sábado, 26 de marzo de 2011

ELLA



Nos conocimos hace 26 años, en la Escuela Superior de Agrónomos. Llevaba media melena y un flequillo que le tapaba media cara. Luego le dio una vena rara y se tiró dos años con el pelo al uno.

Ella y su amiga C tenían serios problemas con el dibujo técnico y les di unas clases. Como profesor demostré ser una completa nulidad, porque no aprendieron nada de nada, pero nos cogimos confianza.

Era una compañera agradable, no muy habladora, pero vivaz  y muy suelta. Me pareció una chica muy interesante. Me encantaron sus pecas, sus enormes ojazos y su sonrisa. 

Yo le parecí un perfecto gilipollas, pero no me enteré hasta años después.

Fui con ellas dos veranos de acampada al Pirineo. Estaban de moda los bikinis de punto y los suyos les quedaban geniales. Quizás porque llevaban muy poco punto, poquísimo:, apenas unos escuetos triangulillos. El segundo verano tiraron la toalla: la carrera se les había atragantado y decidieron ponerse a trabajar. A mí también, pero fui tan cerril que insistí un año más  antes de pasarme a la Escuela Técnica.

Pensé que no nos veríamos más, pero dos años más tarde su amiga C me llamó por si me apuntaba a otra acampada en Semana Santa por las Calanques, cerca de Cassis. Al volver a España, charlando en el autobús, medio quedé con ella para ir al cine una semana más tarde.

Nunca le ha gustado hablar de temas personales, así que tardé seis meses en llegar a la conclusión de que no tenía pareja. Tonteamos un poco durante un año. Yo quedaba a veces con alguna otra chica, pero pronto dejé de hacerlo: estaba a gusto con ella, aunque no fueramos oficialmente nada. Y nunca lo fuimos, ni hablamos de ello.

Al cabo de un año empezó a soltarse más y a abrirse; pero sólo conmigo, como descubrí meses después cuando su hermana pequeña me llamó al trabajo. Divagó unos minutos y luego fue directa al grano...

-¡A ver! ¿Te estás follando a mi hermana?
- ...¿Perdón?...
- ¡Que si te la estás follando!
-....mm....¿No crees que eso deberías preguntárselo a ella?...
- ¡Ya lo hago! ¡Pero la jodía no suelta prenda! ¡Y no es justo, yo se lo cuento todo, pero ella a mí, nada de nada!

¿He mencionado ya que no gusta hablar de temas personales?

Llevábamos unos años juntos cuando me dijo que pensaba tener un hijo. Yo nunca me había preocupado por el tema, pero pensé: si es con ella, vale.

Cuando mi madre supo que dormíamos juntos cuando nos íbamos por ahí me cayó una soberana reprimenda.... A la media hora de oírla me fui a mi cuarto a trabajar y ella siguió sermoneándome desde el salón. Un par de veranos después, estando solo en Madrid, me llamó desde el pueblo para avisarme de que volvían unos días para resolver unos papeles de mi padre. Yo le dije que no se preocupara, que recogería la casa antes de que llegaran y  escondería la ropa interior que se hubieran podido dejar mis amigas. Mi madre se calló unos segundos...

- Mira, si te pillo con ella, no voy a decir nada ¡pero como te coja con otra te saco la piel a tiras!

Decidimos irnos a vivir juntos hace 14 años. Las primera semanas estuve solito, luego se vino ella, lo que le costó una bronca con su madre, que estuvo dos meses sin hablarla.

Cuando empezamos a convivir nos repartimos los armarios del dormitorio: ella el grande, yo el chico. Hoy mi ropa se comprime en dos balditas y un cajón; la suya ocupa el armario grande, el chico, la mitad del armario de mi cuarto de trabajo y la mitad del de nuestro hijo, más el sinfonier. Tiene un puntito Diógenes, pero toda le sienta de muerte.

Juntar nuestras bibliotecas fue un proceso largo, porque teníamos muchos libros repetidos. Al final decidimos quedarnos con el ejemplar que estuviera en mejor estado, salvo que hubiera uno con dedicatoria. La música, en cambio, es cosa de ella. Yo he recuperado desde hace unos años algunos discos que me gustaban antaño y he reunido algunas cosas más modernas, pero por cada uno de los míos ella tiene un centenar.

