Lo que sigue es el resumen de una fenomenal paja mental que me hice hace ya un año, leyendo algunos textos clásicos sobre el comienzo del Imperio en Roma (vidas paralelas, los doce césares…) Publiqué el texto original en un hilo del foro Gran Capitán (dedicado a la historia militar) sobre la demencia de los césares. Si alguien se pregunta a qué dedican el tiempo libre los pirados, esta es una pequeña muestra.
De todos es sabido, gracias a la extraordinaria serie Yo, Claudio (basada a su vez en la más que extraordinaria novela homónima de Robert Graves) que Gayo Calígula, tercer emperador romano, era un demente. Algunos de los síntomas que nos han remitido los historiadores romanos apuntan además a que era epiléptico. Lo que poca gente sabe es que esa epilepsia puede esgrimirse como prueba de cargo contra su bisabuelo, el emperador Octavio Augusto, sucesor de Julio César y fundador del Principado.
Para entenderlo debemos meternos en las turbias aguas de la genealogía , y digo turbias porque, al margen de la epilepsia, es asombroso que esta familia alcanzara la cuarta generación, ya que su consanguineidad era tal que a su lado Caín y Abel parecerían simples conocidos.
La familia Julia parece haber sufrido una epilepsia de tipo genético. César era epiléptico y Augusto también sufrió alguna crisis. Sin embargo la familia Claudia, a la que pertenecían tanto Livia, esposa de Augusto, y su hijo Tiberio, segundo emperador de Roma, no se vio afectada de ese mal hasta su unión con los Julios, es decir, el matrimonio de Antonia la Menor (sobrina de Octavio e hija de Marco Antonio) con Druso, hermano menor de Tiberio e hijo de Livia y su primer marido, Tiberio Claudio Nerón.
En un primer vistazo el gen defectuoso debió pasar a los Claudios a través de Antonia, pero la historia se complica, porque los problemas de los Claudios fueron mucho más graves que los de los Julios, como si la enfermedad hubiera cogido fuerza. El futuro emperador Claudio sufrió grávemente durante su infancia, quedándole secuelas como temblores y tartamudez y Calígula, hijo de Germánico sufrió al menos una crisis casi mortal, antes de enloquecer tras lo que podría haber sido una meningitis. El gen parece asociarse al cromosoma Y, ya que sólo se manifestó en los varones, pero no en todos ellos, luego para sufrir la enfermedad un Julio Claudio debería recibirlo (atención) por parte de padre y de madre. Eso no cuadra con la incidencia de la enfermedad en la primera generación Julio Claudia (Germánico, que lo transmitiría a su hijo Calígula, y Claudio)
La explicación médica más sencilla para ese cuadro de enfermedad familiar es que Druso no fuera un Claudio, sino un Julio. De acuerdo a los cronistas de la época Augusto obligó a Tiberio Claudio Nerón a divorciarse de su esposa y se casó con ella pese a que Livia estaba esperando su segundo hijo de Tiberio, es decir, Druso.
La trama empieza así a desembrollarse: supongamos que Livia no fuera un ejemplo de casada virtuosa y recordemos que Augusto fue un joven muy calavera antes de sentar cabeza tras su matrimonio. Si antes del divorcio de ella ya eran amantes y la dejó embarazada, es lógico que presionara a Tiberio para que le dejara casarse con Livia. Reconocer a Druso como su hijo era imposible, ya que ello hubiera sido una ignonimia para su esposa, pero al menos sus siguientes hijos sí lo serían (no tuvieron más hijos, pero eso no le quita peso al argumento, porque Octavio deseaba tener hijos varones).
Otra cosa que sabemos gracias a los historiadores antiguos es que Druso siempre fue el preferido de Octavio, mientras que Tiberio era postergado en todo, y que ambos hermanos eran muy diferentes física y anímicamente. Así pues hay una posibilidad más que razonable de que Druso fuera hijo de Augusto y heredara el gen asociado a la epilepsia en su cromosoma Y. No se manifestó porque Livia no tenía ningún parentesco con la familia Julia y seguramente la mezcla de genes anuló el problema. pero Druso se casó con Antonia, que llevaría ese gen por vía materna. La epilepsia no se expresó en ella porque su padre, Antonio, tampoco estaba emparentado con los Julios y no tenía el gen, pero ella lo transmitió a sus hijos asociado a su cromosoma X, y Druso hizo lo mismo con el cromosoma Y, luego tanto Germánico como Claudio lo heredaron (no así Livila, la hija de Druso y Antonia, porque Druso lo transmitiría asociado al cromosoma Y, recibido de Augusto, no al X, heredado de Livia). Germánico era un niño robusto y no parece haber manifestado la enfermedad, pero Claudio era débil y la epilepsia hizo estragos en él.
