lunes, 21 de julio de 2014
DIARIO DE LA PATERNIDAD RESPONSABLE (XX) Comunicación
El fruto de mis desvelos cumple 14 años, y ya estoy en esa fase tan temida al ver acercarse la adolescencia de tu retoño: la dificultad de la comunicación.
Dado que nuestro hijo es de natural hablador, resulta duro asumir que, en realidad, buena parte de lo que sale por su boca es ruido de fondo sin contenido, y que lo que creemos conversaciones son, en realidad monólogos desde dos direcciones* que, solo ocasionalmente, coinciden en apariencia.
Si lo que queremos es información, tendremos que extraerla, y no será una tarea fácil
Así pues, vamos a adentrarnos en los procelosos mares del diálogo adulto-adolescente.
Todos los casos expuestos a continuación dramatizan hechos reales. Ningún adolescente resultó herido en el proceso, aunque ganas de arrojarlo por la ventana, pues sí que hubo, para qué vamos a negarlo
Ante todo,olvidemos las respuestas coherentes, correctamente estructuradas y con una dicción clara e inteligible. Hablamos de comunicación a un nivel muy, muy básico.
Mi hijo entra por la puerta, de regreso del instituto. Pregunto: ¿qué tal te ha ido el día? respuesta
...mmmien
Lo que viene a decir, resumidamente, el instituto no se ha derrumbado, no me he dormido en ninguna clase (o si lo ha hecho no he llamado la atención del profesor), y déjame en paz, que estoy cansado y vengo con hambre, por cierto ¿qué hay para comer?
Asombroso ¿verdad? Toda esa información en apenas seis letras.
Una pregunta más concreta no siempre obtendrá respuestas más detalladas. Por ejemplo ¿te has lavado los dientes?
...sí
Dado que sabes que no se ha movido del salón en las últimas dos horas eres consciente de que NO se ha lavado los dientes, así que su respuesta debe tener otros significados, que podríamos resumir en estoy tan a gustito aquí tocándome el ombligo (o zonas adyacentes) mientras veo Modern Family, así que déjame en paz.
Si de lo que se trata es de asegurarnos de que nuestras instrucciones (por ejemplo, para que se caliente la cena, porque llegaremos tarde) han sido comprendidas, debemos desconfiar de las apariencias. Lo más probable es que, mientras detallamos los pasos a seguir, tras los aparentemente interesados ojos de nuestro hijo haya un vacío en el que resuene alguna tonadilla publicitaria o un zumbido monocorde.
Al llegar al final de nuestra exposición, lógicamente preguntaremos ¿de acuerdo? y la respuesta será un contundente ¡Claro! que podríamos traducir como ... pues se ha quedado buena mañana y ¡ondia! ese señor de ahí delante parece estar mascullando algo... mmm... me resulta familiar... y no parece hostil... bueno, por si acaso le diré sí a todo, a ver si me deja en paz.
El resultado es que cuando los bomberos derriban la puerta, tu hijo jura y perjura que en ningún momento le dijiste que no se debía meter un plato recubierto de albal en el microondas, es más, no recuerda haber mantenido ninguna conversación contigo en las últimas tres semanas. Para otra vez, sera más productivo tatuarle las instrucciones en la retina, para que las vea aunque cierre los ojos.
Adentrarse en asuntos más íntimos puede ser tan peligroso como avanzar por un campo de minas, pero si, pese a todo, te aventuras a decir X parece atractivo/a y yo diría que te mira mucho, notarás primero cómo baja la temperatura del cuarto, luego verás en los ojos de tu retoño una expresión que viene a decir ¿Qué sabrás tú al respecto si debes tener como 2 o 3000 años y jamás has sabido lo que es sentir ese calor que... Entonces se bloqueará, porque de pronto por su imaginación habrá pasado la idea de que en algún momento del pasado, sus padres tuvieron sexo, al menos una vez. En ese momento notarás cómo intenta contener las nauseas. Finalmente, si ha logrado no vomitar, responderá...
...Gnnnmm?
Que podría traducirse, en esencia, por DÉJAME EN PAZ
A estas alturas habréis notado un elemento común en esas respuestas ¿verdad? Sí. Nuestro hijo quiere QUE LE DEJEN EN PAZ. Y encontraremos el mismo deseo cuando le pidamos que recoja su cuarto, que se lave, coma de una manera civilizada, camine sin encorvarse como Nosferatu o se siente a estudiar, que mañana tiene examen.
Ojo, no es por desidia, es simplemente que, para él, ninguna de esas cosas tiene verdadera importancia cuando podría estar haciendo, qué se yo... NADA. Y el que vengas tú a entrometerte, preguntar, investigar o forzarle a hacer lo que sea que quieres que haga, le parece una intromisión en su intimidad
Por cierto, probablemente cualquier cosa que le digáis, sea cual sea, le parecerá ofensivo. Y aunque se lo susurres, opinará que le estás gritando (y lo opinará a grandes voces). No, no es que tenga un problema de oído o comprensión, es sólo que está marcando su territorio y tú eres un potencial intruso. Da igual que la casa sea tuya, es SU territorio.
