, y se encargaron en firme ¡¡¡240 unidades!!! Es más, entre enero y marzo del 40 los observadores alemanes en la línea Sigfrido informaron de un inusual aumento de la actividad en las líneas francesas, sin poder encontrar una explicación, dado que las patrullas enemigas no parecían estar llevando a cabo nada parecido a un reconocimiento táctico. Lo que ignoraban los alemanes era que lo que hacían los franceses era tomar muestras del terreno, para ver por donde sería más fácil lanzar el ataque con las tuneladoras churchillianas, de las cuales Winston (que aquí vemos asistiendo a una demostración) estaba muy, muy orgulloso


Pero ya sabemos que los mejores planes pueden torcerse por circunstancias incontrolables, y sucedió que la guerra no se desarrolló como se esperaba, y no se formó un frente de trincheras con su tierra de nadie y sus líneas de alambradas, tal y como esperaban ingleses y franceses que pasara, y en su lugar hubo una guerra acorazada de alta velocidad que se llevó Francia por delante en un pis pas, y Nellie dejó de tener sentido antes de nacer

Ojo, por increible que parezca, Nellie FUNCIONABA. Aunque, como podéis ver en las siguientes fotos, no era lo que se dice un aparato de manejo sigiloso y discreto.





He mencionado que esta máquina hubiera tenido sentido en 1914. Sí pero no. Porque Nellie tenía un problemilla, o al menos yo creo que lo tenía, algo en lo que ni Churchill ni los ingenieros del departamento de vehículos especiales tuvieron en cuenta

Recordemos la idea: La maquina irá excavando una zanja seguida por la aguerrida infantería, que saldrá practicamente de debajo del suelo para tomar por sorpresa a los atónitos boches. Vale, obviemos que se les ha visto venir desde varias horas atrás. Imaginemos que todos los centinelas alemanes están ciegos de schnaps porque es el cumpleaños de una prima del Führer y no ha tenido lugar ningún diálogo del tipo Hans, oye, esa zanja de hace un rato sigue avanzando despacito hacia nosotros, lanzando chorros de tierra a gran altura, y el caso es que cada vez que caen cascotes en la cosita cuadrada que hay en medio se oyen como insultos en inglés. Qué raro ¿no?

Pues sucede que la incontenible furia de los infantes ingleses tiene un pequeño e insospechado obstáculo en su camino: La propia Nellie, con sus 130 toneladas y sus 23 metros de largo, QUE ESTÁ JUSTO EN MEDIO ¿O acaso va a asomarse el de la cajita y decirles a los alemanes, señores nazis malvados, que no nos vale ¿eh? cruci, que ahora tenemos que meter la reversa y volver a nuestras líneas, y ya si eso en un par de horas llega el asalto incontenible y sorpresivo. Ustedes, como si no nos hubieran visto ¿vale? y ellos Jawoll, jawoll, ustedes a su aire, hagan, hagan.

En fin, para rematar la historia, os diré el primer prototipo funcional fue presentado en 1941, un año después de la caída de Francia. Así que para unas prisas, pues tampoco era. Winston redujo el pedido a 33 unidades que al final se quedaron en 6, entregadas en 1942. Como excusa, y para justificar el coste de todo el proyecto, se adujo que en realidad esas máquinas eran excavadoras de trincheras (Trench-digger) y que su función era trazar líneas defensivas de emergencia en caso de una invasión paracaidista alemana. Al acabar la guerra las 6 máquinas fueron desguazadas y se corrió un tupido velo sobre el proyecto.

En cierto modo es una pena que no guardasen alguna. Yo, cuando veo las fotos, lo veo ideal para una distopía steampunk, sólo necesita una buena caldera de vapor con una fenomenal chimenea y un elegante ribeteado dorado en la hoja del arado.

Pero, aunque no queden las máquinas, tenemos las fotos y, sobre todo, el testimonio del propio Churchill, que mencionó el proyecto en sus memorias y lo comento con esta, a mi parecer, gloriosa frase, digna del viejo león:


ME DECLARO CULPABLE, PERO NO ARREPENTIDO (I'm guilty, but impenitent)

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