Mujer iroqués

lunes, 19 de diciembre de 2022

Sentirte. Sentirme

Fue una tarde, en una sesión de terapia. 

Sí, terapia. No era simplemente masaje, había mucho más.

Desde hacía un tiempo, la sesión de shiatsu concluía con un largo abrazo. Sentados el uno frente al otro. Nuestras piernas abiertas, abrazándonos también. Notaste que tenía la piel de los brazos seca y me propusiste darme un poco de aceite. Me pareció bien. Te pedí permiso para hacer lo mismo y ambos nos quitamos la camiseta. Luego nos abrazamos de nuevo. Pero esta vez no había tela entre nosotros y sentí el calor de tu piel en la mía. 

Por primera vez.

Alguna sesión más adelante, estando en la misma situación, abrazados con el torso desnudo, te pedí permiso para tomar tu pecho en mi mano. Me miraste sorprendida pero, por alguna razón, no te sentiste incómoda y me dijiste que sí. O quizás si te sentiste incómoda pero también sentiste curiosidad por saber qué iba a pasar.

Tomé, en efecto, tu pecho izquierdo en mi mano derecha. No lo cogí: lo alcé ligeramente por debajo, con la palma de mi mano. Sentí su peso, su firmeza. Su calor, diferente al de la piel que lo rodea. Su suavidad. Sentí que era hermoso, no estéticamente, ni por su sexualidad. Eran los pechos que habían alimentado a tu hijo. Eran parte de ti, no un adorno o un juguete.

Me sentí un privilegiado. Retiré mi mano con cuidado y te di las gracias. Tú seguías mirándome sorprendida. Lo que yo había hecho no te había incomodado, de hecho te había agradado. Pero te desconcertaba.

Yo también estaba desconcertado. No era capaz de entender porqué te pedí eso, ni porqué aceptaste. Sí sentí que había compartido algo que no conocís previamente.

Mucho tiempo después, más de un año, de hecho, intimamos. En esa primera noche estuvimos horas y horas abrazados, desnudos. Hablando con la voz, pero también con la piel. Sólo eso, hablando. Pero hubo algo antes que me dejó asombrado: nuestro primer beso.

Sin ansia, sin tensión. Rozar apenas nuestros labios, sentir, rozarnos un poco más intensamente, prolongar esa caricia, abrazarnos suavemente, acariciar nuestros rostros el uno al otro mientras el beso seguía tomando forma, sin prisa. 

No sé cuanto tiempo nos besamos, sé que nos miramos y te reíste al leer la sorpresa en mi cara. Y esa noche, mientras hablábamos, nos besamos durante horas.

Hubo otras noches, exploramos un poco más allá, y sentimos que era agradable. Y de nuevo te pedí permiso. Para besar tu sexo. No pusiste cara de sorpresa cuando lo hice. La pusiste después, cuando lo besé. Porque hice eso, exactamente eso: besarlo. No lamerlo, ni acariciarlo ni estimularlo: besarlo. Y besé tu vientre al subir de nuevo a abrazarte. Tu vientre me parecía (y me parece) bellísimo. Y esta vez me sorprendí yo, porque al rozarlo con mis labios, noté un estremecimiento en tu piel. Y al acercar finalmente mi rostro al tuyo leí tu sorpresa y también... reconocimiento.

Hace poco me dijiste, sentí que me venerabas. Y era cierto. 

Esa noche, o una de las siguientes, me pediste tú permiso para besar mi sexo. Y yo también sentí algo sorprendente cuando lo hiciste. Me estabas acariciando con tus labios. Igual que cuando me acariciabas con tus manos, no intentando que me excitase o que eyaculara, sólo acariciándolo.

Un día te pedí permiso para besar tus pechos. Sí. Nos pedimos permiso muy a menudo. En realidad, siempre.

Cuando me dijiste, hazlo con cuidado, procuré cuidarlos. Y recibí una caricia dulcísima en mis labios al besarlos. Con respeto y amor.

Y así hemos transitado, ambos, de sorpresa en sorpresa. descubriéndonos, unas veces con miedo, otras con confianza. Descubriendo tu yo masculino, el mío femenino. Tu pene, mi vulva. Tu risa, la mía. Siempre con cuidado y...

... dulzura.

Incluso en los momentos más intensos, cuando ardemos y rompemos todos los límites que pensábamos que eran inamovibles unos minutos antes. Dulzura incluso en mitad del incendio.

Y preguntando. Pidiendo permiso. Sí, todavía, a día de hoy. Y recordando que no pedimos permiso para escuchar un sí, sino para escuchar una respuesta. Porque un sí es tan válido como un no.

Aunque, en el fondo, creo que siempre hacemos la misma petición, aunque cambien las palabras, las situaciones, las sensaciones, la pregunta siempre es la misma:

Por favor ¿puedo sentirte?


Y la respuesta, sea cual sea, es recibida con un gracias.


domingo, 23 de octubre de 2022

CÓMO SE DIBUJA UN ÁRBOL


A veces tengo ganas de borrarme de las rrss y dejar de perder mi tiempo leyendo a opinólogos, gente insultante, supuestos graciosos, nazis mal disfrazados, terfs y machitos llorones. Entonces, de cuando en cuando, me encuentro con hilos que me recuerdan que lo mejor de las redes es, precisamente, la oportunidad de rozar a personas que aportan y te hacen un poquito más rico de lo que eras un instante antes.

