Continuando mi defensa del castellano sin tapujos he recopilado una nueva serie de epítetos que, sin renunciar al colorido y la elegancia, brillan por su exactitud descriptiva.
El primero es la forma compuesta Tuercebotas, concisa metáfora visual que retrata el andar de aquellos personajes desprovistos de gracia o sutileza, que al intentar caminar patean de forma desequilibrada y exagerada, como si en vez de cuerpo arrastraran un fardo de patatas mal cosido.
Otra feliz semblanza es la que nos regala la austera palabra Tarugo. En su acepción literal se refiere al trozo de madera grueso, corto y sin desbastar, pero también señala al individuo vulgar sobre el que la educación resbala, como lluvia sobre el granito, sin dejar la menor huella. No obstante soy más amigo de sus sinónimos Zoquete y Mastuerzo, ambos de mayor sonoridad gracias a la vivificante presencia de la Z.
Hablando de zetas, ha llegado a mi oído un bello localismo extremeño, sinónimo de Zarrapastroso: se trata del término Zarrio, de similar raíz y probablemente mayor antigüedad ya que en su sentido originario un zarrio es, bien un harapo, bien un pegote reseco de lodo en los bajos de la ropa o el calzado (¿posible origen, entonces, del sustantivo Zurraspa? La etimología es un mundo fascinante).
Cambiamos de tercio para encontrarnos con Meapilas, una verdadera rareza de nuestro léxico, ya que su significado, persona gazmoña (otra maravilla de adjetivo) de exagerada y ostentosa devoción, contrasta con la imagen que recoge, ya que el acto de orinar sobre el agua bendita resulta clara y agresivamente blasfemo. También resulta extraño (en apariencia) que el más católico de los pueblos haga objeto de chirigota a los que manifiestan públicamente su piedad.
Dije en apariencia porque si hay algo que desprecie el español es la hipocresía y el meapilas es ante todo hipócrita, es decir, Fariseo, un epíteto con más de dos mil años de antigüedad, nobles raíces bíblicas y amplio espectro: tan fariseo es el defensor acérrimo de los valores familiares que sigue al santo en procesión, cirio en mano, para luego hacerse sodomizar ataviado con ceñido corpiño rojo como el supuesto progresista que se llena la boca en defensa del proletariado mientras legaliza la sodomía del trabajador, sin siquiera derecho a corpiño.
Tan antiguo o más que fariseo es Fenicio, que no alude a la audacia de ese pueblo de navegantes, ni a su sabiduría como creadores del alfabeto, sino a su avidez de riquezas, pues la avaricia ha sido tan mal vista en estos pagos como la hipocresía. De ahí la proliferación de epítetos dedicados al avaro, como Roñoso (oxidado como las monedas guardadas en el proverbial calcetín), Agarrado (al vil metal), Cicatero (remolón a la hora de pagar) o Agiotista (que se beneficia del cambio monetario), pero, dado mi amor por los términos de origen religioso, me decanto por una fórmula tal vez demasiado larga pero repleta de expresividad: Cofrade de la Virgen del Puño.
No quiero cerrar esta entrada sin mencionar un epíteto de nueva cosecha, un feliz hallazgo de la sin par Moli: se trata de Oligolérdica emputecida. Esta construcción suma la nimiedad de la persona aludida expresada en la raíz oligo con la alusión a su cortedad mental merced a la sonora terminación lérdica, todo ello rematado con emputecida, vívida descripción de su aliño y atuendo. Tres niveles de significado bellamente combinados que despiertan en mí un profundo sentimiento de felicidad, ya que estas novedades demuestran que nuestro idioma, lejos de estar anquilosado en el academicismo, sigue creciendo, fértil y vigoroso.
6 comentarios:
Oligolérdica emputecida es genial...y cada vez encuentro más gente que encaja en ese insulto. De todos modos que conste que fue idea de uno/a de mis descerebrados....
Saludos
Pues eso, lo hallaste, no lo creaste
Habiendo leído las entradas anteriores en relación con este tema, me permitiré defender la chispa de algunas composiciones del Cansino Histórico (que he descubierto hace poco): en especial, planchamantas, hartosopas, hocicopollo, cuerpoovejo, cierrabares, cuentaliendres, tobillocabra... sí, son bastante elementales e inmediatos, pero la imagen que sugieren, de tan gráfica, resulta ingeniosa e hilarante. Por cierto, ¿son todos preexistentes, o alguno lo habrá inventado el señor Mota?
Puede que alguno sea inventado (con el chorro de improperios del cansino es difícil seguirle la pista a todos), pero en su mayoría son expresiones típicas de los pueblos manchegos
Mi favorita, pudrecolchones
Llego años tarde... pero acabo de descubrirte por Molinos... CANTAMAÑANAS es un bonito ejemplo... Ah! me gusta tu bló.
Saludos,
Visterilla
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