domingo, 28 de febrero de 2021

CUIDADOS (IV) Las expectativas

Uno de los temas recurrentes en el mundo de las relaciones abiertas es el problema de las expectativas. Resumiendo mucho el argumento general, se viene a decir que tú no eres responsable de las expectativas de otras personas, y a la inversa, que poner unas expectativas demasiado altas en una relación es una forma segura de ahogarla.

Una vez más no hay nada que objetar a esos dos planteamientos. Una vez más, su aplicación práctica puede convertirse con excesiva facilidad en una excusa con la que justificar todo tipo de actitudes y omisiones más que cuestionables, porque facilitan señalar al otro (y sus expectativas) como causa de cualquier desavenencia y sirven de tapadera para nuestro propio egoísmo.

Sobre el papel, se supone que al iniciar una relación deberíamos hablar y consensuar qué debemos esperar de la otra persona. Por desgracia, lo que sucede con demasiada frecuencia es que se da por hecho que, como las expectativas son el problema, debemos reducirlas al mínimo, e incluso deberíamos prescindir de ellas absolutamente, dejando que la relación fluya de forma libre y natural.

A estas alturas del blog supongo que ya sabréis lo mucho que aborrezco ese concepto de fluir.

Para los narcisistas, egoístas, depredadores, o simples perezosos, esa rebaja de las expectativas es una bendición, ya que les permite desatender, abandonar e incluso maltratar a sus relaciones manteniendo en todo momento su aura de santidad. Ellos* no están actuando mal, la culpa es de la otra parte, que se ha creado unas expectativas irreales y además te está asfixiando con ellas.

Evidentemente una relación sin expectativas es perfectamente legítima, siempre y cuando ambas partes estén de acuerdo en ello. Si vuestro único interés es tener a alguien con quien poder echar un polvo o ir a una fiesta, no hay nada malo en ello. 

(He dicho de acuerdo en ello y debería añadir de forma equilibrada, porque he visto relaciones en las que una de las partes siente amenazada su libertad porque la otra le mande un DM  una vez al mes, pero exigen que esa persona cuyas expectativas le parecen tan asfixiantes esté siempre dispuesta a prestarle atención) 

Pero si nuestras relaciones van más allá de lo puramente lúdico, y sobre todo si intentamos construir redes, las expectativas no deberían ser un problema sino una forma de establecer unos mínimos sólidos sobre los que funcionar.

¿Qué puedo esperar, razonablemente, de alguien con quien establezco una relación de intimidad y confianza? (y esto vale para cualquier relación, no sólo las abiertas) Personalmente creo que hay siete puntos irrenunciables, aunque supongo que cada persona tendrá sus propios baremos y límites, así que no lo toméis como un texto sagrado

_ Sinceridad. De partida, porque para establecer un acuerdo razonable es preciso que seamos francos en lo que la relación se refiere. Si sólo busco sexo, debería decirlo abiertamente, no esconderlo bajo un montón de palabrería bonita. A medio y largo plazo, porque si vemos que esa persona nos está mintiendo** y miente a otras personas, lo más sensato es alejarnos, ya que no vamos a poder confiar ni sentirnos seguros. Y si oculta vuestra relación a otras personas con excusas como esto es algo que solo nos incumbe a nosotros, deberías preguntarte cuánto te aprecia realmente

_ Amabilidad. No me cansaré de decirlo, la sinceridad sin amabilidad es crueldad. Si alguien nos golpea una y otra vez con su sinceridad, probablemente no le importemos una mierda.

_ Atención. No se trata de que alguien esté pendiente de nosotros las 24 horas del día, pero sí que responda cuando necesitamos hablar, aunque sea para decir ahora no puedo, te llamo en cuanto esté libre. 

_ Comunicación. Explica porqué haces las cosas. Si la otra persona te propone, por ejemplo, pasar unos días juntos, y prefieres no hacerlo, explícale tus razones, aunque sean pereza o cansancio. No dejes a la otra persona intentando entender qué sucede (y, volviendo al punto inicial, no mientas) 

_ Seguridad. Y hablo de seguridad personal. Deberíamos poder confiar en que alguien que tiene una relación con nosotros no va a hacernos daño de forma activa ni por omisión.

_ Implicación. Si tienes la sensación de que tú llevas todo el peso de la relación, probablemente esa relación sólo exista para ti. No tienes porqué ser tú quien siempre proponga, organice y atienda. Y si hay algún tipo de gasto, salvo que vuestra situación económica sea muy dispar no deberías ser tú quién pague siempre.

