Mujer iroqués

sábado, 18 de septiembre de 2010

DIARIO DE LA PATERNIDAD RESPONSABLE (V) Pequeños imprevistos

  


Durante los primeros dos años, esos en los que se supone que disfrutas del bebé, el bultito cagón se convierte en un balbuceante minihumano. Disfrutar me parece un concepto ambiguo: ¿debemos estar toooodos esos meses transidos de placer al ver como nuestra personita crece alegre y feliz? Entonces, si pasamos la mayor parte del tiempo tensos y agotados ¿estamos haciendo algo mal? Porque eso es lo que sucede.

Hay muchos momentos que se disfrutan y lamentaría habérmelas perdido. Primeros pasos, primeras palabras, juegos, risas… son instantes de felicidad reales. Pero no vienen empaquetados en cómodos envases individuales sino inmersos en un mar de sucedidos para los que no te prepara nadie y que oscilan entre lo anecdótico y lo olvidable.

He preparado una selección de hechos que la sociedad se niega a aceptar, pero estoy seguro que toda madre puede reseñar muchos más. Animo a las lectoras a hacer sus aportaciones; no dudo que entre todas demostraremos que los nenes* son seres caóticos e impredecibles, cuya principal afición es destruir nuestro delicado equilibrio nervioso.  

1. Desde chiquitos los peques intentan suicidarse. Sea por el trauma de dejar el útero, por el éxtasis de descubrir el mundo o porque son unos tocacojones (me decanto por ésta) en cuanto un bebé alcanza un mínimo grado de movilidad empieza a atentar contra su vida.

Las posibilidades son inagotables. Enterrar la cara en el colchón mientras duerme, trepar por el borde de la cuna para intentar saltar al vacío, hurgar con el primer objeto metálico que agarran para quitar los tapaenchufes, meterse en la boca cualquier cosa incomestible y tóxica… Dadles brócoli y ni atados se lo comen; dadles un vaso de detergente y se lo beberán sin respirar y con cara de deleite. Es absurdo: una cría de Koala sabe que debe agarrarse a su mami y no soltarse nunca para curiosear, pero una cría humana considera su deber acercarse a cualquier objeto, animal y/o situación potencialmente letal.

2. Los bebés tienen tendencias asesinas. Manotean para bloquear tus conductos respiratorios, arrancarte la lengua o cegarte (el mío logró cargarse mis mejores gafas de un zarpazo que de paso me dejó los párpados amoratados) y son expertos en el arte de la emboscada: se desplazan a la velocidad de la luz para situarse justo donde vas a pisar, forzándote a vivir dando traspiés y chocando con todo tipo de objetos contundentes. Por no mencionar de su asombrosa habilidad para dejar en lugares estratégicos pelotas, peluches, cubitos… cualquier objeto susceptible de torcer tobillos y provocar caídas.

3. Esas dulces y adorables criaturitas que gatean felices y torponas ocultan mentes expertas en tecnología. A ti te lleva horas de lectura desentrañar los misterios del nuevo grabador de DVD, pero tu chiquitín sólo necesita unos minutos de tanteo para localizar los puntos más vulnerables y sabotearlo. Su memoria es prodigiosa: les basta una vez para saber que si introducen un mogote de pan en el lector de discos o babosean adecuadamente el mando a distancia papi o mami les cogerán en brazos entre risas y cachondeo. Porque ¿qué vas a hacer? ¿matarle? ¿azotarle? ¿demandarle?. Si lo miras objetivamente, tiene su gracia y al final te ríes mientras le riñes, con lo que garantizas la siguiente incursión.

Podríamos pensar: con poner los materiales sensibles a cierta altura, solucionado ¿no? pues no porque…

4. El bichito crece y mejora su coordinación. Se supone que es lo correcto, y observas con asombro y orgullo como tu enanito empieza a ir de pie, agarrado a todas partes, y bueno, sí, de cuando en cuando alguna preciada figurilla policromada cae y se hace añicos (mi Sandman 1001 Noches ¡snif!) pero quieres creer que es un accidente.

