Mujer iroqués

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domingo, 17 de septiembre de 2023

PLUMAS Y MÁS PLUMAS (va de dinos)



Hace poco, un amigo dibujante* preguntó sobre si es o no razonable poner plumas a los grandes dinosaurios carnívoros como alosaurio o tiranosaurio. Al parecer veía un cierto consenso en cuanto a no emplumarlos. Y bueno, me dije, vamos a intentar explicar bien este tema, porque tiene mucha miga.

Si es que te gustan los dinosaurios, claro. Si no es así, puedes dejar de leer aquí y echar a correr antes de que yo te vea y me acerque a contarte alguna dinocosa.

Sí, soy esa persona a la que le dices buenos días y, antes de que puedas saber qué ha sucedido, te está soltando una chapa de seis kilómetros sobre dinosaurios

Y cuando intentas escapar descubres que te he encadenado a una farola, la fuga es imposible MUA HA HA HA HA HA.

Pero venga, voy a suponer que el tema como mínimo te despierta alguna curiosidad así que vamos con las dinoplumas.

Lo primero ¿Qué dice la evidencia fósil? Pues resulta que hay impresiones de piel de Tyrannosaurus rex sin plumas. Caso cerrado, los tiranosaurios no tienen plumas, fin de la investigación...

... salvo que no tenemos impresiones de cuerpo entero de un tiranosaurio, sólo huellas parciales de algunas zonas del cuerpo. Eso no significa que no pudiera haber plumas en otras zonas, pero indica que, si tenían plumaje, no cubría todo el cuerpo y habría amplias áreas de piel desnuda. Luego volveré sobre este punto.

Vayamos por partes. Ante todo quiero dejar claro que, en principio, cualquier dinosaurio, del grupo que sea, podría tener plumas. Es así porque los pterosaurios (los grandes voladores del mesozoico) también las tenían, luego el antepasado común de pterosaurios y dinosaurios tenía plumas. Luego incluso un diplodocus podría tener plumas.

Por si alguien no entiende lo del antepasado común, voy a explicarlo brevemente. Las plumas son un elemento anatómico de gran complejidad, por lo que resulta estadísticamente muy improbable que hayan surgido en la línea evolutiva más de una vez. Así pues, si un animal tiene plumas comparte un vínculo con los demás animales con plumas.

El caso del pelo y los mamíferos es similar. Cualquier mamífero puede tener pelo, porque el antepasado común de todos los mamíferos era peludo. Ahora bien, en determinados casos, ese potencial apenas se expresa. Los delfines, por ejemplo, sólo tienen unos pocos pelos testimoniales. Los elefantes africanos tienen muy poco pelo, mientras que el elefante indio tiene bastante pelo por comparación. La rata topo solo tiene unos pocos por el cuerpo más las vibrisas de la nariz... etc.

Así que potencialmente cualquier dinosaurio podría tener plumas, pero no todos los dinosaurios las desarrollarían. Y ahora volvamos a la pregunta inicial ¿se encontrarían plumas en los grandes carnívoros? o, mejor dicho ¿en qué condiciones podrían presentar plumas esos animales?

El plumaje cumple varias funciones, y la primera (seguramente la primigenia) es el aislamiento térmico. A priori es posible que los grandes terópodos no las necesitaran. Los animales endotérmicos pierden calor por la piel, pero los animales muy grandes tienen una gran inercia térmica, ya que el volumen se incrementa en factor de 3 y la superficie en factor de 2

Explicación rollo, pero necesaria. Supongamos un cubo de 1 m de lado lleno de agua. Cada cara tiene 1 m² de superficie luego su superficie total es 6 m². Su volumen es 1  y su masa es de una tonelada (1000 litros de agua) 

Vamos a duplicar las dimensiones del cubo. Ahora tiene 2 m de lado. Su superficie pasa a ser, para cada cara, de 4 m², luego en total tiene 6x4 = 24 m². Pero su volumen ahora es de 2x2x2, es decir 8 m³, luego su masa es de 8 toneladas, luego ahora tenemos, por cada tonelada de peso, 24/8 = 3 m² de superficie. La masa se ha multiplicado por 8, mientras que la superficie lo ha hecho por 4. A igualdad de forma, la relación masa/superficie se ha reducido a la mitad

Los teropodos son todos similares en forma, así que, a grandes rasgos, un ejemplar de 1 tonelada tendría una superficie X de piel, pero uno de 8 tn tendría una superficie de 4X, es decir, su relación masa/superficie sería la mitad.

Pues bien, la masa de un tiranosaurio adulto se estima en torno a las 8 toneladas y la de un alosaurio es mucho menor, tal vez 1'2, 1'5 toneladas. Luego en principio un tiranosaurio no necesitaría cubierta de plumas pero alosaurus quizás si la precisara...

... dependiendo del entorno

Los dinosaurios no vivían sólo en los paisajes tropicales que muestran las películas. Ocuparon todo el planeta, incluyendo las zonas polares. Un tiranosaurio que viviera, por ejemplo, en la actual Alaska podría necesitar algo de abrigo. Con noches largas y heladas y días breves y muy poco calurosos, la inercia térmica no bastaría. Los elefantes actuales apenas tienen pelo, pero los mamuts lanudos, que vivían en el norte de eurasia, eran literalmente masas de pelo con patas.

Lo mismo se puede decir para alosaurus (hay evidencias de alosaurios en la antartida) Así que, en funcion del escenario, podrías emplumarlos o no.

Pero las plumas no solo sirven de abrigo. Tienen otras funciones. Por ejemplo, protección UV

En un ambiente muy soleado, las plumas podrían proteger al animal contra la radiación solar. En ese caso, el dorso del animal estaría cubierto. Y si estaba ahuecado podría atrapar algo de aire, facilitando la refrigeración. 

Es una hipótesis personal, pero no lo veo inviable. Así que podríamos emplumar a un tiranosaurio o alosaurio que estuviera en un entorno muy expuesto al sol.

Y llegamos al último punto, mi favorito.

LAS PLUMAS SIRVEN PARA FOLLAR

Las aves modernas, los machos, para ser concretos, exhiben los plumajes más absurdos, incómodos y poco prácticos que podamos imaginar, no para abrigarse ni para no asarse al sol, sino para atraer a las hembras y echar un polvete.

Durante el celo, un tiranosaurio podría presentar áreas de plumaje muy llamativas en unos pocos puntos del cuerpo, quizás en la cabeza, los costados del cuerpo, el dorso... por un lado el plumaje le haría parecer más grande (lo que disuadiría a otros machos de enfrentarle) y por el otro se mostraría ante las tiranochurris como un galán triunfador que no solo tiene energía para cazar y expulsar a sus competidores, sino que le sobra para lucir un atuendo absurdamente colorido, y, porqué no, quizás se pavonearía para enseñarlo más claramente.

