Mujer iroqués

sábado, 24 de septiembre de 2011

DIARIO DE LA PATERNIDAD RESPONSABLE (IX) Miedo


(Para Diana, que está a punto de conocer a su hijo. Estoy seguro de que ella lo hará cien veces mejor que yo)

Uno de los defectos de los padres es la impaciencia. Apenas tienes a tu bebé recién nacido ya estás deseando ver el día en que se graduará en la universidad, o temiendo el instante en el que le partirán el corazón por primera vez, o abrazarle cuando se lo curen. No es que, en sí, desear que el tiempo vuele sea un problema. El problema es que, en general, el tiempo sí vuela y recibes lo que querías, mucho antes de lo que esperabas. Y centuplicado.

Le ves en su cunita, agitando brazos y piernas y piensas en el momento en que te hará caritas y pedorretas. Unas semanas después es imposible acercarse a menos de un metro y medio sin recibir metralla en los ojos.

Le tienes en brazos y piensas lo gracioso que será verle gatear. Antes de que hayas acabado de respirar estás tapando todos los enchufes de la casa y apartando obstáculos para que el pequeño suicida no logre electrocutarse ni desnucarse.

Le ves gatear y piensas, es tan pequeñito y tan mono y tan comestible y será precioso verle ponerse en pie y dar los primeros pasos. A los pocos meses has tenido que vaciar todos los estantes hasta 1 metro de altura para evitar que tu miniAtila haga pedazos todos los objetos frágiles de tu hogar.

Le ves balbuceando y piensas, ¿Cuándo dirá sus primeras palabras?. Y al poco te sorprendes diciéndote ¿Se callará de una puta vez? ¡QUIERO UN BOTÓN DE OFF!

Pero no escarmentamos, y un día piensas ¿Cuando se hará mayor? Y un día te levantas y te das cuenta de que tienes en casa un preadolescente.

Por mucho que te ciegue el amor paternal, los síntomas están a la vista. Tu pequeño gateador le saca a estas alturas media cabeza a su madre. La nevera, por arte de birlibirloque, se vacía de la noche a la mañana, por rápido que intentes reponer las viandas. Cuando la criaturica sale de la ducha, cada vez es más difícil no fijarse en la matita de vello... y de pronto notas ciertos cambios en su caracter.
No es que antes tuviéramos en casa un dulce y obediente niñito, pero lo que antes eran sordos murmullos de protesta, miradas bajas fingiendo arrepentimiento o expresiones de bambi intentando enternecer nuestros pétreos corazones, ahora son portazos, gestos despectivos, exigencias a todas horas y sonoros ¡¿Porqué tengo que (recoger-hacer los deberes-ir al colegio-lavarme los dientes-hacer la cama-intentar vestirse como un ser vagamente humano-dejar de hurgarse lanariz en público... infinitas posibilidades)?! ¡¿Porqué no puedo tener (una videoconsolanueva, un perro, un gato, un caballo, una moto, una tele en su cuarto, un iPhone, un ordenador personal, el triple de paga... si será por pedir)?! ¡¡¡¡DÉJAME EN PAZ!!! (+portazo) Nada demasiado grave, todavía, o al menos nada que no se solucione con las fórmulas mágicas...

- Porque soy tu padre-madre-ambos en feliz acuerdo y te lo mando
- Porque el dinero no crece en los árboles
- A tu cuarto, castigado una semana sin tele ni ADS

Pero sabes que el efecto de estas sentencias se diluirá en un año, puede que en unos meses, y empiezas a tener miedo. Por ti, y por tu pareja, pero también por él... sobre todo por él. Ya no hay más aplazamientos, antes de un año tu niño se estará ahogando en un mar de hormonas y ni siquiera dejará que le eches un cable.

No es que no hayas tenido preavisos. Llevamos casi tres años notando como su curiosidad sobre determinados asuntos... digamos, anatómicos, han ido en aumento. No puedo olvidar el día en que, con 8 años, se metió en mi cuarto de trabajo, ojeó el Jueves que tenía al lado del ordenador, y me dijo...

- Papá, esta señora...(Clara de Noche)...
- ¿Sí?
- ...esta fo, ¿verdad?
- ...mmmsíii, en efecto, está fo.
-...Oye...y mamá y tú...¿también fo?
-...mmmsíii, en efecto, mamá y yo también fo
-...y...¿os gusta fo?
-...mmmsíii, a mamá y a mí nos gusta mucho fo.
-...ah, vale...

En ese momento acabó el interrogatorio y D salió del cuarto. Por suerte, porque en ese preciso momento estaba a punto de decirle ... y si tú no fueras tan puñetero y no hubiera que llevarte a rastras a la cama y lavarte a la fuerza y te acostaras a tu hora sin tantas protestas y no nos dejaras tan agotados podríamos fo mucho más, pero como llegamos rotos a la cama, aquí, en general, ni fo, ni jo ni pollas con volatines en vinagre!!!

Otro síntoma muy evidente es lo mucho que se le van los ojos detrás de las chicas desde hace unos meses. Lo que me lleva a temer que en un breve plazo mi amiga S, temiendo por la integridad de su hija V (la mejor amiga de mi hijo) se comprará una espingarda y mucha munición.

Las ansias de marcar territorio van en aumento. Nos cuesta mucho tener un ratito para nosotros solos. Estamos en el salón, relajados, mirándonos a los ojos, él acaba de cenar, se ha ido a leer a su cuerto, nos cojemos la mano... pasos por el pasillo, niño plasta, tebeo en ristre, se sienta justo entrambos. Le mandamos para su cuarto explicándole que llevamos todo el día sin vernos y nos apetece estar un ratito solos, él se va rezongando siyonohagonada, noesjusto, yonoestabamolestando, esquenomequeréis, yosoloqueríaestarconvosotros... y a los cuatro minutos justos vuelve a aparecer con alguna pregunta absurda y haciendo amago de volver a sentarse de carabina.

Por fin llega la hora de acostarse, le apagamos la luz, le damos su beso, buenas noches, buenas noches, buenas noches, volvemos a relajarnos, momento romántico... pasos por el pasillo, niño asomante, esquetengosed-pis-caca-nopuedodormir ¿mepuedoquedarunratito? en momentos así uno descubre que el instinto paternal es tremendamente fuerte, porque si no existiera esa misma noche me ficharían por hijicidio.

