Continúo divagando sobre sexo y amores. Nos habíamos quedado en mis antinaturales confesiones homoeróticas.
El tema de la homosexualidad, dicho sea de paso, tiene dos grados diferentes de antinaturalidad. La homosexualidad masculina (lo que vienen a ser los gayers) está hoy en día bastante aceptada, hasta por sectores bastantes tradicionales a los que, incluso, les hace gracia. Es lógico, las locas han dado mucho juego en el humor tradicional, y los editores de casettes de chistes (esas que se vendían en los baretos de carretera, alternando en el mostrador con cassetes con tías en tetas en la portada) les deben muchos dividendos, por no decir su propia razón de ser. Pero resulta que las chicas (o sea, las boyers) no tienen tan buena prensa y siguen siendo vistas como desequilibradas, viciosas, enfermas o frígidas*. Quiero decir, no creo que a muchos tíos homosexuales les hayan soltado por la calle eso de ¡A ti lo que te hace falta es que te folle un buen coño para quitarte las tonterías! pero a ellas se lo siguen diciendo (reemplácese el elemento anatómico, por supuesto)
¿Cual es el problema? ¿Qué daño hacen dos mujeres que se quieren y se disfrutan? O mejor dicho ¿Qué daño hacen ellas que no hagan dos tíos? Y llegamos al meollo. Dos tíos que gustan de follar juntos no causan ningún trastorno en una sociedad que, como la nuestra, sigue siendo patriarcal, porque no suponen una amenaza para los hombres heteros, es más, implican una reducción de la competencia. Pero dos chicas que se quieren, son dos coños menos en el mercado ¡y eso no, eso no puede ser! ¡a la hoguera con ellas!
¿A alguien le escandaliza el concepto mercado de coños? Pues es lo más natural del mundo. La familia tradicional, esa que la Iglesia defiende a capa y espada, se consolida, en la mayor parte del planeta (y en España hasta no hace mucho) cuando un hombre se compra un coño para su uso exclusivo, a ser posible con un útero para que críe a sus hijos. Eso no impide que él pueda seguir metiéndola fuera del matrimonio, porque es cosa de hombres, pero ¡ay de ella como deje que otro pene entre en su sagrado agujero!
No pongáis esa cara. Ése es el modo en el que entienden el matrimonio demasiados millones de personas, y en nuestro civilizado país esa forma de pensar sigue estando muy extendida. Tras los asesinatos de mujeres a manos de su ex, no hay celos, inseguridad ni frustración por la desvalorización del rol masculino, sino la idea natural de que tu coño me pertenece y te mataré antes de dejar que lo folle otro.
Ojo, los argumentos sobre lo natural no se ciñen al lado conservador. Podemos encontrar debates similares en todas partes. Por ejemplo, el Dr. Robin Baker sostiene que en el eyaculado masculino hay espermatozoides especializados en combatir a los espermatozoides de otros machos, lo que demostraría que estamos evolutivamente adaptados para el sexo en tropel. Al margen de que su tesis tiene muchos puntos débiles, la observación de los primates promiscuos muestra que los machos compiten entre sí incrementando el volumen de espermatozoides. Los chimpancés tienen unos güevos el doble de grandes que un humano medio, y dado que pesan un tercio menos que nosotros, en proporción sus pelotas nos triplican. Vamos, que para ser unos promiscuos naturales, nuestras gonadas dan un poco de penita.
Lo curioso es que los machos humanos gastamos un nardo impresionante. Quiero decir, incluso mi humilde colita es un cipotón king size si se compara con el de cualquier otro simio. Lo que me lleva a preguntarme ¿qué ventaja reproductiva supone? A lo mejor en algún momento de nuestra evolución (puede que en la fase erectus) el modo de atraer a las hembras fuera hacer volatines con la polla, y al llegar el celo todos los machos se pusieran a hacer el avioncito, ganando el que lograra las cabriolas más vistosas. Eso explicaría también el porqué del alegre color del glande, que daría mucho más vistosidad al revoloteo.
Bromas aparte, sí hay justificaciones naturales acerca de nuestra conducta sentimental y sexual. Aunque no resultan agradables de oír. Porque he conocido a bastantes parejas, incluída alguna muy cercana, que siguen juntos por pereza, por ignorancia o por miedo. Y eso sí es natural. Personas que arrastran una relación que lleva muerta años, si es que no nació ya malherida, pero nunca se deciden a soltar amarras. Porque ya se han acostumbrado a vivir juntos sin mirarse, porque no se imaginan que fuera puedan encontrar algo mejor, o por puro miedo a la soledad. Porque otra cosa que nos han vendido, es que no tener pareja es un fracaso.
Es un argumento muy triste, y la idea me parece absurda. Yo tengo la suerte de haber compartido media vida con una mujer maravillosa, pero sé que igualmente podría haber disfrutado mi vida sin pareja estable, y ella sería igual de feliz sin un hombre siempre a su vera. Además ser un individuo no implica estar solo, y sería una opción mucho más extendida de no ser por las dificultades económicas que apareja organizar una vida de forma individual. No nos engañemos, hoy por hoy es muy difícil pagarse un piso en solitario, y los problemas logísticos que pueden ir surgiendo, como criar un niño sin ayuda de una pareja, no son desdeñables. Pero volvemos al mismo problema: en muchas parejas, al final es una persona (usualmente ella) quien apechuga con la crianza, así que los retos pueden ser similares.