Imagina la cola del trex como un abanico de plumas de colores mientras su afortunado poseedor interpreta el equivalente cretácico de la danza del culo de Shin Chan ¿Que hembra se resistiría? 

No, no estoy  inventándome nada que no esté ya inventado. Los animales modernos exhiben las estructuras y comportamientos más absurdos para asegurarse la follacion ¿porqué debería ser distinto en el mesozoico?

Resumiendo. La cuestión del plumaje depende de la función que quieras atribuirle

_ Termoregulacion: cuanto mayor sea el animal y más cálido el clima, menos necesarias son las plumas

_ Insolación: sólo serían necesarias en climas de tipo desértico

_ Folleteo: Sí, en cualquier ámbito, hábitat y especie

Y... en caso de ser plumas para la follacion, no necesitan cubrir todo el cuerpo, solo aparecerían en las áreas más adecuadas para una exhibición, de ahí que no sean incompatibles con la evidencia fósil de áreas de piel desnuda  del T-rex que mencionabamos antes.

Y con esto doy por finalizada la chapa sobre plumasaurios. Si has llegado hasta aquí, espero no haberte decepcionado y te informo de que estoy escribiendo un libro sobre este y otros temas igual de entretenidos relacionados con la follación del Mesozoico. Así que, cuando llegue el momento no olvidéis...

COMPRAAAAAR, COMPRAAAAR, MIS HERMOSOS (y plumíferos) JABALÍIIIES (dinosaaaaaurios)


* Aitor Eraña, por favor no dejéis de ver su trabajo https://www.deviantart.com/terminaitor

viernes, 19 de marzo de 2021

QUEDA MUCHO CAMINO POR RECORRER

 Hay momentos en los que ODIO tener razón. Hace años ofrecí en Desgranado Ciencia una charla sobre el sesgo de género en la ilustración científica. En ella hablé acerca de como los paleontólogos del XIX ninguneaban a la mujer, y ese sesgo se ha ido transmitiendo de forma inconsciente. Podéis verla y escucharla aquí

Ayer, por casualidad, mi amiga R me mostró, con comprensible cabreo, la nueva reconstrucción que se ha presentado del esqueleto H3, un joven adolescente Antecessor inicialmente conocido como El Chico de la Gran Dolina (por la excavación en la que fue encontrado)

Que ha resultado ser, después de todo, una mujer adolescente.

Un magnífico paleoilustrador, Tom Björklund, cuyo trabajo admiro y respeto profundamente, ha hecho una reconstrucción de La Chica de la Gran Dolina. Como veis, ha hecho un gran trabajo: vemos a una humana, con unos rasgos claramente distintos a los nuestros, pero con ese punto que nos hace reconocernos como parientes. Si nos cruzáramos con ella por la calle quizás pensaríamos que su frente es un poco extraña, y poco más, pese a que nos separan cientos de miles de años.



Quiero insistir en este punto: tanto a nivel científico (la recreación anatómica) como conceptual (el aire claramente humano) esta ilustración es IMPECABLE.

El problema viene cuando la comparamos con la reconstrucción que se hizo en los años 90, cuando H3 fue identificado, erróneamente, como un muchacho. Esta ilustración es obra de otro grande. Que me perdone Tom, pero Mauricio Antón fue la persona que me enseñó los principios de la paleorreconstrucción, y le considero, además de como a un artista de primer orden, amigo y maestro. 

Bueno, pues aquí tenemos al Chico de la Gran Dolina.



Anatómicamente, ambas imágenes son similares. Se trata del mismo rostro, dado que ambos autores trabajaron sobre los mismos restos. Pero el tratamiento de la persona es muy diferente. Mauricio hizo a un muchacho vibrante, dinámico, sus músculos en tensión, el cabello en movimiento, como si corriera, y una expresión de alegría contagiosa, casi a punto de la carcajada.

Pero resulta que ahora sabemos que El Chico en realidad es La Chica y si vamos a su nueva imagen oficial....

UPSSSSSSS

La muchacha está inmóvil, pasiva, nos mira con aspecto tímido y tiene la boca bien cerrada. Es más, mientras que la iluminación de la imagen de Mauricio nos muestra que El Chico está al aire libre, La Chica está al fondo de la cueva.

El sesgo de género, una vez más. EL PUTO SESGO DE GÉNERO. La imagen de Mauricio sigue siendo un retrato perfecto para H3, aunque sepamos que es una mujer. De hecho hizo en su momento otro retrato del mismo individuo, y como podéis ver bastaría una mínima modificación en la forma del pecho para convertirlo en ella. Y aunque es una imagen estática sigue ofreciéndonos a una persona que nos mira con firmeza, sin debilidad.


Lo mismo sucede con esta otra imagen que hizo Mauricio de una mujer algo más mayor de la Sima de los Huesos. No hay nada en ella que sugiera timidez o indefensión


En cambio la nueva Chica de la Gran Dolina nos mira con temor. Es más, si nos fijamos en el ángulo de la figura, la estamos viendo desde arriba, mientras que en las reconstrucciones de Antón, hombres y mujeres nos miran a nuestro nivel. Como iguales.

Tom no está haciendo una imagen sesgada de forma deliberada. Es el sesgo inconsciente del que hablo en mi charla, que arranca en el siglo XIX y se sigue transmitiendo, precisamente porque no somos conscientes. Por eso vemos esa diferencia en las imágenes. Por eso la niña tiene la boca cerrada.

¿Cuántas veces no hemos escuchado el Calladita estás más guapa?

Y bien peinada, y con la carita lavada.

Nos queda mucho camino por recorrer, incluso en un campo tan especializado como el del paleoarte. Llevo casi una década ilustrando mujeres antiguas cazando y usando lanzas (si sois lectores habituales de mi blog conoceréis esta entrada) Pues bien, por fin los paleoantropólogos aceptan que sí, las mujeres de las culturas prehistóricas cazaban, y el artículo en el que se explicaban las pruebas y su análisis fue ilustrado con esta imagen...



... en la que han tenido los cojonazos de vestir a la mujer DE ROSA, para que se note bien que es una mujer. Y en pose de modelo, sin dinamismo alguno, cuando usar una lanzadera como la de la imagen es un ejercicio especialmente dinámico.

Los prejuicios tardan en morir, y tardan mucho más si no luchamos conscientemente contra ellos. Mauricio lo hace. Yo, aprendiendo de su trabajo y de los magníficos ensayos de Stephen Jay Gould, trato de hacerlo. Espero que Tom, que hasta ahora no había caído en el sesgo de una forma tan evidente, no vuelva a hacerlo.

