Mujer iroqués

domingo, 11 de julio de 2010

Las rubias se extinguen, o porqué los medios difunden gilipolleces


Hace unos ocho años escuché en un telediario que de acuerdo a un estudio genético y estadístico las personas de pelo rubio se extinguirían hacia el año 2200. Esta noticia dio vueltas una temporada por diversos informativos y reaparece de cuando en cuando, pese a que la OMS, supuesta responsable del estudio, desmintió categóricamente la existencia del informe y su veracidad.

Thomas Huxley decía que los errores eran valiosos porque es posible aprender de ellos. Creo que este ejemplo concreto, si bien no tiene nada que ofrecer a la ciencia, nos permite ojear dos problemas que se están volviendo acuciantes: la incapacidad del público para comprender la información científica y la torpeza de los medios a la hora de difundirla.

La clave para que un error cuaje en la imaginación popular es muy simple: no tiene por que ser verosímil, basta con que lo parezca. El supuesto informe resultaba convincente porque estaba cuajado de terminología compleja, lo que Lorenzo, del Comando Almogávar, llama palabras de las de a mil duros. Cuando la gente escucha cosas como muestreo, recesividad, alomorfismo, variabilidad o poliploidismo deduce que lo que se le está diciendo es serio y trascendente. Es un truco muy usado por las empresas de cosmética, cuya propaganda está cuajada de expresiónes como oxígeno activo, eliminador de radicales libres o restauración cromosómica, o las de detergentes, cuyos productos están tan llenos de elementos tensoactivos, complementos polarizadores y complejos lipidolísicos que me sorprende que todavia les quepa el jabón.

En el caso que nos ocupa todo depende de dos palabras, recesivo y dominante. La noticia explicaba que al ser recesivo, el gen del pelo rubio estaba desapareciendo, porque el gen del pelo moreno, dominante, lo reemplazaba a medida que se extendía el mestizaje. De acuerdo a los datos estadísticos (inexistentes) los últimos rubios morirían en Finlandia. Los medios que difundieron primero la noticia podrían haber evitado el sonrojo comprobando la veracidad de las fuentes, pero en realidad una mínima edición del texto por parte de alguien con dos dedos de frente hubiera detectado el fraude.

El término recesión suele indicar retroceso o decrecimiento, al menos en su uso económico, pero en biología, cuando indicamos que un carácter es genéticamente recesivo queremos decir que no se manifiesta en presencia de un caracter dominante. Simplificando mucho, si una persona tiene dos alelos para el color del pelo, y ambos determinan el color rubio, será rubia, pero si uno de los dos genes determina el color moreno será morena, porque ese gen es dominante y el rubio es recesivo. Eso no significa que el gen rubio sea destruido por el moreno, simplemente no se manifiesta, pero permanece ahí y se transmite a la descendencia. El gen (los genes, no hay uno sólo) del pelo rubio sólo se extinguiría si sus portadores tuvieran menos probabilidades de reproducirse, pero eso no sucede. Las gentes de pelo claro son minoritarias, lo que las hace llamativas y les da una probabilidad de reproducción ligeramente superior al resto, y las que portan el gen sin que se manifieste son indistinguibles de cualquier otra persona morena. Fin de la historia: los genes rubios no van a desaparecer.

Sorprendentemente lo que acabo de decir le suena a chino a la mayoría de la gente, y digo sorprendentemente porque se estudia en la Enseñanza Secundaria. De acuerdo, la mitad de los adolescentes aprobarán por pura lástima de sus profesores y buena parte de la otra mitad habrá olvidado todo lo aprendido en la ESO antes de cumplir los 18 años. Eso explica que el público piense que un gen recesivo está en extinción, pero los periodistas ¿no cursan estudios superiores?

