jueves, 29 de julio de 2010
LA EPILEPSIA DE LOS JULIO CLAUDIOS
De todos es sabido, gracias a la extraordinaria serie Yo, Claudio (basada a su vez en la más que extraordinaria novela homónima de Robert Graves) que Gayo Calígula, tercer emperador romano, era un demente. Algunos de los síntomas que nos han remitido los historiadores romanos apuntan además a que era epiléptico. Lo que poca gente sabe es que esa epilepsia puede esgrimirse como prueba de cargo contra su bisabuelo, el emperador Octavio Augusto, sucesor de Julio César y fundador del Principado.
Para entenderlo debemos meternos en las turbias aguas de la genealogía , y digo turbias porque, al margen de la epilepsia, es asombroso que esta familia alcanzara la cuarta generación, ya que su consanguineidad era tal que a su lado Caín y Abel parecerían simples conocidos.
La familia Julia parece haber sufrido una epilepsia de tipo genético. César era epiléptico y Augusto también sufrió alguna crisis. Sin embargo la familia Claudia, a la que pertenecían tanto Livia, esposa de Augusto, y su hijo Tiberio, segundo emperador de Roma, no se vio afectada de ese mal hasta su unión con los Julios, es decir, el matrimonio de Antonia la Menor (sobrina de Octavio e hija de Marco Antonio) con Druso, hermano menor de Tiberio e hijo de Livia y su primer marido, Tiberio Claudio Nerón.
En un primer vistazo el gen defectuoso debió pasar a los Claudios a través de Antonia, pero la historia se complica, porque los problemas de los Claudios fueron mucho más graves que los de los Julios, como si la enfermedad hubiera cogido fuerza. El futuro emperador Claudio sufrió grávemente durante su infancia, quedándole secuelas como temblores y tartamudez y Calígula, hijo de Germánico sufrió al menos una crisis casi mortal, antes de enloquecer tras lo que podría haber sido una meningitis. El gen parece asociarse al cromosoma Y, ya que sólo se manifestó en los varones, pero no en todos ellos, luego para sufrir la enfermedad un Julio Claudio debería recibirlo (atención) por parte de padre y de madre. Eso no cuadra con la incidencia de la enfermedad en la primera generación Julio Claudia (Germánico, que lo transmitiría a su hijo Calígula, y Claudio)
La explicación médica más sencilla para ese cuadro de enfermedad familiar es que Druso no fuera un Claudio, sino un Julio. De acuerdo a los cronistas de la época Augusto obligó a Tiberio Claudio Nerón a divorciarse de su esposa y se casó con ella pese a que Livia estaba esperando su segundo hijo de Tiberio, es decir, Druso.
La trama empieza así a desembrollarse: supongamos que Livia no fuera un ejemplo de casada virtuosa y recordemos que Augusto fue un joven muy calavera antes de sentar cabeza tras su matrimonio. Si antes del divorcio de ella ya eran amantes y la dejó embarazada, es lógico que presionara a Tiberio para que le dejara casarse con Livia. Reconocer a Druso como su hijo era imposible, ya que ello hubiera sido una ignonimia para su esposa, pero al menos sus siguientes hijos sí lo serían (no tuvieron más hijos, pero eso no le quita peso al argumento, porque Octavio deseaba tener hijos varones).
Otra cosa que sabemos gracias a los historiadores antiguos es que Druso siempre fue el preferido de Octavio, mientras que Tiberio era postergado en todo, y que ambos hermanos eran muy diferentes física y anímicamente. Así pues hay una posibilidad más que razonable de que Druso fuera hijo de Augusto y heredara el gen asociado a la epilepsia en su cromosoma Y. No se manifestó porque Livia no tenía ningún parentesco con la familia Julia y seguramente la mezcla de genes anuló el problema. pero Druso se casó con Antonia, que llevaría ese gen por vía materna. La epilepsia no se expresó en ella porque su padre, Antonio, tampoco estaba emparentado con los Julios y no tenía el gen, pero ella lo transmitió a sus hijos asociado a su cromosoma X, y Druso hizo lo mismo con el cromosoma Y, luego tanto Germánico como Claudio lo heredaron (no así Livila, la hija de Druso y Antonia, porque Druso lo transmitiría asociado al cromosoma Y, recibido de Augusto, no al X, heredado de Livia). Germánico era un niño robusto y no parece haber manifestado la enfermedad, pero Claudio era débil y la epilepsia hizo estragos en él.
Entonces se acordó el matrimonio de Germánico con Agripina la mayor (hija de Marco Agripa y Julia, la única hija de Augusto) que transmitió de nuevo el gen defectuoso asociado al cromosoma X, mientras Germánico lo hacía a través del Y, y el resultado fue Calígula, que heredaba el gen defectuoso por partida doble. Sus hermanos Druso y Nerón lo heredarían también, pero se conoce muy poco de ellos aparte de su asesinato por orden de Sejano. En cambio sabemos que Calígula sufrió varias crisis.
A Calígula le sucede Claudio, epiléptico a su vez, cuyo hijo Británico probablemente habría heredado la epilepsia ya que su madre Mesalina pertenecía a la familia Julia (era nieta de Antonia la mayor). Pero Británico fue asesinado antes de los 16 años sin que la enfermedad llegara a manifestarse.
La dinastía Julio Claudia se cierra con Nerón, hijo de Agripina la Menor, que se casó con Claudio, su tío. Ésta era hija de Germánico y Agripina la Mayor, y llevaría el gen defectuoso asociado a sus dos cromosomas X y lo transmitiría sí o sí. Pero el padre de Nerón era Cneo Domicio, hijo de Antonia la Mayor y sobrino nieto de Augusto, y no pudo transmitirle el gen ya que su cromosoma masculino venia de Lucio Domicio, ajeno a los Julios. Y si bien se acusa a Nerón de todo tipo de extravagancias, no hay episodios de epilepsia conocidos en su vida. La mayor parte de sus locuras parecen deberse a un carácter de niñato consentido que recibe el poder absoluto sin cortapisas, ya que no empezaron a manifestarse hasta que se quitó de encima a su madre Agripina y a su maestro Séneca, los únicos que aún mantenían alguna autoridad (aunque fuera moral) sobre el criajo.
(Dicho sea de paso, es una suerte que Claudio y su sobrina no tuvieran descendencia, aunque, quién sabe, a lo mejor en vez de Nerón hubieramos tenido como emperador a un engendro de dos cabezas y tres brazos, lo que hubiera dado mucho juego)
Dado que Nerón se casó con Octavia, hija de Claudio, sus hijos podrían haber vuelto a heredar la epilepsia por ambas ramas familiares, pero Nerón se divorció de ella antes de tener hijos y luego la hizo asesinar, con lo que a su muerte el gen defectuoso de los Julio Claudios desapareció definitivamente. O deberíamos decir, de los Julios, porque si la aseveración inicial (que Druso era hijo de Octavio) es correcta, entonces nunca hubo una descendencia Julio-Claudia, sólo Julia-Julia
Mis disculpas por el ladrillo, pero la historia de esta familia de locos incestuosos me parece bien digna de un homenaje.