Como digo en mi charla, somos animales visuales, y debemos cuidar qué es lo que muestran nuestras imágenes. Para que los lectores no se sorprendan cuando representamos a una mujer defendiéndose de un oso con una lanza, porque ni os imagináis la de veces que me han preguntado ya pero ¿hay alguna prueba de que ellas usaran lanzas?

Si alguna vez te has hecho esa pregunta, pregúntate de vuelta ¿conoces alguna prueba de que las usaran ellos? o, parafraseando a Galeano, al hablar de las pinturas rupestres ¿porqué das por hecho de que fueron pintadas por ellos, Y NO POR ELLAS?

Yo intentaré seguir revisándome mi sesgo. Por favor, no dejéis de hacerlo vosotros.

Y dejemos que la Chica de la Dolina pueda reír abiertamente, como cualquier otra persona

miércoles, 25 de abril de 2018

El VELOCIRAPTOR NO ERA TAN VELOCI




Hace tiempo, demasiado tiempo, que no escribo sobre dinosaurios, y mira tú por dónde esta semana me ha surgido la ocasión, tras una serie de animadas conversaciones en la red. Resulta que estoy preparando un vídeo de prueba con uno de mis primeros modelos de animales 3D: el Velociraptor mongoliensis que diseñé allá por 2009. Como ya ha llovido lo suyo desde entonces, me decidí a hacerle una buena revisión para pasarle la ITV, para lo cual he contado con la inestimable ayuda de algunos paleontólogos tuiteros, como CarlosDino y RaptorDanny .

Algunos de los cambios eran muy evidentes, al fin y al cabo nuestro conocimiento de estos animales ha mejorado notablemente y tenía claro que necesitaba cambiar radicalmente la articulación de los brazos y el plumaje. Además quería darle un aire mucho más aviano, ya que he ido tirando por ahí en los últimos años.

(Dicho sea de paso, también mi querida MariPili ha recibido un buen retoque de chapa y pintura, algo que llevaba demorando demasiado tiempo)

El caso es que tras todos los ajustes anatómicos, una buena limpieza de polígonos redundantes y algunos añadidos como las plumas de los brazos y el abanico de la cola, llegó el momento de ponerlo a andar, a ver qué tal funcionaba en movimiento. Carlos vio que algo no acababa de encajar en la cola y Danny me sugirió algunos ajustes basados en la estructura de varillas óseas que la mantiene rígida. Los cambios eran bastante sencillos y pronto tuvimos a nuestro pequeño dromeosaurio caminando con garbo y chulería. Además logré que la punta de la cola, con sus plumas, siguiera el movimiento del animal con bastante naturalidad, así que se resolvió pronto.


La parte más difícil surgió cuando puse a correr al dinosaurio. Por una parte había que reajustar los ángulos del femur en plena extensión, ya que los músculos caudales tirarían hacia atrás mucho más de lo que calculé inicialmente. Luego hubo que revisar el movimiento del cuello, ya que al principio tenía un bamboleo un poco extraño. El problema era que estaba usando como referencia las aves corredoras modernas, las ratites, y eso no acababa de funcionar, ya que las proporciones relativas de los huesos de las piernas eran muy diferentes. Al final a base de pensar un poco entre todos logré darle un ciclo de carrera razonable, bastante bien ajustado. Pero lo interesante fue lo que surgió durante la conversación.




En JurassicPark, cuando se habla de los velociraptores clonados por inGen, se comenta, entre otras cosas, que son veloces como guepardos. No es una idea surgida en la película: en los 80 ya se pensaba que los dromeosaurios eran animales muy rápidos y ágiles. Pues bien, para ajustar el ciclo de carrera necesito medir la distancia que recorre el animal en cada paso, y el resultado, dado el tamaño de velociraptor (que es mucho más pequeño que los de las pelis, apenas 2 metros de punta de la nariz a punta de la cola) es de 60 cm.

Yo mido 169 cm y cuando troto doy pasos de 90-100 cm. Dado que mi velocidad media al trote es de 10,8 kilómetros/hora, vengo a recorrer 180 metros por minuto, es decir, que doy entre 180 y 200 pasos por minuto. Si un velociraptor trotase a ese ritmo (un trote sostenido que le permitiría correr durante un par de horas sin agotarse) recorrería 200 x 60 cm en un minuto, es decir 120 metros, y su velocidad media sería de 7,2 km/hora. Dado que se trata de un animal de una complexion mucho más ligera que la de un humano, es probable que su ciclo de paso fuera más veloz y diera unos 300 pasos por minuto, lo que supondría la misma velocidad que hago yo, 10,8 km/hora.

Sölo hay dos caminos para aumentar la velocidad: alargar el paso o aumentar el ritmo. Nuestro dromeosaurio no puede alargar mucho el paso así que le toca mover las piernas más rápido. A 600 pasos por minuto, el velociraptor alcanzaría los 21.6 km. Para superar los 30 km/h tendría que dar 900 pasos por minuto, es decir 15 pasos por segundo. El correcaminos (no el de los dibujos, el de verdad) alcanza esa velocidad con una zancada que no llega a los 30 cm, y lo hace moviendo las piernas a tal velocidad que, literalmente, no se le ven los pies a menos que lo pasemos en slow motion, pero creo que para un velo eso no sería viable: su masa y su peso es muy superior a la de un correcaminos, y mover las piernas a esa velocidad le causaría daños en los tendones.
´



No podemos medir la velocidad de los pasos de nuestro animal, pero una estimación razonable sería un máximo de 700-750 pasos por minuto, lo que implica que el velociraptor alcanzaría una velocidad punta de 25 km/hora.

Y el público suelta un ooooooh decepcionado. Vaya ñufla.

Este resultado no es sorprendente: el velociraptor es un animal paticorto: la longitud del tarso es muy inferior a la de la tibia y ésta sólo es un poco más larga que el fémur. Los animales velocistas como el guepardo, el caballo o el avestruz no tienen esas proporciones. Centrándonos en el avestruz, que sería el ejemplo más razonable al ser un bípedo*, sus tarsos  y tibia son larguísimos y el fémur, por el contrario, es muy reducido. Si vemos una de estas aves corriendo, comprobaremos que las ratites corren de rodilla para abajo, sin mover apenas el fémur. Es lógico, ya que la musculatura del fémur es pesada, y moverla supone un gasto energético muy grande (los humanos alargamos el paso a base de fémur, porque nuestro cuerpo está mejor adaptado al trote que a la velocidad)

Volvamos a JurassicPark. Aunque en la película se usó el término velociraptor (desde la segunda peli se dice raptores a secas) las proporciones de los animales que aparecen ahí corresponden a un Deinonychus**, un dromeosaurio que alcanza los 3,8 metros de largo y podría dar una zancada de 120 cm. Suponiendo que pudiera mantener la misma velocidad de paso que un velociraptor, su velocidad punta sería de 50 km/hora, pero hablamos de un animal de mayor tamaño y, en consecuencia, lo más sensato es calcular a la baja el número de pasos. Podemos estimar (de una forma bastante razonable) que al trote, dando 200 pasos por minuto, el deynonichus tendría una velocidad sostenible de 14,4 km/h y, en carrera, dando 500 pasos por minuto, llegaría a los 36 km/h, es decir, como un velocista jamaicano

No es una mala velocidad para un animal del tamaño de un humano, pero desde luego se queda muy por debajo de los 110 km/h del guepardo o los 70 del avestruz (que además corre durante más tiempo que el guepardo). Las crías de avestruz, de hecho, alcanzan los 50 km/h al mes de edad, así que, en lo que a velocidad punta se refiere, los dromeosaurios se nos quedan bastante por detrás. Las espectaculares escenas de los raptores de JP masacrando humanos no se sostienen, y menos aún las de esos animales saltando de un brinco sobre un tejado a dos pisos de altura.

