sábado, 23 de enero de 2021

LAS BODAS DE CANAAN (perdón, de Alcobendas)


Hoy hace 23 años que nos casamos.

Llevábamos dos viviendo juntos, pero la madre de mi chica tenía la ilusión de que ella saliera de casa para casarse, así que durmió allí.

La mía hasta el último momento hizo guerra de guerrillas porque a ella lo del juzgado no le sabía a boda:

_ Jose, si no cuesta nada que venga mi hermano Rafa (el cura) a echaros la bendición.

_ Y cuesta aun menos que no venga.

(sigue retahíla de murmullos y reniegos de mi madre, parece mentira, con lo bien que te educamos, esto es culpa de los curas de tu cole etc etc)

Mi padre, feliz, grabó el video en el juzgado. Cada vez que bajaba la cámara el autofocus se ajustaba a las baldosas, y, como no quitaba el dedo del botón, cuando levantaba la cámara el foco se mantenía.

En el vídeo se distingue un bulto un poco más grande y oscuro (yo) y uno más pequeño y clarito (ella)

Dicho sea de paso, la juez dijo que no debíamos grabar vídeos en el tribunal por seguridad. Dada la pericia como cameraman de mi padre, la seguridad del tribunal nunca se vio comprometida.

Mi padre era un hombre maravilloso pero el señor no le llamó por los caminos de la multimedia.

No exagero. Hasta que se inventó el autofocus, en las fotos se nos distinguía a los hermanos por las estaturas. Cuando se inventó el autofocus descubrimos que el bulto desenfocado de la esquina superior era el dedo de mi padre, que siempre lo ponía delante del objetivo.

Mi padre sale en la foto de arriba. Por eso la foto está bien enfocada, porque no la tomó él

No llevé traje ni corbata, pensaba ir en tejanos pero Marisa me agarró de una oreja y me llevó a comprarme unos Dockers, un polo blanco y chaqueta. Es de las pocas veces que me he puesto zapatos, aún los tengo en el armario, los habré usado ¿dos veces? desde entonces.

Marisa no iba de blanco. Se hizo un vestido chulísimo en tonos crudos.

Cuando su padre quiso decorar el coche para llevarla ella le dio un ultimátum: como vea una sola flor o un solo lazo, iremos andando al juzgado, que sólo son 15 minutos a pie.

Yo fui andando desde casa, por cierto.

En mi trabajo me decían no lograrás casarte sin que descubramos cuándo y dónde y vayamos a echarte arroz.

Ese día nació el SUJÉTAME EL CUBATA. Sólo asistieron padres, hermanos, sobris, y tres amigas intimas de Marisa.

Los de mi trabajo se me quejaron después de que no hubiera convite para ellos. Les pagué un café en el Emifa. Cojones, que si digo que paso de montar berenjenales, es que paso de montar berenjenales.

Ojo, que invité a porras. LA CASA POR LA VENTANA.

Fuimos a comer a un asador normalito, no de estos tipo Salones Venancio, el lugar para sus celebraciones. Habíamos reservado mesa sin decir que fuera una boda ni nada similar. Pero en un descuido mi padre logró colarse en la cocina con un paquetito que llevaba en el bolsillo y la tarta salió con muñequitos de boda.

Era de manzana, calentita. Muy rica.

Mi madre inauguró ese día la sección de mi cerebro denominada COSAS QUE NO QUIERES QUE TU MADRE TE CUENTE explicándome con abundancia de detalles cómo fui concebido.

Mi padre se descojonaba. Marisa también.

Mis dos cuñados, Atsushi y Quique, estaban fumándose unos puros (traídos por mi suegro) y parecían una reunión de la Yakuza con la mafia napolitana.

Todo lo budista que queráis, pero menudo viaje le metió Atsushi al cabrito al horno.

Me diréis, qué desaboríos, mira que no invitar a toda la parentela. 

VAMOSAVER entre las dos familias hubiéramos sumado 300, pero sin bellos torsos con abdominales ni cascos corintios. Y esos 300 hubieran incluido a mi tío Blas: ESA persona que se sube a la mesa a contar chistes tras quitarse los pantalones para que se vea que se ha puesto tanga y medias para la ocasión.

De verdad, NO QUEREIS VER A MI TIO BLAS SIN PANTALONES.

Además las bodas familiares de mi tribu materna son un caos, divertidísimo para nosotros, pero la gente de fuera nos mira raro. No exagero, en la de mi prima Irene hubo un momento en el que pensamos que el cura iba a echarnos colectivamente de la ceremonia.

