Expediciones de de compra: los bebés requieren mucho equipamiento. Cunita, moisés, cómoda con bañerita, mecedor, canguro-trasportin, silla portabebés para el coche, carrito… ¿Seguro que nos cabe todo eso en el cuarto, y además entrará un niño? El tema ropa aparentemente está cubierto: resulta que las mujeres tienen una sociedad secreta de intercambio y reciclado y a la voz de ¡ya! llegan toneladas de trapitos.
Expediciones por prescripción médica: andar, andar y andar. Las carteras deben tener los bebés más sanos del mundo, porque en cada revisión la obstetra (menudo palabro) nos pregunta si paseamos todos los días. Por el folleteo no nos pregunta ¿Acaso no es un ejercicio? Por suerte Alcobendas se patea bien. Y claro, a base de patear vas descubriendo todas las tiendas de ropita de bebé y el paseo salutifero puede volverse expedición logística. ¿Pero no tenemos siete cajas llenas en el altillo? Sí, cariño, pero no es lo mismo, esto se lo compro yo, que es una cucada ¿No es una cucada? Por supuesto, es una cucada. Digo yo que lo será, porque yo soy daltónico a la hora de evaluar las combinaciones de colores y estampados de la ropa infantil.
Expediciones obligatorios: curso de parto, revisiones… Debo tener un problema visual no diagnosticado: soy incapaz de ver nada en las ecografías. La tecnóloga (otro nombre horrendo) dice aquí está la columna, fíjate en la posición de la cabeza… mi chica lo comenta y señala encantada de la vida y yo miro el monitor sin entender nada. Mis compañeros de RED dicen ¿No tienes alguna eco? y yo ¿para qué voy a traer en la cartera una foto de algo que parece un plato de callos?
No son callos, seguro, porque lo de las pataditas es asombroso: con la primera casi me da una taquicardia. Sí, ves el vientre, te crees las ecos y sabes que ahí dentro está el bebé, pero sentir cómo mueve es algo muy diferente, ahí sabes que es real. Y sé que mi diosa es muy competente, porque le está saliendo un embarazo de libro, y la adoro aún más. Y vuelta a los calores, los desvaríos, la erección… no me extraña que dé patadas, debe ser un a modo de Ya está bien de tanto meneo ¿vale? que aquí algunos estamos intentando crecer. Que conste que ella le habla continuamente y supongo que le explica las cosas, no te preocupes, papá está siempre salido pero el pobre es inofensivo y al final se le coge cariño, ya verás. Yo a veces lo intento, pero sólo me salen incoherencias.
El curso de parto puede resultar frustrante. Por un lado me siento desplazado, único varón permanente (el resto asoma de cuando en cuando) en medio de docena y media de embarazadas, y por el otro yo creo que no tengo suelo pélvico, porque mira que me esfuerzo pero no noto su fortalecimiento. Idem con determinados ejercicios musculares: me concentro y lo pongo todo de mi parte pero no acabo de sentir como se abre mi vagina.
También tiene sus cosas buenas: lo de la pelotita es genial, y además la enfermera me enseña a respirar. Yo creía que sabía pero resulta que no, y esas cosas o se aprenden bien o se cogen malos vicios.
Llegamos al séptimo mes paseando, acariciando una barriga cada vez más fascinante y asaltándonos como conejos cuando no estamos currando, paseando o acariciando. Entre mis desvaríos mentales y el subidón de hormonas que tiene ella (benditas, benditas hormonas ¡os amo!) llevamos una calentura incendiaria. La fase del embarazo estuvo estuvo bien, pero esto es otro nivel, puro vicio.
Si se duerme antes que yo toca Adoración Nocturna: largos ratos en vela contemplando su vientre como si fuera el eje del mundo. Los antiguos lo llamaban Omphalos, ombligo, y pienso que el término está muy bien adjudicado.
Octavo mes. Esta noche ella se nota incómoda: se ha acabado la fiesta. Terminamos el polvo con mucha suavidad, a modo de despedida, y nos preparamos para la cuenta atrás. Y por fin le han cedido el sitio en el autobús ¿significa eso que su embarazo ya es socialmente visible? ¿Te caen muchos años por torturar y asesinar a los usuarios de la EMT? Os ha costado daros por aludidos ¡mamones!
