Hoy hace 23 años que nos casamos.
Llevábamos dos viviendo juntos, pero la madre de mi chica tenía la ilusión de que ella saliera de casa para casarse, así que durmió allí.
La mía hasta el último momento hizo guerra de guerrillas porque a ella lo del juzgado no le sabía a boda:
_ Jose, si no cuesta nada que venga mi hermano Rafa (el cura) a echaros la bendición.
_ Y cuesta aun menos que no venga.
(sigue retahíla de murmullos y reniegos de mi madre, parece mentira, con lo bien que te educamos, esto es culpa de los curas de tu cole etc etc)
Mi padre, feliz, grabó el video en el juzgado. Cada vez que bajaba la cámara el autofocus se ajustaba a las baldosas, y, como no quitaba el dedo del botón, cuando levantaba la cámara el foco se mantenía.
En el vídeo se distingue un bulto un poco más grande y oscuro (yo) y uno más pequeño y clarito (ella)
Dicho sea de paso, la juez dijo que no debíamos grabar vídeos en el tribunal por seguridad. Dada la pericia como cameraman de mi padre, la seguridad del tribunal nunca se vio comprometida.
Mi padre era un hombre maravilloso pero el señor no le llamó por los caminos de la multimedia.
No exagero. Hasta que se inventó el autofocus, en las fotos se nos distinguía a los hermanos por las estaturas. Cuando se inventó el autofocus descubrimos que el bulto desenfocado de la esquina superior era el dedo de mi padre, que siempre lo ponía delante del objetivo.
Mi padre sale en la foto de arriba. Por eso la foto está bien enfocada, porque no la tomó él
No llevé traje ni corbata, pensaba ir en tejanos pero Marisa me agarró de una oreja y me llevó a comprarme unos Dockers, un polo blanco y chaqueta. Es de las pocas veces que me he puesto zapatos, aún los tengo en el armario, los habré usado ¿dos veces? desde entonces.
Marisa no iba de blanco. Se hizo un vestido chulísimo en tonos crudos.
Cuando su padre quiso decorar el coche para llevarla ella le dio un ultimátum: como vea una sola flor o un solo lazo, iremos andando al juzgado, que sólo son 15 minutos a pie.
Yo fui andando desde casa, por cierto.
En mi trabajo me decían no lograrás casarte sin que descubramos cuándo y dónde y vayamos a echarte arroz.
Ese día nació el SUJÉTAME EL CUBATA. Sólo asistieron padres, hermanos, sobris, y tres amigas intimas de Marisa.
Los de mi trabajo se me quejaron después de que no hubiera convite para ellos. Les pagué un café en el Emifa. Cojones, que si digo que paso de montar berenjenales, es que paso de montar berenjenales.
Ojo, que invité a porras. LA CASA POR LA VENTANA.
Fuimos a comer a un asador normalito, no de estos tipo Salones Venancio, el lugar para sus celebraciones. Habíamos reservado mesa sin decir que fuera una boda ni nada similar. Pero en un descuido mi padre logró colarse en la cocina con un paquetito que llevaba en el bolsillo y la tarta salió con muñequitos de boda.
Era de manzana, calentita. Muy rica.
Mi madre inauguró ese día la sección de mi cerebro denominada COSAS QUE NO QUIERES QUE TU MADRE TE CUENTE explicándome con abundancia de detalles cómo fui concebido.
Mi padre se descojonaba. Marisa también.
Mis dos cuñados, Atsushi y Quique, estaban fumándose unos puros (traídos por mi suegro) y parecían una reunión de la Yakuza con la mafia napolitana.
Todo lo budista que queráis, pero menudo viaje le metió Atsushi al cabrito al horno.
Me diréis, qué desaboríos, mira que no invitar a toda la parentela.
VAMOSAVER entre las dos familias hubiéramos sumado 300, pero sin bellos torsos con abdominales ni cascos corintios. Y esos 300 hubieran incluido a mi tío Blas: ESA persona que se sube a la mesa a contar chistes tras quitarse los pantalones para que se vea que se ha puesto tanga y medias para la ocasión.
De verdad, NO QUEREIS VER A MI TIO BLAS SIN PANTALONES.
Además las bodas familiares de mi tribu materna son un caos, divertidísimo para nosotros, pero la gente de fuera nos mira raro. No exagero, en la de mi prima Irene hubo un momento en el que pensamos que el cura iba a echarnos colectivamente de la ceremonia.
Uno de mi pandi de toda la vida se mosqueó porque no les invité. Mimimimimi nosotros te hemos invitado a todas las bodas mimimimimi. Estuve a una micra de decirle, sí, y a la tuya no fui: SUMA DOS Y DOS.
Supongo que para entonces ya me había distanciado del grupo, pero aún no era consciente.
Mi prima Mir (rama materna) me dijo tiempo después que lo de casarme fuera de la iglesia había sido el gran escándalo familiar.
Según mi madre, qué va, eso no fue ni una anécdota. O sea ES QUE NI OS IMAGINAIS LAS COSAS QUE PASAN EN NUESTRA FAMILIA MATERNA
Un primo de Marisa se mosqueó también por la (no)invitación. Su respuesta: si quieres que nos veamos, podemos hacerlo sin esperar a la siguiente boda, y si no, aire.
Siempre que ella asistía a una boda, ese primo le decía la siguiente la tuya.
¿Os he comentado lo de SUJETAME EL CUBATA?
No hubo "luna de miel" salvo que esa expresión signifique ¿Follamos un par de horas cuando lleguemos a casa? Vale.
Aprovechamos el permiso por matrimonio para organizar un poco la casa, que llevábamos dos años viviendo en plan campamento nómada, con toneladas de cosas en cajas.
Mi madre en el fondo no estaba segura de que me fuera a casar, no le pegaba conmigo. Pensó lo mismo cuando tuvimos a Diego. Tras nacer, esa mañana, en el hospital, me dijo, Jose, hasta que no le he visto no he estado segura de que todo esto del embarazo no fuera una broma tuya.
Y bueno, hoy hacemos 23 años juntos, y no somos la pareja más normal del mundo, pero eso es problema del mundo, no nuestro.
Hasta aquí el anecdotario nupcial. No es que nuestra boda marcara un hito especial, llevábamos ya 10 años juntos, y si nos dio por casarnos fue más por seguridad jurídica y administrativa que otra cosa. No necesitábamos que un extraño o extraña nos diera su autorización con sellos.
¿lo volveríamos a hacer? SÍ
¿Os invitaríamos a esa nueva boda? NO
Sólo a Helena, Leticia, Susana, Lourdes, Estrella, Sony, Seta, Eva, Ethan, DIana, Elisa y Marisol. Ellas saben porqué.
Y bueno, no sé donde estaremos el año que viene, pero seguramente la semana que viene seguiremos juntos. Ya es otra semana a sumar a nuestro camino, y tampoco necesitamos saber más.
Nota: como puede apreciarse en la segunda foto, Marisa no se casó conmigo por mi belleza. La gente que nos ve sigue preguntándose ¿por qué?