Un día el chiquillo deja de agarrarse ¡ya anda! y descubres que de accidente, nada. El principal objetivo de caminar sin sujetarse es liberar las manos para agarrar todo lo esté a su alcance, con especial atención a enseres frágiles y material electrónico. Cuando tenga tiempo desarrollaré mi tesis Los orígenes de la bipedestación: los primeros humanos empezaron a caminar erguidos para putear a sus padres ¿me lo aceptará Nature?

Ya tenemos al pequeño Atila amenazando cualquier objeto situado a menos de un metro de altura. Vuelta a recolocarlo todo (todo lo que no ha sido destruido). Las estanterías inferiores se vacían y las superiores colapsan. Pero dejar los libros abajo no será peligroso ¿verdad?

¡Ja! y aún añadiría ¡Ja, ja!. El pitufín sólo necesita una mañana para causar estragos en las cubiertas de más de treinta volúmenes. Y no es un caso único de vandalismo bibliófilo. Cuando era una mica mi Supersobri solía colarse en mi cuarto mientras yo dibujaba. Calladita, amontonaba una pila con todos los libros que pudiera cargar y si notaba que yo hacía ademán de girarme huía a toda velocidad con el botín ¿Cómo puede correr tanto una cría de año y medio con una docena de libros en precario equilibrio?. Y eso si me daba cuenta, si no, cuando terminaba de trabajar me encontraba la estantería inferior vacía y los libros dispersos por toda la casa.

5. Libertad y frescor, eso es lo que siente nuestro retoño cuando empieza la gozosa tarea de prescindir del pañal. ¿Y qué mejor manera de celebrarlo que redecorar tu casa? Porque cuando hace ademán de apretar siempre puedes agarrarlo y correr al lavabo, pero amigos, para hacer pis no se necesita poner cara de esfuerzo, sólo dejarse llevar con naturalidad. Conclusión: las alfombras y jarapas no son, repito, no son una buena opción para alegrar el salón. Piensas que es una cuestión de azar, que la naturaleza llama y él escucha la llamada, pero hay premeditación y alevosía. ¿Cómo si no se explica que durante cuatro días seguidos el pequeño nudista acuda a orinar pausada pero copiosamente sobre mi ordenador?. Una pase, dos pueden ser casualidad pero ¿cuatro? ¿es una indirecta? ¿está marcando sus dominios? ¿me desafía como líder de la manada? (es un desafío vano, nuestra manada tiene líder, pero no soy yo).

Tenemos un problema, porque una estación de trabajo de 40 kg de peso no puede subirse a una estantería así como así. Pero la inventiva humana no descansa y en las tiendas especializadas hay una solución: puertecitas acoplables de seguridad. Destornillador, unos minutos de bricolage y ¡voilá! ¡mi cuarto de trabajo está a salvo!

…de momento (continuará)

* Nosotros tenemos un niño, de ahí que en general utilice expresiones de género masculino. No es que las nenas actúen distinto, es que no quiero hablar sobre nada que no sea vivencia directa.

martes, 14 de septiembre de 2010

CÓMO LO HICE (por Victor Von Frankenstein)

Una amiga me preguntaba ayer cómo es que acabé metido en el jaleo de Pepito, el dinosaurio más dicharachero. Dado que ya me iba tocando entrada paleontológica puede ser un buen momento para explicar someramente cómo se hacen este tipo de cosas e intentar que la explicación no suene a chino cantonés.

El verano pasado, durante el ciclo de conferencias de Cuenca, Francisco Ortega y José L. Sanz nos explicaron en petit comité lo que tenían cociéndose en el horno. Fue algo coloquial y sin demasiados detalles, dado que este tipo de trabajo debe llevarse siempre con discreción, pero bastó para despertarme el apetito, y me hice firme propósito de preparar mi propia versión en cuanto se publicara la información. El caso es que en julio estuve por la Autónoma para hablar con Sanz y, entre otras cosas, me enseñó una buena cantidad de imágenes del ejemplar que me dejaron ojiplático por la calidad de la conservación y lo novedoso de sus características. José Luis me mostró la recreación que había hecho Raul Martín (la imagen que se ha publicado en todos los medios) y me preguntó si sería posible tener una versión animada de cara a la presentación. El plazo era corto (dos semanas para sacar adelante el trabajo una vez logré despejar mi agenda), pero decidí intentarlo.

