Mujer iroqués

jueves, 28 de febrero de 2013

ROCKO


Verano del 81. Se casaban los príncipes de Gales y el Hekla entró en erupción. Mis padres me dijeron que le recogeríamos en Madrid: lo traían mis padrinos de Lisboa, porque ahí costaba casi la mitad. Vivían en el mismo edificio que nosotros. Bajé, la puerta estaba entornada, entré y me oyó, acudiendo al trote a ver quién llegaba.

Había visto otros cachorros de pastor y me esperaba un bultito torponcete de orejas gachas. Pero por el pasillo venía uno especie de minizorrito, con orejotas gigantes y erguidas, patorras gordotas, mirada despierta y moviendo el rabo tan rápido que costaba verlo. Me cubrió la cara de lengüetazos. Tenía una curiosa manchita en la lengua, negra, del tamaño de una lenteja. Rocko. Mi hermanito peludo.

De vuelta al pueblo fue el caos, mis hermanas estaban alucinadas con el cachorrote y él alucinaba con todo lo que veía. Mi madre decidió que como mis otros hermanos estaban de campamento, Rocko dormiría en mi cuarto, en un cesto. A los cinco minutos lo volcó y se vino bajo mi cama. Yo tenía el pantalón doblado en el suelo: se tumbó sobre él y se hizo un ovillo, mordisqueando la hebilla del cinturón hasta dormirse. Creo que le tranquilizó notar mi olor a su alrededor.

Somos cinco hermanos, pero Rocko era cosa mía y de mi madre. En otoño, ya en Madrid, le di sus primeros paseos. Debió dar conmigo las nueve décimas partes de todas sus caminatas.

Al cumplir el año el cachorro era un alsaciano de casi 30 kg de peso. Plenamente desarrollado rozó los 50, era muy compacto. Empecé a hacer amistades en el parque, como mi vecina Helena, con la que apenas había hablado hasta entonces, y que fue mi primera amiga de verdad. Allí conocí años después a M y a PW, también paseando chuchetes. Sí, el de la foto soy yo. Y sí, tenía una capa (y un dudoso gusto en el vestir)

Verle correr y jugar era un gozo. A la vuelta del parque, al llegar al portal, cogia un curioso trote elástico, que yo llamaba el paso del perro feliz y despreocupado. Sólo se metió a pelear voluntariamente una vez: había otro pastor igual de grande, Lennon, y se llevaban bien, pero un día se les cruzaron los cables. Ambos dueños les llevábamos sujetos por la correa. Ambos rodamos por el suelo segundos después, mirando asustados como nuestros perros se enzarzaban. Nos costó miedo, dios y ayuda separarlos.

En el pueblo era el amo. Se debió follar a todas las perras de la zona: con lo cachas que estaba no había ningún macho que le hiciera sombra. Volvía de sus expediciones amorosas cubierto de basura porque solía ir de ligoteo al vertedero, y tocaba limpiarlo a manguerazos. 

Echaba la siesta conmigo, sobre mi cama. Recuerdo el corpachón a mi lado, su respiración tranquila, su mirada cuando notaba que me despertaba, como diciendo ¿vamos? Y su carita de porquéseñorporqué cuando le bañaba, las orejas gachas y el rabo caido hasta que le secaba bien y salíamos a la calle. Y de noche, sus ronquidos, en la puerta del dormitorio de mis padres, casi acompasados con los de mi padre, por cierto.

Mi abuela enseguida se llevó bien con él: se sentía a gusto con ese animalote peludo y cariñoso, que se echaba a sus pies y le daba calorcito en el invierno. Sólo hubo un pequeño incidente al comienzo. Cuando llamaban a la puerta, Rocko ladraba muy fuerte y muchos se asustaban al oírle y verle. Entonces le enseñé a coger un cojin al ir a la puerta, y sus guoufs amortiguados, más la estampa del perrazo ofreciendo un almohadón, tranquilizaba  a la gente. La yaya no sabía que el cojín en el que se había apoyado esa tarde era el favorito de Rocko y cuando llamaron al timbre, la pobre se llevó un susto cuando el cojín voló de su espalda. Pronto llegaron a un buen entendimiento, y cuando alguien llamaba el perro esperaba a que ella se echara para adelante antes de dar el tirón, y luego se lo devolvía meneando el rabo.

La niña de la foto es mi sobrina C. Con año y medio la encontré en el salón, untada de manos de chocolate, de pies a cabeza. Dije ¿qué ha pasado, C?. Ella, apurada, señaló al perro, que dormía feliz en el sofá, y dijo ¡el guau!. La miré muy serio y pregunté ¿el guau? y ella, avergonzada, bajo los ojos y murmuró ...la nena...

Al cumplir 9 años descubrimos que tenía un problema en las caderas. A los 10 empezó a costarle saltar, y meses después las escaleras eran toda una prueba. El verano siguiente no se fue al pueblo con mis padres: quedó conmigo en Madrid. Una tarde, tras la siesta, ya no pudo incorporarse: le dolía demasiado. Le bajé en brazos a la calle, allí se animó un poco, pero a la vuelta no pudo con los peldaños y le cogí de nuevo. Esa noche le metí en mi cama, el pobre temblaba como una hoja hasta que se calmó en mis brazos. Al día siguiente le llevé al veterinario.

La doctora me dijo que podía esperar fuera. Me quedé con él. Era mi perro, confiaba en mí, no quería dejarle solo en ese momento. Le abracé mientras le ponía la inyección. Sentí como se relajaba y su respiración se hacía más lenta. Se durmió. Luego noté como su corazón se detenía. Tenía 11 años. Yo tenía 26. Lloré toda la tarde. Ahora mismo, al escribir estas líneas, estoy llorando.

