lunes, 20 de agosto de 2012
SUEÑO
Cuando empiezo a dormirme por unos instantes soy consciente de estar comenzando a soñar. Al despertar, en unos segundos pierdo el hilo de lo que estaba viviendo un instante antes. Pero a veces, no tantas como quisiera, los sueños se quedan grabados y los recuerdo con claridad. Antes era más común, pero incluso hoy sigo recibiendo destellos de lo que pasa por mi cabeza cuando todo se desconecta.
Soñé que quemaban viva a una mujer en la plaza del pueblo. Recuerdo la humareda y los gritos. No sé como pude soñar algo así con tan solo seis años.
No es mi peor pesadilla.
Sueño con mi padre. En nuestra vieja casa en V. de la S. Hablamos por los codos, y cuando abro los ojos me siento bien, contento por haber compartido con él unos minutos más, aunque sea sólo en mi mente.
A veces es mi abuela. Recuerdo un sueño jugando al trivial, nos miramos y sonreímos, porque vamos a ganar. La Yaya y yo siempre ganábamos cuando íbamos de pareja.
Soñé algunas noches seguidas con mi amiga P, haciendo el amor y riendo. Ella dice ya ves, al final mi madre tenía razón, y ya no podemos contener las carcajadas. La segunda noche me fui a la cama ansiando soñar.
Recuerdo soñar con un payaso atroz, mirándome desde el fondo de la piscina antes de huir por el desagüe. Luego le veo, subido a unos enormes zancos, acercándose a mis primas M y C, que no le ven, porque estan recogiendo algo en la huerta. Grito, pero no me sale voz. Corro, pero no me muevo del sitio. Tenía 9 años.
A los 20 y tantos lei It, de Stephen King. Soñé de nuevo con el payaso de la piscina tres noches seguidas.
Sueño con Ella. Abrazados, desnudos, siento sus pechos grandes y cálidos contra el mío, su abrazo estrecho, nuestros alientos, nuestro ritmo. Sentí su orgasmo con tanta intensidad alrededor de mi pene que mi propia erección me despertó, con su súbita rigidez.
Vuelo en más de la mitad de los sueños que recuerdo. Unas veces es como bucear, pero en el aire, otras como caminar. Y en ocasiones simplemente veo una escalera y me deslizo sobre ella sin tocar los peldaños. Sueño con la escalera tan a menudo que a veces pienso al hacerlo que es tal y como recuerdo en mis sueños.
Soñé que moría mientras volaba, y sin embargo el sueño siguió más allá, pero yo sólo era un espectador.
Mi peor pesadilla tuvo lugar hace cuatro años.
Soñé que Ella había muerto. No sé cómo ni porqué, sólo sé que debía entrar en casa y decírselo a nuestro hijo. ¿Cómo le dices a un niño que su madre no volverá?
Me desperté al notar algo mojado en mi cara. Era la almohada, la había empapado de lágrimas.
A menudo me sumerjo en un río ancho y caudaloso, y cuando estoy bajo el agua, clara y no muy fría, comprendo que sólo tengo que respirar como lo haría fuera de ella. Buceo horas y horas pensando ¿como no se me ocurrió nunca que fuera tan fácil?
Una noche me miré al espejo y vi que era una mujer. Conocí a un chaval en un bar. Nos besamos. Nos desnudamos...
No recuerdo su cara ¿afortunadamente?
De cuando en cuando me veo de vuelta en la Universidad, en el examen de cálculo infinitesimal. O de uniforme, en el servicio militar. De pronto recuerdo que ya aprobé esa maldita asignatura, o que ya me licencié. Entonces sé que es un sueño, y despierto para volver a dormir.
Soñé con T poco después de conocernos. Paseábamos por un prado. La abracé por detrás. Recuerdo su vientre bajo mis manos, hundir mi rostro en su cabellera. Respiré hondo. Pensé su pelo huele a verano.
Ella soñó parecido, pero su sueño era en la orilla del mar.
Soñé con un cielo estrellado y tenebroso. Estaba aterrado, porque me di cuenta de que la mitad del cielo era un sólo ser inmenso, cuajado de soles, y estaba girando su rostro. Me buscaba.
Intento marcar un teléfono. Siempre me confundo con alguna cifra y cada vez estoy más nervioso. Sigo intentándolo, me desespero, es una llamada importante. Suelo despertarme angustiado.
Estaba con L, una amiga de la escuela. Nadando desnudos en una especie de baño romano. Me desperté. Me había quedado dormido en clase de zootecnia. L estaba a mi lado, tomando apuntes.
Pensé qué raro, yo no me duermo nunca en clase de zoo. Terminé de despertarme: estaba en mi cama y era de noche.
Nunca le conté ese sueño a L.
Sueño con mi perro Rocco. Ya ha pasado cuatro veces, al menos. Sé que está muerto: le abracé mientras su corazón se detenía poco a poco, tras la inyección. Así que sé que es un sueño, pero me alegro de verle y poder volver a abrazarle vivo. Siento su calor, sus lametones, sus patazas sobre mis hombros.
Estoy en la estación de Avenida de América, en el andén de la línea 6, que tiene farolas y el techo negro. Pero sé que no hay techo, que es la noche, y vuelo hacia ella. Un dragón vuela conmigo ¿ha salido del túnel, en lugar del tren?
Paseo a menudo con Ella por mis sueños. De la mano. Siempre vamos de la mano. Recuerdo un paseo por un parque con insectos gigantes, quietos como estatuas. Miramos cada detalle de sus corazas y alas como si fueran obras de arte. De hecho lo son.
Una tarde en BUP pasé horas y horas estudiando latín para un examen, y me fui a la cama, desesperado porque no lograba retener nada. Esa noche soñé que estudiaba latín, horas y horas. Al despertar tenía el tema asimilado.
Colerigde logró sacar del sueño 300 buenos versos. Yo un examen con notable: no es gran cosa, pero me conformo.
A veces, de día y despierto, siento que soy feliz. Quizás más de lo que me corresponde. Y pienso que en cualquier momento me despertaré, y descubriré que todo ha sido un sueño, y mi felicidad en realidad le sucede a otro.
Aún no me he despertado.
lunes, 23 de julio de 2012
DIARIO DE LA PATERNIDAD RESPONSABLE (XII) Cambios
D cumple doce años. No es una cifra más: pasaremos del colegio al instituto y nos adentramos en los procelosos mares de la adolescencia.
Supongo que deberíamos estar acojonados, pero como mencioné en la anterior entrada de esta serie, lo llevamos bastante bien. Vemos los cambios, los interiorizamos y vamos capeando las tormentas ha medida que surgen.