María Sender es una de esas personas, y hace poco me emocionó con un texto a quemarropa, inesperado. Con su permiso (gracias, María) quiero compartirlo aquí con mis lectoras (plural genérico, sé que, de siempre, este ha sido un blog con mucho más público femenino que masculino)

Y ya me callo y cedo la palabra.



CÓMO SE DIBUJA UN ÁRBOL


Tuve una compañera que siempre les decía a los niños:

Un árbol es como una piruleta.

Un árbol es un palito marrón y una redonda verde.

Si quieres, le puedes hacer redonditas rojas y serán manzanas.

Pero así no se dibuja un árbol.


Un árbol tiene tronco y ramas, hojas y raíces, flores y frutos. 

El tronco es la columna que sostiene al árbol. Su cuerpo, joven y flexible, viejo y retorcido por los siglos. El tronco tiene marcas y heridas, agujeros que son nidos y madrigueras.

Las ramas brotan del tronco y son los dedos del árbol que quieren tocar el cielo y el viento y acariciar las plumas de los pájaros. 

Las hojas cubren las ramas. Son verdes, grandes, ovaladas. Son delgadas como agujas. Son marrones, rojas, amarillas, naranjas, púrpura. 👇


A veces no son.


Las raíces no se ven, pero están, y sin ellas no hay árbol. A veces asoman como dragones dormidos. Otras veces se esconden como lombrices bajo el suelo.


También hay flores y frutos. Y animales que se alimentan de los frutos. Pájaros, insectos, criaturas de ojos brillantes que te miran desde arriba.

Un árbol es sombra y refugio. Es frescor, y aire, y sustento.

Un árbol está hecho de historias, de años y de savia. 

El árbol puede estar en el bosque, o en un agujero en la acera, o en la plaza que hay el centro del pueblo, donde se reúnen los viejos para recordar y los jóvenes para crear recuerdos.


Los gatos se suben a los árboles.

También las ardillas.

Y las hadas.

Y los cuentos.

A veces una mujer se sienta a la sombra del árbol y recolecta las historias que cuelgan de sus ramas, y a cambio le deja las suyas.

La mujer tiene el pelo blanco, la mayoría de las veces. 

La siguen los niños y los gatos que se suben a las ramas.

A veces no.


A veces el árbol está solo. Aunque nunca está solo. Se cuenta los cuentos a si mismo mientras espera, y las ardillas, los gatos, los pájaros y los insectos le escuchan sin hacer ruido y luego se comen la fruta y reparten las historias.

Un árbol es historias.

Un árbol es vida.


Así sí.

Así es como se dibuja un árbol.

María Sender

miércoles, 19 de octubre de 2022

ME APETECE QUEJARME UN POCO (un poco mucho)


Sé que me voy a meter en un jardín, pero allá voy: ESTOY HASTA EL ORTO DE LAS BANDERITAS A LA MEDIDA PARA ORIENTACIONES SEXUALES Y AFECTIVAS

Si se eligió la bandera arco iris para el movimiento LGTB fue porque el arco iris abarca TODOS los colores. Simboliza todas las opciones, y lo simboliza correctamente. Es cierto que además tenía un significado new age, ya sabeis, el amarillo es el sol, el rojo la vida, el morado el espíritu... y eso hoy en día ya se ha perdido (afortunadamente, a ver si ya vamos sacándonos de encima todas las herencias chorras de ese movimiento pijipi)

En cualquier caso, insisto, el arco iris representa TODO, por eso es un símbolo magnífico, elegante y muy agradable de ver. En buena lógica, si representa todos los colores, todo el mundo está incluido ahí, sea cual sea su opción/elección/tendencia/diversidad. Pero no, desde hace más o menos una década y media tooooooooodo el mundo quiere tener su propia bandera.

Y la razón, al parecer, es que nadie se siente adecuadamente representado al 100%. Según algunas personas, eso es debido a que la comunidad gay masculina se ha apoderado de ese símblo y ahora sólo les representa a ellos. Pues mira, NO. 

Evidentemente, la lucha por los derechos de la gente gay ha sido la más visible desde los 70, pero eso no significa que la bandera arcoiris pertenezca a ese movimiento. Y si alguien se cree con derecho a quedársela, lo mejor que se puede hacer con esa persona es reírse en su putera cara (de hecho incluso hubo un juicio cuando alguien quiso exigir la posesión de los derechos sobre la bandera arcoiris, Y PERDIÓ)

Así que no, el arcoiris no representa a la comunidad gay masculina en exclusiva, aunque ellos hayan sido los más visibles y el orgullo gay, en demasiados sitios (Madrid, por ejemplo) se haya convertido en una fiesta de exhibición de señores con dinero y gym.

