No voy a hablar demasiado de las majaderías que ha soltado la sotana mayor de Córdoba. Por una parte, porque otros lo han hecho ya, y mejor que yo. Por otra, mi interés se centra en el término que ha empleado esa caricatura de hombre, cuya sesera y pene presupongo mohosos y tumefactos… perdón… lo he visualizado con demasiada nitidez… creo que voy a vomitggglbrrrgf…
El mío no es interés morboso sino caritativo. Sólo quiero ayudar a la Santa Madre Iglesia porque la homilía del mitrado muestra lo mal que entiende la clerecía los placeres de la vida.
Fornicio, dice. Valiente majadero.
Del latín fornices, arco, en su sentido arquitectónico, por los que sostenían los soportales donde las meretrices aguardaban a sus clientes. La elección de ese palabra nos da pie a introducirnos en la mente del señor obispo (puag) y ver las cosas a través de sus ojos (repuag). Luego para él (y la institución que representa), el sexo es una actividad clandestina y sucia, ejercida en rincones oscuros o lupanares escondidos.
Lupanares que, por otra parte, dieron muy buenos dividendos a la Iglesia, ya que durante siglos esta sacrosanta institución administró locales públicos y cobró diezmos de esa lucrativa actividad. Pero no nos desviemos del tema. La cuestión es que, para el atrofiado cerebro del señor Demetrio, todo lo que no sea cópula reproductiva y bendecida previo paso por el altar, es fornicio.
Pues mire, señor mío. O suyo, que yo no quiero nada con usted. No se llama así, sino folleteo, del verbo follar, del latín follicare, y no es sucio, ni clandestino, sino saludable, divertido y repleto de posibilidades, un vergel para mentes inquietas y exploratrices.
Las almas ensotanadas, para su desgracia, no se caracterizan por su inquietud intelectual, más bien todo lo contrario. Su idea de la coyunda (ahora lo llaman relaciones sexuales o sexualidad, la propia terminología da bostezos), se reduce a introducir un pene en una vagina y menearlo hacia adelante y hacia atrás unos minutos (no muchos, supongo, más de cinco se considerará vicio) hasta soltar un lecharazo, por supuesto sin condón, y no con animus jocandi, sino con la idea deliberada de fertilizar algún óvulo descarriado. Y ya está.
Que conste, nada tengo en contra de la cabalgata del misionero. Bueno, cabalgata, lo que se dice cabalgata... sospecho que tras unos años de –santa– cópula misioneril, la cosa se queda en un trotecillo cochinero, lo que viene a ser un portantillo*, para entendernos. Pero, sea cual sea el símil equino, es una opción muy limitada. Tiene que haber mucho más. Lo hay, de hecho. Y ahí la Iglesia debería ver una oportunidad evangeliszadora donde sólo vislumbra pecado.
Pensemos en una de las actividades follandiles más chulas, y de las más denostadas desde los púlpitos: la gastronómica. Ergo, comerle a tu partenaire (o partenaires) los bajos. Para el ojo no experto puede parecer tan sólo una actividad preliminar. Craso error.
El término preliminar presupone que el objetivo del trabajo bucal es preparar el plato fuerte. A veces es así, no lo niego, pero también es un buen modo de disfrutar sin más, con el único objetivo en mente de seguir jugando con nuestra boca hasta el final. ¿Buen, dije? Excelente, sobresaliente incluso. Comerse un precioso y profundo coño o una enhiesta y firme polla es un modo fantástico de matar el rato, mucho mejor que ver el Hormiguero o jugar al Apalabrados.
Dicho sea de paso, hasta ahora no he tenido nunca un rabo en mi boca, luego alabo la maniobra sólo de oídas, pero la vida puede dar muchas vueltas y no descarto conocer de primera lengua ambas experiencias. ¿Para mi condena eterna? Pues bueno, pues vale, pues me alegro. Para usted la perra gorda.
La gracia de las actividades bucales es que, pese al desagrado con que son contempladas por los sacerdotes, son prácticas que entran perfectamente dentro del más puro espíritu cristiano. Porque lo molón de sacarle brillo a genitales ajenos, es que no eres tú la persona que disfruta, sino el otro. Vale, sí se disfruta. Al menos yo lo disfruto, es embriagador para el tacto, el gusto y el olfato. Pero si hacemos bien nuestra parte quien se corre es el otro, eso es impepinable. Es decir, cuando hago un cuni o una mamada, estoy dando, no recibiendo. Y ese es el espíritu del cristianismo: hacer al otro lo que quisiéramos para nosotros.
Eso deja fuera de la ecuación al mutuo rechupeteo. Ahí hablamos de quid pro quo, no de altruismo follil.
Pues bien, pensemos en todas las posibilidad es que desprecia la iglesia al rechazar tan santa acción. Podría presentársela como ejemplarizante obra de caridad o muestra del más puro amor en la santidad del matrimonio. Porque el mandato de Cristo era dar de comer al hambriento y de beber al sediento. Y vestir al desnudo, supongo que después de, por aquello de no coger frío.