A veces sueño con Rocko. Me gusta. Sé que sólo es un sueño, pero es genial tenerlo conmigo por unos instantes. Y él siempre está contento de verme.

sábado, 9 de febrero de 2013

DIARIO DE LA PATERNIDAD RESPONSABLE (XIV) Y la nave va (lenta, pero va)


Lo de criar un adolescente se parece bastante a la metáfora del dos pasitos p'alante y un pasito p'atrás. Cada vez que piensas que has encontrado la ruta correcta, el buen viento que guiará el barco, te ves sin aviso encima de los bajíos y ¡hala! ¡A desembarrancar la nave! pero entretanto algo del camino se ha recorrido.

El tema de la alimentación saludable y variada, tantas veces mentada por pedagogos y nutricionistas  es especialmente costoso: lo malo no es que el adolescente medio pueda sobrevivir a base de macarrones y sanjacobos. Lo malo es que QUIERE sobrevivir a base de macarrones y san jacobos. O macarrones y pizzas. O macarrones y pizzas remojadas con coca cola. Ése es su concepto de una comida equilibrada, así que cuando intentas que la tan alabada dieta mediterránea haga acto de presencia en la mesa debes ir mentalizado para gruñidos, resoplidos, gestos de asco.

Por cierto ¿de verdad existió alguna vez la dieta mediterránea? Quiero decir, fuera de algún puebluco murciano, porque sí, queda muy cool lo de presentar una fuente de verduritas a la brasa y pescadito a la plancha, pero tengo muy claro que en estas tierras lo normal era echar al puchero lo que hubiera y añadirle algo de sustancia, sobre todo a base de cerdo* . Y si nos adentramos en las mesetas las verduritas chamuscás no aparecen por ninguna parte, y la cocina tradicional gana en espesores e hidratos, no en fibra (al atascaburras no le llaman así por cuestiones poéticas, puedo jurarlo)

Por suerte en esta casa el tema del diálogo constructivo tiene unos límites bien definidos, así que al tercer resoplido se responde con es lo que vas a comer, te guste o no, y si no te lo comes seguirá en el plato a la hora de la merienda, y frío. Gracias a eso nuestro vástago ingiere algo más que pasta y atun en lata. De hecho, y a regañadientes, ya confiesa que el pollo con verduras salteadas, las tortas de bacalao o la tartiflette (gracias, Teresa) lejos de resultar tóxicos son sabrosos y agradecidos de comer. Eso sí, cuando llega el día de los macarrones con atún brinca de pared a pared de pura alegría. El jodío podría deglutir atún en aceite a cucharadas casi sin respirar.

La cuestión vestuario tiene también sus asperezas. Vivo deseando que llegue ya ese bendito momento en que le preocupe su aspecto. Verle ir hacia la puerta por las mañanas y obligarle a dar media vuelta porque el pijama que ha olvidado quitarse le asoma por debajo de la camiseta del día de antes**, mal remetida en un pantalón de chandal dado la vuelta y con los calcetines (muy) desparejados acaba por resultar fatigoso. Y ya es casi de mi talla luego mis preciadas frikicamisetas empiezan a correr peligro ¡Y POR AHÍ NO PASO! ¡LA DE IÑIGO DE MONTOYA ES SAGRADA!

La higiene... ¿como explicarlo delicadamente? A ver, es un chico y los chicos son tirando a dejados. Quiero creer que las adolescentes son más miradas al respecto pero no tengo pruebas al respecto, si alguien puede aportarlas... Pero el caso es que ya no tengo que perseguirle por las mañanas para que se lave tras el desayuno y últimamente lo de ducharse sale de él, no hay que remolcarle camino del baño, así que poco a poco vamos llevándolo bien. Pero en el tema orden estamos un poco estancados: tiene la idea de que mientras haya espacio libre entre el suelo y el techo su dormitorio está bien recogido. Y por supuesto las órdenes inapelables de recoger son acogidas con escaso entusiasmo y rezongueos semiinteligibles, en los que suele destacar el epíteto tirano.

En cuanto a los estudios...  como digo, dos para adelante, uno para atrás. Al comienzo de este curso, su primer año en el instituto, le dejamos organizarse a su manera, pero se relajó demasiado y tuvimos que ponernos serios. Lo bueno es que él mismo vio venir el problema y ahora tiramos los tres en la misma dirección, así que creo que de momento el resultado es satisfactorio. Eso no quita para que la hora de ponerse a estudiar siempre le encuentre ocupadísimo en alguna importantísima tarea, como ordenar su cuarto (es muy curioso, no le entran ganas de ordenar hasta el instante en que le recuerdo que tiene que ponerse con los libros), explicarme las novedades de clase (idem de idem, su memoria parece activarse siempre en esos momentos) o correr al lavabo con una urgencia que se demora bastante (señores atuneros ¿podrían dejar de añadir tanta fibra a las latas? para mí que tiene efectos laxantes)

Por cierto, tras tres años de arduas prácticas con la flauta travesera, ya no suena como un gato torturado. De hecho suena bien, le está cogiendo maña a los dedos y tanto su profesora como nosotros estamos contentísimos. Y él, aunque le cueste reconocerlo

Y sobre esos asuntillos... bueno, parece que la cosa va bien y el chaval intuye ya lo importante de la discreción y la intimidad. De momento no me ha hecho consultas embarazosas pero los efectos de las hormonas son difíciles de esconder, con ese matojo rizado y renegrío (sólo ahí, me da que a ser tirando a lampiño) y su hermanito pequeño apuntando maneras, así que tarde o temprano me vendrá con alguna pregunta sobre una cosa que le pasa a un amigo de un amigo que me lo ha contado en el patio...