Entonces ¿porqué ese afán en buscar representación exclusiva para cada tendencia? Pues, desde mi punto de vista (que puede ser erróneo) porque, al parecer, aquí se trata de demostrar que se es más especial y se está más oprimido que el otro. Y, por supuesto, da igual qué categoría quieras representar, esa también se subdividirá porque EH, QUE YO ESTOY MÁS OPRIMIDO QUE TÚ

Y sí, estoy mirando a los pansexuales, mejor dicho, pijobis. Esa gente que se considera oprimida si se les dice que son bisexuales porque ellos aman más allá del género y no más alla del sexo, o algo así (nunca he visto que nadie diera una explicación coherente, quizás sea porque la mayor parte de la gente pansexual que he visto en redes se caracterizaba por ser, oh sorpresa, pijos niños de papá)

A esa gente taaaaaannnnn oprimida y sufridora porque al parecer no respetan sus matices dialécticos (bueno, no creo que sepan lo que es la dialéctica, pero aceptamos pulpo por animal de compañía) sólo puedo decirles ANDA Y QUE TE FOLLEN MAL, POCO Y DE MALA GANA.

Pero, volviendo a las banderas, inevitablemente, la más patética tenía que ser la del poliamor, QUE PARECE UN SOBRANTE DE REPÚBLICA EXOVIÉTICA

No, no voy a enlazarla aquí, porque cualquiera de sus versiones (que no hay acuerdo ni en cual es la buena) es HORRENDA.

Y me la pela muy fuerte lo que diga ningún gurú de mierda. 

_ A: NO NECESITO UNA BANDERA POLI

_ B: NADIE ME HA CONSULTADO SOBRE EL DISEÑO

_ C: DE HECHO YO NO VOTÉ A NADIE PARA QUE DISEÑARA UNA MIERDA NI DECIDIERA POR MÍ


Y ya tener los güevazos de decir que estás oprimido por ser poli... sí, es una mierrrrrrrda no poder tener una relación legal con mi otra pareja y tener que buscar maneras laterales de vincularnos o de encontrar atajos para poder proteger a los menores, pero a mi nadie me ha dado una paliza ni me han perseguido por la calle ni me han echado de un trabajo ni he sido repudiado por mi familia por ser poliamoroso, así que mi situación no es buena, pero no creo que se pueda hablar de opresión, si lo comparamos con otras opresiones mucho más graves. Y, realmente, el cambio legal que se necesitaría para cubrir nuestras reivindicaciones es muy pequeño, sólo haría falta buena voluntad política. 

Y dar ejemplo, sacarlo a la luz más allá de la anécdota de le famose de turno, la noticia con clickbait o la película topica del jiji y el jaja. Demostrar que es real y SE PUEDE. 

La cuestión es que nadie me mira mal, nadie me señala por la calle, si acaso piensan que estoy mal de la azotea pero hasta mi madre a sus 86 católicos y conservadores años ha querido conocer a Eva, joder.

Por supuesto, ayuda mucho el hecho de que soy hombre, si fuera mujer dirían MIRA QUÉ PUTA.

Pero, amigo, eso no es opresión por ser poliamorosa, eso es POR SER MUJER, luego no hace falta una bandera poliamorosa femenina SINO UNA BANDERA MORADA MUY GRANDE Y MÁS APOYO A LA LUCHA FEMINISTA INCLUSIVA, LA QUE NO DEJA FUERA A NINGUNA MUJER, CIS O TRANS.

En fin, exigir mi exclusiva parcelita que me represente bien a mi y sólo a mi porque "yo yo yo yo yo soy más especial que tú" sirve exactamente para NADA. Es atomizar cualquier reivindicación. Es esa cantinela de "yo no voto a tal partido porque no me representa al 100%"

No necesito mi bandera personalizada, ni camisetas ni merchandising exclusivo de mi orientación o elección. Me siento perfectamente representado por la bandera arcoiris, y además me gusta PORQUE ES PRECIOSA.

Es que, de verdad, MENUDOS HORRORES ESTÉTICOS QUE HAY POR AHÍ

Es que como el mensaje monogamo habla de la media naranja, yo creo que nuestro símbolo como poliamorosos debe ser un racimo de uvas.

¿PERO TÚ TE HAS OIDO BIEN, MAJADERO? ¿Y PORQUÉ NO UNA MACEDONIA, O YA PUESTOS UNA JARRA DE SANGRÍA, RAMPANTE SOBRE CAMPO DE LISES?

Y luego tenemos el otro lado, el de los bienintencionados que quieren actualizar la bandera arcoiris porque así todo el mundo podrá incluirse.

Hemos añadido el triangulo con la raya marron para incluir la lucha racial. De acuerdo, entiendo la buena intención, pero a ver cuanto tarda en salir alguien diciendo que ese color no representa a la comunidad nativo americana o a la sinoespañola y exija otra raya color siena tostado. O una franja extra de azul cobalto porque patatitas. Porque si añades más colores, al final la única opción es añadirlos TODOS

Y así, donde había un símbolo conceptualmente universal (INSISTO, EL ARCO IRIS SIMBOLIZA  TODOS LOS COLORES, Y SOLO NECESITA 6 FRANJAS PORQUE ES UN SÍMBOLO, NO UNA FOTO REALISTA DEL ESPECTRO VISIBLE) tenemos un mar de banderitas diminutas y peleadas o un catálogo pantone de 10000 rayitas.

