Mujer iroqués

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sábado, 20 de julio de 2013

¡¡¡¡¡DE PARTE DE LA SAGRADA TETEEEEEERA, SE HACE SABEEEEEEEEEEERRRRRRR.....!!!!!

... Que el 30 de mayo de 1919 Su Católica y Graciosa* Majestad Don Alfonso de Borbón, llamado también Alfonse XIII El Africano, Rey de España, Conde de Barcelona y Protector de Jerusalén, acompañado de la familia real, el gobierno en pleno y otras autoridades civiles y religiosas, consagró España al sagrado corazón de Jesús. En dicha ceremonia realizada en el Cerro de los Ángeles en Getafe se instauró a Jesús como rey de España.

... Que  en fecha más cercana, en el año del señor de 1965, Francisco Franco, Caudillo de España por la Gracia** de Dios, llamado también Paquita la Culona*** y El del Culo Blanco, repitió dicha ceremonia poniendo así los destinos de la patria bajo el dulce abrazo de Jesús...

... y que a fecha de hoy, en el Año del Señor de 2013, y como fundadores del Muy Esclarecido Culto a la Tetera de Bertrand Russell,  consideramos que no podemos ser menos...
 ... y por ello anunciamos nuestra libre decisión de consagrar España a algo. 

Así que, queridos niños y niñas...

Como acto de visibilización de que en la España del siglo XXI la iglesia sigue teniendo una posición que no le corresponde y que cuenta, como en 1919, con los poderes públicos como fieles sirvientes, procederemos a consagrar España a la verdadera, única e imaginaria Tetera de Bertrand Russell. La ceremonia se realizará el día 27 de julio a las 19h y, por no ser menos que don Alfonso, también  se celebrará en el centro geográfico de la península.

Dado que la virgen del Rocío ha fracasado en su intento de sacarnos de la crisis, demos una oportunidad a la Tetera. Para ello invitamos a todos los seguidores del resto de verdaderas religiones ficticias, y a quien libremente quiera, a unirse a nosotros en este acto, para mayor gloria del ateísmo y el escepticismo. Y por echarnos unas risas.

Que el Fervor por el Hervor sea con vosotros y que su Sagrado Vapor os Proteja.

* La campechanía le viene a Juancar de familia, se ve que su abuelo también era muy dado a las gracietas, ya se sabe, bromas telegráficas y risas a costa de los jovenes enviados a morir a África, alegres escapadas a costa del erario público... lo normal en un Borbón.

** Otro graciosete. Qué perra tienen algunos con hacer cuchufletas a costa del españolito de a pie.

*** Ojo, apelativo que le fue otorgado por sus viriles compañeros militares, y más en concreto por Millán Astray, luego nadie puede ni debe ofenderse, es más, debiera ser recordado con orgullo por sus fieles corifeos.

martes, 4 de junio de 2013

SI YO FUERA PAPA EN LUGAR DEL PAPA ... (I) Marketing y financiación



... y podría serlo, ojo. No hay ningun impedimento en la doctrina al respecto: cualquier bautizado puede ser nombrado Sumo Pontifice. Así que ya me veo con tiara, sandalias pescatoriales y triple corona.

O me vería así si la Iglesia aceptase por fin el reto de la modernidad y se decidiese a sacudirse de encima el polvo de los siglos. Hablan de crisis de fe, de pérdida de valores... ¡paparruchas! Lo que sucede es que Roma no sabe vender su producto.

Señores del colegio cardenalicio ¿quieren volver a ver las iglesias petadas de fieles, el cepillo rebosante de billetacos, las arcas de Roma llenas a reventar, las procesiones tan prietas de público que cueste mover el santo? Pues en el próximo cónclave, no desperdicien su voto ¡EPISCOPHAGUS PONTIFEX! ¡AUR AUR AUR!

Y como primera medida, elegir nombre. Un buen nombre, ya vale de juanes, pablos,  juanpablos, benes... un nombre potente, sonoro, que inspire respeto y devoción... PUTOAMO. PUTOAMO PRIMERO.

Sonoro, molón y fácil para las coregrafías. Las catolicfangirls solo tienen que repetir PUUUUTOÁAA-MO (plasplas-plasplasplas) cuando me vean pasar en el papamov... un momento, segunda orden papal: al desguace con el papamóvil. Basta de fasto y oropel, circularé en una BMW R75 conducida por una monja maciza con recias botarras de motera, hábito escotado y minifaldero y un VATICAN  HELL'S  ANGELS en la espalda. Yo, desde el sidecar, iré bendiciendo urbi et orbi a las multitudes enfervorecidas. Y los obispos pueden seguirme al trote, que están tirando a gordacos y les vendrá bien un poco de ejercicio.

¿Veis por donde van los tiros? La Iglesia no necesita kikos amongolados, catequistas aburridos o canonizaciones multitudinarias. Necesita MARRRRRRRCHA para llenar el redil.

Pensemos en la misa estándar, en su versión supuestamente festiva, cuando la parroquia tira la casa por la ventana y hay musica. O sea, la monja de la guitarra y el coro de señoras mayores desafinando el quealegríiiiiacuandomedijeeeerron ¿eso es una fiesta? #facepalm.

Hay que aprender de las misas Gospel y montar coros en condiciones, que canten con alegría, que le pongan espíritu y te fuercen a mover las caderas y batir palmas. Y en las misas de tarde y del gallo, caña eléctrica y buen metal. Basta de adaptar sosaineces de los beatles, desde ahora sólo buenos clásicos como ACDC, Metallica, Iron Maiden... una iglesia de noche pide guitarras que hagan temblar las cristaleras y calaveras cerca de las velas ¡aprovechemoslo y tengamos llenazo de jevis nostálgicos y metaleros satánicos!. Me diréis que esos no van por la misa, pero una vez dentro ya es cosa del párroco llevarles al la fe ¿o es que tengo que daroslo todo hecho?

Hace poco estuve en una comunión. Cuando los infantes, en traje de novia enana o almirante con chorreras, entraron en la iglesia, fueron recibidos con una cancioncilla sosainas de bienvenida. ¿Porqué desperdiciar las posibilidades del merchandising? Imaginemos la misma escena con los chavalines vestidos de tropas de asalto de Star Wars (blanco, adecuado para comuniones ¿no?) entrando al ritmo solemne de la marcha imperial. Y en las comuniones de postín podríamos alquilar los servicios de Ratzinger vestido de Emperador, esperando a sus huestes al pie del altar. El pobre se aburre en Castelgandolfo, y así se sentiría útil y podría aportar unos dinerillos para las arcas pontificias, tan necesitadas de monetario. Entre eso y un buen acuerdo con LucasFilm sacaríamos unos ingresos muy saneados.

Sería interesante contar para estos eventos con amantes del cosplay que den ambiente, por ejemplo escoltando a los imberbes catecúmenos con los rojos uniformes de la guardia imperial, o en alegre disfraz de wookie. Y ni siquiera habría que pagarles, con poner a la monja de la guitarra (ahora ya sin trabajo) cerca de la puerta esos patéticos pringados dignos jóvenes ya se sentirán felices, nunca habrán estado tan cerca de una hembra desde que les parieron.

Hablando de ingresos, hay otra fuente de negocio que hasta ahora ha sido ignorada olímpicamente por el Vaticano. El Índice de Libros Prohibidos. No, no he bebido demasiado vino de misa, pensadlo un poco.

¿Qué ha pasado con las obras condenadas por el celebérrimo Índice? Que se han convertido en BestSellers. Ya sea el Sidereus Nuncius, el Origen de las Especies o El Capital, todos ellos fueron condenados y todos ellos fueron éxitos de ventas. Ojo, no de lectura, de ventas, que es lo que le mola a los editores. Así que no cuesta mucho darse cuenta de que un buen agente literario tendría interés en que el Papa condenase furiosamente alguna obra literaria de sus representados, o por el contrario alabara con entusiasmo la firmeza doctrinal de las obras de la competencia, porque el público no sabe mucho de latines, pero si declaras que una obra es felizmente conforme al dogma, a todos les sonará a ladrillo amuermante.

Quien dice libros dice pelis o música. Lás páginas de crítica cultural de L'Osservatore Romano pueden convertirse en una mina de oro, solo hay que negociar bien los acuerdos y si de algo saben los obispos es de componendas bajo mano así que ¿a qué estamos esperando? ¡Si ya lo estamos haciendo a diario, anatemizando cualquier cosa mínimamente divertida, pero sin cobrar por ello!

Las canonizaciones también pueden dejar unos réditos interesantes. Pongamos un precio razonable, un beato por 5000 euros, un santo por 7500 de nada ¿quién se negaría a tener un familiar en los altares por unos dinericos de nada, que te puede adelantar cofidis? Y si luego sus cobradores te rompen las piernas, resignación hijo mío, piensa que te están apaleando por la fe.

Me diréis que así podría canonizarse a gente indigna pero, entre nosotros, así en petit comité, si ya hemos beatificado a una sádica sanguinaria como Teresa de Calcuta o canonizado al hideputa de Cirilo de Alejandría, un pecadorcillo más o menos tampoco debería preocuparnos. Total, el señor ya reconocerá a los suyos ¿no?.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

¿POR QUÉ SOY ATEO? (II)


Ya he expuesto los motivos que pueden llevarte al agnosticismo. Pero yo no me describo como agnóstico, sino como ATEO.

¡Pero no puedes demostrar que Dios no existe!

He oído ese argumento mil veces, y me sigue pareciendo tan vacío ahora como la primera vez. Claro que puedo demostrarlo. Basta con demostrar que ese dios concreto es obra de los hombres, porque, por propia definición, un dios no puede ser una creación de sus seguidores. Y eso es fácil de hacer.