Por supuesto esto se trata de un ejercicio intelectual, nada más. Para empezar no sabemos si el hecho de que sólo conozcamos epilepsia en los varones julios y julio claudios se debe a que las mujeres no la padecían, o que a los historiadores no les interesaban las mujeres. Otra cosa que ignoramos es si eran reales las epilepsias documentadas, ya que desde Julio César esa enfermedad pasó a ser una prueba de prestigio, una enfermedad de semidioses, y fingirla sería un modo de asociarse a ese prestigio. En el caso de Calígula no podemos saber si era epiléptico o sólo lo fingía, o incuso si sus supuestos ataques no serían pataletas exageradísimas de un niño-adolescente extremadamente malcriado. Sin datos médicos, todo lo anterior, como dije al principio, no pasa de ser una elaboradísima paja mental.
No obstante creo que no es un ejercicio inútil: la Historia pasa por ser una ciencia muerta, tan fosilizada como los legajos en los que se basa, pero una chorrada como la anteriormente expuesta demuestra, al menos, que no es así. Lo fascinante de la Historia es que permite nuevas miradas y análisis: lo que antes se daba como sólido e inamovible puede verse dado la vuelta a la luz de nuevos descubrimientos, nuevos métodos de trabajo o tan sólo nuevas formas de pensar.
Insisto, es una simple paja mental, pero si la masturbación física es considerada como pecado nefando por la Iglesia es precisamente por lo placentera, saludable y asequible que resulta, así que el onanismo intelectual, como mínimo, es un buen ejercicio y conmino a todo el mundo a darle a la manita con entusiasmo, ya sea física o intelectualmente.
martes, 20 de julio de 2010
LA JORNADA DEL DIBUJANTE (II) Cómo vendí mi alma
18'30. Dejamos el cretácico, imprimo los planos de las termas y unas cuantas fotos de los restos, a ver si soy capaz de entender como estaba estructurado este mamotreto. Esto parece el IKEA ¿Por dónde se sale a la natatio? Debe ser por los lados, entran por los laterales, hombres por la derecha, mujeres por la izquierda y el gangbang en el medio ¿Cómo se dirá gangbang en latín? ¿Totus tuus?
23'00. Niño acostado, besito y algún bocado a mi dueña (inefectivo, sigue en coma, pero mira, que me quiten lo mordido) Tercer café, tercera manzana y vuelta a las minas de sal. Menos mal que pillé un buen cargamento de manzanas en el Carrefour. Otro vistazo al muro (mensajes de Red Laica, parece que poco a poco nos ponemos en marcha) y a ver cómo coloco los tiranosaurios. De puta madre, a la primera. No sé qué me pasa con los polacos, que sus temas me salen sin problemas.
LA JORNADA DEL DIBUJANTE (I)
8'00. Arriba, que hay que preparar el desayuno de mi hijo. Es lo que tienen las colonias veraniegas, madrugas más que cuando hay colegio. Toca fruta, que el chaval anda estreñido. Mientras él se enfrenta al kiwi yo reuno valor y me doy una ducha helada: van doce días sin calentador, a ver si es verdad que la semana que viene nos traen el termo nuevo. Entra, enjabona, frota, aclara y afuera ¡bien! ¡hoy no se me ha contracturado el cuello de la impresión!
8'45. Camino del polideportivo. Este año las colonias me quedan a cinco minutos. No encuentro mis gafas de sol, ahora entiendo cómo se siente Vlad Drácula. Papi ¿hoy puedo comer perritos calientes? No, cariño, voy a hacer judías verdes con jamón ¡OTRA VEZ JUDÍAS VERDES! ¡SIEMPRE ME ESTÁIS PONIENDO JUDÍAS VERDES! ¡Baja la voz, y no has comido judías verdes en un mes! ¡PERO MAMI ME DIJO QUE PODRÍA COMER PERRITOS ESTA SEMANA! ¡Y los comiste ayer, que te apretaste dos en la cena! ¡SÍ, PERO MAMI…! ¡¿TÚ VES A MAMI POR AQUÍ?! ¡¿ME PAREZCO A MAMI?! ¡Y ADEMÁS MAMI TE DIJO ANOCHE QUE ESTA SEMANA TOCABAN JUDÍAS Y TÚ DIJISTE QUE BIEN! ¡PUES NO ME PIENSO COMER HOY LAS JUDÍAS VERDES PORQUE SON LO PEOR DEL MUNDO Y UNA ASQUEROSIDAD Y ODIO LAS JUDÍAS! ¡PUES TE VA A DAR LO MISMO, PORQUE ES LO QUE VAMOS A COMER, Y CALLA DE UNA VEZ, QUE LAS JUDÍAS NO DAN PARA TANTA CONVERSACIÓN! ¡PUES NO ME VOY A CALLAR, PORQUE ESTOY HABLANDO CONMIGO Y NO ME PUEDES DECIR QUE NO HABLE CONMIGO!
Cinco minutos, pero hay días que se me hacen muuuuuuuuuy largos
9'15. Vuelta a casa, café, una manzana y al tajo. Edificios romanos en 3D ¡Qué bonito el Coliseo, con sus columnitas, y sus estatuitas, y rampitas, y sus pollas en vinagre! ¿Tanto les costaba hacerlo minimalista? ¿No podían Astérix y Obelix haberlo reducido a gravilla? Vale, no es de su época, pero los godos y los vándalos podían haber hecho el apaño ¿no? ¿Para qué si no te metes a bárbaro? Y noooo, no podía ser redondito, tenía que ser un óvalo doble, así no te entra ni un puto pasillo en la normal de la fachada. Y menos mal que tengo el modelo de DeEspona como plantilla para el exterior, que si no me estaría dando flojera de piernas, pero a ver cómo le encajo los graderíos para que los vomitorios me ajusten en el sitio correcto. Verás cuando me líe con las termas de Diocleciano ¡eso sí que va a ser una fiesta! ¿Quién me mandaría a mí meterme en éste berenjenal?…
(Siguen tres horas de aburrido modelado aderezado con sordas blasfemias sobre el Imperio y la vulpe que lo parió)
12'30. Parada y a la cocina: recoge, friega, pon a cocer las judías, pica cebolla, ajo y jamón. Llama mi chica: Todo en orden ¿Recogiste la ropa de la cuerda? ¡lech… ahora mismo la recojo, antes de que se calcine con la solana! Vale ¿Todo bien por la mañana? Lo normal, bien hasta que preguntó por la comida y a partir de ahí mal ¿Las judías? Las judías. Pues mañana tocan lentejas. Pues pónselo por escrito, a ver si así deja de citar tu autoridad en su apoyo. ¿Y tú, como estás? cansado, ha sido una noche dura.
Y más salido que un minarete, a ver si esta noche nos pilla menos agobiados y nos damos un homenaje.
13'00. Abocetar el tema de las terapias antes de recoger al niño. Pensaba usar una imagen o un modelo de un click de playmobil, pero lo que hay no se ajusta a lo que quiero… necesito un cuerpo que no sea realista… machacado pero simpático…¡Homer! ¡Un Homer con las tripas a la vista para contar las terapias! San Google: search nude homer…coooño, que de gente dibuja simpsons follando, está claro que les sobra el tiempo.