Y hasta aquí mi desahogo de señor mayor, protestón y viejuno, porque no veo solución. Por desgracia, buena parte de la falta de eficacia de los movimientos sociales se debe, precisamente, a que el sistema se sostiene atomizándonos, y repitiendo la idea de que lo importante es el individuo y no la colectividad.

Gracias por asistir a mi tedtalk quejica. Besos a todes (si es que aceptáis y deseáis ese beso)



domingo, 28 de agosto de 2022

VA DE VIÑETAS: Te odio muy fuerte, Walter



La primera vez que vi un comic de Walter Simonson no me llamó demasiado la atención. Era un album de la colección Epic, llamado StarSlammers. Ciencia ficción ochentera sin mucho fondo, con bastantes topicazos. El dibujo era razonable, con trazos potentes, pero no iba mucho más allá de correcto. El guion funcionaba y dejaba un final abierto que tampoco me llamó mucho la atención. O sea, de haber sacado un segundo álbum seguramente lo habría ojeado, pero no me mataba.


El caso es que el apellido Simonson me sonaba, y al final recordé que había sido el autor del comic de la película Alien, el 8º pasajero. Tampoco me llamó mucho, quiero decir, en esos años era usual, las pelis salían con su tebeo y en general era la marvel la que lo editaba. No dejaba de ser un formato cómodo y, si la peli te había gustado y el tebeo estaba bien dibujado (y este lo estaba) pues te lo pillabas.

No le di más importancia hasta que, años después, me dio por  los tebeos de mutantes. En los 80 no me interesaron, pero en los 90 me aficioné, e hice abundantes expediciones al Rastro y tiendas de segunda mano. Yo había leído algunos Patrulla X de la vieja Vértice así que los personajes me eran familiares, peor no me enganché de verdad hasta que vi el prestige de Chris Claremont y Alan Davis de Excalibur. Seguí Excalibur, y como esa serie arrancaba de un momento muy concreto de la Patrulla X (La Caída de los Mutantes) y se embarcaba en un crossover con las demás colecciones X (Inferno) empecé a buscar esas series. Así llegué a Factor X.

Allí me encontré de nuevo con Simonson. Su estilo había madurado , se había vuelto más suelto, pero manteniendo esos trazos enérgicos. Los personajes estaban bien definidos, las figuras tenían un gran dinamismo y, donde otros autores se dedicaban a llenarlo todo de detallitos innecesarios (cuando un dibujante no sabe dibujar, hace muchas rallitas para disimularlo) él era austero, a veces esquemático. Los guiones (de su pareja, Louise Simonson) eran correctos, muy en la línea de lo que hacía Claremont, aunque sin tantas complicaciones (Claremont, para mi gusto, dejaba siempre demasiados hilos sin cerrar) En resumen: me moló

Leyendo FactorX llegué a La Masacre Mutante, otro crossover de las colecciones X, y en esa historia aparecía Thor. Me dije, vaya, parece que el personaje está cambiado respecto a lo que recuerdo. Y la siguiente vez que me fui de compras de segunda mano, busqué algun número de Thor que coincidiera con ese momento. 

Y me estalló la cabeza.

Simonson cogió Mighty Thor, a los lápices y al guion, e hizo la saga más apabullante, fantástica, potente, locomotora, épica, y divertida que yo había visto nunca en el comic de pijamas y capas. En el primer número, una galaxia se convertía en un pedazo de materia hirviente y la ponían sobre un yunque. Y el primer martillazo sonaba DOOM. Uno de los siguientes números se llamaba RAGNAROCK & ROLL. Aparecía Billy Rayos Beta, la Encantadora puteaba al pobre Skurge, Loki era más Loki que nunca, la 82ª Aerotransportada se unía a los guerreros del Valhalla para hacer frente a una invasión demoníaca, Sutur destruía el Bifrost, Loki, Thor y Odin luchaban codo con codo, los asgardianos se enfrentaron a Hela, Loki convirtió en rana a Thor...

SÍ, ESA COÑA QUE HACÍA LOKI EN LA PELI SUCEDIÓ DE VERDAD, EXISTIÓ LA PODEROSA RANA DEL TRUENO

Cada vez que conseguía otro número me faltaba gritar QUIERO MÁS DE ESTA MIERDA, NECESITO OTRA DOSIS Hasta que llegó el metachute, y Thor se enfrentó a la Serpiente. Y Simonson lo narró en splashpages que te permitían creer que Jormungand de verdad abarcaba el mundo. Y el combate se narró de acuerdo al texto de las Eddas.Y WALTER SIMONSON FUE CAPAZ DE DIBUJAR EL SONIDO

Y me rendí a sus pies. Ese día supe que Simonson era un puto dios de los lápices, y sentí ganas de amputarme las manos para no volver a fingir que era un dibujante.

O sea ¿cómo explicar lo que hace ese cabrón con apenas dos rayas? Y no se trata solo de cómo dibuja, sino de cómo narra. Como juega con los planos, como crea la atmósfera, como acumula la tensión y como, finalmente, la deja estallar. 

Y si fueran solo los dibujos, aún podría aceptarlo, o sea, vale, eres un dibujante de la leche PERO LOS GUIONES, OH, JODER, LOS GUIONES. Simonson cogió la mitología nórdica y la volvió como un calcetín para darnos al Thor más increíble en la historia más apabullante. 