Yahvé, deidad de las tres grandes religiones monoteistas actuales. La evidencia de su existencia y, según los fanáticos, su grandeza, es la palabra revelada, es decir, el Libro. Pues si cogemos ese libro, sin más, no necesitamos mucho esfuerzo para entender que la palabra es falsa. Ni la Tierra tiene 4000 años, ni los humanos surgen de la nada, ni la Tierra es el centro del Universo, ni hubo un diluvio que  anegara el planeta por encima de las montañas, ni... es más, el texto, por si mismo, evidencia diversas etapas en su redacción y recopilación, y es posible seguir el origen de sus mitos y verificar que son préstamos relativamente modernos de religiones más antiguas y totalmente ajenas al dios de los judíos. Es decir, la Biblia es obra de los hombres, y ni siquiera es una obra demasiado sólida.

Podemos repetir el mismo proceso con cualquier deidad concreta, y llegamos al mismo punto: los dioses son obra de los hombres, ergo, son falsos. Del mismo modo que puedo afirmar que no existen Thor, Zeus o Anubis, puedo demostrar que no existen Aláh, Yahvé o Shiva

Bueno, pero es que los cristianos no creemos en el Dios del Antiguo Testamento sino en Jesus.

No, queridos, no. Sin el Dios bíblico, Jesús sólo es un hombre. Muy majete y buenrollista, pero sólo un hombre. Luego si el AT no es más que un montón de cuentos mal escritos, el cristianismo es un cascarón vacío.

Pero no puedes demostrar la inexistencia de una deidad no concreta, un poder benéfico del universo, una energía, un llámalo X, un algo...

Ahí os estaba esperando. Ese es el argumento más estúpido de todos. No, no puedo, porque no lo necesito. Para que la respuesta a una pregunta sea X, ésta debe ser igual de valida al menos que el resto de las respuestas posibles.

La reina Cretina de Grecia (perdón, Sofía de Grecia) dijo Se ha de enseñar religión en los colegios, al menos hasta cierta edad: los niños necesitan una explicación del origen del mundo y de la vida. No dudo que la necesiten, pero no necesito el concepto Dios para explicar esas cosas. El origen de la humanidad (y de las especies vivas modernas y extintas) se explica mediante la teoría de la selección natural. La inteligencia no requiere ninguna intervención milagrosa, sólo un crecimiento suficiente del cerebro y cientos de miles de años de evolución cultural. El origen de la vida se puede explicar mediante simple bioquímica. El de la Tierra es una cuestión de polvo estelar, masa y gravedad, y en cuanto al universo, los físicos han logrado llegar en sus cálculos al instante mismo de su inicio, hace 14000 millones de años. Sabemos qué ocasiona la luz. Sabemos qué son los colores. Estamos empezando a entender qué es la masa.

Nadie nace creyendo en Dios. NADIE.  La idea de Dios es inculcada en la mente de los niños por los adultos, igual que la de los Reyes Magos, Santa Claus o el Ratón Pérez. Luego bastaría con no hacerlo para que la religión se extinga como una vela, del mismo modo que si dejamos de hacer el paripé con los dientes y las almohadas el Ratón Pérez y el Hada de los Dientes se borraran de nuestra imaginación sin dejar rastro. Y ambas cosas sucederían en una única generación.

La explicación religiosa pudo tener sentido hace cientos de años, cuando no había otra. Pero hoy por hoy no es válida porque tenemos otras que sí lo son. Y, lo que es mejor, no es necesaria tragárselas ciegamente, porque podemos poner a prueba su validez. Y si nuevos datos reales invalidan una respuesta, a su vez el estudio de esos datos darán nuevas respuestas, del mismo modo que cada descubrimiento, en vez de fosilizarse y calcificarse como la religión, abre nuevas puertas y plantea nuevas preguntas que ni siquiera existirían si aceptáramos la validez de la respuesta Dios.

Todas y cada una de las explicaciones religiosas sobre el mundo han sido refutadas por la ciencia. Actualmente los teístas, los agnósticos perezosos y los fanáticos bíblicos se aferran no ya a sus creencias, sino a los puntos aún no explicados, en la idea de que si la ciencia no ha aclarado algún detalle de algo, por nimio que sea, ese detalle demostrará la existencia de Dios. Hace años presentaron ante un juez el flagelo de las bacterias como la prueba irreductible de la necesidad de un creador. Los científicos, en vez de aceptar ciegamente su explicación, se limitaron a explicar, paso por paso, cómo surge el flagelo bacteriano. Ahora dicen que no podemos saber que pasó antes del Big Bang luego tiene que haber un Dios. No sé si lo llegaremos a saber alguna vez, pero sí sé cómo no llegaremos a saberlo jamás: aceptando su respuesta y dejando de buscar la correcta.

La última trinchera de los religiosos es que el temor de Dios es necesario para sostener la moral y la honradez, pues sin su mirada amorosa (y la amenaza del sufrimiento eterno, ya de paso) el hombre cae en el barro. No voy a dar ejemplos de la moral y honradez de los ateos. Ni siquiera de la mía. Me basta con ser consciente de que hasta el siglo XIX no hubo ateos, luego todos y cada uno de los crímenes cometidos en los últimos cuatro milenios, desde el nacimiento de las civilizaciones hasta los comienzos del siglo XIX fueron cometidos por gente religiosa, que creía firmemente en un dios, o incluso en muchos, y los más atroces de esos crímenes contaron con el beneplácito (teórico) de esos dioses. Luego la idea de la deidad tampoco sirve de mucho como garante del bien.

Resumiendo, no necesito demostrar la inexistencia de llámalo X, porque no necesito a llámalo X para nada. No hay espacio para él: no explica nada, no aporta nada. Lo dijo Laplace, cuando Napoleón le preguntó porqué no nombraba a DIos al exponer su estudio sobre la gravedad y los movimeintos planetarios: Sire, nunca he necesitado esa hipótesis.

Nosotros tampoco la necesitamos. Y no necesitamos explicar algo innecesario. Si tu respuesta es Dios, tu pregunta simplemente está mal planteada.

Por eso soy ateo.

sábado, 1 de septiembre de 2012

¿POR QUÉ SOY ATEO? (I)

Bueno, por si alguien aún no se ha enterado (hay gente muy despistada en la red, y no descarto que aparezca alguna lectora* nueva que no haya navegado previamente en mi bitácora) haré una declaración: soy ateo. No agnóstico ni indiferente ni no practicante ni ninguna de las etiquetas comodas y políticamente correctas que te encuentras por ahí. Ateo. Rotunda, positiva, activa y enérgicamente ateo.

Puntualizaré el término activamente. No es que tenga previsto entrar en la Almudena con un Kalashnikov y abundante munición, disparando contra todo aquel que levante las manos al cielo y me diga ¡no me mate, por el amor de Dios! Ahí como mucho entraría con una bola de demolición, porque esa catedral es un engendro lamentable y un bombardeo con napalm me parece la mejor manera de mejorar su estética. Lo que quiero decir es que defiendo mi postura de forma activa y racional, colaboro en actividades a favor de la separación efectiva entre el estado y la religión y denuncio el abuso de poder y la perniciosa influencia de las religiones organizadas en nuestra sociedad.

El caso es que soy una persona muy dada a comerme el coco y ya hace tiempo que me dediqué a rememorar los pasos que me llevaron desde la fe aborregada del niño educado en el catolicismo al ateismo militante. Las visitas veteranas supondrán que no hay demasiado que especular al respecto: de niño los curas de mi colegio me educaron a fuerza de hostias ergo me volví ateo.

Deducción sencilla y elegante, pero falaz. Por un lado, aunque cobré lo mío y lo de mi primo, yo no me cuento entre los niños más apaleados de clase, ya que era un estudiante tirando a bueno. Por el otro, la bilis de un montón de frailes amargados te quita la fe en los frailes, no en Dios. Si no fuera así este país se habría llenado de ateos ya en el siglo de Oro, porque los curas llevan aplicando con saña lo de la letra con sangre entra desde hace cienes y cienes de años.

Mi primer paso hacia el ateismo fue el muermo. Porque en cuanto tuve un poco de raciocinio fui muy consciente de que las misas eran aburridísimas, y a medida que fui creciendo lo hizo el tedio. El mismo tedio que tenía, por cierto, uno de los curas que me confesaban, porque fuera cual fuese el volumen de pajas declaradas ante el confesionario, siempre me respondía mmmmrssszzzzzcincopadrenuestrosyunavemaríajjjzzzzzzzzzz... antes de seguir durmiendo. 

Vamos, que un día tuve que ser sincero conmigo mismo y aceptar que la religión es un peñazo. Pero de nuevo debo decir que eso no te lleva al ateismo, sino a las posturas antes citadas, las comodonas. Buena parte de la gente que se describe a sí misma como católica en las encuestas añade después la coletilla no practicante, lo que traducido al castellano crudo viene a significar para echar la siesta me tumbo tan ricamente en el sofá, no en un banco de misa, que están duros y el cura luego te mira mal y total por unos ronquiditos de nada.

¿Exagero? Visitad cualquier iglesia de pueblo (se supone que la fe es más profunda en el medio rural, siempre me he preguntado porqué**) durante la temporada lectiva de misas, esto es, fuera de las fiestas del santo patrono. Sólo veréis a una docena de viejecillas murmurando ycontuespíritu y desafinando el quealegríacuandomedijeeeeeeronnnnnnn. El resto del pueblo no pisa la iglesia más que cuando hay permiso para hacerlo borrachos.

La pereza es asimismo la responsable del agnosticismo, ya que el que se declara agnóstico en general quiere decir en realidad no me creo una mierda de lo que dicen las curas pero me da demasiada pereza pensar el porqué. Sumado, en ocasiones a esa manía de querer contentar a tirios y troyanos y que se traduce en memeces del tipo todas las creencias/ideas/costumbres son respetables (lo que es otro indicio de pereza, porque muchos de los que sueltan esa flor por la boca son incapaces de articular una sola idea correctamente razonada)

Por cierto, y al hilo del anterior párrafo, las creencias/ideas/costumbres no tienen porqué ser respetables, del mismo modo que no tienen porqué serlo las personas. Pasado el primer hola, el respeto hay que merecerlo. 