No había tiempo para preparar un modelo desde cero, así que utilicé como base otro terópodo que ya tenía terminado, un ceratosaurio, por más señas. Como puede verse arriba, le corté la cabeza, las manos y los pies, y ajusté grosso modo las proporciones.

Construí un cráneo nuevo en base a las fotos del fósil y a las muestras que encontré de acrocantosaurus, un animal emparentado. Tras ello modelé los nuevos pies y manos y fui añadiendo algunos detalles al modelo (arrugas, pliegues…).

Tras algunos ajustes en la mandíbula y la parte posterior del cráneo ajusté bien las proporciones en base a un excelente esquema del esqueleto, con indicaciones detalladas de longitud y grosor para cada elemento. Construí el esqueleto digital sobre los mismos datos. Algunas partes se simplifican: el cuello tiene el mismo número de vértebras que el fósil para que los movimientos de la cabeza sean lo más ajustados posibles, pero el tronco se resuelve con tres huesos y la cola con diez. En total nos sale un esqueleto con 96 piezas articuladas. (de haber empezado el modelo desde cero habría empezado por crear el esqueleto digital y usarlo como plantilla para construir el dinosaurio)

Ahora toca una parte tediosa pero imprescindible: el mapa de pesos. Asigno a cada hueso un área de influencia, es decir, señalo qué polígonos se verán afectados por su movimiento. El más problemático es el  fémur: al rotar hacia atrás el muslo debe tirar ligeramente de la zona adyacente del vientre, y al girar hacia adelante debe empujarla para evitar pliegues extraños.

La última tarea de construcción es igual de aburrida: el mapeado UV o, más coloquialmente, el despellejado. Extiendo la superficie del modelo de modo que todos los polígonos queden sobre un plano. Ese plano servirá de guía para luego diseñar las diferentes capas que harán que nuestro bicho deje de parecer un pedazo de plástico.


Aquí podemos ver el modelo tal cual, más el mapa de desplazamiento (que señala dónde quiero que la superficie quede abultada o se repliegue), más el relieve (BUMP, hablando técnicamente), más los datos de color, brillo y difusión. Como veis es algo más que limitarse a pintar el modelo.


Ahora empieza el trabajo de animación: activo el esqueleto en la escena . Si he hecho bien mis deberes, cada hueso afectará a un área específica del modelo, salvo aquellos que sirven como ejes de giro, y quedan anulados para evitar distorsiones. Una vez comprobado todo se estructuran las cadenas IK, es decir, las series de huesos que deben moverse de forma coordinada: piernas, brazos, cuello-cabeza y cola. Cada una de estas cadenas queda asociada a un objeto nulo que actúa como controlador: moviendo el nulo, la cadena se mueve (si alguien está interesado en la técnica IK o cinemática inversa,  escribí hace años un tutorial al respecto, por desgracia en mi limitado inglés)

Mover el bichejo debería haber sido sencillo, pero ya sabemos lo que pasa con los planes de ratones y de hombres ¿verdad? Resulta que la pata de este animal no se ajusta al ciclo de paso de un terópodo estándar. En otros dinosaurios los dedos del pie son largos y además de asegurar una pisada amplia, con mucho apoyo, permiten una zancada más amplia porque al estirarse alargan la caña del pie (es decir, suman su longitud a la del tarso). Pero este engendro tiene unos dedos absurdamente cortos, lo que dificulta el apoyo y acorta el paso hasta hacerlo artrítico. Lo que debería haberme llevado apenas unas horas (tengo el culo pelado de tanto animar bichos) sumó un día y medio, incluyendo buena parte de la noche correspondiente, y envié la prueba de movimiento a los paleontólogo cuando estos estaban ya camino de Cuenca para la presentación en sociedad de nuestro amiguito. El proverbial último minuto. Esa es la prueba que ha salido en televisión, sin posibilidad de correcciones y con algunos detalles que pasan desapercibidos para la mayoría de la gente pero me hacen rechinar los dientes cada vez que los veo.

