Mujer iroqués

viernes, 10 de diciembre de 2010

Cartas desde el frente


La gente que me conoce sabe que a veces mis aficiones se me van un poco de las manos. Es inherente a mi perfil obsesivo-compulsivo, y trato de sobrellevarlo con  dignidad. No obstante hay ocasiones en que hasta yo mismo reconozco que las cosas rozan la insanía, y sospecho que ése es el caso de mi libro.

Si, mi libro: hace tres años que dedico mis ocios a escribir un libro sobre la Segunda Guerra Mundial, más en concreto sobre el arma acorazada alemana, la PanzerWaffe. Esta semana di comienzo al último apartado y creo que es un buen momento para recapitular y preguntarme ¿cómo me metí en este berenjenal? Vayamos por partes.

La afición por los temas castrenses me viene de antiguo, ya que mi padre era oficial del Arma de Caballería y mis dos abuelos eran también militares, al igual que buena parte de mis tíos, algunos de mis primos y mi hermano mayor. Debido a mi temprana miopía y mi natural sedentario nunca me planteé un futuro uniformado, pero siempre me interesó la temática castrense y con los años me volví un apasionado de la historia militar.

Hasta aquí, nada del otro jueves; de cuando en cuando conseguía algún libro interesante y lo añadía a mi biblioteca de Historia, pero sin obsesionarme demasiado. Entonces llegó la internet esa, y con ella los foros donde la gente compartía aficiones: papiroflexia, colombofilia, dactilografía, zoofilia… Mi primera afiliación fue a un foro de modelado y animación 3D, y por ahí entró el mal en mi casa. 

El mejor modo de aprender a modelar es plantearse un objetivo complejo, con muchos elementos que te obliguen a aplicar todas las técnicas posibles: yo elegí el cazacarros estadounidense M-10 Wolverine. Necesitaba mucha documentación para construirlo con todo detalle, (interior, motor, transmisión…) así que empecé a navegar y, gracias a San Google, llegué a los  foros sobre temas militares. Al principio me limité a recabar datos para mi trabajo pero me picó la curiosidad y empecé a leer los hilos que más me llamaron la atención.

¡Ay de mí! Antes de un mes me había vuelto un adicto y en menos de un trimestre participaba en todo tipo de debates, algunos de ellos realmente chorras. Por suerte el tiempo que puedo dedicar al vicio es más bien escaso y limité mis visitas a unos pocos sectores para reconducir el asunto hasta reducirlo a una afición razonable. Pero mi natural bondad vino a ponerme en dificultades (el infierno está empedrado de buenas intenciones).

Disfrutaba mucho con los textos de los foreros más veteranos, y me parecía mal no ofrecer algo de mi propia cosecha. Acababa de leer un interesante trabajo del historiador británico David Fletcher, The Great Tank Scandal y preparé un artículo de mediana extensión usando ese texto como base y ampliando con algunas otras obras relacionadas. El resultado, a día de hoy, me parece más que mediocre, pero en su momento tuvo una buena acogida, excelente incluso, y recibí abundantes beneplácitos.

La vanidad es el pecado favorito de Satanás, y fue mi perdición. Me dije, oye, podría hacer algo parecido sobre los carros alemanes, que son mucho más fardones que la chatarra británica. Dicho y hecho, me puse a indagar y la cosa empezó a salirse de madre: había toneladas y toneladas de documentación, y la mayor parte de ella era contradictoria. Para sacar algo en claro había que contrastar fuentes y para localizarlas había que saber moverse por la red. Para mi desgracia, sé moverme muy bien, así que localicé un montón de archivos verificables, que a su vez me llevaban a otras fuentes anteriores…

No voy a aburriros más. Lo que iba a ser un artículo amplio es a día de hoy un volumen con más de 400 páginas, y dado que acabo de empezar a redactar la quinta parte y tras esa vendrán la recapitulación y el análisis final la extensión definitiva rozará las 500 (la versión en bruto que he ido subiendo poco a poco a los foros supera ya las 600). Me ha llevado 3 años llegar hasta aquí y he tenido que consultar cerca de 9000 páginas entre libros, artículos, informes operativos, prensa de la época… Buena parte la he conseguido de forma gratuita (hay una enorme cantidad de archivos a disposición del público en lugares como la Biblioteca del Congreso de EEUU, por citar sólo un ejemplo) pero me he rascado el bolsillo a menudo* en amazon y ahora no dejan de mandarme ofertas por correo (deben pensar ¡este pirado es una mina!)

Y todo esto por diversión, que para eso están los hobbies ¿no? Pues no. La diversión se terminó allá sobre la página 250. El último año ha sido muy aburrido porque batallas como Arhem o las Ardenas no son sino un montón de absurdos encontronazos caóticos que hay que verificar uno por uno, identificando quién, dónde y cuándo y comparando con otros informes para asegurarte de que no estás metiendo la pata. Un muermo, en serio. Entonces ¿Porqué sigo?

Por orgullo. Odio dejar las cosas sin terminar: he dicho que voy a llegar al final y llegaré por mis santos cojones. Por agradecimiento, porque mucha gente me ha ayudado y me parecería una mierda dejar colgado el trabajo después de contar con ellos. Y porque, pese a todo, ha sido útil. No de forma directa, quiero decir que el que yo termine mi libro no me va a reportar ningún beneficio más allá de decir ¡Se acabó! y correr a emborracharme (bastante gente en la red me ha animado a publicarlo pero tengo muy claro que el mercado para algo de este estilo es minoritario, y eso siendo muy optimista).