Pues eso, de momento la nave paterno-filial sigue su viaje, sorteando las aguas más turbulentas y procurando no dejarnos engañar por los remansos demasiado prolongados. Despacico, pero avanzando.

Seguiremos informando entre galerna y galerna.

*Llámese paella, fabes, cocido, olla podrida... el concepto siempre es el mismo, lo que haya, todo junto, que cueza lento y llene mucho.

** Es sorprendente como la ropa que le has dejado cuidadosamente colocada delante de sus narices se vuelve invisible en cuanto cae al suelo***. Y claro, si no la ves ¿para qué preguntar? te pones la del día anterior, suponiendo que te la hayas quitado y no esté debajo del pijama.

*** Puede que esa invisibilidad esté relacionada con el ingente volumen de trastos en el suelo de su cuarto. O sea, que a lo mejor realmente no la ve.

miércoles, 23 de enero de 2013

SEÑALES DE PELIGRO

Durante mi prolongada carrera he ido adquiriendo un sexto sentido profesional que a la larga se ha mostrado bastante útil. No es ningún poder mutante al estilo XMen, qué más quisiera yo, pero es una buena herramienta. Lo llamo el Radar de Marrones (BrownRadar, en su acepción internacional)

Aclararé que a mí, como ilustrador, no se me caen los anillos por hacer un diagrama de quesitos, un icono sencillito o un fotomontaje facilón. Sucede lo mismo si se trata de hacer cosas aburridas y mecánicas, de las de repetir muchos pasos una y otra vez hasta que consigues un resultado razonable. Si el cliente respeta mi profesionalidad, yo cumplo en la misma medida, y procuro esforzarme igualmente en lo menudo que en lo grande.

Ahora bien...

Una cosa es que alguien con quien tengo confianza me diga Peñitas, tenemos un marrón gordísimo entre manos ¿crees que puedes hacer algo? S, el mejor jefe de arte que he tenido, no duda en contar conmigo en esos casos, y para eso estoy, qué leches. Es más, voy a hacerme una tarjeta que en vez de ilustrador diga experto en marrones.

Otra muy distinta es que un mamonazo me intente meter por el culo su rabo, los huevos y parte de una pierna mientras insiste en que sólo busca mi felicidad.

Pues bien, hay ciertas formas de expresarse que delatan la trampa. Algunas muy evidentes, otras muy sutiles, y con la veteranía acabas adquiriendo un oído muy fino a la hora de distinguirlas. Veamos algunas, todas ellas entresacadas de mis archivos personales

Tengo un proyecto que te va a encantar, te va como anillo al dedo = Esta mierda no hay por donde cogerla y cuanto antes se la suelte a alguien antes me lavaré las manos

No sé explicarte lo que quiero pero para eso tú eres el artista = El título de art director me salió en una caja de phoskitos y cuando esto me estalle entre las manos te echaré a ti todas las culpas.

Es un encargo superilusionante* =  Es una cursilada infumable, más hortera que la puesta de largo de Barbie, pero alguien tiene que hacerla y te ha tocao, macho.

Queremos algo muy moderno e interactivo, que haga que cualquier lector se sienta identificado = Y una vez hayas acabado de limpiar los establos de Augías ya sólo te faltará matar a Gerión y Hera perdonará tus culpas.

Es tan fácil que casi no es trabajo = No vamos a pagarte ni un céntimo

No te va a costar nada hacerlo = No vamos a pagarte ni un céntimo 

Seguro que no te llevará ni cinco minutos = No vamos a pagarte ni un céntimo 

Este proyecto es transversal y multiparticipativo = No vamos a pagarte ni un céntimo

Va a ser muy mediático = No vamos a pagarte ni un céntimo

Te aportará mucho prestigio = No vamos a pagarte ni un céntimo

Vas a disfrutar muchísimo = te vas a aburrir como un imbécil, ah, y además no vamos a pagarte ni un céntimo 

Estas últimas son muy, muy habituales. Cuando te piden un trabajo y en vez de decirte lo que pueden pagar empiezan a marearte con que la presentación será en tal o cual sitio, y lo apadrinará tal o cual firma famosa, y se difundirá por las redes sociales más selectas y tendrá mucha relevancia multimedia y... significa que no vas a ver un céntimo. Ojo, no significa que no haya un céntimo, porque que el que te lo encarga va a cobrar, el de la imprenta va a cobrar, el editor va a cobrar y las azafatas de la recepción ante el nuncio apostólico van a cobrar. El que no cobrará eres TÚ

Los últimos casos fueron un representante de un grupo editorial que quería que les hiciera un centenar de ilustraciones para una colección de fichas sobre animales extintos a 25 euros cada una, y un tío que se presentó como productor de video profesional y esperaba que yo hiciera un cortometraje en 3D de unos cinco minutos de duración a cambio del prestigio, la posibilidad de participar en los encargos que surgirían a partir de ese cortometraje y las clases de inglés que, generosamente, estaba dispuesto a darme mientras yo iba haciendo el trabajo en un portátil en su estudio.

Segunda aclaración. EN OCASIONES SÍ HE TRABAJADO GRATIS. Y no hablo de hacer un favor a una amiga por su cumple o similares, sino temas profesionales. Como hace unos años, cuando unos profesores rurales de Argentina me pidieron ayuda para sacar unos folletos sobre paleo para sus alumnos. Fue un placer y un orgullo. O cuando una clienta se encontró con un marrón no presupuestado: es un hoy por ti y mañana por mí.

