Durante los primeros dos años, esos en los que se supone que disfrutas del bebé, el bultito cagón se convierte en un balbuceante minihumano. Disfrutar me parece un concepto ambiguo: ¿debemos estar toooodos esos meses transidos de placer al ver como nuestra personita crece alegre y feliz? Entonces, si pasamos la mayor parte del tiempo tensos y agotados ¿estamos haciendo algo mal? Porque eso es lo que sucede.
Hay muchos momentos que se disfrutan y lamentaría habérmelas perdido. Primeros pasos, primeras palabras, juegos, risas… son instantes de felicidad reales. Pero no vienen empaquetados en cómodos envases individuales sino inmersos en un mar de sucedidos para los que no te prepara nadie y que oscilan entre lo anecdótico y lo olvidable.
He preparado una selección de hechos que la sociedad se niega a aceptar, pero estoy seguro que toda madre puede reseñar muchos más. Animo a las lectoras a hacer sus aportaciones; no dudo que entre todas demostraremos que los nenes* son seres caóticos e impredecibles, cuya principal afición es destruir nuestro delicado equilibrio nervioso.
Hay muchos momentos que se disfrutan y lamentaría habérmelas perdido. Primeros pasos, primeras palabras, juegos, risas… son instantes de felicidad reales. Pero no vienen empaquetados en cómodos envases individuales sino inmersos en un mar de sucedidos para los que no te prepara nadie y que oscilan entre lo anecdótico y lo olvidable.
He preparado una selección de hechos que la sociedad se niega a aceptar, pero estoy seguro que toda madre puede reseñar muchos más. Animo a las lectoras a hacer sus aportaciones; no dudo que entre todas demostraremos que los nenes* son seres caóticos e impredecibles, cuya principal afición es destruir nuestro delicado equilibrio nervioso.
1. Desde chiquitos los peques intentan suicidarse. Sea por el trauma de dejar el útero, por el éxtasis de descubrir el mundo o porque son unos tocacojones (me decanto por ésta) en cuanto un bebé alcanza un mínimo grado de movilidad empieza a atentar contra su vida.
Las posibilidades son inagotables. Enterrar la cara en el colchón mientras duerme, trepar por el borde de la cuna para intentar saltar al vacío, hurgar con el primer objeto metálico que agarran para quitar los tapaenchufes, meterse en la boca cualquier cosa incomestible y tóxica… Dadles brócoli y ni atados se lo comen; dadles un vaso de detergente y se lo beberán sin respirar y con cara de deleite. Es absurdo: una cría de Koala sabe que debe agarrarse a su mami y no soltarse nunca para curiosear, pero una cría humana considera su deber acercarse a cualquier objeto, animal y/o situación potencialmente letal.
2. Los bebés tienen tendencias asesinas. Manotean para bloquear tus conductos respiratorios, arrancarte la lengua o cegarte (el mío logró cargarse mis mejores gafas de un zarpazo que de paso me dejó los párpados amoratados) y son expertos en el arte de la emboscada: se desplazan a la velocidad de la luz para situarse justo donde vas a pisar, forzándote a vivir dando traspiés y chocando con todo tipo de objetos contundentes. Por no mencionar de su asombrosa habilidad para dejar en lugares estratégicos pelotas, peluches, cubitos… cualquier objeto susceptible de torcer tobillos y provocar caídas.
3. Esas dulces y adorables criaturitas que gatean felices y torponas ocultan mentes expertas en tecnología. A ti te lleva horas de lectura desentrañar los misterios del nuevo grabador de DVD, pero tu chiquitín sólo necesita unos minutos de tanteo para localizar los puntos más vulnerables y sabotearlo. Su memoria es prodigiosa: les basta una vez para saber que si introducen un mogote de pan en el lector de discos o babosean adecuadamente el mando a distancia papi o mami les cogerán en brazos entre risas y cachondeo. Porque ¿qué vas a hacer? ¿matarle? ¿azotarle? ¿demandarle?. Si lo miras objetivamente, tiene su gracia y al final te ríes mientras le riñes, con lo que garantizas la siguiente incursión.
Podríamos pensar: con poner los materiales sensibles a cierta altura, solucionado ¿no? pues no porque…
4. El bichito crece y mejora su coordinación. Se supone que es lo correcto, y observas con asombro y orgullo como tu enanito empieza a ir de pie, agarrado a todas partes, y bueno, sí, de cuando en cuando alguna preciada figurilla policromada cae y se hace añicos (mi Sandman 1001 Noches ¡snif!) pero quieres creer que es un accidente.
Las posibilidades son inagotables. Enterrar la cara en el colchón mientras duerme, trepar por el borde de la cuna para intentar saltar al vacío, hurgar con el primer objeto metálico que agarran para quitar los tapaenchufes, meterse en la boca cualquier cosa incomestible y tóxica… Dadles brócoli y ni atados se lo comen; dadles un vaso de detergente y se lo beberán sin respirar y con cara de deleite. Es absurdo: una cría de Koala sabe que debe agarrarse a su mami y no soltarse nunca para curiosear, pero una cría humana considera su deber acercarse a cualquier objeto, animal y/o situación potencialmente letal.
