jueves, 7 de julio de 2016
VUELVO A LA VIDA, COMIENDOME LA CABEZA (COMO SIEMPRE)
Dos meses. Desde que abrí este blog nunca había estado tanto tiempo sin escribir. La razón no es demasiado original: trabajo, trabajo y mas trabajo.
En los últimos meses he estado enfrascado en un proyecto para una empresa japonesa, una serie de imágenes y animaciones CG sobre dinosaurios. Es el tercer año que colaboro con ellos, pero éste año ha sido particularmente extenuante. Por una parte, los plazos eran demasiado ajustados (tanto, que sólo ha sido posible completar un 80/90% del material previsto), por el otro, mientras que en los años anteriores trabajé bastante a mi aire, con apenas unas indicaciones someras de lo que se requería (especies, era geológica, ambiente... ese tipo de cosas), esta vez me han pedido secuencias muy específicas, con interacciones concretas entre especies. Como remate, he tenido que incorporar cambios sobre la marcha y resolver una serie de imprevistos técnicos (cuelgues del programa por exceso de información a procesar). Y todo ello, mientras sacaba adelante mi trabajo usual, ya que tengo la fea costumbre de comer todos los días.
El resultado de todo ello ha sido un nivel de estrés desacostumbrado, durante demasiado tiempo, y lo he notado. Y también lo han notado las personas que me rodean. Ahora, dos días después de completar el trabajo, voy notando los efectos acumulados, pero han sido menores de lo que esperaba. Cansancio físico sí, por supuesto: hoy he salido a correr y he hecho mi peor marca en dos años. Pero el cansancio intelectual, que en mi caso se manifiesta como abulia y dificultad de concentración, apenas ha durado 24 horas. Hoy me he levantado sorprendentemente despejado, y creo que sé la causa.
Por mucho que lo mitifiquemos, la mayor parte del trabajo creativo, como el que hago yo, no es tal. Por supuesto hay una parte de creatividad a la hora de plantearme, como ha sido el caso, una escena de paleodrama: tengo que verlo todo en mi cabeza antes de empezar, qué va a suceder, cómo se comportarían animales que no he visto jamás, cual será el orden de los acontecimientos, ... pero, una vez dado ese paso, lo que resta es trabajo técnico, y aunque me vea en la necesidad de resolver imprevistos, la creatividad necesaria para ello es (valga la redundancia) técnica. Por ejemplo, si no puedo permitirme diseñar un escenario completo, por pura falta de tiempo, debo encontrar alternativas para solventar esa dificultad, empleando trucos de cámara e iluminación. Algo muy diferente a la magia que la gente tiene en mente cuando piensa en la creatividad.
Tampoco he sido especialmente creativo a la hora de diseñar los personajes. Tenía que construir 11 especies diferentes de animales, y modificar otros que ya tenía para otras tres más. Con el tiempo que tenía a mi disposición, no podía plantearme dejar volar la imaginación, sólo ceñirme a la documentación disponible y amortizar todo lo posible el trabajo. Sólo por poner un ejemplo: tenía que hacer seis especies de ceratópsidos, así que construí dos modelos genéricos, uno (psittacosaurus) para los de pequeño tamaño y otro (triceratops) para los grandes. Luego he modificado esos modelos base para construir los otros, evitándome, no sólo el trabajo de construir desde cero, polígono a polígono, esos animales, sino el del rigging, ya que compartían esqueletos y mapas de peso, ganando así tiempo también a la hora de animar.
