María Sender es una de esas personas, y hace poco me emocionó con un texto a quemarropa, inesperado. Con su permiso (gracias, María) quiero compartirlo aquí con mis lectoras (plural genérico, sé que, de siempre, este ha sido un blog con mucho más público femenino que masculino)
Y ya me callo y cedo la palabra.
CÓMO SE DIBUJA UN ÁRBOL
Tuve una compañera que siempre les decía a los niños:
Un árbol es como una piruleta.
Un árbol es un palito marrón y una redonda verde.
Si quieres, le puedes hacer redonditas rojas y serán manzanas.
Pero así no se dibuja un árbol.
Un árbol tiene tronco y ramas, hojas y raíces, flores y frutos.
El tronco es la columna que sostiene al árbol. Su cuerpo, joven y flexible, viejo y retorcido por los siglos. El tronco tiene marcas y heridas, agujeros que son nidos y madrigueras.
Las ramas brotan del tronco y son los dedos del árbol que quieren tocar el cielo y el viento y acariciar las plumas de los pájaros.
Las hojas cubren las ramas. Son verdes, grandes, ovaladas. Son delgadas como agujas. Son marrones, rojas, amarillas, naranjas, púrpura. 👇
A veces no son.
Las raíces no se ven, pero están, y sin ellas no hay árbol. A veces asoman como dragones dormidos. Otras veces se esconden como lombrices bajo el suelo.
También hay flores y frutos. Y animales que se alimentan de los frutos. Pájaros, insectos, criaturas de ojos brillantes que te miran desde arriba.
Un árbol es sombra y refugio. Es frescor, y aire, y sustento.
Un árbol está hecho de historias, de años y de savia.
El árbol puede estar en el bosque, o en un agujero en la acera, o en la plaza que hay el centro del pueblo, donde se reúnen los viejos para recordar y los jóvenes para crear recuerdos.
Los gatos se suben a los árboles.
También las ardillas.
Y las hadas.
Y los cuentos.
A veces una mujer se sienta a la sombra del árbol y recolecta las historias que cuelgan de sus ramas, y a cambio le deja las suyas.
La mujer tiene el pelo blanco, la mayoría de las veces.
La siguen los niños y los gatos que se suben a las ramas.
A veces no.
A veces el árbol está solo. Aunque nunca está solo. Se cuenta los cuentos a si mismo mientras espera, y las ardillas, los gatos, los pájaros y los insectos le escuchan sin hacer ruido y luego se comen la fruta y reparten las historias.
Un árbol es historias.
Un árbol es vida.
Así sí.
Así es como se dibuja un árbol.
María Sender
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