Eso sí, hablamos de animales que podrían sostener una velocidad aceptable durante bastante tiempo. Puede que 14-15 km/hora no parezcan muy impresionantes, pero si un deinonychus pudiera sostener ese ritmo durante un par de horas acabaría por agotar a presas con mayor velocidad punta, sobre todo si, como siempre se ha supuesto, cazaban en grupo. La comparación más adecuada no sería, entonces, con un guepardo, sino con un lobo. De hecho los cánidos parecen un buen modelo para comparar, ya que el velociraptor vendría a ser como un zorro, no un gran velocista sino un animal capaz de virar casi en redondo sin decelerar, gracias al equilibrio que le proporciona su cola, justo como sucede con los dromeosaurios, con su cola rígida como un balancín. Agilidad, más que velocidad (aunque habría que ver si serían capaces de dar esos saltos volatineros con las patas por delante)

Puede que penséis que todo esto no son más que un montón de pajas mentales, pero la física es bastante inapelable: el nombre Velociraptor suena bello y descriptivo pero, parafraseando a mi querido Huxley, no resiste la fría crudeza de un feo y desagradable hecho:su paticortez.

Trotones, sí; ágiles, muy probablemente; peligrosos, puede... veloces, lo que se dice veloces... pues va a ser que no

* Un cuadrúpedo como el guepardo aumenta su velocidad gracias a la elasticidad de su columna. Un bípedo no tiene esa posibilidad
** Un poco mayores que un deinonychus, en realidad. O al menos más masivos. En la tercera película vemos ejemplares de 4 y 5 metros de largo

*** Hay dromeosaurios de mayor tamaño y, en consecuencia, mayor zancada, pero de nuevo habría que recalcular a la baja, por las cuestiones de masa

miércoles, 28 de febrero de 2018

UN AÑO DE PALEOARTE

Como todos los años, mi vida profesional en 2017 ha incluído encargos de todo tipo, siempre dentro del ámbito de la divulgación. Sin embargo, estos doce meses se han caracterizado por una  abrumadora mayoría de trabajos relacionados con la paleontología, lo que ha llenado de alegría al niño de los dinosaurios que sigue viviendo dentro de mí y de cuando en cuando se regocija dando volteretas

Por una parte, este año he realizado otro proyecto de animación para Japón, esta vez relacionado con tres animales muy concretos, Quetzalcoatlus, Wyrex y Ruyangosaurus. Debo decir que no estoy muy contento con el resultado: el tiempo apremió demasiado, hubo demasiados cambios de última hora y llegué al final agotado, física y anímicamente. Pero, como en todos los anteriores DinoJapón, he aprendido mucho, por la vía dura, así que lo he terminado siendo mejor animador que al empezar.

Y su nuevo plumaje le sienta de maravilla a mi T-Rex, a quien desde ahora llamaremos CuquiRex


Cambiando a un tema muy alejado de los dinosaurios, SINC, además de encargarme algunas infos muy chulas sobre mamuths y otros animalitos extinguidos, me pidió abundante material sobre paleontología de humanos. He hecho recreaciones de Australopitecus, H. habilis, H. erectus, H. antecessor, H. Floresiensis, H. heidelbergensis, H. Neanderthalensis, H. de Denisova... todos a la antigua usanza, papel y lápiz, y acuarela (acuarela digital, no tan a la antigua usanza, si nos ponemos tiquismiquis)

Aparte del placer de hacer mis propias interpretaciones, en algunos casos muy libres, ya que del humano de Denisova sólo conocemos un molar y algunos fragmentos de hueso, he retomado el gusto por el dibujo libre, solos yo, el papel y la goma. Y de paso me he sacado la espinita de la que hablé en mi charla granadina, y he recreado principalmente mujeres, a ver si vamos equilibrando un poco la balanza.


Como dije no hace mucho, yo me he formado como ilustrador en Muy Interesante, y ahí hemos preparado un proyecto muy ambicioso. Hacía tiempo que a Enrique, el director, le rondaba por la cabeza la idea de sacar un número monográfico sobre dinosaurios, y me dio carta blanca. En vez de artículos, hemos hecho un safari fotográfico por el Mesozoico, intentando que los animales del pasado no parezcan monstruos, sino seres reales tal y como los que conocemos hoy en día. Hemos aprovechado (y, en ocasiones, mejorado) 15 de mis anteriores ilustraciones, incluyendo POR SUPUESTO una de la afamada serie Los Follasaurios, y he realizado otras 36 ex profeso para este número, más otras dos que he hecho este año para otros temas pero que encajaban perfectamente en el tema. En total, 54 dobles páginas en las que, además, me he encargado también de los textos y títulos, así que se puede decir que ha sido uno de los encargos más personales que he llevado a cabo.


No todas son imágenes espectaculares, y por supuesto no todas llegan al mismo nivel gráfico o conceptual, porque hay algunas en las que, literalmente, me he venido arriba y hasta he planteado algunas cuestiones polémicas (como la técnica natatoria de triceratops), pero incluso las menos llamativas tienen una calidad razonable y se integran perfectamente con la idea tras este proyecto: mostrar vida.