Entonces se acordó el matrimonio de Germánico con Agripina la mayor (hija de Marco Agripa y Julia, la única hija de Augusto) que transmitió de nuevo el gen defectuoso asociado al cromosoma X, mientras Germánico lo hacía a través del Y, y el resultado fue Calígula, que heredaba el gen defectuoso por partida doble. Sus hermanos Druso y Nerón lo heredarían también, pero se conoce muy poco de ellos aparte de su asesinato por orden de Sejano. En cambio sabemos que Calígula sufrió varias crisis.
A Calígula le sucede Claudio, epiléptico a su vez, cuyo hijo Británico probablemente habría heredado la epilepsia ya que su madre Mesalina pertenecía a la familia Julia (era nieta de Antonia la mayor). Pero Británico fue asesinado antes de los 16 años sin que la enfermedad llegara a manifestarse.
La dinastía Julio Claudia se cierra con Nerón, hijo de Agripina la Menor, que se casó con Claudio, su tío. Ésta era hija de Germánico y Agripina la Mayor, y llevaría el gen defectuoso asociado a sus dos cromosomas X y lo transmitiría sí o sí. Pero el padre de Nerón era Cneo Domicio, hijo de Antonia la Mayor y sobrino nieto de Augusto, y no pudo transmitirle el gen ya que su cromosoma masculino venia de Lucio Domicio, ajeno a los Julios. Y si bien se acusa a Nerón de todo tipo de extravagancias, no hay episodios de epilepsia conocidos en su vida. La mayor parte de sus locuras parecen deberse a un carácter de niñato consentido que recibe el poder absoluto sin cortapisas, ya que no empezaron a manifestarse hasta que se quitó de encima a su madre Agripina y a su maestro Séneca, los únicos que aún mantenían alguna autoridad (aunque fuera moral) sobre el criajo.
(Dicho sea de paso, es una suerte que Claudio y su sobrina no tuvieran descendencia, aunque, quién sabe, a lo mejor en vez de Nerón hubieramos tenido como emperador a un engendro de dos cabezas y tres brazos, lo que hubiera dado mucho juego)
Dado que Nerón se casó con Octavia, hija de Claudio, sus hijos podrían haber vuelto a heredar la epilepsia por ambas ramas familiares, pero Nerón se divorció de ella antes de tener hijos y luego la hizo asesinar, con lo que a su muerte el gen defectuoso de los Julio Claudios desapareció definitivamente. O deberíamos decir, de los Julios, porque si la aseveración inicial (que Druso era hijo de Octavio) es correcta, entonces nunca hubo una descendencia Julio-Claudia, sólo Julia-Julia
Mis disculpas por el ladrillo, pero la historia de esta familia de locos incestuosos me parece bien digna de un homenaje.
Por supuesto esto se trata de un ejercicio intelectual, nada más. Para empezar no sabemos si el hecho de que sólo conozcamos epilepsia en los varones julios y julio claudios se debe a que las mujeres no la padecían, o que a los historiadores no les interesaban las mujeres. Otra cosa que ignoramos es si eran reales las epilepsias documentadas, ya que desde Julio César esa enfermedad pasó a ser una prueba de prestigio, una enfermedad de semidioses, y fingirla sería un modo de asociarse a ese prestigio. En el caso de Calígula no podemos saber si era epiléptico o sólo lo fingía, o incuso si sus supuestos ataques no serían pataletas exageradísimas de un niño-adolescente extremadamente malcriado. Sin datos médicos, todo lo anterior, como dije al principio, no pasa de ser una elaboradísima paja mental.
No obstante creo que no es un ejercicio inútil: la Historia pasa por ser una ciencia muerta, tan fosilizada como los legajos en los que se basa, pero una chorrada como la anteriormente expuesta demuestra, al menos, que no es así. Lo fascinante de la Historia es que permite nuevas miradas y análisis: lo que antes se daba como sólido e inamovible puede verse dado la vuelta a la luz de nuevos descubrimientos, nuevos métodos de trabajo o tan sólo nuevas formas de pensar.