Uno de mi pandi de toda la vida se mosqueó porque no les invité. Mimimimimi nosotros te hemos invitado a todas las bodas mimimimimi. Estuve a una micra de decirle, sí, y a la tuya no fui: SUMA DOS Y DOS.

Supongo que para entonces ya me había distanciado del grupo, pero aún no era consciente.

Mi prima Mir (rama materna) me dijo tiempo después que lo de casarme fuera de la iglesia había sido el gran escándalo familiar. 

Según mi madre, qué va, eso no fue ni una anécdota. O sea ES QUE NI OS IMAGINAIS LAS COSAS QUE PASAN EN NUESTRA FAMILIA MATERNA

Un primo de Marisa se mosqueó también por la (no)invitación. Su respuesta: si quieres que nos veamos, podemos hacerlo sin esperar a la siguiente boda, y si no, aire.

Siempre que ella asistía a una boda, ese primo le decía la siguiente la tuya.

¿Os he comentado lo de SUJETAME EL CUBATA?

No hubo "luna de miel" salvo que esa expresión signifique ¿Follamos un par de horas cuando lleguemos a casa? Vale

Aprovechamos el permiso por matrimonio para organizar un poco la casa, que llevábamos dos años viviendo en plan campamento nómada, con toneladas de cosas en cajas.

Mi madre en el fondo no estaba segura de que me fuera a casar, no le pegaba conmigo. Pensó lo mismo cuando tuvimos a Diego. Tras nacer, esa mañana, en el hospital, me dijo, Jose, hasta que no le he visto no he estado segura de que todo esto del embarazo no fuera una broma tuya.

Y bueno, hoy hacemos 23 años juntos, y no somos la pareja más normal del mundo, pero eso es problema del mundo, no nuestro. 

Hasta aquí el anecdotario nupcial. No es que nuestra boda marcara un hito especial, llevábamos ya 10 años juntos, y si nos dio por casarnos fue más por seguridad jurídica y administrativa que otra cosa. No necesitábamos que un extraño o extraña nos diera su autorización con sellos.

¿lo volveríamos a hacer? SÍ

¿Os invitaríamos a esa nueva boda? NO

Sólo a Helena, Leticia, Susana, Lourdes, Estrella, Sony, Seta, Eva, Ethan, DIana, Elisa y Marisol. Ellas saben porqué.

Y bueno, no sé donde estaremos el año que viene, pero seguramente la semana que viene seguiremos juntos. Ya es otra semana a sumar a nuestro camino, y tampoco necesitamos saber más.



Nota: como puede apreciarse en la segunda foto, Marisa no se casó conmigo por mi belleza. La gente que nos ve sigue preguntándose ¿por qué?




miércoles, 13 de enero de 2021

CROISSANES PARA LOS HOBBITTS


Hace un par de noches, estaba viendo un documental sobre el segundo asedio de Viena. Mientras iba escuchando la historia, y saltando a otros vídeos donde se trataban algunos puntos más en detalle, de pronto empecé a pensar que yo ya conocía esa historia, aunque hasta ese momento siempre había pensado que Viena sólo había sufrido un asedio por parte de los turcos, el llevado a cabo por Soleiman el Magnífico en el siglo XVI. Finalmente al llegar a este vídeo de Miguel de Lys supe porqué me resultaba todo tan familiar:

Estaba rememorando el asedio de Minas Tirith, en la novela de El Señor de los Anillos.

Al principio pensé que había sido una casualidad. No se me ocurría ninguna razón por la cual Tolkien hubiera buscado inspiración en un hecho aislado de la historia centroeuropea para esa parte de su novela, pero empecé a notar muchas similitudes y opté por preguntar en las redes, por si alguien podía resolverme la duda. La mayoría de las respuestas fueron negativas, no hay ningún indicio al respecto en los apuntes o en las cartas del autor ni en los análisis de su hijo Christopher, pero alguien apuntó que esa hipótesis no es descabellada. El usuario Arathornil me comentó que en la guía de lectura de Christina Skull y Wayne G. Hammond se considera como muy probable esa relación. Por desgracia no tengo acceso a esa obra, pero voy a exponeros mi propia argumentación en favor de esta idea.