Y, finalmente, un encargo que se ha convertido en mi proyecto más grande hasta la fecha: el trabajo de ilustración para la renovación del MUPA de Castilla la Mancha, en Cuenca. Un fangal que me propuso Patxi Ortega y al que salté de cabeza sin pensar mucho en las consecuencias. He llevado a cabo un total de 109 lápices y 17 paneles a todo color, algunos de hasta 4 metros de longitud, amén de algún material de mi archivo para complementar algunas secciones



Lo confieso: HE DISFRUTADO. Ha sido agotador, ha habido semanas en las que no lograba dormir más allá de 5 o 6 horas diarias, he estado a punto de rendirme en alguna ocasión, y he gozado del placer de los lápices como hacía años que no lo sentía. Y el resultado supera mis expectativas, porque desde que puse el primer papel sobre la mesa hasta el final (bueno, en realidad todavía estamos preparando algunos bocetos adicionales) he dado un salto magnífico de nivel. Después de todo, a dibujar se aprende dibujando



Como remate, hace unas semanas nos dimos el placer de visitar el museo: fue un subidón, ir viendo mi trabajo en conjunto y en contexto, y disfrutarlo con mis personas queridas. Y ponernos ciegos de morteruelo. Y hacer un poco el ganso, que eso también da gustito



En resumen, este, probablemente, ha sido mi mejor año a nivel profesional, y, lo que es mejor, me ha dejado con muchas ganas de seguir mejorando y aprendiendo. Con las manos calientes, por así decirlo. También muy cansado: el desgaste ha sido muy fuerte, pero esta vez lo he notado mucho menos porque mi ánimo ha acompañado y, además, mi maravillosa y extraña familia ha estado conmigo casi en cada momento, asegurándose de que comiera a mis horas y me recuperara en los momentos más duros (esa semana perdidos en el desierto entre cientos de locos amables fue crucial, Marisol)


Y allá vamos ya en pleno 2018. No sé qué me traerán los próximos meses: puede que sean tranquilos, sin megaproyectos apelotonándose en mi mesa, y pueda aprovechar para practicar, mejorar y aprender (de hecho es lo que llevo haciendo desde hace unas semanas) O puede que de pronto me entre otro alud de trabajo desde el cuaternario, el terciario, el mesozoico, el pérmico... la verdad es que me haría ilusión meterle mano a la explosión cámbrica.


Entretanto, voy a organizar un sketchbook con todo el material que he ido sacando  y un minivideo 3D para vender mis hermosos jabalíiiiiiies en tierras de bárbaros. Y aquí os dejo de momento, posando ante mis titanosaurias rechulas, ocupadas en dejar rastros fósiles para que los paleoartistas sigamos exprimiéndonos el magin y soñando con un mundo perdido, pero muy cercano









viernes, 21 de marzo de 2014

UNA NOCHE... hace 120000 años


Cuando observo un cuadro, como NightHawks de Hopper, por ejemplo, no puedo evitar preguntarme qué sucede, cómo y porqué han llegado esas personas ahí, y qué pasará cuando yo me marche. A veces, cuando hago una ilustración, sobre todo si es narrativa, me hago las mismas preguntas. Y así fue cuando hice la mujer neandertal y el oso para la agencia SINC. Cuando me propusieron el tema enseguida vi la imagen en mi cabeza, y a medida que tomaba forma en la pantalla llegaron las preguntas ¿porqué? ¿porqué están aquí, si ambos parecen desear estar en cualquier otro lado? ¿cómo ha sucedido? y, lo más importante ¿cómo va a terminar?

Esta es la historia de esa noche. Tal y como la vi en mi cabeza. Y antes, tratad de imaginar ese mundo, aparentemente el nuestro, pero muy diferente. Un mundo duro, sin segundas oportunidades. Donde, al amanecer, no sabes si vivirás para ver otro.

Ahora, acercaos a la mujer que duerme en la cueva. Entrad y sentidla.

Descansas. Lo necesitas. El fuego aún arde vivo, en unas horas serán brasas pero seguirán dando calor. También calentarán a la niña, que nació hace cinco inviernos, y duerme acurrucada contra ti, abrazando a su hermano, de dos. La hoguera les mantiene cálidos, pero prefieren tu calor al del fuego, les hace sentir que todo va bien.

Tal vez haya algún anciano con vosotros, reposando sus huesos doloridos, y algun adulto más. O no, tal vez estás sola, quizás te apartaste del grupo, o el resto está fuera y tú te quedaste para cuidar y proteger a los pequeños. Sea como sea eres tú quien despierta al oír un ruido apagado... abres los ojos...

... el fuego siluetea la masa parda que tapa la entrada y se acerca en silencio, recelosa de la luz que hace brillar sus pupilas, y sus colmillos. Recelosa pero hambrienta...

¿Gritarás pidiendo ayuda? Tal vez no hay nadie. Y aunque no estés sola, no puedes esperar, la bestia está cerca...

¿Huir? ¿A dónde? Su cuerpo está entre la entrada y vosotros ¿hacia el fondo de la cueva? ¿donde podrá atraparte más fácilmente? ¿y los niños?... los niños... no puedes pensar más. Si sigues pensando el miedo te paralizará y estarás muerta...

No más pensar: luchar. Aferras uno de los tizones que arden a tu lado, y la lanza, que nunca apartas, y saltas hacia él, cortándole el paso.

El oso se frena en seco, no lo esperaba. La presa se ha revuelto y de pronto la luz arde en su cara. Huele su propia piel chamuscada, los pelos de su nariz quemados, y ruge furioso mientras manotea, cegado por un instante. Y tú también gritas: le desafías.

Vuestras voces despiertan a los demás. Si hay adultos, cogerán sus armas y correrán a tu lado. Si estás sola, los niños se refugiarán tras de ti. Sea como sea, no miras atrás: si apartas tus ojos de los suyos, si no sostienes su mirada, todo habrá acabado.

Lanzas un nuevo golpe con la tea, porque el fuego es tu segunda mejor arma. Y golpeas con la punta afilada y endurecida al fuego, porque la lanza es tu tercera mejor arma.

Y das otro paso adelante, porque tú eres tu mejor arma, la única que cuenta. Eres lo que se interpone entre la vida y la muerte.

¿Como termina? No lo sabemos. Hay dos finales. Si el oso está muy hambriento, o muy desesperado, se abalanzará. Y no habrá tiempo para pensar, sólo para poner la rodilla en tierra, apoyar la base de la lanza en el suelo y sostenerla con todo lo que te quede...

Y uno de los dos morirá. O los dos.

Pero si no es así, si el miedo al fuego y el dolor de las heridas son más fuertes que el hambre, el oso retrocederá poco a poco. Furioso, a regañadientes, rugiendo su indignación, porque tiene orgullo, orgullo de oso. Pero, orgulloso o no, sabe que la cosa va mal. Él es más grande, más duro, más fuerte, su boca y sus zarpas están llenas de muerte... pero sabe que no vas a rendirte, y él se juega una comida, pero tú te juegas la vida...

Nadie quiere morir, ni siquiera un oso viejo y hambriento, y ya no quiere comer, sólo salir de una vez de ese atolladero, para buscar una presa menos difícil. Y cuando llega a la salida, gira y se marcha, quizás aguijoneado por un último lanzazo en el trasero, que recibirá un rugido atroz por respuesta. Pero se va. Temblando de ira, y pagando su frustración con todo lo que se encuentre por el camino, sean piedras, plantas o animales. Ay de quien se cruce con él en este momento.