Y eso es injusto, un sólo autor no debería acumular tantas cosas buenas. 

DEJA ALGO PARA LOS DEMÁS, PUTO SIMONSON

Podríais decir, bueno, pero a lo mejor ese fue su gran momento y ya, su chispazo de genialidad aislada. Pero no. Porque años después me lo encontré en una etapa de los 4F (en la que, por cierto, también participaba Thor) y ahí lucía bien alto, en los lápices, en los diálogos, en los guiones... nunca olvidaré cuando La Cosa acude a los vengadores a pedir refuerzos y...

_ No importa cuan lejos nos lleve la aventura, has de saber, Oh, Ben Grimm, que el poderoso brazo del Dios del Trueno estará a tu lado en la batalla
_ Rubito, me muero de ganas de oíros hablar juntos a ti y al estirado

Y, para rematar esa pasada de etapa, Simonson se marcó un combate en el tiempo en el que el lector se encontraba la línea temporal alterada a lo largo de todo el número, empezando por la cover.

En fin, el círculo se cierra. Lo último que me dio por comprar de Simonson, y ya ha llovido desde entonces, fue una miniserie que editó por su cuenta llamada... Star Slammers. Y en vez de coger y continuar donde dejó aquel final abierto, allá en los 80, el muy mamon nos contó una historia brutal siglos después, con un Slammer solitario, una guerrera geneticamente mejorada, unos guardaespaldas cachas y un mentat aficionado a los videojuegos desmontando una conjura contra el Imperio Galáctico. Y un ritmo, una narración, unos diálogos, UNA MARCHA... 

No he vuelto a leer nada suyo desde entonces, porque la vida no me da, pero de verdad os recomiendo que le busqueis. Muchas de las obras que he comentado pueden resultar raras para un lector actual, porque la manera de narrar ha cambiado en estos años, pero os juro que no tiene desperdicio. Y, por si lo que digo aquí no os tienta bastante, pensad que lo mejor de la peli Thor Ragnarok está sacad de la obra de Simonson: Ese Loki es el Loki de Simonson, Hela es la Hela de Simonson, e incluso un personaje tan trivial como Skurge entró en esa historia porque Simonson le dio, por primera y ultima vez en la historia de Marvel, verdadera GRANDEZA.

Porque esa es la característica de este jodido autor: crea grandeza. Y, como muestra, cerraré esta entrada con las páginas en las que nos dejó con el corazón en un puño y sintiendo que acabábamos de ver algo realmente único e irrepetible: la última batalla de Skurge. Ampliadlas y leedlas, y quizás sintáis lo mismo que sentí yo hace ya dos décadas

Y si eso no os convence, pues ya lo siento, no es culpa mía que no tengáis alma. Probablemente es culpa de Simonson, que ha acaparado demasiada y no os dejó nada. 






jueves, 28 de julio de 2022

OHANA IV: Eva



_ (Jose de 2022) Hola. Vengo del futuro. ¿Sabes, esa chica que conociste ayer? Pues, dentro de unos años, seréis pareja

_ (Jose de 2017) Tú flipas

_ (Marisol) Hazle caso, escucha a las brujas a tu alrededor

 Sí, esa habría sido mi reacción. Y la de Marisol.

Era miércoles, día de cuerdas en El Dinosaurio (los miércoles se celebraban quedadas de shibari) y alguien propuso echar una partida de ¿Bang? No, era algo de fantasy.

Ese día vi a Eva por primera vez. Una mujer menudita, de gafas y pelo corto, muy alegre. Su forma de hablar y de mirar era traviesa y risueña. Y nos metió una soberana paliza con las cartas.

Esa tarde hablamos un poco en la barra y nos caímos bien. No nos vimos muy seguido, pero con el tiempo fuimos cogiendo algo de confianza.

Tiempo después conocí a E, su hijo, que tenía 4 años. Vino a ver con él la expo de dinosaurios que hice en El Dinosaurio y le llevé en brazos, explicándole cada imagen. Creo que se lo pasó bien porque no quería bajar.

Un día Eva me propuso una sesión de masaje/shiatsu. Yo solía ir a fisioterapia  así que me dije ¿porqué no? puede que sea buena.

Es buena. De hecho es una excelente masajista, pero va más allá. Lo llama su poder de bruja. Yo lo llamo lectura: lee a su paciente, con las manos, con los ojos, con la piel... y aplica lo que lee.

Puede ser desconcertante. Hay quien se asusta porque te explica lo que ve y les coge por sorpresa. Quizás por eso muchos no repetían. 

Yo repetí. Eva se convirtió en mi masajista, o, mejor dicho, mi terapeuta. No era una cuestión de relajación física. Hablábamos, mucho, y nuestras conversaciones me aliviaban. No porque me dijera lo que quería oír, sino por mostrarme lo que no quería mirar. Me hizo ver que llevaba mucho peso que no era mío, y que no cuidaba de mí mismo. También vio partes de mí que no me atrevía a sacar, y buscó cómo darme herramientas para ello. En ocasiones, al acabar una sesión, me parecía que algo se había disipado, y en otras me parecía que había abierto una puerta y no sabía a donde llevaba.

