El fin de semana pasado pude ver desde el coche un gran dinosaurio carnívoro que patrullaba su territorio y me dije que ya era el momento de hablar un poco de ellos.
Dinosaurios: mi ciudad está plagada de terópodos, dinosaurios carnívoros como el tyrannosaurus rex, y más en concreto manirraptores, parientes de los feroces y cinematográficos velocirraptores. La mayoría de la gente diría que se me ha ido la olla con el calor, pero los paleofrikis ya saben de qué estoy hablando ¿verdad? La subclase neornites, los dinosaurios que sobrevivieron al límite KT, es decir, las aves modernas.
No te rías, no. La próxima vez que un gorrión se te quede mirando desde la acera recuerda que esa simpática pelotita emplumada se está fijando en tu bocadillo, pero algunas neuronas en su cerebro le susurran aplásta al mamífero entre tus mandíbulas, saborea su grasa mezclada con la sangre que chorrea de tu boca, escucha el sonido de sus huesos al astillarse entre aullidos de dolor…
Bromas aparte, me gusta observar a las aves. A menudo me quedo inmóvil para que no se asusten mientras miro (yo digo que soy un poco zen, M lo llama quedarse embobado como un pasmarón) y suelo señalárselos a nuestro hijo D para desesperación de M porque cuando va con ella le pregunta mami ¿qué pájaro es ese? y ella le responde un pájaro, hijo, un pájaro, con plumas, alas y pico, y para más detalles pregúntale al plasta de tu padre.
Alguna vez he intentado explicarle la diferencia entre los diversos tipos, pero ella dice que deje de darle la murga con paseriformes, ciconiformes y diosabequeformes, que ella sólo distingue entre gordiformes (gorriones) y el resto.
La ventana de mi cuarto de trabajo da a la fachada del tendedero y dado el amor que sienten las aves por cagar sobre la ropa recién lavada tengo un excelente observatorio para la avifauna más corriente. Son aves que podemos ver en cualquier casco urbano: los ubicuos gorriones comunes (passer domesticus, literalmente pájaro de aquí; no es que Linneo se comiera mucho la cabeza, no), las urracas (Pica pica ¡qué nombre más cachondo!) y algún que otro mirlo despistado (Turdus merula, de la familia de los túrdidos), porque aunque son abundantes es raro que se suban a un cuarto piso.
Siempre me han hecho gracia los gorriones en tierra, dando saltitos, colándose por cualquier sitio para pillar unas miguitas o un cacho de chorizo, un poco payasetes pero entrañables. Los mirlos, en cambio, caminan agachados, una patita delante de la otra, y si tienen prisa levantan el culo, bajan la cabeza y se pegan una carrerita para desaparecer en el arbusto más cercano. Estos días están nidificando y no paro de verlos (a ellos, las hembras son muy discretitas) venga a correr todo ajetreados con el pico lleno de briznas. La urracas van muy dignas y derechitas, sin inmutarse demasiado por la gente, y si tengo suerte y pasean al sol me ofrecen un espectáculo de colores cada vez que ahuecan un poco el plumaje del cuello y dejan ver una breve explosión irisada.
Además de dignas tienen un puntito salvaje. Hace años (D era muy chiquitín y no lo recuerda) paseábamos por el pueblo y oí un graznido peculiar, que no había escuchado nunca. Miré para arriba y vi en un árbol una urraca muy enfadada y un gato más bien gordote. Supongo que el felino, claramente hogareño y bobalicón, debió verla desde el jardín y se diría es un pájaro, yo soy un gato ¿qué más hay que pensar? y subiría en plan expedicionario sin saber cómo las gastan las urracas. El pobre bigotón estaba arrinconado en mitad de una rama, maullando de forma lastimera y cada vez que intentaba salir de ahí se llevaba un par de picotazos y retrocedía un poco más.
Enseguida descubrí que el graznido era una llamada, algo así como venid y uníos a la juerga, porque en unos minutos llegaron media docena más de urracas, y se lanzaron a meterle viajes al asediado. El pobre micifuz reculó hasta el borde de la rama y cuando nos íbamos se quedó colgando de las patas delanteras. No vi el final de la historia, pero apostaría cien euros a que ese gato besó el suelo. Mientras subíamos hacia casa le dije a M fíjate, resulta que vivimos en el Serengueti y nosotros sin enterarnos.
Por supuesto también tenemos palomas, pero en vez de la paloma doméstica (Columba livia) típica de las grandes ciudades aquí hay paloma torcaz (Columba palumbus), casi la mitad más grande, francamente bonita, espalda grisazulada, collar blanco y pecho burdeos. Y peligrosas, porque sueltan unos zurullos de dimensiones aterradoras. En estas fechas, para más inri, sus cacazas son de un intenso color purpúreo debido a su afición por la ingesta de moras. De cuando en cuando también se ven algunas palomas más pequeñas, de color entre gris clarito y crema, con una franja oscura en la nuca. Podrían ser tórtolas turcas (Streptopelia decaocto, vaya nombrecito para un ave tan maja) pero no dejan que te acerques demasiado y no he podido verificarlo.
¿Porqué no hay paloma doméstica? Creo que se debe a la limitación de alturas: la paloma doméstica desciende de la bravía, que suele anidar en paredes rocosas altas (los ingleses la llaman Rock Pigeon), mientras que torcaces y tórtolas son arborícolas.
Hasta aquí lo usual: como he dicho gorriones, urracas, mirlos y palomas son habituales en todos los cascos urbanos, pero si lindas directamente con el campo, poco a poco (petit à petit, me encanta esa expresión) una buena cantidad de aves silvestres se ha ido afincando en nuestra vecindad. Pero ya vale por hoy: hablaré de esos interesantes volátiles en la próxima entrada.