Esperas ante la entrada, la lanza en ristre, inmóvil, hasta que le oyes alejarse, y sabes que no volverá. Y te dejas caer de rodillas, agotada, sintiendo de pronto como late tu pecho

...dum dum DUM...

Esta noche NO. Hoy NO

Y tiemblas, ya puedes permitirte temblar mientras abrazas a los tuyos. Habrá otro amanecer. Viviréis.

Y el oso vivirá. La furia acabará apagandose, encontrará algo que comer y seguirá su camino para vivir otro día, otra luna, otro invierno... pronto sólo serás un vago recuerdo en su mente.

Pero quizás, un día, huela humo, o el olor de tu gente, y recordará el dolor y las quemaduras, las heridas, la humillación... te recordará.

Y por si acaso, cambiará de camino.

No sabemos cual es la palabra que te define. La nuestra no surgirá hasta dentro de miles de años. Al oso le da lo mismo, para él las palabras no existen, pero, mientras recula y se aleja, igual que hace ahora, te maldecirá, y maldecirá, con sus pensamientos de oso, la noche en que creyó haber encontrado una comida fácil...

... y despertó a una mujer

domingo, 10 de junio de 2012

¿QUÉ SABEMOS DEL PASADO? Escepticismo y paleontología (y III)


Suele debatirse si el T-rex  era carroñero o cazador. El león, que tenemos entronizado como señor de la caza, es un holgazán nato, y siempre preferirá darse un banquete de carroña gratuita antes que correr tras una presa viva. La hiena manchada, que la gente señala como carroñero por excelencia, es un cazador muy eficaz, y es mas normal que los leones le roben la caza a las hienas que a la inversa. Si no podemos separar con claridad ambos modos de vida en animales vivos ¿cómo vamos a hacerlo en criaturas extinguidas hace millones de años? 

Aquí tenemos  otro titular bien llamativo: predador prehistórico comía a sus presas vivas. Primero, una afirmación así no resulta novedosa: cientos de predadores modernos hacen eso, empezando por las ballenas y acabando por las avispas. Además el que su mandíbula permitiría a este animal arrancar grandes trozos de carne a su víctima, no implica que ésta siguiera con vida durante el proceso. Por supuesto vende más la idea del monstruo descuartizando en vida al aterrado herbívoro, pero ni es algo sorprendente, ni un hecho probado.

Si nos alejamos más atrás, las deducciones se vuelven muy peregrinas, porque trabajamos con criaturas tan ajenas a nosotros que podrían pasar por extraterrestres. Hablar de anomalocaris como terrorífico mónstruo depredadormateria de pesadillas parece muy exagerado, más cuando la noticia es el análisis de su estructura ocular. Como mínimo, creo que deberían usarse adjetivos un poco más sosegados, sobre todo porque un estudio casi paralelo sobre la boca de este animal viene a concluir que no sabemos realmente cómo se alimentaba. 


Tenemos la cuestión del aspecto visual de los animales extintos. A priori, una buena reconstrucción se ajustará a la información disponible en el registro fósil, y será más fiable cuanto más detallado sea éste. Una vez más, es más fácil recrear un animal si está más cerca de nosotros. A veces incluso contamos con información de primera mano Como la que nos ofrecen las pinturas rupestres, que nos indican que megaceros tenía una marca de color en la espalda, o que los leones de las cavernas carecían de melena. Hace poco, por añadir otro ejemplo, se ha averiguado que las pinturas de caballos salvajes cubiertos de manchas son sorprendentemente exactas en ese aspecto.

Pero cuando más nos adentramos en el pasado la información a nuestra disposición se vuelve menos detallada y empiezan a entrar en juego varios factores subjetivos, empezando por las modas. Los velociraptores, por ejemplo, suelen ser representados como seres feroces, siempre en actitud sanguinaria, por no decir de psicópatas. Sin embargo es posible interpretarlos como animales mucho más reposados y, a mi modo de ver, más naturales, como en este boceto. Ambas recreaciones se atienen a los datos disponibles, las diferencias se deben a una simple elección personal. En la otra imagen tenemos un dinosaurio aviano, Anchiornis. Tanto el agresivo monstruito dentudo  como el pajarote de aspecto feliz se basan en los mismos datos anatómicos, pero me decanto mucho más por la criatura relajada. 

Puede parecer que los paleoartistas nos inventamos las cosas: no es así, pero es inevitable que te veas influido por las ideas en boga, y que incorpores elementos que, a su modo, son ideológicos antes que estrictamente científicos. Por ejemplo, sigue siendo muy normal representar a los primeros humanos modernos con piel clara, como en esta soberbia imagen de Burian. Sin embargo nuestra especie nació en África y lo lógico sería que nuestros antepasados tuvieran la piel oscura. Esto se debe a un prejuicio heredado del siglo XIX, cuando se presuponía que los hombres blancos eran la cumbre de la evolución.

Hay veces que los detalles obedecen a puras decisiones estéticas, como en mi recreación de una pareja de neandertales: el pelo claro de la mujer fue una elección personal, simplemente quise darle un aire más actual, y no había ningún motivo para suponer que no tuvieran ese color de pelo. Pocos días después National Geographic publicó un estudio sobre la presencia de cabello pelirrojo en neandertales. Hubo quien pensó que yo había accedido a esa información antes de ser publicada, pero fue una simple casualidad, como digo, la elección del pelo fue totalmente subjetiva.

Como norma básica debemos recordar siempre que, en condiciones normales, la piel o el color no se conservan, y la mayoría de los restos  se limitan a esqueletos u otras partes duras. Lo mismo sucede con las plumas, la estructura de las escamas, las crestas de tejido blando... Un caso como el de Anchiornis, en el que la fosilización ha preservado no sólo el plumaje, sino indicios de su patrón de colores, es tan excepcional que casi parece un milagro. Lo usual es interpretar esos elementos en base a evidencias mucho menores, o por pura intuición. 

Resumiendo un poco todo lo dicho, a la hora de valorar una información paleontológica debemos  recordar que lo que se nos dice puede tener diferentes grados de veracidad, en función de la información realmente aportada por los hallazgos. 

La datación temporal en principio debe aceptarse: los métodos empleados son fiables y contrastados, siempre dentro de unos márgenes de error aceptables
La identificación de los restos igualmente debe considerarse válida siempre y cuando hayan pasado por el proceso estándar de publicación, es decir, la revisión por pares.
Los parentescos con otras especies modernas o extintas pueden verificarse hasta un cierto punto: podemos establecer con bastante seguridad la filiación de una especie, pero no podemos afirmar que sea exactamente  un ancestro directo ni un descendiente. En ese sentido es preferible usar cladogramas antes que arboles evolutivos.
Todo lo referente al comportamiento debe analizarse con precaución. Algunos fósiles incluyen detalles muy concretos de la vida de una criatura, otras características pueden extrapolarse con razonable seguridad, pero algunas afirmaciones sobre el caracter o los hábitos de los seres extintos son puramente especulativos, incluso gratuitos.
En cuanto al aspecto físico, en principio, debemos considerar que las reconstrucciones son acertadas, pero dentro de un mismo abanico de datos podemos encontrarnos reconstrucciones muy diferentes e igualmente válidasno debemos olvidar que incluso los mejores paleoreconstructores tienen sus propios gustos y costumbres a la hora de trabajar, y algunas cuestiones van un poco con la moda.