* Digo lectora porque llevo tiempo viendo que, salvo el día aquel de las pajas, la mayor parte de mi público es femenino
** Porqué se supone eso, no porqué es más profunda, ya que tengo muy claro que no lo es.

jueves, 29 de marzo de 2012

Y SIN EMBARGO... (III) Hablando (bien) de Roma


¿Porqué Ratzinger podría ser adecuado para introducir cambios en la doctrina eclesial? Después de todo no parece muy amigo de novedades ni mucho menos un fervoroso creyente o un revolucionario. Ni siquiera es simpático. De hecho resulta bastante gris.

Los medios han intentado traspasar la popularidad del anterior papa al actual, como si bastase con un lema pegadizo para convertir a cualquiera en un fenómeno de masas. Pero  por mucho que los obispos movilicen masas de felices jóvenes a su paso, Benedicto XVI no rebosa carisma. Ratzinger es un burócrata nato, un gestor que ha trabajado en la sombra durante décadas y se ha ocupado de las tareas más incómodas desde la Congregación en Defensa de la Fe (el antiguo Santo Oficio). Y eso es bueno: la Iglesia no necesita un lider carismático sino un administrador frío y calculador.

Su racionalidad pudo apreciarse a comienzos del pontificado, cuando acarició la idea de apoyar las tesis del Diseño Inteligente frente a la Teoría de la Selección Natural. Ratzinger, tras unos meses de vacilaciones, dio carpetazo al asunto. No porque tenga una mente volcada hacia la verdad científica, sino porque un giro en esa dirección hubiera supuesto desautorizar a dos papas, Pio XII y Juan Pablo II, y sentaría un peligroso precedente. Así que cerró la puerta a los coqueteos con el creacionismo (aunque algunos grupos como el opus intentan mantenerla abierta). 

También ha procurado no dejarse arrastrar por la ultraconservadora Conferencia Episcopal Española a las luchas políticas de nuestro país, para decepción de Rouco y sus afines, que esperaban un decidido espaldarazo del pontifice al tea party español. Por supuesto el Papa es de derechas, pero sabe nadar y guardar la ropa. Así pues tenemos a un hombre conservador pero pragmático, que mide sus pasos. Un buen timonel a la hora de encarar las crisis que tiene abiertas en estos momentos la iglesia católica. 

Insisto: conservador y pragmático. No debemos esperar un salto en asuntos que podrían suponer un grave conflicto en la mayor parte de los países de mayoría católica. Pero hay una serie de problemas a los que la jerarquía eclesial va a tener que hacer frente en los próximos años y este Papa podría ser la persona adecuada para dar los primeros pasos de forma que la transición sea lo más suave posible.

· El más evidente, a priori, es el de la posición subordinada de la mujer en la iglesia. Sin embargo ese es un bocado difícil porque Juan Pablo II lo bloqueó de forma cruda y directa, entronizando a la monja Teresa de Calcuta como ejemplo a seguir por todas las mujeres cristianas. Esto es, sacralizando el papel de sierva y cerrando todas las puertas a la ordenación de mujeres. Ese bloqueo, hoy por hoy, resulta insalvable, y dudo mucho que veamos avances en las próximas décadas. Lo que dificulta la búsqueda de soluciones al segundo problema.

· La pérdida de vocaciones supone una crisis de base muy grave. En Europa el clero nativo está muy envejecido y no hay un recambio a la vista. La prensa católica ha lanzado las campanas al vuelo porque este año hay en España 40 seminaristas más que el pasado (¡40!), lo  que demuestra hasta que punto es grave la cuestión. Muchas bajas han sido cubiertas con sacerdotes sudamericanos, pero esa solución no da demasiada alegría a los feligreses, ya que los curas foráneos no sólo carecen de raices en las parroquias españolas, sino que suelen tener un perfil ultraconservador, lo que choca bastante con una sociedad como la nuestra que, pese a los voceros del extremismo como Hazte Oir o los Quicos, se ha vuelto bastante moderada e, incluso relativamente abierta. Si las mujeres pudieran ordenarse el volumen de seminaristas aumentaría mucho, ya que su participación en el culto sigue siendo mayoritaria y es lógico suponer que, de partida, habría un buen número de vocaciones femeninas.

No obstante sería un alivio temporal. La realidad es que, mal que le pese a la clerecía, el volumen de creyentes disminuye en todo el mundo y si quieren cubrir las bajas a medida que se jubilan los sacerdotes ordenados en los años 60 y 70, la única solución es ofrecer unas condiciones más atractivas. La crisis económica incentivará un poco las vocaciones pero cuando remita el problema seguirá ahí y volverá a agravarse, porque parte de los que vistan la sotana para sacar el vientre de penas la colgarán si consideran que volver al mundo va a suponerles una vida más aceptable. Las últimas campañas publicitarias ponen el acento en la cuestión laboral, subrayando la estabilidad del trabajo del sacerdote, así que parece que en ese sentido la Iglesia ha empezado a moverse, aunque sea muy lentamente, aceptando que lo que está ofreciendo es una salida laboral y debe tratarla como tal.

· La crisis de la pederastia se ha convertido en la cruz más pesada del Vaticano. La Iglesia está empezando tímidamente a aceptar sus responsabilidades en el tema, ya que ha llegado a un punto en el que tratar de presentar el diluvio de denuncias como malentendidos, equívocos o casos aislados se ha vuelto activamente en su contra e incluso ha apartado de su lado a parte de los creyentes. Ratzinger está gestionando de forma bastante fría la crisis, minimizando en lo posible los daños y procurando acallar las quejas con indemnizaciones y actos de contrición.

Puede que lo peor esté todavía por llegar: hasta ahora el escándalo ha saltado en países donde el catolicismo no es mayoritario (salvo el caso de Irlanda, pero este país siemrpe ha sido una rara avis). Sin embargo podría haber un nuevo estallido en naciones como Italia, Austria, España, o los países suramericanos, y convertirse en un verdadero incendio anticlerical. En España la postura actual de la iglesia es muy agresiva, y a cualquier crítica en ese sentido se responde desviando la atención a otros asuntos (es ya un lugar común que los medios ultracatólicos ondeen la bandera de Cáritas o aludan a los musulmanes cada vez que se menciona la pederastia o el robo de bebés) pero un afloramiento repentino de miles de casos, como ha sucedido en Alemania, EEUU o Irlanda, sería un mazazo difícil de esconder.

El último problema no suele mencionarse demasiado pero resulta muy acuciante a nivel social: se trata de las relaciones de pareja. La Iglesia sigue entronizando la institución del matrimonio como santa y, sobre todo, indisoluble. Lo que Dios ha unido que no lo separe el Hombre. Bellas palabras, pero ajenas a la realidad, porque miles y miles de matrimonios católicos se rompen todos los años, y eso deja a una gran cantidad de creyentes sinceros en una difícil situación. Cualquier relación posterior a la ruptura les está vedada, salvo que acepten los lentos (y costosos) trámites del Tribunal de la Rota. La postura eclesial, a día de hoy, ha sido hacer la vista gorda. Si a veces sale en las noticias algún sacerdote que niega los sacramentos a una persona separada es, precisamente, por lo raro del hecho: es mucho más cómodo fingir que no pasa nada.

Lo mismo sucede en cuanto a las relaciones prematrimoniales o los anticonceptivos. Por mucho que se lancen campañas en pro de la virginidad y se pongan como ejemplo a seguir a matrimonios con trece o catorce hijos, lo cierto es que la inmensa mayoría de los jóvenes católicos se desprecinta mucho antes de pasar por el altar y la mayoría de las parejas casadas usan preservativos. Todas esas personas, teóricamente, están en pecado mortal y deberían ser excluidos de la comunión, pero los sacerdotes prefieren mirar para otro lado y no buscarse problemas. El debate al respecto lleva ya varios años en marcha, aunque sea de forma soterrada, y más tarde o temprano veremos cambios doctrinales.

· No veremos ningún cambio en la cuestión del celibato sacerdotal. No por cuestiones doctrinales, sino económicas: si un parroco tuviera la posibilidad de casarse y formar una familia, necesitará unos ingresos que le permitan hacer frente a sus obligaciones familiares, lo que supondría un notable encarecimiento de las nóminas en la Iglesia. Mucho me temo que, pese a que el debate está ahí y buena parte de la grey cree que no hay nada malo en el matrimonio de los sacerdotes, los curas van a tener que seguir teniendo la polla de adorno o usándola ilícitamente durante muchos años.

Tampoco veremos avances en lo referente a la homosexualidad. La Iglesia ni siquiera acepta que hacerse pajas sea natural, así que la idea de que dos (o más) personas del mismo sexo puedan retozar con la bendición de Cristo está muy, muy lejos de asomarse a las mentes de los obispos. En una sociedad como la española esto podría aceptarse sin demasiados problemas, pero la mayor parte del mercado católico está compuesto de países con escaso nivel educacional y posturas profundamente homófobas, así que nadie va a mover baza en un asunto que puede suponer muchos disgustos y sólo aliviaría a un reducido porcentaje de feligreses.

Puede parecer, de lo dicho hasta ahora, que aquí, como decía el Gatopardo, se trata de cambiar para que todo siga igual. Cierto, esa es la manera eclesial. Dando, eso sí, mucho bombo a cualquier mínima modificación del dogma y vendiéndola como una prueba de modernidad y audacia. Y seguramente dejará encarriladas las cosas para que su sucesor mantenga una política similar. Veremos mucho maquillaje, muchas buenas palabras y pocos cambios reales. Pero habrá cambios, por reducidos que sean, porque la Iglesia sabe cuando debe mover ficha, aunque sólo sea una casilla.

