Mujer iroqués

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martes, 6 de abril de 2021

"¡NO ES REALISTA!"



Cada poco tiempo vuelve a surgir el debate sobre lo forzado que resulta la inclusión de personajes LGTB o racializados en obras de ficción. No hace mucho tuvimos las quejas de los de siempre porque la serie de los Brigdgert... los Bridg... los Bridterg... la de los baroneses follarines, incluía personajes afro en el entorno de la Regencia. También hubo protestas porque al final de EndGame el Capi entregara su escudo a Falcon en vez de a Bucky y, por supuesto, hubo voces airadas por la insinuación de que Bucky, el Soldado de Invierno, tuviera algún secreto deseo gayer por los firmes y redondeados glúteos de Steve Rogers.

Tenemos la misma murga cada vez que en alguna obra sale un personaje femenino, no ya protagonista, sino con verdadera relevancia más allá de ser la pitufina, la excusa desencadenante (secuestrada, asesinada, violada...) o el interés romántico. Si además ese personaje es homosexual, tendremos asegurado el grito en el cielo, como se dio con los escasísimos fotogramas en los que dos mujeres se besaban al final del Episodio IX.

Claro que ninguno de los borregos que se apuntan a las protestas  va a decir no quiero ese tipo de personajes porque soy racista/machista/homófobo/transfobo. No, siempre van a buscar alguna justificación, y la favorita de todas ellas, a la que más se aferran es gritar muy alto ¡no es realista!

Lo de que no es realista que haya, por ejemplo, homosexuales, africanos o mujeres fuertes en una historia me hace mucha gracia, porque viene a presuponer que ese tipo de seres son personajes de ficción completamente inverosímiles. En el caso del solitario beso sáfico del Episodio IX, si tenemos en cuenta que entre un  5 y un 10 % de la población se puede etiquetar como homosexual, y ese porcentaje sube mucho si pensamos en la gente bisexual, lo que es poco realista es que durante 9 películas sólo haya aparecido una pareja de lesbianas EN TODA LA PUTA GALAXIA, al igual que es bastante ridículo que la inmensa mayoría de los humanos de esa saga sean caucásicos, cuando esa etnicidad es minoritaria en nuestro universo REAL, donde por cada paliducho hay al menos seis personas con tonos de piel más oscuros.

Y no digamos nada de la gordofobia, que para un señor entradito en carnes que hay en toda la saga me lo liquidan en la primera peli. Y encima me le apodan Porkins, jaja qué graciosos y chispeantes, a lo mejor su segundo apellido era Fatty.

Lo más flipante es la profunda ignorancia que suelen demostrar esos señores (porque en un 95,73% son señores) sobre las materias que tanto gustan de comentar. Lo de Falcon como nuevo Capitán América ES CANÓNICO en el universo Marvel, se ve que esa etapa de la serie se les debió quedar en el montón delecturaspendientes (si es que saben leer, claro está). Por no mencionar que cuando se estrenó Mad Max FuryRoad los quejumbrosos protestaban porque estaban metiendo con calzador una mujer fuerte que le robaba el protagonismo al héroe. Vaya, no me digas ¿Como Tina Turner precisamente en la anterior película de Mad Max, Más allá de la Cúpula del trueno? Y no me suena que hubiera quejas en ese momento. Pero claro, en los 80 nadie ponía en duda la normatividad masculina, una Tina Turner o una Sigourney Weaver sólo eran gotas en un océano de machotes. En cambio, presentar un equipo de mujeres cazafantasmas es coger su infancia, violarla, quemarla y arrojar las cenizas a una incineradora

Bueno, algunos ya se sentían amenazados por esas fechas . En esos años estaban en los kioskos los XMen de Claremont. Todo iba bien, las chicas llevaban lindos uniformes (muy poco prácticos) y sabían estar en su sitio. Pero entonces Ororo se hartó, se rapó la cabeza, empezó a vestir macarra, y se preguntó porqué tenía que obedecer las órdenes de un blanquito estirado y reprimido. Al final, y tras darle una buena paliza* al pelma de Scott Summers, se alzó como líder indiscutible del grupo y las cosas empezaron a cambiar. Pícara ya apuntaba maneras, Rachel Summers se convirtió en el nuevo avatar de Fénix, y hasta Dazzler, el personaje con la base argumental más patética** del universo Marvel, se convirtió en un puntal del equipo.

Esto os va a dejar flipando, resulta que LOS FUTUROS SEÑOROS FUERON ADOLESCENTES QUEJICAS. Aún recuerdo las protestas en la sección de cartas de los lectores, que se resumían en: ésta ya no es mi patrulla X, ahora es un grupo de chicas, ESO NO ES REALISTA. 

