Mujer iroqués

sábado, 9 de febrero de 2013

DIARIO DE LA PATERNIDAD RESPONSABLE (XIV) Y la nave va (lenta, pero va)


Lo de criar un adolescente se parece bastante a la metáfora del dos pasitos p'alante y un pasito p'atrás. Cada vez que piensas que has encontrado la ruta correcta, el buen viento que guiará el barco, te ves sin aviso encima de los bajíos y ¡hala! ¡A desembarrancar la nave! pero entretanto algo del camino se ha recorrido.

El tema de la alimentación saludable y variada, tantas veces mentada por pedagogos y nutricionistas  es especialmente costoso: lo malo no es que el adolescente medio pueda sobrevivir a base de macarrones y sanjacobos. Lo malo es que QUIERE sobrevivir a base de macarrones y san jacobos. O macarrones y pizzas. O macarrones y pizzas remojadas con coca cola. Ése es su concepto de una comida equilibrada, así que cuando intentas que la tan alabada dieta mediterránea haga acto de presencia en la mesa debes ir mentalizado para gruñidos, resoplidos, gestos de asco.

Por cierto ¿de verdad existió alguna vez la dieta mediterránea? Quiero decir, fuera de algún puebluco murciano, porque sí, queda muy cool lo de presentar una fuente de verduritas a la brasa y pescadito a la plancha, pero tengo muy claro que en estas tierras lo normal era echar al puchero lo que hubiera y añadirle algo de sustancia, sobre todo a base de cerdo* . Y si nos adentramos en las mesetas las verduritas chamuscás no aparecen por ninguna parte, y la cocina tradicional gana en espesores e hidratos, no en fibra (al atascaburras no le llaman así por cuestiones poéticas, puedo jurarlo)

Por suerte en esta casa el tema del diálogo constructivo tiene unos límites bien definidos, así que al tercer resoplido se responde con es lo que vas a comer, te guste o no, y si no te lo comes seguirá en el plato a la hora de la merienda, y frío. Gracias a eso nuestro vástago ingiere algo más que pasta y atun en lata. De hecho, y a regañadientes, ya confiesa que el pollo con verduras salteadas, las tortas de bacalao o la tartiflette (gracias, Teresa) lejos de resultar tóxicos son sabrosos y agradecidos de comer. Eso sí, cuando llega el día de los macarrones con atún brinca de pared a pared de pura alegría. El jodío podría deglutir atún en aceite a cucharadas casi sin respirar.

La cuestión vestuario tiene también sus asperezas. Vivo deseando que llegue ya ese bendito momento en que le preocupe su aspecto. Verle ir hacia la puerta por las mañanas y obligarle a dar media vuelta porque el pijama que ha olvidado quitarse le asoma por debajo de la camiseta del día de antes**, mal remetida en un pantalón de chandal dado la vuelta y con los calcetines (muy) desparejados acaba por resultar fatigoso. Y ya es casi de mi talla luego mis preciadas frikicamisetas empiezan a correr peligro ¡Y POR AHÍ NO PASO! ¡LA DE IÑIGO DE MONTOYA ES SAGRADA!

La higiene... ¿como explicarlo delicadamente? A ver, es un chico y los chicos son tirando a dejados. Quiero creer que las adolescentes son más miradas al respecto pero no tengo pruebas al respecto, si alguien puede aportarlas... Pero el caso es que ya no tengo que perseguirle por las mañanas para que se lave tras el desayuno y últimamente lo de ducharse sale de él, no hay que remolcarle camino del baño, así que poco a poco vamos llevándolo bien. Pero en el tema orden estamos un poco estancados: tiene la idea de que mientras haya espacio libre entre el suelo y el techo su dormitorio está bien recogido. Y por supuesto las órdenes inapelables de recoger son acogidas con escaso entusiasmo y rezongueos semiinteligibles, en los que suele destacar el epíteto tirano.

En cuanto a los estudios...  como digo, dos para adelante, uno para atrás. Al comienzo de este curso, su primer año en el instituto, le dejamos organizarse a su manera, pero se relajó demasiado y tuvimos que ponernos serios. Lo bueno es que él mismo vio venir el problema y ahora tiramos los tres en la misma dirección, así que creo que de momento el resultado es satisfactorio. Eso no quita para que la hora de ponerse a estudiar siempre le encuentre ocupadísimo en alguna importantísima tarea, como ordenar su cuarto (es muy curioso, no le entran ganas de ordenar hasta el instante en que le recuerdo que tiene que ponerse con los libros), explicarme las novedades de clase (idem de idem, su memoria parece activarse siempre en esos momentos) o correr al lavabo con una urgencia que se demora bastante (señores atuneros ¿podrían dejar de añadir tanta fibra a las latas? para mí que tiene efectos laxantes)

Por cierto, tras tres años de arduas prácticas con la flauta travesera, ya no suena como un gato torturado. De hecho suena bien, le está cogiendo maña a los dedos y tanto su profesora como nosotros estamos contentísimos. Y él, aunque le cueste reconocerlo

Y sobre esos asuntillos... bueno, parece que la cosa va bien y el chaval intuye ya lo importante de la discreción y la intimidad. De momento no me ha hecho consultas embarazosas pero los efectos de las hormonas son difíciles de esconder, con ese matojo rizado y renegrío (sólo ahí, me da que a ser tirando a lampiño) y su hermanito pequeño apuntando maneras, así que tarde o temprano me vendrá con alguna pregunta sobre una cosa que le pasa a un amigo de un amigo que me lo ha contado en el patio...

Pues eso, de momento la nave paterno-filial sigue su viaje, sorteando las aguas más turbulentas y procurando no dejarnos engañar por los remansos demasiado prolongados. Despacico, pero avanzando.

Seguiremos informando entre galerna y galerna.

*Llámese paella, fabes, cocido, olla podrida... el concepto siempre es el mismo, lo que haya, todo junto, que cueza lento y llene mucho.

** Es sorprendente como la ropa que le has dejado cuidadosamente colocada delante de sus narices se vuelve invisible en cuanto cae al suelo***. Y claro, si no la ves ¿para qué preguntar? te pones la del día anterior, suponiendo que te la hayas quitado y no esté debajo del pijama.

*** Puede que esa invisibilidad esté relacionada con el ingente volumen de trastos en el suelo de su cuarto. O sea, que a lo mejor realmente no la ve.

6 comentarios:

anasegovia dijo...

no quisiera yo desilusionarte,pero no creas que se pasa con la edad,te lo dice la voz de la experiencia....animo,paciencia y al toro...o lo que sea eo que tenemos en casa.

Anónimo dijo...

Yo pensaba que la comida del mar tenia efectos mas bien afrodisíacos, no laxantes... Seran otras urgencias las que lo entretienen en el baño

José Antonio Peñas dijo...

Pues ahora que lo dices...

phaskyy dijo...

Por qué mis comentarios no salen?
Sniffff :'(

Anónimo dijo...

Pues si, las chicas son más aseadas, al menos si lo juzgamos proporcionalmente al tiempo que pasan encerradas en el baño. A este paso con las dos y su padre, que también tiene lo suyo, voy a tener que mudarme a casa de la Preysler (o la que fuera que tenía tantos baños). S.

Gonzalo Viveiró Ruiz dijo...

Pues yo no se si en mi caso la nave no tendra puesta la marcha atrás, porque va...como va...