sábado, 12 de diciembre de 2020

EN NOMBRE DE FELISA


Poco antes de las  primeras elecciones generales, las de 1977, una familia del pueblo fue a hablar con mi padre. Le dijeron, Josela, esto lo hablaríamos con tu padre, pero ya no está entre nosotros y no sabemos qué hacer, por eso queremos consultarte.

Aclaración, durante la guerra civil mi abuelo, militar del bando sublevado, impidió que hubiera paseillos y venganzas cuando el frente llegó a su pueblo. Medio pueblo le debía literalmente la vida. Eso le dio una ¿autoridad moral? El caso es que la gente le consultaba las cosas.

Tras la muerte de mi abuelo, mi padre, que era el pequeño de 7 hermanos, heredó esa autoridad.

Mi padre tenía el Don: La gente se sentía bien hablando con él.  Sentían que podían confiar en él.

Hasta donde sé, nunca se sintieron defraudados.

Bien, pues mi padre les preguntó que qué sucedía, qué problema tenían.

Resulta que estaban alarmados porque su madre, a quien llamaré Felisa, les había dicho que iba a votar a los comunistas.

Era el año 77. Nadie sabía qué iba a pasar. Supongo que se asustaron.

Mi padre les dijo, vale, va a votar a los comunistas ¿y eso que más os da?

Mi padre era un hombre de derechas, y militar, y hubiera sentido náuseas de haber llegado a ver los comentarios de los mierdosos con galones que salieron hace unas semanas pidiendo un golpe de estado.

Le insistieron, por favor, si tú pudieras hablar con ella. Y él , pero ¿qué voy a hablar con ella? Es su derecho y es mayorcita para saber lo que quiere.

Pero al final, por lo mucho que insistieron, y para tranquilizarles, fue a hablar con Felisa.

Y allá que fue. Y, por lo que me contó, la conversación fue más o menos así. 

_ Felisa, perdone que la moleste, es que sus hijos me han insistido en que venga a hablar con usted, porque va a votar al partido comunista, y bueno, que estoy aquí por no decirles que no, pero que sepa usted que no veo cual es el problema, que es usted mayor y si va a votarles es su decisión y ya les he dicho que ni ellos ni yo tenemos nada que decir.

_ Ay, hijo, si es que están muy pesados, no te preocupes, ya se les pasará.

_ Pues nada, les dice que ya hemos hablado y así no insistirán.

Pero antes de irse, le dijo...

_ Por curiosidad, Felisa, sé que no es asunto mío pero ¿me podría decir porqué va a votar usted al PCE?

_ Claro, hijo, no pasa nada. Voy a votarles porque quieren traer el aborto.

_ Y a usted ¿eso qué más le da? 

Felisa tenia unos 75 años

_ A mí me da igual, pero las jóvenes tienen derecho a vivir su vida.

Cuando mi padre me contó esta historia, me hizo gracia. Luego sentí afecto, y ternura. Y respeto, un profundo respeto por esa mujer, casi analfabeta, y sin embargo capaz de expresar y defender su verdad.

Felisa no quería votar por ella. Quería hacerlo por las que vinieran detrás. 

Si Felisa estuviera hoy viva, mandaría un abrazo gigante y lleno de amor a las mujeres de Argentina. Pero ya no está con nosotros, así que, si me lo permitís, lo hare yo:

Buena suerte, amigas. Y cuidaos y quereos muchísimo.

En nombre de Felisa. Y de todas las Felisas


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