Cambios bastante evidentes en algunas cosas. R, al saber la edad de D, me dijo ya tendrá pelos en los güevos. Pues sí. Helos ahí. Negros, rizados y largos. Sólo ahí, dicho sea de paso. Parece que no va a heredar mi propensión al hirsutismo corporal, porque a su edad yo ya tenía las patas peludas y me dejé barba por primera vez a los 17. Eso que se ahorrará en láseres, que el macho ibérico ya no se lleva.
(También le crecen otras cosas, no va a ser Nacho Vidal, pero tampoco tendrá complejos)
Hablando de complejos, se ahorrará el de feo. Los genes de mi chica han ganado el partido de calle, salvo en el único apartado donde yo jugaba con ventaja, los ojos. Y me acusaréis de frívolo, y qué más da que un niño sea feo o guapo, lo importante es quererlos a todos por igual...
... como si fueran humanos, añadía un impresentable amigo mío. Ese amigo que tenemos todos, que nos llena de vergüenza propia y ajena pero al cual nunca acabamos de mandar a la mierda
Que no digo que no sea cierto, lo de quererlos y eso, pero lo cierto es que siendo guapo se te abren más puertas. Si no ¿por qué piden en tantos trabajos buena presencia física? Puedo entenderlo (no del todo) en puestos de cara al público pero ¿telefonistas? ¿personal de mantenimiento? ¿administrativos? ¿A la gente fea le salen mal las cuentas, o la voz les suena peor al teléfono?
También va a ser bastante alto, ya sobrepasa a su madre, pero al contrario que esos progenitores del ¡Ay, que bien me crece! no le vemos demasiadas ventajas. No es que yo tenga nada contra los altos, ojo. La sal de la tierra, siempre lo he dicho. Si no existieran habría que inventarlos. Incluso tengo amigos que son altos, y les quiero igual que a los otros. Como si fueran humanos.
Peeeeerooooo... no son rentables ¿Ustedes saben lo que engulle un adolescente de talla normal? Pues imagínense uno KingSize. A estas alturas (1'61) ya estamos pensando en un candado para la nevera, y creciendo a este ritmo en dos años tendremos una termita de 1'80.
Si al menos comiera en plan equilibrado, dieta mediterránea y tal... pero noooooooo, nunca le ves atiborrarse de lechuga o tomate, no. Siempre ataca los plátanos, el chocolate, los helados, MIS yogures de mora, el jamón...
¿Porqué nunca tenemos cocacola en la nevera? Mi amigo J siempre merienda cocacola y bollos. Sí, y por eso tu amigo J está en forma, de pera por más señas ¡Pero yo tengo hambre! Comiste hace media hora, no puedes tener hambre ¡pero comí muy poco! Nadie te impedía repetir verduras
... siguen unos segundos de silencio mientras el chaval coge aliento...
¡¿POR QUÉ SIEMPRE TENÉIS QUE PONERME VERDURAS?¡LASVERDURAS SON LO PEOR DEL MUNDO!¡NO QUIERO COMER NUNCA MÁS VERDURAS!...etc, etc...
(Era sobre todo tomate y pimientos, luego en propiedad no eran verduras sino rojuras, pero esos matices se le escapan)
Y lo que cuesta vestirlo. Si con 12 ya calza un 45 ¿de donde sacaremos los zapatos dentro de dos años?
También hay cambios en la actitud. Ahora alterna entre extremos de cariño que rayan en lo pegajoso* y momentos de desapego e indignación, que casualmente suelen coincidir cuando A: no le dejamos empapuzarse a deshoras, B: le pedimos que deje ya la puñetera PSP y C: le sugerimos que recoja su cuarto antes de que los restos bajo su cama empiecen a desarrollar conciencia de clase. Cualquiera de esas situaciones le parecen pruebas incontestables de un complot contra su persona.
Otra evidencia de un cambio importante es su creciente interés en todo lo relacionado con el sexo. Por más que intente negarlo, basta con observarle cuando estamos viendo alguna serie. En el momento en el que alguna protagonista asoma en tetas, su interés, de por sí bastante disperso, se focaliza. Dan ganas de hacérle notar que me doy cuenta, aunque sólo fuera para ver que excusa intentará improvisar sobre la marcha para dejar muy claro que, aunque pueda parecer otra cosa, él no estaba mirando esas tetas**.
En eso no ha cambiado. Sigue negando la mayor con firmeza. Da igual que le hayas sorprendido en la cocina, con la puerta del congelador abierta de par en par y tres colajets bajo la camisa. No, no es que esté intentando comerse el postre de tres días de una sentada, es que debido a un cúmulo de circunstancias azarosas él tropezó con una silla y al caer, abrió accidentalmente la puerta del congelador, momento que aprovecharon lo maléficos polos para inentar escapar de su prisión ocultándose bajo su ropa.
Casi estoy deseando pillarle algún día haciéndose pajas sólo por escuchar sus balbuceantes explicaciones y atesorarlas para reirme en mis años de vejez. Casi. Como dije tiempo ha, hay cosas que es mejor respetar para evitar incomodidades al pajeante, y salvo que le de por hacer molinetes con la chorra en el pasillo, haré lo posible por respetar su intimidad. Y le diré donde guardo los cleenex.
Puede parecer de lo dicho hasta ahora que tenemos un bandarra peludo creciendo bajo nuestro techo pero no es así. Hay otros cambios más sutiles: como la limpieza de libros que ha hecho en su cuarto, sacando de ahí los Jeronimos Stilton y otras cosas infantiles. Y uno que me sonroja cuando lo noto, y es que intenta pasar más tiempo conmigo.
A veces es incómodo. Estoy trabajando y, concentrado, no me doy cuanta de que está detrás mío hasta que me abraza. Eso puede suponer que se me vaya una raya o deje un polígono fuera de sitio, porque tiendo a sobresaltarme. Pero tras el sobresalto me queda una sensación muy especial. Cálida. Agradable. La de que, después de todo, seguimos llevándolo bien.
Seguimos riéndonos pese a las broncas ocasionales. Seguimos disfrutando pese a los disgustos (afortunadamente cada vez más ocasionales). Seguimos asombrados de verle interesarse por cosas nuevas, pese a lo cansino que se pone cuando pregunta sin parar (y puede ser MUY cansino)
Lo disfruto, porque sé que se avecinan otros cambios, y añoraré estos momentos cuando se vuelva un adolescente hosco, enfadado con el mundo y conmigo, que apenas me dirigirá un mmmmf cuando le diga buenos días. Recordar estos momentos me ayudará a morderme la lengua, sabiendo que bajo la tormenta hormonal está nuestro hijo, y que esos años también pasarán, porque los cambios no van a cesar.