O sea, que en un universo de ficción en el que un villano adquiere los poderes de una morsa, Leonardo Da Vinci viaja en el tiempo y unos alienígenas verdes se convierten en vacas y son ordeñados, el que una mujer tenga capacidad de liderazgo no es realista

Traducción, exijo que todo lo que lea, vea, consuma, me representa a mí, pobre varón blanco heterosexual duramente oprimido. Y desde entonces ya no han dejado de quejarse. Imagínate que no les dejan hacer ya ni chistes de maricones, de señoras que tienen la regla, de violaciones, de negros, de retrasados... qué vergüenza de corrección política, que no me deja reírme de los que no son como yo y ya no me puedo sentir identificado con absolutamente todo lo que veo. ES UNA PERSECUCIÓN

En fin, no vale la pena ahondar en el tema mucho más. Los quejicas van a seguir con sus letanías porque, por mucho que les joda, la sociedad ha seguido caminando en vez de quedarse congelada en el punto que a ellos ya les iba bien, y personalmente no creo que valga la pena intentar razonar con ese tipo de gente. Si alguien ve creíble que el Dios del Trueno haga chistes colgando en una jaula, pero le parece inadmisible, imperdonable y altamente ofensivo que una valkiria sea negra***, no hay nada que rascar ahí. Donde no hay mata, no hay patata.

Para terminar, me gustaría hacer una reflexión personal. A primeros de los 90, cuando se estaba publicando Sandman, A Game Of You, un crítico publicó una reseña de la serie en la que, como única queja, planteaba que Gaiman estaba obsesionado con personajes muy marginales. Prácticamente en cada capítulo había aficionados al BDSM, drogadictos, lesbianas, gays, trans****... y eso no era realistano hay tanta gente así, la mayoría somos normales. Yo tendría entonces ¿26 años? y pensé, bueno, sí, es cierto que me mete un montón de personajes muy minoritarios, pero no lo hace porque sí, tiene sentido dentro de la historia.

Bueno, pronto cumpliré 55 y la mayor parte de la gente con la que me relaciono es gay, lesbo, ace, bi*****, BDSM, trans... no hay mucha gente racializada******, pero sospecho que eso es puro azar estadístico. Y desde luego mi propia vida no se corresponde precisamente con lo que la gente bien pensante considera normal.

Eso no quiere decir que mi experiencia sea representativa. Evidentemente hubo un momento a partir del cual me aparte del promedio. Pero no tuve que atravesar océanos ni desiertos, me bastó dar un pasito fuera de la normalidad, para descubrir que el mundo era un lugar maravillosamente rico y variado, a todos los niveles.

En cualquier caso, tengo claro que quien quiera que esté guionizando mi vida está haciendo un trabajo excelente.  A poco que abras un poco la ventana y te asomes fuera de la normalidad, el mundo es más vivo, más colorido y mucho más interesante.

Y mira, si eso no os parece realista, sólo puedo desear que disfrutéis mucho de vuestra normalidad. Por lo que a mí respecta, VIVA LA IRREALIDAD.

* Una paliza doblemente meritoria porque Ororo carecía de poderes en esa etapa de la saga, y quedó tan claro que Ororo era la fucking Ama que Scott se fue del grupo porque a él, lo de que mandara una señora, le rompía su frágil masculinidad.

** Era una chica discotequera que convertía la música disco en rayos de luz. O sea, el Hombre Topo, a su lado, es un coloso mitológico.

*** Ni os imaginais la cantidad de señoros que, con el estreno de Thor Ragnarok, resultaron ser expertos eruditos en mitología nórdica, y prootestaron por la falta de realismo.

**** Sí, en la cabeza de lo señoros está todo mezclado, orientación, género, kinks, adicciones... sospecho que el pegamento que une todo eso es su convicción de que todo el mundo se lo pasa mejor que él, y eso jode*******.

*****Por si alguien no lo sabía, soy bi.

******Pero en mi propio entorno familiar directo hay mucha más variación étnica que hace tres décadas. También esa normalidad va diluyéndose

******* Uno de los elementos más curiosos de la homofobia es la envidia de los machos hetero, convencidos de que los gays follan muchísimo más que ellos


viernes, 13 de septiembre de 2019

EL FALSO FEMINISMO DE MÉRIDA (BRAVE)



Hace unos años, cuando se estrenó la película Brave, parte de la promoción se centró en señalar que, por fin, Disney presentaba una protagonista empoderada y feminista, un ejemplo positivo para las niñas, más allá del modelo felizmente sumiso de la princesa soñando con un novio (Blancanieves, Cenicienta, Bella... etc). Supongo que recordaréis los comentarios, la joven Mérida se rebela contra un destino impuesto, reivindica la libertad de las mujeres ... etc, etc, etc

Vaya esto por delante: la peli me gustó mucho. No es lo mejor de Pixar ni de lejos, pero no aburre y visualmente es un espectáculo magnífico.