Pero ese no es el problema. las molestias son lo de menos. Las tenemos asumidas desde hace tiempo, y sabemos que irán a más, pero no me preocupan. Lo que me desasosiega, lo que me quita el sueño desde hace meses, y no se me va de la mente es el miedo. Han pasado ya tres décadas, pero mi memoria es dolorosamente exacta. Recuerdo las noches de comerme la cabeza pensando que nadie me entendía, los rechazos, la sensación de soledad, los calores, las tensiones con mis padres y mis hermanos, el pánico/deseo/vergüenza... frente a las chicas, ... también recuerdo los buenos momentos, los abrazos, las risas, la sensación momentánea de calma cuando todo encajaba por unos instantes... pero, quizás por la disparidad de sentimientos, pienso que lo malo fue, de lejos, mucho más intenso que lo bueno.

Si sirviera de algo, me sentaría a su lado* y le diría, sé como te estás sintiendo, lo recuerdo, está grabado a fuego en mi mente. Y no puedo mentirte, irá a peor, y pensarás a veces que no puedes con ello, y te caerás mil veces y nosotros no podremos hacer nada para evitarlo, y nos odiarás por no ayudarte, pero es necesario caerse antes de levantarse. Y saldrá bien, te levantarás, caminarás solo, y entonces de verdad empezarás a vivir.

Pero sería inútil. El único modo de crecer es creciendo. Sólo podemos observar y, en lo posible, evitar que le duela demasiado. Y tendremos que aguantar desaires, desplantes y momentos horribles, porque seremos los que le pondrán trabas, los que no le dejarán salir a deshoras, mirarán con suspicacia a sus amigos, y le marcarán límites que él querrá saltarse. A sus ojos, todo nuestro empeño será cortarle las alas. Y nos va a odiar, porque le queremos, y haremos todo lo que esté en nuestra mano para que no le hagan daño ni se lo haga a sí mismo.

Me queda el consuelo de que, al contrario que yo a su edad, mi hijo tiene facilidad para hacer amigos, lo que le evitará algunos momentos amargos. Y es muy guapo, lo que quizás le ahorre algunos complejos. Pero el resto se lo comerá entero. Y nosotros tendremos que verlo.

En apenas unos meses mi hijo será un adolescente y empezará la tormenta, estemos o no preparados, y me temo que yo, al menos, no lo estoy.

Siento no poder rematar este texto con una frase ingeniosa o un comentario divertido. Pensaba que podría explicaros lo que siento de forma ligera, y que lograría haceros esbozar una sonrisa cómplice, pero no me sale. Tengo demasiado miedo.

* En realidad a quien quisiera de verdad tranquilizar es al niño angustiado que fui hace 30 años y que sigue escondido en algún lugar. Quisiera encontrarle, darle un abrazo y decirle, no tengas tanto miedo, saldrá bien, te prometo que todo saldrá bien.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

MIMARSE (Lo que viene a ser, hacerse pajas) y II


Los peligros que persiguen a la joven onanista son, si cabe, más aterradores que los del varón. En 1870, el doctor Francis Cooke alertó sobre la lacra que amenazaba a la civilización en su obra Satan in Society. Las doncellas victorianas, lejos de guardar su pureza para el altar del matrimonio, se profanaban con el nefasto y solitario crimen de la masturbación. Peor aún, la degradación se camuflaba bajo el disfraz de la amistad ya que, lejos de las miradas de sus padres, las jovencitas estimulaban mutuamente sus genitales, arrastrándose hacia el abismo de los lechos sudorosos. 

¿Qué daños se causan las muchachas con sus febriles frotes? Ellas no eyaculan oleadas de médula. Pero ¡ay! la mente femenina, de por sí frágil, se debilita por los espasmos  del tocamiento. La obsesión enfermiza por el placer ahoga el propio deseo de vivir, dejando tras de sí abotargadas jóvenes de rostro macilento, profundas ojeras, y respiración lenta y difícil. Sus cuerpos se vuelven blandos, pesados, sus movimientos torpes y erráticos. Reducidas a muertas vivientes, las desdichadas consumen sus últimas fuerzas, empujadas a la tumba por el desenfreno. Las supervivientes quedan imposibilitadas de concebir hijos sanos. Si por un milagro la onanista llega a reproducirse, su vástago nacerá debil, enfermizo, tísico,  probablemente idiota, apenas humano.

Otro médico, el doctor Talmey, lo resumió con más precisión: la autoindulgencia conduce a la anemia, la malnutrición, la astenia muscular y el agotamiento mental y nervioso. La mujer inmoderada se delata por su palidez, su melancolía y su incapacidad para enfrentarse a cualquier trabajo mental o corporal.

La solución, como ya dije, era quirúrgica. Unos sabios cortes en las zonas pecaminosas y ¡hop! resuelto. Ya en pleno siglo XX algunos cirujanos proponían la lobotomía para prevenir que las ovejitas se descarriaran, porque las niñas buenas no se tocan.

Bueno, tengo opiniones al respecto. La confianza que me tienen algunas de mis amigas les ha llevado a informarme acerca de sus aficiones más íntimas. De hecho, el nivel de detalle, a veces, me ha parecido excesivamente prólijo. Es probable que, además de la confianza, les hagan gracia mis denodados (a veces baldíos) esfuerzos por no sudar y mantener una expresión interesada, pero neutra. En cualquier caso, las quiero y las perdono.

Mi primera conclusión es que las niñas buenas se tocan*. Y mucho. Algunas más que yo, y eso es mucho tocar. En cuanto a los efectos perniciosos del frotamiento, no soy experto en fisiología, pero no parecen demasiado visibles. Mis amigas son alegres, inteligentes, vivarachas y sonrosadas. Se mueven con más gracia que yo y, salvo las fumadoras compulsivas, respiran sin dificultades. No parece que ninguna vaya a morirse, al menos de momento, y las que han tenido hijos han parido unos retoños de lo más saludable y vigoroso. Incluso demasiado, más de una hubiera preferido críos más tranquilos.

De hecho, sospecho que las mujeres nos dan sopas con honda en el tema de la masturbación. No tienen desgaste con el orgasmo, con lo que pueden enlazar varias pajas seguidas sin demasiada dificultad (E me dijo que una noche de aburrimiento llegó a la docena, y yo nunca pasé de cinco). Se corren mucho más profundamente, con más cacho. Y sus posibilidades son mayores. S sólo necesita cruzar un poco las piernas y mover los muslos disimuladamente durante un ratito para activar el disparador. M disfruta con los vaqueros muy ceñidos. C hace bueno el chiste de la bici, sin quitar el sillín. 