Yo no he dejado de cambiar en 46 años. Tengo mucha curiosidad por ir viendo los suyos. Para bien o para mal, eso no podremos saberlo hasta que lleguen.
Y mientras tanto, duplicaré la compra de cleenex, a ver si me voy a quedar sin, que uno también tiene derecho a darse una alegría artesanal de cuando en cuando.
* Incluso es celoso: basta que me ve hacer una carantoña a su madre para que se lance en tromba a abrazarla, y en estos días de calor eso es un tanto incómodo.
** Como si no supiera sobradamente qué cuando está ante la tele en solitario, con el volumen bien bajo, para que no escuchemos lo que está viendo, está viendo lo que le hemos dicho que no vea. Y piensa que nos engaña, el muy pardillo. En fin.
domingo, 8 de julio de 2012
NO ES IMPRESCINDIBLE: POR ESO AMAMOS
Sé que lo que escribo hoy no va a entretener demasiado a mis lectores habituales. Algunos dirán que soy un cursi, otros que me estoy dando al sentimentalismo facilón. Francamente, me importa un pito. Escribo lo que me pide mi corazón, el resto no cuenta.
Amar no es como comer o beber. No es como respirar. No podemos vivir sin oxígeno, sí vivir sin amor. Aunque vivida así, la vida no vale gran cosa. Puedes seguir caminando, pero no importará demasiado hacia donde te dirijas.
No es fácil. Nos cuentan tantas historias donde el amor triunfa ante los obstáculos, que acabamos por creernos que una vez das el primer paso todo sale rodado. y no es así. Más allá de la primera pasión, el amor tiene que crecer a su ritmo, y debes alimentarlo. Porque si lo das por supuesto, tal vez un día se apague y no seas capaz de saber en que momento empezó a escapársete de entre los dedos.
Duele. Eso no podemos controlarlo, porque hay otra persona implicada y a veces nuestro amor hace daño a quien nunca quisimos dañar. Porque no es comer, o respirar, no es mecánico ni aprendido, no sigue normas estrictas ni cauces confiables.
No sabes donde te llevará. No sabes si serás correspondido, si durará o te abrasará, si quedará un dulce rescoldo que te mantenga caliente o de pronto te sentirás vacío y helado.
Pero...
Merece la pena sentir ese calor. Ese fuego ardiendo por tus venas. Merece la pena mirar a los ojos del amado y ver ese mismo calor. Sentir su sonrisa frente a la tuya, vuestros rostros brillando juntos.
Su beso. Su abrazo. No por el placer del beso o el abrazo en sí, sino por el calor que dejan en tu persona, porque cada gesto, cada caricia, cada instante compartido, te hacen más grande. Más libre.
Más entero.
Soy afortunado. Conozco el amor. Lo vivo, Lo siento. Lo respiro.
Cada día.
Soy más afortunado aún. Porque sé que el amor no es una frontera, ni una barrera. No cierra puertas. No corta alas. Se entrega con libertad, y crece sin ahogarte. Y sé que un amor puede brotar junto a otro sin que se nieguen el sol o el oxígeno, y florecer de modos que nunca soñaste.
Y sí, duele. Ver sufrir al amado te desgarra, más aún si no puedes hacer nada por paliar su dolor, sólo estar ahí, para darle tu calor e intentar que sus heridas no le dejen insensible ni le hielen.
Amo y me aman. Tal vez más de lo que merezco. No reniego de un sólo instante de amor, aunque algunos traigan dolor. El dolor me recuerda que sigo vivo. Y que, si continúo caminando, es porque mis pasos tienen sentido.
Pienso seguir amando. Aunque duela. Y mucho.
Gracias por amarme.
Amar no es como comer o beber. No es como respirar. No podemos vivir sin oxígeno, sí vivir sin amor. Aunque vivida así, la vida no vale gran cosa. Puedes seguir caminando, pero no importará demasiado hacia donde te dirijas.
No es fácil. Nos cuentan tantas historias donde el amor triunfa ante los obstáculos, que acabamos por creernos que una vez das el primer paso todo sale rodado. y no es así. Más allá de la primera pasión, el amor tiene que crecer a su ritmo, y debes alimentarlo. Porque si lo das por supuesto, tal vez un día se apague y no seas capaz de saber en que momento empezó a escapársete de entre los dedos.
Duele. Eso no podemos controlarlo, porque hay otra persona implicada y a veces nuestro amor hace daño a quien nunca quisimos dañar. Porque no es comer, o respirar, no es mecánico ni aprendido, no sigue normas estrictas ni cauces confiables.
No sabes donde te llevará. No sabes si serás correspondido, si durará o te abrasará, si quedará un dulce rescoldo que te mantenga caliente o de pronto te sentirás vacío y helado.
Pero...
Merece la pena sentir ese calor. Ese fuego ardiendo por tus venas. Merece la pena mirar a los ojos del amado y ver ese mismo calor. Sentir su sonrisa frente a la tuya, vuestros rostros brillando juntos.
Su beso. Su abrazo. No por el placer del beso o el abrazo en sí, sino por el calor que dejan en tu persona, porque cada gesto, cada caricia, cada instante compartido, te hacen más grande. Más libre.
Más entero.
Soy afortunado. Conozco el amor. Lo vivo, Lo siento. Lo respiro.
Cada día.
Soy más afortunado aún. Porque sé que el amor no es una frontera, ni una barrera. No cierra puertas. No corta alas. Se entrega con libertad, y crece sin ahogarte. Y sé que un amor puede brotar junto a otro sin que se nieguen el sol o el oxígeno, y florecer de modos que nunca soñaste.
Y sí, duele. Ver sufrir al amado te desgarra, más aún si no puedes hacer nada por paliar su dolor, sólo estar ahí, para darle tu calor e intentar que sus heridas no le dejen insensible ni le hielen.
Amo y me aman. Tal vez más de lo que merezco. No reniego de un sólo instante de amor, aunque algunos traigan dolor. El dolor me recuerda que sigo vivo. Y que, si continúo caminando, es porque mis pasos tienen sentido.
Pienso seguir amando. Aunque duela. Y mucho.
Gracias por amarme.
lunes, 25 de junio de 2012
¡TETAS!