Suelen hacerse muchos chistes por lo que ha tardado Roma en perdonar a Galileo y disculparse por su condena. Cuatrocientos años son muchos, eso es indudable, pero al final rectificaron. A día de hoy, sigo esperando a que los calvinistas pidan disculpas a Miguel Servet.

Despacio, muy despacio. Pero Roma, a la larga, se mueve.

viernes, 23 de marzo de 2012

Y SIN EMBARGO... (II) Hablando (bien) de Roma


La imagen de inmovilismo de la Iglesia es, en su conjunto, acertada. En un momento y situación dados la clerecía siempre se aferra a lo conocido y procura poner todas las trabas del mundo al cambio. No es algo nuevo, tenemos ejemplos sobrados a lo largo de sus veinte siglos de existencia. Sin embargo, cuando las cosas se ponen realmente peliagudas, Roma se pone las pilas. 

La última gran crisis anterior al siglo XIX fue la de la Reforma. Tras el Concilio de Trento la Iglesia abandonó su cómoda poltrona de corruptelas, politiqueos de mil colores y autocomplaciencia para reconvertirse en una entidad beligerante. En muchos aspectos la Contrareforma fue un lavado de cara, pero en otros supuso un verdadero cambio: había demasiado en juego, se habían perdido Alemania y los reinos del Norte, y en unos años Gran Bretaña y buena parte de Flandes les siguieron. En los siglos XVII y XVIII se logró consolidar un razonable status quo gracias al apoyo de España y el Imperio (y en menor medida, Francia, volcada al catolicismo tras las guerras de religión). 

A finales del XVIII empezó una nueva tormenta. La Iglesia había apostado decididamente por el Ancien régime y su caída fue un golpe tremendo. Las guerras napoleónicas acabaron de socavar los cimientos de una sociedad agonizante y cuando la industrialización y los nacionalismos barrieron el mapa de Europa Roma se encontró sin suelo bajo los pies. Literalmente, ya que sus posesiones terrenas le fueron arrebatadas durante la unificación de Italia y el papa se convirtió en prisionero en su propio palacio. Pio XI y sus sucesores no supieron reaccionar y se limitaron a condenar urbi et orbe todo aquello que sonara a novedoso o acabara en -ismo.

La catástrofe de las guerras mundiales acabó por sacudir del Vaticano un sueño enmohecido de siglos. La perspectiva de un mundo donde Europa ya no contaba, con el fantasma del comunismo agigantándose y la ciencia lanzada a desentrañar el universo en todas direcciones hicieron que los obispos empezaran a temer por su misma existencia y Juan XXIII, que debería haber sido un cómodo Papa transicional, convocó el Concilio Vaticano II.

El Concilio supuso un verdadero terremoto ya que puso en entredicho prácticamente todo. Doctrina, liturgia, protocolos... todo. Sin embargo no se tradujo en una revolución, porque los concilios no decretan órdenes inapelables, sólo establecen vías de actuación, vías que están sometidas a escrutinio e interpretación. Se haber vivido lo suficiente, es posible que Juan XXIII hubiera rematado la obra conciliar confirmando con su indiscutible autoridad las conclusiones conciliares, pero no fue el caso y con Pablo VI a la cabeza los obispos iniciaron la tarea de recortar las innovaciones para hacerlas más manejables.

Hubo cambios notables, como el abandono de la liturgia latina, el ecumenismo, la eliminación de ciertas normas rituales completamente anticuadas (como la obligación de que las mujeres fueran cubiertas en la iglesia) y, quizás lo más novedoso tras siglos de decidido apoyo a ricos y poderosos, un nuevo énfasis en el trabajo con los desfavorecidos, la tan mentada obra social* de la Iglesia. Esos cambios supusieron un importante lavado de cara y podrían haber sido el punto de partida para una verdadera renovacion pero el largo papado de Juan Pablo II supuso una vuelta de tuerca radical por parte del ala más conservadora del clero y dejaron buena parte de las reformas en pura cosmética.

Para buena parte del clero el frenazo fue traumático, ya que se esperaba una verdadera reforma doctrinal y, como mínimo, se confiaba en que habría diálogo y consenso, no un retorno del ordeno y mando. No fue el caso: las ideas progresistas (los que peinamos canas recordamos la Teología de la Liberación) fueron condenadas de forma explícita y el único diálogo fue en la dirección contraria, para reintegrar a la obediencia a los sectores más extremistas y ultraconservadores, y evitar un cisma eclesial por la derecha. 

En España los efectos del golpe de timón fueron muy duros. La línea dialogante encabezada por el cardenal Tarancón fue cercenada y a su muerte la Conferencia Episcopal se convirtió en el refugio del sector más extremista e intolerante de la clerecía hispana. Esos años trajeron una cosecha de vocaciones perdidas y una buena cantidad de religiosos, en su mayoría relativamente jóvenes, colgaron los hábitos y dieron la espalda a unos obispos entregados en cuerpo y alma a la tarea de dar marcha atrás al tiempo.

Pero el tiempo no acepta presiones clericales y la sociedad ha seguido su camino. El resultado es que por una parte se ha abierto una brecha entre la cúpula eclesial y su rebaño, y por la otra, el clero hace frente a una serie de problemas que afectan a su propia estructurta y amenazan su supervivencia. La Iglesia del siglo XXI tiene varios frentes abiertos cuya solución pasa por aceptar un debate doctrinal y unos cambios de una profundidad que los más conservadores consideran inaceptables. Paradójicamente, el actual papa, el denostado Ratzinger, podría ser la persona adecuada para afrontar esos cambios.

(continuará)

* La labor social de la Iglesia despertó muchas esperanzas en los años 70 y 80. pero ha quedado reducida a una estructura organizada de caridad. Como tal, es útil  y visible, pero ha dejado en la cuneta el compromiso real con los desfavorecidos y la presión a favor de reformas legales y sociales que acaben con la injusticia, es decir, ayuda a combatir los síntomas pero permanece de espaldas a las causas de los problemas.

jueves, 15 de marzo de 2012

Y SIN EMBARGO... (I) Hablando (bien) de Roma



Sé que la entrada de hoy va a sorprender a mucha gente. Es posible incluso que alguno me retire el saludo, pero es un riesgo que puedo asumir. Porque igual que tengo facilidad para criticar los (muchos) defectos de la Iglesia, también lo tengo para ensalzar sus virtudes. Desde un punto estrictamente ateo, se entiende.

Sí, he dicho virtudes. Si los obispos gobernaran el Imperio del mal y la superstición que retrata la caricatura, hace siglos que hubieran desaparecido o se habrían convertido en una más de las muchas sectas que pululan por el mundo. Pero no es el caso: la Iglesia Católica ha demostrado ser una institución de sorprendente éxito a la hora, no ya de sobrevivir, sino de medrar a lo largo de veinte siglos. Un creyente católico apostillaría que eso se debe a que defienden la religión verdadera.  Un protestante diría que Satán apoya las malvadas obras de Roma. Un materialista histórico hablaría de la connivencia entre el capital y la clerecía para oprimir al proletariado... pero las cuestiones de fe no me atañen. Yo busco explicaciones más racionales, y la baza que ha dado ventaja a la Iglesia es la racionalidad de su estructura.

La mayoría de las confesiones monoteístas viven su fe de forma dispersa, sin una jerarquía clara. Los imanes musulmanes, al igual que los pastores evangelistas o los rabinos, mantienen el control bajo una congregación determinada, y en ocasiones pueden influir en otras congregaciones, más en estos tiempos en los que la rapidez con la que se difunde un mensaje se ha multiplicado a niveles inimaginables hace dos décadas. Pero ningún imán, rabino o pastor puede proclamar una verdad absoluta y decisiva, porque carece de la autoridad necesaria para ello. Para los judíos, se trata de una herencia de la dispersión de sus comunidades religiosas tras la destrucción del Templo, agravada por progromos y todo tipo de leyes antijudías siglo tras siglo. En la mayoría de los cultos reformados, esto obedece a que cualquier lector de la Biblia se considera capaz de interpretarla sin que nadie pueda objetar  nada a su personal relación con Dios (lo que no importa demasiado, la mayoría de interpretaciones se limitan a decir NO, NO y NO a todo lo que pueda resultarles molesto).

La ausencia de centralismo religioso en el mundo musulmán se debe a la disputas por el poder tras la desaparición de Mahoma. En teoría, la institución del Califa (comendador de los creyentes) debía representar la voz de la fe al margen de otros poderes, pero en la práctica los gobernantes se adueñaron enseguida del título califal, haciendo imposible el nacimiento de una autoridad religiosa independiente del poder, digamos, civil (lo que por añadidura hizo imposible el nacimiento de un poder civil y lastró gravemente a las sociedades musulmanas)

Nos quedan unas pocas ramas del cristianismo reformado, como la iglesia luterana alemana o la anglicana, el chiismo iraní, y la Iglesia Católica. En estos casos hablamos de una estructura claramente jerarquizada con una autoridad central, sea personal o colegiada. No es el caso de la iglesia ortodoxa: esta vive atomizada entre multitud de autoridades nacionales, ya que nadie puede reclamar la autoritas del primado de Constantinopla, extinguida tras la caída del Imperio Oriental. Con anglicanos o luteranos hablamos de iglesias de ámbito nacional o regional (los luteranos se extienden por el norte de Europa y tuvieron cierta expansión en EE UU). Lo mismo sucede con el chiismo, que no influye prácticamente nada en el mundo árabe por cuestiones étnicas y de doctrina. Sólo la Iglesia Católica extiende su poder a nivel planetario.

¿Cómo ha logrado Roma este éxito? Pues, por extraño que suene, porque su estructura piramidal le da una notable capacidad para evolucionar. La autoridad eclesial emana directamente del Papa, que pese a ser elegido en cónclave por los cardenales no es un primus inter pares sino un soberano absoluto. Ese absolutismo se traduce en que una decisión papal es incontestable y, en consecuencia, cualquier cambio o novedad introducido desde el Vaticano, es inamovible. Es decir: cada vez que el Papa acepta un paso hacia adelante, no hay posibilidad de retroceso.

