En esta señalada fecha no quiero dejar pasar la oportunidad de haceros saber que Dios es un señor bajito (1'51, lo de Altísimo es sólo cuando lleva tacón cubano), panzón (el sedentarismo pasa factura, está en todas partes no es una metáfora, es que está realmente muy gordo) y miope (por eso monta las masacres que monta, no puede apuntar bien así que tira a boleo, ya sea a sodomitas, gomorreos o soldados del faraón).
Ninguna de esas cosas serían un problema si no fuera porque además es un resentido. Se ve que en su cole le pegaban (bajito, gordo, gafotas...) y por eso acumuló un odio cerval por la humanidad. Como Bill Gates, pero sin dinero. Además no tiene abuela y, claro, cuando no hay nadie que te haga un buen plato de croquetas, la bilis se acumula sin cesar. Ah, y como no le gusta mirarse al espejo (es un acomplejado, por eso no quiere que le hagan retratos) su higiene deja mucho que desear. Por eso la palabra de Dios huele a mierda: sufre de halitosis.
Dicho sea de paso, tiene muy poco éxito con las mujeres. Ninguno, para ser exacto: el único polvo de su vida lo echó por delegación en una paloma, o algo así (tenía plumas, eso seguro) y su fan más íntima era una vieja albanesa más reseca que un bacalao y con tendencia al sadismo*. De ahí su aborrecimiento por el género femenino, y de paso por cualquiera que disfrute del sexo, bien en compañía, bien en modo de autoservicio**.
Aun así, sé que hay quienes necesitan llenar el vacío de sus mentes adorando a algún señor invisible, de otro modo podrían empezar a pensar que tendrían que sentirse responsables de sus propios actos, y eso es muy duro. Si ése es vuestro caso, yo os aconsejo que os busquéis uno más majo.
Podría aconsejaros seguir a mi diosa helénica favorita, Afrodita callipigia (Afrodita del Culo al Aire, señora del retoce y la alegría con un punto de picardía) pero entiendo que pasar de rezarle a un barbudo casposo para rendir homenaje a la dama de las nalgas más bellas es un salto demasiado extremo, así que optaré por un dios masculino.
Mi propuesta es Hotei, dios de la felicidad en
China y Japón. Al contrarió que Alah/Yahvé/Dios-para- los-amigos, Hotei
fue real. Era un monje budista itinerante que tenía don de gentes. Como
se llevaba bien con todo el mundo, solían regalarle cosas, y cuando
consideraba que ya tenía suficientes, las metía en un saco y se
acercaba al pueblo que le quedara más a mano. Una vez allí, organizaba
una gran fiesta para todo el mundo, así que para los campesinos ver aparecer por el camino a Hotei, con su saco, pronto fue una señal de buena fortuna.
Era todo virtudes: tragaldabas, buen bebedor, amigo del baile, fumador de opio y aficionado a las mozas. Tras morir, su recuerdo, lejos de borrarse, fue pasando de boca en boca hasta convertirse en deidad, como encarnación feliz del Budda.
Hotei no hace milagros, no hay que rezarle nunca y no es necesario peregrinar de rodillas a ningún lado. Para seguir sus preceptos basta con reir, follar, amar, disfrutar y dejar que cada cual disfrute a su aire, sin juzgarle. No hay días sagrados ni preceptos inamovibles. Cualquier momento es bueno para relajarnos y dejar que la vida, simplemente, pase.
Era todo virtudes: tragaldabas, buen bebedor, amigo del baile, fumador de opio y aficionado a las mozas. Tras morir, su recuerdo, lejos de borrarse, fue pasando de boca en boca hasta convertirse en deidad, como encarnación feliz del Budda.
Hotei no hace milagros, no hay que rezarle nunca y no es necesario peregrinar de rodillas a ningún lado. Para seguir sus preceptos basta con reir, follar, amar, disfrutar y dejar que cada cual disfrute a su aire, sin juzgarle. No hay días sagrados ni preceptos inamovibles. Cualquier momento es bueno para relajarnos y dejar que la vida, simplemente, pase.
Bien fácil os lo pongo.
Pero vamos, que si os gustan los hombrecillos inexistentes, iracundos y rezumantes de rencor, sois muy libres de arrodillaros ante una sotana o un madero. Yo no os señalaré por ello, me limitaré a no imitaros y reir de cuando en cuando a vuestra salud, para que al menos alguien os recuerde con una sonrisa.
Y hablando de sonrisas, si pese a ser creyentes habéis logrado llegar hasta aquí sin sentir escandalo y esbozando eso, una sonrisa, me consideraré afortunado, porque eso indica que aún no lo tenéis todo perdido.
Besos blasfemos y cariñosos para toda la gente sonriente.
* Alguien que niega analgésicos a un enfermo para que el dolor le acerque más a Jesús, por mucho que la disfracen de santa, es una vulgar sádica.
** Cosa rara porque Él bien que le da al manubrio, a ver de dónde pensáis que salía el maná.