Desde hace años una historia sobre tetas aparece cíclicamente por la red y desaparece al poco tiempo. Se trata de un estudio médico que afirma que la excitación sexual provocada por mirar los pechos de una mujer diez minutos al día mejora la salud cardiaca y alarga la esperanza de vida del varón entre 5 y 10 años, según la versión de cada momento. Este informe, atribuido a investigadores alemanes, apareció por primera vez en 2007 y se publicó (y publica) en los grandes medios de prensa, lo que demuestra (una vez más) que las tragaderas de las agencias de noticias son desmesuradamente grandes.
No es necesario entender de medicina para darse cuenta de que se trata de un cuento chino. Para poner a prueba semejante hipótesis sería necesario establecer tres grupos de pacientes: uno sufriría a diario diez minutos de exposición a tetas, el otro no podría verlas bajo ninguna circunstancia y un tercero serviría para descartar el efecto placebo. Dado que basta con conectarse a internet para verse sumergido en un oceano mamario, veo muy difícil que un señor pueda mirar unas tetas exclusivamente durante diez minutos y en condiciones controladas salvo que lo encerremos en una habitación a oscuras, y para los traslados le coloquemos un ronzal de burro, no sea que pase al lado de un anuncio de desodorante-lencería-perfumes-dulcedemembrillo* y el experimento se vaya a hacer puñetas. El segundo grupo sería más fácil de conseguir, basta con hacer un casting de informáticos aficionados a los juegos de rol pero, para el tercero, la cosa es peliaguda, porque estos deberían creer que ven tetas, pero sin que fuera cierto.
¿Debemos excluir del estudio a los técnicos de mamografía, o a los cirujanos especializados en implantes mamarios? ¿La sobreexposición a las tetas tiene efectos adversos?
En el supuesto estudio no se especifica si las cualidades organolépticas de las tetas implicadas varían el resultado final. Y no es por ser puntilloso, pero no parece un modo muy científico de hacer un análisis ¿Vale cualquier par? ¿Sirven las de tu madre? ¿Con una sola tenemos la mitad de los resultados? ¿Da igual que sean grandes, pequeñas, firmes, caídas, juveniles, maduras...? ¿Influye el color de la piel, la amplitud de la areola, el tamaño del pezón, si éste está erecto o en reposo...? ¿Si en vez de dos ves muchas a la vez, tu salud mejora notablemente? ¿Si están siliconadas, no cuenta? ¿Basta con ver siempre las mismas dos tetas, o el corazón agradece la variedad?
¿Y qué me dicen de Benny Hill? El inglés que más tetas vio a lo largo de su vida murió a los 68 años de un problema coronario, cuando su corazón debería haber sido prácticamente inmortal.
Por otra parte sería necesario exponer a tres grupos de mujeres a la misma exposición dado que de media las mujeres tienen una mayor longevidad que los hombres, y si el factor tetas estuviera implicado eso tiraría por tierra el argumento de la excitación sexual, salvo que asumamos que todas las mujeres se excitan viendo las tetas de sus amigas, o las suyas propias.
Lo que me recuerda que las mujeres sois unas suertudas ¿Que queréis ver tetas? Os levantáis la camiseta y ¡ahí están!
En cualquier caso, éste es sólo uno de los muchos mitos sobre tetas que nos encontramos por la red a poco que raspemos un poco. Uno de los más extendidos es el del porqué de nuestra atracción por ellas. Según los freudianos, es un deseo motivado por nuestra asociación de la teta a la lactancia en los primeros meses de vida. Resumiendo el argumento, el bebé toma teta, es feliz, e identifica teta con felicidad, quedándole asociada a la figura materna. Y, como luego todo hombre desea follarse a su madre por no se qué de un griego llamado Edipo (mira que son raros los griegos ¿eh?), pues está todo claro, al pasmarse ante dos tetas el adulto revive el edipismo asociado al bienestar y la calidez y ¡zas! se empalma.
A ver, señores del diván. Si así fuera, los nenes criados a biberón no sentirían el más mínimo interés por los pechos femeninos y en cambio se pondrían burrotes al ver una tetina de goma. Y habría cienes y cienes de mujeres enamoradas de las tetas, las suyas y las de su prima. Y los hombres homosexuales tendrían sentimientos muy contradictorios, dicho sea de paso.
Luego está la discusión sobre el tamaño-forma-firmeza perfectos, como si las tetas fueran unos complementos de moda. Un tema que daría risa si no fuera por el daño que hace a la autoestima de millones de personas. Hace unos años estaba de moda en determinados ambientes prometerle a la niña unas tetas nuevas y bonitas si sacaba buenas notas en el insti. Por cierto, la RAE debería añadir al término bonitas el significado grandes hasta que a la cría se le lesionen las vértebras dorsales por el peso. Ojo, no tengo nada en contra de la mamoplastia, sé que a veces es necesaria pero llegado un momento parece que todo se centra en más, más, más, como en una carrera de armamentos. A ver, si tan importante es llenar las calles de tetas como sandías ¿porqué no empezamos ya a plantarselas también a los tíos? ¡Si será por falta de silicona!
Y luego están los mermaos que acusan a las tetas de todos los males del mundo, y pretenden ocultarlas bajo siete llaves, como el hojatolah Kazem Seddiqi, que declaró en abril de 2010 que DIos enviaba terremotos como castigo por los escotes de las mujeres indecorosas. Jennifer McCreight, una joven de mente inquieta y científica, decidió verificar la validez de esa hipótesis, para lo que propuso que el 26 de ese mes se celebrara el día planetario de los canalillos al viento, a fin de provocar un BoobQuake (Tetamoto, en mi humilde traducción).
El día llegó, las tetas disfrutaron del sol matinal y el frescor de la tarde. Mi chica (foto de apertura) colaboró en tan magno evento y, por añadidura, tuve el placer de conocer la genial sonrisa y maravilloso escote de mi amiga R. En cuanto a resultado del experimento, cero. Hubo terremotos, porque SIEMPRE hay terremotos en algún lugar del planeta, pero en ningún momento se superó la media diaria de esas fechas. Y aquí viene el punto más interesante, porque si extrapolamos adecuadamente los datos, el Tetamoto's day puede usarse como prueba de la inexistencia de Dios. Si la exhibición masiva de deliciosa y satinada piel por todo el planeta no trajo un aumento de la actividad sísimica, ésto sólo puede puede atribuirse a dos causas, mutuamente excluyentes:
A. DIOS NO EXISTE
B. A DIOS LE MOLAN LAS TETAS
La A no requiere explicación: si no hay Dios, podríamos sacar a la luz todas las tetas del planeta y eso no alteraría ni un infinitésimo el desplazamiento de las placas tectónicas.
