Mujer iroqués

martes, 27 de mayo de 2014

UN MUNDO FELIZ (III) La vida tras la guerra


(Dados los resultados de las pasadas elecciones al parlamento de Europa, creo que es un buen momento para rematar este tema)

Hay un punto en el que los enterados, sea cual sea su pelaje, coinciden: la vida de los alemanes tras el triunfo del nazismo sería un paraíso. Bueno, vamos a ver qué tal se lleva el pasar diario en ese hipotético III Reich victorioso, tras la llegada de la paz...

... paz relativa, porque Hitler opina que la paz prolongada es perniciosa. En sus conversaciones de sobremesa menciona la necesidad de una guerra de extensión limitada cada cierto tiempo, diez años, por ejemplo. Expediciones de castigo más allá de las fronteras orientales (los Urales) para recordar a los pueblos asiáticos quién es el amo, y de paso hacer una criba en las nuevas generaciones, seleccionando así a los mejores* y evitando que el saludable pueblo alemán caiga en la molicie y la degeneración. Porque la guerra es al hombre lo que la maternidad a la mujer.

Estas guerras no tienen más objetivo, aparte de hacer un poco de darwinismo ario, que el de mantener alto el prestigio del Reich, en la línea de las expediciones de castigo de los romanos. También de Roma toma el Führer sus ideas para la colonización de los nuevos territorios, las fértiles llanuras del Este que forman su ansiado imperio, ya que no piensa construir nuevas urbes que reemplacen a las destruidas: las tierras al oeste del limes son un mosaico de granjas explotadas por los veteranos que han conquistado Europa, tal y como hacían Cesar y Octavio, repartiendo lotes de tierra como compensación por el servicio en las legiones. De este modo Ucrania y la Rusia europea serán germanizadas por el arado.

Claro que hay quien no está muy dispuesto a cambiar la vida de la ciudad por una granja, pero Hitler también ha decretado que los alemanes raciales** se trasladen a los distritos orientales una vez estos queden despoblados***, así que, sí o sí, las granjas son el futuro para una buena cantidad de ciudadanos. No obstante Adolf no ignora los atractivos de la cultura urbana, así que todo el Este está unido por una inmensa red de autopistas. De este modo, el granjero que desee el ocio de la ciudad no tendrá más que coger su volkswagen (que sólo verán tras la guerra, durante la misma toda la producción de escarabajos fue confiscada por el ejército) y conducir uno o dos días para disfrutar de una semana de alegría y esparcimiento cultural. Dicho sea de paso, de ahí viene tanta preocupación por que los esclavos subhumanos aprendan a entender las señales de tráfico, para que sepan por donde cruzar sin morir atropellados.

¿Qué cultura se disfruta en el Reich? Puede parecer muy audaz elucubrar sobre algo así pero en realidad el planteamiento es muy simple: el nivel de culto a la personalidad del Führer es tal que, por comparación, Mao parecería un don nadie en la china comunista, y cultura para los alemanes es lo que Hitler diga que es. Ni más ni menos.

La pintura, por ejemplo, retrocede al siglo XIX. A los ojos de Hitler, todo lo posterior al romanticismo (alemán, por supuesto, el romanticismo francés es basura) debe ir a la hoguera****. Matisse, Lautrec, Picasso, Schiele, Klint, Grosz ... son ya solo un recuerdo del pasado diluido entre humo y cenizas. Lo mismo puede decirse de la escultura. Los nazis sólo ven aceptables las estatuas helenistas, por supuesto de acuerdo a su concepto del helenismo, ya que si Adolf viera el aspecto real de una estatua griega tal y como eran realmente (policromada con los tonos más vivos, incluyendo púrpuras y oro) sufriría una apoplejía. Así que las calles de Alemania están repletas de estatuas imitando el pseudoclasicismo de Arno Brecker, con arios heroicos, de cuerpos musculosos y perfectos, siempre desafiando al mal o contemplando el mañana con rostro estoico (por no decir inexpresivo, uno diría que Brecker no sabía hacer más que una sola cara y no se salía de ella por si acaso)