Y así es como funciona este trabajo: siempre a uña de caballo, con los plazos de entrega pendiendo sobre tu cabeza cual espada de Damocles y, como no, repletos de deliciosos imprevistos (fallos de sistema justo en el momento en que ibas a guardar el resultado de varias horas de duro trabajo, daños al pasar una secuencia de huesos de un archivo a otro, errores de mapeado que, como no, sólo se aprecian una vez te has renderizado toda la puta secuencia…). 

Pero al final sueles conseguirlo (no queda otro remedio) y siempre te queda el saborcillo especial de ver a tu criaturica en la pantalla, aunque sea de forma chapucera, porque es el hijo de tu esfuerzo y se le coge cariño.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

DIARIO DE LA PATERNIDAD RESPONSABLE (IV)


Ningún plan sobrevive al primer contacto con el enemigo
(dicho militar)

PRIMER CONTACTO (y segundo, y tercero…)

El parto, pese a los nervios, transcurre sin problemas. Pequeños detalles, como que el enano decide tomar impulso apoyándose en el diafragma de su mami con los pies, lo que hace inútiles todos los ejercicios respiratorios que llevábamos ensayados. O la matrona, cuyos brazos son como una pierna y media mía. Más que asistir a un parto parece que vaya a lanzar peso (casi me parece oir cuando entra un altavoz: y representando a Ucrania ¡Ludmila Petroskaia!). Pero conoce su trabajo: a las tres horas de llegar al hospital el enano está fuera (¡Ludmila lo ha vuelto a conseguir, señores! ¡Qué gran lanzamiento!)

Turno de visitas. Por suerte hemos olvidado decir dónde íbamos a amigos, compañeros de trabajo… la familia pase, pero esto no es Santiago ni hacen falta peregrinajes. Eso sí, no nos libramos de las llamadas, todas tan originales… ¿y a quien se parece? ¿A ti? ¿A ella? ¿A su madre? ¿A tu tío abuelo segundo Jeremías?… ¡Y yo que sé, joder! Es un recien nacido, es bajito, pelon, arrugado… pues a Winston Churchill, digo yo.

Nueva metamorfosis de mi diosa: deja de ser Afrodita, señora del deseo, y se convierte en Démeter, madre nutricia. La teta es un kit multiusos, vale para tantas cosas… enano afortunado.

Llegada al hogar: en el curso nos explicaron que era normal que el bebé se tirara durmiendo los primeros días, incluso las primeras semanas, que no nos preocupáramos. Pensamos, mira que bien, así te mimo y te repones un poco mientras el lironcillo ronca. Sólo que alguien ha debido equivocarse en la sala de bebés y en vez de un lironcillo nos han dado un pequeño buho, todo el puñetero día con los ojos bien abiertos.

Primera noche en casita. Al llegar la noche cae redondo según se toma su cenita: menú del día, teta derecha. Se queda un ratito colgado y frito con el churrup churrup, suave plop al despegarlo y al nidito. Por fin un poco de paz: un ratito abrazados y a dormir nosotros también…

…¡DIOS SANTO, LA LUFTWAFFE ESTÁ BOMBARDEÁNDONOS, CORRE, HAY QUE LLEGAR AL REFUGIO DE TRAFALGAR SQUARE… ah, no, no es una sirena antiaérea, es Winston Churchill que quiere su tentempié de las tres de la mañana ¿Cómo es posible que algo tan diminuto suelte un berrido de ese volumen?.

Primera semana, paseo con carrito: bien despierto durante tooooooodo el camino y el muy jodío espera a dormirse en el preciso instante en el que abrimos el portal. Por supuesto se despierta con el ascensor.

Tercera semana. Venga cariño, vete ya, ya me me encargo yo de todo, necesitas salir… total, un par de horas a solas con el peque ¿que puede pasar?…
…Por ejemplo que se eche a llorar según sale su madre por la puerta y sólo se calme en brazos y paseando? Bueno, total sólo pesa cuatro kilos… Tres horas después ya sé que cuatro kilos revolviéndose en brazos no son lo mejor para la espalda. Y como no, según entra mami por la puerta deja de llorar y la gorjea. Confiesa la verdad peque: no me has perdonado lo de los meneos ¿verdad?