 Sucede lo mismo en las confesiones anglicana o luterana. Hay una estructura de poder encargada de la toma de decisiones y estas decisiones son inapelables. En estos casos la evolución ha sido muy rápida en las últimas décadas, lo que puede hacer pensar que su funcionamiento es más ágil que el de la Iglesia Católica. Es evidente que la burocracia vaticana es enorme y ejerce un lógico efecto de anquilosamiento pero creo que en mayor medida esa diferencia se debe a que las iglesias reformadas tienen una grey limitada y homogénea, lo que facilita mucho el consenso. Por el contrario el Vaticano tiene que hacer equilibrios sobre situaciones sociales radicalmente diferentes, lo que añade muchas trabas a cualquier cambio radical.

El caso del chiismo iraní es muy peculiar: la revolución islámica otorgó un enorme poder a los clérigos pero éste no pudo imponerse de forma absoluta. La sociedad parsi era demasiado abierta como para permitir una legislación basada exclusivamente en la Sharia y eso acarreó extraños contrastes, como la obligatoriedad del uso del chador por parte de las mujeres junto a una masiva presencia femenina en las universidades y cierta influencia política (la participación de mujeres ministros en el gobierno como en Irán es impensable en las monarquías sunnies). La guerra con Iraq mermó la fuerza física de los ayatolas (los Guardianes de la Revolución, su principal músculo social y militar, sufrieron tremendas pérdidas como carne de cañón) y actualmente se perpetúa en connivencia con un poder corrupto, sobre una sociedad que ya no comulga con unos ni con otros. Eso hace muy difícil que se produzcan cambios en la doctrina chií: en una situación así, la jerarquía se aferrará con uñas y dientes a su poder hasta el momento en que lo pierda. Si eso sucede, es probable que veamos como la República islámica se vuelve laica, como la Turquía de Attaturk.

Pero la Iglesia, pese a proclamarse cien veces como soberana sobre todas las coronas europeas, nunca tuvo una base real de poder que validara sus pretensiones, más allá de sus posesiones en Italia, y desde el momento en que se consolidaron las primeras naciones ha tenido que negociar y adaptarse a las circunstancias. De ahí que, aunque sea a regañadientes y siempre dos pasos por detrás, ha logrado mantener una mínima modernidad  a medida que la sociedad cambiaba...

(continuará)

viernes, 10 de febrero de 2012

4000 VECES GRACIAS, SANTIDAD


Leyendo acerca del simposio eclesial sobre pederastia celebrado en Roma, no puedo por menos de sentirme sorprendido por algunas incongruencias que encuentro en la noticia.

Por un lado tenemos los datos ofrecidos, confesados quizás, por el cardenal Levada. 4000 casos estudiados por la Congregación para la Doctrina de la fe en 10 años, es decir, más de un nuevo caso al día durante la última década. Y esos son los sucesos de los que se tiene constancia, es decir, la punta del iceberg. El mismo mitrado reconoce que la respuesta eclesial fue inadecuada y que se requiere una profunda renovación de la Iglesia en todos los niveles.

Hasta aquí nada que objetar, se admite una situación excepcionalmente grave y se asume, al menos de palabra, la responsabilidad de la institución que cobijó estos abusos. Pero, a continuación, el prelado afirma que Benedicto XVI debería haber recibido la gratitud de toda la Iglesia y de fuera de ella” por la labor realizada y su decisión de “tolerancia cero” con la pederastia.

Vamos a ver, eminencia. Nuestro amigo alemán lleva en la silla de San Pedro siete años, y de creerle a usted, al menos tres antes de ser Papa en lugar del Papa estaba dedicado en cuerpo y alma a combatir la pederastia en la Iglesia. En ese tiempo, ustedes han confesado cuatro mil abusos. No uno ni dos: CUATRO MIL. No quiero parecer tiquismiquis, pero ¿se puede saber qué es lo que le debemos agradecer a Su Santidad? ¿que los sacerdotes han tenido más vaselina a su disposición y así a los niños les ha dolido menos?

Por cierto, menciona usted una política denominada Tolerancia Cero, y no me cuadra. Si ustedes han tenido noticia de 4000 sacerdotes pederastas ¿porqué esos 4000 no han sido denunciados? ¿O acaso Tolerancia Cero significa dejarles sin postre para que escarmienten? Y ¿porqué se permite que un obispo cargue impunemente las culpas sobre las víctimas? Porque esas declaraciones PÚBLICAS tuvieron lugar en 2007, cuando ya estaba en vigor la Tolerancia Cero, y no han sido condenadas por la conferencia episcopal española.

Se habla del camino procesal para que los sacerdotes culpables de abusos dejen de serlo y se añade que en algunos casos debería acelerarse. Luego debemos suponer que en la mayoría de los casos ese proceso es lento, ¿no es así? Bueno, ustedes tienen derecho a ser todo lo lentos que quieran en retirar la ordenación a un violador con sotana: doctores tiene la Iglesia, dicen. Pero mientras lo hacen podrían entregar a la JUSTICIA la información sobre esos delitos de los que tienen conocimiento. Si mal no recuerdo, Jesús dijo, dad a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César, y dado que la pederastia, además de un pecado, es un CRIMEN ante la Ley, debe ser juzgado por los tribunales que representan a esa ley. A ser posible en un plazo inferior a los veinte años, por aquello de que, por un quítame allá estas pajas, el delito prescriba y las víctimas vean como su abusador sale impune a la calle.

Porque las víctimas les preocupan ¿no? La curación de las víctimas deber ser la preocupación prioritaria de la comunidad cristiana. Claro que, siendo muy mal pensado, me pregunto qué es lo que la comunidad cristiana tiene que andar curando, porque que yo sepa los abusos no se curan con rezos ni bendiciones, sino con ayuda médica. ¿O se refiere usted a curarles de esa fea costumbre de señalar con el dedo a sus violadores? Porque está muy mal ser acusicas, en vez de acudir a confesarse para salir con el alma limpita. Francamente, si yo fuera una víctima, procuraría mantenerme lo más alejado posible de esa comunidad cristiana que lleva décadas encubriendo a los delincuentes.

¿El Papa quiere que le estemos agradecidos? Que se deje de medias tintas, de llorar por las víctimas o de convocar congresos. El primer paso es denunciar a los violadores. Basta de esconder a los pederastas, trasladándolos de parroquia en parroquia, de colegio en colegio, para que sigan disfrutando de carne fresca mientras ustedes se dedican a debatir interminablemente. ¿Respuesta coordinada y adecuada? Sólo hay una: abran las puertas a los fiscales, asuman la responsabilidad por lo que han hecho y siguen haciendo a diario sus subordinados, amparados en los privilegios de su institución, y que sea lo que Dios quiera ¿o acaso no confían ustedes en la providencia del señor?

Un consejo. Afirma que los futuros sacerdotes deben ser formados en la apreciación de la castidad y el celibato. Francamente ¿no ahorraríamos todos tiempo y dinero si los seminaristas fueran castrados antes de su consagración? Al fin y al cabo, se supone que sus testículos no van a usarse en tareas reproductivas y, con la sotana puesta, no se marca paquete, luego tampoco cumplen ninguna función estética. Por añadidura, así podrían seleccionar mejor a su personal, ya que ese pequeño sacrificio disuadiría a muchos jóvenes de abrazar de abrazar en falso y por motivos erróneos una vocación que les viene grande.

Pese a todo, tenemos que mostrar nuestra buena educación: dice usted que le debemos agradecimiento al Papa por su firmeza. Pues que nadie pueda llamarnos desagradecidos: muchas gracias, Santo Padre.

Muchas gracias por nada.

miércoles, 18 de enero de 2012

SOBRE EL FORNICIO Y LA IGLESIA (Reflexiones teológicas)


No voy a hablar demasiado de las majaderías que ha soltado la sotana mayor de Córdoba. Por una parte, porque otros lo han hecho ya, y mejor que yo. Por otra, mi interés se centra en el término que ha empleado esa caricatura de hombre, cuya sesera y pene presupongo mohosos y tumefactos… perdón… lo he visualizado con demasiada nitidez… creo que voy a vomitggglbrrrgf…

El mío no es interés morboso sino caritativo. Sólo quiero ayudar a la Santa Madre Iglesia porque la homilía del mitrado muestra lo mal que entiende la clerecía los placeres de la vida.

Fornicio
, dice. Valiente majadero.

Del latín fornices, arco, en su sentido arquitectónico, por los que sostenían los soportales donde las meretrices aguardaban a sus clientes. La elección de ese palabra nos da pie a introducirnos en la mente del señor obispo (puag) y ver las cosas a través de sus ojos (repuag). Luego para él (y la institución que representa), el sexo es una actividad  clandestina y sucia, ejercida en rincones oscuros o lupanares escondidos.

Lupanares que, por otra parte, dieron muy buenos dividendos a la Iglesia, ya que durante siglos esta sacrosanta institución administró locales públicos y cobró diezmos de esa lucrativa actividad. Pero no nos desviemos del tema. La cuestión es que, para el atrofiado cerebro del señor Demetrio, todo lo que no sea cópula reproductiva y bendecida previo paso por el altar, es fornicio.

Pues mire, señor mío. O suyo, que yo no quiero nada con usted. No se llama así, sino folleteo, del verbo follar, del latín follicare, y no es sucio, ni clandestino, sino saludable, divertido y repleto de posibilidades, un vergel para mentes inquietas y exploratrices.