La música popular se mantiene estrictamente germana. El Jazz y todos sus derivados, infame música de negros, han sido extirpados. Las tiendas de discos rebosan de cantantes vestidos con traje bávaro, mejillas sonrosadas y acordeones en ristre. Y eso en lo que a la música de la calle se refiere, porque la gran música ha sido expurgada de todo lo que no sean valses facilones (los gerifaltes nazis son torpones, es mejor no intentar sacarlos del un dos tres un dos tres) y óperas grandilocuentes, repletas de cantates gordas vestidas de vikinga y un buen TATACHÁN al final para que el público despierte y aplauda. Bach o Mozart, sólo se consideran aceptables como predecesores de Beethoven y Wagner. Y más vale que ninguna ciudad pretenda hacer sombra a Bayreuth, porque la cólera de Hitler caerá sobre ella.

Aparte del Mein Kampf***** en los hogares alemanes hay abundancia de autobiografías, obras sesudas sobre la raza y el futuro, encabezadas por el inevitable El Mito del Siglo XX****** de Rosenberg. La poesía debe ser heroica, o naturalista. La novela debe versar sobre el heroismo y la raza, el teatro debe reflejar el heroismo y la justicia... los cabarets sobreviven gracias a que la mayoría pagan cuantosos sobornos a los jefes locales del partido, y estos son muy amigos de visitar privadamente a cantantes y bailarinas.

Las mujeres, dicho sea de paso, carecen de relevancia social. En las Juventudes Femeninas se forman en el espíritu de entrega al ideal nacionalsocialista. Luego la mayoría pasan a depender de sus maridos en todo, salvo que se conviertan en solteronas o vedettes. Hay excepciones, como Hanna Reitsch o Leni Riefensthal, pero el ejemplo a seguir es la abnegada Magda Goebbels, con seis rubios hijos, y siempre a la sombra de su esposo. Su participación en la vida cultural, fuera de ser intérpretes musicales (¿una compositora? eso sería antinatural) se limita a los géneros menores, adecuados para su fragilidad intelectual. Pueden escribir o pintar sobre niños, flores, atardeceres, princesas... todo aquello que luego leerán o verán las niñas. Y ya.

* Eso pensaba hasta los años finales de la guerra, cuando consideró que la derrota se debía a que los buenos alemanes habían caído luchando y ya solo sobrevivían los cobardes, luego el pueblo alemán ya no merecía sobrevivir
** Las comunidades de origen germano que vivían fuera de las fronteras alemanas, como los alsacianos.
***Las poblaciones del sur de ucrania planteaban un problema racial, ya que su aspecto era claramente germano. Hitler opinó al respecto que las duras condiciones de vida en el Este habían hecho evolucionar a algunas comunidades eslavas a un estado preario. Por supuesto se decretó su exterminio.
**** Cualquier pintor que disgustase a un alto cargo del Partido Nazi podía ir buscandose la vida como tornero o fresador: una acusación de arte degenerado bastaba para condenarle al ostracismo.
**** Era obligatorio que hubiera un ejemplar en cada casa: los ayuntamientos regalaban uno a cada pareja que se casaba, lo que suponía unos jugosos ingresos al Führer, ya que cobraba abultados derechos de autor
***** Un libro tan fatuo, retórico enrevesado y pomposo que hasta los propios nazis lo consideraban ridículo e ilegible, empezando por Hitler y Goebbels.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicidades!
Realmente ya me imaginaba una hipotética Alemania triunfadora de la segunda guerra llena de estatuas de aspecto helénico, edificios angulosos de mármol, altavoces con música de Wagner y acordeonistas con traje bávaro.
Lo único que hecho en falta en esta buena serie... ¿Que sería de los EEUU?

José Antonio Peñas dijo...

Me temo que eso no entra en este tema: solo quiero contar el tipo de futuro que tenían en mente los nazis