Dicho esto... PERSONAJE FEMINISTA MIS COJONES

Veamos los personajes femeninos de esta película: hay cuatro, en total. Mérida, la reina Elinor, Maude, la doncella del castillo, y la Bruja. Pero a los efectos de la historia la Bruja es un simple desencadenante y Maude una caricatura con tetas (literalmente, suele ser mucho más visible su escote que su cara)

El planteamiento que nos hace la película es que Mérida es alegre y vital, y su estirada madre pretende encorsetarla (de nuevo, literalmente) en su esperado papel de princesa, de cara a un matrimonio concertado. Mérida se rebela, reclama su libertad y tras un tonto error con un pastelito hechizado dedica el resto de la peli a evitar que maten a su madre. Final feliz, plas plas, lagrimita tras la reconciliación y chistecito (flojo) en la escena poscréditos.

Bueno, pues no sé donde están el feminismo o el empoderamiento. Mérida no está luchando por los derechos de las mujeres, sino por sus privilegios personales. Es una niña caprichosa, que ha hecho su santa voluntad durante años, cuya infancia y preadolescencia ha consistido en ir y venir sin dar cuentas a nadie, cabalgar, escalar, tirar con arco y robarle la comida a Maude siempre que le ha apetecido, sin dar ni golpe ni una sola vez en todo ese tiempo, porque es la princesa heredera.

El drama se inicia porque su madre, oh, cuan malvada, por fin empieza a prepararla para asumir sus responsabilidades como princesa. Porque sus privilegios implican una responsabilidad. El reino es joven, y se basa en la alianza de cuatro clanes que, décadas atrás, se unieron para luchar con un enemigo común y posteriormente reconocieron la autoridad del rey Fergus (aparentemente) con el acuerdo de que uno de los primogénitos de los clanes sería su sucesor tras casarse con su hija.

La reina Elinor no quiere restringir la libertad de Mérida en nombre de viejas tradiciones machistas, sino evitar una guerra civil, porque ni su esposo ni los tres jefes de los demás clanes suman un pensamiento sensato entre los cuatro. De hecho, lo primero que hacen al verse es liarse a hostias, y sólo se detienen cuando ella les llama la atención. Lo que, por cierto, desmiente que el poder esté en manos de Fergus, un alegre descerebrado como el resto: la verdadera autoridad está en manos de la reina, y la estabilidad es muy frágil: un malentendido, un mal gesto, un desprecio, y los viejos rencores entre los cuatro clanes romperán el reino en pedazos. Ella tiene que elegir entre prevenir una matanza y el capricho de su hija de seguir haciendo lo que le plazca.

¿Cómo reacciona Mérida? Enfadándose, pataleando, cerrándose en banda, ahora no respiro hala, y, finalmente, montando el numerito  que desencadena precisamente lo que su madre intentaba evitar. Y lo peor es que la niñata no se siente responsable por los acontecimientos: le importa un carajo que un montón de guerreros furiosos estén dispuestos a matarse entre ellos, y a destruir todo lo que se ha conseguido a lo largo de varias décadas de paz y equilibrio. El símbolo visual que se nos muestra, la ruptura del tapiz, es muy evidente: su gesto va a destruir todo lo tejido por su madre, que no es su familia, sino la paz.

Pensemos por un momento en como ha ejercido Elinor el poder. Ha negociado pacientemente durante años, ha dirigido, guiado, sugerido... gracias a eso la brutal energía de los clanes no se ha derrochado en nuevas guerras y hay prosperidad. La leyenda del Viejo Reino nos muestra lo que sucede cuando el único poder que se ejerce es el de la fuerza de las armas. Por eso, durante la escena de la pelea en el salón del Castillo, los jefes de los clanes no reivindican el poder para ellos, sino que reclaman la presencia de la reina, porque sin ella todo se viene abajo: basta su ausencia durante un día y una noche para la paz se tambalee.

¿Dónde está ahí el empoderamiento? A Mérida se la pela lo que les pase a todas las demás mujeres del reino, no está reivindicando una mierda para ellas, sólo exige seguir con su jiji y su jaja, sin asumir jamás las consecuencias de sus actos. Es más, esas consecuencias no llegan a resolverse: Merida, imitando a su madre, logra preservar la paz pero luego simplemente deja la solución al problema para más adelante, echando la patata caliente en las manos de los primogénitos.

Llegamos al punto más problemático ¿Cómo debería haber actuado Mérida? ¿Hay opciones racionales, frente a la aceptación sumisa o la pataleta caprichosa?