Otra ventaja de la masturbación femenina es que mejora la coordinación motriz. Nosotros hacemos un agarre sencillo, con un diámetro entre el plátano canario y el vaso de tubo, pero el juego de pinza sobre la cabecita requiere una combinación de suavidad y precisión que no está al alcance de todos. Y encima lo hacen con mucha más elegancia. En serio, chicas, me muero de envidia. Si tuviera clítoris, lo tendría reluciente a fuerza de sacarle lustre.

No obstante, diré en defensa de nuestro género que la eyaculación, cuando sale alegre, le da un toque decó al asunto que las chicas no pueden igualar. Y está nuestra arma secreta: la próstata

Y en este momento muchos lectores masculinos han encogido involuntariamente el culo.

Mal hecho, chavalotes. La próstata no sólo justifica el sueldo de los proctólogos (señor, qué palabreja). Correctamente manipulada, esa bolsita es una fuente de alegrías y relajación. Eso sí, si la meneada clásica requiere una cierta discreción e intimidad, la exploración de nuestra sexualidad profunda lo pide a gritos. Porque, en general, si tu pareja te sorprende con un par de dedos en tu cavidad anal, será muy dificil convencerla de que esto no es lo que parece.

En cualquier caso, es aconsejable conocer la propia anatomía, aunque sea para evitar situaciones médicas complicadas. Porque cuando el urólogo realiza una exploración en ese área tan comprometida no es raro que el cuerpo responda con una erección, y eso puede generar cierta confusión en las mentes masculinas, de por sí no demasiado avispadas. Alguno habrá pensado ¿resulta que soy homosexual y he tardado cuarenta años en enterarme? Otro se dirá ¿me ponen verraco los doctores calvetes con un guante de latex? ¡uno nunca acaba de conocerse! Y, sí, tal vez haya salido a la luz un aspecto desconocido de tu sexualidad, pero probablemente tu cuerpo haya reaccionado de forma natural a un estímulo nuevo. Así que, indaguen sin miedo, señores, no me sean melindrosos.

Y, queridas, si sorprendéis a vuestra pareja en situación comprometida, sed comprensivas. 

Dicho sea de paso, y dirigiéndome a los oyentes con hijos, recordad que vuestros retoños también van a toquetearse. Llegado el momento, si accidentalmente os encontráis con la faena en marcha, disimulad y retiraos con discrección, que no hay gallarda más triste que la no terminada. Luego, cuando el niño o la niña se hayan aliviado, introducid el tema de forma casual, como quien no quiere la cosa ¿Sabías que los antiguos babilonios tenían una legislación especial para regular los regadíos en la cuenca del Tigris? Pues ya que hablamos de ello.... 

No creo que necesario decirles eso de es natural, todo el mundo lo hace, no debes sentirte raro  porque para cuando les pilléis, la mitad de su clase llevará una buena temporada alegrándose el juguetito. Explicad las ventajas de la intimidad, la utilidad de los pestillos y, en el caso de los niños, el buen uso del papel higiénico. Si tiene más dudas, las consultará en internet porque, no nos engañemos, por muy comprensivos que sean tus padres, la idea de preguntarles sobre eso resulta difícil.

Eludamos los moralismos y las ñoñerías. Llamad a las cosas por su nombre. Os lo agradecerán. Ese día no. La sóla idea de que sus padres hablen de sexo pueden hacer vomitar a cualquier adolescente. Pero a la larga lo agradecerán.

Sólo un apunte más. Hace muchos años escuché de refilón a una monja aleccionando a unas adolescentes  (mi experiencia como monitor en una acampada de Montañeras de Santa María fue surrealista) con el siguiente argumento: Niñas, no os toquéis, porque Jesús os ve, y le haréis llorar.

Mira tú por donde el niño Dios tiene aficiones voyeuristas, el viciosete asqueroso. Y seguro que se la pela, mientras espía a las niñas. Pues no creo que llore, hermana, pensé, salvo si alguna salpicadura le da en el ojo. Que todo puede ser: siendo Dios y hombre, el lecharazo será considerable.

Y con este santo pensamiento en mente, os dejo reposar. Dadle vueltas y, si las dudas teológicas os desvelan, profanaos, que conciliaréis mejor el sueño. Y si no es así, pues haceos otra, ¡qué leches!

*O será que todas las que conozco son malas, que no lo descarto

martes, 6 de septiembre de 2011

MIMARSE (Lo que viene a ser, hacerse pajas) I


 

Esta entrada (sólo la entrada, no seáis mal pensados) está dedicada a una estupenda muchacha, Itzi, que me sugirió escribir sobre la felicidad de la autosatisfacción. Un beso, morena.

Hacerse una paja, una gayola, una gallarda, un dedito, una alemana, tocarse la colita, rascarse el chichi, darle al manubrio, follarse la mano, sacarle brillo al dedo, pulir madera, meneársela, frotar la pepitilla, acudir al autoservicio, cinco contra el calvo, hacerse la pinza... existen pocas actividades más agradables para nuestros ratos de ocio en soledad que la de ofrecernos a nosotros mismo un poco de cariño, bajo la forma de suaves caricias.

No se requieren especiales habilidades físicas o intelectuales. Sólo necesitamos un poco de tiempo libre (mala cosa, las prisas) un ambiente tranquilo, intimidad* y una mínima cultura genital.

El coste se adapta a cualquier bolsillo, Podemos usar nuestra fantasía, sin más gasto que unos cleenex (sobre todo en el caso masculino, higiene ante todo) o lanzarnos a la búsqueda de documentación, bien navegando por la red (voy a tener suerte) o entre esos documentos almacenados en una carpeta llamada Varios, usualmente guardada dentro de otra carpeta denominada Complementos, escondida a su vez en una de nombre Miscelánea que aparece al abrir el archivo Sin interés, depositado en el directorio de documentos del administrador. Sí, esa carpeta cuya existencia niegan todos los hombres.

