Mujer iroqués

miércoles, 7 de noviembre de 2012

ESPÉRAME


Hoy, y sin que sirva de precedente, voy a dar voz a otra persona.

Hace más de veinte años, ya casi treinta, escuché un poema en un documental de la serie El Mundo en Guerra. Según el narrador, la mayoría de los soldados del Ejército Rojo lo llevaban en sus bolsillos. Recuerdo que me impresionó, pero con los años lo olvidé. 

Tiempo después me aficioné a los autores rusos/soviéticos y lei bastante novela y algunos versos. Entendí (muy parcialmente) la importancia de la Poesía para el pueblo soviético en los años más duros y, entre otros autores, lei algunas cosas de un tal Konstantin SImonov que, pese a ser traducidos (mi ruso es igual a cero) me gustaron, no sólo por sus palabras, sino por el modo de marcar el ritmo. Ignoraba, o mejor dicho, no recordaba que aquellos versos que me emocionaron eran de ese autor.

Hace unos años, reeditaron la serie documental en DVD, me hice con ella, y volví a escuchar el poema. Se me hizo un nudo en la garganta y se me llenaron los ojos de lágrimas. De las buenas, si entendéis a que tipo de lágrimas me refiero. Quizás porque soy más maduro, he vivido un poco más y entiendo con mucha más crudeza lo que significan esas palabras, el dolor y la belleza que guardan. Quizás porque pese a mi coraza de humor e ironía, soy un enclenque sentimental. 

Quizás, simplemente, porque, al margen de lenguas o distancias, esas frases entran bajo la piel de quien quiera que ame o haya amado.

He vuelto a leerlo hace poco, y sigo sintiendo la misma desazón. Las causas, no las sé. Juzgad vosotros mismos. 

Los versos originales, por cierto, fueron dedicados a la mujer de la fotografía, Valentina Serova.

No he encontrado una traducción oficial, ya que hay varias en la red, todas diferentes. Yo he adaptado un poco la que más coincide con mis sensaciones de aquella primera vez.

Y, al transcribirla, he tenido que dejar el teclado, porque sigue golpeándome con la misma intensidad. Si esto fuera un papel, lo encontraríais húmedo.

Espérame, de Konstantin SImonov.
Espérame y volveré,
Pero espérame con todas tus fuerzas
Porque la espera será dura

Espérame.
Aunque las lluvias amarillas
te llenen de tristeza, espérame.


Espérame aunque la nieve caiga y vuelva a caer,

espérame aunque el calor te sofoque,
Espérame aunque los que me olvidaron ayer
ya no me esperen.


Espérame aunque ya no lleguen cartas del frente.
Espérame aunque todos los que me esperaban
se hayan cansado de esperar.


Espérame y volveré,
No hagas caso
de quienes te digan
que es hora de que me olvides.

Y cuando mi madre y mis hermanos crean
que ya no volveré,
y mis amigos se cansen de esperarme,
y se sienten junto al fuego,
y beban vino amargo
por mi recuerdo...


Espérame. 
Y no te precipites a beber con ellos.

Y cuando todos me den por muerto,
cuando se olviden de mi existencia
y el viento se lleve mis recuerdos.
Espérame,

Y aunque la nieve cubra los caminos
y las flores mueran de frío,
no dejes de esperarme,
 
Y un día,
tal vez el que menos esperes,
cuando ya ni sepas lo que es una sonrisa,
cuando despiertes por la mañana
y abras la puerta para ir al pozo
a lo lejos, por el camino, me verás venir.

Y los que no me esperaban,
dirán que tuve suerte
y como no supieron esperar
no podrán comprender
Que Tú fuiste quien me salvó.


Y sólo Tú y Yo sabremos,
que logré regresar
porque nunca desesperaste.

6 comentarios:

phaskyy dijo...

Preciosa y triste.
No puedo decir más. Ahora toca pensar y fantasear con que eso pudiera ser real

José Antonio Peñas dijo...

Para veinte millones no lo fue. Para quienes lograron volver a sus hogares, supongo que el simple hecho de respirar les parecería un milagro

Roy Batty dijo...

Precioso poema y a la vez tremendo. Entiendo perfectamente como te sentiste al leerlo porque algo semejante me ha ocurrido a mi ahora mismo.

Cuadra mucho con el espíritu del pueblo ruso, con sus características, su esencia.

Una auténtica joya es lo que he encontrado hoy en tu blog, pienso quedarme si no te importa e ir leyendo tus antiguos post.

Un saludo.

José Antonio Peñas dijo...

Un placer saludarte, Roy. Bienvenido

Anónimo dijo...

Es frecuente que las personas que han sufrido y tenido cerca la muerte, aprecien mas los pequeños momentos en la vida.

David dijo...

Hoy 9 de noviembre 2013 (mira las coincidencias chaval) empecé a acordarme de ese poema, quise buscarlo en internet y me encuentro que alguien lo ha posteado un año antes... Спасибо!
Un saludo