Yo leo historia, tebeos y ciencia ficción, a ella le gusta mucho la narrativa japonesa y se pirra por las novelas de vampiros. No son esas ñoñeces que están ahora de moda: sus vampiros no tienen complejos, muerden con saña y follan un montón. Yo tengo mis quedadas escépticas y mis frikadas de dinosaurios, ella ha montado una web de complementos con su amiga C.

Es la hermana mayor, pero para su familia es la matriarca. La consultan para todo, la solicitan para todo, lo organiza todo. A veces la agobian y necesita desahogarse: creo que soy el único que la ha visto llorar.

Llevo 14 años durmiendo a su lado. Las pocas veces que he estado fuera, sin ella, me cuesta conciliar el sueño: echo en falta el calor de su cuerpo, el sonido de su respiración y el jaleillo de su dormir. Yo cojo la postura y tiro millas hasta que me despierto, ella da vueltas como una peonza.

Cualcuier cosa que se ponga le queda genial. Cualquier cosa que se quite le queda aún mejor: cuando se desnuda, me arrebata. Su cuerpo, de talla petit, es abrazable, suave,  redondeado y muy cálido. A veces, cuando follamos, me quedo un ratito más dentro de ella, y siento ganas de hacerme pequeñito y acurrucarme para siempre en su interior, protegido, calentito y a salvo.

No sé si seguiremos juntos el año que viene, o el mes que viene o la semana que viene. Hoy está conmigo, esta noche dormiré a su lado, y cuando abra los ojos por la mañana la veré ahí: sentiré el perfume de su piel y el sabor de su boca. Probablemente pasado mañana también seguirá ahí. Ya son dos días más que estaré con ella. No necesito saber más.

domingo, 20 de marzo de 2011

DIARIO DE LA PATERNIDAD RESPONSABLE (VIII) Tú, el ogro (2º parte)



Con los años he desarrollando un estadillo con los tipos de conflictos más usuales en nuestro devenir diario. Creo que puede ser de interés transcribir una breve sinopsis, de forma que los progenitores primerizos puedan hacerse una idea de lo que les espera.

– VESTIRSE. Dada mi ceguera para los colores, mi chica deja la ropa del niño lista antes de irse a la cama. Tras el desayuno, que no suele dar más problemas que el usual D, termínate el colacao de una puñetera vez, que llegamos tarde, y el clásico Cariño, la cara se lava entera, con agua abundante ¿Es que no ves todo el colacao que llevas pegado? empieza la ceremonia del vestir. Larga, inacabable. Papi ¿Esta camiseta va para adelante o para detrás? A ver, D. tiene un dibujo en la parte delantera y una etiqueta en la trasera ¿Cuál es el problema?… ¡Papá, mami no me ha puesto calcetines! Si lo ha hecho, se te han caído en el suelo, como todas las mañanas… ¡Papi, ya he terminado! Vale, pues vuelve a quitarte el pantalón y ponte el calzoncillo limpio que te has dejado en el suelo, en vez del de dormir que no te has quitado… ¡Papi, ya está! Pues ahora átate esos cordones (esta última frase se repite varias veces hasta llegar al colegio, debido a la obsesión de los cordones de los zapatos por desatarse solos, por pura maldad) ¡Si yo me los he atado bien! Vale, pues hazlo aún mejor

Intensidad del conflicto: baja. Duración: una media hora. Frecuencia: diaria. Evolución: no varía. Éste me lo como yo siempre, porque soy el que le lleva al cole, pero el resto de conflictos pueden caernos indistintamente a mami o a papi.

– SALIDA DEL COLE. Hola, cariño, qué tal el día? Muy bien ¿y mi bocadillo? Espera, a ver los deberes ¡Huy, hoy tengo poquísimos, y los he hecho en clase! Vale, pero a ver la agenda con los deberes.  Es que como los he hecho en clase, no los he apuntado. Pues saca la agenda, sube a clase y apúntalos ¡ES QUE NO TE FÍAS NUNCA DE MÍ! No, no me fío, sube y apúntalos, y no te dejes ninguno, porque puede que pregunte a alguno de tus compañeros (ventajas de llevarme bien con casi todos los niños de clase)ya está, papi, ¡qué tonto! me había olvidado de apuntar los de mates…

Intensidad: baja. Duración: cinco o diez minutos. Frecuencia: un par de veces por semana. Evolución: en descenso, a fuerza de insistirle machaconamente día tras día. 