Precisamente ahora asistimos a la reafirmación de la individualidad en todos los aspectos, incluyendo el sexo y el amor. ¿Porqué no vas a poder amar a otra persona sin verte obligado a compartir casa e hipoteca? Claro que eso implica un grado de madurez que no todo el mundo alcanza, y más cuando entramos en el terreno de las relaciones abiertas, ya sean polisexuales o poliamorosas. Otra opción que demasiada gente tilda de antinatural (debería patentar esa palabra y cobrar royalties cada vez que alguien la pronuncie con tono indignado: me iba a forrar).
Pero hombre, dirá alguno (porque es un modo de pensar muy de tíos) eso del poliamor es un chollo, ¿no? Viva la virgen y a pillar cacho. Puede que lo fuera en los 70, cuando todo el mundo se lanzó al desmadre (a mí no me cogió, siempre llego tarde a todo ¡ay!) pero no hoy, precisamente porque la individualidad, y sobre todo la individualidad de la mujer, se ha reforzado**. Además, hablando siempre desde fuera, entiendo que este tipo de situaciones sólo pueden funcionar con una buena dosis de sentido común y capacidad de negociar y resolver conflictos, que haberlos, los habrá. Porque cuando intimamos, siempre hay consecuencias, ya sean positivas o negativas.
Y puesto que hablamos de nuestra afición a complicarnos la existencia, si alguien se plantea esa forma de vivir el amor, debe tener en cuenta que las complicaciones serán, como mínimo, tan numerosas como personas tomen parte.
Otra característica que sospecho necesitan las personas poliamorosas es una capacidad organizativa muy superior a la mía. Yo sólo necesito cuadrar mi agenda con mi chica, y aunque vivimos juntos a veces es un problema. Ése, junto al de la inevitable tensión emocional, es el principal problema que veo a este tipo de relaciones, y de ahí que, a priori, vea imprescindible la madurez. No sé si yo sería capaz de gestionar mi vida de esa manera.
Me diréis, igualmente se necesita madurez en una relación monógama. ¡Pues claro, joder, y en cualquier otra! pero como es lo natural demasiada gente se tira de cabeza sin pensar. De hecho hay más de uno y más de mil que se emparejan con la primera persona con la que follan medio a gusto, no vaya a ser que se les pase el arroz y se queden solos. Y así esas personas igualmente se complican innecesariamente la vida, por obstinarse en creer que quedarse solo es un fracaso.
Bueno, hasta aquí mis divagaciones. Quizás alguien se sorprenda de que no haya hablado de cosas tan de moda como el
swinger o el
bondage. Aparte de no querer extenderme más, no veo esas tendencias como formas de entender una relación, sino como juegos. Por otra parte el
swinger no acaba de darme buenas vibraciones. No veo ningún problema si ambos miembros de la pareja están enteramente de acuerdo al respecto, pero, como apunté arriba, hay demasiadas cosas que se hacen por miedo a la soledad, o por dependencia hacia la otra persona. El BDSM me parece menos problemático, mientras se mantenga en los límites de la diversión. Sólo veo preocupante el coste del atrezzo, que debe ser todo menos barato: la artesanía en cuero o látex tiene un precio muy
alto*** . Claro que a lo mejor buscando en las tiendas chinas se encuentran opciones más asequibles, pero la calidad será siempre muy
discutible.
En fin. Por desgracia no hay recetas magistrales para evitarnos las complicaciones, precisamente porque no existe una forma natural de hacer las cosas. Así que no deberíamos ponérnoslas aún más chungas buscando excusas y justificaciones. Ya seamos monógamos, polígamos, promiscuos, solitarios, heteros, bisex, homo, transgénero... siempre vamos a encontrarnos con problemas, porque follar y amar siempre tiene consecuencias. Y dado que no amar ni follar resulta igual de problemático, si no más (no hay más que ver la cara de vinagre de Rouco o Ratzi****, que en teoría no follan y desde luego no aman) no nos queda otra opción que apechugar y tirar p'alante. Al menos nosotros, de cuando en cuando, nos reiremos por el camino.
(Actualización a fecha de 2015: tras varios años metido en el mundo de las relaciones poliamorosas, entendidas como relaciones no monogámicas, éticas y afectivas, confirmo que el esfuerzo personal que requiere este tipo de planteamiento es intenso, y el dolor puede ser tan grande como la alegría, pero estrellarse es un precio pequeño si logras volar)
* ¿Frígidas? Sólo de pensar lo que debe sentir una mujer con otra me estremezco de pura envidia.
** Se acusa al feminismo de ser un enemigo de la sexualidad. Nada me parece más alejado de la realidad: es en igualdad como una mujer puede vivir realmente su sexualidad, no como esclava atenta a satisfacer al amo, sino como persona que goza de su cuerpo en compañía o sin ella.
*** Ojo, que lo vale: he visto auténticas maravillas en algunos catálogos, de esas que requieren muchas horas de trabajo y mucha experiencia detrás.
**** Ya creíais que me había olvidado de ellos ¿verdad? Pues no soy amigo de dar hilo sin puntada.