También acepté hacer gratis un trabajo cuando unos paleontógos me pidieron ayuda para hacer una ilustración sin un céntimo de presupuesto. Aquí sí me ilusioné y yo mismo les propuse ir más allá y hacer una recreación 3D con animación incluida. El tema me pareció muy atractivo, y supuse que aprendería con él y además me beneficiará a largo plazo, y así ha sido. De hecho el proyecto Hallucynocrisia ha sido uno de mis trabajos más interesantes de 2012 y, junto a los follasaurios, el de mayor difusión.

Esas personas no intentaron venderme burras de colores. No me endulzaron la pastilla ni fingieron estar haciéndome ningún regalo. Me pidieron un favor, y lo agradecieron en la medida que pudieron. Por el contrario, el de los 25 euros por ficha me insultó al hacerme esa oferta, porque estaba despreciando mi trabajo, como lo hizo el de no te llevará ni cinco minutos: si sé hacerlo en cinco minutos es porque tras esos cinco minutos hay 26 años de profesión.

Así que, si buscas un gilipollas, te ruego no pierdas tu tiempo ni el mío. Gasto callos, crío canas y cada día tengo menos paciencia. Si no piensas pagarme piratea mis imágenes, disfrázalas o fusílalas con todo el descaro, y asume las consecuencias. Pero no intentes follarme y que te de las gracias.

No me vendas burras de colores: las conozco y son todas de color panzaburra.


* El uso de palabros como superilusionante debería estar penado con cien latigazos. De los bien dados.



lunes, 7 de enero de 2013

MANOS


Como ya mencioné una vez, mis manos me fascinan.  Desde niño, me recuerdo observándolas, intrigado con sus movimientos y buscando sus posibilidades, que en esos tiempos eran sobre todo hacer figuras, sombras en la pared, buscar cruces extraños de dedos...

...nunca fui capaz de chascar los dedos, toda una infancia traumatizado por un defecto de fábrica.

Los niños del neolítico debían sentir la misma fascinación. Hay cientos de imágenes de manos infantiles en las cuevas y refugios, obtenidas por el conocido sistema de soplar color sobre el dorso y dejar el negativo en la roca. Las cosas no han cambiado tanto, los niños actuales siguen haciéndolo y a la que cogen un soplador de tinta, se repite el mismo acto, igual que hace cien siglos.

Me pasaba la vida dibujando. No tenía pandilla, así que fuera del colegio me buscaba el entretenimiento solo. Dinosaurios, barcos, mamuts, aviones, tanques, superhéroes, brutos mecánicos de MazingerZ... para cuando llegó a nuestras pantallas el puñetero robot japonés yo ya tenía claro que podía hacer más cosas con las manos que otras personas. No sólo dibujaba, también me entretenía moldeando con plastilina o arcilla. Tenía siempre las uñas llenas de mugre de colores, para desesperación de mi madre.

Paradójicamente, no me salían bien las manos. Creo que no hay una parte del cuerpo más compleja de retratar, me llevó años dibujar una mano decente, sigue siendo un martirio.

Nunca pensé que me ganaría la vida con las manos. Creí que me dedicaría a la biología, que excavaría dinosaurios o que trabajaría en el campo. Pero mientras estudiaba para perito agrícola empecé a sacarme algunas perrillas dibujando, y cuando me titulé ya había dado mis primeros pasos como profesional. No me arrepiento.

No me gusta que me llamen artista. No lo soy, yo soy un artesano. Trabajo con las manos. Y me enorgullezco de ello. Es agradable sentir que pones parte de ti en cada trabajo, y que el resultado sería distinto si lo hiciera otro. Y aún más gratificante es comparar lo que hago ahora con lo que hice hace años, y comprobar que, por poco que sea, sigo mejorando.

Me gusta pensar que aún me queda mucho camino por delante para llegar a ser bueno.

Cuando estiro mis dedos y crujo mis nudillos me gusta pensar que son algo más que parte de mi cuerpo: son herramientas de precisión, y al mismo tiempo son fuertes, duras.

Son bonitas: me gustan mis manos. No ganarán un premio de belleza pero no son un puñado de dedos sin vida. He estrechado alguna vez esas manos, blandas, gomosas, frías... las mías no son así, tienen fuerza, tienen vida.

Me conectan. Muestran cosas que los ojos no ven.

Tomo una piedra, un trozo de madera y siento su textura, su forma. A veces cuentan historias. Siento el papel bajo mis dedos al leer, el pelaje de un animal al rascarle, el tacto de su hocico cuando me estudia.

Doy un masaje y dejo que mis dedos lean. Siento músculos, tendones, huesos, vasos... veo bajo la piel. Noto donde se forma un agarrotamiento, profundizo, noto las fibras contracturadas, siento como reaccionan a la presión, veo el punto de dolor cuando encuentro su centro. Y a medida que lo deshago noto como los músculos van relajándose y la tensión cede. Y no necesito mis ojos, podría tenerlos cerrados todo el tiempo y seguiría viendo con mis dedos.

Y si es un masaje relajante, siento como ese cuerpo se acomoda bajo mis dedos, como su piel se vuelve más cálida y la respiración más suave. Noto su confianza en mis manos. Me gusta.

Mis manos acarician. Mi cuerpo, mi piel. Otros cuerpos, otras pieles. Te acarician.

Nunca soy tan consciente de mis manos como cuando te acaricio.