Ya sea mediante un archivo cuidadosamente clasificado, o dejándonos llevar por los azares de la web, es posible dedicarse al onanismo sin más gastos que los derivados del consumo eléctrico y nuestra cuenta de internet. Se requirirían varias vidas, muchas manos, y toneladas de cleenex para repasar toda lo que la gente, desinteresadamente, ha subido a la red en los últimos años. Por cierto que un acumulador obsesivo de pornografía suele ser considerado un pajillero, pero al poner su erudición a disposición de la comunidad, pasa a convertirse en un suministrador de contenidos. Dónde va a parar.

Por supuesto, es posible acudir a canales de pago, algunos de gran calidad, o incluir en la cesta de la compra juguetes para uso personal, dual o comunal. Pero incluso en esas condiciones no hay que gastar demasiado para pajearse como un mandril (o mandrila) aburrido.

La masturbación no sólo resulta económica. Es, además, útil. Nos permite explorar nuestra anatomía y sus posibilidades. Descarga tensiones y relaja**. Practicada en pareja (o tercetos, cuartetos...) mejora el mutuo conocimiento del cuerpo. Y, en los hombres, favorece la fertilidad. Hay quien piensa que el embarazo requiere testículos llenos a rebosar. Craso error, porque los espermatozoides tienen un ciclo de vida muy corto. Mejor menealla diariamente, para estimular la producción. Un ejército de soldaditos seniles y cansinos no es rival para un selecto comando de jóvenes y vigorosos buceadores.

Y encima, te corres. ¿Qué más podríamos pedir?

Por ejemplo, que nos dejaran masturbarnos en paz. Desde el advenimiento del monoteísmo, la sociedad ha señalado con su dedo al masturbador. Da igual la confesión, todas las jerarquías han condenado en términos atroces el placer personal. San Agustín , personaje desagradable y reprimido donde los haya, declaraba que el vicio solitario era peor a ojos de Dios que la violación o el adulterio. Beda el Venerable, por lo demás un varón de gran sensatez, imponía siete años de penitencia a las masturbadoras.

Esta obsesión por el frotamiento se contagió a las leyes y las normas médicas. Hasta bien entrado nuestro siglo, se consideraba que la masturbación era una peligrosa desviación, culpable de los más terribles estragos. Los médicos decimonónicos recomendaban el empleo de ataduras y guantes rasposos para evitar que los jóvenes destruyeran su salud por las noches. Una solución parcial, porque no podían recomendar directamente la castración. Para compensar, castraban a las mujeres, ya que la extirpación del clítoris y los labios mayores se consideraba una excelente terapia para proteger a las muchachas de la perdición.

¿Qué males eran estos, que requerían medidas tan radicales? Aristóteles, preclaro filósofo, afirmaba, entre otras muchas majaderías, que el semen procedía del cerebro, luego el masturbador corre el riesgo de quedarse sin médula. Así, gotica a gotica. Esa pérdida de fluidos espinales apareja estúpidez, ceguera y parálisis. Por otra parte el joven onanista consume sus fuerzas de forma peligrosa, con lo que no sólo su crecimiento es escaso sino que llega a la madurez prematuramente envejecido, tísico y anquilosado. Por añadidura su piel se cubre de granos purulentos y el cabello empieza a caer a temprana edad.

Pues no sé ustedes, pero un servidor se la ha pelado de forma entusiasta desde los doce años hasta hoy, y de momento sigo vivo.

Bueno, muy alto no soy, y la coronilla me clarea, pero nunca fui una mazorca granulienta y sólo tuve las espinillas justas para entretenerme ante el espejo. La miopía no cuenta, ya que tuve gafas antes de mi primera gayola. Respiro bien, como con buen apetito, me conservo ágil gracias al Pilates, duermo con placidez y mi intelecto sigue bien vivo. Y mi médula, hasta donde sé, no ha perdido ni un cachito, así que, en su conjunto, puedo rechazar los argumentos clásicos.

De joven, cuando aún me declaraba cristiano y acudía semanalmente a confesarme (entre confesión y confesión, caían como una docena de pajas), el párroco, don DeoGratias, me decía que estaba corriendo un grave peligro, ya que físicamente podía estar agotando mis posibilidades y al llegar la madurez no podría realizarme sexualmente. Ponía como ejemplo el caso del atleta que se pasa de entrenamiento. Debo reconocer que el planteamiento era astuto, ya que no aludía al pecado, pero me temo que el buen hombre no estaba muy puesto en fisiología o deporte. A ver, ¿acaso antes de un partido, un equipo de futbol se entrena no jugando al fútbol? Hasta donde yo sé, el equipo se pone en forma jugando contra sí mismo.
Querido Don Deogratias, si está usted leyéndome (que todo podría ser), sepa usted que, si bien ya no salgo a tres diarias, como en mis buenos tiempos, mi polla y yo mantenemos una amistosa relación, repleta de alegres zarandeos. Y de momento no parece que las reservas se estén agotando. Así pues, espero que haya encontrado mejores argumentos porque, lo que es yo, pienso seguir tocando la zambomba hasta el momento de mi muerte. Excepto si logro morir follando, claro. 

(Continuará, en cuanto acabe una cosilla que me traigo entre manos)

*Salvo que uno guste de ofrecer un espectáculo público, previo acuerdo de los asistentes al evento, por supuesto

** No siempre. Hay un cierto estado de ánimo nervioso que no se relaja mediante la masturbación, pudiendo ésta incluso emperorarlo. Por suerte no lo he sufrido a menudo.

domingo, 28 de agosto de 2011

LOS MOAIS DE PASCUA, LAS LÍNEAS DE NAZCA Y LAS VALLAS DE PIEDRA DE MI PUEBLO FUERON HECHAS POR EXTRATERRESTRES (y II)


Por fin llegamos al punto culminante de nuestro estudio. ¿Porqué Iker Giménez gasta sus dineros en producir reportajes sobre Rapa Nui o Nazca, cuando ese mismo pecunio podría invertirse en tierras patrias?

La ciencia oficial, en su cortedad, mira para otro lado, pero puedo afirmar que las pruebas de las visitas extraterrestres a tierras castellanoleonesas son, señores míos, abrumadoras. Y el pueblo de mi padre, en la muy noble provincia de Segovia, es una buena muestra de contactos en la tercera fase.

¿Qué digo tercera? ¡quinta e incluso sexta! Por todas partes es posible encontrar enigmáticos muros de piedra, similares al de la imagen. Su aspecto puede parecer vulgar, anodino, incluso. Pero en su conjunto, conforman una extraordinaria red que recubre buena parte del paisaje castellano. O lo recubría, porque la ignorancia, la superstición, o tal vez motivos más oscuros han llevado a la demolición de buena parte de estas asombrosas estructuras.