Las almas ensotanadas, para su desgracia, no se caracterizan por su inquietud intelectual, más bien todo lo contrario. Su idea de la coyunda (ahora lo llaman relaciones sexuales o sexualidad, la propia terminología da bostezos), se reduce a introducir un pene en una vagina y menearlo hacia adelante y hacia atrás unos minutos (no muchos, supongo, más de cinco se considerará vicio) hasta soltar un lecharazo, por supuesto sin condón, y no con animus jocandi, sino con la idea deliberada de fertilizar algún óvulo descarriado. Y ya está.

Que conste, nada tengo en contra de la cabalgata del misionero. Bueno, cabalgata, lo que se dice cabalgata... sospecho que tras unos años de  –santa– cópula misioneril, la cosa se queda en un trotecillo cochinero, lo que viene a ser un portantillo*, para entendernos. Pero, sea cual sea el símil equino, es una opción muy limitada. Tiene que haber mucho más. Lo hay, de hecho. Y ahí la Iglesia debería ver una oportunidad evangeliszadora donde sólo vislumbra pecado.

Pensemos en una de las actividades follandiles más chulas, y de las más denostadas desde los púlpitos: la gastronómica. Ergo, comerle a tu partenaire (o partenaires) los bajos. Para el ojo no experto puede parecer tan sólo una actividad preliminar. Craso error.

El término preliminar presupone que el objetivo del trabajo bucal es preparar el plato fuerte. A veces es así, no lo niego, pero también es un buen modo de disfrutar sin más, con el único objetivo en mente de seguir jugando con nuestra boca hasta el final. ¿Buen, dije? Excelente, sobresaliente incluso. Comerse un precioso y profundo coño o una enhiesta y firme polla es un modo fantástico de matar el rato, mucho mejor que ver el Hormiguero o jugar al Apalabrados.

Dicho sea de paso, hasta ahora no he tenido nunca un rabo en mi boca, luego alabo la maniobra sólo de oídas, pero la vida puede dar muchas vueltas y no descarto conocer de primera lengua ambas experiencias. ¿Para mi condena eterna? Pues bueno, pues vale, pues me alegro. Para usted la perra gorda.

La gracia de las actividades bucales es que, pese al desagrado con que son contempladas por los sacerdotes, son prácticas que entran perfectamente dentro del más puro espíritu cristiano. Porque lo molón de sacarle brillo a genitales ajenos, es que no eres tú la persona que disfruta, sino el otro. Vale, sí se disfruta. Al menos yo lo disfruto, es embriagador para el tacto, el gusto y el olfato. Pero si hacemos bien nuestra parte quien se corre es el otro, eso es impepinable. Es decir, cuando hago un cuni o una mamada, estoy dando, no recibiendo. Y ese es el espíritu del cristianismo: hacer al otro lo que quisiéramos para nosotros.

Eso deja fuera de la ecuación al mutuo rechupeteo. Ahí hablamos de quid pro quo, no de altruismo follil.

Pues bien, pensemos en todas las posibilidad es que desprecia la iglesia al rechazar tan santa acción. Podría presentársela como ejemplarizante obra de caridad o muestra del más puro amor en la santidad del matrimonio. Porque el mandato de Cristo era dar de comer al hambriento y de beber al sediento. Y vestir al desnudo, supongo que después de, por aquello de no coger frío.

¿Qué ventajas añadidas tendría el repaso de bajos? A nivel de catequesis, muchas. Los cursos prematrimoniales se caracterizan por lo escaso del repertorio sexual que ofertan a los futuros cónyuges, así que toda ampliación del catálogo será bienvenida y repercutirá en un aumento de la asistencia, que hoy por hoy es más bien escasa (apenas un par de amigos míos creyentes reconocen haber asistido al curso de principio a fin). Asimismo beneficiará a los sacerdotes encargados de aleccionar a los contrayentes, ya que para hacer bien su trabajo tendrán que documentarse, y acrecentar el saber siempre es placentero.

Hemos hablado sólo de la chupadita, pero hay tantas otras posibilidades litúrgicas... ¿qué me dicen del coíto anal como metáfora del sufrimiento por la verdadera fe? o la elegancia del bondage para escenificar las pías estampas de mártires y crucificados, que de por sí ya incluyen una buena cantidad de cuerdas, suspensión y parafernalia SM. Señores obispos, están ustedes desperdiciando el entusiasmo popular al obstinarse en pasear una y otra vez los mismos pasos apolillados de Semana Santa.

Y no se trata sólo de ejemplarizar al creyente o atraer al público en general. La bendición del folleteo variado sería un aliciente para la recluta de nuevas vocaciones, escasas hoy en día, por no decir paupérrimas. Abran la mente, y los jóvenes acudirán en tropel a conventos y seminarios, tan necesitados de calor humano.


Pero eso requiere un cambio de actitudes. Basta de ofender a los folladores, por favor, nuestros actos rezuman bondad, caridad, incluso fe (uno siempre tiene fe en que el siguiente polvo molará incluso más que el anterior). Cualidades cristianas, virtudes teologales, incluso. Así que, señores de la COnferencia, recuerden...

Que no es por vicio, eminencia,
no es por vicio.
Pues practicar el fornicio
apacigua las conciencias
y alegrar los orificios
es bien cristiana tarea.

*Dícese del paso corto y apresurado del pollino

lunes, 28 de noviembre de 2011

¿QUE NO QUERÍAS CALDO? TOMA DOS TAZAS



Estos días, la conferencia episcopal ha dado algunas recomendaciones al futuro gobierno del PP. Recomendaciones, por supuesto, no directrices, porque ellos sólo aconsejan. Una postura muy tradicional, de hecho. La inquisición no ejecutaba a sus reos, sólo los entregaba a la justicia civil, aconsejando algún remedio para la salvación de sus almas (como la hoguera, ideal para redimir al pecador más recalcitrante)

El caso es que nuestros queridos obispos están muy preocupados con la crisis. Y han encontrado la clave de nuestros problemas. Que no es la la codicia del capitalismo sin frenos, no, sino la pérdida de valores cristianos. Y, como no, han encontrado la solución a todos nuestros problemas: más clases de religión en colegios e institutos públicos.

Como respuesta a la actual situación de los mercados financieros puede parecer  insólita, pero es  que cuando la iglesia se refiere a la crisis, no habla de la misma crisis que el resto. O sea, hablamos de una organización que se embolsa 10000 millones de euros anuales de las arcas estatales, a ellos las dudas de los mercados se la sudan. No, los obispos se refieren a la suya propia, la que les ha llevado en menos de una generación de un 95% de católicos practicantes a un 40%. Sin embargo ambas crisis tienen una cosa en común, o mejor dicho, lo tienen las soluciones propuestas.

La crisis económica nace de la codicia de las entidades financieras ¿solución de los gobiernos? Echar dinero a paletadas en las fauces de esas entidades. Y para solucionar la crisis religiosa los obispos han acudido al consabido remedio de si no querías caldo, toma dos cazos.

La solución propuesta por la iglesia carece de eficacia. La gente no ha abandonado las iglesias porque una conspiración de judeomasones les haya forzado a renegar de su fe a punta de pistola, ni porque una oleada de racionalismo haya apagado la brillante llama de la fe. Lo ha hecho porque la religión es, literalmente, un muermo.

Existen pocas cosas más aburridas que asistir a misa a escuchar las mismas frases en el mismo orden con el mismo tono monocorde domingo tras domingo. Aguantar tres años de catequesis antes de la primera comunión, en general ofrecidas por señoras con demasiado tiempo libre y escasa cualificación intelectual resulta un verdadero ladrillo. Las clases de preparación al santo matrimonio son vistas por la mayoría de las parejas que se casan por la Iglesia como un tramite soporífero cuando no como una ocasión para los chistes y la hilaridad mal contenida, lo que hace que la mayoría procure saltárselas. Y para conseguir que la gente vuelva al redil el buen Rouco quiere meterles más de lo mismo, en dosis industriales, y además pretende que el tedio se universalice a costa del erario público.

Querido señor Varela ¿De verdad desea usted que la gente acuda en tropel a las iglesias? Empiece por quitar las telarañas, hombre de Dios. Adecéntelas con vivos colores, ofrezca una consumición decentita (la sagrada forma será sagrada, pero no llena nada) y ponga buena música, que el orfeón de ancianas acompañadas por la monja de la guitarra espanta al más pintado. Y dele vidilla a la misa, que más que una celebración parece una clase de gimnasia para la tercera edad (aún recuerdo mi pasmo cuando don Deogratias, el párroco de la Araucana en los 90, puso carteles para que la gente supiera cuando debía arrodillarse/sentarse/levantarse y lo hicieran al unísono y en buen orden)

Tome ejemplo de esas celebraciones evangélicas repletas de posesiones del Espíritu Santo, glosolalias y marcha, que uno no es creyente, pero cuando escucha una misa gospel  no puede tener los pies quietos. Y ya puestos, ponga un torno en la puerta  y cobre la entrada, a ver si así solucionamos el espinoso tema de la financiación eclesial.

Pero déjese ya de catequesis y clases de religión. Con eso sólo logra espantarse la clientela, porque si ya los niños de primaria acaban hartos de oir las mismas ñoñeces un día sí y otro también (y doy fe de ello*) en cuanto los chavales empiezan a notar las primeras fiebres hormonales, predicar la castidad y la abstinencia es el mejor modo de convertirse en objeto de burla y rechifla. Con lo que no sólo habrá que pagarle el sueldo al profesor, sino que además tendremos que financiar largas horas de terapia para que recuperen la autoestima entre curso y curso.

Hablando en plata, señores obispos, no es su dinero de ustedes el que se están gastando, así que al menos no lo desperdicien. Inviertan en algo eficaz, algo que de verdad atraiga feligreses. Ofrezcan una tapita con la comunión, vinito incluido, que eso de que el cura sea el único que bebe resulta de lo más injusto. Actualicen el cancionero, que ya nos lo sabemos. Pongan calefacción, que se les enfrían las viejecillas, y son su principal apoyo. Porque cuando se muera esta generación de abuelas se van a ver en un grave problema, ya que no hay relevo de ancianitas.