La hay. Por cierto, no se me ocurrió a mí, sino que surgió (como todo este post) en una conversación con una amiga feminista muy puesta en Historia. No olvidemos en esta historia está ambientada en la Edad Media. Los matrimonios entre las casas reales se concertaban porque lo que estaba en juego no era el amor (ese concepto, el del matrimonio por amor, no surge en el imaginario occidental hasta mediado el siglo XIX) sino el poder. Mérida tenía una alternativa y podría haberla puesto en práctica si en vez de bufar cada vez que su madre intentaba enseñarle cómo reinar, hubiera prestado atención a lo que se le estaba mostrando. Si ella es la encarnación del equilibrio, entonces puede negociar, y debería (sola o en acuerdo con su madre) haber tratado directamente con los jefes de los clanes y con sus hijos las condiciones más favorables para ese acuerdo, garantizándose toda la libertad de acción posible*, dejando un plazo razonable antes del enlace a fin de disfrutar de sus últimos años de diversión y garantizando la estabilidad del reino bajo sus condiciones, no en base al resultado de un torneo de arquería.

Esta opción, por supuesto, no le da la posibilidad de seguir disfrutando toda una vida de eternas vacaciones, pero es que esa posibilidad nunca ha existido: más tarde o más temprano estará obligada a gobernar**. No puede renunciar al trono, ya que el acuerdo entre los clanes implica que la sucesión de Fergus no recaerá en sus tres hijos menores sino en otro de los clanes (y los niños, siendo trillizos, podrían además provocar una nueva guerra como la que destruyó el Antiguo Reino). Puede parecer injusto que el destino de la protagonista tenga que seguir unas reglas de juego que la impiden hacer su plena voluntad, pero eso afecta a todos los protagonistas masculinos y femeninos, y ella tiene más opciones que los demás, porque tiene la llave del poder. Y si ha gozado de esa libertad y esos privilegios, y tiene ese poder en su mano, es porque se esperaba que asumiría sus responsabilidades, no porque su ombligo sea el centro del universo

En cambio, el final feliz que se nos muestra es del todo incoherente. No sólo Mérida no va a asumir una mierda de responsabilidad, sino que encima su madre parece que de pronto ha decidido que, total, vámonos a cabalgar, que no pasa nada. A lo mejor se ha dicho, para qué preocuparme, cuando todo estalle yo ya estaré muerta, probablemente por otra metida de pata de mi hija.

Para terminar, no sólo no veo feminismo en esta película. Tampoco le veo sentido a la propaganda que se le hizo a esta película porque Disney hace mucho que presentó a un personaje femenino empoderado y feminista: MULÁN

Mulán no se rebela porque sus privilegios de niña consentida vayan a acabarse, de hecho al inicio vemos que ha aceptado honrar a su familia casándose y teniendo hijos (la escena de la casamentera). Su rebelión se dirige contra la injusticia de no poder reemplazar a su anciano padre por ser mujer. De hecho sabe que elegir ese camino la pone fuera de la ley y al cortarse el pelo y vestir una armadura, se está jugando la vida. No se trata de una paranoia suya ni una pataleta: tras la batalla en la nieve, por vestir de nuevo como mujer, vuelve a ser invisible y despreciada, porque vive en una sociedad brutalmente misógina (en la antigua China las mujeres no eran personas, mientras que en la cultura celta retratada en Brave eran respetadas y tenían, por ejemplo, derecho al divorcio, a la herencia al trono y a sus bienes)

De ahí la fuerza de la escena en la que el jefe enemigo comprende que es una mujer quien le ha vencido, el enorme simbolismo del momento en el que el emperador (y, con él, todo el pueblo) se inclina ante ella, reconociendo su deuda de gratitud, y la dignidad de su rechazo al puesto de poder que merecidamente se le ofrece, porque no ha buscado nunca ese poder, sólo cumplir con su deber familiar.

Como colofón, si bien Mulán siente su poquico de calorcillo por el capitán Li, por que el mozo está muy bien plantado, no hay ningún momento de romanticismo y es él el que acaba yendo tras ella (después de que el emperador le de una colleja, porque todo lo que tiene de guapo lo tiene de corto)

Así que, si buscáis un personaje Disney empoderado de verdad, tenemos una chica de pelo oscuro y ojos penetrantes, que sabe encontrar una oportunidad táctica en medio de una batalla perdida, maneja la espada sin miedo y reparte hostias como panes. Y en cuanto a la pelirroja caprichosa y malcriada ¿qué podemos decirle sino...




*Si alguien cree que las mujeres no podían ejercer el poder en la antigüedad, debería leer la historia de Cleopatra, Zenobia, Boudicca o, si prefieren ejemplos nacionales, Isabel de Castilla. Esta última, precisamente, se caracteriza por haber sido una de las mejores negociadoras de la Europa del siglo XV

** Y porque en algún momento llegará a ser adulta, y eso implica asumir las consecuencias de sus decisiones