Tras tres meses acumulo varias dudas existenciales sobre la crianza de niños.

– Sé que pillar teta es un gozo, a mí me lo vas a contar, pero ¿es realmente necesaria poner esa expresión caníbal en cuanto mami se levanta la camiseta?

– ¿Cuanto puede comer un niño tan enano? Se agarra a una teta talla 110 y cuando se despega apenas es una 85. Y como la otra sigue rebosante mi reina se vence a babor.

– ¿Cuanto puede cagar un niño al día? ¿Hay alguna empresa que se dedique al reciclado de cacas infantiles? Podría ser una solución al problema de la escasez de materia orgánica en nuestro suelo.

– ¿Cómo logra cagar y mear todo a la vez y acompañado de abundantes efectos sonoros justo en el preciso instante en el que le acabo de cerrar el pañal nuevo? A mí me costaría mantener mi intestino tan afinado. Y qué puntería a la hora de hacer pis: el puñetero no falla a la hora de darme en la cara. Al menos he logrado esquivar las andanadas de metralla, ahí se le nota la cara de esfuerzo y puedes apartarte del área de tiro.

– ¿Quién fue el hijodelagranputa que dijo que los bebés se relajan en la mecedora? Por comparación la homeopatía parecería eficaz.

FInales del tercer mes: primeras experiencias alimentarias sin mami, que dentro de nada vuelve al curro. Estrenamos el sacaleches (vaya nombrecito) me armo de biberón, acomodo al enano y al primer descuido se lo calzo en la boca. Tras unos segundos de indignada sorpresa empieza a comer, pero me mira de reojo con cara de que sepas que por que eres tú y casi me caes bien, pero que conste que esto no es lo mismo. A mí me lo vas a contar, que no pillo cacho desde hace…

Esta tarde el nene ha tenido un descuido (¡se ha dormido! ¡yupiiiiii!) e iniciamos los primeros escarceos tras la cuarentena. Mucho cuidado, despacito y buena letra…

– Señores fabricantes de productos farmacéuticos. Muy señores míos: ¿quién decidió que los lubricantes vaginales necesitaban aromas de fruta? ¿Y desde cuándo se considera que el sabor sugus de piña es un aroma frutal? ¿Porqué un coño tendría que saber a sugus de piña? No tengo nada en contra de los sugus de piña, pero me gusta que los coños sepan a coño, es más, lo exijo ¡vayanse ustedes a la mierda! 
Sin otro particular, se despide su seguro servidor y ex-usuario. Atentamente, etc, etc…

– Querido señor Sugus. Le escribo con una propuesta para una nueva y audaz línea de sabores orientada al consumidor varón de entre treinta y cuarenta años, un target que hasta ahora ha sido muy descuidado por el mercado de las chuches…

lunes, 6 de septiembre de 2010

DIARIO DE LA PATERNIDAD RESPONSABLE (III) Embarazo y logística




No todo va a ser follar: empiezan las expediciones.

Expediciones de de compra: los bebés requieren mucho equipamiento. Cunita, moisés, cómoda con bañerita, mecedor, canguro-trasportin, silla portabebés para el coche, carrito… ¿Seguro que nos cabe todo eso en el cuarto, y además entrará un niño? El tema ropa aparentemente está cubierto: resulta que las mujeres tienen una sociedad secreta de intercambio y reciclado y a la voz de ¡ya! llegan toneladas de trapitos.

Expediciones por prescripción médica: andar, andar y andar. Las carteras deben tener los bebés más sanos del mundo, porque en cada revisión la obstetra (menudo palabro) nos pregunta si paseamos todos los días. Por el folleteo no nos pregunta ¿Acaso no es un ejercicio? Por suerte Alcobendas se patea bien. Y claro, a base de patear vas descubriendo todas las tiendas de ropita de bebé y el paseo salutifero puede volverse expedición logística. ¿Pero no tenemos siete cajas llenas en el altillo? Sí, cariño, pero no es lo mismo, esto se lo compro yo, que es una cucada ¿No es una cucada? Por supuesto, es una cucada. Digo yo que lo será, porque yo soy daltónico a la hora de evaluar las combinaciones de colores y estampados de la ropa infantil.