Llegamos a la clave del problema. sí, tienen estudios, pero éstos ignoran olímpicamente todo lo relacionado con las ciencias. Es una situación paradójica: los adalides de las Letras se quejan de que las carreras científicas duras dan de lado las Humanidades, con lo que los científicos son incapaces de comprender las implicaciones sociales y humanas de su trabajo. Nada puedo objetar a este planteamiento, pero los mismos plañideros consideran que los estudiantes de Humanidades no tienen necesidad de entender nada remotamente relacionado con las ciencias. Es absurdo, ni la sociedad ni la cultura viven ajenas a la ciencia. Un sociólogo no puede trabajar sin comprender el impacto que tiene hoy en día la globalización de las redes, un historiador necesita entender las bases de la radiodatación para poder establecer la falsedad o veracidad de un documento o un resto arqueológico y un periodista no debería presentar una información científica si ni siquiera es capaz de discernir cuándo le están gastando una broma.

Para empeorar las cosas las modernas corrientes filosóficas agrupadas bajo la bandera del relativismo pretenden quitarle peso al conocimiento científico, con la excusa de que la verdad depende de las circunstancias sociales y culturales y la ciencia, después de todo, no es más que una cuestión de opiniones. Por supuesto es un punto de vista rentable para ellos, porque les permite opinar sobre lo divino y lo humano sin hacer el más mínimo esfuerzo, pero resulta desastrosa de cara a la comprensión de la ciencia y sus limites.

¿Recordáis a la oveja Dolly? Ese año estuvo plagado de noticias absurdas y debates ridículos sobre la clonación que sólo evidenciaban era la ignorancia de tertulianos y presentadores. Las bobadas que llegan a difundirse acerca del calentamiento global o las fuentes alternativas de energía darían risa si no fuera porque los políticos suelen ser tan ignorantes como los periodistas y se las creen en igual o mayor grado. Por supuesto proclaman ante cualquier micrófono que la ciencia es vital para el desarrollo, pero no dedican ni un segundo de su tiempo a informarse con seriedad y a la hora de decidir sobre las inversiones en sanidad, desarrollo, comunicaciones… lo harán basándose en criterios erróneos e incluso anticientíficos.

Actualmente las deficiencias a nivel universitario se suplen con cursos de postgraduado y especialización, pero estas medidas sólo afectan a pequeños porcentajes de los titulados. La solución a largo plazo pasa por reforzar la atención a las ciencias en la educación secundaria y añadirla de forma curricular a las carreras de humanidades. Es una opción difícil y llevaría tiempo, pero a fecha de hoy no veo otras opciones. Arthur C. Clark decía que la incomprensión de la ciencia podía llevar a que se volviera indistinguible de la magia. Puede que no hayamos llegado tan lejos, pero es alarmante el modo en el que la estulticia puede calar en el público disfrazada de conocimiento.

Para completar este tema quiero presentar un listado de patrañas que pese a su inconsistencia han calado en el saber popular y son vistas como verdades incontestables, empezando por la anécdota relativamente inofensiva que ha abierto esta entrada.

• Los rubios se extinguirán en el siglo 22 (la de la foto parece muy sana pero lo mismo está agonizante y aguanta el tipo por el qué diran)
• Las rubias son tontas (protesto energicamente en nombre de mis amigas P, C, P2, A y mi prima P: rubias todas ellas y más que listas, brillantes)
• Usamos sólo el 15% de nuestro cerebro (o el 10, o el 25, depende de quien lo cite)
• La Coca Cola desatasca cañerías (y yo gastando dinero en fontaneros)
• El calentamiento global causó el desastre del Katrina (ya puestos también podríamos acusarle del naufragio del Titanic)
• Los velocirraptores eran raudos cuales guepardos y listos como chimpancés (cuanto daño puede hacer el cine)
• Los chimpancés son pacíficos, juguetones y vegetarianos (mire usted mal a un chimpancé adulto y ríase usted de Atila el Huno)
• Las angulas se extinguen por la contaminación (el hecho de que nos las comamos a toneladas antes de que puedan reproducirse no tiene nada que ver)
• Los aceleradores de partículas pueden generar agujeros negros (en el bolsillo sí, porque son tirando a carillos)
• Los delfines son seres amables y cuasihumanos (si por cuasihumanos entendemos violadores compulsivos, aceptaremos delfín por animal de compañía)
• Las antenas para móviles, los microondas, las torres de electricidad, y las redes inalámbricas causan cáncer en los niños (da igual cuantas veces se haya demostrado la falsedad de esa afirmación: cada vez que aparece algún avance relacionado con ondas vuelve a ser noticia)
• Todo lo citado da cancer, pero las pulseritas magnéticas nos salvan de todos los males (y el agua imantada, el gran invento del siglo XXI)
• Hay que beber cinco litros de agua todos los días (¿quién puede estar detrás de esto? ¿Lanjarón? ¿Bezoya? porque la del grifo no vale)
• 9 de cada 10 dentistas recomiendan… o 9 de cada diez ginecólogos… o 9 de cada diez dietistas… o 9 de cada diez lo que sea (cuanta unanimidad: seguro que al décimo le marginan en los congresos, le escupen y le señalan con el dedo)
• La cirugía plástica te embellece (confío en que tras el ejemplo de la Esteban las consultas en la Corporación Dermoestética caigan en picado)