No era unidireccional. A medida que pasaba el tiempo nos atrevimos, poco a poco, a compartir temas muy personales, tanto ella como yo. Y así, escuchándonos, fuimos ganando más confianza. 

Meses después pasé por un momento muy duro. En Polimad me señalaron (y era cierto) que era invasivo, abusivo, agobiante y, en general, un machito de mierda. Llamé a Eva para disculparme y despedirme, porque también lo fui con ella. Y, para mi sorpresa, me dijo que no deseaba dejar de vernos. Sí, era consciente de como había actuado yo, pero me veía capaz de corregir mis cagadas*, y quería darme esa oportunidad.

En 2019 se vio en una situación difícil. Más que difícil. Confió en mí y me pidió consejo y apoyo. Afortunadamente, pude dárselos. Y pasamos de ser amistades a amigos. Amigos reales.

Entonces llegaron 2020 y la pandemia. Tras la cuarentena quedamos para una sesión y, entonces, pasó algo que no esperábamos: nos abrazamos intensamente, antes y después del masaje. Estuvimos ¿media hora? tal vez más, abrazados. Sin hablar mucho, sólo sintiendo. Al acabar estábamos mareados, como borrachos. Entendimos que nos habíamos echado muchísimo de menos, pero también supimos que ahí había algo de lo que no habíamos sido conscientes. Creo que ambos nos asustamos, pero ninguno salió corriendo.

Empezamos a comprender que, más allá de las sesiones de terapia, e incluso de nuestra amistad, nos estábamos cuidando, el uno al otro. Un mes o dos después, muerto de miedo, me atreví a decir te amo. Y, para mi sorpresa, ella me dijo, yo a ti también.

Nos preguntamos ¿qué somos entonces, el uno para el otro? Amigos no abarcaba lo suficiente, y las otras palabras que suelen usarse no contenían lo que sentíamos. Y, de pronto, de forma espontánea, surgió una palabra. Que era solo nuestra.

Amigaamada

Amigoamado

Los siguientes meses fueron de mucha precaución: no queríamos dar nada por supuesto y, muy despacio, fuimos acercándonos. No había atracción sexual, así que exploramos lo que creímos sería una amistad intima con mucha calma, viendo a dónde nos llevaba.

En Navidad me hizo un regalo. Unos mitones en los que había bordado mis iniciales. Ese día, le dije a su hijo, E, quiero que sepas que amo a tu madre. Y creo que primero dijo ¡Por fin! y luego añadió, con esa mirada tan suya, que ve más allá de lo que tiene delante, ya lo sabía. Y ella también te ama a ti, me lo ha dicho.

Pasamos nuestra primera noche juntos justo cuando se desataba la tormenta sobre Madrid y la nieve empezaba a borrar la ciudad. Esa noche bajamos con cuidado nuestras barreras y, entre los dos, creamos un espacio seguro en el que mostrarnos desnudos. Teníamos mucho miedo, pero nos abrazamos y no dejamos que nos dominara. Hablamos de cosas que nunca habíamos hablado con nadie, expresamos, escuchamos, lloramos, nos dimos aire el uno al otro para seguir... fue una noche de catarsis. Al final, emocionalmente agotados, nos dormimos. 

No nos despertamos hasta la tarde del día siguiente. Y al levantar la persiana de la terraza nos encontramos con casi un metro de nieve y un silencio como yo no había escuchado jamás.

Casi sin darnos cuenta, empezamos a explorar nuestra sexualidad y, sobre todo, nuestra sensualidad. No nos poníamos, no era una fiebre feroz en plan, dios, cómo te deseo. Descubrimos que hacernos el amor era algo que surgía de forma natural, sin prisa y sin temor. Y a medida que exploramos, empezamos a ir mucho más allá de lo que habíamos imaginado. 

Todo ha sido paulatino, hemos ido muy despacio. Ambos tenemos vidas complejas, y encajar algo así en ellas requiere afecto y cuidado, porque no deseamos romper lo que tenemos ni lo que previamente teníamos. Pero eso no significa que pensemos y planifiquemos cada paso. De hecho, todo ha fluido casi sin rozamiento. 

Hubo un momento clave, cuando, estando juntos en un festival, una tragedia golpeó a mi familia. Marisa me dijo, no intentes correr de regreso, no puedes hacer nada, quédate ahí, Eva te cuidará. Y así fue. Al regresar, cuando se vieron, se abrazaron: un gesto de unión entre ellas, gracias por cuidarle, gracias por confiar en mí. Una manera de decir, esto es real, y queremos que permanezca.

Han pasado dos años, quizás un poco más. Poco a poco nos hemos ido dando más espacio, y haciendo que vernos deje de ser algo especial, una cita, para convertirse en algo natural. Incluso hemos empezado a hacer vida cotidiana, compartiendo, no lo mágico y apasionado, sino el día a día. Planificar la compra, tener unas horas de trabajar juntos, cada uno en lo suyo, cocinar, una jornada de limpieza. Intentar que su gata comprenda que las 5 de la mañana no es hora de ponerse a cazar nuestros pies...