Expediciones obligatorios: curso de parto, revisiones… Debo tener un problema visual no diagnosticado: soy incapaz de ver nada en las ecografías. La tecnóloga (otro nombre horrendo) dice aquí está la columna, fíjate en la posición de la cabeza… mi chica lo comenta y señala encantada de la vida y yo miro el monitor sin entender nada. Mis compañeros de RED dicen ¿No tienes alguna eco? y yo ¿para qué voy a traer en la cartera una foto de algo que parece un plato de callos?

No son callos, seguro, porque lo de las pataditas es asombroso: con la primera casi me da una taquicardia. Sí, ves el vientre, te crees las ecos y sabes  que ahí dentro está el bebé, pero sentir cómo mueve es algo muy diferente, ahí sabes que es real. Y sé que mi diosa es muy competente, porque le está saliendo un embarazo de libro, y la adoro aún más. Y vuelta a los calores, los desvaríos, la erección… no me extraña que dé patadas, debe ser un a modo de Ya está bien de tanto meneo ¿vale? que aquí algunos estamos intentando crecer. Que conste que ella le habla continuamente y supongo que le explica las cosas, no te preocupes, papá está siempre salido pero el pobre es inofensivo y al final se le coge cariño, ya verás. Yo a veces lo intento, pero sólo me salen incoherencias.

El curso de parto puede resultar frustrante. Por un lado me siento desplazado, único varón permanente (el resto asoma de cuando en cuando) en medio de docena y media de embarazadas, y por el otro yo creo que no tengo suelo pélvico, porque mira que me esfuerzo pero no noto su fortalecimiento. Idem con determinados ejercicios musculares: me concentro y lo pongo todo de mi parte pero no acabo de sentir como se abre mi vagina.

También tiene sus cosas buenas: lo de la pelotita es genial, y además la enfermera me enseña a respirar. Yo creía que sabía pero resulta que no, y esas cosas o se aprenden bien o se cogen malos vicios.

Llegamos al séptimo mes paseando, acariciando una barriga cada vez más fascinante y asaltándonos como conejos cuando no estamos currando, paseando o acariciando. Entre mis desvaríos mentales y el subidón de hormonas que tiene ella (benditas, benditas hormonas ¡os amo!) llevamos una calentura incendiaria. La fase del embarazo estuvo estuvo bien, pero esto es otro nivel, puro vicio.

Si se duerme antes que yo toca Adoración Nocturna: largos ratos en vela contemplando su vientre como si fuera el eje del mundo. Los antiguos lo llamaban Omphalos, ombligo, y pienso que el término está muy bien adjudicado.

Octavo mes. Esta noche ella se nota incómoda: se ha acabado la fiesta. Terminamos el polvo con mucha suavidad, a modo de despedida, y nos preparamos para la cuenta atrás. Y por fin le han cedido el sitio en el autobús ¿significa eso que su embarazo ya es socialmente visible? ¿Te caen muchos años por torturar y asesinar a los usuarios de la EMT? Os ha costado daros por aludidos ¡mamones!

Noveno mes: todo se vuelve esférico. Complementamos los mimos con largas sesiones de masaje, porque entre la barriga y las tetas la pobre tiene la espalda como un bandoneón. Y así, tras una falsa alarma, llega el momento.

Los pies muy flojos, una sensación repentina de vacío en el estómago, canastillo al hombro, maleta y kit de parto bajo un brazo, y Astarté colgada del otro. Salimos de casa sabiendo que la vida de pareja se nos ha acabado para los siguientes treinta años.

domingo, 5 de septiembre de 2010

DIARIO DE LA PATERNIDAD RESPONSABLE (II) Embarazo y Metamorfosis



Eso de que las embarazadas se ponen más guapas es mentira: se ponen ASOMBROSAMENTE GUAPAS. Me duermo junto a una chica mona y me pregunto quién es la resplandeciente mujer que ha amanecido ahí. Mi primer contacto con la deidad, y habrá más.