Ante todo vamos a comparar Minas Tirith y Viena. En principio no parece haber muchos parecidos, más allá de ser ambas capitales de un antiguo reino, pero eso se debe a que tendemos a pensar que la ciudad del Danubio era la corte de Sissi o el escenario donde se desarrolla Amadeus. Sin embargo en los siglos XVI y XVII lo que hoy es Austria era la última línea de defensa de la Cristiandad frente al imperio Otomano, igual que Gondor es la barrera que impide que Mordor se abra paso hacia el Oeste.

Antes que Minas Tirith, la gran fortaleza frente al Enemigo era Minas Ithil, conquistada siglos atrás por Sauron y rebautizada como Minas Morgul. Luego caería Osgiliath, dejando a la ciudad blanca sola frente al poder oscuro.

Europa estuvo a salvo de los turcos mientras Constantinopla permaneció en pie, pero ese último baluarte cayó en 1453. En 1521 le llegó el turno a Belgrado y a partir de ese momento Viena, tras sobrevivir al primer Asedio en 1529, se convirtió en el rompeolas que frenaría los avances otomanos. Su único aliado por el sur, el reino de Hungria, fue destruido dos décadas después.

Tolkien, al parecer, describió en cierta ocasión a Gondor como bizantino. Hoy puede parecer que ese término significa decadente, pero desde un punto de vista histórico el Imperio Oriental fue la salvaguardia de la Europa Medieval. Cuando occidente se fragmentaba en docenas de reinos, el mayor poder cristiano era Bizancio. Y, al igual que Gondor, el Imperio fue debilitándose poco a poco, hasta quedar reducida a la gran Ciudad y unos pocos territorios adyacentes.

Y llegamos al momento del segundo asedio. Pasado su gran momento de gloria en el XVI, cuando la alianza entre los Austrias de España y del Imperio era imbatible, la Francia de Luis XIV ha ido minando la fortaleza de sus enemigos Habsburgo, incluso apoyando subrepticiamente la nueva expansión de los otomanos, que se ha frenado algunas décadas tras la derrota de Lepanto*.

El ejército que llega hasta las puertas de Viena el 14 de julio de 1683 supera en 10 a 1 a los escasos defensores de la ciudad, ya que el emperador Leopoldo se ha retirado hacia Linz tras ser derrotado por una poderosa fuerza de jinetes tártaros, aliados de los turcos. También las tropas húngaras, ahora en el bando otomano, golpean el territorio austríaco

Junto al ejército de los orcos de Mordor, llegan tropas de hombres del Este y del Sur.

Viena no va a ser defendida por su monarca, sino por su gobernador, el Conde Rüdiger von Starhemberg. 

Minas Tirith no está protegida por los descendientes de isildur, sino por los senescales.

El gran visir Kara Mustafá comanda el ejército otomano. Su señor, el sultán Mehmet, en Constantinopla, aguarda la noticia de la caída de Viena. 

Las fuerzas de Mordor no son dirigidas por Sauron, sino por su mano derecha, el Rey Brujo, señor de los Nazgul.

El asedio durará dos meses. En eso Tolkien abrevió muchísimo, en realidad tomar una ciudad bien amurallada no es algo que pueda hacerse en un par de días. Pero lo que nos importa sucede justo al final, en septiembre, al llegar tropas en auxilio de la ciudad.

El viejo rey Jan Sobieski, de la federación polaco lituana, cumple su palabra al emperador y acude al frente de su ejército y contingentes de diversas naciones. Suman unos 60.000 hombres, frente a los 150.000 de los turcos.

La hueste de Rohan cabalga sin descanso para llegar a Gondor, haciendo honor a la vieja alianza, con el rey Theoden al frente. Por el otro flanco, se acerca Aragorn con unos 15000 hombres del sur y una pequeña fuerza de montaraces. Unos 22000 en total, frente a los 200.000 del ejército de Mordor

Han llegado justo a tiempo, casi en el último momento: Viena está a punto de caer, con su guarnición desfallecida de hambre y el asalto definitivo en marcha. Los hombres de Sobieski han logrado rechazar un contraataque de los sitiadores, y llegan cuando el grueso del ejército otomano se lanza sobre las brechas de la muralla. La infantería polaca, aprovechando que los turcos se han concentrado en el asalto, avanza por un flanco, y arranca la batalla decisiva.

Los rohirrim creen que han llegado demasiado tarde, pero escuchan el canto del gallo y saben que la ciudad aún resiste.


