Mujer iroqués

sábado, 24 de abril de 2010

Libros y rosas (y II)



Como podéis ver tengo un pequeño problema con el orden, pero de momento lo sobrellevo.

En cuanto a mis lecturas, me encanta la fantasía. Leo algunos autores modernos como Pratchett o Gaiman pero sobre todo tengo clásicos porque gran parte de lo publicado desde Confesiones de un Vampiro es pura basura. Con Tolkien mantengo una relación amor-odio-aborrecimiento: amo sus obras, odio los clones de El Señor de los Anillos y aborrezco a su hijo Christopher: ojalá le sodomicen, le guste, y nadie quiera volver a hacérselo.

También me va la ci-fi pero de los últimos años sólo me ha atraído China Mieville, y lo siguiente más moderno es de los 90. Tengo todo lo publicado en España de S. Lem y P. K. Dick, mis grandes amores literarios. El resto va desde Asimov, Clarke, Brown, los Strutgarski, Stapledon, Bradbury… hasta rarezas como los Viajes de Cyrano de Bergerac, el Anacronocopete o la saga del coronel Ignotus.

En narrativa general tengo gustos bastante amplios: Borges, Greene, Mendoza, Márquez, Highsmith, Bulgakov, Vonnegut, Updike… hace tiempo me dio por autores rusos, ahora estoy hurgando en la novela japonesa… hay mucho donde elegir si nos olvidamos de codices enigmáticos y capitanes depresivos.

La parte rara de mi biblioteca es la de no ficción. Mari Pili, que estudiaba Historia, se sorprendía de encontrarse en mis estantes libros que ella tenía listados como obras de consulta. Con 13 años me dio por leer Dioses, Tumbas y Sabios y El Misterio de los Hititas y la adicción ya nunca dejó de crecer. Lo que más me va es la antiguedad (de Sumer a Roma), la historia no occidental (chunga de conseguir, por cierto) y la Segunda Guerra Mundial.

El gusanillo por las ciencias me lo despertó Gould. Cuando terminé La sonrisa del flamenco me sentí Saulo llegando a Damasco: había sufrido una epifanía. El caso es que lo de la Historia en general lo entienden, pero no logro convencer a mis amigos de que además de útiles como libros de consulta, obras como El crecimiento y la Forma, El Origen de las Especies o Darwinia tienen una gran belleza y se pueden leer por puro placer ¡Que la ciencia es bonita, joder! Me dicen que sí, que vale, que bueno pero me miran raro y se apartan un poco.

En fin, con los años me he vuelto un adicto. No hay día que no tenga un libro entre las manos y a veces leo en paralelo tres o cuatro títulos. El efecto de los chutes es cada vez más breves, pero voy capeando las crisis releyendo poco a poco toda la librería y buceando en la red en pos de nuevos tesoros. Amazon se ha vuelto uno de mis camellos favoritos y con todo lo que se puede descargar gracias al proyecto Gutenberg e iniciativas similares creo que mis necesidades están cubiertas para varias décadas.

Pero nada jode más a un yonqui que la pérdida de una dosis: aunque luego consigas otra siempre suspiras por ese colocón que ya no gozarás. A mí me pasa con los libros que he perdido o me fueron sustraídos por gentes inescrupulosas. Puedo comprarlo de nuevo, pero los recuerdos que trae aparejada su lectura no pueden reproducirse. Me pasó con el primero que compré de mi bolsillo, La Colina de Watership, Me volvió a pasar con varias novelas de Patty Highsmith en una mudanza y se repitió hace un par de años con Mi Familia y Otros Animales. Éste me duele especialmente porque aún conservaba arena de playa entre las hojas.

Si alguna vez en alguna casa ajena veis un ejemplar de Mi Familia en la edición original de Alianza, con restos de una pegatina en la solapa, varias esquinas roídas y granos de arena entre las páginas, avisadme y alejaos con rapidez, antes de que suenen las Valkirias y empiece a llover el napalm. Contaréis para siempre con mi agradecimiento y en mi carnet de donante de órganos daré instrucciones para que os den preferencia en riñones, corazón e hígado. Los ojos se los tengo apalabrados a una vieja amiga, pero os juro que si no fuera ese el caso os los cedería encantado.

Os deseo a todos un montón de felices lecturas este año. Y si os dejan algún libro, devolvedlo: no causéis un sufrimiento innecesario.

8 comentarios:

silmarilium dijo...

Mas de acuerdo no puedo estar. Yo no estoy a tu nivel de erudición, ni mucho menos, pero disfruto como una adicta con los libros y cuando termino alguno que me tenía enganchada, sufro de cierto mono durante un tiempo, ahora me ha pasado con dos(también leo dos o tres en paralelo, dependiendo de mi estado de ánimo enfilo con uno o con otro, generalmente uno es algo mas denso y los otros menos y procuro que sean de géneros distintos, por eso de no liarme.

silmarilium dijo...

Por cierto, soy Mamen.Besos!

José Antonio Peñas dijo...

¿Puedes creer, mamen, que de cuando en cuando todavía me devuelven algún libro de cuando montábamos las fiestas en mi casa?

Unknown dijo...

Entre los de ciencias, te recomiendo una pequeña joya por si no la tienes. "Una breve historia de casi todo" de Bill Bryson

molinos dijo...

Yo también te recomiendo una Breve Historia de casi todo..bueno y todo lo que has leído que recomiendo en mi blog.

Yo leo de todo..a matacaballo y sin mucho orden. Tampoco tengo en orden la biblioteca..van cayendo según los voy leyendo. Tengo memoria fotográfica asi que sé perfectamente dónde están.

José Antonio Peñas dijo...

El caso es que lo he tenido en la mano un par de veces pero al final no me decidí. La próxima vez que pase por la librería le echaré un vistazo más en profundidad.

Ahora, para desintoxicarme un poco de novela, me he liado con dos de historia. Casadas, monjas, rameras y brujas, de Fernández Álvarez, y Hitler 1938, el año de las decisiones, de McDonogh. Ambos muy interesantes.

molinos dijo...

Te gustará seguro, ya lo verás. Y tiene uno de viajes por Australia simplemente genial " En las antípodas". Tiene también un par de ellos sobre viajes por USA que a mi me encantaron pero esos están descatalogados.

El De Hitler..lo ví el otro día..lo mismo cae un día de estos.

Dinorider d'Andoandor dijo...

a mi más bien me molestan las malas adaptaciones tolkiendiles que cambian muchas cosas del sentido original que Tolkien dejó