Despacio, notando antes de rozarte el calor de tu piel. Luego su tacto. Su suavidad aterciopelada.

Trazo un camino por tu vientre, redondeado y firme. A veces sigo viejos caminos, otras descubro rutas nuevas, me gusta hacer mapas con mis dedos y saber que mañana habrán cambiado.

Siento como mis manos recogen tu calor, y dejan más tras de sí. Cierro los ojos e imagino trazos brillantes tras mi camino, dibujo tu cuerpo sin mirarlo.

Se detienen al sentir un ligero estremecimiento. Lo sigo, lo enmarco y dejo que mis yemas lo amplifiquen, y tu estremecimiento sube por mis brazos y se extiende por mi piel.

Buscan el calor como las mariposas la luz. Bajan desde tu cuello, recorren tu pecho y notan como cambia la piel al llegar a la areola. Si me demoro unos instantes mis dedos se vuelven cálidos, tú los calientas. Puedo notar tus latidos. Y los míos.

Si bajan por tu vientre encienden una hoguera en mi piel. Y en la tuya. No hay caricia más dulce que sentir el tacto de tu placer. Tu temblor, la tensión que crece poco a poco y el instante en que se descarga. El modo en que tu cuerpo besa mis dedos.

Mis manos pueden decirte te amo, sin necesidad de palabras.

Las tuyas también lo hacen. Calladamente.

Creo que podría vivir sin mis ojos. Sería duro pero no imposible.

No podría vivir sin mis manos. Las necesitaría hasta para quitarme la vida.

lunes, 24 de diciembre de 2012

OTRO AÑO QUE PASA...


... y tras años de recibir malas noticias diariamente empiezas a pensar que en realidad nunca será de otra manera, que ya todo será gris.

Pero me niego a dejar de ver en color. Pese a todo disfruto de mi vida y quiero creer que he logrado que las personas a las que quiero hayan disfrutado un poco más, por escaso que sea ese poco.

Disfruto tocando las narices de palabra y obra, con Teteras y Mahomas, a los que sienten que la risa es una imperdonable ofensa a la santidad de sus creencias. Francamente, si no queréis que nadie se ría de vuestras creencias tenéis dos caminos: guardaroslas para vosotros o dejad de creer en cosas que llaman a la risa.

Disfruto haciendo mi trabajo lo mejor posible en todo momento, y he tenido el placer añadido de que mi esfuerzo sea valorado. Sé que soy un privilegiado y no me avergüenzo por ello. Y mientras pueda seguir trabajando, haré lo que esté en mi mano por seguir disfrutando.

Disfruto con cada mínima luz que nos llega. Hace poco el Tribunal Constitucional nos dio una, ratificando el derecho de la gente a amarse y aún me dura la sonrisa al ver a la caverna enfurecida y vociferando.

Disfruto pensando, hablando y escribiendo, sea en el mundo real o en el virtual.

Disfruto aprendiendo, y este año he aprendido mucho. Sobre mí mismo, para empezar.

Disfruto viendo a mi hijo salir poco a poco adelante pese a muchos patinazos. Si tengo que sumarlo todo, hoy es un poco mejor y más maduro que el año pasado, y no ha perdido ni un gramo de alegría, así que todos los sinsabores compensan sobradamente.

Disfruto sabiendo que mi chica es peleona, obstinada y valiente. Y disfruto sabiendo que mi hijo lo ve y aprende que nadie regala nada si no estás dispuesto a luchar. Aunque solo sirva para que nadie pueda decir que no luchamos.

Disfruto sabiendo que mi familia, mal que bien, va tirando hacia adelante. Lo más duro ha sido ver partir a mi hermano Suso, Teresa y toda su chiquillería. Les añoro, sobre todo a mis sobrinas Ale y Yancy, pero sé que están bien y eso vale por todas las añoranzas posibles.

Disfruto de mis amigos. Es triste ver como algunos se quedan por el camino, cuando comprendes que ya nada te unía a ellos salvo unos recuerdos y en realidad la persona que te está hablando es una extraña. Pero los que no te han desengañado y los nuevos que vas haciendo te dan calor sobrado para seguir caminando.

Disfruto del calor de gente diversa y variada, cuando todo el mundo aboga por lo homogéneo y gris. Disfruto descubriendo que en medio de toda la mediocridad y estupidez que nos rodea, sigo encontrando personas inteligentes, decididas, bellas y capaces de reírse. Y de reírse de sí mismos, la más sana de las risas. 

Disfruto porque apenas hace año y medio que conocí a HonkyMiss y descubrir que es mi amiga más íntima es toda una conmoción. Justo cuando piensas que nada puede sorprenderte, el azar hace que dos caminos se crucen y te llena de asombro. Disfruto el asombro y comprendo que aún me esperan sorpresas y no puedo dar nada por supuesto.

Disfruto quitándome equipaje de encima. Porque hay cosas que simplemente son eso, cosas, y no necesitas arrastrarlas contigo.

Disfruto de una buena charla, de una fiesta, de un paseo, de un beso, de un abrazo, de una sonrisa.

Disfruto todos los días cuando voy a dormirme y noto que me quedan ánimos para levantarme al día siguiente. No sé si durará, ni cuanto, pero sigo notándolo. Y me gusta

Veremos si dentro de un año me quedan fuerzas para escribir. De momento aún las tengo. Y las disfruto.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

NAVIDAD, BLANCA NAVIDAD (o lo que queda de ella)


(La versión inicial de esta entrada se publicó en el blog de Dominación donde encontraréis otras alegres historias sobre fiestas religiosas)

Ya se acercan, niños, las felices fechas navideñas, cuando recordamos el milagroso acontecer de Jesús, adornamos el Árbol y festejamos la llegada de los pastores a adorar al niño, seguidos de los Reyes de Oriente cargados de presentes. Días familiares, para montar en conclave un precioso y nevado Belén con su angelito, su pozo, sus patitos, sus ovejas y una preciosa Estrella guía.