Y eso es todo. Espero no haberos aburrido y, si en algo ayuda lo dicho a mejorar nuestro  ojo crítico a la hora de evaluar una información, podré darme con una piedra en la boca.

domingo, 3 de junio de 2012

¿QUÉ SABEMOS DEL PASADO? Escepticismo y paleontología (II)



Los hábitos de una especie extinguida son muy difíciles de estudiar. Hay ocasiones en que la conducta, o al menos partes de la conducta, fosilizan. Las icnitas (huellas fósiles) nos hablan de los patrones de desplazamiento de los animales (si formaban o no grupos, si sus pistas se cruzaban o iban paralelas, si las manadas tenían ejemplares de diferentes edades…). La dentadura, los gastrolitos (piedras de digestión, como en las mollejas de las aves), los coprolitos (ñordos fósiles) y los restos del contenido estomacal nos permiten averiguar cosas sobre la dieta  y los modos alimentarios. Las zonas de puesta y nidificación permiten deducir datos sobre la reproducción. A veces se cometen errores: Oviraptor fue encontrado cerca de unos huevos fósiles y se supuso que los estaba robando, de ahí su nombre. Durante décadas se le representó mangando en nidos ajenos, pero fósiles posteriores demostraron que esos primeros restos correspondían a una madre que murió defendiendo su nidada. El nombre, tan injusto, ya no se puede cambiar, pero sí ha cambiado el modo de representarlo, o al menos yo lo intento (como puede verse en la imagen que abre este post)

Hay fósiles realmente extraordinarios, como los ictiosaurios que murieron pariendo a sus crías, lo que señala su ovoviviparismo; el de los dinosaurios combatientes del Gobi, gracias al cual sabemos que velociraptor (que pese a las exageraciones del cine no pesaba más allá de 20 o 30 kilos)  era en cualquier caso un animal capaz de matar, y protoceratops, apodado la oveja del cretácico, no era ni mucho menos una presa indefensa. O Meilong, cuyo cadáver nos habla de comportamientos avianos en el cretácico inferior.

La anatomía nos permite deducir cosas sobre el comportamiento, como las posibilidades de movimiento o la capacidad de visión. La posición de los ojos nos dirá si podían ver de forma binocular, el tamaño de las cuencas está directamente relacionado con la capacidad de ver por la noche o en aguas profundas…Otros elementos de su esqueleto indican si el animal luchaba de forma activa (cornamenta, garras…) o se defendían de forma pasiva (armaduras, puas, mazas…) Los huesos pueden ser analizados de forma forense y hablarnos de de la vida que llevaría un ejemplar concreto, como en el sorprendente caso de The Big Al.

Podemos inferir algunos datos de forma indirecta. Aquí podemos ver a homotherium, un sable europeo. Es un gran felino, de un tamaño parecido al de una leona, así que recrear su anatomía no supone un problema, más allá de adaptar sus movimientos a unas proporciones diferentes, con predominancia de los brazos sobre las piernas. Lo interesante está en que el análisis de su mandíbula* y sus dientes permiten establecer una hipótesis razonable sobre el modo en que estos animales mataban a sus presas, pese a que hoy en día ningún carnívoro presenta estas adaptaciones.
 
Hemos visto extrapolaciones y deducciones razonables. Más allá nos metemos en la especulación con escasa o ninguna base.  Cuando un autor nos dice que T-rex era un audaz cazador, o un perezoso carroñero,  que los ictiosaurios temían adentrarse en aguas abiertas por miedo a los grandes liopleurodones o que los velociraptores se comunicaban con elaborados sonidos, está elucubrando sin pruebas : el registro fósil no nos dice nada acerca de la actitud de un animal, o sus temores, mucho menos respecto a sus sonidos, si era cariñoso con su prole o simplemente la toleraba cerca. De hecho a veces te encuentras con planteamientos que son contrarios a la evidencia fósil, como en Jurassic Park 3, donde el espinosaurio es presentado como un feroz matador de tiranosaurios, cuando su mandíbula le señala como un pescador al acecho.

No hace mucho salió a la palestra el hallazgo de un Cavernícola homosexual. La sexualidad del difunto se establecía porque se le colocó sobre el lado izquierdo, cuando los hombres eran enterrados sobre el derecho. Se extrapoló la orientación sexual de un individuo del modo en el que fue enterrado,  ya que si se le puso en posición femenina, este esqueleto debía ser de un hombre homosexual. Y algunos textos iban más allá, hablando de travestismo o transgénero. Como mínimo es una afirmación arriesgada, y más cuando no siempre es posible determinar el sexo de una persona en base exclusivamente a su esqueleto. A todo esto ¿Un cavernícola? Hablamos de una cultura agraria de hace unos 5000 años que, como se ve en las fotos del enterramiento, ya hacían objetos de cerámica, así que el término cavernícola** está pésimamente elegido.
 

* Este boestudio fue dibujado por Mauricio Antón, uno de los mejores paleoartistas del mundo, y un reconocido experto en felinos extinguidos.

**Gracias al Paleofreak por llamar mi atención sobre esta curiosa noticia

sábado, 26 de mayo de 2012

¿QUÉ SABEMOS DEL PASADO? Escepticismo y paleontología (I)



(Lo que sigue es un resumen de la charla que di en la eskepticamp de Madrid a finales de enero. Esperaba poder enlazar el video de mi presentación, pero debido a problemas técnicos parece que la mayor parte de las grabaciones de ese día se han perdido. Mis disculpas)

De cuando en cuando la prensa y los telediarios nos sorprenden con noticias sobre paleontología. Estas pinceladas suelen centrarse en tres tipos de criaturas: la fauna de megamamíferos del pleistoceno, los dinosaurios (ahí suelen meterse a capón los grandes reptiles voladores y marinos  del mesozoico) y los homínidos. Lo normal es encontrarnos con  titulares llamativos y contundentes.

Leyendo afirmaciones como las que podemos ver en las imágenes, resulta sorprendente cuanta información puede obtenerse a partir de unos huesos ¿verdad? Casi parece que la reconstrucción del pasado fuera una ciencia exacta. Pero una mente escéptica debería siempre plantearse qué hay de verdad tras una información llamativa. Es decir, cuando leemos aseveraciones precisas y detalladas sobre criaturas desaparecidas hace millones de años lo lógico es plantearnos plantearnos ¿es posible obtener esa información de las evidencias disponibles. Dicho de otro modo ¿Puede la paleontología obtener esos datos?