– DEBERES. Venga cariño, hay que hacer los deberes. Es que estoy cansado ¿Puedo descansar un poquito? Vale, descansas veinte minutos y luego empiezas… Venga, cariño, a hacer los deberes. ¡No ha pasado el tiempo! ¡Tú me dijiste que podía descansar veinte minutos! Y han pasado treinta, así que ponte con los deberes… Papi/Mami (depende de la asignatura, nos las tenemos repartidas entre los dos) ya he acabado. Vale, pues vuelve a hacerlo otra vez, y esta vez, por favor, haz una letra legible, porque eso parecen pisadas de ratón ¡NO ES CIERTO! ¡YO ENTIENDO MI LETRA PERFECTAMENTE! Pues yo no, y la profesora tampoco ¡y coge bien el lápiz, que no es un garrote! (noséporquénopuedocogerellápizcomomegusta… siempremeestásfastidiando…porquétengoquehacerlosdeberesdosveces…noesjusto… misamigosestaránenelparqueyyohaciendodeberes…) Vale, pero hazlos con buena letra o los repetirás por tercera vez. Ya está. Bien, pero aquí tenías que hacer un dibujo de un árbol ¡Y LO HE HECHO! ¿ES QUE NO LO VES? ¡Sí, HIJO, SI COJO UNA LUPA LO VEO! ¡PORQUE TE HAN PUESTO UN CUADRADO DE 12 x 12 y TÚ HAS HECHO UN ÁRBOL DE 1 x 1, Y NI SIQUIERA ESTÁ EN EL CENTRO! ¡Y POR CIERTO, LOS ÁRBOLES SON VERDES, NO AZULES! ¡¡¡ES QUE NO TENGO COLOR VERDE!!! ¡¡¡¿¿¿OTRA VEZ HAS PERDIDO LOS LÁPICES DE COLORES???!!! ¡¡¡¿¿¿PERO TÚ SABES CUANTAS CAJAS LLEVAMOS YA ESTE CURSO???!!!

Intensidad: alta. Duración: inacabable, la tarde se te hace larguíiiiiiisima. Frecuencia: diaria. Evolución: en descenso, tras hacerle repetir los deberes un montón de veces y confiscarle un gormitti por cada lápiz de colores extraviado.

– CENAS: en general transcurren sin incidentes, pese a su obsesión por encharcarlo todo de Ketchup. Empero, el conflicto estalla cuando aparece en el menú la triada maldita: pescados, verduras y tortilla-no-de-patatas. El desarrollo del conflicto es altamente predecible en todas sus fases.

Fase de apertura: ¿Qué hay para cenar? pescado, cariño ¡¡¡¿¿¿PORQUÉ TIENES QUE PONERME TODAS LAS NOCHES PESCADO???!!! ¡¡¡SIEMPRE ME ESTÁIS PONIENDO PESCADO!!! ¡¡¡YO NO QUIERO CENAR SIEMPRE PESCADO!!!
Intento de diálogo: Cariño, no has tomado pescado en las últimas tres semanas y debes tomar pescado de cuando en cuando
Recurso a la autoridad superior (ergo, al progenitor que no se está encargando esa noche de la cena): ¡¡¡MAMÁ NO ME PONE PESCADO!!! ¡¡¡YO NO QUIERO QUE ME DES TÚ LA CENA!!!
Rechazo del recurso: Cariño, yo le he dicho a Papá que te ponga pescado.
Giro argumental: Es que en el cole hoy han puesto pescado
Prueba de cargo: En el menú dice que hoy teníais albondigas ¡¡¡PUES SE HAN EQUIVOCADO Y NOS HAN PUESTO PESCADO!!!
Resolución final: Pues, nada, hijo, lávate los dientes y a la cama, que hoy no cenas, ni ves dibujos, ni lees…(tras un largo suspiro) Está bien, me comeré el maldito pescado ¡¡¡PERO NO QUIERO QUE ME VOLVÁIS A PONER PESCADO NUNCA MÁS!!! (Puesandaquecuandoveaslaguarnicióndelechugay/otomate…)¿Qué dices, Papi? No, nada, nada.