La B parece razonable, ya que los sacerdotes de todas los cultos monoteistas insisten en el carácter masculino de Dios, luego si el bueno de Jahvé es hombre, es normal que le molen las tetas ¿no? Pero los mismos sacerdotes insisten en que Dios aborrece la impudicia. Y la Biblia lo dice muy claramente en el Levítico, porque aquel que contempla la desnudez de la mujer ajena (lo que incluye sus tetas) incurre en pecado mortal y su sangre recaerá sobre el pueblo.
Luego si a Dios no le molan las tetas, y no hubo terremotos extra el Tetamoto's day, sólo nos queda la opción A, ergo DIOS NO EXISTE.
Libradas pues las tetas de mentiras, infundios y oprobios, y demostrada por añadidura la inexistencia de Dios, sólo nos queda agradecer y ovacionar a sus dueñas. Yo no puedo presumir de ser un gran experto ya que hasta ahora sólo he conocido a nivel personal cinco pares, pero todas me parecieron y parecen maravillosas, en su variedad de forma, color, firmeza y tamaño. Porque tras ellas había cinco mujeres fantásticas que me concedieron el honor (qué digo el honor ¡el privilegio!) de compartir bellos momentos tetiles.
Gracias, señoritas. De corazón.
Y como colofón musical, un tema de esos montruos insignes del rocanrol patrio, dedicado a los más llamativos elementos de la anatomía femenina.
*Los cuarentones aún recordamos con vergüenza la lamentable campaña publicitaria de la chica de los membrillos
No es necesario entender de medicina para darse cuenta de que se trata de un cuento chino. Para poner a prueba semejante hipótesis sería necesario establecer tres grupos de pacientes: uno sufriría a diario diez minutos de exposición a tetas, el otro no podría verlas bajo ninguna circunstancia y un tercero serviría para descartar el efecto placebo. Dado que basta con conectarse a internet para verse sumergido en un oceano mamario, veo muy difícil que un señor pueda mirar unas tetas exclusivamente durante diez minutos y en condiciones controladas salvo que lo encerremos en una habitación a oscuras, y para los traslados le coloquemos un ronzal de burro, no sea que pase al lado de un anuncio de desodorante-lencería-perfumes-dulcedemembrillo* y el experimento se vaya a hacer puñetas. El segundo grupo sería más fácil de conseguir, basta con hacer un casting de informáticos aficionados a los juegos de rol pero, para el tercero, la cosa es peliaguda, porque estos deberían creer que ven tetas, pero sin que fuera cierto.
¿Debemos excluir del estudio a los técnicos de mamografía, o a los cirujanos especializados en implantes mamarios? ¿La sobreexposición a las tetas tiene efectos adversos?
En el supuesto estudio no se especifica si las cualidades organolépticas de las tetas implicadas varían el resultado final. Y no es por ser puntilloso, pero no parece un modo muy científico de hacer un análisis ¿Vale cualquier par? ¿Sirven las de tu madre? ¿Con una sola tenemos la mitad de los resultados? ¿Da igual que sean grandes, pequeñas, firmes, caídas, juveniles, maduras...? ¿Influye el color de la piel, la amplitud de la areola, el tamaño del pezón, si éste está erecto o en reposo...? ¿Si en vez de dos ves muchas a la vez, tu salud mejora notablemente? ¿Si están siliconadas, no cuenta? ¿Basta con ver siempre las mismas dos tetas, o el corazón agradece la variedad?
¿Y qué me dicen de Benny Hill? El inglés que más tetas vio a lo largo de su vida murió a los 68 años de un problema coronario, cuando su corazón debería haber sido prácticamente inmortal.
Por otra parte sería necesario exponer a tres grupos de mujeres a la misma exposición dado que de media las mujeres tienen una mayor longevidad que los hombres, y si el factor tetas estuviera implicado eso tiraría por tierra el argumento de la excitación sexual, salvo que asumamos que todas las mujeres se excitan viendo las tetas de sus amigas, o las suyas propias.
Lo que me recuerda que las mujeres sois unas suertudas ¿Que queréis ver tetas? Os levantáis la camiseta y ¡ahí están!
En cualquier caso, éste es sólo uno de los muchos mitos sobre tetas que nos encontramos por la red a poco que raspemos un poco. Uno de los más extendidos es el del porqué de nuestra atracción por ellas. Según los freudianos, es un deseo motivado por nuestra asociación de la teta a la lactancia en los primeros meses de vida. Resumiendo el argumento, el bebé toma teta, es feliz, e identifica teta con felicidad, quedándole asociada a la figura materna. Y, como luego todo hombre desea follarse a su madre por no se qué de un griego llamado Edipo (mira que son raros los griegos ¿eh?), pues está todo claro, al pasmarse ante dos tetas el adulto revive el edipismo asociado al bienestar y la calidez y ¡zas! se empalma.
A ver, señores del diván. Si así fuera, los nenes criados a biberón no sentirían el más mínimo interés por los pechos femeninos y en cambio se pondrían burrotes al ver una tetina de goma. Y habría cienes y cienes de mujeres enamoradas de las tetas, las suyas y las de su prima. Y los hombres homosexuales tendrían sentimientos muy contradictorios, dicho sea de paso.
Cielos ¿habrá alguna línea de estudio investigando la relación entre lactancia materna y lesbianismo de las hijas?
Luego está la discusión sobre el tamaño-forma-firmeza perfectos, como si las tetas fueran unos complementos de moda. Un tema que daría risa si no fuera por el daño que hace a la autoestima de millones de personas. Hace unos años estaba de moda en determinados ambientes prometerle a la niña unas tetas nuevas y bonitas si sacaba buenas notas en el insti. Por cierto, la RAE debería añadir al término bonitas el significado grandes hasta que a la cría se le lesionen las vértebras dorsales por el peso. Ojo, no tengo nada en contra de la mamoplastia, sé que a veces es necesaria pero llegado un momento parece que todo se centra en más, más, más, como en una carrera de armamentos. A ver, si tan importante es llenar las calles de tetas como sandías ¿porqué no empezamos ya a plantarselas también a los tíos? ¡Si será por falta de silicona!
Borrad eso. Si los tíos nos pusiéramos tetas, nos pasaríamos el día sobándolas con fruición, un espectáculo muy poco decoroso para tiernos infantes y santas monjas. Por no hablar de lo poco que saldríamos de casa.
_Cariño, que no llegamos al cine
_ Ay, hija qué prisas, déjame un poquito en paz, que tengo las manos ocupadas...