Eso implica que si quieres ver, qué se yo, las noticias, le parezca notablemente injusto que jamás le dejes un poco de tiempo para ver la televisión, más aún cuando sabe perfectamente que ya viste las noticias hace dos meses. No sirve de nada argumentar que él se ha tirado SEIS HORAS viendo los Simpson, y además se ha visto por octocentésima vez el episodio en que Homer y Flanders van a Las Vegas, porque NO ES LO MISMO.
A ver, no nos pongamos trágicos tampoco, que por suerte no siempre es así. Hay momentos de verdadera comunicación, incluso puedes encontrarte con un abrazo por sorpresa y un te quiero. Y no, no es que esté intentando sacar algo, de verdad te lo ha dicho porque quiere que lo sepas.
Ojo, también hay actitudes sospechosas por exceso. S llevó** a su hija V y una amiga al concierto de One Direction. A la mañana siguiente (bueno, cuando la chica salió del coma emocional era mediodía) V se lanzó en brazos de su madre, que se vio en medio de una granizada de muamuamua eres la mejor mami del mundo muamuamua te quiero eres genial muamuamua gracias gracias gracias muamuamua no podría ser más feliz muamuamua gracias muamuamua...
Por suerte S es una veterana de estas lides y no se dejó deslumbrar por el momento de gloria. El ataque de entusiasmo hijil vino a durar, más o menos, lo que tardó en pedirle a la agradecida retoña que recogiera su cuarto. Pero oye, mientras dura, es como si Stalin en persona acaba de otorgarte la Orden de la Victoria.
¿Qué puedo deciros? La realidad es que, en general, el adolescente no se comunica porque no quiere hacerlo, y tratar de sacarle información concreta es un trabajo largo, tedioso y repleto de miradas tensas. No hay una solución sencilla, sólo almacenar paciencia (mucha, muchísima, muchisisísima), mantenerse firme (no nos engañemos, no puedes jugar a ser el colegui de tu hijo, TÚ ERES EL RESPONSABLE, ergo, TÚ MANDAS) y disponer de unas tragaderas amplias, porque vas a tragar mucha bilis.
También os digo que sí, pese a todo de cuando en cuando hay una respuesta a tus esfuerzos, a veces es positiva y, ocasionalmente, de verdad, te ves abrumado por un alud de cariño sincero.
Vale, en las sitcoms los padres siempre acaban el capítulo sintiendose orgullosísimos de los logros de sus hijos. Eso es en EEUU, y en la tele, y esos niños parecen de otro planeta. Aquí y ahora, incluso un ocasional te quiero es recompensa más que suficiente para coger fuerzas y seguir adelante
* confieso que el del otro monólogo soy yo, que sin darme cuenta dejo de escuchar y sigo a lo mío. Si veis que me pasa, dadme un zapatazo en la cara
** en realidad iba a ir la otra madre, ya que desde hacía meses S había dejado claro que no, de ninguna manera, bajo ninguna circunstancia pensaba ir a ningún concierto, pero oh, sorpresa, la noche antes del concierto surgió un imprevisto y S tuvo que hacer frente a dos ojos suplicantes
miércoles, 2 de julio de 2014
VA DE VIÑETAS_Y SÓLO SON PATOS (II)
Sus historias cortas son pinceladas de cotidianeidad. Podemos ver a Donald trabajando de socorrista o bombero, o enfrentado a su vecino, mr. Jones, con quien comparte una larga historia de enemistad. Nos encontramos a los niños disfrutando de un rato de ocio en el campo, participando con su tío en un concurso radiofónico, o tramando alguna travesura que, inevitablemente, acaba recayendo sobre la cabeza de Donald. Vemos sus piques con su puñetero y afortunado primo Narciso, sus devaneos en torno a Daisy, o sus problemas con la autoridad. Porque Donald es un caracter fuerte, y eso a veces puede traer problemas.
También hay alusiones a días señalados, como Acción de gracias (sí, patos comiendo pavo, no pongáis esa cara, no hay de qué escandalizarse) y, a veces, pequeños detalles que complementan las historias largas.
Por ejemplo, en Gladstone's terrible secret descubrimos que el emperifollado Narciso tiene un oscuro pasado que esconder, y en Getting that Healthy, whelthy feeling, Gilito recuerda con nostalgia su infancia, y el día en que, por primera vez, ganó una moneda con su propio esfuerzo. Sí, esa moneda.
Vemos detalles prácticos, como el modo en que se valora una moneda rara, y en cierta ocasión (Some Heir over the Rainbow) descubrimos que Donald no es el heredero de Gilito: son los niños, que algún día deberán gestionar esa fortuna de nueve fantastillones, cuatro biliojillones un centrifugallón de dólares y 16 céntimos.
Todos estos pequeños detalles se perdieron a partir del 66, tras la jubilación de Barks. Todavía hizo guiones durante un tiempo para la Wester Publishing (la editorial que gestionaba los comics de Disney) pero pronto su trabajo fue reemplazado por otros autores, mediocres por no decir pésimos.