Jan Solevski aparece ante las líneas enemigas a través de un bosquecillo, junto a la caballería pesada polaca: los húsares alados. Le siguen todas las fuerzas montadas de la coalición. Los defensores, desde las murallas, ven llegar el auxilio y aguantan la acometida de los otomanos. El propio rey da la orden y encabeza a sus lanceros: 18000 jinetes galopan directamente contra los sitiadores, la mayor carga de caballería de todos los tiempos.

Los jinetes llegan a los campos de Pelennor y Theoden cabalga hacia la batalla, seguido por 6000 lanzas. 

El ejército Otomano, pese a su superioridad numérica, no puede frenar un ataque tan poderoso. Los húsares alados rompen sus líneas y la hueste montada atraviesa la retaguardia turca como un huracán, mientras su infantería desbarata cualquier intento de cortar su avance.

Con sus tropas centradas en la ciudad, el señor de los Nazgul apenas tiene tiempo de reorganizar sus líneas y los rohirrim las van derrotando separadamente. La llegada de los refuerzos dirigidos por Aragorn decide la batalla, formando el yunque contra el que golpea el martillo de los jinetes.

La derrota otomana es absoluta. Kara Mustafá logra escapar en la confusión, pero sus tropas dejan cerca de 20000 muertos en el campo de batalla, y sufren miles de bajas durante la retirada. El visir será ejecutado como castigo por su fracaso. La Divina Puerta nunca se recuperará: si el asedio supuso el climax de su grandeza, su derrota frente a Viena marca el comienzo de su ocaso. En los siguientes años Serbia y buena parte de la actual Rumania serán recuperadas por los Habsburgo y el imperio otomano retrocederá para no volver

Si el asedio de Minas Tirith es el zenith del poder de Sauron, la carga de Rohan marca el inicio de su fin, que llegará con su caída diez días después. El reino de Gondor es restaurado por Aragorn y recupera su poder sobre las tierras al este. El Señor Oscuro ya no volverá a levantarse.

Por supuesto todo esto es una simple elucubración. Es posible que todo lo que acabáis de leer no sean sino una sucesión de casualidades y que yo esté forzándolas para hilar ambas narraciones. Sin embargo Tolkien era un gran erudito, y sería extraño que nunca hubiera oído hablar del Gran Asedio y Jan Sovieski. La historia de la llegada del viejo rey y su carga al frente de los húsares alados recorrió toda Europa, y la liberación de Viena fue festejada con tañír de campanas, misas y festejos. 

Visualmente ambos eventos son el mismo: una ciudad asediada, a punto de caer ante un enemigo  inmensamente superior, una falange de jinetes dirigida por un anciano lanzándose a la batalla en el último momento, una victoria contra toda esperanza.

Como recuerdo del Asedio, los panaderos de Viena elaboraron un bollo que hoy se consume en todo el mundo, el Croissant, una representación comestible de la Media Luna otomana (croissant significa Creciente) También ofrecieron (se dice) un panecillo en forma de estribo a Jan Sobieski: el Bagel. En realidad hay noticias del bagel antes del asedio pero es hermoso pensar en el rey polaco degustando, agradecido, un bollo creado en su honor

Tolkien no nos dijo qué elaboraron los panaderos de Minas Tirith para la coronación de Aragorn, pero me gusta pensar que durante esos festejos los hobbitts, reponiéndose de sus heridas, disfrutaron en los desayunos de algún bollo ovalado, con forma de ojo, elaborado en crujiente hojaldre. Y, fieles a la costumbre de los medianos, repetirían e incluso tripitirían, porque aniquilar la Oscuridad es un trabajo agotador, y conviene reponer fuerzas de cara a cualquier viaje, incluidos los de regreso.

Con o sin bollería, este año releeré en algún momento El Señor de los Anillos, y os animo a hacerlo. Si es vuestra primera vez, no hagáis caso a quienes sueltan el tópico de que Tolkien dedicaba demasiado espacio a las descripciones. En su obra no sobra ni una sola palabra, ni un solo diálogo, ni una sola descripción: todo tiene sentido y función y, al igual que en un tapiz, si arrancas un hilo, la urdimbre se deshace.

Y, cuando lleguéis a los campos de Pelennor, no olvidéis que una tarde, hace siglos, un viejo polaco desenvainó su espada y emprendió esa misma cabalgada, sin ser consciente de que él y los suyos galopaban directamente hacia la leyenda.

