Mujer iroqués

lunes, 23 de julio de 2012

DIARIO DE LA PATERNIDAD RESPONSABLE (XII) Cambios


D cumple doce años. No es una cifra más: pasaremos del colegio al instituto y nos adentramos en los procelosos mares de la adolescencia.

Supongo que deberíamos estar acojonados, pero como mencioné en la anterior entrada de esta serie, lo llevamos bastante bien. Vemos los cambios, los interiorizamos y vamos capeando las tormentas ha medida que surgen.

Cambios bastante evidentes en algunas cosas. R, al saber la edad de D, me dijo ya tendrá pelos en los güevos. Pues sí. Helos ahí. Negros, rizados y largos. Sólo ahí, dicho sea de paso. Parece que no va a heredar mi propensión al hirsutismo corporal, porque a su edad yo ya tenía las patas peludas y me dejé barba por primera vez a los 17. Eso que se ahorrará en láseres, que el macho ibérico ya no se lleva.

(También le crecen otras cosas, no va a ser Nacho Vidal, pero tampoco tendrá complejos)

Hablando de complejos, se ahorrará el de feo. Los genes de mi chica han ganado el partido de calle, salvo en el único apartado donde yo jugaba con ventaja, los ojos. Y me acusaréis de frívolo, y qué más da que un niño sea feo o guapo, lo importante es quererlos a todos por igual...

... como si fueran humanos, añadía un impresentable amigo mío. Ese amigo que tenemos todos, que nos llena de vergüenza propia y ajena pero al cual nunca acabamos de mandar a la mierda

Que no digo que no sea cierto, lo de quererlos y eso, pero lo cierto es que siendo guapo se te abren más puertas. Si no ¿por qué piden en tantos trabajos buena presencia física? Puedo entenderlo (no del todo) en puestos de cara al público pero ¿telefonistas? ¿personal de mantenimiento? ¿administrativos? ¿A la gente fea le salen mal las cuentas, o la voz les suena peor al teléfono?

También va a ser bastante alto, ya sobrepasa a su madre, pero al contrario que esos progenitores del ¡Ay, que bien me crece! no le vemos demasiadas ventajas. No es que yo tenga nada contra los altos, ojo. La sal de la tierra, siempre lo he dicho. Si no existieran habría que inventarlos. Incluso tengo amigos que son altos, y les quiero igual que a los otros. Como si fueran humanos.

Peeeeerooooo...  no son rentables ¿Ustedes saben lo que engulle un adolescente de talla normal? Pues imagínense uno KingSize. A estas alturas (1'61) ya estamos pensando en un candado para la nevera, y creciendo a este ritmo en dos años tendremos una termita de 1'80.

Si al menos comiera en plan equilibrado, dieta mediterránea y tal... pero noooooooo, nunca le ves atiborrarse de lechuga o tomate, no. Siempre ataca los plátanos, el chocolate, los helados, MIS yogures de mora, el jamón...

¿Porqué nunca tenemos cocacola en la nevera? Mi amigo J siempre merienda cocacola y bollos. Sí, y por eso tu amigo J está en forma, de pera por más señas ¡Pero yo tengo hambre! Comiste hace media hora, no puedes tener hambre ¡pero comí muy poco! Nadie te impedía repetir verduras
... siguen unos segundos de silencio mientras el chaval coge aliento...
¡¿POR QUÉ SIEMPRE TENÉIS QUE PONERME VERDURAS?¡LASVERDURAS SON LO PEOR DEL MUNDO!¡NO QUIERO COMER NUNCA MÁS VERDURAS!...etc, etc...

(Era sobre todo tomate y pimientos, luego en propiedad no eran verduras sino rojuras, pero esos matices se le escapan)

Y lo que cuesta vestirlo. Si con 12 ya calza un 45 ¿de donde sacaremos los zapatos dentro de dos años?

También hay cambios en la actitud. Ahora alterna entre extremos de cariño que rayan en lo pegajoso* y momentos de desapego e indignación, que casualmente suelen coincidir cuando A: no le dejamos empapuzarse a deshoras, B: le pedimos que deje ya la puñetera PSP y C: le sugerimos que recoja su cuarto antes de que los restos bajo su cama empiecen a desarrollar conciencia de clase. Cualquiera de esas situaciones le parecen pruebas incontestables de un complot contra su persona.

Otra evidencia de un cambio importante es su creciente interés en todo lo relacionado con el sexo. Por más que intente negarlo, basta con observarle cuando estamos viendo alguna serie. En el momento en el que alguna protagonista asoma en tetas, su interés, de por sí bastante disperso, se focaliza. Dan ganas de hacérle notar que me doy cuenta, aunque sólo fuera para ver que excusa intentará improvisar sobre la marcha para dejar muy claro que, aunque pueda parecer otra cosa, él no estaba mirando esas tetas**.

En eso no ha cambiado. Sigue negando la mayor con firmeza. Da igual que le hayas sorprendido en la cocina, con la puerta del congelador abierta de par en par y tres colajets bajo la camisa. No, no es que esté intentando comerse el postre de tres días de una sentada, es que debido a un cúmulo de circunstancias azarosas él tropezó con una silla y al caer, abrió accidentalmente la puerta del congelador, momento que aprovecharon lo maléficos polos para inentar escapar de su prisión ocultándose bajo su ropa.

Casi estoy deseando pillarle algún día haciéndose pajas sólo por escuchar sus balbuceantes explicaciones y atesorarlas para reirme en mis años de vejez. Casi. Como dije tiempo ha, hay cosas que es mejor respetar para evitar incomodidades al pajeante, y salvo que le de por hacer molinetes con la chorra en el pasillo, haré lo posible por respetar su intimidad. Y le diré donde guardo los cleenex.

Puede parecer de lo dicho hasta ahora que tenemos un bandarra peludo creciendo bajo nuestro techo pero no es así. Hay otros cambios más sutiles: como la limpieza de libros que ha hecho en su cuarto, sacando de ahí los Jeronimos Stilton y otras cosas infantiles. Y uno que me sonroja cuando lo noto, y es que intenta pasar más tiempo conmigo.