La misma fauna se mueve por mis terrazas, picoteando los restos de pan que les dejo en las jardineras. Las migas del mantel siempre son para los gorriones, cada vez un poquito más osados, pero siempre guardando las distancias.
ResponderEliminarAunque ahora, con el calor, pasan bastante de mí: deben apañarse bien con los bichitos del campo, mucho más proteínicos que mis panes...
Pero que conste que yo y las aves no hacemos buenas migas. Vi "Los pájaros" siendo demasiado pequeña, y créeme, no puedo evitar un escalofrío cuando alguna urraca se me acerca demasiado...
ResponderEliminarChica, yo es que les tengo cariño a los emplumados, pero desde crío, que los abejarucos y el águila de El Hombre y la Tierra me impactaron (no tanto como el lirón careto, claro). Y desde que se replanteo la ascendencia dinosauria los encuentro fascinantes.
ResponderEliminarY cuando se trata de apretarme un pollo de los de pueblo en pepitoria o al horno es más que amor, mis sentimientos se acercan a la veneración. La mejor comida de mi vida fue con un par de gallinas asadas en un horno de panadero en la misma bandeja que un cochinillo, acompañadas de abundantes patatas panaderas y con pan hecho en el mismo horno. ¿Comida, digo? ¡El éxtasis, más bien!
Mis hermanos se lanzaron sobre el cerdito y tuve las aves casi en exclusiva. Me parece que em empujé una barra de pan a fuerza de huntar salsaza y estuve dándole al bigote como dos horas ¡Benditos volátiles, os amo!
ResponderEliminarCalla, maldito... Qué rico, por Dios. En el plato, las aves pueden ser sublimes. Yo recuerdo con especial cariño y lágrimas en los ojos un "Coq au vin avec morilles" que sé que jamás olvidaré. Lo comimos en una casa rural de la zona de los Alpes, gallo de corral evidentemente, increíble esa salsa con las setas, esa carne que se deshacía... Mmmmmmmmmmmmm...
ResponderEliminarMíralo de este modo: estamos repitiendo la ancestral batalla entre dinosaurios y mamíferos, sólo que esta vez nos los zampamos nosotros.
ResponderEliminarAhora, un poco masoca sí que soy: liarme a hablar de esas gallinas de piel dorada y crujiente, cuando tengo para cenar unas tristes empanadillas (artesanas, eso sí, que me las hago yo con estas manitas) son ganas de hacer sufrir a mis glándulas salivares.
Déjate, las empanadillas son tristes si tú quieres. Porque con un buen relleno de ventresca de atún, pimiento verde, cebolla confitada y tomate casero... mmmmmmm....
ResponderEliminarVoilà. Me acabas de dar una idea para el menú de la semana próxima...
¡Mil gracias!
Por aqui, en Valencia, suma a eso que has comentado, los nuevos inquilinos , como loros y demás. Y ahora en verano, lo qu emolan las golondrinas y los vencejos. Por cierto, como curiosidad , aqui nunca he visto cigüeñas, muy al contrario que en mi ciudad de origen. Aqui no saben lo que es un nido en un campanario.
ResponderEliminarIñaki Karras
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Anda! Pero si la cigüeña es el símbolo del pueblo en el que vivo... Y yo sin acordarme. Pero la verdad es que por aquí no se ve ni una, salvo las de los escudos municipales...
ResponderEliminarCurioso si, se ve que Valencia no est en la ruta d eemigración. En cambio cerca de la albufera ya te puedes imaginar lo que hay. Incluso en las ciudades llegan a anidar rapaces en busca de sustento.
ResponderEliminarBuen Blog colega, esta muy entretenido je,je,je.
Ya sólo te falta la parte de la 2ª Guerra mundial en la que estabas muy metido :-)
Esa al reservo para cuando termine el libro. Lo malo es que me está costando horrores encontrar documentación sobre el lago Balaton: llevo varios meses y apenas he reunido material (por eso me estoy retrasando tanto en terminar el Bulge)
ResponderEliminarBueno, pues estaba equivocada (porque pensaba que las aves habían evolucionado de los dinos), y en la inopia los últimos 10 años por lo visto, pero estoy arrebatada, los reyes magos existen ¡sí!, y los pájaros son dinosaurios. Lo digo sin coñas, de verdad, me acabo de enterar de lo de los fósiles de Jehol, de que no se separar con claridad en muchos casos el dino del pájaro, son la mesma cosa. En el espasmo conceptual estoy.
ResponderEliminarSusana
Claro que en pleno embobamiento conceptual, por fin llego a comprender los ladrillazos que se están tirando entre los defensores de la taxonomía y los new age cladísticos. Esto de los ladrillazos es pelín triste, jartible y repetitivo entre los biólogos, que les pregunten a los botánicos; y además lo que han averiguado ya lo había previsto Wallace -aplicándolo al espacio, ahora idem de idem al tiempo-, que los bichos varían tanto, que llega el caso que no se puede decir claramente este es carne o pescado. Pero y la ilusión que me está haciendo esto a mi?, que no me quepo dentro de gozo con los pájaros. Y mira, los tiranopusarios emplumados ganan un montón, donde va a parar.
ResponderEliminarEste año como van las cosas, seguramente las golondrinas sean muy tempraneras.
Susana
Dinosaurios devorando mamíferos... aun podemos verlo http://www.flickr.com/photos/biozoona/4639972033/
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