Ya he mencionado que, económicamente, el Mundo Mágico sólo se sostiene gracias a la esclavitud, y eso, históricamente, trae aparejado un estancamiento a todos los niveles. ¿Para qué vas a molestarte en intentar encontrar formas más eficaces o racionales de hacer las cosas, si hay esclavos que se encargan de todo, o si a las malas puedes chapucearlas agitando una varita?
Pues bien, eso también se nota en el aspecto sociocultural.
La sociedad del mundo mágico es, lisa y llanamente, un asco. Hay algunas familias aristocráticas, celosas de su abolengo y privilegios, ningún tipo de ascensor social (a lo más que aspiran la mayor parte de los magos es a trabajar para el Ministerio de la Magia) y un gobierno vagamente elegido. Porque en ningún momento se habla de sufragio universal, así podemos suponer que el derecho al voto está limitado a determinados estamentos.
Desde luego los duendes no votan, ni los centauros, ni las gentes del agua, ni los gigantes. Y, si me apuráis, probablemente los enanos banqueros tampoco. lo que me lleva a suponer que sólo votarán los magos de cierto nivel económico, y probablemente sólo los hombres, dado que en ningún momento de la obra se da a entender que las opiniones de las mujeres cuenten para nada.
El sistema político mantiene a la sociedad mágica en estado de tutelaje, no se acepta ninguna crítica, no hay nada parecido a una prensa independiente (salvo los fanzines magufos como el que dirige el padre de Luna) y no hay un estamento que establezca un equilibrio de poder. Lo que dice el ministro mágico, va a misa, y punto pelota. Y así, basta que el ministro diga que Voldemort no existe y Dumbledore quiere dar un golpe de estado para que toda la prensa siga servilmente esas consignas.
La prensa, si nos atenemos a lo que vemos, vive para el cotilleo, y la carencia de medios de comunicación globales es absoluta. Si algo no sale en el Daily Prophet, nadie se entera jamás de que ha sucedido. Por eso un estafador como Lockarth puede labrarse una reputación insigne, porque no hay forma de comprobar la veracidad de sus afirmaciones.
Tampoco hay un poder judicial independiente. Los juicios son un auto de fe inquisitorial en el que los acusados carecen de derechos y las condenas son absurdas y desproporcionadas. El concepto redención por pena no existe: si eres declarado culpable, a Azkaban de cabeza y allá te pudras.
Eso sí, a la hora de impartir justicia hay una cierta tendencia a hacer recaer el peso de la ley sobre los que no tienen recursos o amistades poderosas. Tras la primera caída de Voldemort, la mayor parte de sus acólitos, todos gente adinerada y con apellidos compuestos, se limitaron a aducir que algún hechizo les había quitado la voluntad y sólo los fanáticos fueron a prisión. El Fue un mago elevado a la enésima potencia*
También tenemos la justicia personalizada de los duelos mágicos, porque quien tiene la razón y la justicia de su parte, mágicamente alcanza la victoria. O puede que en esa sociedad de paniaguados y analfabetos se asuma que quien gana un duelo automáticamente tiene razón y la justicia de su parte porque para eso es el más fuerte. Después de todo los magos no se caracterizan por su solidaridad ni filantropía. Nicolas Flamel descubre la piedra filosofal y ¿se la ofrece a la comunidad, para mejorar la vida de todos los magos? No. Se la queda para ser inmortal él. Los demás se la pelan muy fuerte. Y ojo, se supone que ese mago es de los buenos. La consigna entre los magos es que se jodan los demás.
Lógicamente, esa estructura petrificada no se caracteriza por su dinamismo cultural: tenemos una sociedad con características económicas del medievo, y un barniz de modernidad que se quedó anclado en los primeros años del siglo XX. Los magos, supuestamente, son capaces de crear cualquier cosa, pero ese cualquier cosa siempre acaba siendo algo demasiado parecido a artefactos muggle de esa época: autobuses de aspecto anticuado, trenes de vapor, cámaras fotográficas de las de trípode y magnesio... mágicas, sí, pero claramente anticuadas. Son capaces de simular la tecnología muggle con su magia, pero sólo la más burda y anticuada ¿Un ordenador? ¿un teléfono? ni siquiera serían capaces de entender esos conceptos, no tienen ni las palabras necesarias para intentarlo.
De hecho, no tienen demasiadas palabras, porque los magos carecen de una cultura propia. Se limitan a tomar algunas cosas aquí y allá de la sociedad muggle, mucho más vibrante y dinámica que la suya, y luego fosilizarse en torno a esos vestigios robados. Por eso vemos algunos ornamentos que nos recuerdan al siglo XVIII (la mayor parte de los cuadros de Joguarts parecen de ese periodo) ciertos detalles de tipo renacentista (esas túnicas solemnes y pomposas que lucen en las grandes ocasiones) y, principalmente, elementos de la vida cotidiana en la Inglaterra (Joguarts) o Francia (BeauxBaton) de los años 20.