¿Cuál es el propósito de estas líneas piedrolíticas? No hay duda de que su papel está relacionado con las naves espaciales, ya que se despliegan formando una intrincada maraña geométrica, de patrones difíciles de precisar, probablemente porque su sentido sólo es comprensible si se observan desde el aire. Algunos analistas, probablemente a sueldo de la conspiración gubernamental, aluden a vagas razones de demarcación geográfica. Bien es cierto que los nativos del lugar, en su asnil ignorancia, los han empleado desde hace siglos como delimitadores de parcelas, pero eso no es más que un uso a posteriori y no aclara el misterio de su construcción. 

Por desgracia, el trabajo rural ha ido borrando toda traza de la función original ¿Serían campos de aterrizaje? ¿Indicarían yacimientos de materias primas de alto valor estratégico? ¿Conforman, quizás, un elaborado mensaje? ¿Son, por ventura, acumuladores-deflectores de campos magnéticos? ¿Transmiten líneas de influencia geodésica? Sólo podemos elucubrar y lamentarnos de la pérdida de tantos conocimientos, sepultados bajo el ignorante arado y la brutal azada.

En cualquier caso, nadie puede negar que fueron obra de una civilización extraterrestre o una sociedad desarrollada bajo sus auspicios (¿los atlantes, tal vez?) Porque sin duda están construidas por seres avanzadísimos. Resulta imposible erigirlas con los medios de que disponemos en nuestros días. Elijamos un grupo de adultos al azar y equipémosles con nuestros aparatos más sofisticados, ipads, consolas wii, GPSs, punteros laser, canales de porno gratis, ... aún así serán incapaces de colocar esas piedras, una sobre otra, sin aglomerantes externos, tan sólo sostenidas por la geometría y, tal vez, alguna energía indetectable. 

No me crean ciegamente: hagan la prueba, y comprobarán como, pese a ímprobos esfuerzos, son ustedes incapaces de construir nada más alto de dos hiladas sin que se desmorone.

Podríamos aducir que los adultos no están acostumbrados al empleo de la tecnología avanzada, pero si ponemos a la tarea a un grupo de fornidos adolescentes, el resultado será similar o peor. Nuestra petición será acogida con desprecio, improperios de todo tipo, esputos y lanzamiento de algunas piedras seleccionadas entre las de menor tamaño y mayor manejabilidad. 

Es concluyente: los indígenas peninsulares no están capacitados para ese trabajo. Incluso es posible que algunos mencionen la necesidad de emplear mano de obra foránea, rememorando en su subconsciente que los constructores primigenios llegaron del exterior.

Pero, argumentarán los incrédulos, tal vez hemos olvidado las arcanas tecnologías empleadas por nuestros antepasados, que las erigieron sin necesidad de ayuda alienígena. Ese razonamiento es engañoso. Es cierto que los actuales habitantes peninsulares, gracias quizás a un experimento genético de los Visitantes, tienen hoy en día una talla elevada y se dan con frecuencia los cabellos claros y los ojos azules, pero las cosas eran muy distintas antaño. En los siglos durante los que se erigieron los piedrolitos, el aspecto de los aborígenes sólo podía describirse como landiano. Humanoides cejijuntos, de escasa estatura, cuello corto, gruesa piel peluda y renegrida (donde les daba el sol), frente escasa, testa emboinada... Y, como bien hemos visto, los pueblos de similar catadura carecen de los conocimientos y la voluntad necesaria como para acometer obras de tal magnitud.

Así pues, sólo queda una explicación racional: estas estructuras fueron levantadas por seres extraterrestres, cuyo recuerdo se ha diluido, metamorfizado en algún tipo de adoraqción religiosa. Y podemos presentar una prueba sólida en esa dirección, porque en el mismo pueblo de mi padre, y al parecer en los pueblos de muchos padres, hay una asombrosa edificación conocida como iglesia románica, igualmente erigida por los misteriosos constructores (ya hemos visto que los indígenas hubieran sido incapaces), en la que los fieles rinden culto rezando a las alturas, a un misterioso Señor que está en los cielos y todo lo ve. Sin duda, un recuerdo de los tiempos en los que sus remotos antepasados recibieron la mágica visita de los jinetes de las estrellas que les orientarían en el camino hacia la civilización. Para completar el cuadro, basta con fijarse en las representaciones que encontramos en dichas iglesias: figuras estilizadas, con una estructura circular, denominada halo, que rodea sus bellísimas cabezas. quizás, una reminiscencia de las escafandras. 

¿Porqué ha pasado desapercibido este asombroso misterio hasta nuestros días. Por política, como puede demostrarse fácilmente: Daniken, antiguo nazi, nunca perdonó el desaire de Franco a Hitler en Hendaya, y decidió ocultar deliberadamente la verdad sobre las líneas de Castilla, ayudado por ellos.

Dicho sea de paso, y dado que la Italia de Mussolini igualmente defraudó y finalmente traicionó al Führer, puede que esa sea también la causa de que el hotelero suizo se negara reiteradamente a reconecer que el Coliseo, el Circo Máximo, el Panteón y, por supuesto, el acueducto de Segovia, fueran obra de extraterrestres, cuando todos sabemos que los romanos no eran ni rubios, ni altos, ni arios.

Esa actitud negacionista, notablemente perniciosa, se ha perpetuado en el tiempo. Y así los expertos españoles en paraciencia, como Iker Giménez, siguen echando tierra sobre nuestro pasado, despreciando nuestro patrimonio alienígena mientras desvían la atención hacia fenómenos mucho menos importantes de allende los mares. 

Y yo me pregunto ¿Hasta cuando?

viernes, 26 de agosto de 2011

LOS MOAIS DE PASCUA, LAS LÍNEAS DE NAZCA Y LAS VALLAS DE PIEDRA DE MI PUEBLO FUERON HECHAS POR EXTRATERRESTRES (I)



Hoy quiero presentar pruebas irrefutables del origen alienígena de unas misteriosas estructuras de piedra localizadas en Castilla. Concretamente en la provincia de Segovia. Para ello he analizado los argumentos que, con todo rigor científico, gigantes del intelecto como Daniken, Heyerdhal e Iker Jiménez han utilizado para justificar que los monumentos de Pascua y Nazca son, igualmente, obra de extraterrestres.

