viernes, 13 de junio de 2014
ALGUNAS RECOMENDACIONES Leer Historia (y II)
El género autobiográfico nos da la oportunidad de escuchar a los que vivieron o incluso dieron forma a la Historia, pero, personalmente, procuro cogerlo con pinzas, ya que suele ser más una colección de excusas, que un testimonio sincero. Winston Churchill no es una excepción, y su magistral narración sobre La Segunda Guerra Mundial no debería leerse sin consultar otras fuentes, ya que el viejo zorro sabe maquillar las cosas y su estilo, vibrante y directo, podría hacernos creer que lo blanco es negro, y viceversa. No obstante, de entre su obra recomiendo leer, por puro placer, La Guerra del Nilo, ya que, precisamente por ser de sus pocos trabajos no autobiográficos*, ahí no está construyendo su imagen de cara al futuro, como sí hizo en otros textos, y podemos deleitarnos con su estilo y la emoción del relato de principio a fin.
Una de las autobiografías más interesantes, dicho sea de paso, es la de Albert Speer, el superministro de Hitler. En sus Memorias miente, como todos, pero solo lo justo**, y nos ofrece una mirada directa fascinante a uno de los momentos más negros y surrealistas de la historia moderna.
La expansión imperial española nos dejó algunas obras de gran interés narradas por sus protagonistas. Yo, personalmente, me quedo con la Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo. El autor, soldado a las órdenes de Cortés, no se limita a hablar de batallas y citar apellidos rimbombantes, que nunca fue su intención...
sólo el marqués Cortés dicen en esos libros que es el que lo descubrió y lo conquistó, y los capitanes y soldados que lo ganamos quedamos en blanco, sin haber memoria de nuestra personas y conquistas, que por sublimar a un solo capitán quieren deshacer a muchos
...sino que nos contagia del asombro de descubrir un mundo enteramente nuevo, y nos sumerge de lleno en el momento, hasta el punto de que casi sentimos los sonidos, los olores, el calor asfixiante, el polvo...
Y el polvo del camino es lo que nos encontramos con la otra gran obra de la Conquista, Naufragios y Comentarios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, la odisea del primer occidental que recorrió Norteamérica. Es un relato increíble, repleto de detalles fascinantes y, como la crónica de Beltran, con la fascinación de un tiempo en el que los mapas podían ocultar dragones.
Alvar y Bernal no son grandes hacedores de Historia, apenas son nombres a pie de página. La Historia, precisamente se compone de muchos de esos nombres, y fragmentos que pueden parecer mínimos, pero sin los cuales no se entienden los hechos posteriores. Por ejemplo, todos hemos oído de los asombrosos viajes de Cook, o el periplo de Darwin en el Beagle, pero esos viajes no hubieran tenido lugar si un humilde relojero no hubiera resuelto el mayor problema de la navegación mundial. Longitud, de Dava Sobel, nos lleva de vuelta a los siglos de los veleros, y rescata del olvido a John Harrison, porque los grandes nombres no son nada sin los nombres pequeños que les dan cimiento.
Otra historia olvidada vuelve a la luz gracias a Thomas Cahill. Sin duda sabéis que, en el medievo, el trabajo de los monjes preservó la cultura clásica, sin la cual no habría tenido lugar el Renacimiento en el S. XV pero ¿sabéis como y porqué empezó esa labor? Pues si no es así, leed De Como los Irlandeses Salvaron la Civilización*** y, además de aprender, os garantizo que disfrutaréis con un libro ameno, fluido, y lleno de luz y buen humor.
Dicho sea de paso, la Historia no es una disciplina aislada, como demuestra mi admirado Stephen Jay Gould en La Flecha del Tiempo. En ese título, Gould nos enseña de qué forma la ciencia de la geología provocó una revolución en el modo de pensar, cuando los científicos se asomaron por primera vez, pasmados, y tal vez con miedo, al abismo del tiempo profundo, y los años dejaron de contarse por cientos o miles para hacerlo por cientos o miles de millones.
Tampoco es posible entender el arte sin entender la historia que refleja, como demuestra Los Secretos de las Obras de Arte****, de Rainer y Rose Marie Hagen. Una obra es mucho más que lo que retrata, es una ventana abierta al pasado. La próxima vez que observeís un cuadro o una escultura, intentad ir un poco más allá: si lo pensamos un poco ¿qué hacen unos jinetes Egipcios en Madrid, el 2 de mayo, aparte de morir a navajazos? ¿porqué Menipo nos mira con desdén y da media vuelta, para irse del cuadro? ¿porqué las mujeres que pinta Tolouse-lautrec son tan diferentes a las de autores coetaneos? ¿porqué es tan fácil distinguir un busto romano de uno griego?
Una última recomendación, sólo para los muy curiosos. Os estoy aconsejando muchas lecturas de historia pero ¿nunca os habéis preguntado por el propio objeto físico? Damos los libros por supuesto, pero no siempre fue así, hubo un tiempo en que poseer un libro era una rareza, y hizo falta mucho esfurzo, ideas e ingenio para llegar al libro tal y como lo conocemos. Si queréis conocer ese largo camino, buscad la Introducción a la Historia del Libro y de las Bibliotecas, de Agustín Millares Carlo.
No será fácil, de todos los que os recomiendo, el libro de Millares es el más difícil de encontrar pero, creedme, la propia historia del libro es un viaje fascinante.
*Su única intervención en toda la campaña fue caerse del caballo y medio descalabrarse en la que habría de ser, a la postre, la última carga de la caballería británica.
**Leni Riefenstahl, por ejemplo, intenta hacernos creer que no llegó a enterarse de que había una guerra. Sí, oyó alguna cosa al respecto, y había un señor con bigote que, por pura casualidad, pasaa a su lado cuando la hicieron unas fotos, pero es que estaba tan ocupada haciendo peliculas que no se fijó bien.
*** Y al salvarla crearon una de las tipografías más bellas y legibles de todos los tiempos, la maravillosa Upcial, que procuro usar con cuentagotas, para no malacostumbrar a mis clientes.
**** Perdonad si peco de inmodesto, pero pillé a los autores metiendo la pata en su interpretación del cuadro Fusilamiento del emperador Maximiliano. Navaja de Occam, también para leer el arte.
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