Homer en calzoncillos, Homer comiendo donuts, Homer sonríe… imprimo todo y a la mesa de dibujo, a abocetar mi versión. Homer en calzoncillos, con manchurrones de orina, sosteniendo una probeta, sonriendo a diente visto, panzón, con marcas de una operación a corazón abierto (le pusieron un bypass ¿porqué nunca le dibujan las cicatrices, como a Krusty?), arrugas en un hombro, intestinos a la vista y una pierna loncheada para mostrar el hueso. Y se le ve feliz.
14'00. recogida de enanos. Ahí está mamámaciza, siempre puntual, hoy con un vestido tipo ibicenco que la perfila a contraluz, le transparenta el tanga y… duchas frías, piensa en duchas frías. Hola, cariño ¿qué tal lo habéis pasado? ¡Muy bien ¿podemos comer en el restaurante? No, que ya he preparado la comida ¿Y qué comemos? Ya lo sabes, jud…¡NO QUIERO JUDÍAS VERDES! ¡ODIO LAS JUDÍAS VERDES! ¡NO ME PIENSO COMER ESA PORQUERÍA PORQUE MAMI… menos mal que con el calor apenas le oigo.
14'20. Mi chica entra por la puerta con un vestido de pastorcilla ligero, fresco y sugerente que podría arrancarle a bocados aquí mismo… Esperanza Aguirre, piensa en Esperanza Aguirre… ¿Qué tal, guapetona? …arf … agsfk …ufsl… (sonidos guturales por la cuestecita que se sube mi amor todos los días desde el curro a 35 grados sin sombra) vale, te sirvo una cervecita, refréscate y ponte cómoda que comemos en diez minutos. ¿Qué tal con el curro? Yo he estado descuartizando a Homer Simpson.
15'00. Tras diez minutos de airadas protestas el niño se come las judías y le encantan: piensa cenarse las que sobran. Como siempre. ¿Cuánto sale en años de cárcel estrángular a un niño? ¿Si el juez tiene hijos, me absolverá?
16'30 Tras media horita de siesta otro café, y otra manzana. Quince minutos de feisbuq (todos están de vacas: así una galerna les arrastre mar adentro) y a currar. Escaneo el Homer, lo paso a Illustrator y empiezo a vectorizar. Amarillo en grandes cantidades.
17'30. Tocan dinosaurios: renderizo el segundo pentaceratops para la escena de la emboscada y lo monto en la imagen. No queda mal, pero ocupa el primer plano, y lo importante está más atrás, donde su colega se ha encontrado de flanco con un t-rex alevoso ¿O es una t-rex? Cuando les puse a follar hice ajustes de color diferentes para macho y hembra, pero con esta iluminación no se distingue bien. Es igual, follar da hambre y este pentaceratops estaba muy a mano.
El caso es que podría juntarlos en otra escena con aspecto acechante, cámara abajo, fondo de dosel de bosque y apaño la apertura para los dinosaurios emplumados de Focus… Esta noche haré un par de pruebas (nota mental, enviarle un jamón a Ichikawa, o un vale por cien masajes, o un riñón para trasplantes, porque su tiranosaurio funciona de putísima madre y las plumas le sientan de muerte. Que el FSM le bendiga)
to be continued…
domingo, 18 de julio de 2010
LA AMARGURA DE LAS SOTANAS (II) ANALIZANDO
El Foca era un amargado que daba una María en un colegio donde era el último mono. Teníamos otros dos profesores de gimnasio, su hijo, un personaje olvidable, y Jesús Carballo, padre del campeón español y entrenador de la selección femenina de gimnasia. Un profesor genial que disfrutaba de su trabajo y siempre supo sacar lo mejor de nosotros*. El Foca tendría que haber sido ciego, sordo y mudo para no saber que su propia vida era un cagarro y dado el volumen de bilis que rezumaba está claro que era muy consciente de ello.
Esa era la clave: resentimiento. Ese rencor que se enquista, te pudre por dentro y se manifiesta escupiendo veneno a lo que te rodea. El rencor que vi en los frailes de mi colegio y que puedes ver extendido por toda la clerecía.
¿Qué lleva a alguien a hacerse monja, fraile o sacerdote? En teoría, la fe. He conocido y conozco monjas y sacerdotes con verdadera fe, que realmente creen que hicieron lo correcto al ordenarse y ven con tristeza los derroteros que ha llevado la Iglesia. Existen, pero son minoritarios. ¿Qué otras opciones nos quedan?
Estaba el hambre. Muchos vieron en la sotana un modo de sacar el vientre de penas y muchas familias vieron en los conventos el modo de darles un techo a las niñas que no podían mantener, como venía siendo tradición desde tiempos inmemoriables. Esa gente se encontró años después que el hambre se había acabado pero a ellos nadie iba a devolverles los años perdidos.
Estaba la seguridad: los sacerdotes recibían casa parroquial y sueldo, y muchos de ellos recibieron otros beneficios, como los que administraban los hogares del auxilio social, o los que gestionaban los rastrillos de la buena sociedad, y procuraban llevarse pegados a los dedos una buena cantidad del dinero que pasaba por sus manos. Y los que procuraban llevarse (y siguen procurándolo) un buen pellizco de las herencias de gente anciana. Todo ello sin tener que sudar jamás, sin mover un dedo más allá de alguna bendición o pasar calor en alguna procesión. El oficio perfecto para el vago.
Estaba el prestigio: las sotanas hacían y deshacían a su antojo con el beneplácito del Régimen. Un sacerdote podía arruinar la vida de una persona con sólo acusarle de no ser persona de orden. Los obispos eran reyes en su diócesis y mientras no chocaran con la autoridad (y esta era notáblemente elástica) podían hacer y deshacer a su antojo. La educación estaba enteramente en manos de curas y monjas, al igual que la censura, lo equivale a decir que lo estaba toda la vida cultural y social. A partir de los años 60 la curia empezó a perder terreno pero en la calle seguía mandando y con la llegada del Opus Dei a los despachos ministeriales su influencia se hizo omnipresente. Eso es lo que veía la gente, y mucha gente pensó ¿porqué no arrimarse al sol que más calienta?
Y, en el caso de nuestro colegio, específicamente**, estaba el Mayorazgo: era tradición en las tierras vascas y navarras, que el hijo mayor lo heredara todo, y los siguientes fueran a la iglesia o al ejército. Y la orden religiosa del Sagrado Corazón tenía sus raíces en esas tierras: numerosos frailes eran vascos y navarros, y muchos de ellos (como el Urtain, o el ministro socialista Angel Gabilondo, sin ir más lejos) eran hijos segundones, destinados a la Iglesia sí o sí, a los que nadie había preguntado su opinión, y que se comían una vida que no habían elegido.
Llegaron los 60 y los 70, el prestigio se evaporó y un montón de sacerdotes descubrieron que ya no podían obligar a sus feligreses a pasar por el aro. Monjas y frailes fueron dejando de ser útiles gracias al avance de la sanidad y la educación pública y ya nadie besaba el anillo del obispo. Los que soñaban con ser misioneros en tierras lejanas se toparon con la descolonización y en vez de bautizar negritos les mandaron a hacer bulto en los colegios, sin preparación para la docencia ni ganas de ejercerla. Y hay pocas cosas que duelan más que las expectativas que no se cumplen.