* Puede ser otra casualidad, pero Saruman tiene un papel parecido al de Luis XIV

domingo, 3 de enero de 2021

ANTE LA DUDA, ASIMOV


Hace 102 años nació el que, para mí, es el mejor autor de la Ciencia Ficción de la postguerra, mucho más interesante que Clarke o Heinlein. Probablemente un pelín más egocéntrico que sus dos compañeros, también. Decían que Asimov llevaba siempre consigo una carretilla con la Enciclopedia Británica y a la que te descuidabas te sacaba el volumen de la A para mostrar la entrada referida a su persona.

Por supuesto, como la mayoría de autores, Isaac Patillas Asimov alcanza un periodo de madurez y perfección, y a partir de ahí decae, por esa manía que tienen los escritores de no morirse tras publicar su obra maestra* y luego empeñarse en querer seguir comiendo caliente todos los días. 

En su caso creo que podemos marcar el inicio de su declive en Los Límites de la Fundación, publicada en el año 82, que bien podría haberse llamado Los Límites de Asimov. A partir de ese título toda su obra posterior es un ejercicio de fagocitosis, revisando y enmendando (en demasiadas ocasiones para mal) sus obras anteriores, a fin de estructurarlas en un todo homogéneo. Algo que, desde mi punto de vista, tenía tan poco sentido como si Ursula Le Guin intentara escribir una novela vinculando Las Tumbas de Atuan con La mano Izquierda de la oscuridad.

Quién tuvo, retuvo. Y en esa producción final hay momentos de gran brillantez, empezando por la Ley Cero y sus consecuencias, que todo el mundo olvida mencionar cuando comentan, embelesados, que Asimov predijo las tres leyes de la Robótica. Dicho sea de paso, los autores de ciencia ficción no predicen nada, proponen ideas, y esas ideas hablan más del presente que del futuro.

El monotema de las Tres Leyes cada vez que hay algún aniversario me lleva a pensar que los redactores de noticias no han leído a Asimov. Porque si se trata de predecir lo lógico sería hablar de su otro gran concepto, mucho más revolucionario que los robots positrónicos: la Psicohistoria.

Para quienes no conozcan la trilogía** de La Fundación, Hari Seldon es el creador de esa disciplina que utiliza las herramientas estadísticas para predecir el devenir de la sociedad de acuerdo a un cálculo de probabilidades. Es decir, un psicohistoriador no afirmará que tal o cual político ganará unas elecciones, pero sí calculará las probabilidades de que un sistema de gobierno centralizado dé paso a uno de autoridad dispersa si se dan las adecuadas variantes económicas. Hari Seldon lleva esa formulación a su extremo en Fundación tras comprender que  el Imperio Galáctico, que ha alcanzado el Zenith de su poder, colapsará en un tiempo asombrosamente breve. 

En los sucesivos relatos, vemos como las previsiones de Seldon se cumplen, a medida que progresa una nueva sociedad en las áreas limítrofes del Imperio. En el segundo asistimos al caos que se adueña de la Fundación ante la aparición de El mulo, un mutante todopoderoso, que altera los acontecimientos de forma no predecible, porque los cálculos probabilísticos hablan de tendencias, no de individuos.

(Por poner un ejemplo real: la guerra de 1939 es una consecuencia de la Paz de Versalles y la crisis del 29, es decir, que ese conflicto estalla por una serie de condicionantes económicos y sociales. Lo que no es predecible es el ascenso al poder de un egomaniaco homicida decidido a llevar a cabo un exterminio racial que no responde a ningún criterio económico racional y que declara la guerra a todo el planeta a la vez. La tendencia hacia un conflicto armado es previsible, el Holocausto no)

El tercer volumen de la saga muestra los esfuerzos de de los psicohistoriadores para impedir que se extienda una visión providencialista*** de la Historia que produzca un completo inmovilismo socioeconómico. Un cierre magnífico que en su momento me hizo casi gritar y aplaudir.

Lo más interesante de toda la saga es, por supuesto, el propio concepto de la Psicohistoria, ya que es una extrapolación directa del materialismo histórico de Marx. Quizás por eso esta obra no ha atraído la atención mediática de sus otros trabajos: los relatos de robots hablan de problemas individuales con soluciones individuales, algo muy en la línea del pensamiento liberal estadounidense, donde el individuo y su Voluntad es la base de todo (si eres pobre es porque no te esfuerzas lo suficiente, un pensamiento que suelen esgrimir los que no han tenido que esforzarse jamás porque ya partían con suficiente ventaja sobre los demás)

Es posible que esa fuera la razón por la que Asimov intentó unir sus dos grandes sagas, a fin de que la visión individualista de Yo Robot se fundiera en el concepto de inevitabilidad histórica de las Fundaciones (ya se anticipaba algo así en El Conflicto Evitable) Por desgracia esa trabazón no fue bien ejecutada y la aventura personalista sigue primando sobre la psicohistoria.

