Mujer iroqués

martes, 11 de mayo de 2010

Algunas recomendaciones (I)


Un amiguete me ha recomendado añadir un breve diccionario cuando haga una entrada sobre paleontología para que todos sepan de qué leches estoy hablando. Dado que el espacio requerido haría que mis textos, de por sí largos, se volvieran inacabables, creo que es mejor ofrecer algunos consejos para aquellos que quieran meterle el diente a la ciencia sin renunciar al placer (el de la lectura, los otros placeres son asunto de cada cual y sus circunstancias).

Empezando por la paleontología, Dinosaurios, señores del pasado de Jose Luis Sanz (Martinez Roca) es una buena guía para no perderse en la maraña de fósiles que tanto amamos los paleofrikeros. Si el lector prefiere libros profusamente ilustrados tenemos el Larousse de los dinosaurios, iluminado por el genial Raul Martín. Y en la misma colección podemos encontrar el Larousse de los mamíferos, con dibujos de otro de los grandes, Mauricio Antón.

Para los que como yo gustan de rebuscar en tenderetes de ocasión y libreros de viejo, propongo el reto de capturar el clásico de Adriand Desmond Los dinosaurios de Sangre caliente (mi ejemplar es de P&J, colección Muy Interesante). Para abrir boca, sólo diré que sin este libro Jurassic Park jamás hubiera existido.

Si queréis iniciaros en el campo de los antepasados del hombre, debo deciros que el yacimiento de Atapuerca es la envidia de todos los paleoantropólogos del mundo y Juan Luis Arsuaga, el director de las excavaciones, nos ha ofrecido un buen número de títulos en los últimos años. Yo me quedo con el primero, La especie elegida y (Temas de Hoy), una excelente introducción a nuestros orígenes, de lectura fácil y adictiva.

Ahora bien, si sentís curiosidad por la vida realmente antigua, tan lejana en el tiempo que a nuestros ojos parecería alienígena, la cita obligada es La vida maravillosa, de Stephen Jay Gould (Crítica, col. Drakontos). Stephen, seguramente el mejor divulgador de los últimos 50 años, aprovecha la revisión que se hizo en los 80 de las asombrosas criaturas de Burguess Shale para presentarnos la historia de cómo un descubrimiento increíble pasó desapercibido durante medio siglo, y de qué forma ha cambiado nuestra visión de la vida en ese tiempo. Añadámosle la descripción de los seres más asombrosos que se pueda imaginar y tendremos una obra que, pese a haber sido rebatida en alguna de sus conclusiones, sigue siendo un libro bello e imprescindible.

De cara a introducirse en el apasionante mundo de las ciencias naturales, cualquiera de las recopilaciones de ensayos de Gould son un gozo para cualquier lector. Es un autor ameno sin dejar de ser riguroso, y con las excepciones de los ensayos dedicados al beisbol (su gran pasión aparte de los fósiles, pero un tanto lejana para nosotros) te atrapa de principio a fin. Yo recomiendo empezar por El Pulgar del Panda, pero en Drakontos podemos encontrar otras ocho recopilaciones, todas muy interesantes. En ellas podemos encontrar temas tan dispares como el sexto dedo de los pandas, el verdadero color de las cebras,  la extinción del límite KT, revisiones de casi todos los mitos científicos, cómo perdió su nombre el brontosaurio, la historia evolutiva del pato Donald y las barras de chocolate con almendras o porqué el ordenador que estoy usando tiene un teclado qwerty.

Ahora bien, si el cuerpo nos pide marcha, lo que necesitamos es darle una lectura a Richard Dawkins, el líder (nunca espiritual, siempre al pie del cañón) del materialismo científico moderno, martillo de mendaces, fanáticos y estultos.  Pese al tiempo transcurrido desde su publicación, El Gen Egoista y Escalando el monte improbable (Tusquets, pero hay una edición más moderna en Salvat) (siguen siendo piedras de toque de la biología moderna y la selección natural tal y como se plantea hoy en día. Y no todo es ciencia, porque nuestro mentor no duda en sacarles los colores a teólogos y beatos en El espejismo de Dios (Espasa), una de las obras serias más divertidas y agresivas que he leído en años. Como dice Dawkins, los teólogos no sólo han sido incapaces de demostrar la existencia de DIos: ni siquiera han podido demostrar que sea un buen tipo.

De momento paramos aquí. El próximo día añadiré algunos títulos más de otros autores que han logrado que la lectura científica sea un gozo y (en mi caso) un verdadero vicio.

Se aceptan sugerencias: si las he leído, caerán.

8 comentarios:

molinos dijo...

Primer!!

Hace unos meses un amigo me recomendó el de Gould y lo tengo en mi lista..lo verás en el blog. A ver si le hago un hueco, me lo leo y puedo opinar algo medianamente inteligente sobre divulgación ciéntifica. ¿ He comentado que saqué Matricula de Honor en Prehistoria en la carrera?...mmm..es para ver si compensa otras carencias.

José Antonio Peñas dijo...

¿Estudiaste Historia, Moli? Yo en su momento dudaba entre Historia o Biología, pero al final me planteé que había demasiadas posibilidades de acabar dedicándome a la enseñanza y opté por la ingeniería.

Y mira cómo he acabado. Dibujando dinosaurios salidorros.

molinos dijo...

Sip..estudié Geografía e Historia, especialidades de Arte e Historia Moderna...y luego un Master en Museografia...y curro en los libros de colores..pero vamos la carrera me moló.

José Antonio Peñas dijo...

Una de las metas que tenía en mi vida era conocer a Gould. En uno de sus ensayos hablaba de la teoría de que todos estamos a seis apretones de manos de cualquier otra persona del mundo, así que me dije que intentaría llegar a estrechar la mano de Gould.

Se me murió antes de tiempo y me quedé a un apretón de manos.

alex dijo...

El de La vida Maravillosa lleva en mi lista desde hace tiempo, a ver si me lo agencio. Espero que no sea muy dificil encontrarlo...

Ultimamente me esta dando por la antropologia y me han recomendado Vacas, cerdos, guerras y brujas lo has leido?

José Antonio Peñas dijo...

En la próxima entrada sobre libros caerá Harris, entre otros. Es uno de mis autores favoritos.

molinos dijo...

Ja..a Harris lo leí en la carrera..en Prehistoria..tenia una profesora genial...

Anónimo dijo...

Lavoisier dedicaba un día de la semana a investigar en su laboratorio, lo llamaba "día de la felicidad", claro en francés.
Esto lo comenta Gould en el ensayo la Pasión de Lavoisier, en "El brontosaurus y el ministro". Me encantan sus ensayos, lo que detesto es no tener tiempo para leerlos con calma. Dawkins me parece el repelente niño Vicente, siempre con respuesta para todo, siempre mostrando tal montaje argumental que tienes que salirte de su punto de vista para comprender si lo ha montado sobre hechos irrefutables o no. Y yo estoy con ÇGould, lo que se ve no es siempre útil, funcional y resultado de una adaptación, lo que se ve es simplemente lo que hay, y si lo queremos encajar a la fuerza en nuestros conceptos, probablemente el zapato le apriete a nuestra cenicienta por todas partes.
Puff, cada día entiendo mejor lo del horario nocturno de trabajo que llevas, tengo unas ganas tremendas de reservarme un día semanal de asuntos propios, tipo Lavoisier.

Susana