Bueno, no voy a asombrar a nadie si, como ateo, considero todo lo anterior como una solemne majadería. Ni existen angelitos, ni nieva en Belén, ni, de acuerdo a la versión editada y corregida por el Papa de Roma, Dios hizo volar por los aires las capas exteriores de una desdichada gigante roja para que la usaran como GPS unos pastores que debían conocerse los caminos de la zona mejor que sus pollas* ni unos reyes sabios que tan sabios no debían ser, ya que fueron preguntando el camino en vez de mirar los carteles, y mira que los romanos señalizaban bien las cosas.

(Las escrituras no aclaran el número de Sabios de Oriente, ni les da título de Majestades. Se decidió que eran tres a finales del medievo, pero ya puestos podían haber dicho que eran doce, y que la caravana llegaba hasta Damasco, y que además traían seismil cuatrocientos pajes y miles de elefantes cargados de marfil, rubíes y uranio. Y un helicóptero. Para mi humilde pensar, tres camellos, tres reyes y tres pajes quedan poco majestuosos)

A ver, no se trata de que el evento no sea verosimil. Que no lo es, por mucho que SS. SS Benedicto Equisuvepalito haya intentado darle credibilidad, suprimiendo seres imaginarios como unicornios, mulas, bueyes y estrellas con cola. Que para mí tenía más gracia con el ganado, ojo, pero si el Papa dice que los bueyes y las mulas no existen, pues no existen, que para eso es el Papa, y no como Rouco, un vil gran visir que quiere ser Papa en lugar del Papa.

 Es que aunque Ratzi me enseñara la partida de nacimiento, y una foto firmada por Darth Vader sosteniendo al Niño y diciéndole cuchicuchicuchi ¿quien es tú papá, preciosidad? la cosa seguiría chirriándome. Porque lo del portal, los pastores y, sobre todo, las fechas elegidas, huelen muy mal. Es más, de haber una buena oficina de registro de derechos en tiempos de Nerón, la Iglesia hubiera tenido que hacer frente a una demanda judicial de las de muchos, muchos denarios.

En tiempos de la expansión del cristianismo por el Imperio, había otros cultos que tenían mucha aceptación esntre las clases populares, y más concretamente entre las legiones. Y las legiones, queridos alumnos, eran un target preferente para hacer conversiones

... un momento... ¿los curas se iban a predicar a campamentos llenos de romanos depiladitos, en minifalda y con arreos de cuero?.... bueno, de eso podemos hablar otro día...

La cuestión es que entre las tropas estaba ampliamente extendido el culto de Mitra, mucho más que el cristianismo. Eso era un problema porque no es lo mismo desollar a una filósofa entrada en años que hacer lo mismo con 6000 señores hechos, derechos y bien armados, así que los obispos decidieron tratar la cuestión del mitraismo con cierta mano izquierda. Y resulta que el dios Mitra, que no es un Dios creador sino un Dios Hijo, engendrado por el Sol Padre, viene al mundo en una cueva un 25 de diciembre (cosas de ser un dios solar, mirushté) y es adorado por unos alegres pastorcillos a los que les es anunciado el nacimiento por... sí, lo sé, suena familiar ¿verdad?

En vez de condenar abiertamente el mitraismo, lo que les hubiera granjeado graves problemas (los señores con espada, por muy minifalderos que vayan, suelen ser poco razonables) los obispos optaron por el sincretismo, calzando una fiesta similar al nacimiento de Mitra en las mismas fechas y adornándola con elementos parecidos. No adoptaron, en cambio, la costumbre mitraica de degollar toros para banquetear por aquello de que los toros salen tirando a carillos. En su lugar vendieron la idea de que la felicidad y los banquetes vienen después, en la otra vida... vamos, que el cristianismo venía a asemejarse a una demo, prometiendo más para luego, para la versión de pago que aún estamos esperando.

No es el único mangoneo navideño. En esas fechas se celebraban en Roma las Saturnales, la fiesta preferida de los esclavos, ya que se les eximía de trabajo y podían celebrar opíparos festines. Los esclavos eran otro coto de conversiones para los primeros cristianos, así que la cena-comida de Navidad fue reemplazando al banquete saturnal. Ahí no hubo más pezones que dejar las viandas, porque si tras bautizar a un esclavo le dices que le vas a cambiar la mejor comilona del año por una deliciosa jornada de ayuno y oración lo más probable es que te sorprendas al descubrir que la pila bautismal cabe holgadamente en tu culo.

Debo desmentir un punto que suele mencionarse en estas fechas. Lo de que el árbol de Navidad fue un remedo de los árboles que se adornaban por las saturnales y bla, bla, bla... señores míos, el primer arbol pascual no se vio en Occidente hasta el siglo XVI, y pocas saturnales debían celebrarse en esas fechas, pocos romanos minifalderos habría por la zona, y menos aún en Alemania, que es de donde nos viene la estúpida costumbre de torturar a un abeto incinerándolo con lucecicas incandescentes y adornándolo con espumillón y cojoncillos de colores.