La pereza también pasó factura. Porque aunque hay sacerdotes que se dedican de verdad a su labor y se involucran en su comunidad, otros se limitan a vegetar. Pero los sueldos de los curas, que en los 50 les permitían un estatus de vida provilegiado, comparado con el de la mayoría de la gente, hoy apenas dan para el día a día, y los holgazanes llevan mal la austeridad. Una cosa es vivir sin lujos cuando nadie los tiene y otra muy distinta ver que te has quedado fuera de la fiesta porque no puedes pagártela. Como el párroco toledano que empezó a malvender los bienes de su parroquia para pagarse las putas y se puso en ridículo intentando a su vez prostituirse para unir vicio y vocación. Un caso muy claro de parásito que descubre que no hay de donde chupar.
Así pues tenemos miles y miles de hombres y mujeres que renunciaron a una parte importante de sus vidas a cambio de una seguridad y unas esperanzas, y al llegar a la madurez descubrieron que la sociedad les había dejado atrás. ¿Qué opciones tenían?
Algunos se entregaron con verdadera fe y devoción a las tareas que les quedaban. Como he dicho, esa gente existe y merece mi respeto. Otros, en géneral más jóvenes, colgaron los hábitos y se reintegraron al mundo. Pero una buena cantidad se quedó donde estaba, porque la inercia es una fuerza muy difícil de vencer. Y esos son los amargados, hombres y mujeres sin vocación y sin futuro, que han pasado por la vida de forma gris y aburrida, sin valor ni voluntad para cambiar de rumbo.
Gente que se va pudriendo por dentro y paga sus frustraciones con los demás. La monja que me apaleó, que seguramente odiaba a las jóvenes que pasaban riéndose porque sabía que nunca se reiría como ellas. El fraile que se da a la bebida y aborrece a los niños a su cargo. El sacerdote que suelta su sermón en una iglesia semivacía sabiendo que nadie está prestando la más mínima atención a lo que dice. Por desgracia la Iglesia como institución ha contado con muchas prebendas y entre ellas estaba hasta hace poco la de la impunidad, y miles de seres frustrados han podido descargar su rabia contra las personas a su cargo sabiendo que las autoridades harían la vista gorda. El Lechero (otro hijo segundo) no nos pegaba porque alborotáramos, sino porque alguien tenía que pagar por el hartazgo de su vida, y nosotros estábamos a mano. El Foca pateaba a los que no hacían suficientes flexiones porque no tenía la lucidez de patearse a sí mismo.
Los abusadores eran los peores maestros porque lo último que les importaba era enseñarnos: su único interés era que estuviéramos inmóviles, callados y en fila para poder seguir rumiando la injusticia de sus vidas. Pero no penséis que se veían a sí mismos como maltratadores: nadie es el malo en su propia película. Para esas personas, si su vida es una mierda es porque la gente es injusta y no reconoce sus asombrosos derechos y méritos. Y si un niño era incapaz de aprobar, la solución era pegarle, porque sin duda era un alborotador y un vago cuya única intención era molestarles.
De esa frustración, de ese veneno, nacen no sólo el maltrato, sino también los abusos. Había pederastas verdaderos, como en toda la sociedad, pero la mayoría de los sobones y los violadores de niños simplemente pagaban su frustración con los que estaban a su cargo y no podían defenderse. Y ahí sí que funcionaba la protección de la Iglesia, porque si alguien se pasaba de la raya y alguna familia pedía explicaciones las autoridades eclesiales se limitaban a echar tierra sobre el asunto por el bien de los niños, para evitar escándalos, y mandar al abusador a otro lado, para que siguiera con su cristianísima labor, como el hermano V, que un día desapareció del colegio por un malentendido.
Algunas voces dentro de la Iglesia y la feligresía sugieren que el problema es que se han aceptado homosexuales en el clero. Una burda forma de echarle culpas a otro. Esa gentuza habría hecho lo mismo en un colegio de niñas, lo único que requerían era el capote protector de las autoridades.
El mismo resentimiento se respira en la cúpula eclesial. Los obispos saben que, por muchas subvenciones que reciban, por muchas manifestaciones de corifeos que convoquen, y por mucho que les jaleen las gracias desde la extrema derecha, las cosas no van mejorar. Las estadísticas más optimistas de la Iglesia dicen que en España hay un 40% de creyentes, y eso estirando mucho la amplitud del concepto, una situación que empeorará drásticamente en unos años, porque actualmente la base de la feligresía se sostiene gracias a la generación de nuestros padres, o mejor dicho de nuestras madres. Cuando las actuales abuelas hayan desaparecido la capacidad de movilización de los obispos se reducirá drásticamente.
Del mismo modo la base laboral de la iglesia está en crisis: las vocaciones en los países desarrollados son, hoy por hoy, anecdóticas, y los seminarios que con tanto fasto se inauguraron en España en los felices años del franquismo hoy languidecen vacíos y llenos de polvo. Hoy la Iglesia recluta sobre todo en el tercer mundo, donde el hambre sigue siendo un factor de peso, pero también esa fuente se está secando ha medida que mejora el nivel de vida en lugares como la India y otras confesiones se apuntan al reparto del pastel en África y Suramérica.
Todavía pueden aparentar fuerza, al menos en España, porque ningún gobierno se ha atrevido todavía a cortar amarras con el pasado y los concordatos siguen activos, pero su capacidad de movilización se reduce a cada año. Los católicos que ahora tienen entre treinta y cincuenta años siguen considerándose parte del rebaño, pero no están demasiado dispuestos a esforzarse. Festejos varios como bautismos, comuniones y bodas, sí, pero fuera de esas ocasiones no pisan las iglesias más que de forma esporádica, y le tienen demasiada afición al buen vivir como para que estén dispuestos a que nadie les diga cómo tienen que hacerlo.
Eso es lo que más enfurece a los obispos. Sí, pueden montar giras papales y sacar a la gente a manifestarse contra lo que ofende su visión del mundo (es decir, prácticamente todo), pero fuera de los círculos más fanáticos, como los kikos o el Opus, su feligresía no les hace demasiado caso. A la larga los católicos ven como algo normal las cosas que según la curia suponen el fin del mundo: los preservativos, el divorcio, la libertad sexual y social de la mujer, los derechos de los homosexuales... Su último frente de batalla es el aborto, y están forzando la máquina propagandística porque saben demasiado bien que una vez dejen de hacer ruido también eso se asumirá sin más.
Los mitrados añoran los tiempos felices en los que podían decidir sobre el largo de las faldas o el vocabulario en los teatros, cuando la sociedad se paralizaba y se ponía de luto en Semana Santa, y un sacerdote podía condenar al ostracismo o a la cárcel a los que se negaran a vivir como Dios manda. Por supuesto podrían cambiar su modo de ver las cosas, como intentó Juan XXIII al convocar el Concilio Vaticano II, o han tratado de hacer tanto Ratzinger como su sucesor. Pero los obispos no quieren aceptar a los nuevos tiempos, sino dar marcha atrás al reloj para que todo siga siendo como debe ser.