Y con lo competitivos que somos. Uf, quita, quita.
_¡Mira María, que las tengo más gordas que las tuyas, chincha y rabia!
Y luego están los mermaos que acusan a las tetas de todos los males del mundo, y pretenden ocultarlas bajo siete llaves, como el hojatolah Kazem Seddiqi, que declaró en abril de 2010 que DIos enviaba terremotos como castigo por los escotes de las mujeres indecorosas. Jennifer McCreight, una joven de mente inquieta y científica, decidió verificar la validez de esa hipótesis, para lo que propuso que el 26 de ese mes se celebrara el día planetario de los canalillos al viento, a fin de provocar un BoobQuake (Tetamoto, en mi humilde traducción).
A. DIOS NO EXISTE
B. A DIOS LE MOLAN LAS TETAS
La A no requiere explicación: si no hay Dios, podríamos sacar a la luz todas las tetas del planeta y eso no alteraría ni un infinitésimo el desplazamiento de las placas tectónicas.
La B parece razonable, ya que los sacerdotes de todas los cultos monoteistas insisten en el carácter masculino de Dios, luego si el bueno de Jahvé es hombre, es normal que le molen las tetas ¿no? Pero los mismos sacerdotes insisten en que Dios aborrece la impudicia. Y la Biblia lo dice muy claramente en el Levítico, porque aquel que contempla la desnudez de la mujer ajena (lo que incluye sus tetas) incurre en pecado mortal y su sangre recaerá sobre el pueblo.
Luego si a Dios no le molan las tetas, y no hubo terremotos extra el Tetamoto's day, sólo nos queda la opción A, ergo DIOS NO EXISTE.
Libradas pues las tetas de mentiras, infundios y oprobios, y demostrada por añadidura la inexistencia de Dios, sólo nos queda agradecer y ovacionar a sus dueñas. Yo no puedo presumir de ser un gran experto ya que hasta ahora sólo he conocido a nivel personal cinco pares, pero todas me parecieron y parecen maravillosas, en su variedad de forma, color, firmeza y tamaño. Porque tras ellas había cinco mujeres fantásticas que me concedieron el honor (qué digo el honor ¡el privilegio!) de compartir bellos momentos tetiles.
Gracias, señoritas. De corazón.
Y como colofón musical, un tema de esos montruos insignes del rocanrol patrio, dedicado a los más llamativos elementos de la anatomía femenina.
*Los cuarentones aún recordamos con vergüenza la lamentable campaña publicitaria de la chica de los membrillos
domingo, 10 de junio de 2012
¿QUÉ SABEMOS DEL PASADO? Escepticismo y paleontología (y III)
Suele debatirse si el T-rex era carroñero o cazador. El
león, que tenemos entronizado como señor de la caza, es un holgazán nato, y
siempre preferirá darse un banquete de carroña gratuita antes que correr tras una presa viva. La hiena manchada, que la gente señala como carroñero por
excelencia, es un cazador muy eficaz, y es mas normal que los leones
le roben la caza a las hienas que a la inversa. Si no podemos separar con claridad
ambos modos de vida en animales vivos ¿cómo vamos a hacerlo en criaturas
extinguidas hace millones de años?
Aquí tenemos otro titular
bien llamativo: predador prehistórico comía a sus presas vivas.
Primero, una afirmación así no resulta novedosa: cientos de
predadores modernos hacen eso, empezando por las ballenas y acabando por
las avispas. Además el que su mandíbula permitiría a este
animal arrancar grandes trozos de carne a su víctima, no implica que ésta siguiera con vida durante el proceso. Por supuesto vende más
la idea del monstruo descuartizando en vida al aterrado herbívoro, pero
ni es algo sorprendente, ni un hecho probado.

Tenemos la cuestión del aspecto visual de los
animales extintos. A priori, una buena reconstrucción se ajustará a la
información disponible en el registro fósil, y será más fiable cuanto más
detallado sea éste. Una vez más, es más fácil
recrear un animal si está más cerca de nosotros. A veces incluso contamos con
información de primera mano Como la que nos ofrecen las pinturas rupestres, que nos indican
que megaceros tenía una marca de color en la espalda, o que los leones de las
cavernas carecían de melena. Hace poco, por añadir otro ejemplo, se ha averiguado que las pinturas de
caballos salvajes cubiertos de manchas son sorprendentemente exactas en ese aspecto.

Puede parecer que los paleoartistas nos inventamos las cosas: no es así, pero es inevitable que te veas influido por las
ideas en boga, y que incorpores elementos que, a su modo, son ideológicos
antes que estrictamente científicos. Por ejemplo, sigue siendo muy normal
representar a los primeros humanos modernos con piel clara, como en esta soberbia imagen de Burian. Sin embargo nuestra especie nació en África y lo lógico sería que nuestros antepasados tuvieran la piel oscura. Esto se debe
a un prejuicio heredado del siglo XIX, cuando se presuponía que los hombres
blancos eran la cumbre de la evolución.
Hay veces que los detalles obedecen a puras decisiones estéticas, como en mi recreación de una pareja de neandertales: el pelo claro de la mujer fue una elección personal, simplemente quise darle
un aire más actual, y no había ningún motivo para suponer que no tuvieran ese
color de pelo. Pocos días después National Geographic publicó un estudio sobre la presencia de
cabello pelirrojo en neandertales. Hubo quien pensó que yo había accedido a esa información antes de ser publicada, pero fue una simple casualidad, como digo,
la elección del pelo fue totalmente subjetiva.
Como norma básica debemos recordar siempre que, en
condiciones normales, la piel o el color no se conservan, y la mayoría de los restos
se limitan a esqueletos u otras partes
duras. Lo mismo sucede con las plumas, la estructura de las escamas, las
crestas de tejido blando... Un caso como el de Anchiornis, en el que la
fosilización ha preservado no sólo el plumaje, sino indicios de su patrón de
colores, es tan excepcional que casi parece un milagro. Lo usual es interpretar
esos elementos en base a evidencias mucho menores, o por pura intuición.
Resumiendo un poco todo lo dicho, a la hora de valorar
una información paleontológica debemos
recordar que lo que se nos dice puede tener diferentes grados de
veracidad, en función de la información realmente aportada por los hallazgos.
La datación temporal en principio debe aceptarse: los métodos
empleados son fiables y contrastados, siempre dentro de unos márgenes de error
aceptables
La identificación de los restos igualmente debe considerarse
válida siempre y cuando hayan pasado por el proceso estándar de publicación, es
decir, la revisión por pares.
