Desde hace unos tres años, puede que un poco más, me dedico a dibujar personas. Empezaron siendo rostros: un anciano que vi en un bar, una mujer en el metro. Algo en sus facciones me hipnotizó, saqué el lápiz y aboceté lo más rápido posible, procurando no molestar. Luego, en el Nowhere 2017, empecé a dibujar casi compulsivamente a todo aquel que me llamara la atención, y luego he seguido haciéndolo, ya de forma menos compulsiva. Incluyendo tanto esbozos sacados en el momento como sesiones con modelos.
Me diréis, no hay problema, eso es un excelente ejercicio artístico, y el arte es neutral ¿no? reflejo lo que veo.
Y una mierda. Y lo peor es que si me hubieran preguntado, yo habría soltado ese topicazo, pero cuando alguien te señala lo que está delante de ti, aunque no lo hubieras visto hasta ese momento, ya no puedes mirar para otro lado.
Al dibujar puedo estar haciendo, en efecto, algo neutral, o incluso algo positivo, pero también hay dibujos en los que tomo una posición de poder sobre el sujeto dibujado. Y al hacerlo le niego su valor de persona, lo convierto en objeto.
Vamos a dejar de hablar de forma neutra. Esto tiene un sesgo de género. Esto se lo hago a mujeres.
Me lo acaba de señalar una amiga a la que quería dibujar. Ella fue consciente cuando hablamos y, por suerte, tiene suficiente confianza en mí como para decirme las cosas a las claras. Al señalarle qué elementos de su cuerpo llaman mi atención, le estaba diciendo cómo debería ser su cuerpo, no cómo es. Estaba usando mi dibujo como herramienta de poder.
Si acabas de pensar, ya están exagerando las feministas y los bobos que les ríen las gracias hazme el favor de salir y borrar este blog de tu lista de enlaces.
No se trata de algo inocente ¿Recordáis el manido concepto de la mujer objeto? se refería a la mujer como adorno, como condecoración, como muestra de poder para su poseedor. Puede que hoy ese tipo de objetificación sea tan evidente que pocas veces pasa por delante sin que lo veamos y lo señalemos, pero hay otras formas y no sólo nos pasan desapercibidas, sino que están por todas partes.
Estoy repasando dos años de bocetos. Y lo estoy viendo: la conversión de sujeto en objeto. No en todos los bocetos, de hecho si fuera así sería un grave problema ya que no podría verlo. Pero sí está a la vista en unos pocos, y esos me permiten establecer un patrón. Es el viejo aforismo de La Excepcion Confirma La Regla, que no se refiere, como mucha gente cree, a que no puede establecerse una norma si no tiene una excepción, sino a que no es posible poner a prueba una hipótesis sin excepciones que se salgan de la norma, porque son las excepciones las que se usan como prueba para verificar la falsedad de la hipótesis. Lo sé, suena confuso, pero es así como funciona el pensamiento crítico.
Hipótesis: el dibujar a la gente es un acto neutral sin consecuencias
Falsación: si hay dibujos donde es evidente la no neutralidad y las consecuencias, la hipótesis es falsa
Ante todo, insisto, hay muchos de mis bocetos totalmente neutrales. Como dije arriba, dibujé a personas y situaciones que me llamaron la atención. Por como se movía su ropa o su cabello, por el efecto de la luz o las sombras, por su gestualidad, por el modo en que bailaban... cientos. Los veo y lo único que siento en ellos es que capté el momento.
Os aclaro que estoy intentando ser objetivo. Puedo no lograrlo, después de todo estoy examinando algo muy personal, muy mío.
En otros dibujos no me he limitado a dibujar espontáneamente, sino que los hice con una intención expresa. Algunos son retratos, otros son peticiones. No estoy quitando su esencia a la persona sino tratando de captarla. Al hacerlo es posible que no sea realista, ya que a veces es más importante el pliegue de una sonrisa que la forma exacta de una nariz
Y llegamos a los dibujos que tienen encima la luz roja. Todos tienen una característica común: no son dibujos espontáneos, sino de modelo. De posado, si preferís ese término. Voy a subir dos lápices
Los hice durante la misma sesión. En el primero yo elegí el momento y el punto de vista. En el segundo, no ¿Notáis la diferencia? El primero está profundamente sexualizado, el segundo no. El primero es mi elección, el segundo es la elección de la modelo.
En el primero, he tomado poder sobre la persona y la he puesto por debajo de mí. La he hecho objeto
Prueba del algodón. La misma modelo, unos minutos después. Yo no me he movido, ella elige su postura.
Pose natural, cómoda, me mira a los ojos, me ve dibujar y participa. Ambos estamos tomando parte en ello. En igualdad.
Ahí radica la diferencia. Si una persona me pide que haga un retrato, hay una voluntad junto a la mía. No le estoy diciendo como debe ser, sólo interpretando cómo es.
Si dibujo algo que me llama la atención, sin premeditación, no estoy influyendo en lo que veo, porque la urgencia es captar antes de que el momento se vaya. Las decisiones que tomo son de tipo práctico, debo captar los elementos básicos que dan forma a ese momento, no puedo decidir los detalles. En última instancia lograré captar aquello que me atrajo, pero no lo recrearé a mi voluntad
Pero, si planifico, si soy yo quien toma las decisiones, si ninguneo la voluntad o el confort de la persona que está delante de mí, estoy introduciendo un sesgo tóxico. Si le pido a mi modelo que se ponga de tal o cual manera, si elijo el ángulo, si decido qué remarcar o ignorar, si le digo lo que opino de su físico, le impongo mi voluntad. Tomo poder. Y no tengo derecho a hacerlo.
Vaya tontería ¿verdad? estoy poniendo etiquetas a acciones inconscientes. Pero están ahí, y no puedo volver a no verlas. Ni debo: si es mío, si es personal, debe ser ético.
¿Soluciones? Solo hay una: no volver a hacerlo. Y vigilar, conscientemente, hasta que me resulte natural
Hace un año comenté sobre lo estúpido que es pensar que te has quitado de encima los lastres, los micromachismos, los sesgos. Eso que dicen de deconstruir la masculinidad. Y avisé, si crees que ya lo has logrado la realidad te va a decir lo contrario a bofetadas. Pues mira, me acabo de llevar otra, así que, de deconstruido, poquito.
¿Que no querías arroz? toma, dos tazas