Intensidad: media. Duración: diez minutos. Frecuencia: quincenal. Evolución: en descenso, gracias a nuestra política de no ceder jamás.

– LAVARSE LOS DIENTES: Venga, cariño, a lavarse los d…¡¡¡NO!!! ¡¡¡MAMÁ ME HA DICHO QUE PODÍA JUGAR MEDIA HORA!!! Mamá pensaba que eran las diez, y no se dio cuenta de que eran las diez y veinte ¡¡¡DIJO MEDIA HORA!!! ¡¡¡NO HA PASADO MEDIA HORA!!!¿Vienes o te saco yo de una oreja? (noesjusto… mamádijomediahora… nuncamedejáistranquilo…) Si te los hubiera lavado después de cenar podrías haber jugado sin interrupciones… no me voy a morir por mucho que me mires de esa forma, así que empieza a frotar (glusglusglusnuncamedejáisjugar… glusglusglusnoesjustoglusglus…) ¡deja de murmurar, que te vas a atragantar, y frótate la parte de atrás de las muelas! ¡YO SÉ CÓMO FROTARME! ¿PORQUÉ ME ESTÁS VIGILANDO? ¡NUNCA TE FÍAS DE MÍ! No, hijo, no me fío, y sigue frotando (glusglusgluscuandoseamayornomeloslavarénuncaglusglusglus…)
Intensidad: media/alta. Duración: cinco minutos. Frecuencia: diaria. Evolución: no varía

– ACOSTARSE (esta le suele caer a su madre, pero como digo puede tocarnos a cualquiera de los dos): Ponte el pijama y luego tienes veinte minutos para leer ¡Sí, mami, vale, vale!… Cariño, ponte el pijama, que apagamos en quince minutos ¡Sí, sí, enseguida! … D., te quedan cinco minutos ¡Ponte el pijama, que te apagamos la luz! ¡Un momentito, que ya acabo!… ¡PONTE EL PIJAMA DE UNA PUÑETERA VEZ! ¡NO ES JUSTO! ¡YO QUERÍA LEER UN POQUITO! ¡¿CUANDO OS ACOSTÁIS VOSOTROS?! ¡NO ES ASUNTO TUYO! (apaga la luz) ¡Vale, vale, mami, espera que me pongo el pijama, no apagues………mami……¿¡QUÉ!?… El beso…muac, muac. Papi, el beso…muac, muac.… buenas noches, buenas noches… hasta mañana, hasta mañana… ¿Trabajarás mucho esta noche? lo justo… que durmáis bien, y tú también… os quiero, y nosotros a ti… que descanséis ¡CÁLLATE YA O TE CERRAMOS LA PUERTA!

Intensidad: media/alta. Duración: una media hora. Frecuencia: cada dos días. Evolución: ligeramente en descenso.

Esta es la rutina diaria, a la que debemos añadir los conflictos puntuales, como la preparación de los exámenes ¡SI YO ME LO SÉ! ¡¿PORQUÉ TENGO QUE ESTUDIARLO OTRA VEZ?! porque te he preguntado y no te lo has sabido ¡ES QUE ME LO HAS PREGUNTADO A POSTA!, las cuestiones de orden ¡MI CUARTO ESTÁ RECOGIDO! ¡Tienes todos los juguetes por el suelo! ¡¡ES QUE ESTOY JUGANDO! ¡Y todos los tebeos tirados! ¡ES QUE ESTOY LEYENDO! ¡¿TODO A LA VEZ?! ¡¡¡ES QUE NO ME DEJÁIS NUNCA ESTAR TRANQUILO!!! o los horarios de televisión ¡¿PORQUÉ NO PUEDO SEGUIR VIENDO LA TELE?! porque llevas cuatro horas seguidas viendo dibujos ¡¡¡NO ES JUSTO VOSOTROS SIEMPRE VEIS LA TELE!!! ¡¿SIEMPRE?! ¡¡QUERRÁS DECIR CUANDO TÚ NO LA ESTÁS VIENDO!! ¡¡¡PUES CÓMPRATE OTRA!!!

También hay sucesos como las barrabasadas diversas, que demuestran la escasa lógica forense de los niños.