Y si se van a empeñar en meter clases de religión, intenten no amuermar a los niños, que luego se les escapan en cuanto hacen la comunión y les regalan la Play.  Y si no hay niños ¿a quién se follarán  evangelizarán entonces?

* V, compañera de mi hijo, hizo la comunión hace un par de años. Un mes después informó a su madre que había decidido cambiar de religión y pasarase a la de mi hijo. Cuando la madre me lo dijo, yo respondí, pero si mi hijo no va a religión y ella me dijo, pues eso, ha visto que no va a clase de religión, ni a catequesis, ni a misa, y ella tambien se apunta a lo mismo.

domingo, 6 de noviembre de 2011

LA EUTANASIA Y LOS CUIDADOS PALIATIVOS Una visión evangélica





Navegando por una hemeroteca, he topado con una noticia de hace unos años, sobre la que escribí brevemente en mis tiempos preblogueros. Ahora que vuelve a estar sobre la mesa el debate de la muerte digna, gracias a los marrulleos preelectorales de la Iglesia, me parece un buen momento para revisar y publicar de nuevo el tema, desde un punto de vista estrictamente histórico.

Preguntado por la triste historia de la ciudadana francesa Chantal Sébire, que reabrió el debate sobre la eutanasia en el país vecino, el arzobispo de Pamplona, Fernando Sebastián Aguilar declaró durante la Semana Santa de 2008 que la francesa debería haber tomado ejemplo de Cristo, ya que el Hijo de Dios murió por nosotros de forma digna, sin recibir cuidados paliativos de ningún tipo.

Al margen de la evidente falta de sensibilidad del señor arzobispo, que no dudó en empañar la memoria de una persona recien fallecida con acusaciones de cobardía, y su empeño en sostener puntos de vista anclados en ese pasado en el que la Iglesia se consideraba dueña y señora de las almas de todo el mundo, el comentario de su Eminencia denota un sorprendente desconocimiento de los textos que nos han legado los Evangelistas y una visión teológica mal planteada. Una lectura atenta de los testimonios de Mateo, Lucas, Marcos y Juan nos permite extraer las siguientes conclusiones, puramente documentales.

1. Tras analizar cuidadosamente los Sagrados Evangelios aflora la evidencia de que los romanos, bajo presión del Sanedrín, decidieron CARGARSE a Jesús. Es decir, su intención al azotarlo, coronarlo de espinas, emplearlo como transportista de maderos y crucificarlo, era la de MATAR al muchacho.

Quizás monseñor Aguilar interprete que, habiendo Jesús estudiado en su juventud un módulo de carpintería, lo sucedido en el Gólgota pudo ser un encargo profesional que, por motivos ajenos a la narración neotestamentaria (probablemente relacionados con una defectuosa atención a la prevención laboral de riesgos), salió rematadamente mal. No obstante las pruebas documentales son claras: había intención declarada de ELIMINAR a Jesús.

2. Ahora bien, si uno ha decidido matar a una persona, es evidente que dispensar cuidados paliativos a dicha persona no es una premisa necesaria. Aún más, resultaría contraproducente. De haber actuado así, los hombres de Pilatos habrían demostrado ser unos rematados cabrones, puesto que la finalidad de la crucifixión era la defunción del condenado y la ayuda médica sólo hubiera servido para prolongar los sufrimientos del finado. Bien es cierto que la Inquisición solía aplicar cuidados médicos a sus pacientes a fin de que duraran más tiempo y no se les fueran de este mundo antes de las preceptivas sesiones de potro y hoguera, pero hay que reconocer que los romanos, a quien nadie podrá acusar de ser unas Hermanitas de la Caridad, en general no eran tan miserables e inhumanos como los obispos.

3. De ahí se sigue la conclusión de que DESGRACIADAMENTE Jesús no recibió cuidados paliativos, porque de haberlos recibido seguramente en vez de diñarla en apenas un par de horitas habría resistido el tiempo preceptivo para una muerte por crucifixión. Dado que el reo muere por asfixia una vez se agotan sus fuerzas y deja de sostenerse sobre la cruz, éste está estipulado en torno a las 36 horas, e incluso habría podido mantenerse sobre el madero un par de días con ayuda de algunos estimulantes. A primera vista esa circunstancia puede parecer desafortunada para el sujeto paciente (es decir, el susodicho crucificado) pero habría resultado un motivo de gozo y felicidad para la comunidad cristiana en general y un servidor de ustedes en particular, porque entonces en vez de una birria de puente de cuatro días podríamos disfrutar de una verdadera SEMANA SANTA casi completita, de Jueves Santo a Martes de Resurrección, ambos incluidos. Este alargamiento de la festividad hubiera sido especialmente bien recibido en Andalucía, comunidad de arraigado cristianismo pascual, ya que así sería factible sacar los pasos de Semana Santa sin prisas ni embotellamientos que desluzcan las fiestas.

4. Es decir: al no ofrecer cuidados paliativos a Jesús los romanos estaban PERJUDICANDO A TODA LA COMUNIDAD CRISTIANA, algo lógico dadas sus posteriores actuaciones al respecto entre los reinados de Nerón y Trajano. Luego BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA puede presentarse esa desatención médica como un ejemplo para los fieles.

5. Rematando esta argumentación, sólo nos queda anotar que, de acuerdo a los evangelistas, un soldado romano llamado Longinos, apiadado de los sufrimientos del Señor, le arreó un lanzazo en la parte superior del cuerpo, provocando una incisión punzante de entrada por la zona abdominal izquierda en dirección a la cavidad torácica que afectó a pulmones y corazón y produjo una parada cardiovascular en el condenado llamado Jesús, natural de Nazareth, a consecuencia de la cual pasó a mejor vida.

Esto viene a demostrar lo equívoco de las doctrinas eclesiales al respecto, puesto que el así llamado Hijo de Dios no recibió, bien es cierto, cuidados paliativos, pero sí una misericordiosa EUTANASIA, que es lo que demandaba Chantal Sébire. Y esto siempre ha sido reconocida por los Padres Fundadores de la institución católica, que no dudaron en elevar la lanza del citado Longinos a la categoría de objeto milagroso y sacro.

martes, 23 de agosto de 2011

LA FALACIA DE LA AUTORIDAD PAPAL (y III)


Para un católico, el argumento más poderoso a favor de la legitimidad del Santo Padre como cabeza de la Iglesia es la propia voluntad de Cristo, expresada en Mateo 16-18: Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y para darle más autoridad, vamos a repetirla en latín, siguiendo la Vulgata de San Jerónimo. Et ego dico tibi quia tu es Petrus et super hanc petram aedificabo ecclesiam meam et portae inferi non praevalebunt adversum eam

Más claro, agua, al menos al primer vistazo. El problema es que esta sentencia no resiste un segundo vistazo, ya que presenta varias inconsistencias. La primera, es el uso del término Puertas del  Hades o Portae inferi. La cuestión es que el concepto del Infierno como opuesto al Cielo y, en consecuencia, a la Iglesia, no es judío. Los hebreos denominaban Sheol a la morada de los muertos y, como tal, ésta no tenía connotación negativa ni positiva. Simplemente, era el lugar donde estaban. No sentían, ni padecían, porque el judaísmo no tenía conceptos como el del castigo eterno, la salvación o el alma inmortal. Ahí estaban todos, justos y malvados, sacerdotes y sacrílegos. Así, el primer rey de Israel, Saul, pide a la nigromante de Endor que invoque la sombra de Samuel, el profeta que le ungió, porque Yahvé no le escucha. Busca otra voz que le responda, ya que los muertos no están con Yahvé (como en el mito cristiano, donde los justos viven en gracia de DIos y contemplan su rostro), sino en el Sheol.


El término Hades es griego, lo que resulta lógico ya que los evangelios no fueron compuestos en vida de Jesús o de sus seguidores (la autoría de Mateo, Marcos, Lucas y Juan fue un modo de apelar a una autoridad, como los evangelios apócrifos de María, Tomás o Judas) sino en tiempos de la segunda generación de cristianos, pasado ya el alzamiento contra Nerón en el 70 D. C. Es decir, se recopilaron cuando los apóstoles y, en general, los que conocieron y trrataron a Jesús, ya estaban muertos. Podríamos pensar, en consecuencia, que la frase es un añadido de esos años. Pero tenemos otro término interesante: Iglesia.


Ekklesia, el término griego empleado por Pablo de Tarso en sus epístolas, no se refiere a un edificio. Significa asamblea o congregación. No podía ser de otro modo, ya que los paleocristianos no tenían templos propios y se reunían en casas particulares o en catacumbas. Podría pensarse que es una traducción del concepto hebreo haMikdásh (templo), pero ese término, en griego, sería ὁ ναός y, en latín, Templum. El concepto Iglesia en el sentido de edificio es muy posterior, en concreto del siglo IV (oh, sorpresa, los años de Constantino) así que, atendiendo al vocabulario, tenemos que la frasecita de marras podría ser un añadido de la época en la que los obispos de Roma buscaban medios de reafirmar su autoridad.


Hay otra prueba a favor de dicha posibilidad, y es la estructura de la propia sentencia, o mejor dicho, de su núcleo: tu es Petrus et super hanc petram aedificabo ecclesiam meam. Esta curiosa frase es un juego de palabras en latín, intraducible al griego, mucho menos al arameo, ya que sólo la lengua de Virgilio tiene las declinaciones necesarias para construirla. Así pues, ateniéndonos símplemente a la gramática, el nombramiento oficial de Pedro como cabeza de la iglesia es, como mínimo, de dudosa verosimilitud.