En fin, esto es sólo un mínimo muestreo, y que conste que he omitido los saberes populares que aunan la ignorancia con el prejuicio, como que los negros son bailones, los latinos ardorosos, los alemanes eficaces, los argentinos charlatanes, las mujeres intuitivas o los gays ordenados, porque además de preocupantes me resultan particularmente enervantes.

Ya puestos, si alguien conoce algún ejemplo particularmente llamativo (y a ser posible divertido) no dudéis en señalármelo. Podemos dedicar una entrada a analizarlo, buscar sus orígenes y las causas de que haya calado en el imaginario popular. Y sin más doy por cerrado (de momento) el tema y me vuelvo al cretácico, que ando liado con un animoso grupo de velociraptores.

Y no, no estoy viendo el futbol. Por mí que le den con una vuvuzela del revés a la roja, a la azul y al pulpo.

9 comentarios:

La de la ventana dijo...

Es verano, Peñas, hay poco donde rascar periodísticamente, y ese tipo de temas no caducan, sirven para rellenar cuando no pasa apenas nada.

"Serpientes de verano", se llaman.

Anónimo dijo...

Los horóscopos Peñas.

Me gustaría que abrieras debate para el esoterismo (que no erotismo, seguro que alguien se pierde). Personalmente soy científica hasta la médula... pero no puedo evitar leer el zodíaco. Me resulta curioso.

*Paranoica*

José Antonio Peñas dijo...

Pues mira que no es mala idea, Paranoica, porque lo de los signitos tiene tela.

Teresa, hace ya como tres décadas y media vi una verdadera serpiente de verano, una noticia sobre un ofidio de dos cabezas. Durante años pensé que era una especie misterios, luego descubrí que no era más que un vulgar accidente de desarrollo, pero el intríngulis me dio para mucho

Anónimo dijo...

Instinto Vs Intuición,

José Antonio Peñas dijo...

Esa es una propuesta muy interesante, empezando porque la mayoría de la gente no tiene ni la más remota idea acerca de lo que realmente es la intuición

Paranoica empedernida dijo...

Lo de los animales de dos cabezas es relativamente frecuente, parece mentira que con el poquito que entiendes de embriología te la colasen.

Lo del zodíaco me parce curioso no tanto en su parte predictiva, sino en la del carácter que se supone que define a los nacidos bajo cada signo. Yo soy una escorpiana de pura cepa y sorprende lo que se ajusta a mi realidad.

Creo recordar que en sociología hay un término para definir que las personas tienden a ver como verdaderas predicciones que creen personalizadas. ¿Efecto Forer, efecto Pigmalión?

José Antonio Peñas dijo...

Mujer, con 7 añitos poca embriología podía yo conocer.

Lo del carácter no es tan raro: las descripciones son tan genéricas que es raro no encontrar algo afin en el signo que te toca. A mí además de mi signo (aries) se me ajustan bien otros cinco. Y sospecho que aries se me ajusta bien porque la primera vez que vi la descripción iba predispuesto a que me ajustara.

Paranoica empedernida dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Paranoica empedernida dijo...

Error de lectura por mi parte, salté eso de "hace tres décadas y media..."

Cuando yo era enana (más) tengo un recuerdo morboso de una excursión escolar al museo de ciencias naturales. Hice miles de fotos a los animalitos malformados conservados en formol.

Qué tendrán los anormales que siendo tan comunes nos llamen la atención. Y digo los de mi especie...