A veces es incómodo. Estoy trabajando y, concentrado, no me doy cuanta de que está detrás mío hasta que me abraza. Eso puede suponer que se me vaya una raya o deje un polígono fuera de sitio, porque tiendo a sobresaltarme. Pero tras el sobresalto me queda una sensación muy especial. Cálida. Agradable. La de que, después de todo, seguimos llevándolo bien.

Seguimos riéndonos pese a las broncas ocasionales. Seguimos disfrutando pese a los disgustos (afortunadamente cada vez más ocasionales). Seguimos asombrados de verle interesarse por cosas nuevas, pese a lo cansino que se pone cuando pregunta sin parar (y puede ser MUY cansino)

Lo disfruto, porque sé que se avecinan otros cambios, y añoraré estos momentos cuando se vuelva un adolescente hosco, enfadado con el mundo y conmigo, que apenas me dirigirá un mmmmf cuando le diga buenos días. Recordar estos momentos me ayudará a morderme la lengua, sabiendo que bajo la tormenta hormonal está nuestro hijo, y que esos años también pasarán, porque los cambios no van a cesar.

Yo no he dejado de cambiar en 46 años. Tengo mucha curiosidad por ir viendo los suyos. Para bien o para mal, eso no podremos saberlo hasta que lleguen.

Y mientras tanto, duplicaré la compra de cleenex, a ver si me voy a quedar sin, que uno también tiene derecho a darse una alegría artesanal de cuando en cuando.

* Incluso es celoso: basta que me ve hacer una carantoña a su madre para que se lance en tromba a abrazarla, y en estos días de calor eso es un tanto incómodo.

** Como si no supiera sobradamente qué cuando está ante la tele en solitario, con el volumen bien bajo, para que no escuchemos lo que está viendo, está viendo lo que le hemos dicho que no vea. Y piensa que nos engaña, el muy pardillo. En fin.

domingo, 8 de julio de 2012

NO ES IMPRESCINDIBLE: POR ESO AMAMOS

Sé que lo que escribo hoy no va a entretener demasiado a mis lectores habituales. Algunos dirán que soy un cursi, otros que me estoy dando al sentimentalismo facilón. Francamente, me importa un pito. Escribo lo que me pide mi corazón, el resto no cuenta.

Amar no es como comer o beber. No es como respirar. No podemos vivir sin oxígeno, sí vivir sin amor. Aunque vivida así, la vida no vale gran cosa. Puedes seguir caminando, pero no importará demasiado hacia donde te dirijas.

No es fácil. Nos cuentan tantas historias donde el amor triunfa ante los obstáculos, que acabamos por creernos que una vez das el primer paso todo sale rodado. y no es así. Más allá de la primera pasión, el amor tiene que crecer a su ritmo, y debes alimentarlo. Porque si lo das por supuesto, tal vez un día se apague y no seas capaz de saber en que momento empezó a escapársete de entre los dedos.

Duele. Eso no podemos controlarlo, porque hay otra persona implicada y a veces nuestro amor hace daño a quien nunca quisimos dañar. Porque no es comer, o respirar, no es mecánico ni aprendido, no sigue normas estrictas ni cauces confiables.

No sabes donde te llevará. No sabes si serás correspondido, si durará o te abrasará, si quedará un dulce rescoldo que te mantenga caliente o de pronto te sentirás vacío y helado.

Pero...

Merece la pena sentir ese calor. Ese fuego ardiendo por tus venas. Merece la pena mirar a los ojos del amado y ver ese mismo calor. Sentir su sonrisa frente a la tuya, vuestros rostros brillando juntos.

Su beso. Su abrazo. No por el placer del beso o el abrazo en sí, sino por el calor que dejan en tu persona, porque cada gesto, cada caricia, cada instante compartido, te hacen más grande. Más libre.

Más entero.

Soy afortunado. Conozco el amor. Lo vivo, Lo siento. Lo respiro.

Cada día.

Soy más afortunado aún. Porque sé que el amor no es una frontera, ni una barrera. No cierra puertas. No corta alas. Se entrega con libertad, y crece sin ahogarte. Y sé que un amor puede brotar junto a otro sin que se nieguen el sol o el oxígeno, y florecer de modos que nunca soñaste.

Y sí, duele. Ver sufrir al amado te desgarra, más aún si no puedes hacer nada por paliar su dolor, sólo estar ahí, para darle tu calor e intentar que sus heridas no le dejen insensible ni le hielen.

Amo y me aman. Tal vez más de lo que merezco. No reniego de un sólo instante de amor, aunque algunos traigan dolor. El dolor me recuerda que sigo vivo. Y que, si continúo caminando, es porque mis pasos tienen sentido.

Pienso seguir amando. Aunque duela. Y mucho.

Gracias por amarme.

lunes, 25 de junio de 2012

¡TETAS!


Desde hace años una historia sobre tetas aparece cíclicamente por la red y desaparece al poco tiempo. Se trata de un estudio médico que afirma que la excitación sexual provocada por mirar los pechos de una mujer diez minutos al día mejora la salud cardiaca y alarga la esperanza de vida del varón entre 5 y 10 años, según la versión de cada momento. Este informe, atribuido a investigadores alemanes, apareció por primera vez en 2007 y se publicó (y publica) en los grandes medios de prensa, lo que demuestra (una vez más) que las tragaderas de las agencias de noticias son desmesuradamente grandes.

No es necesario entender de medicina para darse cuenta de que se trata de un cuento chino. Para poner a prueba semejante hipótesis sería necesario establecer tres grupos de pacientes: uno sufriría a diario diez minutos de exposición a tetas, el otro no podría verlas bajo ninguna circunstancia y un tercero serviría para descartar el efecto placebo. Dado que basta con conectarse a internet para verse sumergido en un oceano mamario, veo muy difícil que un señor pueda mirar unas tetas exclusivamente durante diez minutos y en condiciones controladas salvo que lo encerremos en una habitación a oscuras, y para los traslados le coloquemos un ronzal de burro, no sea que pase al lado de un anuncio de desodorante-lencería-perfumes-dulcedemembrillo* y el experimento se vaya a hacer puñetas. El segundo grupo sería más fácil de conseguir, basta con hacer un casting de informáticos aficionados a los juegos de rol pero, para el tercero, la cosa es peliaguda, porque estos deberían creer que ven tetas, pero sin que fuera cierto.

