Al margen de que cada día sea más difícil ganarse los garbanzos. Y más, y más...
... no por ello dejo de estar contento con lo que hago. Me gusta mi trabajo. Me gusta ilustrar. Me gusta, sobre todo, cuando puedo dar rienda suelta a mi creatividad, ya sea en solitario o en colaboración. Porque algo que mucha gente no entiende es que, aunque las manos sean mías, tras un trabajo concreto puede haber, realmente, varias mentes.
Es el caso de las portadas que hago para Muy Interesante. Detrás de cada una hay muchas horas de análisis y debate. ¿suena caótico? puede que a veces lo sea, pero es productivo. Y como muestra un par de botones. Como la imagen sobre envejecimiento que encabeza esta entrada, que no fue a portada pero se usó como apertura del artículo. Antes de la primera pincelada (y requirió muchas) hubo que tener claro el concepto. Sólo así puedes avanzar. Y lo mismo, multiplicado por diez, podemos decir que esta otra sobre el camino de la Humanidad. Primero ¿humor o seriedad? Segundo, plantear la escena. Tercero, ejecutar el trabajo inicial y luego cuarto, quinto, sexto... repasar detalle a detalle hasta llegar al resultado deseado.
Eso no significa que las ideas que dejamos a un lado en el proceso se desechen. Una de las alternativas que barajamos fue esta imagen más conceptual que desarrollé a la vez que la portada, para usarla como apertura. Técnicamente mucho más sencilla de resolver, pero no por ello menos interesante, creo.
Por supuesto hay ocasiones en que sólo cuenta mi visión, ya sea porque el cliente confía en mi criterio o porque la primera idea es la buena. Sucede así con esta ilustración para la Agencia SINC, sobre nuevas modas en el entrenamiento de los atletas. Aquí, según me pasaron la información, lo vi. El resto fue echarle horas y esfuerzo. Y lo mismo sucedió con la otra imagen, una de las más exitosas que he hecho este año, para ilustrar una nueva especie de crustaceo. Quería reflejar el asombro que puede depararnos la ciencia, día a día, y creo que lo conseguí plenamente (y de paso, junto al asombro, el escalofrío que nos ocasiona lo realmente extraño)
Otras veces el trabajo es de comprensión. Al construir el mecanismo de antikythera (en diciembre del año pasado pero no se ha publicado en Muy hasta bien entrado 2013) no pude ponerme a modelar nada sin entender antes, siquiera aproximadamente, su estructura. Me llevó dos semanas estudiar los esquemas, pero mereció el esfuerzo, ya que esa mecánica contiene (para mí) una fría pero intensa belleza.
Aquí (apertura del dossier sobre antiguos guerreros publicado en Muy Interesante este otoño) tuve clara la escena desde el primer momento. Una vez resueltos los aspectos técnicos (esos tonos rojos fueron un verdadero dolor de cabeza) y las poses de los modelos, ya fue solo cuestión de renderizar y pulir detalles. El 3D es una herramienta muy poderosa, pero la clave de la imagen no es la tecnología sino la composición de las figuras: la pose desafiante del samurai, arropada por las otras cuatro, no inexpresivas sino expectantes.
Claro que el 3D no sólo vale para el realismo o la tecnología. También es útil para la abstracción, como pude apreciar cuando me propusieron ilustrar una doble página de Muy con los vientos más característicos de nuestras tierras. Y no podían faltar los dinosaurios, que sé que los estabais esperando, picarones, que os conozco bien y sé que los celebráis tanto como yo. Pero ese proyecto aún sigue en marcha.
En ocasiones lo difícil es lograr que los detalles sean comprensibles. Me pasó con esta ilustración sobre la estructura interna del clítoris femenino para Muy Interesante. Hubo que darle muchas vueltas para asegurarme de que el lector entendiera como funciona el invento. Y hube de repasar bastantes imágenes para document... vale, de acuerdo: me pagan por dibujar vulvas. Mi trabajo mola un montón, mi espíritu marranete da saltitos cuando lo pienso y me salió una preciosidad de genitales.
Incluso sin figuras humanas es posible conseguir un buen nivel de dramatismo. Como en esta recreación del uso naval del fuego griego para SINC. Aquí si hubo que darle muchas vueltas, sobre todo a la hora de explicar el funcionamiento químico. Debo añadir que su publicación fue muy bien acogida por el público friki, por asociación con el siniestro fuego Valyrio de GOT.
Por supuesto un trabajo puramente técnico puede ser un desafío apasionante. Así fue al dar color a la célebre fotografía de la Madre Emigrante, una opción que se barajó para la portada del Muy Historia dedicado a las crisis. No se llegó a emplear, pero fue un ejercicio excelente de retoque fotográfico, y de cuando en cuando viene bien un poco de entrenamiento.
Y el humor sigue siendo uno de los campos donde más cómodo me muevo. Entre otras cosas porque, siendo un concepto tan subjetivo, tengo cancha abierta para mi creatividad y porque, para que voy a negarlo, me divierto, y si no fuera así no funcionaría. Y con esta recopilación de prohibiciones absurdas para el Muy Extra P&R me reí a gusto. Sobre todo con el monje incinerado.
Otra de las cosas que me encantan de hacer humor es lo que disfruto con los lápices. puedo dejarme llevar y lanzar trazos sueltos y nítidos, o rayar sin tapujos. Mancho mucho el papel pero, en medio del desbarajuste, veo brotar la idea y ese momento merece la pena (y en el boceto que podéis ver, no pude evitar el canturrear tralarí tralará voy a casa de mi abuelitaaaaaa
Este año, además, me ha deparado un placer inesperado. El de pintar a mano. De forma digital, de acuerdo, pero a la antigua usanza, pincelada a pincelada. Hacía tiempo que no podía dedicarme a ello, por problemas técnicos (el painter 4, con el que estaba tan a gusto como con unos calcetines cómodos, dejó de ser compatible con los OS actuales, y las versiones superiores son inmanejables de puro sofisticadas). Por suerte, una aplicacioncita gratuita (painterSketch) me ha permitido volver a disfrutar de las acuarelas virtuales.
Siguió un tema de personajes misteriosos. Centré la imagen en la condesa Bathory y me lié a darle brochazos de rojo. Luego la enmarqué con las miradas de Rasputín y Crowley. Los otros dos personajes (el niño salvaje y el maestre templario) no tenían nada especialmente interesante, pero me sirvieron para equilibrar el encuadre. En la segunda doble página tampoco había ningún personaje demasiado llamativo, salvo el hombre elefante. Y debo reconocer que ahí no disfruté: me documenté con las fotos reales de ese desdichado y, mientras iba aplicando veladura tras veladura, me iba sintiendo más y más angustiado. El tema, por cierto, iba a publicarse en el Muy P&R pero al final fue al magazine mensual.
Sólo me queda añadir que también he pintado un poco por placer. Bocetos, algunos retratos.... algo que no hacía desde tiempo atrás. Y puedo aseguraros que ha merecido la pena. Probablemente el mejor dibujo que he hecho este año lo hice sin obligación, y con toda seguridad es el que más he disfrutado. Pero tendréis que confiar en mi palabra. Fue un regalo, y sólo una persona puede verlo.
Sí. Tú.