Una información errónea o exagerada puede partir de los propios investigadores. A veces el afán por presentar un descubrimiento lleva a lanzar las campanas al vuelo con demasiado enfasis. No hay que olvidar que las subvenciones para investigación son escasas, y la publicación de un hallazgo muy espectacular es un modo de conseguir la atención de los patrocinadores.

No obstante, la mayoría de los errores se deben a la asombrosa falta de criterio de los medios de comunicación. Un titular tan solemnemente estúpido como el que podemos ver en la noticia de la plesiosauria embarazada sólo puede achacarse al analfabetismo cietífico del redactor, al uso de traductores automáticos, a la inexistencia de un editor competente o, probablemente, a una conjunción de los tres factores.

Vayamos por partes ¿Qué elementos vamos a encontrar en una noticia de este tipo? y ¿qué validez podemos dar a cada uno?


Lo primero escuchamos cuando se produce un descubrimiento es su antigüedad, es decir, su datación. Este es un punto al que se aferraron durante décadas los creacionistas, ya que la identificación de un determinado estrato del terreno se hacía en base a los fósiles que contenía, y la antigüedad de esos fósiles se establecía de acuerdo al estrato en el que se encontraban. Sin embargo los métodos modernos son independientes de la estratificación, ya que se basan en la datación radiométrica. Resumiendo mucho la técnica, si en un objeto localizamos dos isótopos de un mismo átomo, uno de ellos inestable, y conocemos la proporción de estos isótopos en el momento de formarse la muestra, y el periodo de semidesintegración del isótopo inestable (es decir, el tiempo requerido para que el volumen de dicho isótopo se reduzca a la mitad) podremos calcular el tiempo transcurrido midiendo la proporción actual de dichos isótopos.

Hasta los 50000 años usamos la datación en base al C14, y a partir de ahí se emplea la conversión del Potasio40 en Argón, las series de uranio, o la conversión del rubidio 87 en estroncio 87. Estos métodos se solapan entre sí, y con otros métodos, como el del recuento de varvas en zonas de sedimentación lacustre, o de anillos arbóreos, lo que permite calibrar su precisión. Es decir, si tomamos una muestra especifica y la sometemos a diversos sistemas de datación, y los resultados son coherentes, sabremos que los métodos empleados funcionan correctamente.

Visto lo anterior, informaciones como la que vemos en esta captura, referida a supuestas huellas humanas mezcladas con pisadas de estegosaurios, carecen de la más mínima credibilidad. Ningún científico serio buscaría huellas humanas en un estrato cretácico, luego de partida la noticia no lo es, sólo un bulo echado a rodar por la red por algún gracioso malintencionado.

Así pues, siempre que se apliquen correctamente los métodos de datación, la información relativa a la antigüedad de un hallazgo debe considerarse correcta, dentro de los márgenes de fiabilidad de dichos métodos*.

La identificación de los restos es también bastante fiable. Para llevarla a cabo se usa la anatomía comparada, es decir, comparamos los restos encontrados con seres vivos modernos y otras criaturas extintas ya clasificadas, lo que permite establecer con bastante precisión sus relaciones de parentesco. Por supuesto todo depende de lo completos que sean los restos, si son muy reducidos, podríamos llegar a extrapolar demasiado. 

EL año pasado se anunció a bombo y platillo el hallazgo de una niña neandertal en Madrid. En este caso nos encontramos ante un ejemplo de exceso de celo por parte de los científicos, porque lo que se ha encontrado son, exactamente, cuatro dientes de leche. Por supuesto podemos precisar que son dientes humanos, y, dada la datación del hallazgo, sí, lo más probable es que sean de origen neandertal. Pero añadir que se trataba de una niña pelirroja muerta por causas desconocidas mientras sus familiares formaban parte de una expedición de caza, ponerle nombre y hacerle, de paso, un retrato, es, como mínimo, arriesgado**. 

Por otra parte, una cosa es establecer que una criatura extinta es, por ejemplo, un homínido, y otra muy distinta conocer con exactitud su parentesco con otros homínidos. Los medios suelen pecar de entusiasmo, ya que enseguida nos encontramos con titulares del tipo eslabón perdido o antepasado. Lucy, uno de los fósiles más célebres del mundo, suele ser presentada como antepasado de la humanidad moderna. Y esa es una afirmación muy aventurada. Australopitecus aferensis está claramente emparentado con nosotros, pero no podemos saber a ciencia cierta si está directamente en nuestra línea de ancestros. Podemos decir que nuestros antepasados del plioceno serían muy similares a Lucy, pero no podemos afirmar categóricamente que descendamos de ella.

Veamos otro ejemplo más reciente, una noticia que vincula a T-rex con Raptorex, un pequeño tiranosáurido de principios del cretácico. La distancia entre estas dos especies es de nada menos que 60 millones de años. Con una distancia temporal tan abismal, lo único que podemos afirmar es que ambos pertenecen a la misma familia, y eso no es poco, pero de ahí a decir que uno desciende del otro hay mucho camino. Y más cuando raptorex está representado por un único ejemplar, presumiblemente juvenil, y su datación continúa en estudio, ya que el análisis inicial pasó por alto algunos factores.

Por principio, debemos desconfiar de afirmaciones categóricas del tipo desciende de o es antepasado de. Salvo que contemos con restos que incluyan ADN, siempre nos movemos en el campo de las hipótesis, más o menos fundadas, más o menos fiables. Y lo mismo vale para cualquier noticia que incluya el término eslabón perdido***, un concepto victoriano que carece por completo de validez científica y suele ocultar estafas o autoengaños. Amen de animaladas, como las del recorte de la izquierda, donde leemos perlas como mono lemur o la relación del hombre con los mamíferos.



*La gentuza que intenta defender la autenticidad de la síndole de Turín aduciendo a supuestos errores en la datación no sólo no aporta ni una sola prueba de dichos errores, sino que miente descaradamente. Según los sindonólogos y sus acólitos, el creador del método del C14, W. Libby, afirmó que esos análisis no se habían aplicado correctamente en el caso de la Sábana Santa. Dado que Libby murió en 1980, 8 años antes del análisis, está claro que quien afirma semejante cosa demuestra su mala fe.

** Empezando por el hecho de que los dientes de leche caen sin necesidad de que su poseedor muera, luego la presencia de esos dientes no indica necesariamente un enterramiento. Y desde luego sin un análisis genético no es posible determinar el sexo.

*** La presencia en un titular del término eslabón perdido permite evaluar con notable fiabilidad la falta de cultura científica del redactor: cercana a cero.