DELITO: espejo del baño embadurnado de pasta de dientes mezclada con jabón de manos.

Auto judicial: A ver, D. Coge el estropajo, que vas a limpiar ese espejo delante mío ¡¡¡YO NO HE SIDO!!! ¡¡¡¿¿¿CÓMO SABES QUE HE SIDO YO???!!! Porque en esta casa somos tres, y si yo no he sido y mamá no ha sido, sólo queda un sospechoso ¡¡¡PERO ES QUE… Y además, en el espejo has puesto tu nombre con el dedo y esa letruja infame que te delata ¡¡¡PERO PUEDE HABER SIDO OTRO NIÑO LLAMADO D.!!! Sí, el niño invisible que se llama D. y se dedica a embadurnar espejos. Ponte a frotar. (Noesjustonunca tefíasdemísiempremeechaislasculpasdetodo…)

FInalmente están los conflictos de autoridad. Porque mi chica y yo procuramos mantener siempre un frente unificado, pero a veces el niño va a casa de los abuelos…

¡Ay mi corazón! ¿Cómo estás? ¿Porqué traes esa carita de pena? Porque está castigado sin televisión ¡Ángel mío! ¡Si es que siempre le estáis castigando, con lo bueno que es el pobre! ¡No te preocupes, cariño, que en casa de la abuela los castigos no valen y puedes ver todos los dibujos que quieras!

En momentos así el abuelicidio no parece una idea tan descabellada, pero tragas saliva, sonríes y contemporizas. Después de todo sucesos como ese te recuerdan que un día tu hijo se convertirá en padre, y tú serás el abuelo. Y como dice la sabiduría popular, la venganza es un plato que se sirve frío.

Arrieros somos, y en el camino nos encontraremos.

viernes, 11 de marzo de 2011

DIARIO DE LA PATERNIDAD RESPONSABLE (VII) Tú, el Ogro, 1ª parte

 



Cuando una pareja se queda embarazada consulta todo tipo de información sobre pediatría, desarrollo, enfermedades infantiles y, por supuesto, educación. Lees cienes y cienes de artículos donde te explican como el dulce infante debe crecer en un ambiente de amor y comprensión, y como debes impulsar su formación como persona mediante el amor (sí, son muy cansinos: yo creo que en Ser Padres tienen teclados con una tela específica para Amor) la educación en valores y el refuerzo positivo, de forma que crezca estable y equilibrado cual primorosa manzana emocional.

Precioso, todo muy new age. Pero luego te topas con la cruda realidad de lidiar 24 horas al día con una criaturica cuyo principal objetivo en la vida es incinerar tu sistema nervioso. La cosa ya arranca mal cuando el enano demuestra tendencias suicidas, como derribar la mesa del salón encima suyo (aún no entiendo como lo logró, en la guarde les deben cursos de física aplicada) o destruir la instalación eléctrica de la casa con unas tijeras de juguete. Por suerte en su momento me dio por forrar el suelo de su cuarto con una especie de puzzle de goma de colores y así todo quedó en el susto del cortocircuito, si no nos habríamos encontrado con una colilla en vez de un niño*.

Cuesta mucho pensar en términos como refuerzo positivo cuando, tras la taquicardia y después de asegurarte de que tu hijo sigue vivo e ileso lo siguiente que te viene a la cabeza es estrangularlo. Pero bueno, uno quiere creer que la experiencia debe haber sido positiva para el churumbel, que ya no volverá a derribar mobiliario extrapesado ni a intentar electrocutarse en sus ratos de ocio y tras respirar hondo la tentación de freirle el culo a zapatillazos acaba por desaparecer. La vida sigue, y el proyecto de hijicidio queda aparcado.

Los conflictos se estandarizan cuando el tierno retoño empieza su vida escolar. Mientras están en infantil la cosa no pasa a mayores, salvo por la gregaria (y ruinosa) costumbre de invitar a tooooooooda la clase a cualquier cumpleaños, o determinadas actividades que requieren apoyo paterno (visitas al zoo, teatros, día del protagonista…) y te hacen comprender que habría que besar el suelo por donde pisa la profesora, que lidia con esa tribu de vándalos bajitos día tras día. Pero tú sólo tienes que enfrentarte a uno, dos en los casos muy prolíficos, y de momento se sobrelleva. La educación en valores, llena de diálogo, respeto y comprensión, ondea ante tus ojos y sigue guiando tus pasos.