¿Debemos excluir del estudio a los técnicos de mamografía, o a los cirujanos especializados en implantes mamarios? ¿La sobreexposición a las tetas tiene efectos adversos?

En el supuesto estudio no se especifica si las cualidades organolépticas de las tetas implicadas varían el resultado final. Y no es por ser puntilloso, pero no parece un modo muy científico de hacer un análisis ¿Vale cualquier par? ¿Sirven las de tu madre? ¿Con una sola tenemos la mitad de los resultados? ¿Da igual que sean grandes, pequeñas, firmes, caídas, juveniles, maduras...? ¿Influye el color de la piel, la amplitud de la areola, el tamaño del pezón, si éste está erecto o en reposo...? ¿Si en vez de dos ves muchas a la vez, tu salud mejora notablemente? ¿Si están siliconadas, no cuenta? ¿Basta con ver siempre las mismas dos tetas, o el corazón agradece la variedad?

¿Y qué me dicen de Benny Hill? El inglés que más tetas vio a lo largo de su vida murió a los 68 años de un problema coronario, cuando su corazón debería haber sido prácticamente inmortal.

Por otra parte sería necesario exponer a tres grupos de mujeres a la misma exposición dado que de media las mujeres tienen una mayor longevidad que los hombres, y si el factor tetas estuviera implicado eso tiraría por tierra el argumento de la excitación sexual, salvo que asumamos que todas las mujeres se excitan viendo las tetas de sus amigas, o las suyas propias.

Lo que me recuerda que las mujeres sois unas suertudas ¿Que queréis ver tetas? Os levantáis la camiseta y ¡ahí están! 

En cualquier caso, éste es sólo uno de los muchos mitos sobre tetas que nos encontramos por la red a poco que raspemos un poco. Uno de los más extendidos es el del porqué de nuestra atracción por ellas. Según los freudianos, es un deseo motivado por nuestra asociación de la teta a la lactancia en los primeros meses de vida. Resumiendo el argumento, el bebé toma teta, es feliz, e identifica teta con felicidad, quedándole asociada a la figura materna. Y, como luego todo hombre desea follarse a su madre por no se qué de un griego llamado Edipo (mira que son raros los griegos ¿eh?), pues está todo claro, al pasmarse ante dos tetas el adulto revive el edipismo asociado al bienestar y la calidez y ¡zas! se empalma.

A ver, señores del diván. Si así fuera, los nenes criados a biberón no sentirían el más mínimo interés por los pechos femeninos y en cambio se pondrían burrotes al ver una tetina de goma. Y habría cienes y cienes de mujeres enamoradas de las tetas, las suyas y las de su prima. Y los hombres homosexuales tendrían sentimientos muy contradictorios, dicho sea de paso.

Cielos ¿habrá alguna línea de estudio investigando la relación entre lactancia materna y lesbianismo de las hijas?

Luego está la discusión sobre el tamaño-forma-firmeza perfectos, como si las tetas fueran unos complementos de moda. Un tema que daría risa si no fuera por el daño que hace a la autoestima de millones de personas. Hace unos años estaba de moda en determinados ambientes prometerle a la niña unas tetas nuevas y bonitas si sacaba buenas notas en el insti. Por cierto, la RAE debería añadir al término bonitas el significado grandes hasta que a la cría se le lesionen las vértebras dorsales por el peso.  Ojo, no tengo nada en contra de la mamoplastia, sé que a veces es necesaria pero llegado un momento parece que todo se centra en más, más, más, como en una carrera de armamentos. A ver, si tan importante es llenar las calles de tetas como sandías ¿porqué no empezamos ya a plantarselas también a los tíos? ¡Si será por falta de silicona!

Borrad eso. Si los tíos nos pusiéramos tetas, nos pasaríamos el día sobándolas con fruición, un espectáculo muy poco decoroso para tiernos infantes y santas monjas. Por no hablar de lo poco que saldríamos de casa.

_Cariño, que no llegamos al cine
_ Ay, hija qué prisas, déjame un poquito en paz, que tengo las manos ocupadas...

Y con lo competitivos que somos. Uf, quita, quita.

_¡Mira María, que las tengo más gordas que las tuyas, chincha y rabia!

Y luego están los mermaos que acusan a las tetas de todos los males del mundo, y pretenden ocultarlas bajo siete llaves, como el hojatolah Kazem Seddiqi, que declaró en abril de 2010 que DIos enviaba terremotos como castigo por los escotes de las mujeres indecorosas. Jennifer McCreight, una joven de mente inquieta y científica, decidió verificar la validez de esa hipótesis, para lo que propuso que el 26 de ese mes se celebrara el día planetario de los canalillos al viento, a fin de provocar un BoobQuake (Tetamoto, en mi humilde traducción).

El día llegó, las tetas disfrutaron del sol matinal y el frescor de la tarde. Mi chica (foto de apertura) colaboró en tan magno evento y, por añadidura, tuve el placer de conocer la genial sonrisa y maravilloso escote de mi amiga R. En cuanto a resultado del experimento, cero. Hubo terremotos, porque SIEMPRE hay terremotos en algún lugar del planeta, pero en ningún momento se superó la media diaria de esas fechas. Y aquí viene el punto más interesante, porque si extrapolamos adecuadamente los datos, el Tetamoto's day puede usarse como prueba de la inexistencia de Dios. Si la exhibición masiva de deliciosa y satinada piel por todo el planeta no trajo un aumento de la actividad sísimica, ésto sólo puede puede atribuirse a dos causas, mutuamente excluyentes:

A. DIOS NO EXISTE
B. A DIOS LE MOLAN LAS TETAS

La A no requiere explicación: si no hay Dios, podríamos sacar a la luz todas las tetas del planeta y eso no alteraría ni un infinitésimo el desplazamiento de las placas tectónicas.