Bueno, podríamos decir, a lo mejor esa parte es un añadido posterior pero ¿No hay otras referencias a Pedro en los Evangelios? Las hay, por supuesto, pero como mínimo son extrañas. Como la intervención del apóstol en el Huerto de los Olivos, cortándole una oreja a un criado del sacerdote. Ese párrafo resulta ... raro. Es decir, si Pedro trataba de defender a Jesús con una espada, es probable que hiriera a sus captores en los brazos, el vientre, la cara....pero ¿cortar una oreja así, sin más? Si yo lo intentara probablemente me llevaría con ella buena parte de la cara, y además mi víctima recibiría un tajo en el hombro. Pero no, Pedro le corta una oreja, y Jesús hace voila...hop! y se la pega. No me negaréis que la escena, en sí, es surrealista. La única explicación que se me ocurre es que alguien quiso inventarse un milagro final de Jesús y su musa no estuvo muy brillante. 


Otra mención muy específica es la del canto del gallo. Pedro sigue a los aprehendedores y se esconde entre los guardias, éstos creen reconocerle, pero el niega tres veces saber nada de Jesús, es más, no sabe de quién le hablan. Esta historia sí parece real, ya que refleja sentimientos muy humanos: fidelidad y miedo. Pero no resulta un bagaje muy impresionante para un futuro pontífice.


Ya tras la resurrección, Jesús se aparece a Pedro, a la orilla dle mar de Galilea, cuando los apóstoles iban a salir a pescar. Según Juan, 21 1-8 El discípulo a quien Jesús amaba dijo entonces a Pedro: «Es el Señor».Cuando Simón Pedro oyó «es el Señor», se puso el vestido -pues estaba desnudo- y se lanzó al mar. Precioso, pero esta historia presenta el problema de que no es Pedro quien reconoce a Jesús, sino el discípulo a quién Jesús amaba, un misterioso personaje que suele identificarse con el propio Juan (lo que dice muy poco de su modestia). Sea quien sea el misterioso discípulo, está claro que no es Pedro el primero que reconoce al maestro, y desde luego no es su predilecto.


Tampoco son los apóstoles los primeros hombres en ver a Jesús, porque antes de aparecerse a los pescadores, se lo encuentran los discípulos de Emaus. Éstos le invitan a cenar y le reconocen por el modo de bendecir la mesa. Si es por primacía de aparición, Pedro no debería ser pontífice, sino el bueno de Cleofás. ¿O no?


En realidad, no, porque la primera persona que se encuentra con Jesús resucitado, que le reconoce y le dirije la palabra, es María de Magdala, la prostituta. La única, por cierto, que no le abandonó en el suplicio, como Pedro, y le acompañó al calvario, mientras todos los apóstoles se escondían. Ella es, fiel hasta después de la muerte, la que acude al sepulcro para preparar el cuerpo de acuerdo a la normas de Dios, mientras Pedro y sus compañeros deciden retomar su trabajo de pescadores. María es además señalada como predilecta por Jesús de forma más que explícita, así que si tuviéramos que atenernos a las pruebas evangélicas, el primer pontífice debería haber sido María. En el mejor de los casos, Simón Pedro, primer obispo de Roma (que nunca lo fue, como vimos aquí) es un tercerón en cuanto a las preferencias de Jesús, y sus supuestos descendientes en el puesto no tienen, en realidad, más legitimidad que la que emana de las circunstancias, la convenicencia, el poder y la manipulación de los evangelios, editados aquí y allí para justificar con argumentos de fe la simple ambición humana..

martes, 9 de agosto de 2011

LA FALACIA DE LA AUTORIDAD PAPAL (II)


El dogma de la infalibilidad papal, siendo uno de los más conocido, es igualmente el peor comprendido por los fieles, que creen que se traduce en que cualquier cosa que diga un Papa, va a misa.

Para empezar no se trata de un atributo tradicional. De hecho es bastante moderno. La infalibilidad fue decretada en el Concilio Vaticano I, bajo la dirección de Pio IX, uno de los personajes más miserables que han ocupado la silla de San Pedro. Cuando el bondadoso y liberal cardenal Ferretti fue proclamado, se convirtió en señor absoluto de una cuarta parte de la península itálica. Cuando el ponzoñoso Pio IX murió, rebosante de veneno y rencor, su soberanía se reducía, prácticamente, a su palacio. En los treinta y un años de su pontificado le dio tiempo a condenar el darwinismo, el naturalismo, el comunismo, el racionalismo, el laicismo, el liberalismo, el capitalismo y, en general, cualquier cosa que terminara en ismo.

Aborrecía todo lo que oliera, siquiera de lejos, a novedoso o reformista. Tras la desaparición de los estados pontificios, excomulgó a cualquier católico que colaborara con la nación italiana, incluyendo a la familia real de Saboya y, por supuesto, a Garibaldi y todo aquel que hubiera respirado a menos de cien kilómetros de él. Igualmente excomulgó a todo el que se atreviera a pedir la separación entre la iglesia y la sociedad civil, a quien se casara ante un tribunal, a quien simplemente fuera a votar. Mientras tuvo poder terrenal, procuró amargar la existencia de los desdichados judíos que vivían en sus territorios y no dudó en hacer secuestrar a un niño con la excusa de que una criada le había bautizado a escondidas cuando era un bebé y sería contra natura que un cristiano creciera junto a unos padres judíos.

No sorprenderé a nadie aclarando que tan santo varón, con cara de empotrador de monaguillos (vease la imagen arriba), ya ha sido beatificado. De hecho lo fue junto a una martir judía del Holocausto, porque la Iglesia tiene las tragaderas lo bastante amplias como para beatificar a un furioso antisemita con una víctima de Auschwitz. Se dice que hace tiempo que el Vaticano tiene en mente su canonización, un tragala que, al parecer, se dismularía canonizando a la vez a Pio XII.

Pues bien, esta criatura del señor decidió convocar un concilio en 1869 para 1: condenar el racionalismo (con un poco de retraso, ya que Descartes murió en 1650), 2: anatemizar a todo el que pretendiera supeditar la iglesia al poder civil (y al Papa a la autoridad conciliar, dicho sea de paso) y 3: declararse INFALIBLE. En asuntos de fe, porque dado el modo en que menguaron las posesiones de la Iglesia en su pontificado está claro que en cuestiones de diplomacia, economía o visión de futuro el amigo Pio era mal gurú.

¿Porqué decidieron los cardenales otorgarle a semejante personaje un certificado de tener superpoderes? Porque las cosas no iban demasiado bien. Apenas a seis meses de empezadas las sesiones los camisas rojas se merendaron los restos del reino papal y un par de meses después la misma Roma le fue arrebatada. En esas circunstancias, otorgar al jefe de la Iglesia de un aura sobrenatural no parecía una medida demasiado descabellada.

Ahora bien, los cardenales pueden ser muchas cosas, pero tontos, no. Aceptaron la infalibilidad, pero ésta no se traduce en que el Espíritu Santo hable diariamente por boca del Papa. De hecho sólo es así cuando el Papa habla Ex Cathedra, es decir, cuando se dirige a TODA la cristiandad para  establecer un DOGMA, es decir, una decisión irrevocable sobre un asunto de fe.

Aquí está la gracia del asunto. Si nuestro buen Benedicto XVI tiene el día lenguaraz y suelta ante un porrón de micrófonos que (es un decir) el preservativo favorece el contagio del SIDA en África, en realidad no ha dicho nada, al menos a efectos de doctrina. Es decir, se ha limitado a soltar una opinión, del mismo modo que podría haber opinado sobre el recibo de la luz o la calidad de las baguettes. Lo mismo sucede con las Encíclicas, mensajes del pontífice a la Iglesia. Estas epístolas determinan la postura eclesial ante un asunto (o asuntos) específico, pero no son Ex Cathedra, ergo no son infalibles ni irrevocables.

Pio IX quiso forzar la infalibilidad para las encíclicas, pero los cardenales, con muy buen criterio, lo consideraron fuera de lugar. Hicieron bien, ya que las encíclicas del Papa Ferretti hubieran anclado la doctrina eclesial en la Edad de Piedra sin posibilidad de enmienda. Eso ha permitido a la Iglesia ir adaptándose, aunque sea lentamente, a los tiempos que vive. Mi ejemplo favorito es la encíclica Humani generis de Pio XII, en la que éste aceptaba que la selección natural era una hipótesis científica seria que no contradecía la fe cristiana, Esta prudente y neutra declaración fue corregida por Juan Pablo II en 1996, al dirigirse a la Academia Pontificia de Ciencias, al declarar que la evolución era una Teoría y no sólo una hipótesis. Puede parecer una cuestión de matiz, pero si pensamos en términos científicos no lo es.

Desde la proclamación de la Infalibilidad, ésta ha sido esgrimida una sóla vez, en 1950, cuando Pio XII proclamó la Asunción de María, es decir, su ascenso físico a los cielos. No es una decisión que resulte demasiado arriesgada, ya que es dudoso que ningún estudio científico vaya a demostrara la falsedad de semejante declaración. El resto de las declaraciones papales tienen un grado mayor o menor de autoridad dependiendo del ámbito y modo en que se expresen, pero no se consideran infalibles.

Así pues, al asumir como verdad revelada cualquier opinión de un pontífice los católicos cometen un error. Precisamente Juan Pablo II, en su encíclica de 1998, Fides et Ratio, estableció que fe y razón eran herramientas inseparables para la búsqueda cristiana de la verdad. Al prescindir de la razón y aceptar ciegamente todo lo que se publica desde el Vaticano, los creyentes no sólo demuestran una triste cortedad intelectual, sino que incluso menosprecian la opinión de uno de los papas más carismáticos del siglo XX.

Claro que, siendo una encíclica, es posible que Fides et Ratio esté equivocada, después de todo el Papa no estaba hablando Ex Cathedra. Puede que, después de todo, asentir sin albergar jamás un ápice de duda sea lo único necesario para alcanzar el Reino de los Cielos. Desde luego Pio IX hubiera opinado así, y lo hubiera considerado una verdad inmutable.