De acuerdo, rigor científico es un término que produce diarrea y urticaria en esos sesudos analistas, pero seamos abiertos de mentes y escuchemos sus evidencias. Empecemos por los Moais. Dichas esculturas, dicen, sólo pueden haber sido hechas por extraterrestres, ya que claramente representan extraterrestres

Es curioso. Hasta ayer mismo yo estaba convencido de ser humano, pero acabo de verificar que tengo orejas, ojos, boca. nariz y cuello, como los moais, luego soy venusino, o así. Es más, acabo de volver de la calle y la abundancia de venusinos por las calles de Alcobendas me hace temer que en realidad esto sea el comienzo de una invasión. ¿Es que el gobierno no va a hacer nada al respecto?

Pero espera, los moais no son humanos, porque llevan escafandra, dicen los expertos. Eso demuestra que se trataba de unos extraterrestres muy, muy avanzados, porque respirar en una atmósfera hostil poniéndose una magdalena en la cabeza demuestra una superioridad tecnológica de órdago. Eso sí, sólo les daba para unas pocas magdalenas, luego supongo que los extraterrestres menesterosos se limitaban a contener la respiración, o usaban la magdalena por turnos.

Aunque esa no es la prueba de verdad, la que realmente importa. Ya que si sabemos que los Moais son extraterrestres es, evidentemente, porque los habitantes de Rapa Nui eran incapaces de construir algo tan avanzado. Ese es, sin duda, el GRAN argumento de los ufólogos: los nativos eran unos muertos de hambre ¿Cómo iban a contruir nada? Y no sólo ellos. Los egipcios no pudieron levantar las pirámidesporque  todos sabemos que los moros son unos vagos! ¿Y Macchu Pichu? ¡Si los incas eran bajitos y renegridos!
Ese es la base del pensamiento de Daniken: los pueblos de piel oscura son retrasados mentales, y requieren la presencia de bellos, blancos y rubios extraterrestres para construir cosas. Y además de arios deben ser promotores inmobiliarios, porque a la que se descuidan los nativos les llenan todo de monumentos y urbanizaciones.

¿Qué tecnología superavanzada fue empleada por los visitantes para hacer y erigir los moais? Sin duda láseres antigravitatorios de fusión fría. Eso sí, eran muy desordenados, porque lo dejaron todo lleno de canteras, con cuñas, cinceles de piedra, mazos, rampas y fosas, incluso varias esculturas a medio tallar o tiradas por ahí, como si alguna población nativa se hubiera hartado de remolcar estatuas hechas a mano y se hubieran dicho, si el jefe quiere un moai, que tiren él y su madre de la puta cuerdecita. Pero ya sabemos que los nativos no habrían hecho eso porque sólo se dedicaban a mirar boquiabiertos mientras los alfacentaurianos hacían sus cosicas.

Continuemos con nuestro camino en dirección este, hasta llegar a las costas de suramérica. Allí encontraremos las prodigiosas líneas extraterrestres de Nazca. Extraterrestres, porque construir esas asombrosas estructuras está mucho más allá de las posibilidades de los nativos pertencientes a la cultura de Nazca, que ¿no lo he mencionado ya? eran de piel tirando a oscura y llevaban taparrabos.

Por supuesto hoy en día uno puede ir a ese mismo lugar y rascar con la bota sobre el suelo, retirando así la capa superficial de piedrecillas rojizas y dejando al descubierto la tierra de color claro. Luego puede seguir arrastrando la suela e ir trazando una espiral, o una recta, o un ornitorrinco, si así le place, pero con ello sólo logrará demostrar que los humanos somos seres primitivos y obtusos, que nos vemos obligados a hacer ese trabajo con métodos absurdos y costosos, no como los visitantes, que empleaban emisores orbitales de haces de patículas, alimentados por energía cuántica y dirigidos desde un satélite.

Claro que basta con atar una cuerda a un palo para ir trazando una espiral de muchos metros sobre el terreno sin necesidad de un satélite, con dos palos y la misma cuerda uno puede hacer una línea recta, y con una cuadrícula es fácil hacer cualquier dibujo gigante. Pero  es evidente que unos indios bobalicones no sabrían hacer una cuerda ni plantar un palo en el suelo sin las precisas indicaciones de un ser superior de dorados cabellos.

Aceptaremos pulpo por animal de compañía y supondremos, con mucho esfuerzo, que esos abúlicos subhumanos hubieran llevado a cabo la proeza tecnológica de raspar unos dibujos sobre el terreno. Aún así está claro que, si se dibujaron esas líneas sobre el terreno, fue para que las vieran los extraterrestres, señalizando de forma precisa los mejores lugares para el aterrizaje de los platillos, o anunciando una oferta de monos en el dutifrí, que siempre alegran las largas travesías por el espacio

El gigante de Dorset es otra cosa, ése está hecho claramente por humanos nórdicos, de los que no necesitaban instrucciones de viajeros estelares. Pero también es una obra diseñada para que la vieran los marcianetes, un aviso del tipo como se os ocurra venir a tocarnos los cojones os vamos a dar de garrotazos y luego os follaremos hasta dejaros el culo como la bandera de Japón, putos alienígenas. No deis la murga e iros a instruir a los negros, o los chinos, o a quien sea, pero lejos. Así que, en cualquier caso, es una obra que prueba la llegada de extraterrestres, y además nos da la valiosa información de que esos alienígenas eran muy similares a nosostros, porque tenían culo.

martes, 23 de agosto de 2011

LA FALACIA DE LA AUTORIDAD PAPAL (y III)


Para un católico, el argumento más poderoso a favor de la legitimidad del Santo Padre como cabeza de la Iglesia es la propia voluntad de Cristo, expresada en Mateo 16-18: Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y para darle más autoridad, vamos a repetirla en latín, siguiendo la Vulgata de San Jerónimo. Et ego dico tibi quia tu es Petrus et super hanc petram aedificabo ecclesiam meam et portae inferi non praevalebunt adversum eam

Más claro, agua, al menos al primer vistazo. El problema es que esta sentencia no resiste un segundo vistazo, ya que presenta varias inconsistencias. La primera, es el uso del término Puertas del  Hades o Portae inferi. La cuestión es que el concepto del Infierno como opuesto al Cielo y, en consecuencia, a la Iglesia, no es judío. Los hebreos denominaban Sheol a la morada de los muertos y, como tal, ésta no tenía connotación negativa ni positiva. Simplemente, era el lugar donde estaban. No sentían, ni padecían, porque el judaísmo no tenía conceptos como el del castigo eterno, la salvación o el alma inmortal. Ahí estaban todos, justos y malvados, sacerdotes y sacrílegos. Así, el primer rey de Israel, Saul, pide a la nigromante de Endor que invoque la sombra de Samuel, el profeta que le ungió, porque Yahvé no le escucha. Busca otra voz que le responda, ya que los muertos no están con Yahvé (como en el mito cristiano, donde los justos viven en gracia de DIos y contemplan su rostro), sino en el Sheol.