La B parece razonable, ya que los sacerdotes de todas los cultos monoteistas insisten en el carácter masculino de Dios, luego si el bueno de Jahvé es hombre, es normal que le molen las tetas ¿no? Pero los mismos sacerdotes insisten en que Dios aborrece la impudicia. Y la Biblia lo dice muy claramente en el Levítico, porque aquel que contempla la desnudez de la mujer ajena (lo que incluye sus tetas) incurre en pecado mortal y su sangre recaerá sobre el pueblo.

Luego si a Dios no le molan las tetas, y no hubo terremotos extra el Tetamoto's day, sólo nos queda la opción A, ergo DIOS NO EXISTE.

Libradas pues las tetas de mentiras, infundios y oprobios, y demostrada por añadidura la inexistencia de Dios, sólo nos queda agradecer y ovacionar a sus dueñas. Yo no puedo presumir de ser un gran experto ya que hasta ahora sólo he conocido a nivel personal cinco pares, pero todas me parecieron y parecen maravillosas, en su variedad de forma, color, firmeza y tamaño. Porque tras ellas había cinco mujeres fantásticas que me concedieron el honor (qué digo el honor ¡el privilegio!) de compartir bellos momentos tetiles.

Gracias, señoritas. De corazón.

Y como colofón musical, un tema de esos montruos insignes del rocanrol patrio, dedicado a los más llamativos elementos de la anatomía femenina.


*Los cuarentones aún recordamos con vergüenza la lamentable campaña publicitaria de la chica de los membrillos

domingo, 10 de junio de 2012

¿QUÉ SABEMOS DEL PASADO? Escepticismo y paleontología (y III)


Suele debatirse si el T-rex  era carroñero o cazador. El león, que tenemos entronizado como señor de la caza, es un holgazán nato, y siempre preferirá darse un banquete de carroña gratuita antes que correr tras una presa viva. La hiena manchada, que la gente señala como carroñero por excelencia, es un cazador muy eficaz, y es mas normal que los leones le roben la caza a las hienas que a la inversa. Si no podemos separar con claridad ambos modos de vida en animales vivos ¿cómo vamos a hacerlo en criaturas extinguidas hace millones de años? 

Aquí tenemos  otro titular bien llamativo: predador prehistórico comía a sus presas vivas. Primero, una afirmación así no resulta novedosa: cientos de predadores modernos hacen eso, empezando por las ballenas y acabando por las avispas. Además el que su mandíbula permitiría a este animal arrancar grandes trozos de carne a su víctima, no implica que ésta siguiera con vida durante el proceso. Por supuesto vende más la idea del monstruo descuartizando en vida al aterrado herbívoro, pero ni es algo sorprendente, ni un hecho probado.

Si nos alejamos más atrás, las deducciones se vuelven muy peregrinas, porque trabajamos con criaturas tan ajenas a nosotros que podrían pasar por extraterrestres. Hablar de anomalocaris como terrorífico mónstruo depredadormateria de pesadillas parece muy exagerado, más cuando la noticia es el análisis de su estructura ocular. Como mínimo, creo que deberían usarse adjetivos un poco más sosegados, sobre todo porque un estudio casi paralelo sobre la boca de este animal viene a concluir que no sabemos realmente cómo se alimentaba. 


Tenemos la cuestión del aspecto visual de los animales extintos. A priori, una buena reconstrucción se ajustará a la información disponible en el registro fósil, y será más fiable cuanto más detallado sea éste. Una vez más, es más fácil recrear un animal si está más cerca de nosotros. A veces incluso contamos con información de primera mano Como la que nos ofrecen las pinturas rupestres, que nos indican que megaceros tenía una marca de color en la espalda, o que los leones de las cavernas carecían de melena. Hace poco, por añadir otro ejemplo, se ha averiguado que las pinturas de caballos salvajes cubiertos de manchas son sorprendentemente exactas en ese aspecto.

Pero cuando más nos adentramos en el pasado la información a nuestra disposición se vuelve menos detallada y empiezan a entrar en juego varios factores subjetivos, empezando por las modas. Los velociraptores, por ejemplo, suelen ser representados como seres feroces, siempre en actitud sanguinaria, por no decir de psicópatas. Sin embargo es posible interpretarlos como animales mucho más reposados y, a mi modo de ver, más naturales, como en este boceto. Ambas recreaciones se atienen a los datos disponibles, las diferencias se deben a una simple elección personal. En la otra imagen tenemos un dinosaurio aviano, Anchiornis. Tanto el agresivo monstruito dentudo  como el pajarote de aspecto feliz se basan en los mismos datos anatómicos, pero me decanto mucho más por la criatura relajada. 

Puede parecer que los paleoartistas nos inventamos las cosas: no es así, pero es inevitable que te veas influido por las ideas en boga, y que incorpores elementos que, a su modo, son ideológicos antes que estrictamente científicos. Por ejemplo, sigue siendo muy normal representar a los primeros humanos modernos con piel clara, como en esta soberbia imagen de Burian. Sin embargo nuestra especie nació en África y lo lógico sería que nuestros antepasados tuvieran la piel oscura. Esto se debe a un prejuicio heredado del siglo XIX, cuando se presuponía que los hombres blancos eran la cumbre de la evolución.

Hay veces que los detalles obedecen a puras decisiones estéticas, como en mi recreación de una pareja de neandertales: el pelo claro de la mujer fue una elección personal, simplemente quise darle un aire más actual, y no había ningún motivo para suponer que no tuvieran ese color de pelo. Pocos días después National Geographic publicó un estudio sobre la presencia de cabello pelirrojo en neandertales. Hubo quien pensó que yo había accedido a esa información antes de ser publicada, pero fue una simple casualidad, como digo, la elección del pelo fue totalmente subjetiva.