Segundo mes: epifanía. Sofá, momento mimosín, acaricio su vientre (a veces se me va la mano en otras direcciones, pero mayormente es el vientre, sí, estoy casi seguro) y pienso en la que se está liando ahí. Mi pulso se acelera: mi chica está haciendo un bebé, es la hostia, en algún lugar de su cuerpo hay un grumillo de células y en vez de digerirlo va a protegerlo, alimentarlo, desarrollarlo y convertirlo en una personita.

Se me funden las neuronas y empiezo a desvariar: está aquí tan tranquila y es la cosa más alucinante del mundo, es algo único y ni siquiera le da importancia porque ella es mucho más genial que yo y es preciosa y lo único que puedo hacer es acariciar su barriga porque no puedo hacer bebés porque mi cuerpo no sirve y soy un inútil y un estorbo y estoy aquí a su lado como un pasmarón cuando debería estar en el suelo junto a los demás animales y besar el suelo por donde pisa y besarla a ella y me está entrando un calor tremendo y me estoy mareando y joder la tengo tan dura que parece una piedra por favor que no me mire qué vergüenza qué calor qué guapa está qué… 

Salgo del mareo cuando me pide un cafecito y ya que vas a la cocina ¿me traes unas pipas? (con la excusa del ácido fólico llevamos un mes atracándonos de pipas) y entre ir y volver se me despeja la cabeza. Lo otro no, y ella se hecha unas risas a mi costa cuando vuelvo con el frontal abultado y jijí, y jajá y pélame las pipas, porfa, sí mi ama, gracias esclavo fiel ¿desea algo más la señora? sí,  que vengas para acá tontín… una cosa lleva a otra y al final casi hundimos el colchón.

Me convierto en su devoto. ¿Supermán vuela? vaya cosa. ¿Spiderman tiene poderes arácnidos? menudo mierdoso. Mi diosa está haciendo un bebé ¡superad eso, pringados!

Tercer mes. Sé que su cuerpo iba a cambiar pero no me esperaba que fuera tan rápido. Me quedo en trance al verla salir de la ducha. ¿Porqué me miras así? No, por nada… oye… ¿son tuyas esas tetas que apuntan al techo? Sí hijo, sí, la semana pasada me apretaba el sujetador, pero hoy es que ni me veo los pies y fíjate que tiesas, si hasta podría colgarme la ropa de los pezones ¿te pasa algo? gngnffflaggg (cuando una erección te deja el cerebro sin riego cuesta mucho vocalizar)

Cuarto mes. Empieza a redondearse. No engorda: crece, se remodela y se pone cien veces más mujer. Mi diosa tiene más paciencia que Job porque cuando no estamos de expedición me paso las tardes abrazándola embobado y empalmado como Príapo …

(mañana continuo, que hace sueñito) 

sábado, 4 de septiembre de 2010

DIARIO DE LA PATERNIDAD RESPONSABLE (I)


¿Os suena este escenario? Estás tan a gustico con tu pareja y lleváis una vida más o menos relajada. Tras un tiempo viviendo juntos habéis logrado encajar vuestras rarezas y las cosas van bien. No estáis forrados pero os llega el dinero para pagar la hipoteca y permitiros algunos vicios. Salís regularmente, vais al cine, veis a los amigos… y entonces un día a uno de los dos (o a ambos) se le cruzan los cables y decide que ha llegado la hora de complicarse la vida trayendo al mundo uno o varios pequeñuelos. Es algo natural, una etapa lógica, habéis madurado, la llegada de un adorable bebé cimentará vuestra relación, vuestro amor es tan grande que necesitáis compartirlo con una personita de vuestra sangre y vuestra carne… bla, bla, bla…

Todo eso son tópicos: no es el deseo de realizarse como padres, ni el tantas veces mentado reloj biológico, sino pura y simple ignorancia. No tenéis ni idea de dónde os estás metiendo.