Los parentescos con otras especies modernas o extintas
pueden verificarse hasta un cierto punto: podemos establecer con bastante
seguridad la filiación de una especie, pero no podemos afirmar que sea
exactamente un ancestro directo ni un
descendiente. En ese sentido es preferible usar cladogramas antes que arboles
evolutivos.
Todo lo referente al comportamiento debe analizarse con precaución.
Algunos fósiles incluyen detalles muy concretos de la vida de una criatura,
otras características pueden extrapolarse con razonable seguridad, pero algunas
afirmaciones sobre el caracter o los hábitos de los seres extintos son
puramente especulativos, incluso gratuitos.
En cuanto al aspecto físico, en principio, debemos considerar que las
reconstrucciones son acertadas, pero dentro de un mismo abanico de datos
podemos encontrarnos reconstrucciones muy diferentes e igualmente válidasno debemos olvidar que incluso
los mejores paleoreconstructores tienen sus propios gustos y costumbres a la
hora de trabajar, y algunas cuestiones van un poco con la moda.
Y eso es todo. Espero no haberos aburrido y, si en algo
ayuda lo dicho a mejorar nuestro ojo
crítico a la hora de evaluar una información, podré darme con una piedra en la
boca.
Etiquetas:
dinosaurios,
medios,
Paleontología
domingo, 3 de junio de 2012
¿QUÉ SABEMOS DEL PASADO? Escepticismo y paleontología (II)
Los hábitos de una especie extinguida son muy difíciles de estudiar. Hay ocasiones en que la conducta, o al menos partes de la conducta, fosilizan. Las icnitas (huellas
fósiles) nos hablan de los patrones de desplazamiento de los animales (si
formaban o no grupos, si sus pistas se cruzaban o iban paralelas, si las
manadas tenían ejemplares de diferentes edades…). La dentadura, los gastrolitos
(piedras de digestión, como en las mollejas de las aves), los coprolitos
(ñordos fósiles) y los restos del contenido estomacal nos permiten averiguar
cosas sobre la dieta y los modos alimentarios. Las zonas de puesta y
nidificación permiten deducir datos sobre la reproducción. A veces se cometen errores: Oviraptor fue encontrado cerca de unos huevos fósiles y se supuso que los estaba robando, de ahí su nombre. Durante
décadas se le representó mangando en nidos ajenos, pero fósiles posteriores demostraron que esos primeros restos correspondían a una madre que murió defendiendo su
nidada. El nombre, tan injusto, ya no se puede cambiar, pero sí ha cambiado el modo de
representarlo, o al menos yo lo intento (como puede verse en la imagen que abre este post)
Hay fósiles realmente extraordinarios, como los ictiosaurios
que murieron pariendo a sus crías, lo que señala su ovoviviparismo; el de los dinosaurios combatientes
del
Gobi, gracias al cual sabemos que velociraptor (que pese a las
exageraciones del cine no pesaba más allá de 20 o 30 kilos) era en
cualquier caso un animal capaz de matar, y protoceratops, apodado la oveja
del cretácico, no era ni mucho menos una presa indefensa. O Meilong, cuyo
cadáver nos habla de comportamientos avianos en el cretácico inferior.
La anatomía nos permite deducir cosas sobre el comportamiento, como las posibilidades de movimiento o la capacidad de visión. La posición de los ojos nos dirá si podían ver de forma binocular, el tamaño de las cuencas está directamente relacionado con la capacidad de ver por la noche o en aguas profundas…Otros elementos de su esqueleto indican si el animal luchaba de forma activa (cornamenta, garras…) o se defendían de forma pasiva (armaduras, puas, mazas…) Los huesos pueden ser analizados de forma forense y hablarnos de de la vida que llevaría un ejemplar concreto, como en el sorprendente caso de The Big Al.


La anatomía nos permite deducir cosas sobre el comportamiento, como las posibilidades de movimiento o la capacidad de visión. La posición de los ojos nos dirá si podían ver de forma binocular, el tamaño de las cuencas está directamente relacionado con la capacidad de ver por la noche o en aguas profundas…Otros elementos de su esqueleto indican si el animal luchaba de forma activa (cornamenta, garras…) o se defendían de forma pasiva (armaduras, puas, mazas…) Los huesos pueden ser analizados de forma forense y hablarnos de de la vida que llevaría un ejemplar concreto, como en el sorprendente caso de The Big Al.
Podemos inferir algunos datos de forma indirecta. Aquí
podemos ver a homotherium, un sable europeo. Es un gran felino,
de un tamaño parecido al de una leona, así que recrear su anatomía no supone un
problema, más allá de adaptar sus movimientos a unas proporciones diferentes,
con predominancia de los brazos sobre las piernas. Lo interesante está en que
el análisis de su mandíbula* y sus dientes permiten establecer una hipótesis
razonable sobre el modo en que estos animales mataban a sus presas, pese a que
hoy en día ningún carnívoro presenta estas adaptaciones.
Hemos visto extrapolaciones y deducciones razonables. Más allá nos
metemos en la especulación con escasa o ninguna base. Cuando un autor nos
dice que T-rex era un audaz cazador, o un perezoso carroñero, que los
ictiosaurios temían adentrarse en aguas abiertas por miedo a los grandes
liopleurodones o que los velociraptores se comunicaban con elaborados sonidos,
está elucubrando sin pruebas : el registro fósil no nos dice nada acerca de la
actitud de un animal, o sus temores, mucho menos respecto a sus sonidos, si era
cariñoso con su prole o simplemente la toleraba cerca. De hecho a veces te
encuentras con planteamientos que son contrarios a la evidencia fósil, como en Jurassic Park 3, donde el espinosaurio es presentado como un feroz matador de
tiranosaurios, cuando su mandíbula le señala como un pescador al acecho.
No hace mucho salió a la palestra el hallazgo de un Cavernícola homosexual. La sexualidad del difunto se establecía
porque se le colocó sobre el lado izquierdo, cuando los hombres eran enterrados
sobre el derecho. Se extrapoló la orientación sexual de un individuo del
modo en el que fue enterrado, ya que si
se le puso en posición femenina, este esqueleto debía ser de un hombre
homosexual. Y algunos textos iban más allá, hablando de travestismo o
transgénero. Como mínimo es una afirmación arriesgada, y más cuando no siempre es
posible determinar el sexo de una persona en base exclusivamente a su
esqueleto. A todo esto ¿Un cavernícola? Hablamos de una cultura agraria de
hace unos 5000 años que, como se ve en las fotos del enterramiento, ya hacían
objetos de cerámica, así que el término cavernícola** está
pésimamente elegido.