¿Porqué los años 20? Porque esa debió ser la última vez que la sociedad mágica estuvo más o menos expuesta al mundo exterior y, una vez cerrado el contacto, sus miembros se han limitado a perpetuar esos detalles superficiales sin criterio, copiando una y otra vez de la copia anterior. Luego, si económicamente la sociedad de los magos parasita a los duendes, culturalmente parasita a los muggles. Cualquier objeto cotidiano de nuestro mundo es visto por los magos como una suerte de rareza asombrosa e inexplicable ¿una bombilla? ¿un objeto que da luz SIN MAGIA? ¡Eso es incomprensible!
Si hablamos de arte el panorama es aún más desolador. Las pocas obras de arte que vemos son refritos del clasicismo o el romanticismo. La escultura de los hermanos mágicos o La Magia es Poder son simples copias del academicismo de finales del XIX. El realismo edulcorado es la máxima aspiración de los artistas mágicos. Su arquitectura tampoco va mucho más allá de comienzos del XX y sus ilustradores, si nos atenemos a lo que vemos en sus libros de texto, no han pasado de lo que hacían los monjes del siglo XII. La música... seamos piadosos y digamos que Strauss les debe parecer el colmo de la modernidad.
Puede que esa sea una de las razones por las que los media sangre son vistos con recelo. No se trata de que tengan sangre muggle (a la fuerza todas las familias mágicas debieron empezar como muggles) sino de que traen perniciosas influencias del mundo exterior. Hermione, por ejemplo, encabeza una cruzada de una sola persona para liberar a los duendes, y sus esfuerzos nos son presentados por la autora como risibles y patéticos porque quiere cambiar el orden establecido.
Imaginemos el terremoto que supondría en esa burbuja asfixiante la llegada del Punk. Seguramente había una expurgación general y todos los sospechosos acabarían en Azkaban ¿El expresionismo? ANATEMA ¿El neorrealismo italiano? bueno, eso no supondría un peligro porque aún no han descubierto el cine. Si acaso, cuando les proyecten en una sábana el regador regado considerarán que es imposible superar ese alarde narrativo.
Por no haber, NI SIQUIERA TIENEN LITERATURA**. No sabemos que nadie haya publicado una novela, o un poemario. A lo sumo oímos hablar de alguna leyenda antigua, como la de los tres hermanos. ¿Dramaturgos? ¿Teatro? NADA DE NADA. El mundo mágico es un páramo cultural, todo lo que se hace o escribe se centra exclusivamente en la magia. Y sólo en plan, recetas mágicas para hacer crecer las flores. No hay ensayos sobre el sentido de la magia, ni intentos de construir una teoría unificada de los hechizos, para buscar cuales son sus elementos comunes, depurarlos y librarles de toda la parafernalia inútil que les rodea.
Tampoco hay apenas hechizos nuevos. Los estudiantes de joguarts se limitan a memorizar los mismos trucos y recetas que llevan repitiendo generación tras generación. Y, si alguien encuentra algo novedoso, como el encantamiento borra memorias de Lockarth, se lo queda para su propio provecho (véase lo dicho arriba sobre la insolidaridad de los magos)
Hasta en los temas mágicos los magos viven a remolque de los muggles, ya que todos los hechizos se recitan... en latín. Ni siquiera han sido capaces de crear un vocabulario propio.
En suma tenemos una sociedad petrificada, gobernada por una élite totalitaria y endogámica, poblada de adultos egoístas, crédulos e incapaces de asumir ni una sola responsabilidad social, donde la vida transcurre en la total ignorancia de lo que sucede, no ya en el otro mundo, sino unos cuantos kilómetros más allá, que recicla una y otra vez unos conocimientos heredados y nunca cuestionados ni actualizados, más el escaso brillo cultural que le llega del mundo exterior, dado que no existe ni se incentiva la creatividad***.
Y no hemos rascado detalles como el racismo hacia las otras especies inteligentes, consideradas de segunda.
¿De verdad esa es vuestra utopía? Pues toda para vosotros.
Yo no sería capaz de vivir en ese agujero. Los agujeros hobbits, al menos, son limpios y decorosos: el agujero del Mundo Mágico, en cambio, huele a cerrado.
* El caso de Bartemius Crouch Jr. es una notable excepción, y aun así su papaíto encontró el modo de sacarle de prisión.
** Salvo que consideremos literatura el montón de mentiras de Lockahrt sobre sus hazañas, claro.
** El epílogo de la ultima novela no da a entender que las cosas hayan cambiado demasiado tras la guerra civil mágica. Simplemente ahora los amigos de Harry están arriba, pero no se nos dice que se haya cambiado el modelo económico, político o social. Ni siquiera que los duendes hayan conseguido algo parecido a unos derechos laborales. El inmovilismo no se cambia agitando una varita mágica, sino con trabajo duro, y eso nunca será el fuerte de los magos.