Como norma básica debemos recordar siempre que, en condiciones normales, la piel o el color no se conservan, y la mayoría de los restos  se limitan a esqueletos u otras partes duras. Lo mismo sucede con las plumas, la estructura de las escamas, las crestas de tejido blando... Un caso como el de Anchiornis, en el que la fosilización ha preservado no sólo el plumaje, sino indicios de su patrón de colores, es tan excepcional que casi parece un milagro. Lo usual es interpretar esos elementos en base a evidencias mucho menores, o por pura intuición. 

Resumiendo un poco todo lo dicho, a la hora de valorar una información paleontológica debemos  recordar que lo que se nos dice puede tener diferentes grados de veracidad, en función de la información realmente aportada por los hallazgos. 

La datación temporal en principio debe aceptarse: los métodos empleados son fiables y contrastados, siempre dentro de unos márgenes de error aceptables
La identificación de los restos igualmente debe considerarse válida siempre y cuando hayan pasado por el proceso estándar de publicación, es decir, la revisión por pares.
Los parentescos con otras especies modernas o extintas pueden verificarse hasta un cierto punto: podemos establecer con bastante seguridad la filiación de una especie, pero no podemos afirmar que sea exactamente  un ancestro directo ni un descendiente. En ese sentido es preferible usar cladogramas antes que arboles evolutivos.
Todo lo referente al comportamiento debe analizarse con precaución. Algunos fósiles incluyen detalles muy concretos de la vida de una criatura, otras características pueden extrapolarse con razonable seguridad, pero algunas afirmaciones sobre el caracter o los hábitos de los seres extintos son puramente especulativos, incluso gratuitos.
En cuanto al aspecto físico, en principio, debemos considerar que las reconstrucciones son acertadas, pero dentro de un mismo abanico de datos podemos encontrarnos reconstrucciones muy diferentes e igualmente válidasno debemos olvidar que incluso los mejores paleoreconstructores tienen sus propios gustos y costumbres a la hora de trabajar, y algunas cuestiones van un poco con la moda.

Y eso es todo. Espero no haberos aburrido y, si en algo ayuda lo dicho a mejorar nuestro  ojo crítico a la hora de evaluar una información, podré darme con una piedra en la boca.

domingo, 3 de junio de 2012

¿QUÉ SABEMOS DEL PASADO? Escepticismo y paleontología (II)



Los hábitos de una especie extinguida son muy difíciles de estudiar. Hay ocasiones en que la conducta, o al menos partes de la conducta, fosilizan. Las icnitas (huellas fósiles) nos hablan de los patrones de desplazamiento de los animales (si formaban o no grupos, si sus pistas se cruzaban o iban paralelas, si las manadas tenían ejemplares de diferentes edades…). La dentadura, los gastrolitos (piedras de digestión, como en las mollejas de las aves), los coprolitos (ñordos fósiles) y los restos del contenido estomacal nos permiten averiguar cosas sobre la dieta  y los modos alimentarios. Las zonas de puesta y nidificación permiten deducir datos sobre la reproducción. A veces se cometen errores: Oviraptor fue encontrado cerca de unos huevos fósiles y se supuso que los estaba robando, de ahí su nombre. Durante décadas se le representó mangando en nidos ajenos, pero fósiles posteriores demostraron que esos primeros restos correspondían a una madre que murió defendiendo su nidada. El nombre, tan injusto, ya no se puede cambiar, pero sí ha cambiado el modo de representarlo, o al menos yo lo intento (como puede verse en la imagen que abre este post)

Hay fósiles realmente extraordinarios, como los ictiosaurios que murieron pariendo a sus crías, lo que señala su ovoviviparismo; el de los dinosaurios combatientes del Gobi, gracias al cual sabemos que velociraptor (que pese a las exageraciones del cine no pesaba más allá de 20 o 30 kilos)  era en cualquier caso un animal capaz de matar, y protoceratops, apodado la oveja del cretácico, no era ni mucho menos una presa indefensa. O Meilong, cuyo cadáver nos habla de comportamientos avianos en el cretácico inferior.

La anatomía nos permite deducir cosas sobre el comportamiento, como las posibilidades de movimiento o la capacidad de visión. La posición de los ojos nos dirá si podían ver de forma binocular, el tamaño de las cuencas está directamente relacionado con la capacidad de ver por la noche o en aguas profundas…Otros elementos de su esqueleto indican si el animal luchaba de forma activa (cornamenta, garras…) o se defendían de forma pasiva (armaduras, puas, mazas…) Los huesos pueden ser analizados de forma forense y hablarnos de de la vida que llevaría un ejemplar concreto, como en el sorprendente caso de The Big Al.

Podemos inferir algunos datos de forma indirecta. Aquí podemos ver a homotherium, un sable europeo. Es un gran felino, de un tamaño parecido al de una leona, así que recrear su anatomía no supone un problema, más allá de adaptar sus movimientos a unas proporciones diferentes, con predominancia de los brazos sobre las piernas. Lo interesante está en que el análisis de su mandíbula* y sus dientes permiten establecer una hipótesis razonable sobre el modo en que estos animales mataban a sus presas, pese a que hoy en día ningún carnívoro presenta estas adaptaciones.
 
Hemos visto extrapolaciones y deducciones razonables. Más allá nos metemos en la especulación con escasa o ninguna base.  Cuando un autor nos dice que T-rex era un audaz cazador, o un perezoso carroñero,  que los ictiosaurios temían adentrarse en aguas abiertas por miedo a los grandes liopleurodones o que los velociraptores se comunicaban con elaborados sonidos, está elucubrando sin pruebas : el registro fósil no nos dice nada acerca de la actitud de un animal, o sus temores, mucho menos respecto a sus sonidos, si era cariñoso con su prole o simplemente la toleraba cerca. De hecho a veces te encuentras con planteamientos que son contrarios a la evidencia fósil, como en Jurassic Park 3, donde el espinosaurio es presentado como un feroz matador de tiranosaurios, cuando su mandíbula le señala como un pescador al acecho.