_ Respeto. Si alguien ridiculiza tus planteamientos, si te caricaturiza ante otras personas o si se burla de tus ideas, y cuando se lo señalas, en vez de rectificar responde algo así como no se te pude hacer ni una broma, asegúrate de que cierre la puerta por fuera.  

Creo que el concepto está claro: tenemos derecho a esperar que aquellos con quienes nos relacionamos actúen de forma ética, responsable y equitativa, es decir, que sean adultos funcionales, capaces de responsabilizarse de sus actos y decisiones, y asumir su parte de la relación. No se trata de buscar una absoluta reciprocidad, sino de saber que la otra persona responderá, y de que al vincularnos estamos sumando, no siendo utilizados ni parasitados.

Que quede claro, nadie puede obligarte a asumir esas expectativas. Puedes considerar que son ataduras inaceptables y optar por relaciones sin la más mínima responsabilidad afectiva ni ética. Como dije al principio es una elección perfectamente legítima.

Pero si eliges fluir, al menos asume las consecuencias de esa elección, y no exijas a las demás personas lo que tú no estás dispuesto a dar.

* Utilizo el género deliberadamente. Por supuesto que hay mujeres que actúan así, pero en esta sociedad todo está encarrilado a favorecer y justificar ese comportamiento en los hombres, y por eso lo normal es que ese comportamiento sea masculino***

**Todos mentimos en algún momento, el problema es cuando comprobamos que alguien miente de forma continuada y sin necesidad, probablemente porque para él lo cómodo es mentir

*** Si te ha venido a la boca un not all men, es que te has equivocado de blog. Aire.

jueves, 11 de febrero de 2021

SOBRE DERECHOS Y LIBERTADES (y la puñetera Disney)


Quiero hacer algunas aclaraciones sobre el caso de Gina Carano, porque estoy oyendo auténticas barbaridades sobre el derecho tal o cual.

Los Derechos Básicos establecen la relación del individuo con el estado, y a partir de esos derechos se debe establecer una legislación coherente.

Eso quiere decir que, por ejemplo, el derecho a la presunción de inocencia se refiere a que en un caso judicial, la fiscalía debe aportar pruebas de la culpabilidad del acusado, pero el acusado no debe aportar pruebas de su inocencia, porque esta se presupone. JUDICIALMENTE

Eso no significa, como al parecer cree demasiada gente, que un individuo particular pueda exigir que el resto de individuos le considere inocente por derecho. Si yo pienso que alguien está haciendo algo incorrecto, esa persona no puede acusarme de estar vulnerando su derecho a la presunción de inocencia, porque yo no soy el estado ni estamos en un tribunal

Lo mismo sucede con la libertad de expresión. Significa que nadie puede ser encarcelado ni llevado a juicio por expresar sus ideas, no que yo, como individuo, esté obligado a escuchar las ideas ni opiniones de otra persona. Ni mucho menos a respetarlas, que es una interpretación sumamente perversa de ese derecho: se respeta tu derecho a expresar tus ideas, pero eso no significa que tus ideas u opiniones merezcan respeto per se. No existe eso de es mi opinión y en consecuencia debes respetarla.

Si tu opinión o tus ideas son una mierda, tengo todo el derecho del mundo a expresarlo y rebatirlas, y a negarme, como individuo, a darles eco, e incluso a negarme a escucharlas o discutirlas.

Dicho esto. En este caso de lo que se trata es de si es correcto o no que la Disney haya decidido no volver a contratar a una actriz debido a sus ideas. OJO, NO A TENER ESAS IDEAS EN SI SINO AL HECHO DE QUE LAS EXPONE DE FORMA PUBLICA.

Pues bien, todo depende de las cláusulas de su contrato. O mucho me equivoco o esa persona habrá firmado un apartado en el que se compromete a no realizar declaraciones ni llevar a cabo acciones que puedan perjudicar los intereses de la empresa con la que está contratando, y si es así, Disney estará en su perfecto derecho de rescindir o negarse a renovar dicho contrato. No estamos hablando de una situación comparable a la de, por ejemplo, Pablo Hassel, porque en este segundo caso hay una persecución JUDICIAL por la expresión de unas ideas, lo cual vulnera el derecho a la libre expresión, mientras que en el segundo estaríamos hablando de una relación comercial entre particulares (o entre una particular y una sociedad comercial) en la que se han incumplido las cláusulas. El mismo caso de Donald Trump incumpliendo reiteradamente las normas de Twitter, por cierto.