¿Qué ventajas añadidas tendría el repaso de bajos? A nivel de catequesis, muchas. Los cursos prematrimoniales se caracterizan por lo escaso del repertorio sexual que ofertan a los futuros cónyuges, así que toda ampliación del catálogo será bienvenida y repercutirá en un aumento de la asistencia, que hoy por hoy es más bien escasa (apenas un par de amigos míos creyentes reconocen haber asistido al curso de principio a fin). Asimismo beneficiará a los sacerdotes encargados de aleccionar a los contrayentes, ya que para hacer bien su trabajo tendrán que documentarse, y acrecentar el saber siempre es placentero.
Hemos hablado sólo de la chupadita, pero hay tantas otras posibilidades litúrgicas... ¿qué me dicen del coíto anal como metáfora del sufrimiento por la verdadera fe? o la elegancia del bondage para escenificar las pías estampas de mártires y crucificados, que de por sí ya incluyen una buena cantidad de cuerdas, suspensión y parafernalia SM. Señores obispos, están ustedes desperdiciando el entusiasmo popular al obstinarse en pasear una y otra vez los mismos pasos apolillados de Semana Santa.
Y no se trata sólo de ejemplarizar al creyente o atraer al público en general. La bendición del folleteo variado sería un aliciente para la recluta de nuevas vocaciones, escasas hoy en día, por no decir paupérrimas. Abran la mente, y los jóvenes acudirán en tropel a conventos y seminarios, tan necesitados de calor humano.
Pero eso requiere un cambio de actitudes. Basta de ofender a los folladores, por favor, nuestros actos rezuman bondad, caridad, incluso fe (uno siempre tiene fe en que el siguiente polvo molará incluso más que el anterior). Cualidades cristianas, virtudes teologales, incluso. Así que, señores de la COnferencia, recuerden...
Que no es por vicio, eminencia,
no es por vicio.
Pues practicar el fornicio
apacigua las conciencias
y alegrar los orificios
es bien cristiana tarea.
*Dícese del paso corto y apresurado del pollino
6 comentarios:
Amen
“Y ese es el espíritu del cristianismo: hacer al otro lo que quisiéramos para nosotros.” Nunca se me hubiera ocurrido. Cuanta verdad detras de esto. Jajaja
Una pregunta..Tú crees que esta gente no hace en la intimidad, donde nadie los ve, lo que hacemos todos (o casi todos)??? No , nooo. No lo creoooo. Nunca lo reconocerán pero estoy segura de que harán eso y mucho mas.
Conozco a algunos que de cara a la galería postulan con la virginidad hasta el matrimonio…….y después….. como no hay globito (por que además en eso si q son gilis gilis.. pero que muy gilis,) Preñada al canto. Y como no hay otra posibilidad, pues a tenerlo. Eso si. No les hables de sus incongruencias,.Mal rollo asegurado.
Saludos y me alegro de leerte , como siempre.
Ahh y muy importante.. ¿donde hay que hablar para que a algunas acciones dejen de llamarlas preliminares?? Muy de acuerdo contigo.
Pues no, yo tampoco lo creo. La mayoría de los creyentes sonbastante elásticos en sus costumbres y adaptan las normas a la realidad de sus vidas, sin más. Por muy de blanco que vayan, la mayoría de las novias llegan desprecintadas al altar y la mayor parte de las bocas que comulgan han catado coño o polla. Otra cosa son los jerarcas, su aspecto bilioso y su gesto avinagrado dicen muy a las claras que no saben lo agradable que es ir bien follado. Y lo mismo vale para los borregos que se dejan lavar el cerebro por gente como los kikos. Esa gente realmente cree que todos los males viene de la carne y del librepensar, así que sus vidas deben ser, sexualmente hablando, una mierda.
En cuanto al tema de los preliminares... en eso no puedo ayudarte, trendrás que presentarle la instancia a tu partenaire (o partenaires, o candidatos-candidatas a partenaire)
Paternaire. Masculino, singular y sin necesidad de presentarle instancia sobre esto (Deo gratias) jaja
Demonizar la sexualidad ha sido (y sigue siendo, aunque parezca imposible en un mundo tan lleno de información como el de hoy) un instrumento de poder. Y una de las ventajas de los poderosos es que no tienen a nadie por encima de ellos, así que pueden hacer con total tranquilidad lo que gracias a ese poder prohiben al resto. Lo cual, en el caso de la iglesia, es aún más repugnante.
Saben de lo que hablan, por supuesto. Y no conciben que algo de lo que ellos tendrían que prescindir, de ser rigurosos y coherentes con lo que predican, pueda alegrar la vida de los otros. Por eso lo ensucian.
Publicar un comentario