No espero cambios en la actitud de la Iglesia, ni en su base ni en su cúpula: los sacerdotes seguirán protagonizando cabeceras a medida que se levante el velo de silencio sobre sus abusos y los obispos seguirán bramando contra el Universo. La huida hacia adelante va a continuar y la rabia, la frustración, seguirán acumulándose. El celibato, la obediencia debida, la infalibilidad papal, la ordenación femenina… eso sólo son detalles externos, algunos se modificarán y otros se sostendrán contra viento y marea. No son la raíz del problema. El verdadero problema es el rencor ante una realidad que se empeña en frustrar sus esperanzas, y al rencor le cuesta mucho desaparecer.
*Poco después de escribir esta entrada lei que Jesús Carballo había sido acusado de pederasta y de abusar de las niñas del equipo de gimnasia. Y así uno de los pocos recuerdos amables de mi infancia se convirtió en pura hiel: mientras nosotros gozábamos con sus clases, ellas vivían una pesadilla
sábado, 17 de julio de 2010
LA AMARGURA DE LAS SOTANAS (I) MIS RECUERDOS
RECOMIENDO ENCARECIDAMENTE QUE LEAIS LOS COMENTARIOS: MAS DE UN CENTENAR DE PERSONAS HAN DEJADO SU TESTIMONIO Y SUS OPINIONES; ALGUNAS CONTRARIAS A LA MÍA, OTRAS MUY PARECIDAS
Hace tiempo escribí sobre el celibato sacerdotal y sus causas. Comenté que, en mi opinión, el celibato no es la raíz de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes, o al menos no es la raíz más profunda. A mi entender lo que subyace bajo ése y otros problemas relacionados con la Iglesia es la profunda amargura de sus miembros.
La imagen que vende la Iglesia del sacerdocio es la de un servicio de entrega, devoción y amor, lleno de alegría y satisfacciones. Recuerdo que cuando se inició la propuesta Adopta a un Sacerdote las imágenes con que se promocionó la iniciativa eran de jóvenes y apuestos sacerdotes, sonrientes y con los brazos abiertos, blancos y negros por aquello del detalle multiracial, y la iconografía de la campaña se basabaa en hombres de aspecto feliz y generoso. Sin embargo cuando pasamos de las campañas publicitarias al mundo real la diferencia es abismal.
Sin irnos muy lejos tenemos al mascarón de proa del clero español: monseñor Rouco Varela, un prelado hoy ya retirado, pero cuya ponzoñosa influencia sigue pudriendo lo que toca. ¿Alguien se atreve a decir que su aspecto es el de alguien feliz, repleto de amor a los demás y entregado al servicio a los pobres? Más bien parece un personaje de aspecto siniestro, siempre hosco, y repleto de bilis. No es el único caso: cuando oímos o leemos las declaraciones de cualquier mitrado nos encontramos un montón de reproches, rencor y veneno. De creerles resultaría que las iglesias estarían siendo demolidas, los cristianos estarían siendo quemados publicamente en las calles, sus hijos vendidos como esclavos u obligados a practicar sexo contra natura y las tumbas de sus antepasados profanadas a diario. Pero eso no cuadra: nadie impide a los cristianos practicar su fe, y la Iglesia no sólo se embolsa anualmente más de 11000 millones de euros estatales sino que mantiene una relación de privilegio con el gobierno español, merced a ese concordato con la Santa Sede que el PSOE promete derogar siempre que está en la oposición, pero nunca es el momento cuando está en el gobierno.
Entonces ¿A qué viene tanta rabia?
No hablo de rabia por hablar. Pasé mi infancia y adolescencia en el colegio del Sagrado Corazón de Madrid, desde 1970 hasta 1984. Era fácil distinguir entre los profesores seglares y los frailes: los segundos llevaban sotana y te golpeaban. No hablo de un cachete o un coscorrón: hablo de golpes. El director de mi época de EGB era conocido como el Lechero, y no por su afición a los lácteos. Ese hombre te partía la cara a la menor oportunidad, incluso sin que se le diera la más mínima excusa. Por ejemplo, el día que le dije que mi padre quería que esperara un año a hacer la primera comunión, porque habían pasado una nota para que la hiciéramos en primero de EGB, me soltó dos bofetadas de buenas a primeras y cuando me levanté del suelo me tuvo castigado toda la tarde.
No era un caso único. El hermano
J, el profesor de mi curso cuando yo tenía cinco años,
repartía una buena ración de golpes a diario. El Topo, el Puti…
entre todos lograron que asociara indefectiblemente las sotanas a los
golpes. O sin sotana, con 11 años un fraile de los de paisano me
arrinconó contra la pared a bofetadas por decirle algo a mi
compañero de pupitre. Era de los que iban de modernos y enrollados,
pero cuando se le iba la cabeza le salía un psicópata que daba
verdadero miedo.
Sigo recordando el olor de esas sotanas. Agrio, penetrante. De sudor mal lavado y, en algunos casos, algo más, porque años después me di cuenta de que algunas olían igual que aquella vieja bodega de Victor de la Serna, el olor al vino rancio.
A veces, hablando con viejos compañeros, me parecía que quizás yo exageraba, porque ellos insistían en que había que olvidar los detalles malos y centrarse en los buenos recuerdos, pero hace unos meses le comenté a mi hermano mayor que había recibido una circular, un panegírico fúnebre sobre el Lechero. Al parecer había muerto recientemente y, en el texto, elogiaban el amor que repartió a sus alumnos y él, delante de mi madre (era una comida familiar) dijo ¡¿El puto hermano U?! ¡¿Amor!? y llamó a sus hijas para decirles ¿Os acordáis cuando os hablaba del Lechero? ¡Pues Jose os puede confirmar que no exagero!
Él no sólo recordaba cada golpe, como
yo, también comentó que al parecer a mí me daban con más saña
porque no me callaba. recordó también como en cierta ocasión (Colonia infantil de
verano General Varela*, yo debía tener siete u ocho años), al comulgar se
me quedó la oblea pegada al paladar, me atraganté y empecé a toser
hasta que la escupí. Acto seguido una monja llamada sor Inés se me echó encima a golpe limpio: mi
hermano pensó que me había matado porque al quinto golpe yo estaba
en el suelo, sin moverme, y ahí seguí recibiendo amor.
Nuestra madre nos
preguntó ¿porqué no decíais nada en casa? a lo que le respondimos
que para nosotros era el pan nuestro de cada día, que lo veíamos
normal. Dos niños de siete y nueve años veían normal que les dieran
de bofetadas a diario.
Y sí, era lo normal: había unos pocos frailes que no actuaban así, y esos además destacaban por ser unos profesores magníficos. A ellos, como a los seglares, a veces se les escapaba un bofetón, un capón o un borrador, pero en los años 70 eso no era nada.
Recuerdo a un profesor genial que tuve con diez,
once años, don Florentino Diaz*, con el que a veces me llevaba una colleja
por charlatán, pero yo mismo sé que era bien merecida, para los parámetros de la época. Fuera de
esos momentos (dado lo hablador que siempre he sido el pobre debía
tener una paciencia de santo, porque sólo recuerdo un par de
pescozones) era un maestro estupendo y divertido, y disfruté de los
dos cursos que pasé con él como no había hecho en varios años
anteriores.