Esto, que algunas personas han llamado Cultura de la Cancelación* no es algo que surja hoy en día. Cuando Jane Fonda visitó Hanoi, su nombre se convirtió en una fuente segura de problemas para cualquier estudio cinematográfico. Y lo mismo le pasó a Tim Robbins por no apoyar la política exterior del presidente Bush, con la diferencia de que esas dos personas no estaban incumpliendo ninguna cláusula contractual, sino que fueron puestas en una lista negra por parte de la industria debido a la presión del gobierno estadounidense, lo que sí vulneraba sus derechos.
Por supuesto la valoración de si unas declaraciones concretas pueden o no perjudicar a los intereses de una empresa pueden ser muy subjetivas, y supongo que en este caso Disney, antes de llegar a este punto, habrá dado unos pasos previos, como solicitar a esa persona que cesara en su exposición como figura pública. Pero en cualquier caso estamos hablando de una relación contractual, que no ataca los derechos del individuo ya que, INSISTO, estos van referidos a sus relaciones con el estado y las leyes promulgadas por el mismo, y las cláusulas de ese tipo están protegidas por la legislación laboral.

Sucede lo mismo en casos como el de la persona gay que quiso demandar a la Iglesia porque el párroco del lugar se negaba a darle la comunión. La Iglesia, como institución RELIGIOSA, considera que su orientación sexual es contraria a sus preceptos y eso le excluye de los sacramentos. Un excomulgado no puede demandar a la Iglesia para que se le levante esa excomunión, se trata de una relación ajena a los derechos fundamentales, y precisamente el derecho a la libertad religiosa estipula que la ley no puede dictaminar sobre cuales deben ser los preceptos de las instituciones religiosas, salvo que esos preceptos sean delictivos (un sacrificio humano, por ejemplo) Por eso es tan difícil actuar judicialmente contra una secta.

Ahora bien, y volviendo al tema específico que nos ocupa. Si ha habido casos previos en los que actores, o directores, o productores MASCULINOS asociados con la misma empresa han hecho declaraciones similares, perjudiciales para la buena imagen de Disney, y no se ha producido una reacción similar por parte de la empresa, entonces SÍ se estaría vulnerando un derecho fundamental, que es el de la no discriminación LABORAL por causas de género y/o orientación sexual. Porque eso SÍ está recogido en la legislación y no depende de una relación contractual específica.

Me han citado algunos ejemplos en los que no se ha dado esa reacción por parte de la misma empresa, así que en este caso sí que podríamos estar ante una vulneración de derechos, es decir, que Disney consideraría que la opinión de una mujer es punible mientras que la de un hombre no lo es. Un doble rasero que no sólo es condenable éticamente sino también judicialmente.

No he seguido los sucesos a lo largo de estos meses, porque no he visto la serie de El Mandaloriano, ni creo que vaya a verla. Hace tiempo que el SWU me aburrUNA LLUVIA DE PEDRADAS LE ENTIERRA

LOGRA ASOMARSE POR ENTRE EL MONTON DE PIEDRAS

SE ARROJA UNA CAJA DE TIRITAS POR ENCIMA, DE LAS QUE TIENEN DIBUJITOS, QUE CURAN MÁS En fin, resumiendo todo lo dicho, la decisión de Disney de prescindir de Gina Carano es legítima y a priori no vulnera ninguno de sus derechos. Me podréis decir que es una vergüenza que alguien pierda su trabajo por la presión popular, pero precisamente ese trabajo depende de la aceptación popular, de ahí que las empresas como Disney tengan que tener en cuenta la opinión de su público y procuren curarse en salud ante situaciones como esta. Sin embargo, sí que podría haberse vulnerado un derecho, el de la igualdad de género, en cuyo caso espero que la señorita Carano tenga un equipo de abogados/das magníficos y le sangren a Disney hasta el último céntimo: O TODOS MOROS, O TODOS CRISTIANOS Y nada más, salvo lamentar que se haya producido esta situación, porque sé que muchas de mis amigas eran fans de Gina Brazacos Carano y se han llevado una gran decepción tanto por sus declaraciones como por su eliminación de la serie. Por desgracia los brazacos no siempre van unidos a una mente abierta ni coherente, y estaba claro desde hacía tiempo que en este caso cada vez iba a ser más dificil separar al artista de su obra, por el propio empeño de esta artista en pasear su indigencia intelectual y ética por todos los foros posibles. * Oh, sorpresa, sólo es cultura de la cancelación cuando es UN HOMBRE el afectado, y sobre todo si tiene que ver con el #MiToo. Y es una extraña cancelación, ya que gentuza** como Placido Domingo ha recibido el apoyo y aplauso de los políticamente incorrectos (es decir, los de siempre) y siguen a su bola mientras las de personas que se han atrevido a dar el paso de denunciar sus abusos sufren un completo ostracismo) ** Sí, GENTUZA, porque como individuo yo no tengo por qué respetar la presunción de inocencia del señor Domingo.