A la hora de resolver otros encargos (una ilustración de portada, por ejemplo) el patrón es similar: el esfuerzo creativo tiene lugar al comienzo, y a partir de ahí el resto es, en un 80%, habilidad técnica. No necesito una especial inspiración para dar una pincelada, sólo haber dado previamente suficientes pinceladas como para automatizar el movimiento. He dicho un 80%, porque es inevitable guardarte un pequeño porcentaje de tiempo de reserva para experimentar, para el ¿Y sí, aunque ya lo tengo encarrilado, me planteo un camino diferente? ¿y si cambio ahora mismo toda la paleta? ¿y si ilumino de forma diferente? ¿Y si en vez de ponerle algunas plumas al T-Rex lo emplumo a conciencia*? pero aquí no interviene tanto la creatividad como la curiosidad (o el masoquismo, porque el viejo consejo de si funciona, no lo arregles, sigue teniendo plena validez)
¿Y qué tiene todo esto que ver con el hecho de que no esté intelectualmente agotado? Pues, simplemente, que no había razón para el agotamiento. La habilidad técnica se aprende, y una vez aprendida se automatiza. Eso me permite estar ejecutando una tarea bastante mecánica (modelar, texturar, ajustar el rigging...) y, a la vez, ir planificando los siguientes pasos, o resolviendo problemas por adelantado, o pensando en como llevar a cabo otros encargos que se han ido simultaneando. No tenía que estar pensando (creando) continuamente. La ansiedad que he ido notando en este tiempo era muy real, pero se debía a problemas muy concretos, como saber que los plazos eran demasiado cortos, y que cada nueva modificación del proyecto o cada encargo fuera de agenda se traducía en plazos aún más breves. Ese factor, empero, desapareció en el momento en el que, para bien o para mal, llegué al día de entrega y terminé el trabajo.
¿Qué he aprendido en este tiempo, aparte de nuevas cosas sobre dinosaurios? Primero, que tengo que adelantarme a los problemas: hace tiempo que no me doy un plazo para estudiar y mejorar técnicamente: he resuelto muchas cosas estos meses, pero de forma poco práctica, y refrescar mis habilidades me permitirá amortizar mucho mejor mi tiempo. Es una inversión: el tiempo que emplee para aprender se traducirá en menos estrés y mejores resultados.
Segundo, debo mantenerme en forma. Parece algo ajeno al tema, ya que no me dedico a un trabajo que requiera grandes esfuerzos, pero si he aguantado bien el tirón ha sido porque me encuentro físicamente bastante bien, y me he forzado a seguir haciendo ejercicio en todo momento. Esos ratos de ir poniendo un pie delante de otro, sin más preocupación que ir dejando atrás el siguiente kilómetro, solo o acompañado (gracias por la conversación y por las risas, Carmen), despejan bien la cabeza y, si no como nuevo, te dejan en buen estado operativo. Y si estás en forma, la falta de sueño se sobrelleva un poco mejor, siempre y cuando compenses las jornadas de trabajo más duras con algunas horas de descanso extra, aunque sea durmiendo en los trenes (y le tengo bien cogido el tranquillo a dormir en tren, metro o bus)
Lo tercero, debo priorizar desde el principio. Las primeras semanas me empeñaba en estar a todo, al trabajo, a la familia, a los amigos, a las quedadas... no funciona. A partir de mayo fui capaz de centrarme en lo fundamental, reservando mi tiempo disponible para la gente que realmente me importa. Todo lo demás es accesorio.
Y lo cuarto, mantener el ritmo sin detenerme. Es mucho más sencillo ejecutar un encargo si ya estás en marcha que arrancando desde cero cada vez. Por poner un símil, lo que más le cuesta a un avión es despegar: una vez en el aire, cambiar de rumbo es sencillo, pero si cada vez que tienes que hacerlo aterrizas previamente, pierdes tiempo y desperdicias esfuerzos.
Hay una frase, de Picasso, creo. Decía que la inspiración es buena, pero no sirve de nada sin esfuerzo. Cuando llegue la inspiración, que te encuentre trabajando.
Creo que podemos ir un poco más allá. Cuando llegue el trabajo, que te encuentre trabajando. Ahorrarás tiempo y esfuerzo.
*Podéis ver el resultado en la imagen de arriba. Y me encanta, es... abrazable, achuchable, monísimo, un amor de T-rex. Marga-Rex, para los amigos
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1 comentario:
Justo ahora estoy pasando por una etapa de desesperanza y letanía y lo que quiero es dormir. Me caen muy bien tus consejos :)
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