La crisis estalla cuando empieza la educación primaria, porque de pronto el nene tiene obligaciones, tiene exámenes y, sobre todo tiene deberes. En ese mundo idílico que describen los expertos pedagogos, el niño, lleno de motivación, se sienta a hacer sus deberes henchido de entusiasmo por aprender. Y tú te lo crees y el primer día picas. Papá, ¿podemos ir al parque? No, cariño, tienes que hacer tus deberes y estudiar un poco porque pasado mañana tienes un examen ¿Pero no podemos ir un ratito?…

Uno, ingenuamente, se dice ¡qué buen momento para razonar! y trata de negociar con sutileza. Mira, podemos ir un ratito, pero a las seis hay que ir a casa y hacer los deb…¡Sí, sí, sí, sí! ¡Luego los hago, en cuanto lleguemos a casa! El tiempo pasa, llegan las seis, le llamas con voz dulce y gesto sonriente… ¡Cariño, termina que nos tenemos que ir! ¡Sí, un momentito que acabamos ya!…La estancia empieza a prolongarse, pero tú crees que tienes la situación bajo control… ¡Vamos, D., que ya es la hora! ¡Que sí, que sí, sólo cinco minutitos más! media hora después, y tras varios intercambios similares acabas por llevarte a rastras a un niño vociferante ¡AÚN NO ES DE NOCHE! ¡TÚ DIJISTE QUE PODÍA ESTAR EN EL PARQUE UN RATITO ! ¡SÓLO CINCO MINUTITOS MÁS! ¡NO HEMOS ACABADO DE JUGAR! ¡TODOS MIS AMIGOS ESTÁN EN EL PARQUE! ¡¿PORQUÉ ME TENGO QUE IR SÓLO YO?! mientras otras siete madres remolcan igualmente a sus vástagos aulladores. Y tooooodo el camino a casa es un berrido continuo bajo las miradas de reproche de tooooodas las ancianitas con las que nos cruzamos.

Tu estado de ánimo al llegar a casa no es el más adecuado para el diálogo, pero te contienes y sientas al niño en la mesa mientras sigue protestando ¡¿PORQUÉ TENGO QUE HACER DEBERES?! ¡TÚ NO HACES DEBERES! y de pronto se va por la tangente ¿Puedo merendar? No, cariño, merendaste en el parque, pero puedes tomarte unas galletas cuando acabes los deb… ¡TENGO HAMBRE! ¡NO PUEDO HACER LOS DEBERES CON HAMBRE! y claro, al final estallas ¡NO PUEDES TENER HAMBRE! ¡TE HAS COMIDO TU MERIENDA Y LA DE DOS DE TUS AMIGOS EN EL PARQUE! ¡Y AHORA SIÉNTATE DE UNA PUÑETERA VEZ Y EMPIEZA A HACER LOS DEBERES ¡MAMÁAAAA, MAMÁAAAAA! ¡PAPÁ NO ME QUIERE DAR LA MERIENDA! ¡Y ME ESTÁ GRITANDO!

Mami recibe mis explicaciones alternadas con interrupciones del tipo ¡PERO ÉL ME DIJO QUE PODÍA ESTAR UN RATITO! y ella, que aún cree en los valores del positivismo, se deja enternecer y negocia, bueno, cariñín, voy a ponerte la merienda, pero luego te pones a hacer los deberes y no protestas más ¡Sí, sí, sí, sí, luego los hago en un momento y no me quejaré! ¿Ves, Jose, como no hay que ponerse como un energúmeno? Anda, ve a darte una ducha fría que ya me encargo yo. La merienda, consistente en un sandwich de nocilla, se dilata durante tres cuartos de hora, aprovechados por el peque para ver dibujos animados, hasta que mi chica, harta de verle ramonear a bocaditos le dice, venga, termina, que se hace tarde y tienes que hacer los deberes. ¡Sólo cinco minutitos, mami, termino este capítulo y ya está! Quince minutos llega el inevitable desenlace ¡QUE APAGUES LA TELE Y TE SIENTES DE UNA PUÑETERA VEZ! ¡NO HE ACABADO DE MERENDAR! ¡TÚ ME DIJISTE QUE PODÍA MERENDAR! ¡TENGO HAMBRE, QUIERO OTRO BOCADILLO! ¡NO HE ACABADO DE VER EL CAPÍTULO DE SHINCHAN!…