La utilidad ha sido de tipo personal. He aumentado notablemente mi capacidad para cribar informes, bucear en bibliotecas, contrastar fuentes y leer entre líneas, e igualmente he mejorado mucho escribiendo. Mi sintaxis ha dado un salto de gigante y mis habilidades con la tijera también, porque mi intención es conseguir un archivo manejable, que no pase de las 400 páginas de texto, (ya he logrado podarles casi 100 a las dos primeras partes). Entretanto he hecho mis pinitos como redactor en la revista Muy Historia, con un artículo sobre la I Guerra Mundial (La Guerra de las máquinas) y otro sobre la Segunda (La Corte de los Milagros) y ¡qué coño! mi autoestima ha subido mucho, porque creo que lo hice con bastante dignidad. Y también creció mi ego cuando, tras encontrarme con una penosa traducción al castellano de uno de los libros que necesitaba para documentarme, monté un pequeño motín en la red. ¡Soy peligroso!

En fin, calculo que a finales de la primavera habré terminado el mamotreto y terminaré de editar a lo largo del verano, así que casi veo la luz al fondo del túnel. Luego procuraré alejarme todo lo posible de esta frikada: seguiré escribiendo, pero ni una línea más sobre la Guerra Mundial. Hay otros mundos, espero.

Hasta entonces, la lucha continúa: mis camaradas del Ejército Soviético acaban de alcanzar las fronteras de Prusia Oriental y vamos a convertirla en un erial, así que con vuestro permiso (y sin él también) me vuelvo al interior de mi T-34/85, que aún quedan fritzs por aplastar (putos boches, salen de debajo de las piedras).

¡Nos vemos en Berlín!

*Me gasté más cuando encontré en una web todos los tebeos de Carl Barks y Don Rosa escaneados. La descarga era gratis, pero imprimir en color más de 3000 páginas me costó cerca de 700 euros en tinta. Triste destino de friki.

9 comentarios:

molinos dijo...

Ohhhh yo quiero leerlo.

Estoy ahora mismo con " A puerta cerrada" de Lauren Rees...¿ Lo has leído? La edición de Crítica es infame pero está muy bien..claro que a tu lado soy una inculta total..pero poco a poco.

José Antonio Peñas dijo...

Pues pensaba pillarlo, porque me gusta como expone sus temas Rees, pero de tu comentario deduzco que también la han cagado con la traducción ¿no?. Hasta hace unos años crítica era un remanso en comparación con otras editoriales pero también han ido bajando la calidad (me reboto bastante cuando traducen "kill" por "asesinar" y cada vez lo hacen más a menudo).

Pues mira, a ver si tengo un ratito libre estas fiestas y te preparo un pdf con la primera parte (De Versalles a Tobruk). Así podrás ser inmisericorde con mi persona.

Me encanta esa palabra: hay tanta gente con la que sería inmisericorde…

molinos dijo...

Yo lo he sacado de la biblioteca...y bueno asi no me crispo tanto, pero estoy preparando un texto para mandar a la editorial.

¿ Cuantas veces se puede decir " a la sazón" en 10 páginas??

Pero el libro está muy bien, Rees cuenta muchas cosas y las cuenta muy bien. Ahora estoy con la operación Bagration y con la deportación de los tártaros de Crimea..alucinante.

Juan Antonio Guerrero dijo...

Me encantaría leer esas misivas a doña Carmen Esteban. Precisamente no hace mucho le dejé a su secretaria un ejemplar —que he perdido, claro— de "Soldados a caballo", con una abundante "peineta" de post-it con las que me atreví, dada mi larga relación con la editorial "madre", Planeta, a ofrecerme para evitar tanta cagada que ahuyenta a los frikis que somos —o supongo que somos— su clientela.

Y bienvenidos al mundo de las obras interminables: yo llevo desde 1980 escribiendo, reuniendo información y fotografías, mapas, documentos, etc. de varias obras: "Los Messerschmitt españoles", " Guerra Aérea sobre España", "Proyectos secretos" y otras varias que me callo para no marear más...

Y ese pdf, ¿es leíble por algún otro privilegiado? Sniff

José Antonio Peñas dijo...

Calma y tranquilidad. Una vez todo esté terminado pienso subirlo a la red (como digo mi optimismo respecto a su publicación es bastante escaso)

Anónimo dijo...

¡¡ Por fin !! Ya tenia ganas de verlo, y a ser posible publicado, en pasta dura y con laminas a color de mapas y vehiculos en cuestión. Te cedo los pocos que tengo en 3D :-)
Pero yo te compro uno, pero fijo.
Iñaki

José Antonio Peñas dijo...

Pues precisamente acabo de hacerme con un pZ II Luchs en formato sketchup y voy a hacer la conversión este finde, Iñaki. Ya te lo pasaré en obj, que ese trasto es una cucada

Lynx dijo...

¡Te espero con mi Panzefaust en los altos de Seelow, basura bolchevique!

José Antonio Peñas dijo...

Para eso llevamos el carro bien forrado de colchones y alambre de gallinero. Parece un carromato de gitanos (las gallinas van en un cajón en la trasera, para la cena de la victoria) pero funciona