Pero hay otro elemento que, personalmente, me llena de un secreto placer cuando releo la Trilogía de la Fundación y casi me lleva a perdonar al maestro la creación de Arkady Darell, la niña más asesinable de la Galaxia. Y es que Asimov sumó en esa obra sus dos grandes pasiones: la ciencia ficción y la Historia, con mayusculas.

Es muy evidente para cualquier lector que la historia de la caída del imperio galáctico y el crecimiento de la Fundación es una novelización de la caída del imperio Romano y el transcurso de la Edad media, hacia el renacimiento. Lo que no es tan evidente es que Fundación e Imperio, en su primera parte, es una dramatización del intento suicida del emperador Justiniano de reunificar de nuevo el Imperio de Oriente y el de occidente, de la mano de su general, el gran Belisario.

Y es que Asimov era un enamorado de la Historia en general, pero sobre todo de Bizancio.

Sus títulos históricos son, por supuesto, muy recomendables. El maestro siempre fue un excelente divulgador y su trabajo sobre Egipto, Canaan, Roma, Grecia, la formación de las naciones Europeas o Estados Unidos es ameno y muy informativo, una vez asumes algunas de sus peculiaridades, como que lo que en Esparta le parece prueba de necedad y torpeza en Roma le parece el culmen de todas las virtudes.

Pero su obra maestra, El Imperio Olvidado, está a otro nivel.

En ese magnífico texto, Asimov, lejos de limitarse a repasar nombres y fechas, plantea y defiende una hipótesis radical: que el Imperio de Oriente, lejos de ser una nota a pie de página, una anomalía decadente y sin futuro, fue la clave para el surgimiento de la Edad Media y las modernas naciones. Manteniendo viva la llama de Roma, actuando como el escudo que protegió Occidente cuando más debilitado estaba, y preservando el saber y la cultura clásicos mientras tomaba forma una nueva sociedad. Para el Maestro el destino de Bizancio fue inevitable, pero no infructuoso, y su libro es a la vez homenaje y reivindicación de una civilización que los historiadores occidentales han dejado de lado, igual que los reinos medievales dieron la espalda a la vieja Constantinopla abandonándola a sus suerte.

Por todo ello, creo que las Fundaciones (insisto, las tres Fundaciones) y El imperio Olvidado son las obras más importantes de Asimov. Sin desmerecer en lo más mínimo al resto de su obra de madurez. Los Propios Dioses, El FIn de la Eternidad, Bóvedas de Acero, Yo Robot, El Hombre Bicentenario, los cuentos de Los Viudos Negros, sus obras divulgativas... cualquiera de esos títulos merecen ser revisitados, o visitados si es que tenéis la suerte de no haber leído nunca al Maestro y podéis descubrirle ahora, pero las otras son pura ambrosía.

Así que ya lo sabéis. Si tenéis una tarde libre por delante y no sabéis en que emplearla, Asimov es una muy buena opción.

Y si vuestra Roomba está haciendo algo raro, como pasear un gato, no penséis que se está saltando alguna de las Tres Leyes. Puede que esté siguiendo el imperativo mayor de la Ley Cero, y favoreciendo a la Humanidad de formas que no podéis entender.

* Quedaría muy emotivo que tras declarar, he llegado a la cima, el escritor fuera conducido a la boca de un volcan en angarillas adornadas por flores. portadas por los principales críticos literarios mientras sus lectores , en procesión, entonan cánticos de alabanza. Por alguna razón no sé de ningún autor que haya solicitado tan magno honor, salvo tal vez Pérez Reverte****

** Habrá otras novelas en la saga, pero para mí la Fundación es como Asterix, lo que viene después de Bélgica no es Asterix, va de un galo que se le parece.

*** El peligro del providencialismo se expone también en la magnífica novela El Fin de la Eternidad, en la que una sociedad, la Eternidad, vela por el bien de la Humanidad, impidiendo así todo progreso real.

**** Y Reverte lo haría para lanzarse al volcán haciendo piruetas y enfrentarse a la lava a golpes de polla, saliendo luego incólume para desesperación de Soto Ivars y Julián Marías, que verían una vez más frustradas sus esperanzas de ocupar su sitial.