El Urtain no era una mala persona. Y, como profesor, le recuerdo con mucho afecto: no le gustaban las medias tintas, quería que hiciéramos las cosas correctamente, empezando por usar bien los números ordinales (sí, soy ese tipo de persona que sabe que el ordinal de 1273 es milésimo bicentésimo heptaségimo tercero) Y nos habló del Mayorazgo. Y más abajo os diré porqué eso es importante
O el hermano Otálora, que una vez casi me estrangula
porque llegué a desesperarle de puro charlatán, pero siempre se controlaba a tiempo. Y no solo me metió
en la cabeza una asombrosa cantidad de matemáticas, además me hizo aprender a valorarme y a descubrir algunas de mis dotes.
Luis Ortega, que llegó a ser director, fue, sin más, el mejor profesor de física que he conocido jamás, y uno de los hombres que mejor trato nos dio, como alumnos y como personas.
Y Chacho, el
sacerdote que me embuchó en el cuerpo el gusanillo de la lectura y con
quien estuve a punto de darme de hostias en clase por una
discrepancia irreconciliable sobre asnos (yo hubiera ganado de calle,
el pobre era un alfeñique). Podías llevarte mal o bien con esos
profesores, y como digo a veces a alguno se le escapaba un capón,
pero se notaba la diferencia: eran gente que estaba a gusto consigo misma,
y eso se notaba.
Pero estaban las sotanas amargas, los frailes que ponían en pie a una fila de la clase al azar y te hacían poner los dedos juntos hacia arriba para abrasártelos a palmetazos, los que se cruzaban contigo en el pasillo y te partían la cara sin que dijeras nada. E incluso algún seglar, como el Foca, un profesor de Espíritu Nacional** al que reciclaron a la clase de gimnasia. Un individuo repugnante, de aspecto porcino, con un bigote sudoroso (de ahí su mote), que jamás se dignó venir a clase en ropa deportiva y para el que la gimnasia consistía en dar vueltas y más vueltas corriendo al campo o hacer flexiones durante media hora. Los chavales gorditos lo pasaban especialmente mal con él, porque cuando no eran capaces de hacer más flexiones la emprendía a patadas con ellos. Y fue pensando en el Foca y su miserable vida como entendí las causas que había detrás de toda esa rabia.
* Aún recuerdo su voz: era andaluz, y hablaba exactamente como el gato Jinkx, el de Pixie y Dixie, lo cual me hacía sentir muy feliz.
** Uno de los ejercicios que nos hacía hacer en las tablas de gimnasia que se hacían a final de curso era La Ametralladora: debíamos dejarnos caer como si nos fusilaran. Al parecer eso le parecía un espectáculo magnífico
domingo, 11 de julio de 2010
Las rubias se extinguen, o porqué los medios difunden gilipolleces
Hace unos ocho años escuché en un telediario que de acuerdo a un estudio genético y estadístico las personas de pelo rubio se extinguirían hacia el año 2200. Esta noticia dio vueltas una temporada por diversos informativos y reaparece de cuando en cuando, pese a que la OMS, supuesta responsable del estudio, desmintió categóricamente la existencia del informe y su veracidad.
Thomas Huxley decía que los errores eran valiosos porque es posible aprender de ellos. Creo que este ejemplo concreto, si bien no tiene nada que ofrecer a la ciencia, nos permite ojear dos problemas que se están volviendo acuciantes: la incapacidad del público para comprender la información científica y la torpeza de los medios a la hora de difundirla.
La clave para que un error cuaje en la imaginación popular es muy simple: no tiene por que ser verosímil, basta con que lo parezca. El supuesto informe resultaba convincente porque estaba cuajado de terminología compleja, lo que Lorenzo, del Comando Almogávar, llama palabras de las de a mil duros. Cuando la gente escucha cosas como muestreo, recesividad, alomorfismo, variabilidad o poliploidismo deduce que lo que se le está diciendo es serio y trascendente. Es un truco muy usado por las empresas de cosmética, cuya propaganda está cuajada de expresiónes como oxígeno activo, eliminador de radicales libres o restauración cromosómica, o las de detergentes, cuyos productos están tan llenos de elementos tensoactivos, complementos polarizadores y complejos lipidolísicos que me sorprende que todavia les quepa el jabón.
En el caso que nos ocupa todo depende de dos palabras, recesivo y dominante. La noticia explicaba que al ser recesivo, el gen del pelo rubio estaba desapareciendo, porque el gen del pelo moreno, dominante, lo reemplazaba a medida que se extendía el mestizaje. De acuerdo a los datos estadísticos (inexistentes) los últimos rubios morirían en Finlandia. Los medios que difundieron primero la noticia podrían haber evitado el sonrojo comprobando la veracidad de las fuentes, pero en realidad una mínima edición del texto por parte de alguien con dos dedos de frente hubiera detectado el fraude.
El término recesión suele indicar retroceso o decrecimiento, al menos en su uso económico, pero en biología, cuando indicamos que un carácter es genéticamente recesivo queremos decir que no se manifiesta en presencia de un caracter dominante. Simplificando mucho, si una persona tiene dos alelos para el color del pelo, y ambos determinan el color rubio, será rubia, pero si uno de los dos genes determina el color moreno será morena, porque ese gen es dominante y el rubio es recesivo. Eso no significa que el gen rubio sea destruido por el moreno, simplemente no se manifiesta, pero permanece ahí y se transmite a la descendencia. El gen (los genes, no hay uno sólo) del pelo rubio sólo se extinguiría si sus portadores tuvieran menos probabilidades de reproducirse, pero eso no sucede. Las gentes de pelo claro son minoritarias, lo que las hace llamativas y les da una probabilidad de reproducción ligeramente superior al resto, y las que portan el gen sin que se manifieste son indistinguibles de cualquier otra persona morena. Fin de la historia: los genes rubios no van a desaparecer.
Sorprendentemente lo que acabo de decir le suena a chino a la mayoría de la gente, y digo sorprendentemente porque se estudia en la Enseñanza Secundaria. De acuerdo, la mitad de los adolescentes aprobarán por pura lástima de sus profesores y buena parte de la otra mitad habrá olvidado todo lo aprendido en la ESO antes de cumplir los 18 años. Eso explica que el público piense que un gen recesivo está en extinción, pero los periodistas ¿no cursan estudios superiores?
Llegamos a la clave del problema. sí, tienen estudios, pero éstos ignoran olímpicamente todo lo relacionado con las ciencias. Es una situación paradójica: los adalides de las Letras se quejan de que las carreras científicas duras dan de lado las Humanidades, con lo que los científicos son incapaces de comprender las implicaciones sociales y humanas de su trabajo. Nada puedo objetar a este planteamiento, pero los mismos plañideros consideran que los estudiantes de Humanidades no tienen necesidad de entender nada remotamente relacionado con las ciencias. Es absurdo, ni la sociedad ni la cultura viven ajenas a la ciencia. Un sociólogo no puede trabajar sin comprender el impacto que tiene hoy en día la globalización de las redes, un historiador necesita entender las bases de la radiodatación para poder establecer la falsedad o veracidad de un documento o un resto arqueológico y un periodista no debería presentar una información científica si ni siquiera es capaz de discernir cuándo le están gastando una broma.