No hace mucho salió a la palestra el hallazgo de un Cavernícola homosexual. La sexualidad del difunto se establecía porque se le colocó sobre el lado izquierdo, cuando los hombres eran enterrados sobre el derecho. Se extrapoló la orientación sexual de un individuo del modo en el que fue enterrado,  ya que si se le puso en posición femenina, este esqueleto debía ser de un hombre homosexual. Y algunos textos iban más allá, hablando de travestismo o transgénero. Como mínimo es una afirmación arriesgada, y más cuando no siempre es posible determinar el sexo de una persona en base exclusivamente a su esqueleto. A todo esto ¿Un cavernícola? Hablamos de una cultura agraria de hace unos 5000 años que, como se ve en las fotos del enterramiento, ya hacían objetos de cerámica, así que el término cavernícola** está pésimamente elegido.
 

* Este boestudio fue dibujado por Mauricio Antón, uno de los mejores paleoartistas del mundo, y un reconocido experto en felinos extinguidos.

**Gracias al Paleofreak por llamar mi atención sobre esta curiosa noticia

sábado, 26 de mayo de 2012

¿QUÉ SABEMOS DEL PASADO? Escepticismo y paleontología (I)



(Lo que sigue es un resumen de la charla que di en la eskepticamp de Madrid a finales de enero. Esperaba poder enlazar el video de mi presentación, pero debido a problemas técnicos parece que la mayor parte de las grabaciones de ese día se han perdido. Mis disculpas)

De cuando en cuando la prensa y los telediarios nos sorprenden con noticias sobre paleontología. Estas pinceladas suelen centrarse en tres tipos de criaturas: la fauna de megamamíferos del pleistoceno, los dinosaurios (ahí suelen meterse a capón los grandes reptiles voladores y marinos  del mesozoico) y los homínidos. Lo normal es encontrarnos con  titulares llamativos y contundentes.

Leyendo afirmaciones como las que podemos ver en las imágenes, resulta sorprendente cuanta información puede obtenerse a partir de unos huesos ¿verdad? Casi parece que la reconstrucción del pasado fuera una ciencia exacta. Pero una mente escéptica debería siempre plantearse qué hay de verdad tras una información llamativa. Es decir, cuando leemos aseveraciones precisas y detalladas sobre criaturas desaparecidas hace millones de años lo lógico es plantearnos plantearnos ¿es posible obtener esa información de las evidencias disponibles. Dicho de otro modo ¿Puede la paleontología obtener esos datos?

Una información errónea o exagerada puede partir de los propios investigadores. A veces el afán por presentar un descubrimiento lleva a lanzar las campanas al vuelo con demasiado enfasis. No hay que olvidar que las subvenciones para investigación son escasas, y la publicación de un hallazgo muy espectacular es un modo de conseguir la atención de los patrocinadores.

No obstante, la mayoría de los errores se deben a la asombrosa falta de criterio de los medios de comunicación. Un titular tan solemnemente estúpido como el que podemos ver en la noticia de la plesiosauria embarazada sólo puede achacarse al analfabetismo cietífico del redactor, al uso de traductores automáticos, a la inexistencia de un editor competente o, probablemente, a una conjunción de los tres factores.

Vayamos por partes ¿Qué elementos vamos a encontrar en una noticia de este tipo? y ¿qué validez podemos dar a cada uno?


Lo primero escuchamos cuando se produce un descubrimiento es su antigüedad, es decir, su datación. Este es un punto al que se aferraron durante décadas los creacionistas, ya que la identificación de un determinado estrato del terreno se hacía en base a los fósiles que contenía, y la antigüedad de esos fósiles se establecía de acuerdo al estrato en el que se encontraban. Sin embargo los métodos modernos son independientes de la estratificación, ya que se basan en la datación radiométrica. Resumiendo mucho la técnica, si en un objeto localizamos dos isótopos de un mismo átomo, uno de ellos inestable, y conocemos la proporción de estos isótopos en el momento de formarse la muestra, y el periodo de semidesintegración del isótopo inestable (es decir, el tiempo requerido para que el volumen de dicho isótopo se reduzca a la mitad) podremos calcular el tiempo transcurrido midiendo la proporción actual de dichos isótopos.

Hasta los 50000 años usamos la datación en base al C14, y a partir de ahí se emplea la conversión del Potasio40 en Argón, las series de uranio, o la conversión del rubidio 87 en estroncio 87. Estos métodos se solapan entre sí, y con otros métodos, como el del recuento de varvas en zonas de sedimentación lacustre, o de anillos arbóreos, lo que permite calibrar su precisión. Es decir, si tomamos una muestra especifica y la sometemos a diversos sistemas de datación, y los resultados son coherentes, sabremos que los métodos empleados funcionan correctamente.

Visto lo anterior, informaciones como la que vemos en esta captura, referida a supuestas huellas humanas mezcladas con pisadas de estegosaurios, carecen de la más mínima credibilidad. Ningún científico serio buscaría huellas humanas en un estrato cretácico, luego de partida la noticia no lo es, sólo un bulo echado a rodar por la red por algún gracioso malintencionado.

Así pues, siempre que se apliquen correctamente los métodos de datación, la información relativa a la antigüedad de un hallazgo debe considerarse correcta, dentro de los márgenes de fiabilidad de dichos métodos*.

La identificación de los restos es también bastante fiable. Para llevarla a cabo se usa la anatomía comparada, es decir, comparamos los restos encontrados con seres vivos modernos y otras criaturas extintas ya clasificadas, lo que permite establecer con bastante precisión sus relaciones de parentesco. Por supuesto todo depende de lo completos que sean los restos, si son muy reducidos, podríamos llegar a extrapolar demasiado. 

