En las últimas semanas he leído bastantes comentarios sobre el tema de los cuidados dentro de las relaciones abiertas. En algunos momentos la conversación derivaba hacia detalles que, personalmente, se me escapan, por demasiado teóricos o demasiado abstractos. Pero creo que vale la pena hablar del tema, por eso me he decidido a desarrollarlo en esta mi (no santa) casa virtual.
Vaya por delante que no tengo la formación ni la experiencia precisas para teorizar, por eso voy a limitarme a opinar sobre lo que conozco de primera mano. Hoy expondré el contexto y en la siguiente entrada iremos a lo concreto, los tipos de cuidados.
Lo primero que debemos hacer es explicar qué son y qué no son los cuidados. Para mí son el conjunto de acciones que mejoran la vida de nuestras personas queridas, de modo que puedan superar mejor las dificultades del día a día y las de las situaciones inesperadas. Eso significa que, salvo en contadas ocasiones, cosas como salir de copas, ir de fiesta, echar un polvo... no son cuidados, sino ocio y diversión compartidos. Por supuesto SÍ puede haber casos en los que esa persona necesite ese desear o sentirse deseada, ese espacio de alegría, y entonces sí hablaremos de cuidados, pero son casos concretos, no una generalidad.
No podemos dejar de lado la palabra esfuerzo. De nuevo desde mi punto de vista, las relaciones y los vínculos implican un esfuerzo. En las relaciones laborales, docentes, familiares, amistosas... hay esfuerzo, no de forma continuada, pero sí en situaciones puntuales, y es absurdo plantearse que las relaciones emocionales no funcionen así.
He oído en demasiadas ocasiones (sobre todo dentro del entorno de la anarquía relacional, pero también en el ámbito poliamoroso) que en las relaciones no hay que esforzarse sino fluir. Llamadme escéptico o materialista, pero en general cuando alguien usa ese tipo de términos, sospecho que no estará ahí cuando sus vínculos realmente necesiten apoyo. Si estás agotado/a, has sufrido acoso en el trabajo, te encuentras en una mala situación económica, tu salud está por los suelos, te han duplicado el alquiler o se te ha caído todo el enyesado de la cocina, probablemente necesites algo más que un guasap con corazoncitos y caras sonrientes o un comentario del tipo cómo te comprendo, voy a hacer biodanza para enviarte mis energías positivas.
Eso no significa que la persona fluida sea un jeta o pase de ti. Puede que realmente piense que eso que está haciendo es cuidarte, igual que hay quien cree que rezar es hacer algo. El problema es que tú vives en la Tierra, y él en el Planeta de las Piruletas.
Otro término con el que no estoy de acuerdo es el de la reciprocidad exacta. Hay quienes requieren más cuidados, y quienes están en mejores condiciones para cuidar. Me gusta mucho el símil de las cucharas porque asume de forma explícita ese desequilibrio. Algunas personas tienen una cantidad de cucharas muy reducida, y para ellos es tremendamente costoso compartirlas. Otros, en cambio, disponen de una reserva enorme de ellas, y pueden ofrecerlas con asiduidad. Es imposible ajustar las cuentas a cero, siempre va a haber un desequilibrio, porque nuestras circunstancias no son iguales.
Eso no implica que la gente cuidadora tenga un suministro inagotable de cucharas. Tienen más, eso es todo. Pero si en una relación, del tipo que sea, es una sola persona la que siempre aporta los cuidados, acabará viniéndose abajo*. Podemos encontrarnos con gente que toma y nunca ofrece nada, y por eso es importante plantearse la siguiente pregunta:
¿A quien debemos ofrecer o pedir cuidados?
Caso real. Hace años, una conocida con quien no tenía ningún vínculo emocional me solicitó cuidados. Esa persona tenía (tiene) pareja y relaciones, pero esos vínculos no le daban cuidados, así que me los pidió a mí. No se los di: por grande que parezca mi suministro de cucharas, tiene un límite. Y si lo derrocho mis vínculos (y yo mismo) pueden quedar desatendido. Así que tengo que tener claras las jerarquías.