* Este boestudio fue dibujado por Mauricio Antón, uno de los mejores paleoartistas del mundo, y un reconocido experto en felinos extinguidos.
**Gracias al Paleofreak por llamar mi atención sobre esta curiosa noticia
Etiquetas:
dinosaurios,
humor,
Paleontología
sábado, 26 de mayo de 2012
¿QUÉ SABEMOS DEL PASADO? Escepticismo y paleontología (I)
(Lo que sigue es un resumen de la charla que di en la eskepticamp de Madrid a finales de enero. Esperaba poder enlazar el video de mi presentación, pero debido a problemas técnicos parece que la mayor parte de las grabaciones de ese día se han perdido. Mis disculpas)
De cuando en cuando la prensa y los telediarios nos sorprenden con noticias sobre
paleontología. Estas pinceladas suelen centrarse en tres tipos de
criaturas: la fauna de megamamíferos del pleistoceno, los dinosaurios (ahí suelen meterse a capón los grandes reptiles voladores y marinos del mesozoico) y los homínidos. Lo normal es encontrarnos con titulares llamativos y contundentes.


Vayamos por partes ¿Qué elementos vamos a encontrar en una noticia de este tipo? y ¿qué validez podemos dar a cada uno?
Lo primero escuchamos cuando se produce un
descubrimiento es su antigüedad, es decir, su datación. Este es un punto al que
se aferraron durante décadas los creacionistas, ya que la identificación de un
determinado estrato del terreno se hacía en base a los fósiles que contenía, y
la antigüedad de esos fósiles se establecía de acuerdo al estrato en el que se
encontraban. Sin embargo los métodos modernos son independientes de
la estratificación, ya que se basan en la datación radiométrica. Resumiendo mucho la técnica, si en un objeto localizamos dos isótopos de un mismo átomo, uno de ellos inestable, y conocemos la proporción de estos isótopos en el momento de formarse la muestra, y el periodo de semidesintegración del isótopo inestable (es decir, el tiempo requerido para que el volumen de dicho isótopo se reduzca a la mitad) podremos calcular el tiempo transcurrido midiendo la proporción actual de dichos isótopos.
Hasta los 50000 años usamos la datación en base al C14, y a
partir de ahí se emplea la conversión del Potasio40 en Argón, las series de
uranio, o la conversión del rubidio 87 en estroncio 87. Estos métodos se solapan entre sí, y con otros métodos,
como el del recuento de varvas en zonas de sedimentación lacustre, o de anillos
arbóreos, lo que permite calibrar su precisión. Es decir, si tomamos una
muestra especifica y la sometemos a diversos sistemas de datación, y los
resultados son coherentes, sabremos que los métodos empleados funcionan
correctamente.
Visto lo anterior, informaciones como la que vemos en esta captura, referida a supuestas huellas humanas mezcladas con pisadas de estegosaurios, carecen de la más mínima credibilidad. Ningún científico serio
buscaría huellas humanas en un estrato cretácico, luego de partida la noticia
no lo es, sólo un bulo echado a rodar por la red por algún gracioso malintencionado.
Así pues, siempre que se apliquen correctamente los métodos de datación, la
información relativa a la antigüedad de un hallazgo debe considerarse correcta, dentro de los márgenes de fiabilidad de dichos métodos*.
La identificación de los restos es también bastante fiable. Para llevarla a cabo se usa la anatomía comparada, es decir, comparamos los restos encontrados con
seres vivos modernos y otras criaturas extintas ya clasificadas, lo que permite
establecer con bastante precisión sus relaciones de parentesco. Por supuesto
todo depende de lo completos que sean los restos, si son muy reducidos, podríamos llegar a extrapolar demasiado.
EL año pasado se anunció a bombo y platillo el hallazgo de una niña neandertal en Madrid. En este caso nos encontramos ante un ejemplo de exceso de celo por parte de los científicos, porque lo que se
ha encontrado son, exactamente, cuatro dientes de leche. Por supuesto podemos
precisar que son dientes humanos, y, dada la datación del hallazgo, sí, lo más probable es que sean de origen neandertal. Pero añadir que se
trataba de una niña pelirroja muerta por causas desconocidas mientras sus familiares formaban parte de una expedición de caza, ponerle nombre y hacerle, de paso, un
retrato, es, como mínimo, arriesgado**.
Veamos otro ejemplo más reciente, una noticia que vincula a
T-rex con Raptorex, un pequeño tiranosáurido de principios del cretácico. La
distancia entre estas dos especies es de nada menos que 60 millones de años. Con
una distancia temporal tan abismal, lo único que podemos afirmar es que ambos
pertenecen a la misma familia, y eso no es poco, pero de ahí a decir que uno
desciende del otro hay mucho camino. Y más cuando raptorex está representado
por un único ejemplar, presumiblemente juvenil, y su datación continúa en
estudio, ya que el análisis inicial pasó por alto algunos factores.
Por principio, debemos desconfiar de afirmaciones
categóricas del tipo desciende de o es antepasado de.
Salvo que contemos con restos que incluyan ADN, siempre nos movemos en el campo
de las hipótesis, más o menos fundadas, más o menos fiables. Y lo mismo vale
para cualquier noticia que incluya el término eslabón perdido***, un concepto victoriano que carece por completo de validez científica y suele ocultar
estafas o autoengaños. Amen de animaladas, como las del recorte de la izquierda, donde leemos perlas como mono lemur o la relación del hombre con los mamíferos.
*La gentuza que intenta defender la autenticidad de la síndole de Turín aduciendo a supuestos errores en la datación no sólo no aporta ni una sola prueba de dichos errores, sino que miente descaradamente. Según los sindonólogos y sus acólitos, el creador del método del C14, W. Libby, afirmó que esos análisis no se habían aplicado correctamente en el caso de la Sábana Santa. Dado que Libby murió en 1980, 8 años antes del análisis, está claro que quien afirma semejante cosa demuestra su mala fe.
** Empezando por el hecho de que los dientes de leche caen sin necesidad de que su poseedor muera, luego la presencia de esos dientes no indica necesariamente un enterramiento. Y desde luego sin un análisis genético no es posible determinar el sexo.
*** La presencia en un titular del término eslabón perdido permite evaluar con notable fiabilidad la falta de cultura científica del redactor: cercana a cero.
Etiquetas:
Ciencia,
dinosaurios,
Paleontología,
Racionalismo
Suscribirse a:
Entradas (Atom)