miércoles, 8 de junio de 2022
OHANA III. C
Hace muchos años, alguien me hizo un encargo desde Tasmania.
No, no estoy bromeando, un señor me escribió un correo desde Tasmania, para encargarme una pequeña secuencia animada con un tilacino. Construí el tilacino, hice la secuencia, y aproveché el modelo para sacar algunos renders como el que veis en esta entrada. Luego subí esos renders a la red, y C los vio.
Me dio follow en twitter, y le devolví el follow. Empezamos a hablar y, al poco, nos cogimos confianza.
Se acercaba el verano ¿2013? y Gs con Ps iba a celebrar una fiesta de despedida. C me dijo, jo, que envidia, aquí nunca pasan cosas tan chulas (vivía en el remoto norte, más allá del muro, en tierras de bárbaros con costumbres retrógradas) y le dije, vente, estás unos días en Madrid, y vamos juntos.
Supongo que ese flussssssh que se oyó hacia el septentrión era ella poniéndose colorada, porque se ponía muy colorada. Se lo sigue poniendo. Le he mostrado este texto antes de publicarlo y sus mejillas han contribuido al calentamiento global.
Hubo muchos jaleos, muchos mensajes, muchos malentendidos... pero al final vino. La recogí en la estación y al verla pensé, qué maja, me gusta. Llegamos a casa, nos dimos una ducha juntos, y luego preparamos la comida a la espera de que llegaran mi chica del trabajo y nuestro hijo del cole. Estaba cada vez más asustada, en plan...
_ Pero ¿tú mujer sabe que me quedo con vosotros un par de días?
_ Sí
_ Y sabe *tono de cara rojo tomate* que vamos a ir a esa fiesta
_ Sí
_ Y lo que puede que hagamos en esa fiesta
_ Sí
_ *Ojos abiertos como platos* ¿Y le da igual?
_ No, no le da igual, le parece bien.
En fin, fue un fiestón, y para nosotros fue un comienzo bueno. Le siguieron muchas movidas, muchas idas y venidas y muchas emociones muy intensas. Y no todas las gestionamos bien. De hecho, muchas las gestionamos fatal. Para ambos era una primera vez en muchos aspectos y no entiendo como logramos no matarnos por el camino. No nos hicimos daño a propósito, pero metimos muchas veces la pata, yo y ella, y más a menudo yo.
Mantuvimos una relación, lo dejamos, lo retomamos, ella vino a vivir a Madrid, fuimos amigos, fuimos amigos y amantes, y después de ser amantes logramos seguir siendo amigos. Y a día de hoy seguimos siendo amigos y seguimos queriéndonos. Así que, quizás, no lo hicimos todo mal.
Ella se siente, en ocasiones, torpe, y a veces se creía cobarde. Yo, que la veo con más objetividad, la considero valiente, inteligente y cuidadosa. Cuidadosa en el sentido de cuidar a quien quiere.
Es tímida, guapetona, grande y fuerte. Fuerte nivel, me podría matar con un brazo atado a la espalda. Hablé de ella en mi monólogo y ella podrá deciros que no exageré ni un ápice. Se ilusiona con lo que hace, porque por fin, después de muchos años, ha descubierto el placer de hacer las cosas por ella misma, no para contentar a otros. Y es un placer escucharla cuando habla de sus plantas (resulta que tiene muy buena mano con plantas complicadas, a mí se me mueren todas) o de su nueva amiga *guiño, guiño*.
Y, sí, puede que mi criterio no sea neutral, pero sé de alguien (a quien no mencionaré porque es menor de edad) que la quiere y la admira, y esa opinión vale mil veces la mía.
9 años ya de aquel encargo desde Tasmania
Bendito tilacino
Suscribirse a:
Entradas (Atom)