2. Los bebés tienen tendencias asesinas. Manotean para bloquear tus conductos respiratorios, arrancarte la lengua o cegarte (el mío logró cargarse mis mejores gafas de un zarpazo que de paso me dejó los párpados amoratados) y son expertos en el arte de la emboscada: se desplazan a la velocidad de la luz para situarse justo donde vas a pisar, forzándote a vivir dando traspiés y chocando con todo tipo de objetos contundentes. Por no mencionar de su asombrosa habilidad para dejar en lugares estratégicos pelotas, peluches, cubitos… cualquier objeto susceptible de torcer tobillos y provocar caídas.
3. Esas dulces y adorables criaturitas que gatean felices y torponas ocultan mentes expertas en tecnología. A ti te lleva horas de lectura desentrañar los misterios del nuevo grabador de DVD, pero tu chiquitín sólo necesita unos minutos de tanteo para localizar los puntos más vulnerables y sabotearlo. Su memoria es prodigiosa: les basta una vez para saber que si introducen un mogote de pan en el lector de discos o babosean adecuadamente el mando a distancia papi o mami les cogerán en brazos entre risas y cachondeo. Porque ¿qué vas a hacer? ¿matarle? ¿azotarle? ¿demandarle?. Si lo miras objetivamente, tiene su gracia y al final te ríes mientras le riñes, con lo que garantizas la siguiente incursión.
Podríamos pensar: con poner los materiales sensibles a cierta altura, solucionado ¿no? pues no porque…
4. El bichito crece y mejora su coordinación. Se supone que es lo correcto, y observas con asombro y orgullo como tu enanito empieza a ir de pie, agarrado a todas partes, y bueno, sí, de cuando en cuando alguna preciada figurilla policromada cae y se hace añicos (mi Sandman 1001 Noches ¡snif!) pero quieres creer que es un accidente.
Un día el chiquillo deja de agarrarse ¡ya anda! y descubres que de accidente, nada. El principal objetivo de caminar sin sujetarse es liberar las manos para agarrar todo lo esté a su alcance, con especial atención a enseres frágiles y material electrónico. Cuando tenga tiempo desarrollaré mi tesis Los orígenes de la bipedestación: los primeros humanos empezaron a caminar erguidos para putear a sus padres ¿me lo aceptará Nature?
Ya tenemos al pequeño Atila amenazando cualquier objeto situado a menos de un metro de altura. Vuelta a recolocarlo todo (todo lo que no ha sido destruido). Las estanterías inferiores se vacían y las superiores colapsan. Pero dejar los libros abajo no será peligroso ¿verdad?
¡Ja! y aún añadiría ¡Ja, ja!. El pitufín sólo necesita una mañana para causar estragos en las cubiertas de más de treinta volúmenes. Y no es un caso único de vandalismo bibliófilo. Cuando era una mica mi Supersobri solía colarse en mi cuarto mientras yo dibujaba. Calladita, amontonaba una pila con todos los libros que pudiera cargar y si notaba que yo hacía ademán de girarme huía a toda velocidad con el botín ¿Cómo puede correr tanto una cría de año y medio con una docena de libros en precario equilibrio?. Y eso si me daba cuenta, si no, cuando terminaba de trabajar me encontraba la estantería inferior vacía y los libros dispersos por toda la casa.
5. Libertad y frescor, eso es lo que siente nuestro retoño cuando empieza la gozosa tarea de prescindir del pañal. ¿Y qué mejor manera de celebrarlo que redecorar tu casa? Porque cuando hace ademán de apretar siempre puedes agarrarlo y correr al lavabo, pero amigos, para hacer pis no se necesita poner cara de esfuerzo, sólo dejarse llevar con naturalidad. Conclusión: las alfombras y jarapas no son, repito, no son una buena opción para alegrar el salón. Piensas que es una cuestión de azar, que la naturaleza llama y él escucha la llamada, pero hay premeditación y alevosía. ¿Cómo si no se explica que durante cuatro días seguidos el pequeño nudista acuda a orinar pausada pero copiosamente sobre mi ordenador?. Una pase, dos pueden ser casualidad pero ¿cuatro? ¿es una indirecta? ¿está marcando sus dominios? ¿me desafía como líder de la manada? (es un desafío vano, nuestra manada tiene líder, pero no soy yo).
Tenemos un problema, porque una estación de trabajo de 40 kg de peso no puede subirse a una estantería así como así. Pero la inventiva humana no descansa y en las tiendas especializadas hay una solución: puertecitas acoplables de seguridad. Destornillador, unos minutos de bricolage y ¡voilá! ¡mi cuarto de trabajo está a salvo!
…de momento (continuará)