Los comics Disney decayeron y, finalmente, los derechos de producción fueron cedidos a una editorial italiana, Mondadori, que ya llevaba años publicando bajo licencia el material Disney y haciendo historias de producción nacional. El nivel de dibujo mejoró, y hubo algunas historias notables por su calidad gráfica y de guión (sobre todo las de Giorgio Cavazzano, un mago del dinamismo) pero la continuidad, la lógica del universo creado por Barks, se fue por el retrete.
Donald pasó a ser un gorrón holgazán y maltratador, que apaliza a sus sobrinos a la primera de cambio. Gilito se convirtió en un ser despreciable, un avaro miserable y estafador, sin el más mínimo escrúpulo. Daisy quedó como figurante sin personalidad... incluso la historicidad fue desechada: Gilito nace en Alaska y se vuelve rico antes de cumplir 20 años: todas sus aventuras de juventud fueron borradas de un plumazo. Todos los patos pasan a estar emparentados, Daisy es prima de Donald y de Narciso, los tres son sobrinos de Gilito...
Así habría quedado todo, pero en los 80, la editorial Gladstone publicó una reedición de Barks, y un dibujante llamado Don Rosa decidió hacer un homenaje a aquellas maravillosas aventuras. The Son of the Sun lo cambió todo. No era una copia, era, de nuevo, la aventura en estado puro.
Con ayuda de Barks, Rosa reunió todos los pequeños detalles, las pistas, los retales que había ido dejando el maestro en su trabajo, y dio forma a una saga monumental: life and times of Scrooge McDuck. Y fue un bombazo. Recibió premios, se editó por todo el mundo y dio origen a una nueva edad de oro para los patos. Conocimos la infancia de Gilito, a su familia, pobre y orgullosa, y su decisión de no rendirse jamás. Le vimos crecer y recorrer el mundo, entablando amistades* y enemistades, de aventura en aventura, siempre duro y honrado, hasta el día decisivo en que, en el Klondike, puso la primera piedra de su fortuna. Le vimos enamorarse y perder toda esperanza, sufrimos con él la muerte de su madre, y asistimos a la construcción del imperio McDuck. Vimos su pecado, el día negro en que olvidó su camino y perdió lo único que realmente importaba. Y le vimos recuperarlo, años después, enlazando magistralmente con la primera historia de Barks.
En los siguientes diez años Rosa revisitó y volvió a poner en pie el mundo de Barks, ampliándolo incluso**, y, como él, no se limitó a las grandes sagas: también volvió su mirada al día a día. Con premisas simples pero sólidas: Donald es un espíritu libre, un diógenes que sólo está dispuesto a complicarse la vida por sus sobrinos, por los que haría cualquier cosa. Igual que los niños harían cualquier cosa por su tío, al que adoran (salvo, quizás, ser tranquilos). Y todos siempre dispuestos a acudir cuando lo necesite el gran patriarca, Gilito, que nunca les confesará que lo único realmente valioso que posee, su verdadera riqueza, son ellos. Y que, aparte de trabajar duro, tiene otra habilidad, que descubrimos en Return to Xanadu***
Si tuviera que elegir dos historias de Rosa, tendría muchas dudas, pero creo que serían The Quest for Kalevala, una recreación de la gran saga de Finlandia, tan impresionante que los maestros fineses lo usan para enseñar a sus alumnos el sentido de su mitología nacional, y, The Dream of a Lifetime. En esta magistral historia, los Apandadores se introducen en la mente de Gilito dormido, convencidos de que soñará con su dinero y encontrarán las claves de sus cuentas bancarias. Ignoran que Gilito sueña, noche tras noche, con su vida, sus aventuras, sus amigos y enemigos.... junto a ellos y Donald (que acude en ayuda de su tío) vamos recorriendo escenarios y sentimientos, hasta el instante en que, por fin, siquiera en sueños, logra reunirse con su amor.
Barks nunca llegó a dibujar la última historia de Gilito, aunque le puso fecha. Rosa tampoco se atrevió a tanto. Solo sabemos que murió en 1967, centenario, y que, como no, fue en una aventura****.
Barks casi igualó en edad a su creación. Murió a los 99 años, en el cambio de siglo. Mientras trabajó nunca fue reconocido. La política de Disney era que todos los trabajos se firmaban como WaltDisney, así que sus lectores nunca conocieron su nombre ni su rostro, ni los de los demás autores que trabajaron a la vez que él.
Pero siempre supieron que había alguien especial tras esas historias de patos. Y, cuando se jubiló, la editorial recibió cientos de cartas de niños, que preguntaban, y cito textualmente...
Por favor ¿podría decirme si le ha pasado algo al dibujante bueno?
* Personas especiales, como el futuro presidente Teddy Roosevelt, con quien le unirá una amistad de décadas.
** Por ejemplo, al presentarnos a Matilda, hermana de Gilito, en A letter from Home. Su otra hermana, ya fallecida, era Hortense, la madre de Donald.
***Hacer muñecas. Desde niño, ya que, con un trapo y un poco de madera, él hacía muñecas para sus hermanas.
****Hace un par de veranos me atreví a imaginar cómo sería esa aventura. Pero, aunque creo que logré construir un gran final, no llegaría a los talones a nada que imaginaran Carl o Don
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