Para empeorar las cosas las modernas corrientes filosóficas agrupadas bajo la bandera del relativismo pretenden quitarle peso al conocimiento científico, con la excusa de que la verdad depende de las circunstancias sociales y culturales y la ciencia, después de todo, no es más que una cuestión de opiniones. Por supuesto es un punto de vista rentable para ellos, porque les permite opinar sobre lo divino y lo humano sin hacer el más mínimo esfuerzo, pero resulta desastrosa de cara a la comprensión de la ciencia y sus limites.
¿Recordáis a la oveja Dolly? Ese año estuvo plagado de noticias absurdas y debates ridículos sobre la clonación que sólo evidenciaban era la ignorancia de tertulianos y presentadores. Las bobadas que llegan a difundirse acerca del calentamiento global o las fuentes alternativas de energía darían risa si no fuera porque los políticos suelen ser tan ignorantes como los periodistas y se las creen en igual o mayor grado. Por supuesto proclaman ante cualquier micrófono que la ciencia es vital para el desarrollo, pero no dedican ni un segundo de su tiempo a informarse con seriedad y a la hora de decidir sobre las inversiones en sanidad, desarrollo, comunicaciones… lo harán basándose en criterios erróneos e incluso anticientíficos.
Actualmente las deficiencias a nivel universitario se suplen con cursos de postgraduado y especialización, pero estas medidas sólo afectan a pequeños porcentajes de los titulados. La solución a largo plazo pasa por reforzar la atención a las ciencias en la educación secundaria y añadirla de forma curricular a las carreras de humanidades. Es una opción difícil y llevaría tiempo, pero a fecha de hoy no veo otras opciones. Arthur C. Clark decía que la incomprensión de la ciencia podía llevar a que se volviera indistinguible de la magia. Puede que no hayamos llegado tan lejos, pero es alarmante el modo en el que la estulticia puede calar en el público disfrazada de conocimiento.
Para completar este tema quiero presentar un listado de patrañas que pese a su inconsistencia han calado en el saber popular y son vistas como verdades incontestables, empezando por la anécdota relativamente inofensiva que ha abierto esta entrada.
• Los rubios se extinguirán en el siglo 22 (la de la foto parece muy sana pero lo mismo está agonizante y aguanta el tipo por el qué diran)
• Las rubias son tontas (protesto energicamente en nombre de mis amigas P, C, P2, A y mi prima P: rubias todas ellas y más que listas, brillantes)
• Usamos sólo el 15% de nuestro cerebro (o el 10, o el 25, depende de quien lo cite)
• La Coca Cola desatasca cañerías (y yo gastando dinero en fontaneros)
• El calentamiento global causó el desastre del Katrina (ya puestos también podríamos acusarle del naufragio del Titanic)
• Los velocirraptores eran raudos cuales guepardos y listos como chimpancés (cuanto daño puede hacer el cine)
• Los chimpancés son pacíficos, juguetones y vegetarianos (mire usted mal a un chimpancé adulto y ríase usted de Atila el Huno)
• Las angulas se extinguen por la contaminación (el hecho de que nos las comamos a toneladas antes de que puedan reproducirse no tiene nada que ver)
• Los aceleradores de partículas pueden generar agujeros negros (en el bolsillo sí, porque son tirando a carillos)
• Los delfines son seres amables y cuasihumanos (si por cuasihumanos entendemos violadores compulsivos, aceptaremos delfín por animal de compañía)
• Las antenas para móviles, los microondas, las torres de electricidad, y las redes inalámbricas causan cáncer en los niños (da igual cuantas veces se haya demostrado la falsedad de esa afirmación: cada vez que aparece algún avance relacionado con ondas vuelve a ser noticia)
• Todo lo citado da cancer, pero las pulseritas magnéticas nos salvan de todos los males (y el agua imantada, el gran invento del siglo XXI)
• Hay que beber cinco litros de agua todos los días (¿quién puede estar detrás de esto? ¿Lanjarón? ¿Bezoya? porque la del grifo no vale)
• 9 de cada 10 dentistas recomiendan… o 9 de cada diez ginecólogos… o 9 de cada diez dietistas… o 9 de cada diez lo que sea (cuanta unanimidad: seguro que al décimo le marginan en los congresos, le escupen y le señalan con el dedo)
• La cirugía plástica te embellece (confío en que tras el ejemplo de la Esteban las consultas en la Corporación Dermoestética caigan en picado)
En fin, esto es sólo un mínimo muestreo, y que conste que he omitido los saberes populares que aunan la ignorancia con el prejuicio, como que los negros son bailones, los latinos ardorosos, los alemanes eficaces, los argentinos charlatanes, las mujeres intuitivas o los gays ordenados, porque además de preocupantes me resultan particularmente enervantes.
Ya puestos, si alguien conoce algún ejemplo particularmente llamativo (y a ser posible divertido) no dudéis en señalármelo. Podemos dedicar una entrada a analizarlo, buscar sus orígenes y las causas de que haya calado en el imaginario popular. Y sin más doy por cerrado (de momento) el tema y me vuelvo al cretácico, que ando liado con un animoso grupo de velociraptores.
Y no, no estoy viendo el futbol. Por mí que le den con una vuvuzela del revés a la roja, a la azul y al pulpo.
miércoles, 7 de julio de 2010
El clítoris y otros misterios (III): mitos y falacias
Siguiendo con los enigmas que nos deparan los genitales femeninos, quiero tocar, aunque sea de pasada, algunos equívocos muy usuales, empezando por uno de los mitos más perniciosos sobre el tema.
EL ORGASMO VAGINAL.
Freud estableció a principos del siglo XX un patrón evolutivo de la sexualidad femenina. De acuerdo a su hipótesis, en las fases juveniles de la mujer el orgasmo era clitoridiano, siendo inmaduro e incompleto, asociado a la masturbación y motivado por el enquistamiento de la envidia peneana que sentían las niñas desde su infancia. A medida que la mujer alcanzaba la madurez ésta debía transferir su orgasmo al interior de la vagina de modo que el placer se alcanzara a través del coíto: así la paciente asumiría plenamente su condición de mujer.
Ni las ideas de Freud ni las de sus sucesores tienen la más mínima validez científica: el orgasmo se localiza en torno al clítoris porque es ahí donde se concentra el mayor volumen de terminaciones nerviosas, no porque la mujer tenga algún tipo de oscuro resentimiento hacia su propio género. Es una simple cuestión física, algo que el buen doctor debería haber sabido si en vez de perder su tiempo elucubrando estupideces hubiera prestado algo más de atención en las clases de anatomía. Por desgracia esta patochada ha gozado durante décadas de un asombroso prestigio, gracias a la sofisticada palabrería de su fundador y, como consecuencia, varias generaciones de mujeres han visto su sexualidad frustrada por la obsesión de sus terapeutas en exigirlas un imposible anatómico.
Dejemos esto claro: el orgasmo vaginal NO EXISTE. Es posible la estimulación desde el interior de la vagina, pero lo que hacemos es actuar sobre el clítoris de forma indirecta. Si nos ponemos puristas TAMPOCO EXISTE EL ÓRGASMO CLITORIDIANO El clítoris no es una palanquita mágica que provoque descargas de placer al pulsarlo, sólo una zona extremadamente sensible. El orgasmo se genera por una combinación de excitación, tensión y estímulo y en general se desencadena mediante el clítoris, pero donde se produce realmente es en el CEREBRO. Es posible tener un orgasmo a través de caricias no genitales, por estímulos visuales, a través de un cierto nivel de dolor e incluso sin el más mínimo contacto físico, como demuestran los éxtasis de Santa Teresa.