Insisto, es una simple paja mental, pero si la masturbación física es considerada como pecado nefando por la Iglesia es precisamente por lo placentera, saludable y asequible que resulta, así que el onanismo intelectual, como mínimo, es un buen ejercicio y conmino a todo el mundo a darle a la manita con entusiasmo, ya sea física o intelectualmente.
6 comentarios:
Lo he leído todo. Teniendo en cuenta que yo opté por Filosofía porque no puedo tragar con la Historia, eso ya es una victoria para mi.
Parece el argumento de un buen culebrón venezolano, versión Roma.
Curiosamente eso fue lo que dijo mi cuñada T, salvadoreña, cuando vio por primera vez Yo, Claudio, que era como el mejor culebrón que hubiera visto nunca. pero mejor, porque era de verdad
Los mecanismos de transmisión de genes son muy interesantes. En el caso de tu conclusión sobre la ligadura al sexo del gen, me recuerda al caso de la hemofilia, mucho más frecuente en hombres, muy raro en mujeres. Tal como lo indicas, el gen podría transmitirse por ambos cromosomas, pero en la mujer, uno de los dos se "silencia" y queda sólo uno para la expresión. Según tu descripción, el gen es recesivo, porque se expresa en unos y en otros no. Entonces se me ocurren dos preguntas: 1. ¿Queda la ley de expresión de genes dominantes anulada en la mujer? Ya que sólo puede expresar los genes del cromosoma que permanece activo, sean estos dominantes o recesivos. y 2. Es posible que para expresarse la enfermedad se requiera de otro gen que sí se transmite únicamente en el cromosoma Y? Lo dudo, porque existen mujeres epilépticas. Yo al menos conozco a una... Creo que tiene sentido entonces la teoría del machismo de los historiadores :)
Ese es el problema. tenemos unos pocos datos de unos historiadores que ,en general, estaban una o dos generaciones alejados de los hechos narrados, luego debieron basarse en crónicas contemporáneas, lo que añade un doble nivel de incertidumbre en cuanto a qué datos son reales y qué datos son ficticios. Por ejemplo, Gregorio Marañón, en su soberbio ensayo sobre Tiberio, opina que las atrocidades sexuales que se le atribuyen al final de su vida no cuadran con lo que se puede saber del personaje, y plantea que probablemente sería normal calzarle el sambenito de perverso sexual a cualquier emperador que cayera mal al historiador.
Si a la lejanía del historiador y los hechos y las tendencias de la época le añadimos la casi absoluta invisibilidad de la mujer para la Historia Romana, queda claro que sólo podemos construir castillos en el aire, lo que no deja de ser un ejercicio intelectual apasionante.
Qué lástima que House no se dedicara nunca a nalizar la salud de los emperadores. hubiera salido un capítulo muy interesante.
Otro problema, y no es pequeño, es saber a qué enfermedades se refieren los cronistas antiguos cuando mencionan alguna.
Por ejemplo, la lepra, tan mentada en el evangelio, no era sólo la enfermedad producida por el bacilo de Hansen, sino que bajo ese nombre se englobaban enfermedades tan dispares como la sarna o, ya en la Edad media, la sífilis. El propio Tiberio sufrió en sus últimos diez años de vida de una grave infección cutánea que le cubrió la cara de llagas y podredumbre, pero no tenemos medios de saber de qué se trataba, pese a tratarse de una figura muy bien estudiada.
Centrándonos en lo que he expuesto en la entrada, se supone que la enfermedad que desato la locura de Calígula fue una meningitis, pero es sólo una suposición: los sintomas son una fiebre muy alta y tremendos dolores de cabeza, pero esos síntomas pueden aplicarse a muchas otras enfermedades.
La peste que devastó Atenas durante la guerra del peloponeso es otro ejemplo: se han llegado a decir cosas tan peregrinas como que fue una epidemia de SIDA o un brote de Ébola.
En ese sentido tiene un gran interés el estudio de los testimonios gráficos, como los retratos de Akhnaton, que muestran una curiosa deformidad craneal, o los de las grandes familias italianas renacentistas, en lso que se pueden reconocer los estragos de numerosas enfermedades.
Muy interesante entrada. Sobre los Julio Claudios se dice que descendían de la propia Venus al venir de la sangre de Eneas: https://gabrielrosselloblog.wordpress.com/2017/03/04/dinastias-imperiales-los-julio-claudios/
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