Ayer se celebró un aniversario que ha pasado muy desapercibido para la mayor parte del público: hace 40 años y un par de días salió a la venta El Color de la Magia, la primera novela del MundoDisco, de Terry Pratchett.
Ese aniversario me hizo reflexionar un poco sobre una tendencia que hay en las redes que es la de pasar por alto esa obra y su continuación, La Luz Fantástica. La argumentación se centra es aspectos como que hay que leer el Mundodisco siguiendo sagas específicas (por ejemplo, la de la Guardia, la de las Brujas, la de Rincewind...) y, sobre todo, en que son novelas menores, sin interés, tirando a malillas, y que su lectura no es necesaria e incluso puede causar rechazo en un lector primerizo que, en consecuencia, no se animará a leer el resto del Mundodisco (que deberá ser leído en sagas separadas, insisten)
Pues bien, a esos recomendadores tan expertos y conocedores de la obra de Pratchett les digo que me pueden comer los huevos por detrás, y voy a la ruina.
Si alguien quiere leer la obra de Pratchett es muy libre de hacerlo como le salga del comosellame, y los recomendadores harían bien en cerrar sus enormes bocazas y dejar de darselas de expertos. Ahora que se valora tanto el worldbuilding (menuda palabreja, por Offler, qué costaba decir ambientación) en la fantasía y la cifi, esos enterados dejan a un lado las dos novelas en las que Terry construyó y nos presentó su mundo y las reglas que lo rigen, empezando por la ciudad de Ankh Morpork, la Universidad Invisible, la Catarata infinita y lo que la rodea, las Dimensiones Mazmorra y la Residencia de la Muerte. Casi nada. Amén de retratar a uno de los personajes más entrañables de la literatura fantástica, el Bibliotec... perdón, quería decir Rincewind, el Echicero. Y sí, también descubrimos al Bibliotecario, y al Patricio Vetinari, a Dosflores el turista, a Cohen el Bárbaro y, por supuesto, al Equipaje. Eso, señores míos, se llama hacer DiscWorldBuildind.
Es que no necesitas leer esas novelas para entender las siguientes. Yo no leo una novela para entender su continuación, la leo por la propia novela. Y, en cualquier caso, es en La Luz Fantástica donde se explica porqué el Bibliotecario es un orangután, o porqué a Rincewind le sigue a todas partes un baul con patitas. También se nos habla de la organización política de la ciudad (democracia al más depurado estilo: un hombre, un voto*) y de que la realidad del Disco es variable, cómo actúa la magia, qué consecuencias tiene ésta, y de paso nos revela algunos detalles muy interesantes del pasado, como las guerras mágicas o la improbabilidad de los dragones.
Y respecto a eso de que es que son libros malillos... en fin. Son dos novelas de presentación, no puedes lanzarte de cabeza al MundoDisco sin que antes te lo hayan mostrado, aunque sea por encima, de ahí que la primera sea una sucesión de anécdotas enlazadas a lo largo del viaje de Rincewind y Dosflores. Y anécdotas muy divertidas. Pero es que resulta que la segunda ya se convierte en una obra redonda, con una trama bien articulada, apoyándose en todo lo que se ha descrito previamente.
Sí, el estilo es impreciso, Pratchett está aún tomando tierra y todavía habrá una o dos novelas más en las que irá cogiendo práctica. Porque los escritores tienen la curiosa costumbre de empezar siendo novatos y aprender con la práctica. E incluso en esas dos obras podemos ver cómo su estilo se va depurando. Y en su final nos deja entrever qué es lo que de verdad quería decirnos (pero eso lo comentaré más abajo)
El Color de la Magia fue la primera obra de Terry que leí, y no me causó el más mínimo rechazo. De hecho me animó a seguir leyendo, y La Luz Fantástica me dejó gritando QUIERO MÁS, POR DIOS (perdón, por Offler). Y, si alguien cree que a lo mejor han envejecido mal, añadiré que este año se las he leído a un niño de 10 años y a su madre de 43, y ambos se han partido de risa y también han contenido la respiración cuando las risas daban paso a la emoción.
No veo razones para leer haciendo saltos o apartados. Cada novela bebe de las anteriores y a su vez prefigura las siguientes**. Lo que han dado en llamar sagas no son compartimentos estancos. Sin Dioses Menores no se entiende parte de Carpe Yugulum, Yaya la bruja y Ridcully el archicanciller tienen un pasado común, el Bibliotecario es casi ubicuo... para mí el Mundodisco es un todo, y no veo cual es el problema en leerlo tal y como fue escrito. Prescindir de las primeras obras es como decir que es mejor leer la segunda parte del Quijote y dejar de lado la primera.
Así que, de corazón, os recomiendo que leáis el Mundodisco, porque vale mucho la pena, porque disfrutaréis, reiréis, os emocionaréis, y puede que aprendáis alguna cosa útil***. Si deseáis iniciaros en esta serie, hacedlo a vuestro gusto, empezad por donde queráis y seguid por donde os salga dle moño. Y a los enteradillos, mandadles de mi parte a escardar coles a Sto Helit****.
No quiero terminar esta entrada sin hablar de lo que nos dijo el autor, su mensaje, tal y como yo lo entiendo. Mi amiga Diana describió a Pratchett como un hombre muy enfadado con el mundo, que opinaba que había que hacer todo lo posible por mejorarlo, Y de eso va su obra, de animarnos a hacer todo lo que esté en nuestra mano para que las cosas vayan mejor. Por poco que sea lo que esté en nuestra mano.
En uno de mis momentos favoritos, el final de Rechicero, Rincewind y un niño asustado están ante las criaturas de las Dimensiones Mazmorra. Y, temblando de miedo, y llevando en su mano por toda arma un calcetín con medio ladrillo dentro, empieza a golpear, para proteger al niño. Es ridículo, sólo es un mago flacucho, torpe y con la nariz moqueante con medio ladrillo dentro de un calcetín, ahí debería haber un gran héroe con una brillante armadura y una poderosa espada mágica.
Pero no hay ningún heróe con brillante armadura a la vista, sólo están Rincewind y su medio ladrillo dentro de un calcetín. Y la opción es correr y escapar de ahí, pero esa opción no sirve, porque no hay nadie más.
Y eso es lo que nos quiso decir Pratchett. Que a veces no hay opción, que no vendrá nadie, que sólo estamos nosotros, y que en ese momento lo único que podemos hacer es coger ese medio ladrillo, meterlo en un calcetín y golpear con todas nuestras fuerzas. Porque no hacerlo y mirar para otro lado es la opción equivocada.
Gracias por todo, Terry.
Te echamos mucho de menos.
* El hombre es el patricio Vetinari y el voto es el suyo)
** Yo diría que las únicas excepciones son Pyramids y The Amazing Maurice. Y creo que de la primera sí podría sacar algún vínculo con obras posteriores, si bien muy leve.
*** Como que hay que desconfiar de los delfines *****
**** O podéis darles en la cabeza con el medio ladrillo, pero si hacéis eso puede que el capitán Zanahoria, de la guardia, os lleve detenidos, así que aconsejo el escardado de coles
***** y de cualquier animal que os sonría
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