Resultado de la tarde: dos padres agotados y con los nervios de punta (adiós a la follada que venía paladeando desde el mediodía), unos deberes hechos a trompicones, con desgana y una letra indescifrable y un niño llorando desconsolado en la cama porque sus papis le han mandado a dormir sin cenar, está castigado sin televisión para lo que queda de semana y como se negaba a ponerse el pijama se lo hemos puesto a la fuerza.

Estos primeros desencuentros dan sus frutos en forma de cuerpo legislativo doméstico, que desde ahora llamaremos Leyes de Herodes, para evitar que nos vuelva a pillar a contrapié con el cuento de es que papi dijo, es que mami dijo. Del cole a casa sin paradas, no se baja al parque ni se merienda ni se ven dibujos antes de hacer los deberes, la próxima vez que llene una hoja de garrapatos la repetirá desde el principio, y su hora de acostarse es inamovible. Ninguna de estas normas será negociable y nos importa una mierda lo que tengan que decir al respecto los psicólogos infantiles.

Y con eso pensamos que el tema de las protestas está zanjado. Somos unos ingenuos… (continuará)

* Habríamos podido escenificar el chiste de Gila, aquel de que nadie sople hasta que llegue el forense.

martes, 8 de marzo de 2011

TOCARSE (II) …de aquella manera…


Como ya comenté hace un tiempo, el placer del roce no tiene porqué estar directamente relacionado con el sexo, pero tampoco tiene porqué no estarlo. Es más, si hay un sentido que considero imprescindible para el buen follar, es el del tacto.

La caricia amigable, el roce casual, el ir de la manita… está muy bien pero no hay caricia como la que promete barrillo. Y, si es inesperada, mejor todavía. Hace unos meses estábamos mi chica y yo en un andén de la estación de Sol, con dos niños a nuestro cargo y rodeados de una multitud, cuando ella me dejó sin respiración metiéndo de forma sorpresiva su mano bajo mi pantalón y soltándome un buen apretón. Visto y no visto, pero lo alevoso del ataque y lo morboso de la situación me produjeron 1: una sólida e instantánea erección 2: un sonrojo digno de una novicia de clausura y 3: un subidón de temperatura que me dejó la piel ardiendo por un buen rato. Y todo con un sencillo y rápido movimiento de la mano ¡Qué no hará Ana Tamariz!

Dejémonos de escándalos públicos y vayamos a lo que nos ocupa, que es el arte del tocar. Arte que, dicho sea de paso, va mucho más allá de usar las manos.  Quiero decir, la caricia de las yemas de los dedos siempre es especial, pero el cuerpo está repleto de terminaciones nerviosas por todas partes, y dejarlas sin usar es un desperdicio inadmisible en estos tiempos de crisis (la de los 40), cuando toda ayuda debiera ser más que bienvenida.

Un pequeño inciso: ¿cuando van los desarrolladores de gadgets absurdos a comercializar un calentador de manos para juegos de cama? Una mano helada sobre tu picha, unos dedos gélidos sobre tu coño, son motivo más que suficiente para que la líbido se desvanezca. En casos de extrema urgencia suelo poner mis manos bajo el agua caliente, a la máxima temperatura soportable (que en mi caso es mucha) pero no deja de ser un apaño chapucero y desprovisto de glamour. ¿Tanto costaría complementar algún juguetito con una resistencia bajo la empuñadura? Yo lo dejo caer, por si pasa por aquí alguien del gabinete de diseño de Lulú.

Siempre que se mencionan los juegos preliminares se presuponen caricias manuales u orales, pero si no andamos con prisas (siempre desaconsejables) un prolongado y serpentino abrazo desnudo pone en contacto una gran superficie de piel, pecho con pecho, vientre con vientre. Es cálido, descansado y agradable ¿Porqué privarnos de algo así? Follar no es sólo cuestión de calentarse, también requiere relajación, y un tranquilo pas a deux calma los nervios y afina a maquinaria.