Noveno mes: todo se vuelve esférico. Complementamos los mimos con largas sesiones de masaje, porque entre la barriga y las tetas la pobre tiene la espalda como un bandoneón. Y así, tras una falsa alarma, llega el momento.
Los pies muy flojos, una sensación repentina de vacío en el estómago, canastillo al hombro, maleta y kit de parto bajo un brazo, y Astarté colgada del otro. Salimos de casa sabiendo que la vida de pareja se nos ha acabado para los siguientes treinta años.
9 comentarios:
Ohhhh..que trola!!!!...cuando sales de casa no sabes qué te espera a la vuelta. No lo has pensado...crees que de alguna manera..volverás a lo de antes pero con descendencia...ja ja y ja.
Peñas..las pipas buenas..son las Calvo de Ávila.
No sabes qué te espera, pero sí que volveréis con un polizón y las cosas ya no serán lo mismo.
Ahora bien, reconozco que yo no estaba preparado para la que se nos venía encima.
¡Chica, qué rapidez! Apenas había acabado de editar
Como dice el proverbio turco, el sabio viaja mirando hacia atrás, porque sólo conoce lo que ha dejado en el camino. Lo que vendrá, solo Allah lo sabe
Nebulosas polvorientas -Star Trek, soy una petarda-, divinos recuerdos de intimidades, risas, caricias, barrigas redondas que a mi trajeron problemas más serios pero no lo suficiente como para no disfrutar. Ah, recuerdos atesorados y niño de año y medio, recuerdos, recuerdos...quita nene, deja un momento a mami tranquila, y sácame el dedo del ojo.
Molinos, paciencia, os vais a encontrar, pero el ritmo lo pone el escritor ;).
Pues enhorabuena, me alegro mucho, ya nos invitarás a unas cervezas para celebrarlo
Me acuerdo perfectamente de algo que mencionas en un post cuando el Otálora te agarró por el cuello y alzando el puño para darte dijo: "Peñaaaa...Peñaaaa..." (así te llamaba sin s) afortunadamente y para alivio de todos nosotros (sobre todo de ti) bajo el puño sin darte.´
Un Abrazo
Hombre, ya ha llovido desde que tuvimos al crío como para andar celebrándolo.
Esa no se me ha olvidado. Por suerte el otálora siemrpe lograba controlarse antes de que fuera tarde (por suerte para mí, porque lograba ponerle de los nervios muy a menudo). Y además era un profesor excelente
¿Tú eres…?
A mi me habían fijado inducción de parto, después de un sano y maravilloso embarazo feliz, lleno de caricias y juegos como el tuyo. La inducción fue fijada porque las clínicas en Venezuela suelen estar colapsadas, y así era más organizado el ingreso. Pero que sorpresa, al examinarme, ya tenia 5 cm de dilatación... y sin sentir nada! O sea que si no voy paro al muchacho en el baño sin darme cuenta?. Me pusieron el pitosín, y a los 30 minutos ya estaba el doctor corriendo como loco, porque se me salia el chico. Inyección epidural, durante una contracción... no sé qué me dolió más. ¿Para qué cuernos me anestesiaron si ya todo estaba por terminar? En fin... No sentía las contracciones, y le pedía al doc, que cantaba un bolero, que me dijera cuándo pujar...2 pujadas y Andrés salió disparado, y me rasgué tanto que el doc pasó más tiempo cosiendo que yo pariendo... menos mal que me anestesiaron...
Como 1 hora en el pasillo del quirófano, viendo y oyendo a otras mujeres parir. (A esas sí les dolia..). Hasta que por fin sentí mis piernas de nuevo. Com detesto la anestesia. Llegando a la habitación, me levanté muuuuucho más liviana. La sensación es muy graciosa, caminar de repente con 9 kilos menos. Noche tranquila, el bebé en seguida agarró la teta (y no la soltó hasta 8 meses después, para celos de mi esposito). Y desde entonces, nuestra vida ha sido otra.
Supogo que el protocolo varía en cada lugar. En nuestro caso el anestesista nos dijo que la epidural sólo podía aplicarse durante la primera parte de la dilatación, y pasado un punto ya no era posible
Pues el animal este me la puso!!! En fin, ese día me enteré que tengo la columna desviada, porque el don anestesiólogo no me encontraba el espacio intervertebral. Será por eso que no puedo sentarme sino con las piernas cruzadas, sin que me duela la espalda... No era tan coqueta después de todo
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