Mujer iroqués

jueves, 7 de octubre de 2021

DESPUES DE MUCHOS AÑOS

Me ha llevado demasiados años llegar a entender esto. Hay una línea de tiza a mi alrededor, irregular. Se adapta a lo que contiene. Las personas que de verdad me importan están dentro de esa línea.

Los que estáis fuera me podéis caer mejor o peor, pero mi tiempo, mi atención y mis energías son limitados, y se los dedico a las personas de dentro de la línea. 

Como digo, me ha llevado años verlo. Años en los que me han parasitado, muchas veces de forma inconsciente, pero eso no hace menos agotador el parasitismo.

También hay quienes lo hacen conscientemente, y afortunadamente he aprendido a cortarlo en cuanto reconozco el patrón.

Eso no significa que mi criterio sea siempre acertado. En los dos sentidos.

A veces alguien a quien he dedicado esos recursos demuestra no merecer ese esfuerzo, y cuando lo comprendo, automáticamente va fuera de la línea.

A veces conozco a alguien que de verdad lo merece, y pasa hacia adentro. Y la línea se redibuja.

Si lo analizo, por paradójico que resulte, las personas que sí merecen la pena, usualmente no son demandantes. Hacen todo lo posible, en la medida de sus posibilidades, por sostenerse a sí mismas, y siempre están dispuestas a compartir, ayudar, apoyar. 

Por el contrario, quienes van para afuera, siempre están tomando, te vacían, y cuando les sacas del círculo se dicen injustamente tratadas. 

Supongo que las sanguijuelas, cuando son arrancadas de la piel, se sienten igual de desdichadas.

Pero la línea de tiza no puede crecer sin más: si entra alguien, no puede ser de forma forzada. Todo debe adaptarse, todo debe encajar. El nuevo dibujo debe ser coherente.

Así que forzosamente habrá gente valiosísima que quedará fuera.

No es justo, pero es lo que hay.

No es metafísica, ni se trata de una idea demasiado original. Pero llegar a este punto me ha llevado una vida

No puedo ni quiero recuperar lo que di inútilmente. Lo di de forma voluntaria.

Pero si puedo centrarme en quienes de verdad me importáis. Y procurar no volver a derrocharme.

Porque no es justo para mí, ni para vosotros, dado que también me cuidáis.

No voy a dar nombres. Quienes estáis dentro, lo sabéis.

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