El término Hades es griego, lo que resulta lógico ya que los evangelios no fueron compuestos en vida de Jesús o de sus seguidores (la autoría de Mateo, Marcos, Lucas y Juan fue un modo de apelar a una autoridad, como los evangelios apócrifos de María, Tomás o Judas) sino en tiempos de la segunda generación de cristianos, pasado ya el alzamiento contra Nerón en el 70 D. C. Es decir, se recopilaron cuando los apóstoles y, en general, los que conocieron y trrataron a Jesús, ya estaban muertos. Podríamos pensar, en consecuencia, que la frase es un añadido de esos años. Pero tenemos otro término interesante: Iglesia.


Ekklesia, el término griego empleado por Pablo de Tarso en sus epístolas, no se refiere a un edificio. Significa asamblea o congregación. No podía ser de otro modo, ya que los paleocristianos no tenían templos propios y se reunían en casas particulares o en catacumbas. Podría pensarse que es una traducción del concepto hebreo haMikdásh (templo), pero ese término, en griego, sería ὁ ναός y, en latín, Templum. El concepto Iglesia en el sentido de edificio es muy posterior, en concreto del siglo IV (oh, sorpresa, los años de Constantino) así que, atendiendo al vocabulario, tenemos que la frasecita de marras podría ser un añadido de la época en la que los obispos de Roma buscaban medios de reafirmar su autoridad.


Hay otra prueba a favor de dicha posibilidad, y es la estructura de la propia sentencia, o mejor dicho, de su núcleo: tu es Petrus et super hanc petram aedificabo ecclesiam meam. Esta curiosa frase es un juego de palabras en latín, intraducible al griego, mucho menos al arameo, ya que sólo la lengua de Virgilio tiene las declinaciones necesarias para construirla. Así pues, ateniéndonos símplemente a la gramática, el nombramiento oficial de Pedro como cabeza de la iglesia es, como mínimo, de dudosa verosimilitud.


Bueno, podríamos decir, a lo mejor esa parte es un añadido posterior pero ¿No hay otras referencias a Pedro en los Evangelios? Las hay, por supuesto, pero como mínimo son extrañas. Como la intervención del apóstol en el Huerto de los Olivos, cortándole una oreja a un criado del sacerdote. Ese párrafo resulta ... raro. Es decir, si Pedro trataba de defender a Jesús con una espada, es probable que hiriera a sus captores en los brazos, el vientre, la cara....pero ¿cortar una oreja así, sin más? Si yo lo intentara probablemente me llevaría con ella buena parte de la cara, y además mi víctima recibiría un tajo en el hombro. Pero no, Pedro le corta una oreja, y Jesús hace voila...hop! y se la pega. No me negaréis que la escena, en sí, es surrealista. La única explicación que se me ocurre es que alguien quiso inventarse un milagro final de Jesús y su musa no estuvo muy brillante. 


Otra mención muy específica es la del canto del gallo. Pedro sigue a los aprehendedores y se esconde entre los guardias, éstos creen reconocerle, pero el niega tres veces saber nada de Jesús, es más, no sabe de quién le hablan. Esta historia sí parece real, ya que refleja sentimientos muy humanos: fidelidad y miedo. Pero no resulta un bagaje muy impresionante para un futuro pontífice.


Ya tras la resurrección, Jesús se aparece a Pedro, a la orilla dle mar de Galilea, cuando los apóstoles iban a salir a pescar. Según Juan, 21 1-8 El discípulo a quien Jesús amaba dijo entonces a Pedro: «Es el Señor».Cuando Simón Pedro oyó «es el Señor», se puso el vestido -pues estaba desnudo- y se lanzó al mar. Precioso, pero esta historia presenta el problema de que no es Pedro quien reconoce a Jesús, sino el discípulo a quién Jesús amaba, un misterioso personaje que suele identificarse con el propio Juan (lo que dice muy poco de su modestia). Sea quien sea el misterioso discípulo, está claro que no es Pedro el primero que reconoce al maestro, y desde luego no es su predilecto.


Tampoco son los apóstoles los primeros hombres en ver a Jesús, porque antes de aparecerse a los pescadores, se lo encuentran los discípulos de Emaus. Éstos le invitan a cenar y le reconocen por el modo de bendecir la mesa. Si es por primacía de aparición, Pedro no debería ser pontífice, sino el bueno de Cleofás. ¿O no?


En realidad, no, porque la primera persona que se encuentra con Jesús resucitado, que le reconoce y le dirije la palabra, es María de Magdala, la prostituta. La única, por cierto, que no le abandonó en el suplicio, como Pedro, y le acompañó al calvario, mientras todos los apóstoles se escondían. Ella es, fiel hasta después de la muerte, la que acude al sepulcro para preparar el cuerpo de acuerdo a la normas de Dios, mientras Pedro y sus compañeros deciden retomar su trabajo de pescadores. María es además señalada como predilecta por Jesús de forma más que explícita, así que si tuviéramos que atenernos a las pruebas evangélicas, el primer pontífice debería haber sido María. En el mejor de los casos, Simón Pedro, primer obispo de Roma (que nunca lo fue, como vimos aquí) es un tercerón en cuanto a las preferencias de Jesús, y sus supuestos descendientes en el puesto no tienen, en realidad, más legitimidad que la que emana de las circunstancias, la convenicencia, el poder y la manipulación de los evangelios, editados aquí y allí para justificar con argumentos de fe la simple ambición humana..

martes, 9 de agosto de 2011

LA FALACIA DE LA AUTORIDAD PAPAL (II)


El dogma de la infalibilidad papal, siendo uno de los más conocido, es igualmente el peor comprendido por los fieles, que creen que se traduce en que cualquier cosa que diga un Papa, va a misa.