Quizás lo más importante, hemos aprendido a comunicarnos. A veces con miedo, porque el miedo está presente, y hemos aprendido que es valioso, y que al ponerlo en palabras le damos una dimensión real, y podemos gestionarlo. Y hemos aprendido a expresar nuestras dudas y nuestro asombro.

También hemos comprendido que No es una respuesta tan válida como Sí. Y no tememos un No porque, sin él, el Sí no vale nada nada

No siempre estamos de acuerdo, lo que no es malo. La diferencia es positiva: ambos aprendemos del otro y encontramos formas diferentes de ver las cosas, fuera de la caja, más allá de nuestra forma previa de pensar**. 

Ha conocido a mi familia, a mi madre, le he hablado de ella a mis hermanos, primos y sobrinos, mi amiga Susana lleva un tiempo diciéndome TÚ, MALQUEDA ¿CUANDO VOY A CONOCER A EVA? Y lo mismo con su familia. No queremos ser un secreto para nadie, porque los secretos son aquello de lo que te avergüenzas, y no vamos a avergonzarnos de amar

Evidentemente nuestra relación tiene límites, y muchas incertidumbres. Pero esos límites no son paredes rígidas e inamovibles, y las incertidumbres son parte de cualquier vínculo. No sabemos qué ríos nos tocará atravesar, pero ya veremos como lo hacemos cuando lleguemos a la orilla.

Entretanto, seguimos caminando, cogiéndonos de la mano y sintiendo que, a donde quiera que nos lleve este camino que estamos creando juntos, estaremos bien.


Y, de cuando en cuando, nos hacemos esa pregunta. ¿Cómo sucedió? ¿Cómo pudimos enamorarnos sin darnos cuenta siquiera? y ¿Cuando pasó eso?

A día de hoy, no hemos podido responderla, y en el fondo me gusta que sea así. No es necesario saberlo todo

*Quiero creer que he sido capaz de dejar atrás esa actitud de mierda, pero me llevó mucho tiempo. Asumir que eres el malo de tu propia película es algo muy duro de tragar

**Por ejemplo, gracias a ella, he empezado a entender el significado de la magia, o al menos uno de sus significados

miércoles, 8 de junio de 2022

OHANA III. C


Hace muchos años, alguien me hizo un encargo desde Tasmania.

No, no estoy bromeando, un señor me escribió un correo desde Tasmania, para encargarme una pequeña secuencia animada con un tilacino. Construí el tilacino, hice la secuencia, y aproveché el modelo para sacar algunos renders como el que veis en esta entrada. Luego subí esos renders a la red, y C los vio.

Me dio follow en twitter, y le devolví el follow. Empezamos a hablar y, al poco, nos cogimos confianza.

Se acercaba el verano ¿2013? y Gs con Ps iba a celebrar una fiesta de despedida. C me dijo, jo, que envidia, aquí nunca pasan cosas tan chulas (vivía en el remoto norte, más allá del muro, en tierras de bárbaros con costumbres retrógradas) y le dije, vente, estás unos días en Madrid, y vamos juntos.

Supongo que ese flussssssh que se oyó hacia el septentrión era ella poniéndose colorada, porque se ponía muy colorada. Se lo sigue poniendo. Le he mostrado este texto antes de publicarlo y sus mejillas han contribuido al calentamiento global.

Hubo muchos jaleos, muchos mensajes, muchos malentendidos... pero al final vino. La recogí en la estación y al verla pensé, qué maja, me gusta. Llegamos a casa, nos dimos una ducha juntos, y luego preparamos la comida a la espera de que llegaran mi chica del trabajo y nuestro hijo del cole. Estaba cada vez más asustada, en plan...

_ Pero ¿tú mujer sabe que me quedo con vosotros un par de días?
_ Sí
_ Y sabe *tono de cara rojo tomate* que vamos a ir a esa fiesta
_ Sí
_ Y lo que puede que hagamos en esa fiesta
_ Sí
_ *Ojos abiertos como platos* ¿Y le da igual?
_ No, no le da igual, le parece bien.

En fin, fue un fiestón, y para nosotros fue un comienzo bueno. Le siguieron muchas movidas, muchas idas y venidas y muchas emociones muy intensas. Y no todas las gestionamos bien. De hecho, muchas las gestionamos fatal. Para ambos era una primera vez en muchos aspectos y no entiendo como logramos no matarnos por el camino. No nos hicimos daño a propósito, pero metimos muchas veces la pata, yo y ella, y más a menudo yo.

Mantuvimos una relación, lo dejamos, lo retomamos, ella vino a vivir a Madrid, fuimos amigos, fuimos amigos y amantes, y después de ser amantes logramos seguir siendo amigos. Y a día de hoy seguimos siendo amigos y seguimos queriéndonos. Así que, quizás, no lo hicimos todo mal.

Ella se siente, en ocasiones, torpe, y a veces se creía cobarde. Yo, que la veo con más objetividad, la considero valiente, inteligente y cuidadosa. Cuidadosa en el sentido de cuidar a quien quiere. 