Hay quien opina que no debe haber ningún tipo de jerarquía en nuestras relaciones. Yo no estoy de acuerdo porque para mí las personas no son intercambiables. Por muy bien que me cayera esa conocida, y por mucho que la encontrase agradable, interesante e incluso atractiva, yo no era quien debía atender sus necesidades. Si no era capaz de pedirle esos cuidados a sus vínculos, o si sus vínculos no eran capaces de ofrecérselos NO ES MI RESPONSABILIDAD
Y llegamos a otro término que mucha gente le causa rechazo. La responsabilidad. Cito a Mosca Cojonera: El poliamor (y similares) no son una forma de tener menos ataduras: es una forma de tener más. (léase responsabilidades donde dice ataduras)
Soy responsable de mis vínculos. Aunque puedo apoyar o ayudar puntualmente a otras personas, mis vínculos son a quienes voy a dedicar mis cuidados de forma consensuada y estable. Y no quiero decir mis amantes o mis amores, porque puedo no tener sexo con una persona o no estar enamorada de ella y sin embargo establecer un vínculo afectivo real.
Esto es bidireccional. Tan responsable es quien cuida como quien es cuidado. Si alguien me ofrece sus cucharas, ni debo derrocharlas ni debo tomarlo como un derecho. Agradezco tus cucharas, me esfuerzo por aprovecharlas y, si más adelante estoy en condiciones de compartir las mías contigo, las ofrezco igual que me ofreces las tuyas.
Puede que os esteis preguntando porqué he escrito términos como ataduras o responsabilidades. Porque una relación de este tipo implica un compromiso, no un gesto ocasional. Si uno de mis vínculos sufre, por ejemplo de depresión, o de acoso laboral, o un problema grave de salud, eso no va a solucionarse mágicamente con unos abracitos, y va a ir para largo. He oído en más de una ocasión comentarios del tipo es que no se puede contar contigo para nada o parece que estés esperando a que me lo esté pasando bien para llamarme. Y yo los habré usado en más de una ocasión y ahora me daría de bofetadas por ello
Repito: bidireccional. Si estoy recibiendo cuidados de alguien, respeto sus espacios, su intimidad y sus tiempos. Puede haber situaciones de emergencia, pero si somos adultos funcionales no podemos descargar el peso de nuestro bienestar en otra persona ni reclamar constantemente su atención.
Esto se consigue acordando las cosas con claridad. Si necesitamos el cuidado de alguien, debemos expresarlo de forma explícita, no esperar a que la otra parte lo intuya. Cuando E y yo vimos que podíamos confiar y entendernos, me expuso con términos concisos el tipo de cuidados que podía requerir de mí y viceversa. Eso nos permitió establecer un mínimo de base, y ese mínimo es una atadura, un compromiso real que sigue vigente mientras no negociemos otro. Todo lo demás es un extra que nos ofrecemos porque lo deseamos, no una obligación.
Atadura. Compromiso. Obligación. Suena muy poco divertido. Pero es que la parte divertida la disfrutamos ambos, no supone un esfuerzo.
Para terminar, esto no significa que una relación sin compromisos ni cuidados sea mala en sí. Se habla mucho dentro del discurso poliamoroso del consumo de cuerpos, presentándolo como algo negativo por la carencia de vínculo emocional, pero en sí la promiscuidad no tiene nada de malo, siempre y cuando las partes implicadas sepan qué está pasando. Y sucede lo mismo en el caso del consumo emocional: hay gente que inicia una relación, disfruta del subidón inicial y, en cuanto se le baja el chute de endorfinas pasa directamente a la próxima. Y ni siquiera da por terminada la previa, porque se trata de una relación abierta y eso evita el conflicto de una ruptura, ya se encargará el tiempo. Ambas posturas son legítimas, insisto, una relación puramente hedonista es tan válida como cualquier otra.
Ahora bien, si eliges relaciones en las que no se te requieren cuidados, no tienes derecho a protestar y quejarte por no recibirlos: eres responsable de cómo decides relacionarte, y debes asumir las consecuencias de esas decisiones.
Un último punto: no puedes cargar con el peso del mundo. No hay nada vergonzoso en decir no puedo y tomarte un respiro, y tus vínculos deben ser capaces de entenderlo y respetarlo.
* la queja de mucha gente (hombres) sobre lo mucho que se divorcian las parejas ahora parece obviar el hecho muy descarado de que el peso de los cuidados en las parejas sigue gravitando desproporcionadamente sobre las mujeres. Y no es que ahora tengan menos paciencia, es que hoy en día tienen una salida
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