De acuerdo, eso sólo funciona con gente de espíritu reposado. Las almas inquietas como mi amiga V son incapaces de estar más allá de unos minutos sin ponerse a dar brincos y volatines, así que entiendo que en ocasiones hay que obviar el momento zen y pasar a caricias más activas. Yo, personalmente, soy un gran entusiasta de los recovecos, donde la piel suele ser muy sensible. Como la parte inferior de los pechos, donde nunca suele dar el sol, las axilas, la cara interior de los muslos… claro que a veces me despisto y se me va el santo al cielo jugueteando con el pezón o la areola, pero eso debe ser algún tipo de fijación freudiana sin importancia.

Tengo otra fijación: cuando desciendo por el cuerpo de mi pareja siempre me tomo mi tiempo al llegar a su vientre, enroscándome a su alrededor cual gatito en el cesto.  Se supone que la barriguita no es una zona especialmente libidinosa, pero para mí es un verdadero imán. Soy carne de psiquiatra: me enamoré de esa maravillosa redondez durante nuestro embarazo y no puedo (ni quiero) sacármela de la cabeza. La cubro de besos y la acaricio con las manos, con mis mejillas, con la lengua … porque, como dije, no todo es mano: la lengua y los labios son órganos táctiles de primera categoría.

Tampoco  pierdo la noción del tiempo cuando estoy a media altura: el perfume de mi chica pronto me embriaga, saca a la luz el marranete que  llevo dentro y me obliga con sus cantos de sirena a seguir camino abajo. Porque allí está el paraíso  del tacto.

No exagero: objetivamente el coño ofrece una  fantástica variedad de sensaciones táctiles. El jugueteo con el vello, acariciando y peinando el rizo. Las texturas de los labios, tan distintos los mayores de los menores, que ocultan la tersura de la pared anterior. La magia del clítoris, primero ligeramente rugoso, luego alisado al enervarse. Y la exploración del interior, dejando que los dedos descubran la humedad, el calor y la palpitación. Ahí sí que me eternizo, y no es raro que el polvo se dilate y se remate allí, porque no todo es meter.

Me entristece que en el porno presten tan poca atención  a la caricia. Sé que hay que amortizar el tiempo de grabación pero si una actriz puede tirarse doce minutos sacándole brillo al sable de su partenaire ¿No podría él dedicarle un ratito a sus labios vaginales?  Yo lo encuentro mucho más excitante que el vulgar metisaca, pero no debo ser un público mayoritario, me temo. Debería probar el porno por y para mujeres, a ver si me siento más identificado.

No quiero cerrar este tema sin  plantar mi bandera y protestar por una tendencia de lo más dañino. En los últimos años, los gurús del fashion le han declarado la guerra a los labios menores. Según dicen, son antiestéticos y obscenos, y una mujer glamourosa debería operarse para presentarse lisas y sin anormales excrecencias.  Eso me lleva a pensar que los citados gurús son pederastas mal encubiertos, porque una de las características de la madurez sexual es el desarrollo genital. Entiendo que una mujer que tenga unos labios anormalmente grande se sentirá incómoda y puede tener problemas de salud. En casos así es lógica una intervención quirúrgica, pero amputar una zona sensible por cuestiones de moda me parece aberrante.

Puede parecer un asunto trivial, pero es más grave de lo que parece. En Australia se ha aprobado una ley que considera que un desnudo es obsceno y censurable desde el momento en que muestra los labios menores, lo que ha disparado el negocio de los carniceros sin escrúpulos. ¿Es que esos legisladores no saben que en un coño normal, los labios menores siempre asoman, aunque sea ligeramente? y lo peor es que están logrando que algunas mujeres consideren que sus genitales son feos y anormales, como si no fuera bastante ya la presión de las tallas, de la edad o del tamaño de los pechos.

Dejemos el bisturí para castrar a esos impresentables. No hay dos cuerpos iguales, así que imponer modas es borrar la individualidad. No me gusta ponerme reivindicativo, pero cuando veo cosas así me sublevo y siento ganas de salir a la calle a protestar. ¡Ni un coño sin sus labios, ni un rostro sin historia, ni un polvo sin caricias!

¿Alguien se apunta a la mani?