Es tímida, guapetona, grande y fuerte. Fuerte nivel, me podría matar con un brazo atado a la espalda. Hablé de ella en mi monólogo y ella podrá deciros que no exageré ni un ápice. Se ilusiona con lo que hace, porque por fin, después de muchos años, ha descubierto el placer de hacer las cosas por ella misma, no para contentar a otros. Y es un placer escucharla cuando habla de sus plantas (resulta que tiene muy buena mano con plantas complicadas, a mí se me mueren todas) o de su nueva amiga *guiño, guiño*.

Y, sí, puede que mi criterio no sea neutral, pero sé de alguien (a quien no mencionaré porque es menor de edad) que la quiere y la admira, y esa opinión vale mil veces la mía.

9 años ya de aquel encargo desde Tasmania

Bendito tilacino

sábado, 16 de abril de 2022

LA SABIDURÍA DEL MELÓN

Es con alegría que las redes han recibido la noticia del regreso de CHARRANDO DE TEBEOS Y OTROS VICIOS AÚN MÁS FEOS, podcast insigne e insignia, añorado por todos aquellos que amamos el medio dibujado, la cerveza, el vermut, los fuets del Bonárea y la salsa espinaler.

El caso es que el tema central de este programa que bien podría haberse entitulado CHARRANDO DE TEBEOS, EL RETONNO ha sido, para deleite de la audiencia, el amor y los vegetales. O, mejor dicho, el amor CON los vegetales

Escuchen esta maravilla, entitulada, Japoneses follanabos, en https://go.ivoox.com/rf/85743492

Esta escucha me ha removido añosos recuerdos, y es por elloq ue me he decidido a compartir con vosotros una sabrosa anécdota de mi lejana juventud, cuando estudiaba en la Escuela de Ingenieros Agrícolas.

No voy a hablaros de mí, sino de un prócer, un adelantado a su tiempo, un verdadero hombre del Renacimiento que conocí allí, en los lejanos finales 80.

Digamos que este humanista se llamaba Santos, y entre otras bondades que adornaban su espíritu destacaba la generosidad, pues dedicaba sus findes de ocio a cultivar cáñamo en el corral de su abuelo, a fin de que a los jilgueros del yayo jamás les faltaran los cañamones.

Los jodíos jilgueros debían estar obesos, porque cuando llegaba la fecha de la cosecha Santos aparecía por la escuela con sacos de maría que repartía con desprendimiento (sembraba una hilera con semilla, una hilera sin).

Pero no es esa la anécdota que deseaba comentar, ni tampoco la de la primera vez que le escuché perorar, dirigiéndose a un boquiabierto y atento auditorio, sobre las formas y maneras que tenían de follarse una cabra en su pueblo.

UN POZO DE SABIDURÍA, INSISTO, UN HOMBRE POLIFACÉTICO DONDE LOS HAYA

Sino a la tarde en la que ilustró a nuestras ignorantes almas sobre los muy diversos modos de hacer el acto del amor, también llamado follación, con un melón.

Porque puede parecer que algo así resulta sencillo y sin ciencia, pero ¡Ay, amigos! la cosa tiene su intríngulis.

Lo primero, hay que entender que antes de tener una cita con tan sensual cucurbitácea, es importante ponerla al sol, a fin de que su interior esté cálido y jugoso, lo que requiere asimismo conocer bien los puntos de maduración del melón. Nada más agreste que un melón poco maduro

En el podcast se alude al uso del microondas. Lejos de nosotros esas bárbaras y radioactivas técnicas venidas de lejos, que además de limitarnos a melones del tipo cantaloupe (un buen piel de sapo no entra en ese artefacto infernal) no calientan de forma homogénea

Lo primero es decidir si se va a prácticar una abertura, o dos.

¿Cuestión baladí? NO SEÑORES, porque en función del número de perforaciones, puedes tener, o no, SUCCIÓN

Y lo segundo, es elegir si se retiran o no las pepitas, puesto que hay paladares sofisticados que disfrutan mucho más con el rozamiento.

Ahora bien, retorno al punto inicial, controlar la madurez. Un melón poco maduro resultará desagradable al tacto, pero uno listo para comer estará tan tierno que las pepitas no se agarrarán a la matriz y podrías acabar cubierto de pringue, semillas y rezume. Insisto y nunca dejaré de repetirlo, hay que buscar el punto exacto de madurez, y esa habilidad sólo se adquiere mediante prueba y error

Santos, personalmente, era enemigo del vaciado, y como persona de gustos sofisticados recomendaba encarecidamente la técnica de la abertura única. Hubo quien preguntó por la opción de la abertura lateral, pero nuestro excelso maestro la consideró poco productiva

Nunca nos aclaró si, tras derramar el nectar del amor en tan noble fruto, procedía a su consumo en la mesa, y en consecuencia no sabemos si se produjeron anécdotas tan amenas como las que se relatan en el programa. Sé que quedaros sin ese conocimiento os frustrará,  pero hay cosas que el sabio prefiere mantener en la oscuridad, para mantener vivo el ánimo explorador de las mentes curiosas. No hay que revelarlo todo, sino dejar misterios para encender nuestro afán exploratorio

Y dicho esto, y como colofón, recuerdo a oyentes y leyentes que ya se acerca la temporada del melón, y pronto podremos degustar sus variadas formas y tamaños, todas ellas deliciosamente curvilíneas

Bon apettit, amigos