EL año pasado se anunció a bombo y platillo el hallazgo de una niña neandertal en Madrid. En este caso nos encontramos ante un ejemplo de exceso de celo por parte de los científicos, porque lo que se ha encontrado son, exactamente, cuatro dientes de leche. Por supuesto podemos precisar que son dientes humanos, y, dada la datación del hallazgo, sí, lo más probable es que sean de origen neandertal. Pero añadir que se trataba de una niña pelirroja muerta por causas desconocidas mientras sus familiares formaban parte de una expedición de caza, ponerle nombre y hacerle, de paso, un retrato, es, como mínimo, arriesgado**. 

Por otra parte, una cosa es establecer que una criatura extinta es, por ejemplo, un homínido, y otra muy distinta conocer con exactitud su parentesco con otros homínidos. Los medios suelen pecar de entusiasmo, ya que enseguida nos encontramos con titulares del tipo eslabón perdido o antepasado. Lucy, uno de los fósiles más célebres del mundo, suele ser presentada como antepasado de la humanidad moderna. Y esa es una afirmación muy aventurada. Australopitecus aferensis está claramente emparentado con nosotros, pero no podemos saber a ciencia cierta si está directamente en nuestra línea de ancestros. Podemos decir que nuestros antepasados del plioceno serían muy similares a Lucy, pero no podemos afirmar categóricamente que descendamos de ella.

Veamos otro ejemplo más reciente, una noticia que vincula a T-rex con Raptorex, un pequeño tiranosáurido de principios del cretácico. La distancia entre estas dos especies es de nada menos que 60 millones de años. Con una distancia temporal tan abismal, lo único que podemos afirmar es que ambos pertenecen a la misma familia, y eso no es poco, pero de ahí a decir que uno desciende del otro hay mucho camino. Y más cuando raptorex está representado por un único ejemplar, presumiblemente juvenil, y su datación continúa en estudio, ya que el análisis inicial pasó por alto algunos factores.

Por principio, debemos desconfiar de afirmaciones categóricas del tipo desciende de o es antepasado de. Salvo que contemos con restos que incluyan ADN, siempre nos movemos en el campo de las hipótesis, más o menos fundadas, más o menos fiables. Y lo mismo vale para cualquier noticia que incluya el término eslabón perdido***, un concepto victoriano que carece por completo de validez científica y suele ocultar estafas o autoengaños. Amen de animaladas, como las del recorte de la izquierda, donde leemos perlas como mono lemur o la relación del hombre con los mamíferos.



*La gentuza que intenta defender la autenticidad de la síndole de Turín aduciendo a supuestos errores en la datación no sólo no aporta ni una sola prueba de dichos errores, sino que miente descaradamente. Según los sindonólogos y sus acólitos, el creador del método del C14, W. Libby, afirmó que esos análisis no se habían aplicado correctamente en el caso de la Sábana Santa. Dado que Libby murió en 1980, 8 años antes del análisis, está claro que quien afirma semejante cosa demuestra su mala fe.

** Empezando por el hecho de que los dientes de leche caen sin necesidad de que su poseedor muera, luego la presencia de esos dientes no indica necesariamente un enterramiento. Y desde luego sin un análisis genético no es posible determinar el sexo.

*** La presencia en un titular del término eslabón perdido permite evaluar con notable fiabilidad la falta de cultura científica del redactor: cercana a cero.

lunes, 14 de mayo de 2012

EL ATEO SE HACE (por eso molamos tanto III)


El argumento más sobado sobre la bondad de la religión, al margen de su Revelación por la Divinidad, es la necesidad del ser humano de atenerse a unas normas morales que impidan el caos y la debacle. Es decir, el temor de Dios obliga al hombre a comportarse decentemente con su prójimo, y sin él nos lanzaríamos unos al cuello de otros con cualquier excusa. Como refuerzo de ese argumento suele acudirse a ejemplos como Stalin y Hitler, pruebas vivas (ahora muertas) de lo que puede llegar a hacer el ateismo.

La supuestas pruebas son facilmente refutables con el mismo argumento que se esgrime con ellas. Hitler no sólo nunca abjuró de su catolicismo, sino que consideraba que para el nazismo era más ventajoso entenderse con la iglesia católica que con los protestantes, debido a su estructura jerárquica. Además el nazismo no pretendía erradicar la religión, sino reemplazar el cristianismo por un credo nuevo, el cristo cordero-judío por un cristo guerrero-ario. En cuanto a Stalin, deberían recordar antes de usar su nombre que su educación fue religiosa e incluso profesó como seminarista, y no dudó en devolver algunos privilegios a la Iglesia Ortodoxa en 1942. Por supuesto el punto de vista que acabo de exponer sobre esos dos dictadores es falaz, pero lo es en el mismo volumen en que lo es pretender que sus crímenes se debían a su falta de religosidad.

Por cierto, en el ranking de genocidas, y por delante de Hitler y Stalin, se encuentra su serenísima majestad Leopoldo de Bélgica, cristianísimo rey, bendecido por la Iglesia. Lo que no le impidió cuasi exterminar a la población del Congo para enriquecerse de la forma más obscena. Y, dado que el ateismo es un fenómeno muy, muy moderno, nos encontramos con que TODOS los asesinos, ladrones, violadores, genocidas, torturadores o criminales a secas anteriores al siglo XX fueron, de una u otra forma, creyentes y no ateos. Incluyendo reyes, sultanes, papas, khanes, nobles, obispos, santos, emperadores... Jack el Destripador, probablemente, era anglicano. Luego el hecho de creer en un ser superior y una justicia en el más allá no supone ninguna cortapisa al crimen ni la inmoralidad.

Veamos el otro lado de la ecuación. ¿Los ateos carecen de moral por el hecho de serlo? No parece ser así. Además la ética del ateismo es más sincera que la de la fe, ya que no se basa en el miedo a un supuesto castigo eterno a manos de una deidad vengativa, sino en la asunción, pura y dura, de que, si queremos recibir un buen trato de nuestros semejantes, nosotros debemos ofrecerles un trato similar.