Lo bueno de esa ignorancia es que es una garantía de supervivencia para la especie. Si de verdad supiéramos la que se nos viene encima no nacerían ni la décima parte de los niños, y eso sería un desastre económico. Pensemos en toda la gente cuyo jornal depende de nuestros vástagos: pediatras, pedagogos, vendedores de chuches, fabricantes de potitos-pañales-mobiliario-ropa, diseñadores de pokemones, digimones, gormittis y demás basura plasticosa… Por duro que sea reconocerlo, la sociedad sigue en marcha gracias a nuestra ignorancia. Por añadidura, la única forma de superarla es tener descendencia y entonces es demasiado tarde para arrepentirse.

Lo que sigue es un resumen-diario-esquema de nuestra experiencia parental, y cómo ha afectado a nuestro modus vivendi. No pretende ser una guía del usuario ni un aviso para navegantes, porque cada pareja tiene su propia vivencia y no hay dos niños iguales. No obstante creo que la mayoría de mis conocidas encontrarán que algunas situaciones les resultan… ¿familiares? y confío en que no duden en compartir con nosotros sus propias anotaciones. He dicho conocidas, porque salvo honrosas excepciones mis amigas siguen criando a sus polluelos casi en solitario, pero esta es mi historia y sólo puedo contarla desde mi punto de vista, que es masculino y, en consecuencia, bastante sesgado. 

I. PRELIMINARES

Debo reconocer que vi mi futuro con bastante antelación. Cuando mi chica y yo llevábamos un par de años juntos, ella dejó caer, como quien no quiere la cosa, que tenía previsto tener un hijo, y que avisado quedaba. La verdad es que nunca me había planteado el tema, pero esa noche le di un par de vueltas y llegué a la conclusión de que si era con ella, me parecía bien, y seguimos adelante. Años después empezamos a vivir juntos y un día me dijo que era un buen momento para ponernos con ello.

Dado mi natural estoico y sacrificado no puse objeciones y pusimos manos a la obra. Bueno, manos, lo que se dice manos, no: archivamos la cajita de condones y nos pusimos a follar como si no hubiera un mañana, día sí, día también. Eso fue a finales de junio y a partir de ahí cogimos carrerilla: en agosto pillamos las vacas y del polvo diario pasamos al doblete e incluso al triplete (mañana, siesta y noche). Dicho sea de paso estuvimos una semanita en el parador de Córdoba, antiguo convento de clausura, y debo reconocer que refocilarnos húmedamente en lo que una vez fue la celda de una monja tenía su morbillo.

Follar con un objetivo en mente está muy bien. Es como hacer deporte: la primera semana te resientes de las agujetas y acabas sin aliento dos de cada tres veces, luego el cuerpo coge tono, la columna adquiere flexibilidad, las articulaciones dejan de chirriar y acabas haciendo cosas que un par de meses atrás parecían inimaginables. Por supuesto el estado físico varía mucho: unos días te sientes Eisenhower lanzando oleada tras oleada de aguerridas tropas contra las playas de Normandía, y otros es más un estilo LRDG, pequeñas pero audaces infiltraciones de comandos tras las líneas enemigas*. 

Y así, tras tres meses de duros combates un anónimo y heroico soldadito traspasó las defensas y alcanzó el objetivo.

Cuando mi chica me vino con el predictor en la mano se sentó sobre mis rodillas y nos dimos un abrazo y un besazo. Por suerte lo hicimos en ese orden, porque en ese momento me entró la flojera de piernas y el tembleque tobillero: si no llegamos a estar bien sujetos ella se hubiera dado una buena culetada contra el suelo. No era miedo, era una mezcla de emoción por la tarea cumplida y mareo repentino al comprender que la cosa estaba en marcha y no había vuelta atrás. Pocas veces he notado una sensación tan… definitiva.

En las siguientes semanas pasamos los controles de rigor, nos relajamos un poquito y les dimos un descanso a nuestros genitales. En ese momento pensé que acababamos de pasar lo que serían los meses más orgiásticos de nuestra vida, pero había llegado el momento de tomarnos las cosas con más calma y seriedad. 

Me equivocaba y mucho. Pero mucho, mucho, mucho.  Para mi sorpresa, estaba a punto de descubrir el éxtasis religioso.

* Lo de mi vicio con la segunda guerra mundial lo contaré otro día que tenga el ánimo más freakie.