El planteamiento freudiano tiene una fuerte implicación machista: de creer a Sigmund lo único que necesita una mujer para realizarse es que le metan un buen cipote y lo meneen un par de minutos adentro y afuera, y si ella no logra gozar de esa forma psicoanalíticamente bendecida no será porque su semental sea torpe, sino porque ella es una frustrada infantiloide y frígida. Y eso nos lleva al segundo mito en torno al coño.
EL PUNTO G
El punto o zona G es el santo grial de la sexualidad: un área en la pared vaginal frontal cuyo estímulo desencadena orgasmos intensos y múltiples. Según Gräfenberg, su descubridor, se trataría de una porción de tejido esponjoso situado más o menos entre las glándulas de Skene y que al ser acariciado se abultaría haciéndose más evidente. Por desgracia no hay pruebas reales de su existencia: ni la observación ginecológica ni las biopsias o los análisis no invasivos (rayos X, resonancias…) han revelado la presencia del área G, que, entre otras cosas, debería estar claramente señalada por la abundancia de terminaciones nerviosas.
El tema se ha vuelto una cuestión de fe para muchos sexólogos, convencidos de que esa zona no puede localizarse mediante análisis convencionales porque sólo se manifestaría durante la cópula. Sin embargo las resonancias y termografías tomadas sobre parejas follando y corriéndose*, que han ofrecido un montón de información nueva sobre el coito, tampoco han revelado nada. Las pruebas de su existencia son de tipo testimonial, es decir, personas que relatan su propia experiencia, y no pasan de tener un valor anecdótico.
La terminología empleada por los defensores del punto G recuerda sospechosamente a los planteamientos freudianos sobre el orgasmo vaginal, así que es posible que estemos ante un prejuicio mal asimilado: el puntito de marras tiene que existir porque a priori sus defensores quieren que exista. De nuevo el sueño masculino: un botoncito del placer situado de forma que basta un enérgico metisaca para dejar a la pareja más que satisfecha. Y si no funciona, culpa de ella por no saber encontrarse el dichoso punto.
Dada la zona en la que supuestamente se localiza la zona de Grafenberg hay una buena probabilidad de que lo que observó el doctor fuera el abultamiento producido por la excitación del clítoris que, no lo olvidemos, es un órgano eréctil. En consecuencia el orgasmo grafenbergiano no sería sino un orgasmo producido por estimulación inferior del tronco clitoridiano. Las descripciones que indican el modo correcto de activar el punto G coinciden bastante con ese tipo de estímulo. No podemos afirmar con certeza que sea el mismo caso, pero esta explicación no requiere misteriosos órganos invisibles, luego, de acuerdo a la navaja de Occam, es más verosimil.
Para terminar, hay quien relaciona el punto G con la eyaculación femenina. Volvemos al mismo argumento: la eyaculación puede explicarse sin necesidad del punto G, luego dicha relación, como mínimo, es nebulosa.
OLOR Y FEALDAD
Aquí salimos del mito y entramos directamente en la falacia. Según la leyenda (por desgracia no siempre masculina) el coño es feo y por añadidura su olor es desagradable.
Yo, personalmente, encuentro que el coño es una preciosidad. Me podéis decir que no soy parcial, y que para gustos se hicieron los colores, pero desde un punto de vista objetivo la estética de los genitales femeninos es evidente.
El coño medio** es ERGONÓMICO: está perfectamente integrado en el perfil del cuerpo femenino, sin salientes absurdos, mientras que la picha y los testículos cuelgan de cualquier forma y resultan un estorbo en demasiadas ocasiones. Además, presenta una ordenación de fuera a dentro con una estructura de tipo floral muy similar a la de las orquídeas. Como remate, al margen del color de piel de la mujer, al separar los labios menores siempre aparece un atractivo color rosado claro, relajante a la vista y muy apetecible.
Algunas mujeres encuentran desagradable su coño la primera vez que lo ven con detalle. Creo que eso se debe a que dada la posición de la vagina las mujeres no contemplan de forma cotidiana sus genitales, como sí hacemos los hombres. Las primeras veces que lo examinan de cerca les resulta extraño, y si, como suele ser habitual, usan un espejo (no hay demasiadas contorsionistas como las del Circo Chino) lo ven en una imagen externa, no en su propio cuerpo, como si fuera algo ajeno. En general no hay más consecuencias que la extrañeza inicial, pero una persona con dificultades para asumir la propia sexualidad (timidez, complejos…) puede sentir un cierto rechazo e incluso repulsión. Una adecuada educación sexual, entre otras cosas, debe incluir el conocimiento de la propia anatomía, así que esas situaciones, con suerte, serán cada vez más escasas.
En cuanto al mal olor, es una insinuación que me parece indignante e incluso ofensiva. Por supuesto que una mujer con escaso amor por la higiene emanará un olor genital desagradable, pero también lo hará un hombre, y si alguien lo duda le animo a que se ponga cerca de la cara una polla bien sudada, a ver si encuentra algo positivo en la experiencia. Así pues vamos a olvidar los chistes facilones, porque si hablamos de higiene me temo que el género masculino, en general, tiene mucho más de lo que avergonzarse. También hay gente que tiene problemas debido a determinados alimentos que añaden su olor al de la persona, pero estamos hablando de una patología digestiva y no afecta específicamente a los genitales sino a toda la epidermis.
¿A qué huele un coño, entonces? No voy a presumir de una cultura enciclopédica porque los que he conocido en profundidad se cuentan con los dedos de las manos, pero todos tenían el aroma de la piel de su poseedora, más concentrado, y una fragancia añadida entre canela y almizclada, intensa y penetrante, más evidente al aumentar la excitación, no sé si si porque entonces la mujer la emite en mayor volumen o porque al excitarnos somos más sensibles a los olores (probablemente sea una combinación de ambos factores). Por lo que a mí respecta es agradable y estimulante así que, a mis ojos, los que mencionan el mito del olor a pescado no merecen que se les preste oídos y sí una buena patada en los cojones, a ver si se les despejan las fosas nasales.
Para terminar, un consejo: después de un polvo con un buen cunilingus (o un buen cunilingus sin polvo, que también tiene su gracia) hay que procurar lavarse la cara. Como he dicho es un aroma intenso y penetrante, y aunque no lo notemos puede permanecer en nuestra piel durante mucho tiempo, con el curioso resultado de que al día siguiente no paren de venirnos a la cabeza ideas libidinosas, lo que en según qué situaciones puede ser raro e incluso incómodo... qué leches, para qué lavarse, disfrutémoslo
Y lo digo por experiencia. Seas hombre o mujer, si no acabaste con la faz empapada, no lo has disfrutado.
* Hay gente para todo. Me imagino luego a la Choches pasando el mocho por el aparato y diciendo ¡hay que ver como me dejan el TAC estos marranos! ¡Como los pille yo…!
** Entendido como el normal y corriente, el de andar por casa, que no ha sufrido cirugías estéticas por la moda , que de eso también hay