Eso deja fuera las posturas de sacrificio o santidad al estilo de poner la otra mejilla, lamer llagas de leprosos o buscar el sufrimiento. Se trata de una moral práctica, basada en la idea de que, a priori, debemos confiar en la equidad de nuestros semejantes, siempre y cuando no defrauden esa confianza. Lo que Dawkins denominó, muy acertadamente, la postura Donde las dan las toman, una estrategia que experimentalmente* se ha demostrado superior a las del bondadoso confiado (lo que coloquialmente llamaríamos el pardillo o la víctima) y el aprovechado egoista (cuya supervivencia sólo está garantizada si cohexiste con suficientes víctimas bondadosas y confiadas)

Puede parecer un modo demasiado simple o materialista de plantear un código moral, pero de hecho es más sofisticado que el tantas veces alabado Tratarás al prójimo como a ti mismo del cristianismo, ya que lo complementa con la cláusula siempre y cuando el prójimo no demuestre ser un cabronazo. Así que existe la ética atea pero ¿seguirla nos hace mejores?

Volvamos a las falacias, esta vez del lado opuesto. Una estadística publicada a finales de los 90 en EEUU arrojó el curioso resultado de que, siendo la población atea un 15% del total, en las prisiones sólo suponían algo menos del 1%. Hubo quien lanzó las campanas al vuelo aduciendo que eso demostraba que la moralidad atea era muy superior a la creyente, y lo complementaba con otros datos que implicaban que los ateos tenían mejores puestos de trabajo, ganaban más dinero, sufrían menos problemas psicológicos y se divorciaban menos que los creyentes estadounidenses (este último dato era casi imperceptible, un 24% frente a un 26%, creo recordar).

La falacia es facil de encontrar. La mayoría de los ateos estadounidenses provienen de familias de clase media acomodada o clase alta y han tenido acceso a una educación universitaria, Luego es mucho más probable que tengan un buen puesto de trabajo (bien remunerado, que les permite acceder a mejores condiciones sanitarias) y no se vean en una situación personal que les empuje a delinquir. Por el contrario la mayor parte de los delincuentes preovienen de familias en la parte inferior de la escala, crecieron en barrios marginales y no tuvieron acceso a una educación razonable fuera de la escuela pública (que en los lugares marginales es MUY marginal) ni a una sanidad adecuada (recordemos que en EEUU la sanidad es privada). El hecho de que sean creyentes no es la causa de su situación, sólo es una parte del puzzle, ya que el porcentaje de afroamericanos e hispanos en la marginalidad y en prisión es muy superior a la media poblacional y esos colectivos, tradicionalmente, se identifican como religiosos. No están en la carcel, o viven vidas más miserables, por ser creyentes. Son creyentes, o mejor dicho, se definen como tales, porque pertencen a estratos sociales donde no es fácil plantearse el no serlo, y no sólo a nivel personal, sino a nivel comunitario, porque hay presión para que sea así (muy superior a la que vivimos en España, por cierto)

No obstante lo dicho, creo que la ética atea es superior a la moral creyente. No por que las estadísticas digan esto o lo otro, sino por que no depende de factores mágicos. Por un lado no nos comportamos decentemente por temor a un atroz castigo eterno, y eso la hace más valiosa, porque es más libre. Y por el otro, no se cimenta en las ideas o costumbres de un puñado de pastores cubiertos de piojos de hace 2500 años, sino en el día a día, lo que la hace flexible y realista, mientras que la moral basada en la fe es rígida e inadaptable. Salvo que una autoritas cambie su interpretación, dándonos otra versión un poco más modernizada, pero igual de rígida que la anterior.

Resumiré mis planteamientos. Los ateos llegamos a serlo a través de la racionalidad, lo que implica que hemos superado el encadenamiento de la fe, un saludable ejercicio para la mente. No nos dejamos lastrar por esa fe, lo que da alas a nuestra curiosidad. Somos coherentes y no buscamos falsos consuelos ni tiritas ficticias ante la realidad. Por añadidura nuestra ética es más sólida y valiosa que la que se basa en el miedo o la obediencia ciega. 

Añadiré que somos más interesantes en general porque sabemos que ESTO ES LO QUE HAY, que no hay segundas oportunidades tras la muerte, ni angelitos cantarines ni vírgenes ansiosas de dejar de serlo. Sólo esta vida, breve, finita y en general difícil. Así que procuramos sacarle todo el partido posible, y sacárnoslo a nosotros mismos. En los últimos años he conocido a muchos creyentes y muchos ateos, y puedo afirmar que, salvo honrosas excepciones (sí, Susana, me estás jodiendo la estadística) el trato con los segundos me ha aportado mucho más, en todos los sentidos.

Un consejo para todos los progenitores: educad a vuestros hijos en la racionalidad y el escepticismo. No es un camino fácil, pero es sólido y, a mi humilde entender, tiene más ventajas.

Qué leches, si hasta somos más guapos ¡todo son ventajas!

p.d.: Termino este post en el Día de Dibujar a Mahoma. La imagen que lo acompaña es mi modesta contribución, para recordarnos a todos que un mundo sin religiones sería un mundo mucho mejor. Y de paso para cerrarles el hocico a los desocupados mentales que, ante cualquier alusión a las animaladas, incoherencias e incluso delitos perpetrados por el catolicismo en España responden airados ¿A que no te metes con los musulmanes? En general su opinión me la trae floja, pero hoy debemos recordar especialmente que el islam es una de las creencias más desfasadas, discriminatorias, y homicidas del mundo, porque en las sociedades que lo practican no ha surgido un contrapeso secular que impida sus desmanes y sus líderes saben demasiado bien que la ignorancia y la irracionalidad son el abono imprescindible para seguir sometiendo la voluntad de sus fieles. Eso no significa que el cristianismo sea moralmente superior, lo que sucede es que hemos tenido tiempo y medios para ir sacudiéndonos su cadenas.

* Se trata de un experimento virtual, basado en un modelo informático, con unas condiciones de partida genéricas pero bien definidas y no necesariamente extrapolables a situaciones reales. El resultado evidencia las ventajas de un saludable nivel de desconfianza a posteriori pero en otras condiciones pueden presentarse estrategias más adecuadas.