Por cierto que lo de los tres reyes magos, mencionado más arriba, podría ser un préstamo directo del judaísmo, ya que a Abraham y Sara les fue anunciado el nacimiento de su hijo Isaac por tres sabios que les visitaron en su campamento (se ve que los desiertos están llenos de sabios despistados y si no pones por ahí una supernova no saben salir)

Pero resulta que no, porque según Susan los reyes magos no vienen de Oriente (¿?) sino de Occidente (¿?¿?¿?) y más en concreto de Tartessos (¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?). Cágate lorito

O en su versión bilingüe, Shit you, little green exotic bird.

Pongo a Mitra por testigo que no hay una sola alusión a Tartessos en el Nuevo testamento. Hay alguna referencia en Reyes, en concreto cuando la construcción del templo de Salomón, pero en tiempos de Augusto Tartessos llevaba ya varios siglos enterrada debajo de alguna ciudad fenicia que a su vez yacería bajo alguna ciudad griega que estaría entonces convirtiendose en ciudad romana. O sea, que no. Y espero impaciente a que el Papa me explique porqué precisamente de Tartessos, y no de la última Thule o, puestos a fardar, de la Atlántida, Cimeria o Lemuria, para animar a los frikies más patéticos a unirse a las celebraciones.

Además, después de decir que los Reyes Magos eran del Betis, el Papa va y nos suelta que no son Reyes ni magos, y que en realidad son simbólicos ¿pero esto que es? El Belén se nos ha quedado en nada.

Recapitulemos. Fuera el portal, remedo de la cueva de Mitra, fuera el buey y la Mula, fuera la absurda estrella con faralaes, los pastores desperdigados por el corcho porque sin estrella no saben llegar y los reyes magos metafóricos viniendo de occidente, sin camellos, sin pajes, sin corona y bailándose un fandango. Y por supuesto, adios al árbol. Menos mal que Bene no se ha hecho con un mapa meteorológico de la zona porque entonces el mercado de la harina, elemento tradicional para nevar el Belén, sufriría una crisis dentro de la crisis.

¡Santidad, pare ya, que nos jode usted las fiestas!

Por suerte hace ya décadas que me negué a poner belenes/árboles/colgajillosconpelotascharoladas y mi política de resistencia pasiva** ha dado sus frutos, así que no tengo que preocuparme de las opiniones vaticanas. Donde no hay Belén, no se pueden quitar figurillas. Pero no dejo de lamentarme por los pobres niños, hijos de fieles católicos, que verán castrado por orden papal el feliz momento de colocar pastores en tropel, y la ordenada caravana de camellos y pajes...siempre chicos con ceñidas calzas, en plan sota de bastos... ¿porqué los Reyes los reyes nunca contratan chicas para traer los regalos?***

Pero al menos los pastorcillos siguen dispersos por ahí, y podrán seguir follándose a las ovejas, como he visto hacer en alegre zarabanda en más de un belén y más de tres.

Y siempre nos quedará el Caganer****

Felices fiestas, amiguitos.

Actualización a 25 de diciembre: mi madre opina que el Papa se equivoca en lo del buey y la mula porque, como es hombre, no entiende de partos. Si María iba de 9 meses la pobre apenas podría dar un paso, luego iría en mula. Y con la pelona que estaba cayendo no iba a dejar al animalico fuera de la cueva, pasando frío, luego mula, al menos, había. Y debo decir que es un argumento i-rre-fu-ta-ble.

Tome nota y aprenda, Santidad.

*Por romántico que suene, el oficio de pastor es de hacerse muchas pajas. Quizás de ahí venga la imagen de los pastorcillos acercándose al belén mientras tocan la zambomba. Y eso podría explicar, por añadidura, porque todo el terreno aparece como nevado, que son muchos pastorcillos.

**Resumida en la frase YO NO LO PUSE Y YO NO LO RECOJO.

*** No seamos mal pensados, quizás no contratan chicas porque decir “camellos y pajas” no suena muy bien.

**** Hasta que el Papa decida que los señores cagando también son seres mitológicos y/o metafóricos, que todo puede pasar.

martes, 20 de noviembre de 2012

DIARIO DE LA PATERNIDAD RESPONSABLE (XIII) (Malas) razones para tener descendencia


A lo largo de mi (no siempre acertada) experiencia parental, una y cien veces me he encontrado ante el espejo, haciéndome la misma pregunta.

¿Cómo me metí en este berenjenal?

Pese a mis desvelos, he sido incapaz de hallar una respuesta positiva. No hubo una razón específica que nos moviera a ser padres. Simplemente lo hablamos y no vimos motivos para no hacerlo.

Esto, por mucho que nos vendan burras de colores, es lo usual*. Decides tener un hijo y ya está. Bueno, o sucede que ponerte gomita o tomar pildoricas te molesta, follas a pelo, y un día descubres que lo de las pollasabejitas y los coñosflores era cierto. Como queda mal decir vamos a tener un hijo porque somos idiotas te buscas alguna justificación, mencionas algo del reloj biológico y santas pascuas.

Pero hay gente que sí, necesita buscar un motivo, y realmente cree esos cuentos sobre la belleza de la maternidad, la felicidad de tener hijos y sentirse realizados.

Bienvenidos al parque del terror, criaturicas: cuando la gente busca excusas para reproducirse, el determinismo biológico parece una opción racional y sensata. Porque las razones por las que una, dos o más personas (que de todo puede haber en la viña del señor) se lían a traer niños al mundo son, por decirlo suavemente, ingenuas cuando no estúpidas*.

Demos un repaso a las más usuales.