Para empezar no se trata de un atributo tradicional. De hecho es bastante moderno. La infalibilidad fue decretada en el Concilio Vaticano I, bajo la dirección de Pio IX, uno de los personajes más miserables que han ocupado la silla de San Pedro. Cuando el bondadoso y liberal cardenal Ferretti fue proclamado, se convirtió en señor absoluto de una cuarta parte de la península itálica. Cuando el ponzoñoso Pio IX murió, rebosante de veneno y rencor, su soberanía se reducía, prácticamente, a su palacio. En los treinta y un años de su pontificado le dio tiempo a condenar el darwinismo, el naturalismo, el comunismo, el racionalismo, el laicismo, el liberalismo, el capitalismo y, en general, cualquier cosa que terminara en ismo.

Aborrecía todo lo que oliera, siquiera de lejos, a novedoso o reformista. Tras la desaparición de los estados pontificios, excomulgó a cualquier católico que colaborara con la nación italiana, incluyendo a la familia real de Saboya y, por supuesto, a Garibaldi y todo aquel que hubiera respirado a menos de cien kilómetros de él. Igualmente excomulgó a todo el que se atreviera a pedir la separación entre la iglesia y la sociedad civil, a quien se casara ante un tribunal, a quien simplemente fuera a votar. Mientras tuvo poder terrenal, procuró amargar la existencia de los desdichados judíos que vivían en sus territorios y no dudó en hacer secuestrar a un niño con la excusa de que una criada le había bautizado a escondidas cuando era un bebé y sería contra natura que un cristiano creciera junto a unos padres judíos.

No sorprenderé a nadie aclarando que tan santo varón, con cara de empotrador de monaguillos (vease la imagen arriba), ya ha sido beatificado. De hecho lo fue junto a una martir judía del Holocausto, porque la Iglesia tiene las tragaderas lo bastante amplias como para beatificar a un furioso antisemita con una víctima de Auschwitz. Se dice que hace tiempo que el Vaticano tiene en mente su canonización, un tragala que, al parecer, se dismularía canonizando a la vez a Pio XII.

Pues bien, esta criatura del señor decidió convocar un concilio en 1869 para 1: condenar el racionalismo (con un poco de retraso, ya que Descartes murió en 1650), 2: anatemizar a todo el que pretendiera supeditar la iglesia al poder civil (y al Papa a la autoridad conciliar, dicho sea de paso) y 3: declararse INFALIBLE. En asuntos de fe, porque dado el modo en que menguaron las posesiones de la Iglesia en su pontificado está claro que en cuestiones de diplomacia, economía o visión de futuro el amigo Pio era mal gurú.

¿Porqué decidieron los cardenales otorgarle a semejante personaje un certificado de tener superpoderes? Porque las cosas no iban demasiado bien. Apenas a seis meses de empezadas las sesiones los camisas rojas se merendaron los restos del reino papal y un par de meses después la misma Roma le fue arrebatada. En esas circunstancias, otorgar al jefe de la Iglesia de un aura sobrenatural no parecía una medida demasiado descabellada.

Ahora bien, los cardenales pueden ser muchas cosas, pero tontos, no. Aceptaron la infalibilidad, pero ésta no se traduce en que el Espíritu Santo hable diariamente por boca del Papa. De hecho sólo es así cuando el Papa habla Ex Cathedra, es decir, cuando se dirige a TODA la cristiandad para  establecer un DOGMA, es decir, una decisión irrevocable sobre un asunto de fe.

Aquí está la gracia del asunto. Si nuestro buen Benedicto XVI tiene el día lenguaraz y suelta ante un porrón de micrófonos que (es un decir) el preservativo favorece el contagio del SIDA en África, en realidad no ha dicho nada, al menos a efectos de doctrina. Es decir, se ha limitado a soltar una opinión, del mismo modo que podría haber opinado sobre el recibo de la luz o la calidad de las baguettes. Lo mismo sucede con las Encíclicas, mensajes del pontífice a la Iglesia. Estas epístolas determinan la postura eclesial ante un asunto (o asuntos) específico, pero no son Ex Cathedra, ergo no son infalibles ni irrevocables.

Pio IX quiso forzar la infalibilidad para las encíclicas, pero los cardenales, con muy buen criterio, lo consideraron fuera de lugar. Hicieron bien, ya que las encíclicas del Papa Ferretti hubieran anclado la doctrina eclesial en la Edad de Piedra sin posibilidad de enmienda. Eso ha permitido a la Iglesia ir adaptándose, aunque sea lentamente, a los tiempos que vive. Mi ejemplo favorito es la encíclica Humani generis de Pio XII, en la que éste aceptaba que la selección natural era una hipótesis científica seria que no contradecía la fe cristiana, Esta prudente y neutra declaración fue corregida por Juan Pablo II en 1996, al dirigirse a la Academia Pontificia de Ciencias, al declarar que la evolución era una Teoría y no sólo una hipótesis. Puede parecer una cuestión de matiz, pero si pensamos en términos científicos no lo es.

Desde la proclamación de la Infalibilidad, ésta ha sido esgrimida una sóla vez, en 1950, cuando Pio XII proclamó la Asunción de María, es decir, su ascenso físico a los cielos. No es una decisión que resulte demasiado arriesgada, ya que es dudoso que ningún estudio científico vaya a demostrara la falsedad de semejante declaración. El resto de las declaraciones papales tienen un grado mayor o menor de autoridad dependiendo del ámbito y modo en que se expresen, pero no se consideran infalibles.

Así pues, al asumir como verdad revelada cualquier opinión de un pontífice los católicos cometen un error. Precisamente Juan Pablo II, en su encíclica de 1998, Fides et Ratio, estableció que fe y razón eran herramientas inseparables para la búsqueda cristiana de la verdad. Al prescindir de la razón y aceptar ciegamente todo lo que se publica desde el Vaticano, los creyentes no sólo demuestran una triste cortedad intelectual, sino que incluso menosprecian la opinión de uno de los papas más carismáticos del siglo XX.

Claro que, siendo una encíclica, es posible que Fides et Ratio esté equivocada, después de todo el Papa no estaba hablando Ex Cathedra. Puede que, después de todo, asentir sin albergar jamás un ápice de duda sea lo único necesario para alcanzar el Reino de los Cielos. Desde luego Pio IX hubiera opinado así, y lo hubiera considerado una verdad inmutable.