Perpetuar mis apellidos. Hay gente que ve su legado familiar tan impresionante que su deber para con la Historia es transmitirlo a una nueva generación. A ver, alma de cántaro, el universo seguirá dando vueltas aunque se extingan los García, los Smith o los Dupont. Otra cosa es que tu mami sea señora adinerada y en su testamento haya cláusulas del tipo y aquel que antes diera heredero varon a nuestro linaje, se hará merecedor de todos mis bienes. Pero mamis de esas quedan pocas, y a veces les da a por huir con un cubano y fundirse la pasta, así que, por favor, piénsatelo dos veces antes de poner tus gónadas en el asador.

Compartir nuestro amor. Vuestro amor es tan grande y maravilloso que retenerlo sólo para vosotros os parece mezquino. Y en vez de quedar con unas cuantas personas de confianza para compartir ese amor de forma desinteresada y dionisíaca, se os mete en la cabeza la idea de tener un retoño para abrumarle de cariño y cuidados. Pero sucede, queridos, que vuestra soñada vida familiar al estilo Sonrisas y lágrimas no va a estar llena de canciones por los alpes, sino de cacas, meos, vomitos, noches en vela, instantes del tipo te-toca-a-ti... y eso durante el primer año, que se supone que es el bueno, que luego llega la parte de la crianza, las rutinas y la paciencia ad infinitum.

Eso sí, si vuestro amor sobrevive a esta experiencia, es realmente sólido y durará. 

Cimentar nuestro amor. O sea, como tenéis dudas, las cosas no acaban de cuajar y en el fondo os da miedo asumir que a lo mejor os habéis equivocado, en vez de coger el toro por los cuernos vais a soltar en medio de la marejada un bebé, a ver si os sirve de flotador.

Aceptemos la realidad: los niños adoptados tienen más derechos que los biológicos, porque a alguien capaz de pensar que un hijo es una tirita, habría que retirarle los genitales a título preventivo.

Hay una variante de lo anterior aún más aterradora. Porque algunas personas, ante la posibilidad de una ruptura, preñan o se preñan para salvar su pareja. Y así nace un bebé que será visto como un grillete con bola de plomo por uno de sus progenitores, y esgrimido por el otro como escudo ante cualquier crítica o disputa. ¡Bienvenida a una vida de mierda, personita! tu psicoanalista de cabecera te espera frotándose las manos.

Mi vida es perfecta y un hijo hará que sea aún más perfecta. Esta gente vive la fantasía de que su vida seguirá siendo chupimolona y además habrá un dulce bebé gorjeando en sus brazos. No es culpa suya, las revistas de maternidad, con esos fotos de bellísimas madres y bebés cuquísimos alimentándose de tetas sonrosado-redondeadas hacen mucho daño. Si eres mujer piensas yo quiero ser así de guay (y si eres tío yo quiero esas tetas tan guays)

Malas noticias: despídete de tu vida de ensueño. Un bebé no es un adorno ni un juguete y ¡oh, sorpresa! no tiene botón de off, así que al acabar el día te arrastras miserablemente a la cama confiando en que te deje dormir al menos un par de horas seguidas, por aquello de que no se te caigan los ojos al suelo, y en general resulta una esperanza es falaz**.

Los que Dios me dé. Vale, valiente, pues disfruta de la experiencia, que Dios cuando se pone puede ser muy dadivoso. No os sorprenderá saber que mi opinión sobre los padres de niños-tirita se aplica igualmente a los que hacen lo que ordene su amiguito imaginario.

Mi hijo será el báculo de mi vejez. Errrr... ¿como decirlo sutilmente? No confiéis en alguien a quién aún no conocéis. Si tenéis miedo a la vejez, procurad estar preparados: haced ejercicio, manteneos en la mejor forma posible, abrid un plan de pensiones ahora mismo y customizad el coche con unas cuantas planchas de blindaje, paneles solares y una torre con ametralladora ¡MadMax a tope!

Si luego, después de todo, vuestro hijo está a vuestro lado, os llevaréis una grata sorpresa y él tendrá un buga molón.

Porque no tengo voluntad. Sin excusas, ni relojes ni leches. Hay gente que tiene hijos porque no se atreve a decir NO cuando su pareja se lo propone. Sé de uno que no quería tener hijos y, según sus propias palabras, lo negociaremos. Tiene cuatro y confío en que nunca lleve la negociación salarial de su empresa***.

Sinceramente, si tenéis que buscar un argumento para defender vuestra decisión de dejar algunos cromosomas a la posteridad, tenéis un serio problema. Sospecho que quien lo hace en el fondo piensa que se está equivocando, pero busca algún modo de disimularlo. Y no creo que sea una buena política. Yo, como padre, no veo nada malo en serlo, creo que soy feliz y pienso que mi vida es buena. Pero sé que de no haber tenido hijos mi vida no sería mejor ni peor. Sólo distinta.Y no me siento un monstruo por pensar así.

Los hijos simplemente suceden. Si es vuestro caso, tragad saliva, mantened la frente alta y no os comáis la cabeza. Y no os asusteís demasiado. Suele salir bien.

*Hay quien en un momento dado se plantea el dilema de los hijos, sopesa friamente los pros y los contras y decide de forma enteramente racional. Estas personas se llaman marcianos y tienen la fea costumbre de secuestrar frikis para practicarles sondas anales.

**Salvo que estés podrido de pasta. Entonces alguien te lo cría mientras sigues adelante con tu vida a tope, parando un par de veces al día para jugar con la criaturica mientras tu niñera, friega los baños, a ver si la muy holgazana piensa que la pagas para hacer el vago, que la gente sólo quiere vivir del cuento. 

*** Esa es la gente que un día va al trabajo con una recortada y masacra a toda la oficina. Luego los supervivientes dicen parecía tan normal...